Partida Rol por web

Viaje al corazón de la Hydra

Acto 3.0

Cargando editor
22/10/2013, 21:09
Angela Gabriella Della Nocte

Asentí a las palabras de Kaimán Jane. Algo de privacidad sería bienvenida. No sólo tenía curiosidad por ver la grabación, también quería hablar con Siegfried en privado. Respiré hondo, lo de nada de secretos se iba a hacer... difícil. Al menos al principio. 

Esperé a que Kaimán se fuera y luego me acerqué a Siegfried y Leon. 

- Cuando tengas un momento deberíamos hablar en privado Siegfried. ¿Ibais a ver las grabaciones? - pregunté con voz suave. - Si existe la de Pierre, creo que sería la más útil en nuestras circunstancias. 

Cargando editor
25/10/2013, 08:22
Siegfried Straufenberg

La búsqueda de los fragmentos de audio estaba llevando más tiempo del esperado y aún seguía dando vueltas a las implicaciones de que uno de los que empezaron el viaje en la misma nave que nosotros no hubiera sido interrogado. En esas la amazona abandonó el lugar pesadamente y Angela se acercó al conciliábulo del whisky.

-En cuanto haya tiempo, sin ningún problema-respondí algo extrañado a la petición de la mujer. Sólo para acto seguido añadir con un encogimiento de hombros-no hay por qué no. La grabación del desconocido tiene que andar por aquí junto a las demás-manipulando el control para localizarla. 

A fin de cuentas no había ninguna diferencia entre oír una antes que otra, respetando la norma de no escuchar una de los que viajaríamos sin esa persona presente. Antes o después oiríamos todas y tal vez Angela tuviera algún motivo para pensar que el tal Pierre podría ser importante.

Cargando editor
29/10/2013, 08:41
Angela Gabriella Della Nocte

Nada sobre Pierre. Estaría decepcionada si no hubiera sospechado que Solis, que era quien nos había dado la grabación, habría suprimido esa parte de existir. Me encogí de hombros y miré los dos tipos en el suelo. 

- Les echaré un vistazo mientras decidís cuál es el siguiente que queréis ver. De los no presentes quedan Meyer y Alkaid - comenté mientras me agachaba junto al de la flecha. 

Con cuidado, retiré la ropa y miré como sacar la flecha, improvisar un vendaje y, en general, conseguir que el tipo acabase demasiado roto. Suspiré, tendría que haber seguido con medicina. O con ingeniería. Pero ahora tendría que... hacer frente a las prácticas.

No podía decir que esperase una convalidación formal o un título que reflejase mis progresos, pero eso no era motivo para desatender mi educación. Suspiré, si aún tuviera a Minerva podría decirle que bajase el temario o hiciera una recopilación de datos para un análisis cruzado con la información que el propio profesor Flint me había proporcionado. Pero dado que no era así, iba a tener que asumirlo sola. 

Terminé el vendaje y pasé al siguiente. Toda esta situación era lamentable. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

*La tirada he supuesto que era esa. También tiene primeros auxilios, así que como es lo mismo...

PD: He posteado simplemente para que no se nos olvide. Pero de momento hay poco que podamos hacer hasta que vuelva Alpharius... XD

Master: sería más primeros auxilios, pero aceptamos barco :-P

Cargando editor
29/10/2013, 10:37
Director

A pesar de haber repasado uno a uno los archivos de la pequeña memoria externa en el anticuado holoproyector, Siegfried fue incapaz de encontrar nada ni remotamente relacionado con el solenita. Quizá hubiera sido cosa de la detective con quien parecía tener algún tipo de relación previa, o quizá no, lo que si que le quedó claro durante el breve periodo que coincidieron en prisión fue que aquel tipo les llevaba al menos un par de días de ventaja en el calabozo de Puerto Principe...

Cargando editor
29/10/2013, 11:45
Director

[Escaramuza en la Pajarería]

Pierre & Meyer vs. Alandrian, Drake y los vástagos de la Yaya.

Sin pensarselo dos veces, Meyer le atiza al hombre cangrejo con la jaula del esperpéntico híbrido, sin embargo aquello no parece hacer mella en el atlante, que entrecierra sus ojos ligeramente molesto. El pájaro ahora no es más que un montón de plumas espachurradas entre el amasijo de hierro en que ha quedado convertida la bonita jaula, cosa que no parece gustar ni pizca a la abuela, que gruñe un inquietante “hmmmm” a todas luces desaprovador.

Dos de los matones se colocan detrás del viejo Crank, mientras que el tercero, el tal Bill, se adelanta para cubrir a la Yaya.

Drake: Uh, la abuela no da su bendición al amigo… y habrá que cobrarle la jaula y los gastos del funeral del pajarito… pestañeé, pooobre pajarito….

Cualquier ser capaz de hacerle eso a un pobre pajarito era un ser despreciable sin importar lo tullido que esté. Si ya lo decía mi madre, no te fíes de un tuerto.

-Mal. MAL.

Negué con la cabeza y el aire vibró levemente mientras lo que parecía un gruñido de disgusto del hombre cangrejo era como una invocación de engorilamiento supremo, aumentando el tamaño no solo de estatura sino de sus protuberantes atributos cual maligno sicario de geogimnasio espacial adicto al polvo estelar.

CRECE MI PEQUEÑO BWAAHAHAHAHAHAHA , tosí un par de veces, dándome unas palmaditas en el pecho, qué malo es el vicio…

Master: La mirada de Crank, el hombre cangrejo se tornó oscura y sus músculos bien apretados parecían jodidamente enormes y tensos, la sangre azul corría por sus venas en intervalos pulsátiles que parecían marcar el paso de los segundos lenta, muy lentamente y su sonrisa torcida y siniestra inspiraba el temor visceral de las pesadillas infantiles. Para acentuar el inquietante y aterrador efecto tanto Meyer como Pierre podrían jurar que el atlante había aumentado por lo menos unos buenos 20 centímetros de estatura y su envergadura ahora obstaculizaba completamente cualquier salida posible de la destartalada pajarería.

Meyer: -Oh vaya.- Comente algo sorprendido, ante el efecto inesperado de mi ataque, imaginandome que el cangrejo seria duro, pero no hasta el punto de volatizar un pajaro por la presion. Casi me hacia sentir mal por haber usado la jaula.- Oh, bueno, siempre he sido mas de gatos.- Casi.

Las cosas no pintaban bien, en la sala habia mas de una bruja, y si ya mi rival era imposible de superar, ahora se habia convertido en un muro infranqueable. Estaba claro, estaba rodeado y atrapado por todos los flancos, no habia salida de esa maldita tienda de los horrores. “Bueno, pues si no me dejan salir, les hare desear que lo hubiesen hecho.”

Lance otro ataque con mi barra de hierro improvisada, pero esta vez no fue dirigida al cangrejo, sino a las jaulas apiladas mas cercanas que hubiera cerca, con intencion de abrir camino a la libertad a los encerrados pajaros y romper algo caro ya de paso. Asi me fui alejando del alcance del gorila con exoesqueleto, adentrandome en la tienda mientras destrozaba el mobiliario y llenaba la ya apretujada tienda de pajaros cabreados y hambrientos saliendo de las brechas de sus jaulas, esperando que atacaran y distrajeran a los hombres de Yaya.

-!Sed libres mis escamados amigos, libres de los estrechos barrotes de vuestras jaulas, que el sacrificio de vuestro amigo no sea en vano¡- Les anime, o mas bien, intente apartarme de su furia, esquivando sus planeos y trayectorias.-!VOLAD MIS PEQUEÑOS, VOLAD¡

Master: La tienda se convirtió en un caos de plumas, chillidos y cagadas mientras Meyer corría de un lado a otro medio desquiciado. Los presentes se tomaron un segundo para mirarle, o era un tío muy listo y no alcanzaban a comprender su genialidad o definitivamente había perdido la chaveta.

La diminuta y artritica anciana palmeó con suavidad la mano de Drake en señal de felicitación mientras, siguiendo con la mirada a Meyer y bien cubierta por el tal Bill meneó la cabeza chasqueando la lengua reprobatoriamente…

Pierre: Aquello se ponía cada vez más feo. Y la culpa de todo la tenía Meyer. Maldito idiota. ¿De verdad esperaba arreglar algo saliendo de allí a hostias? Le había sobrestimado. Era un palurdo, un palurdo que estaba poniendo en peligro mi vida. ¿Qué clase de guardaespaldas haría eso? Bueno, supongo que el mismo tipo que abandonaría a su protegida a la suerte.

Aquel enorme cangrejo alimentaba mi instinto más primario. Y ya la ida de cabeza de Meyer lo terminó de arreglar. Por un momento dudé de mis opciones. Pero algo en el fondo de mi cerebro me dejaba muy claro lo que era correcto. A pesar de todo, una parte de mí, la que luchaba por hacer lo necesario, era la que salía a flote. Aquella vocecita que decía dentro de mí “sobrevive, idiota”. Así pues, le hice caso. Y levanté las manos en señal de paz, dando un par de pasos atrás. Y luego grité en voz alta, para que todos me pudiesen escuchar.

- ¡Yo puedo traer a Angela aquí! Esa tia no vale tanto como para jugarme el cuello.

Eso último lo dije en parte para que sirviese como disculpa con Meyer. Aunque tenía bien claro que no iba a servir de nada. Así que decidí quedarme a la espera para ver qué sucedía…

Ante todo, no iba a meterme en una pelea con un final tan evidente… y tan malo para mí mismo. Decidí añadir algo de información útil a mi oferta.

- Por desgracia para Meyer, ella confiará en mí.

Me mordí los labios, nervioso y expectante. Pero estaba seguro de que todos los presentes comprenderían mi postura. Todos menos uno, claro.

Alan: ¡PERO QUE COÑO HACÉIS! -dijo cuando vio que se iban a comenzar a pelear en la tienda- ¿Creéis que podéis entrar en una tienda y destrozarla porque sí? -en realidad yo lo haría, es más, lo habría hecho en alguna ocasión, pero en ese momento no, no estaban en posición de negociar- y luego el bárbaro soy yo, ¿eh, yaya? -dije mirando a la anciana.

Así pues, tranquilamente, saqué mi arma, una espada enorme- chicos, tengamos la fiesta en paz o tendré que darle la razón a la yaya y a tenacitas y daros para el pelo -les miré con dureza y me preparé para ver que hacía.

Pierre: Miré a Alan con todo el odio del mundo.

- ¿Hacéis? ¡Pedazo de imbécil! Aquí el que la está liando es él, ¡a mí no me metas en el saco!

Seguía con las manos levantadas, pero en guardia. Ahora mismo tenía pocos amigos en aquella tienda. Uno menos que hace unos segundos.

- ¿No os enseñaron en vuestra casa a no amenazar a un ario? ¡Si les ganas jugando a las cartas, son capaces de arrancarte los brazos! Y si te metes con su querida, ya ni te cuento. Que aquí el mozo está enamorado. Y hay que comprenderle, que primero intentáis timarle y luego encima pretendéis que coopere para que hagáis quién sabe qué con su periquita.

Miré el amasijo de plumas en la jaula que Meyer llevaba en la mano. Igual no era una buena metáfora.

- Joder, pues está claro que se va a mosquear. Tendríais que saber con quién hablar para llegar a un acuerdo…

Meyer: Solte el arma, o jaula, o amasijo de hierro de mis manos, y con la boca abierta entre terror y odio profundo, señale con un dedo al libertino de Pierre.

-!Tu, sucia comadreja, como te atreves a traicionar a Lady Angela¡- Chille indignado, casi al borde de las lágrimas.- !No, como se te ocurre traicionarme a mi, despues de todo lo que hemos pasado en ese agujero¡!Acaso no hemos sudado e intimado juntos como dos desconocidos solo podrian hacer en privado¡!Creia que eramos hermanos de sangre, no, hermanos de “agujero”¡

Aprete los puños con fuerza, junto mis dientes, irguiendome adelante en aquella ola de desesperacion y dolor !Que cruel mundo, el unico amigo que me quedaba, traicionandome por el precio de un periquito¡

-Esta afrenta no puede quedar impune.- Aclame, echándome hacia delante, placando al suelo a Pierre mientras agarraba su cuello.-!Muere, y llevate a la tumba tu viperina lengua¡

 

Cargando editor
29/10/2013, 11:53
Meyer Adam

Lo primero que noto Pierre del ataque de Meyer, es que era flojo y debil, un placaje potenciado mas por la sorpresa que la fuerza, a un empujon de liberarse de su agarre y levantarse del suelo con solo un leve dolor de espalda. No era un ataque real, sino uno fingido.

-Lo estas haciendo bien, pero aun te falta algo.- Susurre, aprovechando el ruido de los pajaros y el caos de la escena para ocultar mis palabras.- No te dejaran ir por libre sin un "seguro" de que volveras, algo que te traiga aqui junto con Angela. O alguien.- Pierre no era un imbecil, asi que sabria de que estaba hablando. Y de no ser por mi arrebato de ira, era muy probable, que los papeles hubieran sido cambiados. Uno se iba, y el otro se quedaba como rehen.- Usame como "garantia" para escapar de aqui, y reunete con Angela, cuentale todo lo que sabes sobre el mapa y huid de aqui, pero no le digas nada sobre mi, es mejor asi. Ahora, pegame en la cabeza hasta dejarme KO y pon la cara que pondrias si estuvieras pegando a tu amante. Y no te preocupes por mi.- Le conforte, mientras miraba de reojo la figura de la abuela.- Escapare de esta tienda, o pagare mi deuda en sangre. Tanto mia, como suya.

Cargando editor
29/10/2013, 11:54
Director

[Escaramuza en la pajarería]

Pierre & Meyer vs. Alandrian, Drake & los vástagos de la Yaya.

Pierre: Aunque me esperaba la reacción de Meyer, no me imaginaba que fuese tan visceral. Por suerte no era la primera pelea en la que me metía, y sabía cómo colarme por los huecos del rival. Los de la defensa, claro. Me di cuenta de lo idiota que era haciendo chistes mentalmente en aquella situación.

Me aproveché de la posición para dar la vuelta a Meyer y golpearle con los puños, lanzando mi famoso jab (en serio, no pienso usar la traducción que le han dado en el juego, aunque “jab” tenga menos sentido xD), que más de una vez me había sacado de apuros. Izquierda, derecha… dos puñetazos consecutivos en un oponente que apenas se podía defender, o quizá no quería. Quizá tenía tan pocas ganas de aquello como yo mismo. Mi sensación era amarga. No quería que aquello acabase así. Pero del amor al odio hay un paso, dicen. Cuando Meyer dejó de resistirse, me puse en pie. En ese mismo movimiento, cogí su espada de su vaina. Aún atento al resto de la sala. Me arrepentía de lo que acababa de hacer. Apretaba los puños con fuerza, mezcla de frustración, culpa y rabia.

Miré al resto con aprensión. Ellos me habían obligado a hacerlo. Escupí en los pies del grandullón, que parecía el siguiente en querer lo suyo. Sostenía la espada en la mano, defensivo. No quería lo que estaba sucediendo. No quería tener que hacer daño a nadie más. Casi estaba temblando, por la mezcla de sensaciones. Tragué saliva varias veces para ser capaz de hablar con calma. Y me esforcé mucho para poder hacerlo. Demasiado quizá.

- Bien, ya está hecho. Tardará un rato en despertarse. ¿Alguien más quiere probar? ¿O vamos a negociar como se debe?

Master: Meyer presa del odio y la furia, se abalanza sin siquiera pensarlo sobre el solenita. Hay quien dice que en situaciones extremas, la adrenalina otorga al ser humano la capacidad de realizar proezas inimaginables. Sin embargo para Meyer definitivamente este no era su caso. Su impulsivo y desquiciado ataque se vió oportunamente desviado y devuelto por un buen puñetazo en plena cara de un envalentonado Pierre, quien no solo terminó por dejar al joven ario aparentemente sin sentido si no que tampoco tuvo reparo alguno en hacerse con el arma de su “antiguo” compañero de fatigas.

Drake: Qué de delicioso caos, cuánta rabia, cuánto sudor y mala baba… en resumen, muchos fluídos y de poca importancia.

Me puse en pie con las palmas de las manos hacia delante con una sonrisa taimada en actitud conciliadora, sin abandonar la vera de mi querida y flamante yaya.

-Vamos, vamos-pestañeé con deliberada lentitud, confiada quizá por la presencia del gran hombretón cangrejo y de la compañía de esbirros de la abuelita o quizá porque Meyer parecía dormir como un bendito sin ojo- todos podemos ser amigos, sino pregúntale a Derpy- como para apoyar mis palabras indiqué con la cabeza el mostrador donde mi pequeño (e invisible para todo el mundo menos para mí o para alguien muy muy chuzo) amigo cuadrúpedo  salivaba con tanto derroche de testosterona-¿sabías que el derroche de hormonas se paga con tetas? Sí sí, ginecomastia creo que se llama-miré a la abuela y al girarme las rastas sintéticas parpadearon abriéndose en un pequeño abanico para acabar golpeando mis hombros y mi espalda-tú dirás, abuelita, siempre puedo llevarte con la periquita si no quieres negociar.

Me encogí de hombros con sencillez y miré la huella del lapazo del solenita en el suelo.

-E-du-ca-ción- silabeé  mientras las comisuras de los labios se curvaban en una sonrisa angelical pero que dejaba entrever un probable peligro tras ella mientras seguía los movimientos del nervioso joven, muchas mujeres se ponían así y lo que les daban para espabilarse era una buena torta… como había hecho el mismo Pierre con Meyer el Durmiente.

Pierre: Arqueé un poco la ceja ante el comentario absurdo de la chica de rastas sobre las hormonas. En serio, ¿qué clase de persona haría chistes estúpidos en una situación así? Respiré hondo, intentando calmarme. Estaba claro qué clase de gente. La escoria con la que yo me solía juntar. ¿Por qué me sentiría siempre tan atraído por la peor calaña? Bajé un poco el arma, aunque sin alejarla del todo, todavía no me fiaba de las reacciones de los demás.

- Bien, seamos amigos. Vayamos a por la muchacha y traigámosla aquí. Pero ella vale mucho más de los 50 gremiales que debemos… así que… creo que debería llevarme alguna clase de acuerdo. Nada monetario. No quiero dinero manchado de sangre. Pero por ejemplo, algo de información, no me vendría nada mal. Necesito largarme de este planeta.

Miro a Meyer, en el suelo. Luego a la abuelita.

- ¿Hay trato?

Yaya Magdalenas: La entrañable anciana, que hasta entonces se había limitado a juzgar reprobatoriamente las acciones del ario tuerto se llevó pensativa un dedo huesudo hasta la arrugada barbilla en la que ya crecía algún que otro pelito cual alambre nacarado. Parecía sopesar las palabras no solo de Pierre, si no también de su recientemente adoptada nueva nieta.

- Habría sido un trato justo ¿verdad?. - Repuso levantándose despacio sujetándose la espalda y acercándose hasta el mostrador para barrer el estropicio de plumas, alpiste y cagadas que Meyer había provocado. La mayoría de los pájaros habían optado por posarse en los estantes superiores, a falta de una salida, observando la escena sin demasiado interés. El tal Bill se apresuró a ayudarla, volviendo a poner en pie alguna de las jaulas caídas.

- Sin embargo llega con un poco de retraso. -Miró a Drake y sonrió ampliamente. -Como mi difunto marido, muy tarde y muy poco… -comentó con cierto pesar. -Mi querida nietecita… -hizo una pequeña pausa, como si no recordara el nombre, cosa que el ahora enorme Crank se dispuso a subsanar con todo el tacto que se puede esperar de un hombre-cangrejo de más dos metros.

- Drake, mamá… -

- Oh, sí, cierto, Drake, perdona cariño mi memoria ya no es lo que era…- se excusó. - mi querida nietecita puede llevarnos hasta la periquita, pero no te preocupes, podemos hablar de otra cosa, del tiempo, de mi atritis o mejor, de ese gancho de izquierda tuyo.- Añadio guiñandole un ojo al solenita, cosa que como minimo le provoco un escalofrio, ¿¡que demonios le pasaba a la gente en esta luna!?. - En un par de dias mis chicos participaran en los combates que el señor Benedict organiza para,ya sabeis, un publico "selecto" que dicen por aqui, en su casino.-Explico pacientemente, haciendo enfasis en las comillas- ¿Que me dices hijo, quieres participar con tu compañero?, vosotros saldreis de esta luna y yo cobrare los 50 gremiales que me debeis, mas los gastos claro. ¿Te parece este un trato justo?

Drake: Retrocedí levemente hasta ponerse a la altura de la abuelita, nadie ahí parecía haber comprendido mi pequeño e inocente chiste sobre que tanto machoguachismo no es bueno para la salud (y menos si se pretendía seguir siendo un machoguacho). Junto a la sabia yaya, que tenía palabras para todo el mundo (y bollitos) era más sencillo estar segura … mientras la trayectoria de salvar a la  abuelita no pasara por donde yo me encontraba.

-No es tan mal plan-dije procurando sonar razonable… después de todo solo había que mirar a Alandrian, toooodos se quejaban de que les había abandonado (injustamente porque seguía estando segura de que Derpy les había avisado para que también salieran corriendo) y el único que realmente tenía derecho a desconfiar plenamente de mí había sobrevivido a los esclavistas gladiado-sado a los que le vendí. Si Alandrian había sobrevivido a eso bien podía el muchachito amigote con derecho a roce del tuerto pelota enfrentarse a algunos combates.

Y tooodos seguiríamos siendo amigos… excepto la periquita y su chucho, que seguía echándose una siesta soñando con putillas espaciales.

Seguro que soñaba con eso.

Pierre: Me pensé durante unos segundos lo que planteaba aquella anciana. No quería parecer ansioso.

- Hace medio minuto, querías a Angela… de hecho, creo que por eso empezó todo este problema - Señalé a Meyer en el suelo. - No me gustan los negocios con las personas indecisas. Si cerramos el trato, se mantendrá. Sin cambios. Yo pelearé por ti. Me dejaré caer cuando me digas y machacaré a quien te parezca… si puedo. Y a cambio, nos conseguirás un pasaje a un lugar más civilizado que yo elija. Con esas condiciones… hay trato.

Extendí la mano hacia la vieja, podía haber salido de cualquier agujero, pero ante todo me consideraba un hombre de palabra… bueno, no. Lo cierto es que me sudaba las pelotas romper mi palabra, pero el trato era lo bastante bueno como para plantearme el cumplirlo.

Cargando editor
29/10/2013, 12:01
Yaya Magdalenas

Las arrugas del rostro de la vieja se apretaron amontonándose unas sobre otras a causa de la amplia sonrisa que dibujaba su boca mellada mientras sus huesudas y artríticas manos se cerraban suavemente estrechando la palma extendida de Pierre. 

- Un jovencito que sabe lo que quiere, me gusta. - Replicó alegremente dándole unas palmaditas en la mano sin perder la sonrisa. 

- Tú y tú. - Señaló a los dos hombres que acompañaban al atlante y cerraban la salida de la tienda. -Llevaos a la Bella Durmiente a dentro y ponedle hielo, el pobrecito necesita descansar y no quiero que vaya al ring con la nariz rota. -Añadió con dulzura.

Los dos hombres se apresuraron a cumplir las ordenes de la anciana sin vacilar y esquivando al tal Bill que ya se afanaba por recoger el estropicio de plumas y cagadas, cargaron a Meyer por los hombros para llevarlo hacia la trastienda arrastrando los pies. La puntera de sus botas dibujó el clásico rastro paralelo de un KO sobre el pienso desperdigado por el suelo de la tienda.

Tras ello, la pequeña mujer se acercó a pasos cortitos hasta el viejo hornillo que milagrosamente había sobrevivido a la ira de Meyer y con toda nauralidad, ayudándose de un floreado trapo de cocina, extrajo una nueva bandeja repleta de apetitosas magdalenas.

- ¿Una magdalena? - Le ofreció a Pierre amablemente. - Y dime hijo, ¿teneis algún sitio donde pasar la noche?-

Cargando editor
29/10/2013, 12:50
Pierre Labit

Acepté la magdalena de buen grado. La verdad es que no recordaba cuánto hacía que no comía. Noté el calor en las manos y aquello me resultó tranquilizador, casi hogareño. Aquella mujer era una vieja bruja sádica que se aprovechaba de los necesitados. Pero era tan tierna...

Olí la magdalena, sin todavía morderla. No esperaba ningún truco. Acababa de convertirme en una forma de que sacase dinero, así que seguramente me cuidaría, igual que había hecho con Meyer. Miré a la yaya con media sonrisa.

- No, no tenemos dónde pasar la noche. O al menos yo no. Esperaba encontrar una cama donde hacerme un hueco, aunque tuviese que compartirla.

Pasé la mirada por los presentes. Primero por el pelirrojo, al que descarté inmediatamente como una posibilidad. Luego por la de las rastas... aunque tampoco pintaba demasiado bien.

- Ahora que estamos en confianza... el tuerto es un tipo un tanto frígido. Arios, ya sabe, abuela. Fríos por fuera y fríos por dentro. No ha habido manera de que se dejase llevar. Se considera demasiado hombre. - Me encogí de hombros, como si aquello no tuviese demasiado sentido para mí. - Así que mi plan hasta el momento se había caído hace un rato.

Le pegué un par de mordiscos a la magdalena. Y respiré hondo.

- Estoy abierto a sugerencias...

Lo dejé en el aire. Era muy probable que aquello me costase todavía un poco más. Aunque esperaba que nuestro nuevo acuerdo ablandase el frío corazón de la mujer.

Cargando editor
30/10/2013, 15:47
Director

Los dos hombres arrastraron el cuerpo de Meyer hacia la trastienda, atravesaron nuevamente aquella habitación bañada de luz roja, cálida, apestosa y tapizada hasta el último rincón por centenares de huevos de diferentes colores para después apartar una floreada cortina al fondo y desburir una nueva puerta de madera. Los dos matones afianzaron el cuerpo del ario sobre sus hombros y se dispusieron a subir lo que parecían ser unas escaleras. 

A medida que ascendían, el olor a guano parecía alejarse progresivamente para alivio de las fosas nasales de meyer, siendo sustituido por un delicioso aroma especiado que hizo que el estomago del guardaspaeldas comenzara a gruñir sin piedad. ¿Cuando fue la última vez que había probado bocado?.

- Dejalo por ahí. -Comentó el primero de los fornidos matones.

- ¿Ahí?, es el sofá del gato... -Terció el segundo no demasiado seguro, recolocandose el brazo de Meyer sobre el hombro. Empezaba a sudar.

- ¿y qué?, ¡Está inconsciente!, no le va a importar, y al bastardo de Bigotes tampoco. -

- No se, deberiamos poner una manta. -

- ¿una manta? - replicó el primero escandalizado ante tanta deferencia.

- Mucha gente es alérgica a los gatos. -se excusó el segundo.

- Lo que hay que oir... - la voz del primer hombre bufó hastiada.

Meyer sintió como uno de los brazos se le caía para ser recogido medio al vuelo por un solo hombre, lo que les hizo tambalearse a ambos. 

- ¿Así está mejor?, ¿le parece aceptable para "su majestad"?. -

- ¿en serio?, ¿de cuadros?, ¿y en ese color? .-

- ¡Son cuadros de los High Lands, a los enfermos les encantan este tipo de mantas! -

Algo en el rostro del hombre de la manta, o quizá en los gritos cargados de una ira pobremente contenida, hizo reconsiderar mejor la opinión del tipo que aun sostenía a Meyer sobre las mantas de cuadros y lo indícadísimas que estaban solo por ser de cuadros para tratar cualquier tipo de enfermedad, incluida un KO por un puñetazo en plena cara, pues Meyer pudo sentir como era depositado con sumo cuidado sobre el sofá, como si realmente fuera un pobre enfermo.

- Mamá dijo que le pusieramos hielo... -

y así volvieron a enzarzarse en una nueva discusión sobre si los guisantes congelados eran mejor o peor que las bolsas de cubitos o las babosas del hielo de ursus...

Cargando editor
03/11/2013, 17:40
Yaya Magdalenas

La anciana negó con la cabeza dándole unas palmaditas condescendientes a Pierre en el brazo. -Como un témpano hijo, fríos como un témpano, mi tercer marido fue un almirante de Kraft...-comentó con cierta nostalgia colgándose el floreado paño de cocina del delantal. -Pero no te preocupes cariño, en casa de la Yaya siempre habrá sitio suficiente para uno, dos, tres o los que hagan falta. -Añadió recuperando rápidamente ese tono alegre y despreocupado tan característico de los viejos a los que básicamente les importa tres pepinos lo que pueda hacer, pensar o decir el resto del mundo en general.

- Billy hijo, acompaña a nuestros invitados arriba y traeme un buen pollo, lo que ahora necesitan es un buen plato del guiso especial de mamá y una buena cama sin chinches. - 

Mientras el tal Bill se disponía a dejar lo que estaba haciendo para indicarles tanto a Pierre como a Alan el camino hacia el piso superior la pequeña mujer se volvió hacia Drake con una tierna y alegre sonrisa de encías brillantes. -¿quieres ayudarme en la cocina cariño?. -Aunque así lo pareciera, algo le decía a Drake que aquello no era una pregunta...

Cargando editor
03/11/2013, 20:40
Meyer Adam

Mis sentimientos hacia mis "secuestradores" eran mixtos, aunque sabia una cosa con certeza tanto como los rugidos de mi estomago, esta gente era idiota. Yaya y quizas su "nieta" eran el autentico peligro, astutas y codiciosas por explotarnos hasta sudar y sangrar oro por ellas, estos hombres no merecian morir por el filo de mis dagas.

Ponerme sobre un sofa lleno de pelo de gato y mancharme el uniforme con mas sudor, eso si cumplias meritos para una paliza.

Abri mi unico ojo, aprovechando la distraccion que ofrecia la acalorada conversacion entre los matones, y di un rapido vistazo al cuarto, tenia que comprobar si habia salidas o alguna via de escape de aquel lugar, y recordar que elementos podia usar a mi favor, y todo esto antes de que descubrieran que estaba consciente y bien despierto. 

Era una jugada arriesgada, pero con el cambio de eventos y dado mi situacion, tenia que jugarmerla aqui y ahora para escapar del agarre de la anciana, y avisar a Angela del peligro y sobre el mapa.

Cargando editor
04/11/2013, 19:15
Alpharius Tanhausser

Me quedé en silencio mientras los dos agentes discutían, con la boca abierta tras la máscara fruto de la bofetada de información que acababan de lanzarme. La Luna Azul era Solís. ¡Maldita sea! ¿Como podía haber sido tan imbécil? Para colmo la defensa del falso Venedetti no hacía más que hacerme hervir aún más la sangre de mis venas. No necesitaba ser justificado como un maldito novato, como un niño chico.

Pagaría por mis errores como debiera.

- Tengo a la chica comiendo de mi mano. refunfuñé mientras tomaba asiento, herido por la reprimenda. Aquel error ardía en cada centímetro de mi piel como las lenguas de fuego del Orgullo. Un agente de Annonymus incapaz de leer mensajes codificados. Mi mente había pecado de simple, esperando un signo ajeno a la metáfora. Pero honestamente...suspiré y el aire caliente de mi aliento se arremolinó dentro de la máscara. No me quedaba más remedio que admitir mis deficiencias. No pensé que la Luna Azul fuese un ser humano, y menos Solís. Un fallo estúpido por mi parte, todo fuere dicho, pero a Armando no le faltaba razón. Las sociedades secretas a veces pecan demasiado de secretas, pero ¿que sería de ellas sin eso? El único problema para acabar con ella es Sigfried, el otro ario. Pero encontraré la manera de librarme de él.

Suspiré en busca de calma. Los caminos del Señor son inescrutables. Habrá una mejor manera de llegar a ella, de cumplir la misión con éxito. Angela Gabriella DellaNocte caería y lo haría bajo mis manos. Sin embargo...ahora había un par de preguntas interesantes que plantear y rezar porque pudieran ser contestadas.

- ¿La agente colabora con nosotros?- pregunté. Podría ser una vuelta de tuerca interesante, especialmente a sabiendas de con quién estaba Solís ahora...

- Pese a todo...- volví al tema de la misión. Suponía que estaría repitiendo información ya conocida, pero prefería pecar de ingenuo a pecar de traidor. Alguien quiere acabar con Angela con muchas ganas. Sonaba a obviedad, era cierto. Nosotros mismos, sin ir más lejos. Sin embargo intuía que allí había unos cuantos poderes más allá de nuestra organización. Si es el Mago, obviamente le daré lo que quiere, pero si hay alguien más tras eso...sin duda son nobles de Venedetti. Y en ese caso podríamos sacarle algo de partido a la niña antes de librarnos de ella. Al fin y al cabo, si la quieren muerta es porque puede llegar a molestar de alguna manera...

- De todas formas y aunque quizás mi inutilidad me niegue el derecho...añadí, molesto aún por la espina clavada del fallo.- Estoy en busca de varias cosas difíciles de encontrar en el baratillo de esta ciudad. Por el rabillo del ojo contemplé la multitud de frascos de esencia y fragancias distribuidos por todo el loca, embotando hasta el insensible sentido de mi nariz quemada, y sonreí. ¿Que mejor sitio había para vender venenos? Concretamente, un veneno tóxico al tacto, otro por ingestión. Y datos sobre una tal Elena Tijeras. Una mujer de Sonora. Y con muy buen culo, aunque visto lo visto, no creo que sea un detalle determinante.

Cargando editor
06/11/2013, 08:24
Siegfried Straufenberg

Con algo de reticencia y mascullando por lo bajo metí la cinta una vez más para localizar el interrogatorio de Alkaid. Empezaba a ser irritante la falta de datos de algunos con los que habíamos empezado todo; parecía demasiado preparado para ser casual. Y no era una situación que a alguien como yo, veterano mercenario, le hiciera sentir cómodo. 

La decisión entre esos dos seguía siendo sencilla, para la parte de Meyer era preferible que estuviera Alpharius, era mucho más perceptivo y podría percatarse de partes que los demás no. Por tanto reproduje la grabación de Alkaid; ya no quedaban muchos más para terminar de dirimir responsabilidades.

Y luego, cuando hubiera un rato de calma ya hablaría con Angela. Me parecía poco correcto dejar a León apartado mientras. Demasiado infantil como para siquiera plantearlo seriamente y más aún en medio del visionado de interrogatorios. No ayudaría nada a los intentos de cimentar confianza que llevaba un rato haciendo desde que se decidió

Cargando editor
06/11/2013, 12:50
Angela Gabriella Della Nocte

Suspiré, que fuese previsible que no hubiera una parte de Pierre no hacía que fuese menos decepcionante. El interrogatorio a Alkaid era cuando menos extraño. Lo cierto es que también daba la impresión de que del Toro ya tenía una idea de "cómo deberían ser las cosas". Puse los ojos en blanco, era muy del palo inquisición, no importaba la verdad, sólo que "confesase". Ni siquiera se planteaba la posibilidad de que pudiera equivocarse. Sabía que había mentido sobre mi, así que no me extrañaría que mintiera sobre Alkaid también. 

Miré a Siegfried y los ursos por un segundo. ¿De qué les habrían acusado a ellos? No importaba, en el fondo sabía que igual que habían manipulado la red para borrarme y poder suplantarme, podrían haberla manipulado para acusarles. 

- No tendremos muchos momentos de... reposo. Si alguno está herido puedo atender ahora sus heridas. Si no, imagino que puedo buscar información útil. - dije sacando uno de mis móviles. - No es óptimo, pero Kaimán Jane nos sacará de esta luna si... le ayudamos con el asuntillo de Drake. - Esperé a ver si decían algo. 

Cargando editor
06/11/2013, 20:51
Eduardo y Vitorio

- Ah, perfecto- comentó Eduardo, ante la noticia de que Ángela estaba bajo control.-  Ciertamente hay... miembros importantes de nuestra organización interesados en los progresos de la joven... pero además necesitamos que te centres en otro objetivo- le comentó.- Ya sabes que nuestra... pequeña familia no tiene una cúpula dirigente, un líder visible que tome decisiones alienando al resto. Eso nos hace libres y creativos, pero a veces cuesta coordinar a una cantidad tan grande de gente sin poder compartir información personal y sin tener autoridad, bien lo sabrás también.

Por suerte en estos casos siempre hay figuras con gran carisma que dan un paso adelante. Gente que ha demostrado su compromiso con la causa y su solvencia. Gente como... Garibaldi

A Edmound se le heló la sangre y contuvo la respiración sin darse cuenta. Garibaldi era practicamente una leyenda dentro de Annonymous, y también fuera. Garibaldi era el hombre que había volado un Deposito de Sombras Venectti, había liquidado al malvado Inquisidor Bustieri encerrado en su fortaleza de la luna Padua y había robado la Bobeda de Oro de Maratia sin que nadie se diera cuenta con una genial distracción de casino. Era lo que los niños de Annonymous quieren ser de mayores, lo que los ricos y los poderosos buscaban bajo su cama aterrados y lo que poblaba las pesadillas de los tanshumanos y los corruptos.

- Ooooh,- exclamó Armando/Vitorio, poniendo los ojos en blanco.- Por favor, con este discursito parece que fuera un mensaje del Sultán de las Tres Lunas...

- ¡Callate idiota!- le recriminó Eduardo.- ¡Estoy harto de tu falta de compromiso con esta organización! ¡Garibaldi en persona nos ha pedido ayuda maldita sea!

- ¿¡Falta de compromiso!? ¿¡Será posible!? Me gustaría saber si Garbialdi te llena el plato cada día y te da algo más que palabras vacías y exigencia de favores

- ¡Bah!- Deshecho Eduardo con un gestó de mano, quitandole importancia.- El caso es que Garibaldi en persona ha mostrado interés en Ángela, así que habrá que tener cuidado de ahora en adelante. Hay algo en toda esta misión que no nos esperábamos. Su mensaje también hablaba de un misterioso artefacto, algo relacionado con las Damas de la Trinidad, pero no eran estas, era algo a lo que sólo se podía acceder con ellas. Algo relacionado con el trabajo del profesor Flint...

- ¿Que más da?- Se quejó Armando.- Ya se lo comunicaremos luego con la máscara si hace falta, ahora lo más importante es que... ¿Veeees? ¡Yo te lo dije y te lo repetí mil veces!- Explotó el menudo agente, señalando a Eduardo con dedo acusador.- Te dije que poner la canción era ridículamente difícil de notar. Ja, el chico tenía los sentidos ocupati con la siggnorinna del trasero eclatante y no puedo escuchar tu estúpida canción.

- ¡Oh venga ya!- se quejó Eduardo.- ¡Pero si es un clásico! ¿Es que ahora nos mandan gente sin gusto por la música de verdad?

- Deja de torturar al chaval Duardo- repuso el otro.- Ni su madre conoce a ese tal "Elvis", es sólo un alien friki que va por ahí moviendo las caderas. Sólo porque a ti te guste la musica rara de jovencitas adolescentes no significa que los demás tengamos que ser unos expertos.

- En cuanto a esa mujer... Solis...- reflexionó Eduardo, ignorando a su compañero.- No me suena como agente pero a lo mejor del lado de Mendoza...

- No, no, no- se apresuró a añadir Armando.- De Mendoza seguro que no, sus chicos estan todos fuera y sólo han dejado al viejo Bota Rota aquí... aunque a lo mejor es una de las chicas de Amanda, ya sabes, las de ahí al lado de correos, que ultimamente están muy activas.

- Puede ser... tal vez...- reflexionó Eduardo.- Aunque ¿infiltrada en la policía? ¿Amanda puede hacer eso? ¡Rayos! Ahora no habrá quien le aguante, menos mal que Gutierrez está en su sitio desde febrero, si no la ibamos a oír...

- Bueno, bueno- dijo Armando,- ahora no nos va a salir, ya se nos ocurrirá, ya te llamaremos si averiguamos algo... me preocupa más Helena Tijeras. ¿A que viene este súbito interés? ¡Esa mujer es pura dinamita!- exclamó, añadiendo un guiño de ojo nada sutil.

- ¡Sí!- añadió Eduardo a toda prisa.- ¿Has hablado con ella? Si te dice algo, ¡No le debemos nada! Si no has hablado con ella ¡Ni se te ocurra acercarte!

- ¿Que? Mi pobre Helena, si es una dulce flor de Sonora- añadió Armando, en una especie de ensoñamiento.- No sería capaz de hacer daño ni a una mosca... si la ves, chaval, dile que no la he olvidado, seguro que está suspirando por mi.

Eduardo se pasó una mano por el rostro hastiado, negó con la cabeza y dió media vuelta para perderse nuevamente tras las tupidas cortinas de terciopelo que daban a la trastienda. Cuando volvió a aparecer, Vitorio aún parloteaba sobre lo mucho que debía estar sufriendo el corazón de aquella mujer por su causa. 

- Raiz de vagabundo y Gotas de Inconsciencia. -Interrumpió sin ningún miramiento el discurso de su compañero para entregarle a Edmound dos pequeños frasquitos de cristal. - Si son para usarlos con ella hazme caso, no te cortes con la dosis... -Se apresuró a añadir. 

- ¿Que?, ¡porco insensible!, ¡nuestros ragazzos serán ardientes como su madre y hermosos como su padre! .- Replicó Vitorio con una teatral mano en el pecho. 

La expresión de ira contenida de su compañero no auguraba buen puerto a la discusión entre los dos hombres y bien sabía Edmound que con los problemas de pareja al final la acababa pagando el tercero en discordia. Había llegado el momento de dejar a aquellos caballeros continuar con sus ... cosas de caballeros.

Notas de juego

Edmound conoce a Garibaldi como dice en el texto, es una especie de leyenda entre los Annonymous, como el zorro, V (el de V for vendetta, no los lagartos chungos ochenteros) o el Punisher (snif... todo un idealista). Siempre aparece enmascarado y es un duelista rollo ninja de cuidad, en la más clasica tradicion venecttiana del Asasins Creed.

Los venenos son Raiz de vagabundo, que es una especie de gelatina que supura una raíz (tienes la raíz, si le haces un corte supurará). Esta gelatina se queda pegada al arma. El veneno funciona por herída y debilita a la gente (penalizdores a musculo). No es necesariamente mortal, pero una dosis especialmente grande induce un coma similar a la muerte que dura 24 horas.

El otro es Gotas de la inconsciencia, que es un líquido transparente. Afecta si se ingiere y no tiene olor ni color, pero es ligeramente amargo, así que no es indetectable.

Cargando editor
10/11/2013, 12:34
Debrah Anne Drake

-¡Geniaaal!- sonreí encantada como si ahí no hubiera pasado nada. Dí un empujón a Alandrian con todas sus fuerzas (así que, para variar no consiguió mover al pelirrojo de su sitio)- no se la líes al nuevo amigo- le advirtió muy seria señalándole con un dedo acusador antes de acercarme a Pierre
 

-Como nuevo amigo, un consejo-dije muy tranquila- cuando Derpy te avise, no ignores sus palabras, por no escucharles estos-señalé hacia Meyer y hacia Alan- acabaron mal... y no te tomes en serio lo que dice de que seas gay, si eres hermano de agujero del tuertopelota no tiene nada de deshonroso-guiñé un ojo ocultando la espiral verdosa que constituía su iris y regresé junto a la yaya.

-Vamos yaya- le ofrecí un brazo para que se cogiera y seguí la trayectoria errática de Derpy por la tienda- oye, yaya,tú que eres tan sabia, ¿sabes algo del incendio ese malvado que ha habido?

 

Cargando editor
10/11/2013, 13:30
Alandrian

Al final me había quedado con las ganas de poder darle un par de mamporros al estirado de turno, pero no aparté la mirada de su cuerpo inconsciente mientras se lo llevaban- Un día te harás daño -dije a Drake cuando esta intentó empujarme sin éxito por enésima vez- haced algo rico que tengo hambre.

Tras observar como se iban y aprobar la manera de irse de Drake con un asentimiento para mí mismo opté por guardar el arma de nuevo. Observé a Pierre detenidamente. No conocía a ese tipo, solo le había visto en la celda un momento y ya está, nada más. Pero en ese momento opté por ir hacia el ayudante de la Yaya que tuviera más cerca.

-Ha dicho que no quería que sangrara cuando se subiera al ring... ¿organizáis peleas o algo así? -pregunté bastante interesado en el tema- ¿Puedo preguntar a qué os dedicáis concretamente?.

Cargando editor
10/11/2013, 21:05
Director

La pequeña habitación parecía a todas luces un acogedor a la par que destartalado saloncito de té, presidido por una chimenea obsoleta y abarrotado de figuritas de porcelana, fotografías de innumerables matones atrapados en la mueca que debía ser su mejor sonrisa, demacradas señoritas ojerosas en un segundo plano y regordetes niños y niñas de diferentes edades dispersos por todas las estanterías. Al elenco fotográfico lo acompañaban una enorme colección de platos conmemorativos, souvenirs de los diferentes sistemas, y todo un set de tapetes de ganchillo dispersos por cada mesita y butaca, tapizadas todas ellas de un floreado estampado a juego con los visillos de la única ventana. 

A los pies del sofá de Meyer y sobre una butaca, los mezquinos ojos amarillos y rasgados de un enorme gato pardo, bien alimentado, parcialmente despeluchado y cubierto de cicatrices, lo observaban malévolamente con tal intensidad que, de no ser un gato, cualquiera habría pensado que aquel más que probable violador de gatitas no estaba tramando nada bueno.

Uno de los hombres había terminado por plantarle en plena cara una bolsa de guisantes congelados y desde el piso inferior le llegaba el inconfundible gemido de la madera de la escalera bajo las pesadas botas de al menos tres hombres que ascendían comentando algo sobre un ring de peleas clandestinas en un casino en La Perla.

Cargando editor
10/11/2013, 22:52
Crank

Drake se alejó con la Yaya hacia lo que suponían que debía ser la cocina mientras que Crank, el enorme atlante, se dispuso a acompañar tanto a Alan como a Pierre hacia el piso superior como si realmente fueran uno más de la banda.

- Nah, no desde el fiasco del año pasado, al menos.- Respondió el atlante ante la pregunta del pelirrojo,- pero para ganar pasta rápida siempre podemos ir al casino, hay un ring y muchos idiotas dispuestos a apostar fuerte. Lo que te decía, dinero fácil- hizo un gesto vago con la pinza.- Ya sabes, un poco de esto, un poco de aquello, hay que mentenerse ocupado- añadió en actitud jovial, respondiendo a su segunda pregunta.