Partida Rol por web

Al ver a Natasha, Erika agita la mano de la piruleta en el aire y corre hasta ella arrastrando la mochila rosa por el suelo.

¡Hola Nat! Íbamos a hacer los deberes, ¿vienes y los hacemos juntos? Sigue mirando a la morena con la misma admiración de siempre, con ojos brillantes de la emoción.

Miró a ambos, parecía algo consternada... finalmente cogió sus cosas, las cuales metió dentro de su mochila con cuidado y se levantó.

Ehm... - se queda pensando brevemente y mira alrededor - Os... os acompañaré a la biblioteca, pero no tengo intención de hacer los deberes. Las mates no son lo mío.

Hombre... Erika podiamos hacer otra cosa no va a estar Nat aburrida mirando como hacemos los deberes.
Se lleva una vez mas la mano a su melena y dedica a las chicas su mejor sonrisa. Ademas ahora mismo yo tampoco tengo muchas ganas.

Sonríe a Scott y niega con la cabeza.

Tranquilo, yo tengo cosas que hacer en la biblitoeca... me gustaría mirar libros de arte y de jardinería, no os preocupéis por mí.

Erika mira a Scott y sacándose la piruleta de la boca, le enseña la lengua, de un gracioso color rojo por el dulce que tenía en la boca.

¿Ves? Nat me entiende.

De un par de saltitos se coloca al lado de la morena, en marcha para dirigirse a la biblioteca siguiendo sus pasos.

Scott se encoge de hombros resignado y remata con un gran suspiro.

En fin,pues vamos a la biblioteca,tarde o temprano tendria que hacer el dichoso ejercicio. Pero... Vuelve a sonreir a la rubia. Si no me sale me echas una mano.

Erika mira a Scott y gira la cara, ofendida... aunque luego lo mira de reojo.

Quiero chuches. A cambio. Dice entre abriendo un ojo y aún con el ceño fruncido.

Con la mochila colgada en la espalda, Natasha se coloca al lado de Erika... totalmente en su mundo. Pensando. Y entrando ya dentro del edificio para dirigirse a la biblioteca.

Natasha sale al jardín... esta vez no se sienta en el primer lugar que encuentra, no, sino que se va a investigar por allí. Mientras va pensando y tarareando alguna canción.

Un ruido te alerta de que hay alguien que ha tenido la misma idea que tú, y pasea por el jardín. Aunque esa persona no tararée ninguna canción, escuchas sus pasos entre unos rosales blancos.

Natasha se dirige hacia allí con calma, tranquila... espera ver quién es... y probablemente seguir su camino. Pero es extraño, todos estaban en el comedor... y los nocturnos estaban en clase, en teoría.

Sabía que eras tú.

Dice sin darse la vuelta, pues sigue de cara a los rosales con unos guantes y unas tijeras de podar en la mano.

¿Cómo ha ido el primer día de clase?

Nota como sus mejillas se sonrojan levemente... hasta coger un color algo más rojizo.

Mierda. No debería ponerme roja.

Mira hacia otra dirección... aunque quiere irse y seguir su camino... no puede, y sus piernas siguen allí, paralizadas, con los pies clavados en el suelo. Aquellas botas a las que estaba tan acostumbrada ahora le pesaban horriblemente.

¿Cómo es que arreglas los rosales de noche? - pregunta sin más, evitando mirarlo - Las clases han ido bien. Gracias.

Por la mañana no he ido y por la tarde... casi que tampoco.

Puedes intuir como esboza una sonrisa, aunque con la oscuridad que hay en el jardín, tan solo rota por algunos farolillos en el suelo y la luz de la luna, no llegas a verle el rostro.

He estado... liado. Responde, cortando una ramita más del rosal y quitándose los guantes mientras se da la vuelta para mirarte. Da un par de pasos hacia tí y se queda a un paso de distancia. Ahora sí... su mirada vuelve a ser la cariñosa y dulce que sólo tú conoces. Aunque su sonrisa se mantiene impersonal.

He hablado con Jessica. Tu profesora, por si no lo recuerdas... Murmura sin dejar de sonreir de ese modo tan distante.

Pues no. No se acordaba de que su profesora se llamaba Jessica... pero eso tampoco le importaba demasiado. Sigue mirando hacia otra dirección... incluso se encoge levemente al sentir que quizás le echaría la bronca por no haber ido por la mañana a clase... no se imaginaba que la profe se pudiera haber fijado que pasaba de todo por la tarde, aunque de hecho era lo más probable.

Ya... ¿y? - pregunta con la garganta algo seca y algo temblorosa.

Le era difícil mirarlo... después de lo que había pasado entre ellos y... con Carl... y sin embargo no quería que la riñiera... no quería que se fuera y que la dejara sola, quería que la abrazara y que le acariciara el pelo como había hecho no hacía ni 24 horas, pero... si dejaba que lo hiciera... Natasha no sabía hasta donde podía llegar Carl.

No parece enfadado... al menos no lo aparenta. Esa sonrisa enigmática e impersonal sigue en sus labios y su mirada continua igual que antes.

Deberías intentar aprovechar las horas de clase. Sólo eso.

Murmura sin más, refrenando el impulso de alargar la mano para acariciar tu mejilla... o quizá no.

Levanta el brazo y acerca la yema de los dedos a tu rostro... pero en el último momento se queda pendiente, en el aire, quieta... hasta terminar de nuevo en el bolsillo del pantalón del director.

Echa a caminar y cuando pasa por tu lado, sólo dice unas palabras más.

Nos veremos... Antes de perderse por las puertas que dan al hall.

Entonces sí, cuando está apunto de tocarla levanta la cabeza para mirarlo... con aquellos ojos grandes y rojizos, quería que lo hiciera y no quería que lo hiciera no sabía qué pensar... pero si quería que lo hiciera... ¿por qué entonces buscaba la solución a la muerte de Carl...? ¿Qué es lo que sentía en realidad?

Observó como se alejaba... sus piernas hicieron el impulso de perseguirlo, pero... no. Allí se quedaron. Volvió a mirar el suelo... y sus piernas ahora sí se movieron, pero para ir hacia la otra dirección, hacia dónde se dirigía antes de encontrar al director.

Hasta que llegó al muro con la valla, lo observó, era altísimo... y el impulso de salir de allí se hizo aun más grande. Pero tampoco quería romperse una pierna, o la cabeza, aunque esto la obligaría a quedarse en reposo y no ir más a clase... suspiró y se apoyó al muro de espaldas para dejarse caer hasta al suelo, se quitó la mochila de la espalda y... sacó el móvil que raras veces llevaba del bolsillo pequeño.

Lo encendió y buscó un número en la agenda...

"Mamá"

Se lo puso en la oreja, y espero impaciente que lo cogiera.

El teléfono suena varias veces hasta que al final escuchas la voz de tu madre.

¡Hija! ¿Cómo estás? Parecía sorprendida de que hubieras llamado... pero a la vez se alegraba de que lo hubieras hecho.

El corazón de Natasha se acelera, no pensaba que jamás tuviera tantas ganas de escuchar una voz conocida... y mucho menos la de su madre. ¿Estaría su padre por allí...? Si le había cogido el teléfono apostaba cincuenta euros a que no...

Mamá... - consiguió decir al mismo tiempo que el llano luchaba para salir al exterior, se plegó, y apoyó la cabeza en sus rodillas - Sácame de aquí... por favor...

Se escuchan pasos y una puerta cerrándose. Cuando vuelve a hablar, la voz de tu madre suena con un eco de fondo. Se ha encerrado en el cuarto de baño.

¿Te tratan mal? Su voz suena preocupada después de todo... ella era tu madre y quería lo mejor para tí.