Partida Rol por web

Todd contempló a su compañero mientras éste se desahogaba y expresaba en alto todo su disgusto con el entorno, seguramente convencido de que su soberbia haría cambiar algo a aquellos técnicos del "exterior".

Parpadeó un par de veces, para asegurarse de que Crhis había acabado y, encogiéndose de hombros, se dirigió hacia el interior de la casa mientras hablaba a media voz, sin quedar claro si hablaba consigo mismo o con su compañero.

- Seguramente en esa época - aún no había interiorizado el haber cambiado de época - fuese tan simple como coger una escopeta y liarse a tiros...

Tras haberse desahogado Chris siguió a su compañero hacia la entrada para abrir la puerta principal. Por el camino echó un ojo alrededor buscando incongruencias en el sistema o simplemente alguien observando entre los matorrales. Aunque, siendo sinceros, parecía inquietarle más su compañero de viaje que cualquier cosa que los programadores hubieran dejado perdida por allí cerca. Pero lo único que vio fue como el carromato, con su casero a bordo, descendía la cuesta hacia el pueblo.

Tras abrir la puerta principal con la llave que les habían dado se encontraron con un recibidor amplio, decorado con poca ostentación, en el que una escalera de madera ascendía hacia la segunda planta. Lo más llamativo era un enorme carillón que al parecer nadie daba cuerda - estaba parado en las tres y cuarto - y un par de cuadros que representaban escenas campestres. Había dos puertas a cada lado de la entrada y otra justo enfrente a ellos, al lado de las escaleras. También había una pequeña puerta que conducía al sótano, justo bajo las escaleras, y que curiosamente estaba entreabierta. De hecho del fondo del sótano venía un ruido que parecía señalar que alguien estaba rebuscando algo en una caja de herramientas o algo parecido, lo cual podría ser sorprendente ya que el casero no había mencionado que hubiese nadie en la casa y la puerta principal estaba cerrada con llave.

Chris fue a echarle un ojo a su reloj de bolsillo mientras miraba al carillón pero el ruido de la puerta del sótano le interumpió a medio gesto. Miró a Todd y susurró mientras le hacía un gesto con la mano de "todo suyo" -¿Intrusos en la casa supuestamente cerrada? El supervivencialista primero...-

La mirada de Todd recorrió el interior de la casa según avanzaban hasta que el ruido del sótano les interrumpió y su compañeró dejó claro que lo que le sobraba de labia, le faltaba de valor.

Se palpó los ropajes, para descubrir que todos los bolsillos estaban vacíos, y buscó a su alrededor un jarrón o una estatuilla que pudiera usar a modo de arma.

 - Será parte de la experiencia... - indicó a su compañero mientras comenzaba a bajar los escalones.

Mientras Chris comprobaba que su reloj marcaba eficientemente las 8:50 de la mañana su compañero empezó el descenso por las escaleras. Antes de ello se agenció de un chinfonier¹ cercano una estatuilla de ebano que resultó ser tan pesada como aparentaba. Era una figura extraña, que representaba a una cosa - pues no había otra definición para aquello - que recordaba vagamente a un elefante pero de la cual la trompa parecía convertirse en una cabeza retorcida y un brazo aparentemente humano salía de su cabeza para agarrar un cuenco. Era un objeto casi alienígena, quizás procedente de alguna artesanía africana colonial.

Sin embargo Todd no tenía tiempo para apreciar la artesanía. Descendió con cautela los primeros escalones y comprobó que el piso inferior estaba iluminado por una lámpara de gas. Era, efectivamente, un sótano donde se guardaban numerosos botelleros, algunos barriles y varias cajas de madera. Las cajas estaban todas cerradas menos una, que permanecía abierta. En su interior podían verse varias vasijas de madera similar a la que sostenía en su mano.

Y el intruso que revolvía aquellas vasijas resultó ser una mujer de mediana edad, vestida de riguroso negro, con el pelo negro recogido en un moño. Al escuchar el escalón que crujió bajo los pies de Todd lanzó un sonoro grito dejando caer la vasija que tenía en la mano. Por suerte, al ser de madera, el objeto no se rompió en pedazos.

- ¡Por el amor de nuestro Señor! - gritó la mujer - ¡Me ha dado usted un susto de muerte caballero! ¡No le escuché entrar!

Se llevó la mano al pecho para luego, rápidamente, recoger la vasija caída:

- Disculpe caballero... no esperaba que llegasen tan pronto. ¡No he tenido tiempo todavía de poner la casa en condiciones y estaba buscando algo para decorar el salón! Soy Ada Crossed, seré su ama de llaves... disculpe... no sé si usted es el señor Knight o el señor Brotzman.

Pesaba y era contundente. Esas fueron las únicas cualidades que Todd apreció de aquella figura que se había agenciado y a la que no prestó demasiada atención mientras descendia los escalones.

De vez en cuando echaba una mirada por encima del hombro, sin tener muy claro si era porque no se fiaba en Chris para cubrirle las espaldas o para comprobar si realmente le acompañaba y no había salido corriendo.

Cuando la mujer se sobresaltó, Todd se sobresaltó.

 - ¡Perdón, perdón! - gritó a la vez que la mujer les gritaba por asustarla.

El tema de darle a la lengua era cosa del que cubría la retaguardia pero ahora era Todd quien se enfrentaba a la mujer.

 - Brotzman. - confirmó a la mujer tendiéndole la mano a modo de saludo. - Pero puede llamarme Todd. Y no se preocupe demasiado por la casa...

Chris estaba asomado en lo alto de la escalera y frunció el ceño. -Disculpe nuestra sorpresa, pero el señor Hollys no dijo que hubiera servicio. De hecho dijo específicamente que no había servicio y que iba a venir una tal Mirabelle a hacerse cargo de todo. ¿Hay algún tipo de malentendido?

- Encantada señor Brotzman.- contestó la mujer negándose a tutear al que en teoría era su jefe. Al oír la pregunta desde lo alto contestó mientras iba aproximándose a las escaleras - Efectivamente el señor Hollys no sabe nada porque la que se encargó de avisarme esta misma mañana fue la señora Hollys.

Sin esperar a Todd comenzó a subir las escaleras, todavía con la vasija en la mano. Chris, en lo alto, vio como se aproximaba.

- ¿Cómo van a encargarse dos hombres como ustedes de todo? Sé que en su agencia dijeron que necesitaban discreción pero yo soy una persona discreta. La señora Hollys es una mujer práctica. Puede que su marido tenga que cumplir los estipulado en el contrato pero ella no estaba dispuesta a que sus inquilinos muriesen de hambre. Y creánme que estoy de acuerdo. ¿Se va a quedar ahí sin dejarme pasar? - le preguntó a Chris una vez alcanzó la puerta a la que se asomaba el informático - ¿Han visto ya la casa? ¿Han desayunado? Estoy segura de que traerán hambre ¿estoy en lo cierto?

Chris enarcó una ceja mirando a Todd mientras pensaba en los posibles efectos de un veneno en una simulación de ordenador. -Pues la verdad es que hemos viajado toda la noche, pero si tiene trabajo por hacer podemos bajar al pueblo. O podemos esperar a que llegue Mirabelle y le eche una mano. Lo que sí quisiera es que nos enseñara la casa.

Si no era quien decía ser no conocería la propiedad ni tampoco querría que bajaran al pueblo a contrastar la información ni, ya puestos, tampoco querría esperar en la casa a que llegara la muchacha del pueblo. Jaque mate.

Todd parpadeó mientras aquella mujer tomaba la iniciativa y pasaba ante él, al parecer teniendo muy claro cómo había que hacer las cosas y, por supuesto, que estarían mal hechas si no eran a su forma.

No reaccionó hasta que la señora Crossed no estaba en lo alto de la escalera y Chris le pedía que les enseñara la casa por lo que subió los escalones de dos en dos para no perderse el tour.

- Sí, la casa sería una buena opción. - dijo mientras miraba torpemente alrededor para ver dónde podía depositar la estatuilla que llevaba aún en las manos.

Todd dejó la estatuilla en su sitio mientras la señora Crossed continuaba con la jarra en la mano.

- ¿Mirabelle? Oh, pobrecilla. Seguro que el señor Hollys tiene la mejor de las intenciones pero esa chiquilla es incapaz de mantener una casa como ésta. Sin embargo no niego que me vendrá bien su ayuda. Al final, aunque sea improvisando, las cosas se van arreglando. Gracias al Señor que estamos las mujeres para organizar los desaguisados de los hombres ¿no creen?

La mujer señaló las puertas que había a su alrededor:

- ¿Por dónde quieren empezar la visita? Al fondo tenemos la puerta que lleva a la cocina, mientras que ésta - dijo señalando la que había a la derecha de la escalera según se entraba - conduce al comedor. La de la izquierda lleva a al salón del té y lectura. Hay una biblioteca al fondo, pasando el salón. Y en la segunda planta tenemos las habitaciones.

La señora parecía conocer la casa y hablaba con tal aplomo que o bien era una excelente actriz o estaba diciendo la verdad¹.

Chris sonrió de oreja a oreja mientras se situaba justo delante de la puerta del sótano. Con disimulo, y sin meter ruido, cerró con llave la puerta y se guardó la misma -Excelente, excelente. Guíenos por favor.

Aquella mujer parecía dispuesta a superar el record de númera de palabras emitidas por minuto que hasta el momento parecía ostentar un Chris muy orgulloso de ello.

Y hasta el propio Chris parecía haberse dado cuenta de ello en vista de su escueta respuesta, por lo que Todd simplemente asintió y esperó a que comenzara el tour.

- Bien, síganme.- dijo la mujer al parecer complacida por el interés de los inquilinos en conocer su casa - Por aquí, como les he dicho tenemos el comedor.

Abrió la puerta de la derecha y entraron en una gran estancia decorada con una enorme mesa de nogal que ocupaba toda la parte central de la misa, alrededor de la cual había al menos una docena de pesadas sillas de la misma madera. En las paredes había varios muebles con cubertería y algunos cuadros de escenas campestres. Unos amplios ventanales permitían ver la los alrededores y la caída de la ladera hacia el mar. La mujer atravesó el comedor para abrir una puerta del fondo.

- Como pueden ver comunica con la cocina para que se puedan servir las comidas de forma rápida y eficiente.

La cocina ocupaba toda la cara norte de la casa. Tenía una chimenea y varios fogones, además de una despensa. Una pequeña puerta de madera conducía a la parte de atrás de la finca, pero la señora Crossed se dirigió hacia la puerta que los devolvía a la entrada de la casa.

- Las estancias están comunicadas de forma eficiente para ahorrar paseos innecesarios.- dijo con una sonrisa mientras abría esta vez la puerta que quedaba a la izquierda de la entrada - Esto es el salón de te.

Efectivamente era una estancia acogedora, con otra chimenea, en la que se repartían varios sillones y alrededor de una mesa central de café o té. Los ventanales dotaban al lugar de una agradable luminosidad y en las paredes pendían algunos retratos. Sobre la chimenea había una enorme caneza de ciervo disecada. Crossed se dirigió hacia la puertecita que había a la derecha de la chimenea.

- Y aquí tienen la biblioteca.

Simplemente la abrió para mostrar a los visitantes una sala repleta de estanterías y libros. No era demasiado grande pero la cantidad de volúmenes apiñados era considerable. En el centro había una mesa de estudio sobre la que se encontraba un globo terraqueo de tamaño medio.

Chris se dejó guiar frunciendo el ceño. Esa casa le resultaba familiar... Pero, ¿Donde la había visto? Se encogió de hombros y prestó atención por si veía algo irregular. Evidentemente era un juego de investigación así que había que fijarse en los detalles. Al llegar al salón de te hizo una mueca de desagrado mirando al ciervo fijamente. -Hay que ver qué real les ha quedado...

Al mencionar la biblioteca le entró curiosidad. -Disculpe señora Crossed, una casa como esta, con una biblioteca tan bien surtida y tanta obra de arte... Exotica, tiene que tener una historia detrás. ¿Quién la mandó construir? ¿Algún aventurero? ¿Un explorador?- preguntó mientras asomaba la cabeza al interior y le echaba un buen vistazo.

Todd seguía obediente a la mujer mientras ésta les mostraba las estancias y sonrió levemente al ver la cabeza de ciervo; aún recordaba cuando su tío le llevó a cazar un fin de semana, siendo uno de los pocos recuerdos reconfortantes que tenía de su niñez, y aquella pieza le había traído ese momento a su cabeza.

- Como todo lo demás, ¿no? - dijo a Chris cuando habló del realismo de la pieza.

Esperó paciente a que la mujer respondiera a Chris y continuaran con el tour.

- Oh, pensé que el señor Hollys ya les habría puesto al tanto. Fue él quien mandó construirla para su hijo Paul. Pero el chico encontró trabajo en la ciudad y ahora solo viene en temporada de verano. El señor Hollys es un hombre de mundo pero no creo que podamos calificarlo de aventurero o explorador. Trabajó como gerente para la Compañía Imperial de África Oriental y pasó en ese lugar unos cuantos años. Pero de eso ya hace mucho tiempo. Aunque ahora está retirado todavía tiene amigos allá que de vez en cuando le envían artesanía. 

Pareció darse en ese momento cuenta de que seguía sosteniendo la jarra, que depositó encima de la mesita de té.

- ¿Quieren acomodarse en las habitaciones superiores? Yo les prepararé un buen desyuno mientras dejan sus pertenencias.

Chris asintió sonriente -¡Oh! No se preocupe, ya desharé las maletas más tarde, me gustaría echar un ojo a la biblioteca antes de desayunar, ya sabe. Libros y escritores...

Sin aguardar respuesta se coló en la biblioteca repasando con la mirada los títulos de los libros mientras pensaba en si habría un pasadizo secreto. En estos juegos siempre había un pasadizo secreto...

Miró con detenimiento las estanterías y los apliques, los libros, la mesa, el globo terráqueo... Repasó la sala entera en busca de algo fuera de lugar o que indicase un pasadizo secreto.

Chris revisó los libros, las estanterías, la mesa. La señora Crossed, entendiendo que ya no era necesaria, se dirigió a la cocina a preparar el desayuno prometido.

Aunque el informático no dejó pieza sin remover llegó a una conclusión ineludible: allí no había ningún pasadizo secreto. ¡Otra decepción más que sumar a aquella simulación!

Le sorprendió, eso sí, que el olor a comida que venía de la cocina resultase tan real. Había visto simulaciones en 3D muy convincentes pero nunca en su vida había sentido como un estómago virtual respondía a la llamada de la comida simulada. Al menos en eso lo habían clavado.