Partida Rol por web

Lo que sabes de Lucía.

Es una tía distante, en apariencia tímida, habla poco y nada de ella. Que se fue de su pueblo hace años dejando atrás a un novio. Es de las personas que escuchan.

La impresión que te dio es que no te consideró en serio. No devolvió tus llamadas y te dejó caer de forma sutil que no quería rollos con maleantes o con gente relacionada de alguna manera con el trabajo.

Podemos haber quedado en un par de conversaciones que no llegaron a nada?
Max hubiera insistido mas en el caso de que lo rechazaran.

Al equipo de Tony me gustaría añadirle un pasamontañas, si aún estamos a tiempo.

Vale, lo de las conversaciones. 

Sí, claro ;-)

Buen intento. 

Entre aquella vorágine de brazos, piernas, tentáculos, cánticos blasfemos y gritos, se alzó tu voz, igual que un reclamo, una esperanza, un asidero para Lauri, consumida por un ser tan poderoso como el dios de los cristianos. Una diosa nacida siglos antes de que Roma fuese una aldea.

Tal vez si hubiese sido su madre. O su amiga Lucía. O si te conociese. Por un segundo crees ver que en esos ojos de lúcida maldad es la niña quien te mira, angustiada, prisionera de un poder incomprensible no solo para ella, sino para cualquier humano. Un poder que puede hacer enloquecer al más cuerdo. 

Comprendes que la pobre niña está más allá de la salvación. 

La sala gira a tu alrededor. Los colmillos de ese demonio enclenque se abren paso en tu carne. Recibes una, dos puñaladas más. Tu navaja se sacia de sangre de las sectarias, gargantas rajadas que no volverán a emitir ningún sonido más allá del gorgoteo de la muerte. 

Este será tu final. Morirás matando. Confías en que Fausto entregue tu parte a tu familia. A saber, Fausto no es que no sea un hijo de puta. 

Entonces, la ves. Una oscilación del aire casi te empuja a un lado. Lauri es como si se desvaneciese, se derrumba en el suelo. Un viento helado atraviesa el saló, procede de más allá de esta dimensión.

Algo. Alguien. Una alta figura se alza. Un ser que no debería estar a este lado de la realidad. 

El empalagoso olor de la sangre se mezcla con el hedor del infierno, con el acre sudor de los cuerpos, con olores de flores carcomidas por el tiempo, con el rancio sabor de viejos cuerpos.

La puerta estalla. Un estruendo ensordecedor la precede. Hay un segundo trueno que acaba dominando los salmos y canturreos.  La última bruja cae. Otra jovencita, ¿inocente adolescente atrapada en un corrupto ritual engendrado hace milenios? , es reventada su vientre por otro cartucho. 

En el quicio de la puerta del salón, una sombra. Tu última oportunidad.

-¡Corre!¡Sal de aquí!