Partida Rol por web

El ángel, aún pareciendo ajeno a vosotros, se muestra cada vez más nervioso, como si se percatase de algo. Tira de los grilletes metálicos pero le es imposible escapar. De repente, agita las alas e intenta volar pero de nuevo, es frenado por las cadenas. Intenta también volar hacia abajo, como intentando atravesar el suelo, lo cual hace sin problemas, como si las rocas de alrededor no fueran más que un holograma para él, pero las cadenas, que actúan como nexo de unión entre el mundo físico y el ángel, le impide huir.

El walkie ya no emite ninguna comunicación.

Parpadeo, incapaz de creer lo que están viendo mis ojos. Aquel ángel es capaz de atravesar el suelo cuando trata de volar hacia abajo, aunque las cadenas se lo impiden.

-Señor Ohrin, ¿ha visto eso? -le pregunto a mi compañero, con los ojos como platos ante lo que acabábamos de presenciar-. Esta criatura no está atada por las leyes de la física de nuestro mundo. ¿Cree que podría haber alguna forma de romper sus cadenas?

mientras un aroma de humo se vuelve intenso.

¿Qué es eso dr. Romij?  ¿Parte de la ceremonia?  Trató de liberarse de ataduras y tapaduras de ojos. 

Ojalá Alma Mater venga a hacer una "extracción" de emergencia pronto.

Al escuchar los sonidos producidos por nuestros captores, lo tuve claro.

-La puerta que no pudimos abrir la última vez que estuvimos aquí es por la que entran y salen. Encienden y apagan las hogueras que hay en la sala de una manera determinada para abrir o cerrar la puerta. Si conseguimos desatarnos quizás seamos capaces de escapar por ahí.

Miré el agujero por donde había salido la mujer con la ametralladora y tragué saliva.

-Salir por el agujero no es una opción.

Me concentré en las ataduras de las manos, comprobando cómo de bien hecho estaba el nudo y tratando de deshacerlo. Mientras tanto, me fijé en mis alrededores, quizás con una roca lo suficientemente afilada podríamos cortar las cuerdas...

Lo siento Dr. Romij.  Yo no tengo la energía para zafarme y escapar.  Tendré que esperar a que llegue la caballería de Doña Alma Mater.   

Pero cuenta con lo que yo pueda hacer para ayudarle.  -Sharada se sentía apabullada.

Con el corazón a mil por hora, empiezo a recorrer con la mirada la sala en busca de una piedra lo suficientemente afilada como para intentar cortar las cuerdas. Para mi alivio, a escasos metros de mí se encontraba un peñasco afilado el cual podía valer. De forma sigilosa, y sin perder de vista la entrada por la que había salido aquella mujer, me acerqué a la roca, me agaché y la cogí con mis manos atadas. Levantarme fue un suplicio, y estuve a punto de gritar por el dolor de tobillo que acompañó al movimiento, pero de alguna manera pude sobreponerme. Con mi nueva herramienta, me acerqué a Sharada y me volví a sentar a su lado. 

-Espero que no me haya escuchado -le susurré-. Quizás tarde un poco, pero creo que puedo cortar mis cuerdas con esta piedra. Ahora tenemos que averiguar cómo salir de aquí sin que nos detecten...

Miré mi alrededor, intentando ver dónde habían dejado nuestras mochilas y en qué estado se encontraban ahora las hogueras de los laterales de la sala. Ahora teníamos más pistas para abrir la puerta, quizás tuviéramos una oportunidad...

Arcam, por la puerta y nuestras mochilas no podremos ir.  ¿Por el otro lado?  Quizá nos encontremos a Nox y Threkor, o a los otros locales.  ¿Lo intentamos?

-Señor Ohrin, no podemos salir de esta sala -le dije a mi compañero, recordándole la entrada de la estancia se había cerrado cuando habíamos entrado en aquel habitáculo-. Y tampoco creo que podamos permanecer aquí eternamente sin quedarnos sin oxígeno. Tenemos que buscar una forma de salir de este lugar. ¿Y si intentamos desenganchar las cadenas para que el ángel pueda escapar?

Había estado demasiado tiempo observando a la criatura sin poder decir ni palabra. Nathaniel me sacó de mis pensamientos sobre ella.

¿Eh? Ah, sí. ¿Le parece buena idea dejar libre a esta criatura? ¿Está seguro que podemos fiarnos de que no nos destruirá?

Era reacio a dejar libre por el mundo a algo así, aunque también podría irse y dejarnos en paz.

Si está seguro, le ayudo

Os acercáis al ángel, que os mira con confianza. De alguna manera desconocida, parece conocer vuestras intenciones, como si viera más allá de donde vosotros podéis ver. Vuestra propia naturaleza.

Ya cerca de él, observáis que sus grilletes no son en realidad metálicos, sino de una roca mineral. Se asemeja al cuarzo ahumado, un mineral frágil por sí mismo, pero que quizá tenga un extraño efecto en seres como el ángel. Con ayuda de una roca del suelo, pulverizáis los grilletes al mismo tiempo que un sonido metálico al fondo de la sala, similar a un portón que se abre, rompre la paz del lugar. Un grupo de varios tipos con túnicas rojas irrumpe en la sala armados con ametralladoras apuntando a los dos exploradores. Gritan palabras en un extraño idioma del que no se entiende nada, pero el griterío se corta cuando descubren que las cadenas que inmovilizaban al ángel se han roto. Sus rostros reflejan horror. Algunos sueltan el arma y salen corriendo por donde han venido, otros disparan infinidad de balas contra el ser, pero nada de ello le produce el más mínimo efecto. Una impresionante llamarada que sale del cuerpo del ángel llena la cueva de sombras y luces desintegra a todos esos asaltantes sin piedad. Después de esta impactante escena, el ángel se eleva unos metros del suelo y gira su cuello para observaros unos segundos antes de salir volando hacia arriba atravesando la roca del techo.

Un temblor sacude el lugar y algunas estalactitas comienzan a caer.

Un temblor comienza a notarse en el lugar. Algunos hilillos de polvo caen de las grietas del techo.

El ángel se elevó majestuosamente sobre nosotros, atravesando el techo de roca. Eso provocó que cietnos de cascotes cayeran del cielo sobre nosotros poniéndonos en peligro de aplastamiento.

Rápido señor Nox, vayamos hacia la puerta. Tenemos que salir de aquí.

Me dirigí por la puerta por donde habían aparecido los acólitos y después habían salido huyendo del ataque del ángel. Aquello tenía que ser obligatoriamente la vía de salida de aquellos túneles. Pero debía andar igualmente con cuidado. Quizás el líder o responsable de los túnicas rojas aún estuviera dentro.