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 VENGANZA DE ULTRATUMBA

Hoy hacen diez años del ahorcamiento de Jarbin Mord, por el asesinato de su joven esposa y su hijo de séis años de edad. Jarbin Mord vivía con su familia y trabajaba como verdugo en la casa de justicia del antes lujoso distrito del Acantilado de Beldrin, un cúmulo de casas y negocios de lujo situados en un inmenso acantilado en un extremo de Absalom: la ciudad en el centro del mundo.

Ahora, diez años después, el Acantilado de Beldrin es un distrito fantasma, sin un habitante censado. El mayor causante del desalojo fue el derrumbe de parte del acantilado, que se llevó consigo una pequeña parte de las calles del distrito. Los habitantes del Acantilado de Beldrin huyeron pocas semanas después por miedo a un posible derrumbe del resto del distrito, que al final, diez años, no se ha producido. En medio de este revuelo, se produjo el juicio y posterior ahorcamiento de Mord.

Ahora estáis todos aquí, algunos conocidos, otros desconocidos, delante de la casa de justicia que fue testigo de todos los hechos, desde los crímenes hasta el juicio y ajusticiamiento de Mord. En total estáis casi una docena de personas de diversa raza y edad, todos mirando la ruina de la casa de justicia, desvencijada, podrida, con las ventanas tapiadas de mala manera, como el sucio vendaje sobre el ojo de un moribundo. De la casa emanan crujidos de madera que produce el viento que viene del mar, o eso os gusta pensar.

En ese momento... os sentís todos un poco mareados... y tenéis una visión.

 Ves una sala de un jurado. Hay público, que pide embravecido la cabeza del acusado, que eres tu. Entonces, después de poner orden en la sala, el juez se levanta y dice:

-Jarbin Mord, te condeno por los crímenes contra tu mujer y tu hijo a morir en la soga que tantas veces has tensado para otros. Que el Dios al que veneres se apiade de tu alma... porque yo no podría. -termina con cara de odio profundo hacia tí.

 Ves un pasillo largo y oscuro y un guerrero de espaldas a ti, agazapado sobre algo o alguien, balbuceando lo siguiente:

-Enséñame el camino, Sashrala. Te quiero... siempre te he querido... muéstrame el camino para salir de aquí... muéstramelo con tu magia, Sashrala. -después se escucha un sonido asqueroso y chapoteante- Gracias, Sashrala... te quiero... -y el hombre termina entre carcajadas espasmódicas y llanto desconsolado.

Entonces se gira y ves como lleva en la mano la cabeza de una bella elfa, cuya mirada llena de espanto parece no comprender porqué le está pasando esto.

 Se escucha  un crujido de vertebras y un crujir de madera. Entonces abres los ojos y ves que el colgado eres tu, tus pies flotando en el aire y moviéndose espasmódicamente devido a la muerte del cuerpo por estrangulamiento. La multitud de la sala, junto con las miradas del jurado, gritan pidiendo tu muerte. Pero poco a poco, tu solo escuchas el terrible sonido del aire intentando llegar a tus pulmones a travesando tu destrozada garganta.

 Despertáis de vuestra pesadilla sentados en una silla de jurado, en la sala de  justicia del tribunal. No sabéis como habéis entrado aquí, o quién os ha sentado ahí, pero parece que habéis sido arrastrados desde fuera. Todos y cada uno de los que estaban fuera mirando la casa están sentados en una de las sillas del jurado, pero no están despiertos aún.

Bastante agitado y con la violencia a flor de piel despierto casi cayendo de la silla.

- Qué mierda es esto? - gruño mirando hacia los lados, observando al resto del grupo - Qué estoy haciendo aquí? Qué está pasando?

De un salto me levanto para mirar a los demás. Cabreado a más no poder empuño mi hacha amenazador.

- Alguien tiene que darme explicaciones!

- Cuida tus palabras, estimado barbaro...- Comienza a relatar Dalanna con una pausada y suave voz con la intencion de calmar a los despiertos

- Hemos sido objeto de algun sortilegio o eco del pasado que ha hecho que nos devanezcamos  y nos invadiera el sueño-  Continua, levantandose de su asiento e inspeccionando a los presentes que todavia duermen. - Aunque bien es cierto que tambien me pregunto que ha sucedido.-

 Dalanna comienza a  observar detenidamente a los integrantes del "teatral " juicio, deteniendose en cuanto  nota algo extraño.

- Que cuide mis palabras una mierda elfa! - le espeto a la druida - Qué puta es eso de un sortilegio? No me vengas a joder que un sortilegio me dejó sentado en una silla! Además, creía que ustedes no se dormían tan fácilmente.

Giro a mi alrededor buscando alguien con pintas sospechosas para descargarme.

La habitación en la que estáis es donde se celebraban los juicios. Es una sala rectangular de diez por casi veinte. en vuestro extremo es donde se sentaba el jurado. A vuestra derecha se situaban los escenarios donde se sentaba el acusado y el juez. ala izquierda, y hasta el fondo, había varios bancos donde se sentaba la multitud. Hay una puerta doble en la pared oeste y otra más pequeña en la pared norte.

Todo está lleno de telarañas e inmundicia allá donde miráis. Sin embargo, lo que más llama la atención son dos cosas: en el techo hay un mural en el que se ve a la diosa Iomedae, en su plateada armadura, luchando contra los tres dioses del mal Norgorber, Asmodeus y Calistria. Y justo debajo del mural, la mesa del acusado... con un hacha ensangrentada clavada en ella.

Cuando, en su inspección del lugar, Unk se acerca a la mesa, un pedazo del mural del techo se desprende impactando contra la mesa del acusado, casi matando a Unk en el camino. Pero el hacha, por efecto de la caida del mural, sale disparada hacia los asientos del jurado.

- Mierda de lugar! Se está cayendo a pedazos!

 Unk saltó a tiempo para esquivar las baldosas del mural que se le venían encima.

Sin embargo, el hacha si impactó en la todavía mareada druida, que no pudo esquivarla a tiempo.

Cuando Daveak abre los ojos, se encuentra desorientado en un lugar ajeno a cualquiera que pudiera conocer de su vida cotidiana, tanto es así, que el joven de la sorpresa que al querer levantarse de la silla, se traba con las patas de ésta y cae al suelo en un gesto bastante ridículo. La silla, ajada y vieja, se desmonta por el gope recibido, y el mago recibe un moratón de regalo en uno de sus costados.

- Pero que......Ouch!!!- es lo único que acierta a decir mientras se cae. una vez en el suelo, Daveak, se pone de rodillas y tímidamente asomando la nariz por encima de la mesa, se asoma a examinar la sala. Mientras hace esto, se percata de que, evidentemente, no está solo, y escucha al semiorco y a Dalanna hablar a la par que un trozo de techo se desploma y un brillo de metal sale disparado hacia la mesa donde se encuentran.

Un quejido lastimero emana de los labios de la elfa,que a duras penas puede mantener cerrada la herida provocada por el hachazo; anuncia la delicada situacion de la joven.

-AdireH Im Aruc, Gea-  pronunciando  con el aliento entrecortado, Dalanna posa su mano sobre la herida y un destello verdoso recubre la zona, haciendo que  este se cierre y  restaura la salud de la druida.

Con renovados animos, Dalanna observa a los presentes, y con  tono relajado y musical pregunta:

-¿ estais todos bien?-

- Sí, sí. Aunque me parece que deberíamos salir de aquí antes que se derrumbe esta mierda y nos entierre a todos - Respondo a la elfa mientras me dirijo a tomar el hacha que voló. - No se a ustedes pero se me hace como extraño que el hacha haya salido disparada de esa forma.

 En ese momento, se van despertando casi todos los integrantes del jurado.

-¡Por las barbas de mil generaciones enanas! ¡¿Que está pasando aquí?!

Un enano de avanzada edad pero un vigor increible, casi tanto como sus brazos, se baja de la silla y se acerca a la zona en la que se ha derrumbado el pedazo de techo.

 Un semiorco de amplias espaldas, pero de brazos hombros caídos se estremece ante el despertar tan violento.