Partida Rol por web

Vaesen: A wicked Secret and Other Mysteries

Biblioteca del Castillo

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07/01/2021, 14:54
Leopoldo Ludovico Castelferro

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS...

Bravo, muy bien expuesto, milady —Castelferro aplaudía sonoramente entusiasmado la respuesta de Lady Lovisa al estirado coronel—. Como ha dicho usted, es una alegría verles de regreso, compañeros. Han pasado tantas cosas que vamos a necesitar una larga sobremesa para ponernos todos al día, ¿verdad, señorita Björklund? —provocó al militar guiñando un ojo cómplice a su hija.

No obstante, el joven prefirió acompañar a la amazona en su tarea antes que enfrentarse la la perorata que se intuía que estaba por llegar, de manera que cesó sus bromas en ese mismo momento.

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07/01/2021, 16:53
Edwin James Niles

Uhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh... Things are getting... SAAAALTY!

En esto pensaba el bueno de Niles mientras advertía cierto caos a punto de estallar con epicentro en ese templo del saber que era la biblioteca del castillo. Por supuesto, esperaba justo esto habida cuenta de que habían dejado a la facción rebelde del equipo en un castillo lleno de galletitas y dulces con el segundo de abordo...

Esto es, FRISSSSSSK.

Aaaaaggggg. Qué regusto amargo se le quedaba en el paladar al pronunciar ese apellido.

Niles avanzó unos pasitos hasta un punto en el que pudiese sentir las consecuencias del vórtice de entropía que estaba a punto de estallar a su alrededor. Era ciego, cierto; pero tenía una imaginación prodigiosa. La dejó salir a pasear...

* * * * *

@Castelferro —Bravo, muy bien expuesto, milady —Castelferro aplaudía sonoramente entusiasmado la respuesta de Lady Lovisa al estirado coronel—. Como ha dicho usted, es una alegría verles de regreso, compañeros. Han pasado tantas cosas que vamos a necesitar una larga sobremesa para ponernos todos al día, ¿verdad, señorita Björklund? —provocó al militar guiñando un ojo cómplice a su hija.

El Coronel desenvainó su sable.

-¡Cerdo deleznable! ¡Pagarás por mancillar la virtud de mi hija con tu sangre! ¡POR INGLATERRAAAAAA!-. 

Recordemos que estamos en la imaginación de Edwin James Niles. Aquí se menta a Albión, you fool.

El Coronel quizás no estuviese en sus años mozos, pero su diestra aún conservaba habilidad suficiente para sajar a un farsante más bien enclenque como Castelferro y más aún si había que limpiar la honra de su hija. Sajó al lenguaraz con un feo tajo que le partió media oreja, haciendo manar la sangre.

-¡Coronel! ¡Por Dios! ¡Controle su ira! ¡Esto es de todo punto irracional!-, dijo el amo Oystein, horrorizado por el estallido de violencia.

-¡Aaaaaaargh! ¡Mi napia! ¡Me ha rebanado la napia!-, exclamaba perdido de sangre Castelferro cubriéndose la oreja. Siempre fue muy amante del teatro, el muy ruin... ¡Teatro del bueno! ¡Hasta en las ocasiones más delicadas afloraba la mentira en él!

-¡Padre, noooooo! ¡Te ruego que te detengas!-, chillaba Ebba, revelando al mundo que no era muda.

Pero claro, cuando el Coronel sacaba la faca, ya no había quien lo parara. ¡Ni tamaño giro de los acontecimientos!

-¡Geri, al tobillo! ¡Al tobilloooooo!-, gritaba el mendigo ordenando a su can que intentara parar la acometida del Coronel. Muy valiente eso de azuzarle al perro, pero bien a gusto que estaba el cobarde en segunda fila viendo el espectáculo.

-¡Déjemelo a mí, Coronel! ¡Voy a clavarle el crucifijo en la tráquea!-, bramó entonces una voz gutural a espaldas del Coronel. Una sombra armada con una pieza de imaginería que reflejaba el sacrificio de Cristo.

La llamaban Agnetha. Y al verla sabrás que el Señor caerá sobre ti con rabiosa cólera. 

Y vaya que si cayó con rabiosa cólera sobre Ludovico... ¡SE LE ABALANZÓ DESDE LO ALTO DE UNA ESTANTERÍA!

Aquello no era una monja... Era un ángel de la Muerte.

Lovisa ya había arrojado la chistera a otro lado de la habitación y aprovechaba para cargar el mosquetón para soltarle un cañonazo en el pecho a la monja cuando se escuchó una campanilla proveniente del umbral de la puerta de la biblioteca.

Era FRISSSSSSSK.

-¿Una galletita para reponer fuerzas?-, inquirió muy sonriente.

A su espalda, sosteniendo un revólver, Niles se colocaba unas lentes tintadas mientras sonreía maliciosamente.

-Este castillo es demasiado pequeño para los dos, you filthy mugget... You are fired. HA!

¡BLAM!

* * * * *

Niles suspiró mientras una sonrisa se dibujaba en su británico rostro.

-Qué escritor de novelas de misterio se ha perdido Inglaterra...-, susurró para sus adentros.

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09/01/2021, 01:36
Ebba Björklund

Al ver entrar a los demás, Ebba interrumpió automáticamente los gestos que hacía hacia Lovisa y Castelferro para tratar de explicarles lo que había descubierto sobre la isla y se levantó con una sonrisa, dispuesta a correr hacia su padre y explicarle emocionada sus averiguaciones.

Pero entonces vio la expresión de su rostro cuando la llamaba y se detuvo en seco. No estaba enfadado, lo parecía, pero la muchacha lo conocía bien, no estaba enfadado. Estaba… preocupado. Y disgustado. Y decepcionado. Sobre todo decepcionado, pudo percibirlo en el profundo fondo marino de sus ojos nada más cruzar el primer vistazo de sus idénticas miradas. Pero, ¿por qué? ¿Qué le hacía sentirse así… hacia ella?

Entonces él comenzó a hablar y lo comprendió. ¿Cómo había sabido el coronel que…? “Frisk” pensó la joven rápidamente “seguro que ha tergiversado los hechos…”. Ni siquiera podía ubicar al mayordomo en aquel momento, si había estado en la habitación con ellos tres, no se había ni percatado de su presencia… No, haciendo memoria lo recordó perfectamente, el señor Frisk había abandonado la estancia justo antes de que ella hiciera aquello por lo que su padre estaba disgustado y no había vuelto hasta después de lo de Sin Raíces… Entonces, ¿cómo? ¿Acaso los había espiado? Demasiadas preguntas, demasiados interrogantes sin respuesta sobre aquel individuo misterioso. Tras un fugaz vistazo al supuesto mayordomo y una mirada de complicidad hacia Castelferro, Ebba no dijo palabra acerca de ese tema, por el momento, y lo reservó en su mente para más adelante.

Porque algo más urgente la acuciaba en aquel instante: su padre necesitaba una explicación.

Con el rubor subido a sus indignadas mejillas, comenzó a hacer frenéticamente rápidos gestos con ambas manos en dirección al coronel, sin embargo, apenas le había dado tiempo a formar un par de palabras cuando su siempre defensora amiga Lovisa se interpuso y le dijo algo parecido a lo que pensaba decir… al principio… y con palabras muy diferentes. Después se dio cuenta de que, como siempre (y aunque no sin razón), las ideas que transmitía se le empezaron a ir de las manos, junto con un poquito de los modales adecuados. Así era Lovisa.

Temiendo que solo estuviera haciendo una pausa para coger aire cuando por fin se calló, Ebba le puso una conciliadora mano en el hombro a su de pronto hermana mayor sustituta, dispuesta a seguir desde allí, pero entonces fueron las palmas del señor Castelferro y sus palabras las que hicieron que se volteara rápidamente hacia el otro lado, bucles de fuego ondeando a su alrededor. Por un momento no lo detuvo. Por un momento pensó que él trataría de calmar a su padre y la situación, pero lo único que hizo fue echar más leña al fuego con insinuaciones veladas que podrían malinterpretarse hasta lo absurdo. Frunció los labios y echó al joven una mirada de reprimenda, sin pronunciar palabra, su rostro lo decía todo: no era el momento de hacer ese tipo de cosas.

Y entonces, de repente y sin previo aviso, ambos se dieron la vuelta y se marcharon a seguir con sus quehaceres, dejando a una sorprendida joven Björklund, que miraba alternativamente a ambos lados en los que de pronto no había nadie, sola ante un coronel al que no habían sino acortado la mecha…

Pero Ebba sabía que su padre tenía mucha paciencia.

Y también que la madurez a veces no tenía mucha relación con las diferencias de edad, así que, demostrando un decoro y un estoicismo superiores a lo que se podría esperar de una muchacha de la suya (y, desde luego, superiores a los de sus dos compañeros de fechorías en aquellos momentos), inspiró hondo, compuso una expresión de serenidad, incluso se permitió amagar una tímida sonrisa, y levantó las palmas de ambas manos hacia su padre: «Espera» decían sus gestos, «calma, deja que me explique», decía su mirada.

Entonces sus manos comenzaron a moverse a gran velocidad: «Te dije que no haría nada absurdo y no lo he hecho. No te mentí. Era necesario y ha resultado muy útil. Salió bien, ahora sabemos cosas importantes, algo más sobre este lugar y sus… inquilinos» formó esta última palabra haciendo el gesto de las comillas con los dedos, para que su padre entendiera que no se refería a ellos mismos, precisamente. Luego continuó: «también nos hemos percatado de otras cosas que os contaremos de camino a Fjälbacka» añadió, sin intención alguna de soltar nada sobre el mayordomo antes de estar bien lejos de aquel caserón. «Mientras tanto, algo sucedió en el exterior, a Sin Raíces y Geri, en medio de la tormenta. Pero no tiene relación con lo mío» aclaró, remarcando esos últimos gestos con detenimiento para asegurarse de que Alvar entendía su significado y el hecho de que ella estaba completamente segura de ello. «Sabes que, si sale mal, las consecuencias me suelen suceder a mí… o a mí primero, o a través de mí, en cualquier caso. No me ha pasado nada y he obtenido una respuesta, así que ha salido bien. No sé qué os habrá contado…» añadió, adrede, lanzando una mirada con los ojos entrecerrados al señor Frisk «…pero no tienen nada que ver. Aunque simultáneos, los dos hechos no tienen relación» sentenció, enfatizando los tres últimos gestos con una mirada de determinación. Ella conocía el alcance de sus habilidades y, por suerte o por desgracia, también sus consecuencias. Y estaba segura de lo que decía, su padre debería creerla.

Y punto.

 «Y, por último, hemos hecho los deberes» añadió, elaborando esta vez los gestos con movimientos más suaves y menos contundentes. Entonces extrajo de su bolsa ese cuaderno que parecía no gastarse nunca y ofreció a su padre los apuntes sobre la investigación en la isla:

« Fjälbacka: archipiélago à Isla Wrecker: taberna, residencia Amundsson, cabaña del pescador y almacén.

Taberna: Hecha de madera maciza, al menos planta y media de altura. Piso bajo: comedor principal, cocina y un par de alacenas. Planta superior: pequeñas habitaciones para el personal y habitaciones aún más pequeñas (y bastante caras) para los visitantes que deseen pasar la noche. “Se dice que la taberna suele estar abarrotada de gente”. Higiene general probablemente escasa. Comida no recomendada; aunque no comerla à grave afrenta personal a la señora Amundsson.

"Barón Arenque", Zacharias Amundsson: nombre importante de la isla à maneja todo el negocio pesquero de la zona.

Abela Amundsson: la "Madrina". Mayor, “con una mirada penetrante y dura”. Se dice que tiene un carácter bastante hosco.

Hijos: Pete y Pace. ¿?

Anteriores visitas de La Sociedad à no constan. ¿Registros perdidos o somos los primeros?

Viaje: carruaje + barco por el Canal de Göta + otro carruaje. Viaje costoso».

Dejó que Alvar lo inspeccionara con calma y, después, se lo pasó al detective para que los demás lo leyeran también. Sin embargo, ni siquiera lo miró cuando se lo ofreció, pues sus ojos permanecían clavados en los de su padre, tratando de buscar una reacción en su casi imperturbable rostro que, sin embargo, ella sabía siempre descifrar... o eso creía.

Tenía una sensación extraña en el pecho, algo que muy pocas veces le sucedía, incómodo y, en cierto sentido, doloroso: no quería decepcionarlo. Era lo que menos quería en el mundo. Solo quería que estuviera orgulloso de ella y había sucedido precisamente lo contrario. No le gustaba. Necesitaba saber que aquella sensación era algo pasajero, pero su padre, en ocasiones severo, no siempre le daba las respuestas que buscaba, aunque sí las que merecía.

Así que calló, se armó de paciencia y esperó su respuesta, sin apartar de él ni un segundo aquella mirada de esperanzada disculpa.

Notas de juego

Soy demasiado empática con mis personajes, lo he pasado igual de mal que Ebba con el disgusto de Alvar… ^^’’.

Esta vez he omitido los gestos de cada palabra porque el post se habría hecho eterno... tendréis que imaginarlos. XD

Y aún falta información, pero no os la vamos a contar toda de golpe. ;P

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09/01/2021, 16:26
Alvar Egil Björklund

En otras circunstancias, ver cómo la alegría con la que Ebba se vuelve para mirarme se le cae de la cara me haría sentirme culpable por hablarle de este modo. Pero me ha desobedecido, a sabiendas, poniéndose en peligro tanto ella misma como a los demás, y su imprudencia y su inconsciencia me duelen infinitamente más que su desacato. La observo con pétrea atención mientras sus manos empiezan a elaborar una respuesta a toda velocidad, mas lady Lovisa Swedenborg interrumpe las excusas de mi hija con su descaro habitual, que está muy cerca de cruzar la línea de la insolencia. Centro mi atención en la joven mientras expresa su desdén por mis «órdenes», insinuando con gran desatino que lo único que me importa es imponer mis normas. Hago un esfuerzo por prestar atención a sus siguientes explicaciones: ella ha considerado que Ebba ya es mayor para decidir, y asegura que todo ha ido bien y que, en cualquier caso, ella ha acompañado a mi hija en todo momento por si algo se torciese. Como si eso supusiera alguna diferencia; Lovisa es si cabe más temeraria que Ebba. De verdad que no puedo creer que no sean conscientes de lo que podría haber pasado. Mis ojos se van estrechando más y más a medida que escucho el fruto de su impulsividad juvenil. Cuando lady Swedenborg juega la carta de intentar equiparar la situación a un supuesto entrenamiento de guerra, levanto la mano en un gesto cortante. No estoy dispuesto a seguir escuchando sus sandeces. Es entonces cuando oigo que alguien aplaude; por supuesto, se trata del señor Castelferro, riéndole las gracias a su nueva mejor amiga Lovisa. En este momento me encantaría estrellar un derechazo en su estúpida sonrisa, o mejor aún, abofetearlo, pero por suerte siempre he tenido un gran control sobre mis impulsos más bajos.

Sospechaba que era usted un mono de feria, señor Castelferro —le digo al fantoche, avanzando hacia él y cortándole el paso—, pero en este momento acaba de confirmármelo. Y usted, lady Swedenborg, no he terminado de hablar —espeto, girándome hacia la joven que, por algún motivo que no acabo a comprender ha decidido que podía irse—. Demuestra no conocerme en absoluto. Sinceramente, me la trae al fresco las órdenes de quién decida obedecer o desobedecer; está acostumbrada a hacer lo que le viene en gana, y hace tiempo que perdí la esperanza de poder meter algo de sentido común en su cabeza. Pero Ebba es mi hija —hago énfasis en las dos últimas palabras, clavándole los ojos a Lovisa—. ¿Quién es usted para considerar nada sobre lo que ella es o no es? El día que usted tenga hijos, si es que alguna vez los tiene, no diré una sola palabra sobre cómo debe educarlos, porque no será mi lugar. Y que conste que puedo llegar a entender su símil con el hipotético soldado al que se envía al frente sin práctica, pero, ¿qué menos que esperar a que su padre esté presente para hacer algo tan arriesgado? Dice que está sana y salva, que todo ha ido bien, pero, ¿y si no hubiese sido así? Estaríamos todos llorando. Y yo ni siquiera habría podido verlo.

Niego con la cabeza lentamente. Algo en mi mirada se ablanda, perdiendo parte de su fuerza, pero cobrando a cambio una intensidad ardiente, casi implorante. Me quedo unos segundos en silencio, tratando de poner todas mis emociones en su sitio antes de encarar el rostro al que más temo enfrentarme: el de mi hija Ebba. Cuando estoy seguro de tener el dominio de mí mismo, me vuelvo hacia ella.

A pesar de que su rostro es tan sereno como el reflejo de la luna en un estanque, sus ojos no pueden engañarme, y sé que esto la ha afectado. Algo más calmado, dejo que me dé sus explicaciones. Asegura que su actuación no ha sido absurda ni innecesaria, que ha descubierto más cosas acerca de los habitantes invisibles que moran en Gyllencreutz. Según lo que me dicen sus gestos, el señor Frisk se habría equivocado al relacionar la actividad de mi hija con lo que sea que le sucediera a Rotløs fuera de los muros del castillo. Aprieto los labios, queriendo replicar, pero lo cierto es que la creo. Puede que a veces Ebba peque de inconsciente, pero de lo que sí estoy seguro es de que no es una mentirosa.

Suspirando, empiezo a responder en la lengua de signos, en silencio. Mis gestos son infinitamente más lentos y torpes que los de Ebba, pero tanto en ellos como en la expresión de mi rostro se puede advertir el peso que pongo en cada una de mis palabras. Lo que sea que le diga queda entre mi hija y yo.

A continuación, Ebba me entrega las notas que detallan las cosas que han averiguado acerca de la isla. Lo leo en voz alta para que todo el mundo pueda estar al día. Cuando llego a la parte que describe el viaje a Fjällbacka, enarco una ceja: es exactamente lo mismo que nos ha dicho el arzobispo Reuterdahl. Habrá que prepararse a conciencia para el viaje, parece.

Bien —me aclaro la garganta, dando por zanjada la discusión, y devuelvo a Ebba su cuaderno. Espero unos momentos más, con la sensación de que ahora se hará extraño hablar de nuestra visita al sanatorio como si nada hubiese ocurrido—. Buen trabajo.

Camino unos pasos sin mirar a nadie en particular, dirigiéndome hacia uno de los rincones de la biblioteca, con una expresión vacía que impide saber qué es lo que estoy pensando. Cuando llego, me vuelvo hacia la sala, encarando al resto de miembros de la Sociedad. Aunque me pese, a pesar de nuestras diferencias, he de obligarme a mí mismo a recordar que todos somos miembros de pleno derecho.

En el Sanatorio de Upsala hemos hallado mucho más de lo que esperábamos. Hemos tenido no uno, sino dos… ¿Cómo los llamaría, señor Wergeland? —le pregunto al detective; mi voz ha recuperado por completo su templanza habitual—. Dos encuentros con lo sobrenatural. Uno antes de ver a la señora Elfeklint; el otro nada más abandonar su habitación.«Si es que a una celda como esa se le puede llamar habitación», pienso—. Mientras hablábamos con el doctor Niklas Frejd, el director de la institución, para que nos permitiese visitar a Elfeklint, se ha manifestado una presencia inmensa, que de hecho parecía la amalgama de innumerables entidades menores, y que por supuesto solo nosotros podíamos ver. O percibir —puntualizo, realizando un cabeceo hacia el señor Niles—. Dicho ser estaba sumido en un gran tormento, una enorme desolación, mas no se comportó en ningún modo de manera hostil. Es solo una teoría, pero viendo las condiciones del lugar, no me extrañaría que fuese la concentración de las almas de los pacientes que han muerto en tan terrible hospital.

No puedo reprimir un levísimo estremecimiento al recordar la abrumadora tristeza que emanaba de la criatura; tan pequeño es el temblor que solo resultaría perceptible para el más atento de los observadores.

A continuación, tuvimos la oportunidad de hablar con Linnea Elfeklint. Para nuestra sorpresa, tenía otra empresa que proponernos: nos dio a leer la carta de una amiga suya, llamada Olga u «Oggo», también una antigua miembro de la Sociedad quien, curiosamente, terminó tomando la senda de la brujería. —Al decir estas palabras miro inconscientemente a Lovisa, como si pensara que ese dato pudiera resultarle especialmente interesante—. Olga se encuentra en la aldea de Mölle, en el sur de Suecia. Ella y unos amigos suyos, presumiblemente dotados también de la Visión, están atrapados en el Mölle Seaside Hotel, retenidos por alguna clase de problema que han causado ellos mismos por accidente. A saber qué habrán traído a este mundo. La carta no tenía más detalles, aparte de asegurar que era un asunto delicado y peligroso. El caso es que Olga y sus compañeros necesitan la ayuda de la Sociedad. —Levanto el mentón, arqueando una ceja—. Ya lo ven. Después de tantos años, la Sociedad recibe dos encargos en un mismo día. —Ladeo ligeramente la boca, pensativo—. Linnea Elfeklint conoció al padre Uddgren de Fjällbacka. No deja de ser extraño, ya que, según Ebba, la Sociedad no tuvo actividades anteriores en esa zona. En cualquier caso, fue hace mucho tiempo, cuando Uddgren era presbítero.

Hago una pausa, dejando que quienes lo deseen tomen notas de todo lo que voy diciendo, y también dándome tiempo para reflexionar sobre lo siguiente que voy a relatar.

Al abandonar el cuarto de la señora Elfeklint, una… extraña oscuridad sanguinolenta engulló todo el pasillo. Unos ojos ardientes, como… felinos, nos miraron desde esa negrura. —Titubeo durante un brevísimo instante—. Al contrario que la que habíamos encontrado antes, esta fuerza sí era claramente maliciosa y hostil. Quería que nos marchásemos, y así nos los hizo saber de viva voz antes de desaparecer. —Mis manos se tensan, invisibles a mis espaldas—. Fuese lo que fuese, todos tuvimos la impresión de que era un ser de naturaleza indudablemente maligna, algo a lo que no estábamos preparados para enfrentarnos…

Ojos amarillos.

Pestañeo, apretando los párpados con fuerza. ¿Es posible? El súbito pensamiento me resulta tan turbador que, durante unos momentos, soy incapaz de hablar. Mi mirada busca la de Ebba. ¿Habrá pensado ella lo mismo que yo? Esta conmoción dura únicamente un instante, tras el cual reanudo mi informe:

Al salir del sanatorio, dejamos al señor Wergeland y al señor Niles en la biblioteca de la universidad; la hermana Agnetha y yo hemos ido a hacerle una visita al arzobispo Reuterdahl a la catedral. Según parece, pertenecer a la Sociedad abre muchas puertas. —Me permito una sonrisa sarcástica al recordar la ambivalente conversación con el pontífice—. El hombre se ha encargado de dejar bien claro que no confía en nosotros, llegando incluso a afirmar que nos tendrá vigilados. No le gustan nuestros métodos alejados de Dios. —Mi sonrisa adquiere un carácter hastiado—. Sin embargo, sor Agnetha y yo hemos conseguido convencerlo de que una alianza entre nosotros sería más conveniente. Resulta que tenía información acerca de Oscar Uddgren y de su mentor, el vicario Carl Hedqvist: ambos fueron discípulos del evangelista Henric Schartau, una vieja reliquia, cuya doctrina implacable y conservadora está asentándose cada vez más en nuestro país. Aseguró que la lealtad de Uddgren a su difunto maestro es absoluta y que llegará a donde haga falta para que se haga justicia. Por supuesto, el arzobispo Reuterdahl espera que a nuestro regreso de Fjällbacka lo informemos de lo que sea que averigüemos allí.

Hago una honda exhalación, dando por concluido mi relato de la tarde.

Ahora, como ya he hablado mucho, dejaré que sean los propios Niles y Wergeland quienes les hablen de sus pesquisas en la universidad.

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09/01/2021, 16:30
Alvar Egil Björklund

Suspirando, empiezo a responder en la lengua de signos, en silencio. Mis gestos son infinitamente más lentos y torpes que los de Ebba, pero tanto en ellos como en la expresión de mi rostro se puede advertir el peso que pongo en cada una de mis palabras.

«Hija mía, te quiero. Lo sabes bien —dicen con vehemencia mis movimientos—. No deseo tu obediencia por un mal entendido sentido de la autoridad. Tú y yo estamos más allá de eso. Pero no quiero que vuelva a pasar. No quiero que vuelva a pasar lo de tu madre».

Lo que le he dicho queda entre mi hija y yo.

Notas de juego

Esto es lo que te digo en lengua de signos.

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09/01/2021, 17:32
Storyteller

Unas pisadas rápidas y sonoras se escuchan. El suelo de madera del castillo cruje con cada golpe. Frisk abre la puerta de forma súbita y poderosa. Está agitado y su rostro palidece. Su respiración es similar a la de un corredor de fondo que acaba de recurrír sus sprint final para llegar a la meta y varias y diminutas gotitas de sudor recorren su frente. Jamás le habíais visto así.
!!Rápido, tienen que ver esto!!— La cortesía a los que están todos acostumbrados del señor Frisk, siempre correcto y con una palabra amable parece haber desaparecido y haber sido sustituida por premura y preocupación.
Un terrible sonido de alguna forma familiar para alguno de los presentes llena la sala, el jardín, el castillo por completo. Las pequeñas llamas de las velas se revuelven contra una misteriosa corriente de aire frío que envuelve el fuego de las diminutas fuentes de luz y las propulsa a una violenta danza de la que apenas tres o cuatro sobreviven antes de extinguirse dejando tras de sí un pequeño hilillo ascendente de humo negruzco.
La reacción de Geri no se hace esperar y comienza a gimotear y a esconderse bajo las piernas de su hermano, amo y protector Reidar. Los sollozos son descontrolados y terriblemente agudos.
El frío llena de nuevo el ambiente y una niebla espesa comienza a inundar la estancia.
Al mirar por la ventana podéis ver una enorme figura que avanza lenta y pesadamente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De nuevo un sonoro grito hosco y gutural, seco y doloroso para todo aquel que lo escucha vuelve a emerger de lo que sea esa criatura.
En un idioma extraño y ancestral pronuncia una serie de palabras. Palabras que a Castelferro le resultan familiares.

—!!!!Jeg er forløperen. Jeg er den eneste. Jeg er den jeg burde være. Våpnene mine må returneres. Min ære venter på meg på slagmarken. Min arv er historie. Av gudene lever jeg. For Valhalla dør jeg. Gi meg tilbake våpnene mine, eller led vrede!!!!—.

Notas de juego

Hacedme todos una tirada de Observación + Empatía

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09/01/2021, 18:55
Alvar Egil Björklund

De pronto, de manera totalmente inesperada, el señor Frisk irrumpe en la biblioteca con el rostro demudado por el espanto, requiriendo que lo acompañemos. Mientras caminamos apresuradamente por el castillo, siento cómo la temperatura empieza a descender de un modo antinatural, alcanzando un frío de ultratumba. Una brisa gélida apaga las velas a nuestro paso a pesar de que no hay ninguna ventana abierta. Hasta el pobre Geri parece consciente de la conmoción, prorrumpiendo en una letanía de gañidos aterrorizados: el animalillo está completamente aterrorizado. ¿Qué está sucediendo?

Al mirar por la ventana más próxima, que da al jardín del castillo, mis temores se confirman de la peor forma posible: la pavorosa y enorme figura de un muerto se alza sobre sus esqueléticos miembros, su silueta recortada contra un cielo preñado de nubes de tormenta. Está caminando con grandes y pesados pasos hacia nosotros, como si pudiera vernos a pesar de los gruesos muros que nos separan de él y de la oscuridad que lo rodea; aunque, ¿qué duda cabía de que una criatura de las tinieblas iba a poder vernos aun en mitad de la negrura?

¿Es que va a pasar todo hoy?

¿Eso es… noruego? —pregunto, a nadie en particular, sin estar muy seguro—. ¿Alguien entiende qué es lo que está diciendo? —Luego, me giro hacia el señor Frisk—. Frisk, atranque la puerta principal y asegúrese de que todos los accesos del castillo estén protegidos. —Y, dirigiéndome a los demás—: Si esa cosa continúa acercándose, preparémonos para defender nuestro hogar.

Hogar. Curiosa elección de palabras para referirme a este lugar que se cae a pedazos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hecho. Chicos, acordaos de poner la dificultad a 6 y darle a desglosar la tirada. También aconsejo que pongáis la tirada en oculto, siendo de tipo percepción y tal.

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09/01/2021, 19:36
Agnetha Löfgren

La tensión en la discusión entre padre e hija era latente. Por las palabras/gestos de ambos, así como algunos comentarios de secundarios, podía intuir qué había pasado... y aquellas intuiciones no hicieron sino provocar que mi ceño irremediablemente se frunciera más de lo habitual y que mi mano asiera con fuerza el crucifijo de mi rosario, quien sabe si inspirando con aquel gesto a las fantasías del señor Niles.

¿Habían mancillado el lugar en nuestra ausencia? ¿Habían empleado artes esotéricas y satánicas en un castillo que ya de por sí tenía tradición de llevar años siendo ritual de satanerías? ¡¿Se habían atrevido a semejante cosa en MI ausencia...?!

Sin embargo, lejos de poder sermonear a nadie, la irrupción del mayodormo hizo que todos centráramos en él la atención...

Tan rápida como mi hábito me permitía, fui hasta una ventana y eché un vistazo para ver con mis propios ojos aquello que había provocado semejante revuelo. Y sí, mi rostro pasó de un gesto de sorpresa ante aquella... cosa; a una dura, fría y, por supuesto, acusadora mueca que dirigí a todos aquellos de los presentes que se habían quedado en el castillo

—Esto es lo que pasa por hacer brujerías —exclamé—. ¡Satanás concede deseos, pero a la vez pasa factura...! Y esta es la factura por querer más conocimiento del que el Señor cree debemos saber...

Tras aquella acusación, y sin perder ni un segundo más, fui hasta la chimenea más cercana, y llevé mi mano al mango del atizador de lumbre. Si aquella cosa se atrevía a poner un pie en el castillo, estaba preparada para defenderlo con la ira de Dios si hiciera falta.

Después de todo, el Señor estaba conmigo... ningún demonio podría entrar mientras eso fuera así...

- Tiradas (1)
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09/01/2021, 23:49
Øystein Wergeland

El detective asistió al incipiente conflicto familiar con un aire distraído, aunque prestó más atención cuando el altercado, en principio íntimo, se convirtió en las delicias de Monsieur Castelferro, quien no sólo se regodeaba en la situación sino que dirigía un guiño descarado hacia la hija del coronel. La ironía de la situación le llevó a adoptar una media sonrisa sardónica. Y es que en aquella biblioteca se encontraban, a un mismo tiempo, la última persona en darse cuenta que su niña era ya una mujer adulta y plena, y la primera persona en notar exactamente lo mismo. El carácter de hombres díscolos como el ocultista era harto predecible para el detective, o eso se figuraba.

Asintió en repetidas oportunidades, toda vez que el coronel pedía su opinión sobre lo acaecido en el peculiar asilo donde la señora Elfeklint había decidido internarse voluntariamente. Leyó detenidamente la nota que le dió Ebba, con esa mueca de incomodidad en el rostro que todo hombre muestra al verse testigo de algo en lo que no se quiere tomar partido. Cuando Alvar Björklund dió por fin la palabra a Wergeland este carraspeó, pero el señor Frisk y su precipitada entrada interrumpieron prematuramente su informe de escasos resultados.

Frío. Una niebla como de bruma, húmeda, son los heraldos de la extraña figura que avanza pronunciando un discurso gutural, en un idioma extrañamente familiar para el detective.

—Es... noruego, pero muy antiguo —confirmó, meneando la cabeza— O un dialecto que no entiendo —admitió ante la pregunta del coronel, buscando con la mirada signos de comprensión en el resto de los integrantes de la Sociedad.

—Niles, si esta criatura infame se acerca al castillo, asegúrate de enseñarle algo de hospitalidad inglesa —dijo sacando su revólver ya cargado del bolsillo y poniendo la culata en la mano del invidente.

Sor Löfgren fue la primera en reaccionar, brindando uno de sus acostumbrados exabruptos que el detective aprendía a disfrutar con cada día de convivencia.

Monsieur Castelferro, Lady Lovisa —dijo con los brazos cruzados detrás de la espalda, sin dejar de mirar por la ventana— Parece que es hora de demostrar la efectividad de vuestro concienzudo exámen a la armería del castillo.

- Tiradas (1)
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10/01/2021, 00:57
Ebba Björklund

Los gestos pausados pero asertivos del coronel quedaron muy claros para la joven a medida que este los iba formando. Enseguida entendió por qué su padre no había utilizado las palabras. Cerró los ojos varios segundos, más de lo necesario para un parpadeo, por miedo a abrirlos y que las lágrimas afloraran, prófugas de sus cristalinas prisiones. Lo consiguió, por el momento. Cuando los volvió a abrir, la expresión de su rostro se había ablandado por completo, reflejando la pena que sentía por dentro por haberle hecho padecer aquellos sentimientos y haberle provocado tan funestas sensaciones, pero no dijo nada. Sus ojos vidriosos y su garganta tragando saliva con dificultad hablaban por sí solos. Cuando acabó, asintió, despacio. «No volverás a sentirte así. Te lo prometo» aseguró para sus adentros, sin mover las manos un solo ápice, sin dejar de mirarlo con aquel intenso turquesa. Inmóvil. Hierática. Cuando su padre se dio la vuelta, sintió el impulso de correr a abrazarlo, pero se contuvo, dejándole su espacio, cerrando el puño fuertemente.

Entonces él se volvió hacia todos y Ebba pudo ver claramente a través de las ventanas de sus ojos profundamente marinos cómo los engranajes perfectamente engrasados de su cabeza compartimentaban los sucesos y almacenaban diferencialmente lo sucedido, para pasar a relatar sus propias vivencias, cosas que ellos también necesitaban saber. Sonrió con ternura, Alvar Björklund, siempre haciendo gala de su increíble autocontrol, practicidad y mesura. No obstante, a medida que escuchaba, las palabras de su padre comenzaron a cobrar intensidad y sus implicaciones intrínsecas, a germinar un temor creciente en la muchacha, cuya sonrisa desapareció de pronto para ser sustituida por el entrecejo fruncido y los ojos muy abiertos, de nuevo clavados en el coronel. 

Ojos ardientes...

Sin poder hacer nada para evitarlo, aquellas dos palabras llevaron a su mente imágenes y recuerdos, nombres... Se percató de la mirada de Alvar, que trataba de localizar la de ella en busca de algo, un temor, un atisbo, una confirmación de sus perturbaciones y temores. Una confirmación que encontró claramente. Para su padre, aquel interludio duró apenas un segundo, pero ella ya no escuchó nada más. Por su cabeza pasaron visiones de un par de ojos amarillos, su sobrino, su madre... reminiscencias del día en que todo cambió. El día tras el cual ya no existía posibilidad alguna de volver atrás. 

Y de pronto, Frisk entró cual ventisca invernal en la biblioteca y les anunció un nuevo peligro... aquello de lo que Sin Raíces no había sido aún capaz de hablar, a juzgar por la reacción de Geri. La repentina entrada del mayordomo barrió por completo los pensamientos de Ebba, sacándola de su profundo ahogamiento en el pasado de un tirón que la dejó sin aliento por unos instantes. Sin embargo, enseguida siguió a su padre hasta la ventana y contempló aquello que se erigía frente a ella, con una mezcla de pavor y, aunque nunca lo reconocería en voz alta, curiosidad, pugnando por ganar la batalla en su interior. Entonces escuchó las palabras de aquel ser, reconoció la frase y sus ojos se abrieron por completo. 

Haciendo caso omiso de las palabras de Agnetha, un rápido y único gesto de sus manos en dirección a Lovisa: «Armas» precedió a un amago de carrera hacia el baúl que lady Swedenborg había estado inspeccionando. Sin embargo, se detuvo en el último momento, sin intención de cometer el mismo error dos veces, y se volvió hacia su padre, gesticulando frenéticamente: «Quiere que se le devuelvan sus armas. A lo mejor eso lo calma y descansa en paz». Tras aquella sucinta explicación, agarró de la muñeca a su amiga y comenzó a correr en dirección al baúl, confiando en que su padre y los demás podrían encargarse de las defensas del hogar, cosa en la que, por otro lado, tampoco tenía muy claro qué podía hacer ella exactamente.

Estaba dispuesta a acabar con aquella amenaza sin que nadie tuviera que arriesgarse a combatirlo. Mucho menos su padre. Si conseguían averiguar qué armas quería aquel ser, quizás, solo quizás, podría ofrecérselas y tratar de ayudarlo a descansar en paz... 

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Notas de juego

Te me has adelantado, detective, pero creo que sigue cuadrando mi post... XD

¡Hale! Buenas noches a todos^^.

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10/01/2021, 03:28
Leopoldo Ludovico Castelferro

Castelferro mantuvo su sonrisa mientras aquel payo calvo con ínfulas le insultaba. Era el problema de los individuos acostumbrados a dar órdenes, que cuando ya no podían mandar ni sobre su miembro viril se dedicaban a tiranizar a todo aquel que le rodeaba. Lo había visto infinidad de veces, era su último recurso. Aquel militar amargado tenía tanta utilidad en aquella sociedad como el mayordomo ciego del guindilla. Lo sentía por su hija Ebba, toda dulzura y comprensión. Y por respeto a ella decidió mantener la boca cerrada y las manos quietas...

De repente todo comenzó de nuevo, pero esta vez tenía pinta de haber escalado un paso más. Ante ellos se había producido una manifestación física del vaesen que antes había hablado a través de la escritura de la joven Björklund. No la típica informidad ectoplasmática tan común en sus casos más habituales, sino un maldito muerto caminando. El grito le había helado la sangre en las venas y sus palabras sonaban ahora terroríficas.

Soy el precursor. Soy el único. Soy el que debe ser —comenzó a traducir el ocultista—. Mis armas deben ser devueltas. Mi honor me espera en el campo de batalla. Mi legado es la historia. Por los dioses vivo. Por Valhalla muero. Devolvedme mis armas o sufrid mi ira... se giró hacia Lady Lovisa. ¡El escudo! El escudo dorado era la única pieza de la panoplia que no parecía herrumbrosa...

- Tiradas (1)
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10/01/2021, 15:43
Edwin James Niles

Niles se lo estaba pasando en grande. Con énfasis en el pretérito imperfecto: estaba.

Malditos vikingos... Ya no tenían suficiente con intentar invadir el Capitolio. ¡Ahora también querían asaltar Gyllencrutz!

Antes de que el draugr apareciese murmurando en vikingo por el jardín -clara señal de la incompetencia de Frissssk, que no se encargaba ni por asomo de las alimañas-, el mayordomo de la sociedad -¡EL ÚNICO Y SIN IGUAL!- asistía entusiasmado a la réplica del Coronel. Cada palabra, cada frase pronunciada con fría vehemencia por el veterano militar, resonaba en sus tímpanos como un sonoro puñetazo en la boca del estómago de Castelferro o como un bofetón a mano abierta contra el rostro de la asilvestrada Lovisa -¡Esa de Lady tenía lo que Niles de catedrático!-. Una verdadera lástima que el protocolo británico que llevaba grabado a fuego en su ADN le impidiese reaccionar como su interior le exigía ante la excepcional réplica del Coronel, que no era de otra forma que aplaudiendo con vivacidad.

Fue el maldito Frissssk una vez más el que le arruinó la diversión al bueno de Niles.

En Capítulos anteriores...

@Señorito Wergeland: —Niles, si esta criatura infame se acerca al castillo, asegúrate de enseñarle algo de hospitalidad inglesa —dijo sacando su revólver ya cargado del bolsillo y poniendo la culata en la mano del invidente.

Niles, aparecido como por arte de magia junto a su amo, tomó el revólver como haría un auténtico gunslinger. Amartilló el arma con el rictus de un auténtico profesional y frunciendo los labios se atusó su fino bigotito.

-Le cubro las espaldas, amo. Indíqueme por dónde se aproxima el enemigo llegado el caso. Les enseñaré cómo combate un hijo de la Gran Bretaña-.

Resultaba que el espigado criado de Oystein Wergeland no era un mayordomo. O mejor dicho, no solo un mayordomo...

También era una plataforma de artillería.

@Castelferro: —Soy el precursor. Soy el único. Soy el que debe ser —comenzó a traducir el ocultista—. Mis armas deben ser devueltas. Mi honor me espera en el campo de batalla. Mi legado es la historia. Por los dioses vivo. Por Valhalla muero. Devolvedme mis armas o sufrid mi ira...

Niles esbozó una sonrisa altiva, ladeó la cabeza y musitó algo al oído de su joven señor.

-Cien libras a que se lo ha inventado...-.

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10/01/2021, 16:16
Edwin James Niles
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

¿Solo hay un vikingo en el jardín?

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10/01/2021, 19:22
Storyteller

Parece ser que solamente hay uno, si

Notas de juego

Ese guiño al Capitolio jajajaja

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10/01/2021, 21:51
Reidar Rotløs
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Notas de juego

Fuck, se me olvido lo de poner en oculto y de desglosar la tirada... Te la dejo aquí, y ya me dirás si prefieres que tire de nuevo. Ya voy a poner post.

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10/01/2021, 22:20
Director

Notas de juego

Nada, así en privado me vale perfectamente.

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10/01/2021, 22:28
Reidar Rotløs

La nueva ropa se sentía incómoda sobre su piel, y aunque ahora Reidar estaba seco, entrando en calor luego de lo ocurrido en el exterior, no dejaba de pasar de forma distraída sus manos sobre las mangas de la camisa cuando no estaba ocupado en intentar organizar aquel espacio que, estaba seguro, sería uno de los que más utilizarían mientras estuvieran en aquel lugar. El impacto de lo que había pasado, ese momento de pánico en el que no podía encontrar a Geri, seguía fresco en su mente. Mantenerse activo le permitía alejar los pensamientos negativos, terribles, de lo que habría pasado de haberlo perdido.

Sus ojos estaban fijos en la llama de una de las velas que acababa de encender, hipnotizado por el movimiento y el calor que de ella emanaba, cuando la situación dentro de la biblioteca se hizo de pronto tensa. El vagabundo miró a los recién llegados, y escuchó la pregunta que su amigo Øystein le realizaba. No tuvo tiempo de contestar, pues el padre de la dulce Ebba se mostraba colérico, y las palabras de muchos de los presentes no estaban mejorando la situación. Los ojos de Reidar pasaban por los rostros de los que iban hablando, y fijándose en las manos de Ebba y su padre. Se mantenía aún así desapercibido, una sombra más en aquella biblioteca, espectador de una conversación donde nada pintaba él en ese momento.

Pero incluso de haber deseado intervenir, el sonido del exterior puso todos los vellos en punta, más aún al escuchar los lloriqueos de Geri. Aquel era el ser que había aterrado a su compañero. El vagabundo se colocó ante el cachorro en gesto protector, buscando cualquier objeto que pudiera usar como arma en caso que fuera necesario. Aún cuando parecía haber armas a terraplén, optó más por tomar un atizador de la chimenea.

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11/01/2021, 17:39
Lady Lovisa Swedenborg

Algunas palabras del coronel logran hacer mella en la joven por más que ella pretenda esconderlo bajo un manto de indignación, en especial aquellas relacionadas con un desenlace desafortunado de los acontecimientos… Querría haber dicho que la muerte era algo a lo que todo mortal debe enfrentarse, un hecho inherente al ser humano tanto como el respirar lo era a la vida misma. Y sin embargo, y sin embargo… No quería enfrentarse con el pensamiento de que a Ebba pudiera ocurrirle algo bajo su tutela. Tampoco al hecho de que pudiera tener hijos algún día y les pasara algo, a pesar de lo común que era que ese escenario pudiera suceder.

-Dice que está sana y salva, que todo ha ido bien, pero, ¿y si no hubiese sido así? Estaríamos todos llorando. Y yo ni siquiera habría podido verlo.

Desde su lugar lo miró con una expresión indescifrable en el rostro, no obstante era posible identificar rastros de un intenso y a la vez suave dolor, como el bálsamo que arde al ser aplicado o la vieja herida que sangra y punza para recordarnos, por si acaso pensábamos que ya había desaparecido, que aún seguía ahí.

No comprendía la ansiedad de controlarlo todo, pero al mismo tiempo sí que lo hacía. Pensó si acaso hubiera tenido un hijo con Baldur sino hubiera hecho todo lo posible por protegerlo. Suspiró largamente.

Se dijo que quizás debía pensar siempre cuáles batallas eran importantes, cuál era su guerra y quiénes sus enemigos. El coronel no lo era, nadie de esa habitación a decir verdad. Se dio cuenta de que Alvar Björklund tenía razón: no lo conocía en absoluto, solo era una figura en su mente hecha de suposiciones y recuerdos viejos. Pero ella también lo era a los ojos de todos: no era una viuda, a pesar de que se sentía como tal y duelaba como tal un matrimonio que nunca se había concretado y un amor que había sido lo más real y feliz hasta ese momento en su vida; pero para muchos no era más que una muchacha de alta cuna caprichosa, pues nadie de la sociedad de Upsala se había molestado en preguntarle en la cara nada sobre lo que le había ocurrido, no: siempre eran mejor los chismes, la realidad no era tan colorida y era dolorosa. Todas suposiciones, todas las personas, las máscaras.

Iba a replicar, aunque no sabía bien todavía qué decir, cuando Ebba tomó la palabra: bien por ella, tenía que aprender a defender sus ideas y puntos de vista. Observó el ir y venir con curiosidad, luego escuchó atentamente el relato de los escalofriantes encuentros en el hospital y se revolvió en el lugar suavemente, presa de un escalofrío.

Dirigió la mirada a el dúo dinámico para escuchar sobre lo que habían investigado en la Universidad cuando Frisk los interrumpió abruptamente y con él resonó el grito ultraterreno por todo el lugar. Lady Lovisa accionada por un resorte fue hacia la ventana más próxima a asomarse para sopesar la estrategia y a su objetivo.

Se dio vuelta y le dio una mirada asesina a la monja -Le ruego tenga a bien no distraernos con sermoneos ahora, sea de ayuda.

Entonces se acercó Ebba y le expuso su pensamiento: -¡Sí! ¡Quiere sus armas, pienso igual! -asintió con vehemencia, era la idea que había tenido en mente desde que había abierto los arcones para fisgonear. Tomó el escudo al escuchar a Castelferro, era el que había descifrado el mensaje del ser antes, ese guerrero que ahora estaba a medio corporizar -Está repitiendo su anterior mensaje -corroboró lo dicho por el ocultista -Viene a por lo que es suyo.

-Yo se lo daré -declamó segura de sí misma y tomó una de las dagas del arcón, el hacha mellada y el escudo, los ojos le brillaron -Señor Wergeland, señor Niles, cúbranme si son tan amables. Señor Castelferro, lo necesito de intérprete.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Había olvidado la tirada U_Uu

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11/01/2021, 17:47
Lady Lovisa Swedenborg
Sólo para el director

Notas de juego

Dire, Lovisa estaba aprendiendo el lenguaje de señas, ¿Te dejo alguna tirada para comprender lo que se dicen el coronel y Ebba?

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11/01/2021, 20:44
Storyteller

Notas de juego

Como te es familiar puedes haber entendido más o menos por encima el motivo de la conversación entre Ebba y Alvar aunque se te haya escpado alguna palabra