Partida Rol por web

Viaje al corazón de la Hydra

Acto 1.0

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13/02/2013, 23:16
Lev "Leon" Y. Korolev

:|: Habitáculo de pasajeros :|:

Muestro una amplia sonrisa en el rostro, cuando por fin consigo que la idea le entre en su agitada cabeza al profesor, y con mi cacharro en la mano derecha uso la otra con disimulo para conseguir que se ponga en pie. La situación reinante no es especialmente buena, pero el hombre no parece entenderlo del todo y se toma todo un instante para aclararse la vista y formular una pregunta que, si bien es importante, es absurda en una situación así. Y no es que requiera realmente de una respuesta, pero eso no significa que no vaya a darla, así que mientras me aseguro de que está entero, que no parece temblar como un flan ni ir a hundirse en el suelo, vuelvo a sonreirle antes de contestar.

-Da. No siemprre en guarrdar espaldas, perro he estado en guerrras y han trratado de asaltarr mi nave. Y nunca lo han conseguido, oh no. -Digo, en tono tranquilizador, mientras me esfuerzo por tratar de mantenerlo en calma mientras lo hago avanzar hacia el pasillo, asegurándome de que hay unos cuantos asientos -tirados, para molestar y a poder ser- de por medio entre nosotros y lo que sea y tratando de considerar que zona será la más segura de la habitación cuando entren esos bastardos... porque desde luego parece claro que pretenden entrar por aquí, y no necesito los gritos en urso de la capitana de esta tartana para saberlo. Porque desde luego, esto con la Estela no hubiese ocurrido, asco de nave en la que he acabado.

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14/02/2013, 08:48
Siegfried Straufenberg

Al acercarme a la escotilla ésta se abrió por las alarmas y de golpe pasaron muchas cosas. En particular Angela y Alpharius a la carrera hacia otro sitio, comentando algo de los motores por lo bajo, sin descuidar encargarme a mi ir a los cañones. O lo que fuera que tuviera esa nave mercante

-Como si fuera a valer de mucho contra una nave militar Cruzada...-pensé meneando la cabeza. Mis compañeros ya se habían alejado por el pasillo, seguramente eso de los motores sí fuera importante; pero me quedé unos instantes valorando mis opciones.

La voz de la capitana y los temblores indicaron lo que ya sabía: que los cañones de esta nave no iban a valer de nada y que nos iban a abordar. Hecho confirmado por el aviso y los temblores, la experiencia me decía que estaban cortando el casco de la nave más allá de la cabina de pasaje, así que iba siendo hora de hacer algo.

-Bueno, a ver si conseguimos llegar a buen puerto y salir de una pieza de ésta-pensé con media sonrisa armando el panzerhand. La espada se mantenía en su funda a la espalda mientras encaminé mis pasos en dirección al jaleo-Y de cabeza a la boca del lobo una vez más-

Notas de juego

Vamos, que este turno de combate estoy yendo. Al siguiente ya por el gdoc.

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14/02/2013, 11:15
Angela Gabriella Della Nocte

Le dediqué una sonrisa divertida al mecánico. Era evidente que estaba sobrepasado, así que no me quedó más remedio que seguir intentando desviar potencia a los escudos y continuar esforzándome porque no se acumulase presión en ningún  punto. 

- Una copa de champagne sería encantador, pero me temo que el calor lo arruinaría - contesté con el mismo tono ligero que había usado el técnico. Luego giré otra válvula y le guiñé el ojo. 

Más potencia. Eso implicaba desviar la corriente, así que bajé una palanca para desviar la corriente de un sitio a otro. Después seguí trabajando. Trabajo manual, puag, ¿había algo peor? Aparentemente si, los discursos políticos. ¿Por qué? ¿Por qué la universidad había insistido en que cogiéramos esta nave? Ahora en serio, ¿el motivo de que nos disparasen era que se habían negado a pagar una estúpida tasa?

No es que no tuviera parte de razón. Los de la roja eran arrogantes y todo eso. Pero podría haber dicho simplemente que eran una panda de sanguijuelas gorronas y que no pensaba rendirles tributo. Y lo peor era que nos considerase... como parte de su tripulación. Camaradas, levanté una fina ceja. Luego miré a Alpharius. 

La prioridad se mantiene, transmiteselo a Siegfried. Meyer... bueno,  si quiere puede ir a la cabina de pasaje, creo que el profesor sigue ahí y no quiero que le pase nada. 

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14/02/2013, 11:54
Waltz

Miré al midgardiano y sonreí de medio lado, dando algunos mandobles al aire comprobando el espacio que iba a tener para luchar, volviendo a colocarla en mi hombro.

- Apuesta estandar, ¿te parece?- 

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15/02/2013, 19:17
Alpharius Tanhausser

:|: Zona de maquinas :|:

¿Camarada? ¿En serio parecía de ese tipo de gente que se junta con usuros con una nave de papel maché y una falta de modales más que evidente para enfrentarme a muerte a una nave cruzada? Tenía que empezar a cuidar mis apariencias.  

Lo que estaba claro es que una batalla contra la nave comenzaría en breves. Solté un breve gruñido al pensar en las consecuencias de aquello, posibles deflagraciones incluidas. La calma que precedía a la tormenta obviaba un abordaje. Y a juzgar por el tamaño de la nave atacante, uno de magnitud considerable.

¿Quién estaba allí? Sigfried, Meyer, el migardiano resacoso y dos usuros. No dudaba del potencial físico de ninguno, pero para acabar bien aquel combate no haría falta precisamente combate físico. Más que nada, porque iba a ser difícil de ganar a, posiblemente, un ejercito profesional trasportado en la nave enemiga.

También estaba el profesor, pero viendo su última gran maniobra de refugiarse bajo un asiento, no esperaba gran cosa.

- Cumplo vuestras ordenes, pero sabed que no me hace gracia dejaros sola. "Con un desconocido revolucionario". Mi frase se completó sola con una mirada al mecánico, demasiado ocupado en sus ensayos de prueba y error como para fijarse en nosotros. A juzgar por su comportamiento, o era un inconsciente o estaba completamente loco. Y no sabía que idea me desagradaba más.

 

Aprovechando toda la prisa que me permitía una nave que acababa de dejar de bamboleárse por la brutalidad del ataque me dirigí de nuevo hacía el habitáculo de pasajeros en busca de Meyer y Sigfried. Las ordenes eran las ordenes, el trabajo era el trabajo.

Y como solía decirse en la Academia, arbeit macht frei.

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15/02/2013, 22:46
Meyer Adam

                                                                    :|: Pasillo :|:

Uno se acostumbraba a oir los primeros signos de batallas, como quien nota las primeras gotas antes de la tormenta, y algo me decia, que estaba cayendo una buena en la zona de pasajeros. Mi primer instinto, hubiera sido ir al combate, y apuñalar a todo cristo, hasta librarnos de la plaga de la lata de sardinas en la que viajabamos. Pero quizas por mi nueva ocupacion, di cuenta en aquel instante, de que junto a mi, se encontraba Lady Alkaid.

- Es peligroso, quedarse aqui, señorita.- Dije colocandole una mano en el hombro, y señaladole en direccion de la sala de maquinas.- Vaya hacia ahi, mi compañero y Lady Angela la protegeran durante el asalto ¿Podra ir sola?- Pregunte, aunque mayormente por cortesia, si hubiera estado en mi planeta, aun con las dos piernas rotas, tales clases de cuestiones serian ofensivas, y dignas de un choque intencionado con la silla de ruedas de mas de un veterano.

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16/02/2013, 20:53
Alkaid Sireen Damji

Mirando de lado a Meyer, le dirigí una media sonrisa antes mirar de nuevo al frente con determinación y decir - Meyer, ¿cierto? gracias por la consideración, pero no te preocupes, puedo apañármelas... puede que no tenga el entrenamiento que tenéis vosotros, pero llegado el momento, prefiero verme cara a cara con los estúpidos presuntuosos que nos están atacando antes que esperarles sentada en un rincón. Además, Angela necesitará todo el tiempo que podamos comprarle para arreglar ésta chatarra y sacarnos de aquí. -

Sabía que debía hacerle caso, y que ése no era mi lugar, pero tampoco iba a dejar que una panda de piratas de tres al cuarto, por muy legitimados que se sintieran, nos secuestraran sin ponérselo difícil. Pero Meyer no parecía muy convencido con mi actuación, así que cuadré los hombros y reprimí los nervios que me atenazaban el estómago, antes de empezar a repetir en silencio una y otra vez algo que mi padre me enseñó una vez, notando como me iba tranquilizando por momentos.

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17/02/2013, 21:44
Director

[Cabina de pasajeros]

Abordaje al Halcón Millonario Parte 1: Waltz, Alan & Leon vs Pelotón Aplha, Pelotón Beta & Sargento Sauceda

La plancha de acero recien cortada cayó con un estrépito inusual, dejando un agujero rodeado de metal al rojo, enmarcando la entrada de las tropas de asalto. Los tres ocupantes de la habitación pudieron ver al menos una docena de personas uniformadas, con fusiles en la mano, al otro lado del agujero. Una voz femenina gritó:

- ¡Deponed las armas o preparaos para ser aniquilados en el nombre del rey!

Alan y Watlz, armas en mano, cargan contra el Pelotón Alpha (el que asomaba por la apertura), y de un brutal espadazo el midgardiano deja inconsciente a uno de los soldados, mientras que el arma del urso se estrella contra el fuselaje de la nave.

El Pelotón Alpha, sin poder entrar en el Halcón tras el cuello de botella en que se había convertido la improvisada apertura, se apiña iniciando una carga contra Alan, que cómo una muralla no cede.

Por otra parte, una vez considerado que el profesor está en la última fila del enfrentamiento, y esperando al momento en que el fuselaje acaba saltando, Leon observa cómo los otros dos combatientes de su bando se adelantan y deja volar la flecha en dirección al pelotón que tan amablemente se ha estancado en el cuello de botella. Desgraciadamente esta se desvía en mitad del caos, perdiéndose entre la multitud y el humo.

El Pelotón beta, bajo las órdenes de su sargento, y sobrepasando a sus compañeros, intenta una carga a empujones contra la muralla midgardiana, pero es incapaz de sobrepasar la potencia física de Alan.

Así pues, la Sargento Sauceda, apoyada por dos de los soldados del Pelotón Beta, ataca al imbatible midgardiano sin piedad, clavando su sable en el hombro derecho. Este tiene que dar un paso atrás ante el intenso dolor y al retirar el sable, la herida sangra copiosamente.

El Pelotón Beta, en vista de que es inútil intentar mover al bárbaro, intenta embestir esta vez a Waltz para entrar en la nave. Y como si toda la tensión contenida fuera liberada en un mismo instante, el pelotón consigue derribarle, arrasando como una verdadera ola humana. El corcho de la botella parecía haberse liberado al fin.

Ante semejante marabunta, Waltz se aparta un poco para poder ganar algo de espacio y ataca al primer soldado del pelotón que encuentra, descargando su arma con toda la potencia de sus brazos. El soldado cae inerte al instante con una considerable abolladura en el casco que no auguraba nada bueno.

Mientras tanto, y aprovechando la herida infligida por la sargento, el pelotón Alpha intenta detener al midgardiano lanzandosele encima cual meleé de fútbol americano.

- ¡Toda resistencia es inutil, deponed las armas! -Advirtió la sargento dejando que el resto de los ocupantes de la cabina pudieran observar la suerte de su compañero, antes de volverse a la maraña de hombres que intentaban apresarlo. - En el nombre del Rey, queda detenido por obstrucción a la justicia.- Le informó. Una mera formalidad dada la situación. - Que alguien haga el favor de leerle sus derechos …-

-¡ME TRAE POR CULO A QUIÉN REPRESENTES! - gritó Alan cual béstia, deshaciendose de sus aprehendedores, que volaron por los aires en el reducido espacio de la cabina de pasajeros. El maltrecho y atontado Pelotón Alpha, con sus cinco miembros magullados por el ímpetu del midgardiano, intentaron ablandarle un poco más a base de golpes de culata, pero el bárbaro estaba imparable y fueron incapaces de reducirle.

Mientras tanto, el Pelotón Beta se abalanzó encima de Waltz, intentando que no hiera a nadie más, pero este se deshace de los tres hombres sin demasiados problemas.

La sargento Sauceda, por su parte, responde a la provocación de Alan asestándole un impresionante y complicado golpe a la rodilla, aunque el guerrero resiste estoico el golpe, presa de una fúria berserker.

Notas de juego

Resumen de resultados:

- Alan: 2 Heridas dramáticas.

- Waltz: 0 Heridas.

- Leon: 0 Heridas.

- Pelotón Alpha: 1 soldado k.o (Quedan 5)

- Pelotón Beta: 1 soldado k.o (Quedan 5, dos de los cuales están con la sargento)

- Sargento Sauceda: 0 Heridas.

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17/02/2013, 22:38
Meyer Adam

Sabia que me estaba mintiendo, sabia que seguramente, nunca habria ni dado un golpe con los puños a otra persona, pero el valor que exudaba, eso si que no era falso. Estupido e inconsciente, pero bravo de su parte.

-Tu y Lady Angela, hariais buenas migas.- Dije, aunque ni yo mismo, sabia si era un cumplido o un insulto.- Pero eres una insensata, si crees que vas a poder luchar sin armas, ten.

De mi chaqueta, saque un cuchillo de combate, y se lo di a ella, haciendo que lo sostuviera entre sus manos, y asegurandome de que lo cogiera bien, quizas asi, podria dar un tajo, sin que le cayese.

-No te preocupes, siempre llevo dos conmigo, por si tengo que usar ambas manos.- La reconforte, en el caso, de que preguntara, si iba desarmado. Aunque eso seria como preguntarme, si hoy no llevaba ropa interior.- Ahora tengo que ir a unirme al combate, intenta no morir aqui. Viel Glück.

Y asi, sacando el cuchillo "auxiliar", me despedi de la joven, y me uni al combate, aunque con intencion de que no lo notaran los demas. No, hasta que alguien tuviera una daga atravesandole el cuello.

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03/03/2013, 23:01
Director

[Cabina de pasajeros]

Abordaje al Halcon Millonario Parte 2: Alandrian, Waltz, Leon, Sigfried, Alkaid & Meyer vs. Pelton Alpha, Peloton Beta y Sargento Sauceda.

La cabina de pasajeros de la nave parecía ciertamente zona de guerra. Un gran agujero en el fuselaje en su parte norte que no dejaba de vomitar soldados era el indicio más claro, como los asientos derribados o la adrenalina en el aire. Un par de soldados yacían en el suelo y Alan sangraba copiosamente sin dejar de rugir. Por si fuera poco, el estrépito de un nuevo y bien preparado pelotón de asalto en formación, amenazaba desde las entrañas del destructor cruzado.
Así pues, en mitad del humo, los gritos y el caos, el imbatible midgardiano intentó una nueva y peligrosa acometida contra la Sargento Sauceda. Sin embargo, aquella mujer no era ningún borrachuzo cualquiera de taberna y despreciar su destreza con la espada podría ser un error fatal.

En una rápida reacción, la sargento no sólo fue capaz de bloquear el enorme mandoble de acero midgardiano, si no que, con el apoyo de dos de sus soldados, consiguió ensartar su estoque en las mismisimas entrañas de su enemigo. Alandrian podía sentir como el gélido acero desgarraba la carne mientras una bocanada de sangre ascendía por su maltrecho interior, liberándose de forma irremediable en un repugnante e imparable vómito, acompañado de una sarta de improperios en su propio idioma. Parecía un auténtico y terrorífico dios de la guerra cuyo fin, estaba peligrosamente próximo.
Por su parte, y aprovechando la agonía del midgardíano, los tres miembros restantes del pelotón Beta, en un alarde por vengar a su compañero caído, intentan una arremetida contra Waltz, tratando de reducirle de una vez y para siempre. Sin embargo, el bien entrenado ursu no tuvo demasiados problemas para evitar el ataque, aprovechando el caos de asientos como cobertura.

Así estaban las cosas, con la balanza inclinandose peligrosamente a favor del capitán Cortez y sus soldados, cuando por fín, Sigfried, Alkaid y Meyer alcanzaron la cabina del pasaje como, bueno, más que un soplo de aire fresco como una bocanada para alguien a quien se le está practicando un masaje cardiaco.
Sin pensarolo dos veces, el ex soldado del ejercito ario Strauffenber, cruzó la sala rápidamente para llegar a interponerse entre el maltrecho midgardiano y la furiosa sargento. Inmovilizando el estoque de esta última en un rápido movimiento de su panzerhand.

Mientras, el pelotón beta se vio forzado a retroceder unos pasos para evitar los erraticos mandoblazos furiosos que el enervado urso había comenzado a soltar a diestro y siniestro, sin demasiado autocontrol. Y Cuando parecía que por fin el enorme midgardiano claudicaría bajo la tiranía cruzada del olvidado pelotón Alpha, sus grandes brazos agarraron con fuerza el ensangrentado mandoble consiguiendo alejar torpemente a todo aquel que intentaba apresarle, con la ayuda de su nuevo e improvisado compañero de la vieja y congelada ursa mayor.
Aun y con todo, en un acto heroico, y aprovechando el apoyo de sus compañeros, Alan intenta una nueva y suicida arremetida contra la malnacida de la sargento, in acto heroico que... falla miserablemente bajo el peso de las heridas.

Al concentrarse el fragor de la batalla en la sargento, el nuevo ojo del uracán, el pelotón Beta aprovecha para retomar posiciones y socorrer a su hombre caido, mientras que sus compañeros del Alpha intentaban inutilmente ablandar al midgardiano a golpe de culata.
Por otro lado, la entrada en escena del guardaespaldas de la joven Della Nocte, Meyer, cual escurridizo asesino, tratando de amenazar la vida de la inquebrantable Sargento Sauceda con un triste cuchillo, no llega a ninuna parte. Lo unico que pareció conseguir fue un empujón, que por alguna razón, pareció transportarle a la epoca del colegio, cuando los adultos le ninguneaban mandandole a “jugar” con otros niños.

Por su parte, León cargó su arco preparado para asestar una baja al escurridizo pelotón Beta, pero el intento fracaso de plano cuando la flecha terminó por clavarse en el respaldo de uno de los asientos usados como cobertura.
Minetras tanto, una indecisa Alkaid, decide por fin interponerse entre la salida de la sargento y sus soldados, tratando de dificultar asi su maniobrabilidad, librandose de uno de ellos sin demasiados problemas.

Meyer, aprovechando que la sargento está arrinconada y sin lugar donde huir, inicia un nuevo ataque a base de cortes y puñaladas al último de los soldados que apoyaban la Sargento.  Sin embargo, el bien entrenado soldado esquiva sin dificultad su ataque desviando el cuchillo de un golpe con la culata de su fusil.
Ante esto, los tres soldados del pelotón beta que aun quedan en pie, acuden a dar apoyo a su superior cuya arma continua trabada por Sigfried, quien refuerza su presa afianzando el agarre de su panzerhand sobre el estoque de la sargento.

En definitiva, las cosas estaban empezando a ponerse realmente feas para los improvisados heroes del Halcon Millonario...

Notas de juego

Resumen:

- Alan: 4 heridas dramaticas (Recuerda que las heridas dramaticas no desaparecen magicamente tras la batalla, se deben sufrir y curarse con el tiempo)

- Peloton Alpha: Quedan 5

- Peloton Beta: 1 soldado K.O ( Quedan 4 y apoyan ahora a la sargento)

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04/03/2013, 22:16
Director

[Sala de máquinas]

Angela Della Nocte & J.B

J.B: El joven mecánico del Halcón continuaba con su frenética y aparentemente aleatoria actividad, abriendo algunas válvulas, cerrando otras, empalmando de forma precaria gruesos cables y ajustando las tuercas de unos grandes y posiblemente importantes cilindros hidráulicos.

- Oh calor, claro - confirmó alegremente descolgándose como una araña de una gigantesca y chisporroteante red de cables. - He tenido que desviar la energía del ventilador. - explicó secándose con el brazo el sudor de la frente, tal y como uno se imaginaría que debía hacerse en esos momentos, e incluso se permitió la licencia de dejar escapar un suspiro haciendo ver todo lo que se esforzaba.

- Pero, personalmente prefiero el Gallium - continuó el chico con aire despreocupado, centrando ahora su atención en un panel con una nada prometedora y parpadeante luz roja. - La combustión es mucho mejor, ya sabes, ¿le importa girar esa llave? - Añadió señalando una tubería tras Angela, la cual silbaba y traqueteaba como una locomotora al límite de presión. - Oh y …- Como si acabara de acordarse, comenzó a palparse los bolsillos del mono cubierto de manchas de grasa. - Tenga, mastique esto. - Concluyó alcanzando un trozo de algo aparentemente gomoso y lanzándoselo a la chica.

Angela: Con tiempo podría haber revisado esto y, si, hacer mejoras. Pero parecía que aquellos motores eran una gran chapuza. Una masa de engranajes, tuberías y válvulas que se mantenían unidas de forma precaria. Tendría que odiarlo y no había ningún motivo para mi sonrisa. Pero ahí estaba, una sonrisa torcida y ligeramente traviesa que aparecía siempre que hacía algo que no debería.

- ¿Sin ventilador, eh? Eso explica porqué estamos al rojo. Aunque no es el modo que elegiría para subir la temperatura, claro - me reí un poco mientras apoyaba una pierna en una tubería para hacer fuerza y girar la llave.

Cogí la cosa gomosa, pero no tenía intenció de masticarla. En lugar de eso se lo pasé a Minerva, dando por hecho que lo que querría era algo para unir cosas. En lugar de eso me acerqué a mirar los cables. La electrónica era otra de esas muchas cosas que había aprendido en la universidad. Extendí la mano y cogí el cinturón de herramientas que me pasó Minerva. Lo abroché mientras me acercaba hasta el panel. Luego bajé las gafas del sombrero y me las puse para evitar las chispas antes de empezar a trabajar.

- Vaya, a alguien le han fundido los circuitos. - comenté con tono amistosa - Aunque no de la forma divertida.

Dicho eso me puse a revisar los cables del panel, para ver dónde hacía falta soldar o realizar empalmes.

J.B: -¿A no?, ¿Y como subiría usted la temperatura? - preguntó contrariado, como un niño. - La resistencia y los altos voltajes son siempre mis favoritos, aunque el termostato no funciona, pero igualmente, no necesitamos aumentar la temperatura en este momento. -Añadió señalando la gran maquinaria, que de alguna forma mística, y contra todo pronostico, seguía funcionando como una vieja, traqueteante, silvilante y a veces explosiva locomotora.

Tras ello, volvió a centrarse en su panel, esta vez armado con dos pinzas conectadas a sendos gruesos cables que colgaban del techo. -já, se le han fundido los circuitos, muy bueno. -esta vez el chico si que había entendido el chiste, cuando se volvió para explicarlo, por si acaso Angela no lo hubiera cogido del todo, pudo ver a Minerva, quien diligentemente le traía el cinturón de herramientas a su dueña.

Como si de repente el tiempo para J.B se hubiese ralentizado, en mitad del chisporroteo y los silvidos de vapor se permitió, como si se tratase de una autentica obra de arte, darle un buen repaso a Minerva. El que fuera mucho más joven que las chicas no parecía imponerle demasiado. - Vaya, hacía mucho tiempo que no veía un modelo M1n3Rv4 de la serie 0.S... S de sexy - Repuso alzando las cejas de modo sugerente y dandole codacitos en el costado a Algela para que mirara. Por que esa es otra de las cosas que se espera que uno haga con un camarada cuando ve a una mujer bonita. Que estuviera totalmente fuera de lugar era algo en lo que aun J.B estaba trabajando.

- No no, cherie -Añadió repentina y con cierta alarma, trastabillando entre los cables para llegar hasta la sirvienta sintética antes de que se metiera el pedazo de masa gomosa que, todo sea dicho, se parecía sospechosamente a chicle, en la boca. -Tiene que ser usted señorita, necesita secrecciones. -Aclaró cogiendo la bolita de goma, con delicadeza inusitada, de las manos de Minerva, y volviendo a tenderselo a Angela con una gran y entusiasta sonrisa, ahora que esperaba, que aquella chica lo tuviera todo más claro.

Angela: Arqueé una ceja cuando preguntó lo de subir la temperatura, la sonrisa ligeramente divertida bailando aún en mis labios. Estaba claro que aquel mecánico no estaba acostumbrado a los dobles sentidos. Por lo que parecía sólo pillaba cosas que tenían que ver estrictamente con la maquinaria... bueno, literalmente con maquinaria.

Seguía estudiando el panel medio fundido que parecía ser el epicentro del desastre que llamaban motor cuando le vi girarse para mirar a Minerva. La forma en la que empezó a babear por ella me resultó ligeramente perturbadora. No tanto porque le pudiera gustar, si no por los codacitos. ¡Pero si había sido mi niñera! Minerva era prácticamente como una madre para mi. Carraspeé.

- Lleva conmigo desde que nací - aclaré sin dejar de mirar el panel - Es mi asistente personal.
Estudié un cable que soltaba chispas y me puse los guantes aislantes antes de ver cómo derivar la corriente para que dejase de hacerlo y entonces sentí el tirón de los cables. Me giré para mirarle con un ligero reproche a través de las gafas.

- Creo que tenemos otras prioridades, aunque si os hace sentir más tranquilo Minerva me encontrará algo más de mi agrado. Es muy eficiente adelantandose a mis necesidades - Ni tan siquiera me molesté en mirar que lo hiciera, sabía que Minerva tendría a mano algún tipo de tentempié. - Ahora deberíamos asegurarnos de redirigir la corriente para optimizar el uso de energía - Aquí no pude evitar volver a sonreir imaginándome qué haría JB si le dejase a solas con Minerva... No, mejor no saberlo, era capaz de abrirla - y recuperar ese ventilador o las... secrecciones y demás... fluidos serán el último de nuestros problemas.

Con cuidado, cogí el otro extremo del cable y los uní con ayuda de si, el asqueroso pedazo de chicle. No era bonito, pero funcionaba. Eso si, cuando tuvieramos tiempo... ¿pero qué pensaba?  No era mi problema, cuando llegaramos al puerto lo que hicieran con aquella nave dejaría de ser asunto mío.

JB: - ¿Tentempie?  -El chico miro a Angela extrañado, como si derepente se hubiera convertido en un raro insecto de largas patas y no entendiera la mitad de lo que decía. -Si aun no es la hora de comer - añadió confuso.

Despues observó como ella utilizaba el pedazo de chicle para fijar los cables, por fín lo había entendido, bueno, casi. - Lo que quiero decir es que no funcionará si no lo chupa, los aminoacidos de la saliva ¿entiende?, si no es pegajoso, no aguantará. -Concluyó señalando el problema, efectivamente los cables no permanecieron juntos demasiado tiempo entre la masa del chicle seco. - No queda cinta aislante, y la de carrocero la utilicé para sellar las tuberías. Pero el chicle funcionará. -Explicó meneando el brazo en el gesto universal del ánimo, recuperando su enfermizo buen humor anterior.

Tras ello, y no sin antes permitirse darle dos golpecitos amistosos en el hombro, el técnico volvió a trepar entre los cables para desarmar lo que parecía una batería auxiliar. - ¿Sabe? su amigo no mencionó que supiera manejarse tan bien entre máquinas. -comentó alegremente mientras volvía a descolgarse, ahora con una pesada caja metálica entre las manos. - Me gusta. -Concluyó con una sonrisa antes de ponerse a conectar directamente la maltrecha batería rescatada al panel.

Angela: Me reí un poco cuando le vi mirarme desconcertado. Era la segunda vez que no entendía a qué me refería cuando hablaba de temas que no estuvieran directamente relacionados con máquinas. Meneé la cabeza y extendí la mano para coger otro chicle, este de cerezas y que me ofrecía Minerva. Arreglar las cosas con chicle, no era para nada mi estilo. Mi estilo, mi estilo era... y entonces lo supe, nos faltaba música. Eso siempre hacía que me concentrase mejor cuando hacía tareas manuales.

Así que encendí mi comunicador sin molestarme en preguntar si le molestaba. ¿A quién no le gustaba la música?

 

http://www.youtube.com/watch?v=sf6LD2B_kDQ&list=PL5DF6078ABC09FBCD

Y ahí estaba, conectando cables al ritmo del violín y los sintetizadores cuando le escuché decir aquello sobre “mi amigo”. Me giré para mirarle con una ceja alzada.

- ¿Mi amigo? - repetí - ¿Quién os hablo de mi y qué os dijo?

El único solenita que conocía era Pierre, pero J.B no parecía el típico tío que él se tiraría. Bueno, realmente tampoco parecía nadie con quién mis amigos se mezclarían... Así que tenté a J.B. con algo que sospechaba que sí le interesaría.

- Puede que Minerva tenga algo de cinta aislante. Y más chicles...

J.B: El chico comenzó a menear la cabeza al ritmo de la música de Angela en lo que parecía un acto concienzudamente despreocupado y, por alguna razón, extrañamente errático, mientras continuaban enfrascados en hacer funcionar el chamuscado panel.

- Oh sí, no nos vendría mal más cinta aislante, ¿sabe?, en mi planeta se dice que la cinta aislante te hace más inteligente. - Comentó desviando la mirada hacia Minerva.

Tras ello, volvió a centrarse en el panel, hurgando entre sus tripas con unas pinzas, con la precisión de un cirujano.

- Ya sabe, su “a-mi-go” - añadió esforzándose por enfatizar cada sílaba de la palabra. - Si nos hemos desviado de nuestra ruta ha sido por usted - Aclaró como si la chica ya debiera estar de sobra enterada del tema. - Lo que hace de este ataque una coincidencia de lo más curiosa...- Se frotó la barbilla con el guante por un segundo, aunque enseguida volvió a recuperar el ánimo. - No se preocupe - Añadió con renovadas energías, retomando los codacitos en el costado, sin soltar las pinzas. - Su secreto está a salvo conmigo - Concluyó guiñandole un ojo cómplice de tal manera, que Ángela podría haber escuchado perfectamente el “clinc” en su cabeza.

En ese momento, la radio que colgaba del cinturón del técnico comenzó a emitir un molesto sonido de niebla, al tiempo que la voz de la capitana emergió nuevamente con una única orden antes de volver a apagarse. Esta vez no parecía dar ningún discurso y la frecuencia se limitaba a los emisores de la tripulación. La orden parecía escueta y venía dada en su cerrado idioma natal, algo totalmente inteligible para Angela.

Tras el aparente comunicado, J.B pareció palidecer por momentos y visiblemente más nervioso, le puso las pinzas en las manos a Angela, alzando la mirada hasta cruzarla con la de la chica tras sus gafas, como si le estuviera confiando su propia vida (cosa que bien podría ser cierto en aquella situación). - Me necesitan en el puente. - Informó retirándose para alcanzar su caja de herramientas portatil. -¿Cree que podrá mantener el desvío de energía hacia el sistema de biopreservación principal? - El tono de súplica, acompañado de rápidos saltitos de un pie a otro, confirmaban que, efectivamente, la vida de los que aún permanecían en el Halcón Millonario tenía muchos números de estar ahora en sus manos. -Volveré tan pronto como me sea posible -Añadió antes de desaparecer por el agujero metalico que era la entrada a la sala de máquinas, no sin antes hacerle una rápida y probablemente inapropiada inclinación de cabeza a Minerva.

Angela: Se marchó sin opción a que preguntase de quién diablos hablaba. Lo que si tenía claro es que no era mi amigo y tampoco era mi secreto. Alguien me la había jugado. No me quedó más remedio que enviar a Minerva detrás suyo y ver cómo me las arreglaba con la avería que podía matarnos a todos.

- Averigua a quién se refiere, a ti te lo contará. Sea quien sea no es mi amigo.

Después me concentré en el panel y las fuentes de energía. Necesitaba toda mi atención. Luego ya hablaría con mis guardaespaldas, quienes deberían haberse anticipado a esta emboscada. Sólo espera que los informes que enviaba Meyer no fueran el motivo...

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07/03/2013, 10:48
Angela Gabriella Della Nocte

Sala de Maquinas

La música del violín pregrabada en mi comunicador resonaba por la sala de máquinas moribunda. Minerva había ido tras el mecánico y estaba sola ante el panel de cables, las tuberías, válvulas de vapor, engranajes y un motor que agonizaba. Pero de algún modo me mantenía en calma, centrada. Cuando las cosas se ponen feas hay que mantener la calma. Y guardarte uno o varios ases en la manga... A veces literalmente. Así que eso hice. Con gesto despreocupado oculté un destornillador en mi bota, donde era probable que lo encontrasen. Otro en la liga porque, seamos sinceros, los guardias siempre eran pervertidos y se creían mejores por encontrar cosas ahí. Y por último una herramienta universal entre los pliegues de la falda. Porque si algo tenían los vestidos de raso con pliegues y adornos es que era relativamente fácil ocultar cosas en ellos. 

Hecho esto seguí centrando mi atención en redirigir la energía a los sistemas que nos mantenían vivos en el espacio. Casi me sentía tentada de si: anular la gravedad artificial. Después de todo, no era algo prioritario. Ah, decisiones, decisiones...

 

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07/03/2013, 18:23
Director

[Cabina de pasajeros]

Abordaje al Halcón Millonario Parte 3: Alandrian, Alkaid, Alpharius, Leon, Meyer, Sigfries & Waltz Vs. Capitán Cortez, Sargento Sauceda, P. Alpha, P. Beta, P. Gamma, P. Delta.

Otro de los soldados cayó, con un feo tajo en el costado propinado por la cimitarra de Alkaid, al tiempo que las pisadas de los asaltantes al otro lado del boquete se hacían más y más fuertes. Una vez más salió del agujero un río de hombres con las armas en la mano, dividéndose como un torrente a los lados del montón formado por Alan, la sargento Sauceda y los hombres que la apoyaban, Alkaid, Meyer, Sigfried, Waltz y los restos del Pelotón Alpha, que seguían intentando apresar a Alan sin conseguirlo. Junto a los doce hombres entrantes (los pelotónes Gamma y Delta, según indicaban sus uniformes) entró otro hombre. Un hombre alto de mediana edad y mirada severa que, espada en mano, parecía estar en su elemento en mitad del combate.Tuvisteis claras sus dotes de mando cuando, sin mediar palabra, dos de los hombres que apoyaban a la sargento se pusieron a su lado cómo si fuera la posición más natural del mundo.. Sin dignarse a mirar a los presentes vociferó:

- Muy bien, sargento, ya hemos probado que no se puede tratar con estas alimañas, ahora será a mi manera- exclamó, con un desprecio más que evidente.- ¡Acabad con estas cucarachas!- añadió, gritando a sus hombres, que respondieron con un grito de guerra feroz a la par que cargaban.

Alpharius: Llegué, saliendo del corredor metálico, en el momento más preciso. Una nueva oleada de hombres se hizo con el lugar, enturbiando aún más la ya de por sí desoladora visión.

Malditos idiotas. ¿Que se supone que estaban haciendo? Jugando a soldados contra todo un destacamento del Ejército Cruzado. Muy inteligente. El problema es que ya no éramos soldados, sino guardaespaldas, y un conflicto como este no auguraba muy buenas condiciones para nuestra protegida. Al menos Sigfried había demostrado algo de cabeza, y parecía sencillamente estar frenando los ataques de uno de los oficiales.

La necesidad de lidiar por el bienestar de mi grupo me golpeó dolorosamente, especialmente tras ver la maravillosa buena actitud que habían puesto. Por que sinceramente y viendo la situación, los ussuros y el midgardiano era pérdidas razonables si podía sacar al peculiar sequito de DellaNocte de aquel lodazal para puercos.

- ¡ESPERAD!- Mi voz resonó a través de la máscara con un eco metálico, dirigido más a mis compañeros que a los propios soldados. Di un golpe en el suelo de la nave con el bastón, que repiqueteo como un tenue eco por todo el cascarón, acompañando a mi llamamiento. Mi cruzado iba acompañado de unas erres ligeramente remarcadas y arias, pero seguía siendo infinitamente más agradable que la ofensa al idioma de la capitana de ese maldito cachivache

- Mis hombres, nuestros protegidos y yo estamos luchando por coacción del mando de esta nave. añadí con resolución. Por mi parte era cierto, aunque visto lo visto, el resto de los presentes no necesitaba muchas excusas para sacar la espada a pasear. Deseamos deponer las armas si nos aseguran el bienestar de Angella Della Nocte, la princesa Alkaid y el profesor Errol Flint, junto a sus guardaespaldas. Meyer Adams.- lancé una mirada al espía con mal camuflado enfado.-Sigfried Straufenberg y yo mismo, Alpharius Tanhausser, orgullosos soldados retirados del V Reich.

- Somos solo una comitiva civil de viaje por cuestiones de estudio, y no somos consciente de cualesquiera que sean los problemas que ocasiona esta nave o sus tripulantes.- remarqué. Que oyendo el discurso de la capitana, a saber en qué líos estaba medida.

Solo faltaba que estuvieran buscando a la fugada en la cápsula de desembarco, que no me parecería tan raro. Pero en ese caso...que nos pillaran confesados.

Meyer: a mayor sorpresa del combate, no fue la comitiva de refuerzos que se aproximaba, dejándonos en clara desventaja, sino la entrada de Alpharius, que rogaba el cese de toda lucha. Algo que me pareció suicida, de alguna forma.

La capitana lo había dicho todo, los de la Cruz, disparan primero, y preguntan despues, no sabia que buscaban, ni que importancia tenia, pero estaba claro, que si lo disponían, podrian tomarnos como prisioneros, y hacer de nosotros lo que quieran ¿O quizas no?¿Quizas solo estaba siendo paranoico? No sería extraño que me haya dejado llevar por el fragor de la batalla. Había tan poco tiempo, y mucho por decidir ¿Una muerte certera, o el calabozo de la Cruz?

La respuesta era obvia, tire el cuchillo al suelo, junto mi espada, a la par que me ponía de rodillas, con los brazos sobre la nuca.

-!Me rindo¡- Chille en voz alta, con la mirada fija en la sargento.- Como dice mi compañero, la lucha ha sido coaccionada y provocada por el pánico !Todos estos hombres sólo han luchado, por defensa propia¡- Bueno, la mayoría, pensé y evitando girar la mirada a más de un entusiasta.

Master: Ante la tentativa de rendición que parecía empezar a extenderse como la pólvora entre el pasaje del Halcón, tanto el capitán Cortez como la sargento se mantuvieron a la expectativa. Aun con las armas en posición, parecían esperar la reacción del resto de los alborotadores, preparados para, de ser necesario, ayudarles a tomar la “decisión correcta” en el caso de que decidieran continuar con su inútil resistencia. 

Siegfried: viendo la aparente reducción del nivel de hostilidad, solté el arma de la sargento, manteniéndome aún a la defensiva por si las cosas volvieran a torcerse. En honor a la verdad había que reconocer que Alpharius nos había dado una buena ocasión y, aunque Meyer se hubiera rebajado de forma indigna, tampoco estaba en mi mentalidad eso de morir en pie por una causa perdida.

Retrocedí un par de pasos, acercándome a mis compañeros y esperando acontecimientos. Sin embargo no pude evitar susurrar en ario al espía:

-Ten un poco de orgullo y amor propio, sólo los perros se arrastran...- Cualquiera diría que Meyer era uno de los nuestros, qué deshonra para la nación. Mayor delito aún era que se lo tuviera que decir yo, alguien con un pasado de renegado y forajido, expulsado del ejército por incumplir las normas. Eso debería darle qué pensar.

A pesar de mantener mi atención en los soldados mi mirada se cruzó con la del capitán
-Como ya ha dicho mi compañero, únicamente nos defendíamos de un ataque intentando causar el menor prejuicio dentro de la coacción a la que estábamos siendo sometidos.-lo cual era totalmente cierto, como mercenario siempre que había podido evitar oponerme al todopoderoso Imperio lo había dejado estar.

Leon: Maldición, maldición y más maldición. No hay manera de clavar una sola flecha que no sea atravesando una silla o una mesa de esas que todavía rondan por aquí. Cargo la tercera flecha, buscando alguien a quien disparar, cuando el hombre de la máscara de hierro aparece caminando por un costado mío, declarando... declarando el muy cabrón que los obligaban a luchar, y que los únicos que tenían que ser protegidos eran sus dos amigos del Reich, la protegida y ¿una princesa? La otra chica, supongo. Eso nos deja a Waltz y a mí en cueros, ah, y al pelirrojo, y la verdad es que no me apetece un carajo que ningún gobierno me detenga ni nada por el estilo, así que arrastro mi cruzado para dejar claras un par de cosas, mientras guardo la flecha y pliego el arma, cruzándome de brazos.

-Alpharrius, no te olvides del guarrdaespaldas perrsonal del prrofesor Flint, Leo Yawn. Yo mismo. -Técnicamente, es un contrato de palabra. Y técnicamente la única remuneración que le he pedido de pasada ha sido unos conocimientos que ya me ha entregado. Pero maldición, si hay una salida para los guardaespaldas, no voy a ser yo el que no lo intente. Seguro que Waltz es capaz de arreglárselas solo, y es más plausible sacar a alguien de una prisión desde fuera, y no desde dentro en la misma jaula que él.

Alkaid: Componiendo una sonrisa hacia el recién llegado, procedí a guardar la cimitarra antes de alzar ambas manos en un gesto de rendición, aunque me aseguré que mi postura fuera firme.
Estaba claro que no íbamos a ganar nada desde el principio contra una flota tan superior a la que formábamos, pero al menos, no podríamos decir que no lo habríamos intentado. Y es que no me gustaba nada eso de sentirme a merced de un puñado de soldados que nos habían atacado sin provocación alguna.
Midiendo la imponente figura del Capitán Cortez, empecé a hablar en un tono suave.

- Estoy segura de que podremos solucionar éste malentendido, ¿no es cierto, Capitán? Al fin y al cabo, aquí nosotros sólo somos meras víctimas - dije haciendo un ligero gesto, casi de damisela en apuros -. Angela Della Nocte y yo, así como el Profesor y nuestros acompañantes, únicamente queríamos disfrutar del trayecto hacia un interesante viaje de descubrimiento. Nada más. Desde luego no esperábamos encontrarnos en medio de una situación tan fea como ésta, y sin duda, si hubiésemos tenido otra opción, créame que la habríamos evitado desde el principio. -.

No me sentía del todo bien conmigo misma dejando a la tripulación del Halcón en la estacada, pero tampoco iba a jugarme el cuello por ellos. No al menos más de lo que ya lo había hecho. Si éste incidente llegaba a oídos de mi padre, estaba segura de que antes de que pudiese oponerme vendría a buscarme para encerrarme a cal y canto para después tirar la llave. Y viendo las intenciones del Capitán y de sus agradables subordinados, ése sería el menor de mis problemas.
Decidiendo que alargar de ésa forma la verdad tal vez nos sería de ayuda, sonreí inocentemente, sin añadir nada más. Conociéndome, si intentaba seguir hablando, acabaría metiendo la pata y hablando más de la cuenta. Y éste no era el momento para hacerlo.

Waltz: Ahora todo se paraba, y todos hablaban por lo que parecía para rendirse, si esto paraba tan subitamente por algo sería y dudo que ellos fueran los que estaban rindiendose.

- A mi me han contratado como guardaespaldas al igual que mi compatriota Leon y creo que es mas que logico saber que al grandullón también, habéis entrado y hemos cumplido nuestra obligación como nuestro contrato estipula...- entonces me dí cuenta de que nadie le entendía solo Leon.- Ey, Leon, ¿puedes explicarles lo que he dicho?

Luego intente pensar las palabras para comunicarme con nuestra mole, al menos en el idioma que sabía que hablaba.

- Ey, creo que nos están dejando solos y por mucho que esto estuviera interesante, es una muerte segura, si eres capaz de hablar con estos, sera mejor decir que nos han contratado para defender esta nave. - Una vez dicho, coloque lentamente el mandoble tras mi espalda, pero sin soltar el mango.

Master: Alan, con un rugido y tomándoselo como algo personal, continua atacando a la sargento, pero el Capitán saca su pistola del cinturón mientras él levanta la espada y le pega un tiro en el estómago que le manda al suelo, incapaz de levantarse. La visión de Alan, ya rojiza y borrosa por los golpes, se vuelve oscura y pesada. Podeís ver cómo va de viaje al país de la inconsciencia.

- Salvajes...- murmuró el capitán.- Sargento, lleve a estos hombres a detención- ordenó, entregando su arma, aun humeante, a uno de sus ayudantes para que se hiciera cargo de ella.- Pelotones Gamma y Delta, registren la nave e informen cada cinco minutos. Quiero cualquier otra de estas ratas espaciales encerradas antes de que pueda decir “panda de haraganes”. Y que alguien lleve a Rodriguez y a los hermanos Álava a la enfermería, ¡Por dios santo!- Concluyó enervado antes de retirarse.

Siegfried: No me iba a resistir pues significaría acabar como el Asgardiano y no estaba por la labor de andar herido por los suelos retorciéndome, si bien tampoco me iba a arrastrar como Meyer. Aún así el silencio tampoco iba a ser mi elección.
-Capitán...- observé su nombre en la plaquita-Cortez.-El tono de voz firme aunque sin faltar al respeto-No consideramos aceptable el ser tratados como prisioneros sin ser culpables de nada; acompañaremos a sus hombres siempre que nos garantice la seguridad de las personas que ya ha comentado mi compañero-leve movimiento de cabeza hacia Alpharius-nuestra patrona no se encuentra en esta sala, si nos permite iremos a buscarla, el profesor sí- señalé nuevamente con un gesto claro a la huidiza figura que intentaba no ser vista.
Ciertamente no esperaba que me hiciera caso, pero al menos había que dejar clara la posición. A lo mejor, con un poco de suerte, esa objeción le hacía recapacitar sobre el hecho de que no éramos criminales cualquiera. Al menos no todos.

Master: El Capitán Cortez miro a Sigfried por un segundo de arriba a abajo cómo intentando determinar la especie de una criatura nueva y asombrosa de insecto que acababa de descubrir.

- ¿No lo considerais aceptable?- preguntó, por un segundo pareció que fuera a estallar,- tomo nota, y le informó de que sus sugerencias serán ignoradas dado que sólo sois escória sin derechos, llevaoslos- añadió, haciendo un gesto de cabeza a sus soldados.

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07/03/2013, 18:41
Director

Los pelotones Delta y Gamma se dispersaron por los restos del Halcón a la orden de su capitán, cosa que en silencio se cuidaron mucho de agradecer a su suerte, después de todo nadie en su sano juicio querría permanecer más tiempo del necesario en la misma habitación que el Capitán cuando se ponía de ese humor...
Mientras tanto, los no tan afortunados pelotones Alpha y Beta, o más bien, lo que quedaba de ellos, se pusieron manos a la obra con las detenciones y la evacuación de los heridos.

Hicieron falta tres soldados para sacar arrastras el enorme, maltrecho e inconsciente cuerpo del midgardiano mientras sus compañeros, bajo la atenta supervisión de la sargento, se encargaban de esposar y desarmar a los presuntos piratas, incluido al profesor, que entre terribles tartamudeos trataba de explicar una y otra vez el tremendo error que se había cometido.

Por su parte, tres soldados del pelotón Delta alcanzaron la sala de máquinas, y con la clásica entrada, “patada en la puerta”, sacaron a Ángela a punta de pistola ignorando cualquier réplica, queja, advertencia o amenaza. ¡Por todos los infiernos, eran soldados cruzados y cumplían órdenes!.

Así, el reconocimiento del Halcón se prolongó durante varios minutos y como resultado, algunos soldados regresaban con unas cajas sospechosamente bien precintadas, otro escoltaba firmemente a la señorita Della Nocte y los dos últimos, aparecieron cargados con un androide femenino en estado de stand-by. Se trataba indudablemente de una inerte Minerva, cuya culata de la nuca colgaba abierta balanceándose al ritmo del paso de los soldados. Al parecer alguien se había tomado muchas molestias para limpiar la memoria del androide.

Sin embargo, no había ni rastro de la verdadera tripulación del Halcón. Las excusas de los ahora detenidos se tambaleaban precariamente y el camino a las celdas empezaba a inclinarse peligrosamente cuesta abajo, cosa que hizo sonreir ligeramente a la sargento Sacudeda.

- Señores, acompañen a estos caballeros hasta sus nuevas dependencias y aseguren los anclajes de esta chatarra, la remolcaremos hasta Puerto Príncipe. - Concluyó la sargento antes de dar media vuelta, para regresar con paso firme al destructor.

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07/03/2013, 18:59
Angela Gabriella Della Nocte

Tenía razón desde el principio, pero esta vez no sentí esa satisfacción que surge de poder recordarselo al resto. Y el saber que me la habían jugado, fuera quien fuese ese "amigo", no ayudaba precisamente. Sin duda era alguien que tenía mano en la universidad y con el ejercito cruzado. ¿Pero qué diablos quería?

Caminaba erguida entre dos guardias cruzados. Que me capturasen después de que mis tres guardaespaldas fallasen a todos los niveles era previsible. Que los matones que se hacían llamar a si mismos soldados me registrasen también. Así que lo asumí con toda la dignidad posible aunque haciendo ver que estaba molesta para que no sospechasen que si, seguía teniendo herramientas con las que trastear. 

Hasta que vi a Minerva siendo arrastrada. Sin su módulo de memoria. Entonces no pude evitar ponerme pálida, como quien acaba de ver un cadáver. Porque de hecho eso era precisamente lo que tenía ante mi. Minerva era su memoria, sus experiencias. Que se lo hubieran robado para... ¿¡Para hacerse con mis secretos!? Fuese quien fuese era un asesino. Verme expuesta me causaría vergüenza y problemas, pero podría seguir adelante. Pero Minerva era irreemplazable, como cualquier persona. 

Me paré en seco hiperventilando con una expresión de pánico en el rostro, para acto seguido tambalearme y caer, completamente inerte sobre la mujer que estaba dando ordenes. Por supuesto fingir desmayos era... algo que había practicado y sabía cómo hacerlo para que fuese creíble. Con suerte me llevarían a una enfermería, pero incluso si no era así, la mera inconsciencia valdría para conectarme y enviar un mensaje a casa. 

Intenté caer encima de la mujer que estaba dando ordenes, pero como la zorra que era se apartó, dejando bien claro que no había ni un ápice de humanidad en ella. Sin duda Minerva era mucho más persona. Dejé mi cuerpo muerto, ya me preocuparía luego de dónde me habían llevado. 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Nota: Se lo dije a Medu por gtalk, hago 1 aumento en la actuación. 

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10/03/2013, 04:00
Lev "Leon" Y. Korolev

Cuando el hijo de puta, con todas las letras, del jefe de esta panda de estúpidos abre fuego, me siento terriblemente tentado de aprovechar la pausa, expandir mi arco y clavarle una flecha en el pecho para dejarlo tieso de un golpe. Pero me adapto a mi papel, dejo el arco plegado y espero hasta que uno de esos canijos se me acerca, tendiéndole el arma con tranquilidad y dejando algo claro con mi tamaño que sí, entre varios podrían detenerme, pero seguro que a alguno le costaba una nariz rota o más, y que estoy avanzando con calma y no en contra de mi voluntad. Y dado que Waltz está sordo, o se lo hace, o yo qué sé qué, no es hasta ese momento en que lo traduzco.

-Da. Herrmano de tierrra también es guarrdaespaldas, sí. Leo y Waltz, dice lamenta las herridas inflingidas pero trrabajo es trrabajo. -Digo en su idioma, que cada vez me da más ganas de escupir. Pero hay que mantener la fachada tranquila y grande, no la despiadada y arrasadora. -Vaya lío -le digo a Waltz-, nosotros protegemos al profesor. No a la nave. -Oye, la ventaja de hablar un idioma inóspito aparece cuando solo nosotros lo entendemos. Y si hay alguien más, Waltz ha sido un bocazas, pero yo he dicho lo mínimo y no creo haber soltado nada revelador. Tampoco puede haber tanto revelador en diez palabras, ¿no? Así que me dejo guiar con el resto de gente, tratando de mantener un ojo todo el rato en el profesor y dejando que se note que no me agrada que me separen de él demasiado, aunque sin causar alboroto alguno.

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11/03/2013, 21:07
Director

 

Fin del Acto 1.0

Notas de juego

Continuará... a un click de distáncia