Partida Rol por web

Viaje al corazón de la Hydra

Acto 2.0

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09/05/2013, 10:27
Pierre Labit

[Celda de confinamiento, Modulo 2]

Parpadeé varias veces mirando la Niña entre mis manos. Noté un escalofrío. Aquello no... no podía ser verdad. Me di cuenta tarde de que llevaba varios segundos conteniendo la respiración. No me lo podía creer. Deslicé el anillo en el bolsillo del pantalón, asegurándome de que no tuviese agujeros. Entonces corrí hasta la puerta, abriéndome paso a empellones contra quien o que hubiese en mi camino y miré entre los barrotes. Quería ver la cara de Aurora antes de que se la llevasen. Quería agradecerle en silencio aquel último gesto de una condenada.

Pero sobre todo quería fijarme en la cara de aquellos guardias. Si el karma me daba la oportunidad de vengarme de aquel par de hijos de puta...

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10/05/2013, 19:33
Director

[Celda de confinamiento, Modulo 2]

Lo único que Pierre pudo ver a través de los barrotes fue a dos guardias uniformados que escoltaban a una muchacha de larga melena castaña, ataviada con ropas típicamente venectianas y que, a pesar de las circustancias caminaba erguida y en silencio con toda la dignidad que le permitían las humillantes esposas que la mantenían atada de pies y manos. 

Su mirada les siguió hasta el final del pasillo, momento en que, tras los últimos ecos de una risa cruel los carceleros la obligaron a pasar a través de una puerta de seguridad que se cerró hermética a sus espaldas.

   

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28/05/2013, 01:00
H. Deltoro

[Sala de Interrogatorios]

Angela Della Noctte Vs Investigador Deltoro

Angela: Lo que más me molestaba es que intentasen fingir “imparcialidad”. Al menos los guardias zafios y completamente maleducados no ocultaban su desprecio y odio. Les seguí con la espalda recta, con la calma de quien sabe que ya ha perdido.

Miré por un momento la muñeca que habían esposado a la mesa y de forma deliverada la coloqué encima, de forma que la camara lo captase. Supuse que en parte eso complacería a quien se había tomado las molestias de organizarlo, pero difícilmente podrían decir que me habían tratado bien.
Me tomé unos segundos en observar al hombre. Poco más que un funcionario a quien se le pedía que tomase notas y acabase con los trámites antes de condenarme. Tenía mi nombre, luego sabía quién era. O lo sabían sus jefes, no importaba. Por supuesto, el que no se hubiera notificado a mi familia, no dejado hacer una llamada, ni tuviera un abogado era una declaración de intenciones. Para ellos tenía menos derechos que cualquier ciudadano normal.

- Dado que tiene mi nombre, asumo que habrá hecho una busqueda de datos básica. - comencé con voz tranquila - Estoy matriculada en arqueología en la universidad de la Cruz con el profesor Flint. Pese a mis múltiples quejas por escrito y formales, se me obligó a tomar pasaje en el Halcón Millonario en lugar de dejarme escoger una nave más de fiar. Decían que eso habría sido - aquí esbocé una sonrisa irónica - injusto. - Había testigos de sobra de todo aquello. - De modo que subí a la nave como pasajera acompañada de cuatro personas además del profesor Flint. Mi asistente personale Minerva, dos guardaespaldas a mi servicio, Siegfried y Alpharius, y... - hice una pausa dudando de cómo catalogar a Meyer - otro impuesto por mi padre, pero que ni tan siquiera esta al servicio de mi familia. No realmente.

Sostuve la mirada de Deltoro. Considerando que él o su jefe debían haber visto la memoria de Minerva, todo eso ya lo sabían. Y la idea de que me  hubieran visto bañadome no era agradable. Como tampoco lo era todo lo demás.

- Nada más entrar a la nave, mis sospechas sobre su escasa fiabilidad se conformaron. Ninguno de los tres tripulantes parecía de fiar y mostraban una nula profesionalidad. - Aquí le enumeré uno por uno los nombres y lo que sabía de ello - Alguno de los otros pasajeros no era mejor. De hecho, poco antes de la entrada la zona negativa, Johny se marchó con Drake hacia la zona de la tripulación. Dudo que le interese, pero hay imagenes y grabaciones de ello. - Esto lo dije para que quedase claro que eran ellos quienes se estaban saltando la ley y, por supuesto, no estaban investigando. - Al resto nos recluyeron en la zona de pasajeros que carecía de... instalaciones básicas. Posteriormente, nada más salir de la zona negativa la nave sufrió un impacto. Acudí junto con Minerva, Alkaid y Alpharius a la cápsula de emergencia, pero Drake se nos había anticipado y no había más. De modo que no me quedó más remedio que ir a la sala de maquinas e intentar que la nave no explotase.

Hice una pausa para respirar y coger fuerza, después de todo ahora tocaba hablar de la última vez que había visto a Minerva. Mi mirada se ensombreció. Si, sin duda alguien debía estar disfruando con mi dolor. Alguien que me odiaba.

- En la sala de maquinas estaba trabajando el mecánico, J. B. Pero luego la capitana le llamó. Imagino que en la caja negra de la nave habrá grabaciones de todo esto. Cuando el mecánico se marchó, envié a Minerva con él - apreté los labios y le miré con dureza - Pero dado que han extraído su memoria eso ya lo sabe.
Me mordí la lengua. Habría sido fácil preguntar si su parte favorita era cuando me bañaban de bebe o si le gustaba más con trece años. Pero eso sería perder el control, el escaso que me quedaba. Y no lo haría.

- De modo que me dejaron sola, con la temperatura de los motores subiendo y la energía fallando. Hice lo que pude por mantener el soporte vital.  - claro que en retrospectiva me arrepentía de ello. Mucho. El tal JB y el resto de su tripulación merecían haber muerto. Esperaba que hubieran muerto. O que sufrieran lo indecible. - Después llegaron los soldados y me detuvieron. Considerando que no me resistí y que no iba armada, también diría que el trato recibido fue completamente fuera de lugar. Pero, de nuevo, eso tmbién lo sabe. De modo que, ¿me dirá por qué estoy realmente aquí? ¿O se limitará a leerme la excusa formal? Si es lo segundo, tengo entendido que se suele hacer durante la detención, pero nadie tuvo dicha cortesía conmigo.

Concluí con calma y sin dejar de mirarle. Ambos sabíamos que no se me había garantizado ni tan siquiera los derechos básicos y que me condenarían sin jucio. No tenía intención de dejar que se obviara eso en la grabación. Y no es que no fuera ya evidente por el hecho de que esperase a después de que hablase antes de decirme “los cargos”.

H. Deltoro: El hombre escuchó pacientemente el discurso de Angela sin variar un ápice su expresión de muro de ladrillos antes de sacar con gran parsimonia un puro del bolsillo de su camisa, cortarlo y encenderlo. Tan solo el sonído del crepitar de la llama parecía ser el único con agallas suficientes para romper el tenso silencio. 

- Señorita, se la acusa de contrabando, detención ilegal, resistencia armada, trafico de armas, viajar con intención de cometer un delito, trafico de personas, delito contra la salud pública y suplantación de identidad... por el momento. - Levantó la mirada de su tableta por un segundo para sonstener la de Angela con la intensidad de un taladro percutor. - Si sus dudas han sido satisfechas me gustaría seguir con las preguntas. - Comentó con total tranquilidad exalando el humo del puro como si fuera un dragón. - Para que conste en el registro, diga su nombre y apellidos alto y clarob por favor. - Pidió. - ¿Cual era el objetivo de su viaje a La Hydra con el Profesor Flint? -

Angela: Ni tan siquiera tenía la decencia de fingir que le intersaba lo que tuviera que decir. La verdad o las pruebas eran ignoradas por completo. Moví la mano libre frente a mi rostro intentando apartar el humo, otro detalle más diseñado para aumentar mi molestia y dejar claro su desprecio.

De la lista de cargos, la mayoría bien podían ser cosa de la auténtica tripulación de la nave, pero había alguno especialmente insidioso. 

- Ni mucho menos. Me gustaría saber cuál es el objeto de esto. Como ya he indicado antes, existen tan grabaciones, como cajas negras que demuestran que lo que digo es cierto. Más aún, mi identidad es fácilmente comprobable mediante pruebas de ADN. - clave mi mirada en él - Además, ya he respondido a sus dos preguntas iniciales. Incluso puede descarar el plan de estudios así como los objetivos del viaje de la propia universidad. De modo que, ¿en qué se basan todas esas acusaciones?

Me recosté en la silla y volví a intentar apartar el humo de mi. Lo que me faltaba, perder a Minerva, que me detuviesen, estar pringada de gel y encima apestar a humo. Peor, tener que aguantar aquello en una parodia de interrogatorio en la que el “investigador” no tenía ningún interés por recopilar pruebas reales.

- Y no se me ha pasado por alto su nulo interés en las grabaciones previas a la zona oscura. O la mención a ser disparados justo al salir de la zona negativa lo que, todo sea dicho, debe estar perfectamente registrado en la caja negra de la nave. De las dos naves para ser exactos. Pero no podrá decir que no “colaboro” - hice gesto de comillas - Angela Gabriella Della Nocte, en viaje de estudios para la especialización de arqueología. ¿Le interesa también el temario? - pregunté de forma retórica, era evidente que lo único que le interesaba era fingir que investigaba para poder condenarme. Pese a ello, no dejaba de preguntarme porqué y quién me odiaba de ese modo. Sin contar el porqué parecían creer que no era yo.

H. Deltoro: El hombre dió una larga calada a su puro sin apartar su mirada de halcón de Angela. - Verá señorita, el problema que tenemos aquí es lo que llamamos un ... conflicto de identidad. - Empezó con tranquilidad. - Usted afirma ser la señorita Angela Gabriella Della Nocte, sin embargo, el señor Della Noctte, su padre, las autoridades solenitas y mis propias fuentes, afirman que usted se encuentra en este mismo instante de vacaciones en un carísimo Spa en Versalles. - Explicó pacientemente. - Entenderá mi inquietud al descubrir que al mismo tiempo se encontraba a bordo de una nave de contrabando cuyo robo había sido denunciado esta misma mañana por sus legitimos dueños, de los cuales, si me permite, tiene una cantidad de información cuanto menos sospechosa, en compañía no solo de multiples individuos de dudosa reputación e intenciones manifiestamente hostiles a la autoridad si no también de un valioso activo, el profesor Errol Flint, quien no se presentó en el Bon Vivant, el crucero que la universidad de Dogma había reservado por él, efectivamente con motivo de un viaje de estudios. - Hizo una pequeña pausa.- Eso sin mencionar la conveniente desaparición de todos los registros de la nave, incluída la memoria del supuesto androide, del que la señorita Della Noctte nunca se separaría, según tengo entendido. - Llegados a este punto, el investigador hizo una pausa para entrelazar sus gruesos dedos, apoyando las manos sobre la mesa.

- Dado que no existe ninguna base de datos con el ADN de cada criatura que puebla la galaxia, nos vemos limitados a las oportunidades que en este aspecto pueden darnos los reflejos de la matriz, como sin duda ya sabrá. Sin embargo, llegados a este punto nos topamos con otro enigma, pues al parecer, la señorita Della Noctte o bien es uno de esos raros individuos sin reflejo en la vasta red o bien alguien se ha tomado muchas molestias para borrar su rastro, cosa harto conveniente en un caso de suplantación de identidad.  - Endureció aun más su mirada. - Aún siendo un delito penado, sabemos que hay ciertos individuos con capacidades ... “especiales” capaces de lograr tales hazañas así que ya que menciona las pruebas forenses señorita, ¿seria tan amable de prestarse a un analisis sanguineo?. -

Angela: De modo todo había sido organizado por alguien con muchos recursos. Imaginé que tal vez hubieran planificado también algún modo de hacerme desaparecer físicamente o ejecutarme porque, incluso si habían engañado temporalmente a mi padre, llegaría un momento en que se viera cara a cara con la impostora. Más aún, existía la posibilidad de que el supuesto mensaje de mi padre no fuera real.

- Un análisis de sangre no es necesario para comparar el ADN y, si alguien ha borrado los datos sobre mi, pueden compararlo con el de mi madre, mi padre y mis seis hermanas. - dije con calma - Dudo mucho que hayan borrado todo. Quiero hacer notar que si todas esas confirmaciones son mediante la red, son tan fiables como los datos que han borrado. Me temo que si realmente - hice una brevísima pausa porque tenía mis dudas - quiere saber la verdad, sólo podrá conseguirlo en persona. Digame algo, Minerva venía conmigo, porque efectivamente, no me separo de ella. Y sin embargo, la supuesta persona que esta en un spa en Versalles, no ha denunciado, ni está personandose aquí para recogerla. Tampoco me resistí a la detención pero afirman que así fué.

Clavé mi mirada en él, aunque ya sabía que le importaba bien poco lo que tuviera que decir.

- ¿Quiere hablar de conveniencia? Es realmente conveniente que ignore que yo si tengo grabaciones de al menos un miembro de la tripulación real. O que la propia coja negra del capitán Cortez confirmaría el disparo nada más salir de la zona negativa. ¿También se ha borrado eso? Al menos tenga la honestidad de admitir que lo único que buscan es condenarme y sin una sola prueba real. En su versión hay muchas más cosas que no se sostienen y que requieren ignorar evidencias. Insisto, tengo una grabación de dentro de la nave en la que aparece uno de los dueños. Si la hora de la denuncia es anterior a la de la grabación, ¿no le resultaría sospechoso? - pregunté con cierto tono irónico - Pero claro, ya ha dejado claro que no le interesan las pruebas. - concluí.

H.Deltoro: El investigador escuchó su perorata con rostro inexpresivo antes de pegar otra larga calada a su puro.

- No se si ese rollo de niña malcriada le funciona de donde viene, señorita- empezó,- pero, si me permite un consejo, si yo estubiera en su situación no me esforzaría tanto- se las arregló para dar un enfasis especial a la palabra tanto,- para encontrar nuevos enemigos y sumarlos a los que ya tiene... que no parecen pocos.

- Ahora bien. Si pretende que llame al Juez Olivares, que también resulta ser el Padre Olivares, para interrumpir su misa del domingo y solicitar una orden para obtener muestras de ADN de una poderosa família noble de otro sistema, tiene que darme algo más que su palabra para trabajar- explicó.- No tenga ninguna duda que se investigarán todas las pruebas que pueda aportar, pero le diré lo que parece esto. Parece que usted intenta desviar la atención de forma desesperadamente hacía temas no relacionado, cómo el Capitán Cortez cumpliendo perfectamente el protoclo al enfrentarse con fuerza proprcionada a una nave extranjera que irrumpe ilegalmente sin responder a la radio, o al hecho de que le acompañara un robot de la misma serie que el que acompaña a la señorita Della Nocte. Alguién ha borrado esos datos, alguién con capacidad para manipular datos en la matriz a conveniencia, alguién que se ha molestado mucho para que todo esto ocurriera en un momento en el que la verdadera señorita Della Nocte estubiera ilocalizable, justo un día después de que terminara sus estudios y estubiera de vacaciones en un lugar inaccesible para nosotros- expuso.- Son un montón de casualidades harto sospechosas, señorita, y me temo que su palabra no basta para convencerme de que se trata de un enorme y fortuito malentendido. Así que o cambia su actitud y me da algo en que trabajar...- propuso, con un tono de lo más sugerente,- o puedo llamar al Juez Olivares y pedirle una orden para conseguir esa muestra de sangre- terminó con tono tajante.

- Estaban llevando al Profesor Flint a alguna parte. No se presentó a su vuelo en el Bon Vivant, un crucero de lujo, y apareció viajando en chatarra voladora en compañía de criminales y mercenarios. ¿Pretende hacerme creer que usted, suponiendo que dice la verdad, la única alumna con autorización para ese viaje de una clase de más de cien, no sabía nada de todo esto? ¿Que las pruebas y registros tanto del robot cómo de la nave desaparecieron por arte de magia? ¿Que sabía Flint? ¿Que busca todo el mundo?- preguntó, mirando a Angela tan intesamente que empezó a dolerle la nuca.

Angela: Me relajé ligeramente cuando admitió que tenía enemigos. Claro que el asunto del juez que también era cura, sonaba a amenaza. Otra vez. Con todo prefería que hablase con claridad. Volvía a acusarme de llevar al profesor Flint a donde fuera, pero cualquiera que hablase con él cinco minutos sabía que lo único que había en la cabeza de ese hombre eran las ruinas. Así que el asunto de Bon Vivant, lejos de las ruinas, a un crucero de lujo, no era ni remotamente posible.

- Deje que le muestre unos videos - contesté - Tal vez me entienda mejor entonces.

Despacio, con la mano libre saqué el móvil, bueno, uno de los dos, porque era de esas cosas que llevabas de repuesto. Después le mostré por un momento la hora y fecha de grabación. El video mostró al asqueroso y grasiento Johnny magreando a Drake. Luego le mostré otro video, este con la clase del profesor.

- En respuesta a sus preguntas, no he terminado los estudios, por eso dispongo del temario de arqueología en el móvil. Dicho temario fue facilitado por el propio profesor, en caso de que le interese. Previamente sólo conocía a cuatro de los pasajeros, uno de ellos el profesor. Siegfried y Alpharius son mis guardaespaldas. A Meyer me lo impuso mi padre, pero tampoco trabaja para él. Al resto, les conocí allí. - hice un pausa, para recordar la siguiente pregunta - Las otras pruebas de la nave no han desaparecido por arte de magia, acabo de mostrarle un video con dos personas que estaban allí, no han podido detener y que seguro que preferirían que no se supiera de su presencia. Respecto a lo que sabe el profesor, - me encogí de hombros - creo que ha quedado claro que quería investigar las ruinas de los Eones y la conexión que hay entre ellas. - hice otra pausa, recordando - Me pidió que aprendiera el lenguaje de los Shi, como trabajo del curso. - esbocé una sonrisa ligeramente irónica - No puede decirse que sus clases sean fáciles. - sostuve su mirada y finalmente me decidí a preguntar -  ¿A quién se refiere con todo el mundo?

H.Deltoro: El investigador la observó en un incómodo y largo silencio que cayó sobre la conversación como una losa.

- Señorita,- aclaró con paciéncia.- Aquí las preguntas las hago yo. No obstante, cuando digo todo el mundo me refiero a todo el mundo- dijo, encargandose de subrayar las últimas palabras.

- Retomando el asunto que nos ocupa. Hablemos del señor Meyer Adam- prosiguió, antes de dar otra larga calada a su puro,- Si no trabaja para usted, ni tampoco para su família, entonces... ¿Para quien trabaja el señor Adam y que hacía en esa nave?

- Respecto a las “pruebas”- indicó con unas claras comillas- que aporta desde su telefono movil, nos encargaremos de verificar su autenticidad, aunque ya le adelanto, que tratandose de una conocida transhumana del Consorcio de Comercio, las pruebas y testigos obtenidos a su alrededor, deben ser tomadas con mucha precaución- indicó.- Por desgracia uno no puede fiarse sólo de sus ojos y oídos cuando trata con los Shide.

- Dicho esto, y en aras de que avance la investigación,- siguió Deltoro.- Partamos de su declaración como base y supongamos que todo esto no es más que una rocambolesca conspiración para hacer que tanto usted, una ciudadana de clase alta de Venecti que acaba de terminar sus estudios e irse de vacaciones, como el profesor Flint, que tenía otro transporte mucho más coherente con su posición contratado al que no se presentó, comparteran pasaje con multitud de personajes de dudosa reputación, algunos de los cuales admite haber contratado bajo sus ordenes, y que se dirigían en un transporte, desconocido por la universidad y robado a unos contrabandistas, hacia la Perla para realizar un proyecto de ámbito cultural. Reconocerá que, en este escenario, si todo esto es cierto y es usted inocente, no debería tener ningún problema en colaborar con las autoridades para zanjar esto lo más rápidamente posible y que podamos investigar a los verdaderos responsables. Sería la primera interesada en este supesto, ¿verdad?- inquirió mientras sacudía el puro sobre un cenicero que se abrió en una esquina de la mesa, y que desapareció al momento que Deltoro apartó el puro de él.- Entonces, señorita Della Noctte, no entiendo su reticencia a un simple análisis de sangre que demostraría su buena fe y la exculparía en cuanto comprobáramos que es quien dice ser, una inocente estudiante universitaria.  Esto podría estar resuelto en cuestión de horas si usted quisiera, vamos.- terminó esperando una respuesta que se prolongó en el silencio durante varios minutos.

Visto el panorama el hombre terminó negando con la cabeza con expresión cansada antes de levantarse de la silla. - Está bien, es su decisión... - Añadió despacio, sin quitarle ojo de encima, como si aún esperara que la chica dijese algo más. - Sepa que este es un caso que despierta poderosos intereses, sin nada que arroje algo de luz a su pobre coartada no podré hacer nada frente al ejercito por su custodia. - Ahora sí parecía que había terminado, y como si de repente hubiera envejecido veinte años más, salió de la sala cerrando la puerta tras de sí.

Master: Durante unos minutos Angela permaneció sola, esposada a su silla y en compañía de las elucubraciones que empezaban a abrirse paso entre la materia gris de su cerebro.

En un solo día había perdido el apoyo incondicional de Minerva y había ganado una larga lista de cargos en mitad de un complot sin sentido, en compañía de Meyer, un seguro traidor y otros tantos en los que por un segundo se le pudo haber pasado por la cabeza confiar. Y todo por culpa del condenado del profesor Flint, que ni siquiera era consciente del montón de estiercol en el que se sentaba para beber el té.

- Andando, sus aposentos la esperan majestad...- La desagradable entonación del mismo guardia que la había custodiado hasta el cubículo de Deltoro la sacó de su ensimismamiento, sin embargo, antes de que pudiera protestar ya la había obligado a levantarse de malas maneras y la guiaba nuevamente a empujones por un pasillo tan mugriento como el anterior hacia lo que parecía ser otro modulo de la comisaría.

Tras recorrer varios corredores llegaron a una nueva celda en la que, literalmente la dejaron caer no sin otra sarta de sandeces a modo de despedida.

Por suerte o por desgracia, aquel agujero estaba lleno de caras conocidas, algunas a las que no tenía ningunas ganas de volver a ver, pero estaba visto que el karma hoy no estaba precisamente de su lado ... ¿o sí? ¿que hacia aquí ese chapero con ínfulas de Pierre Labit?, ¿y qué había sido del profesor Flint?

 

Notas de juego

Lo cuelgo tal y como lo dejamos, solo he añadido el final para que no quede tan raro, esque ya hemos frenado mucho la cosa ;-)

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28/05/2013, 01:14
Director

[Celda de confinamiento, Modulo 2]

El tiempo pasaba de forma lenta y pesada en los calabozos del Modulo numero 2 de la comisaría de la estación espacial de Puerto Principe y sin embargo, la dramática despedida de la reclusa de la celda contigua casi se les antojaba ya una eternidad. Parecía que nada podría volver a interrumpir la deprimente quietud de la prisión pero, como suele suceder en estos casos, nada más lejos de la realidad. 

La puerta de la celda volvió a abrirse una vez más para dejar paso de un empujón a la mismísima señorita Della Nocte, que incluso bajo semejantes circustancias era capaz de mantener una dignidad inusitada. 

- No te pongas demasiado cómoda encanto, volveremos a vernos...- Dejó caer el agente antes de largarse tras soltar una nueva y desagradable carcajada, ya conocida por todos los presentes.

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28/05/2013, 01:33
H. Deltoro

[Sala de Interrogatorios]

Alkaid Sireem Damji Vs Investigador Deltoro

Alkaid: ¡Al fin! finalmente alguien se dignaba a entrar en la habitación. Empezaba a aburrirme, y el intentar zafarme de las esposas había tenido su gracia las tres primeras veces, pero viendo que estaban aseguradas a conciencia, había dejado de ser divertido.

En los minutos que el inspector había tardado en llegar había agotado mi repertorio de insultos, mis intentos de escape e incluso, si me apuraban un poco, las ganas de hablar, así que me quedé mirándole unos segundos mientras evaluaba la verdad en sus palabras.

Finalmente, me enderecé en la silla y carraspeé un par de veces, antes de componer una mueca lo más amistosa posible e intentar valorar bien lo que iba a decir. Intentando no dejarme llevar por el nerviosismo que, creía, había logrado mantener a ralla hasta ahora, decidí ser lo más honesta y escueta posible, sobretodo, que no pareciese que por ser quien era esperaba nada más que un trato justo. SI él no había hecho señal alguna de reconocerme, no iba a hacerla yo tampoco, sobretodo si corría el riesgo de que me explotase en plena cara.

- Mi... versión - titubeé un segundo - de los hechos, probablemente le decepcione un poco... desde luego es mucho más simple de lo que estoy segura está esperando, sobretodo tras leer ése extenso informe - señalé con la cabeza hacia la tableta electrónica, tomando aire y mojándome los labios antes de proseguir -. Pero todo se reduce a que cometimos un error de juicio bastante obvio contratando un pasaje en una cafetera ambulante, de la que desconocíamos cualquier otra función que no fuese ser una nave de pasajeros, y nos vimos traicionados y dejados a la deriva por la capitana cuando sus compatriotas nos rodearon. Personalmente, creo que todo ha sido un malentendido y los verdaderos culpables son precisamente los que faltan aquí, que ¡oh casualidad! vienen a ser la capitana y la tripulación de la susodicha... nave. -.

Vale, ya estaba dicho. Que me creyera, o no, era otra historia distinta. Sin duda debía escuchar el argumento de “soy inocente, todo ha sido una trampa para incriminarme” al menos una docena de veces al día, pero esperaba que el hecho de que todos hubiésemos dicho más o menos lo mismo sirviese como prueba... si es que los demás se habían atenido a la verdad simple y concisa y no habían liado las cosas.

H. Deltoro: El investigador se tomó su tiempo para observar a Alkaid con aire inquisitivo, como si tratara de sopesar la veracidad de sus palabras. Después y durante unos silenciosos segundos que calleron como una pesada losa sobre la habitación, se sacó un puro del bolsillo de su camisa y se llevó a la boca para encenderlo con gran parsimonia.

Una vez hecho, asintió con tranquilidad. - Eso es lo que dice aquí. -Corroboró. - Sin embargo, solo para que conste, me gustaría confirmar algunos datos más. - Siguió taciturno pasando un dedo por la pantalla táctil de la tableta, como si pasara una página. - En este informe se le ha identificado como la señorita Alkaid Sireen Damji, natural del sistema Beta Arae. Hija de Ibn Ben Rashid Ras Al-Hannut, uno de los principes del Califato de las tres Lunas. - llegados a este punto hizo una pequeña pausa para clavar sus ojos de halcón en la mirada de la chica. - ¿es eso cierto?-

Alkaid: Sin poder evitarlo, suspiré pesadamente mientras me hundía un poco en la silla, casi como si me desinflara, antes de mirarle fijamente.

Al principio había pensado que sabía quien era pero había decidido no dispensarme ningún tipo de trato de favor y ser lo más imparcial posible. Ahora estaba dudándolo. Tal vez es que directamente no se había creído que alguien como yo estuviese metida en éste follón y hubiese acabado pudriéndome en la celda de su prisión. Tal vez fuese el caso contrario y precisamente se lo esperase porque pensase que era una niña de papá.

Fuese de la manera que fuese, me había quedado mirándole fijamente más de lo que se consideraba correcto entre personas educadas , y estaba visto que esperaba una respuesta, así que, decidiendo que no tenía sentido ocultarlo, decidí confirmárselo.

- Fuera de la familia se me conoce como Alkaid, pero sí, la información que posee es cierta, ése es mi nombre y ése es mi padre... - dije en un tono completamente llano, antes de musitar sarcásticamente - Sin duda estará encantado cuando le lleguen las noticias... -.

H.Deltoro: - El caso es...- empezó el policía,- que encantado tal vez no sea la palabra...- le explicó.- El Príncipe Al-Hannut, que lamento si es ofensivo pero por el bien de mi cordura será llamado así en este interrogatorio, afirma que su única y amada hija se encuentra con él en una recepción en la embajada Solenita en Nueva Meca. Cosa que confirman las principales agéncias de noticias- añadió, enseñandole su tableta dónde, en efecto, figuraba una foto de ella misma con su padre recibiendo al embajador Solenita, un tipo estirado y pedante, por lo que recordaba, en lo que parecía un hotel de lujo en el que no recordaba haber estado. Era una sensación extraña.

- Cómo verá, señorita,- volvió a empezar Deltoro, cargado de paciencia,- a no ser que usted goce del don de la ubiquidad, aquí hay algo que no cuadra. O bien el príncipe, la embajada Solenita, las principales agéncias de noticias y medios internacionales de la galaxia y las grabaciones mienten y usted dice la verdad...- expusó.- O bien no es quien afirma ser y me esta tomando por imbécil. ¿Y sabe qué? No me gusta que me tomen por imbécil. Así que, una vez más ¿quién es usted y cual era el proposito de esta expedición?

Alkaid: Al principio no podía creérmelo, pensaba que el tal Deltoro estaba tomándome el pelo, y sin poder evitarlo, alargué ambas manos, todavía encadenadas, para poder ver bien la tablet.

Si ésto era el concepto que tenían por aquí de broma, desde luego tendrían que mejorarlo, porque no estaba teniendo ninguna gracia.

- ¿Qué es ésto? ¿una broma? ¿así es como se entretienen por aquí? porque no tiene gracia. - dije alternando la mirada entre la tableta y el inspector. Mirándole casi con rabia, le espeté - No tengo ni idea de lo que está hablando, pero éstas fotos tienen que estar trucadas, porque obviamente no puedo estar en dos sitios a la vez, y por si no se ha dado cuenta, no me han dejado salir de la cómoda celda donde nos tiraron hace unas horas... Y créame, si me hubieran dejado salir no habría vuelto. Deberían revisar su concepto de hospitalidad para que lo hubiese hecho. -

Mi cabeza daba vueltas y un montón de ideas y pensamientos se arremolinaban y se entremezclaban en mi mente, liándolo todo más y ninguno de ellos con sentido. Estaba claro que en todo éste asunto había gato encerrado, pero no podía permitirme creerle, porque éso sólo me sugería una miríada de preguntas para las que no tenía respuesta. Y tampoco sabía si quería tenerla.

Durante los siguientes minutos me quedé en silencio, con la vista clavada en la tableta, mientras me mordía el interior del moflete para no seguir gritando al inspector de pacotilla que intentaba tomarme el pelo, sin prestar atención a nada más.

H.Deltoro: El inspector permaneció impasible ante su exabruto cómo un muro de ladrillo, luego entrecerró los ojos de forma suspicaz.

- Oh, ya entiendo- respondió.- Se trata de un gran malentendido dónde toda la galáxia esta equivocada menos usted. Vaya, mis disculpas, alteza, ahora mismo aviso a la guardia para que la lleven a sus aposentos y llamamos a su padre para decirle quién es su hija y dónde esta. ¿Desearía una tacita de té?- preguntó, dejando un siléncio incómodo en la habitación que Alkaid no supo como llenar.

- ¡Maldita sea!- exclamó enfurecido el inspector, plantando su puño del tamaño de un jamón sobre la mesa.- ¿¡Es que hoy tengo gilipollas escrito en la cara!? ¿Es el día de hacerse pasar por noble en una cafetera voladora?- preguntó, hastiado.- Francamente, en una operación tan intrincada uno pensaría que se enfrenta a profesionales... o al menos gente con un poco más de clase y buen perder- comentó, cómo si el hecho de que Alkaid se emperrara en ser quien era fuera de lo más molesto.- El príncipe y su hija viven tranquilamente en la otra puñetera punta de la galáxia y si hay algo que tengo claro en toda esta história es que usted no es quien dice ser... Así que, para que yo pueda dormir tranquilo y usted no termine pudriéndose en una celda de Inferno el resto de su vida, volvamos a empezar: ¿Quién es usted y cual era el objeto de ese viaje?

El cerebro de Alkaid funcionaba a mil revoluciones por minuto mientras repasaba toda su vida en busca de una pista. Cualquier cosa, algo que le indicara que estaba pasando. Y entonces se acordó Nasiq, el amable pintor. Él parecía convencido de que se conocían, pero ella no recordaba haberle visto nunca antes de su estáncia en esa horrible celda. ¿Que significaba aquello?

Alkaid: No había estado prestándole atención y el súbito movimiento y golpe me sorprendieron, haciéndome saltar ligeramente en la silla. Mirándole por unos segundos, a medias entre asustada, desconcertada y fastidiada, era incapaz de articular palabra, mientras volvía los ojos de nuevo a la tableta y las imágenes que mostraba.

Y entonces lo oí. “¿Es el día de hacerse pasar por noble en una cafetera voladora?”. Y tan pronto como había dejado de prestarle atención, intenté enfocarme de nuevo en lo que me estaba diciendo. Si no estaba equivocada, éso significaría que otra persona, de mi misma condición estaba en las mismas circunstancias, y entre los que habíamos viajado juntos sólo había alguien más, que yo supiera, que cumpliera ésa condición. Lo que significaba que a Angela le habrían enseñado unas imágenes similares al ver que había esgrimido argumentos similares a los míos.

Pero no tenía sentido. Al principio había pensado que Nasiq se equivocaba, o incluso que nuestro encuentro había sido tan breve que yo no lo recordaba, pero por lo visto yo no era la única que estaba en la misma situación, y apostaba que si lo comprobaban, también el resto de pasajeros resultarían tener un doble misterioso. Porque estaba segura de que era éso.
De alguna manera, alguien, aunque no acertaba a adivinar quién ni por qué, había decidido suplantarnos. Debía haber hecho clones que tomasen nuestro lugar, y luego... pero había sido nuestra decisión abordar el Halcón, ¿no? nadie nos había obligado. ¿O nos habrían drogado y habíamos sido víctimas de algún tipo de sugestión mental?

Mi cabeza daba vueltas sin parar, tantas posibilidades y tantas opciones, tantas preguntas sin respuesta. Sabía quién era yo. Tenía mis recuerdos, no podían haberlos suplantado, pero ¿cómo habían logrado suplantarme junto a papá? ¿cómo habían podido hacerlo entre la familia? ¿entre mis hermanos? ¿Nura? estaba segura que si bien podían haber burlado a todos, incluso aunque fuera algo improbable, hasta a papá, no podrían haber burlado a mi propia aya. Ella me había criado, me conocía mejor que nadie...

Nada tenía sentido, y una idea horrible se abrió paso en mi mente como si fuese un tsunami, apartando por completotodos los demás pensamientos, haciéndolos palidecer en una esquina: Si habían logrado burlarles a todos, éso sólo podía significar una cosa, y era que precisamente no lo habían hecho. Pero entonces, ¿éso significaba que yo no era real?

De repente, miré mis manos, antes de arrastrar la silla hacia atrás, sin prestar atención a nada más que no fuesen mis manos mientras me tocaba las rodillas y acto seguido las acercaba a mi cara. No era posible, yo era real. No podía ser un clon, ni un androide. Era una persona, y recordaba con exactitud todos y cada uno de los episodios de mi vida. Estaba segura de que si me esforzaba, incluso podría vislumbrar los recuerdos borrosos de mi infancia, o incluso los de mi enfermedad.

Con una expresión asustada pero determinada al mismo tiempo, miré al detective de nuevo, carraspeando antes de hablar, porque sentía la garganta seca, casi como si hubiera estado gritando durante horas.

- Ya le he dicho quién soy, soy Alkaid Sireen Damji. Soy la quinta hija del Príncipe Ibn Ben Rashid Ras Al-Hannut y he vivido toda mi vida en el Califato de las Tres Lunas... si viajaba en ésa cafetera ambulante era como motivo de estudio. Junto a mis compañeros, nos dirigíamos hacia La Perla, a investigar unas ruinas. - y como si hubiese tenido que hacer un esfuerzo titánico para decir éstas palabras, me callé, incapaz de decir nada más.

H. Deltoro: El hombre entrecerró los ojos peligrosamente. - Señorita … Damji. - Empezó con inquietante tranquilidad. - Me parece que no ha entendido la gravedad de su situación. - Hizo una pequeña pausa. - Se enfrenta a una condena por delito de contrabando, detención ilegal, resistencia armada, trafico de armas, viajar con intención de cometer un delito, trafico de personas, delito contra la salud pública y suplantación de identidad... Permitame informarle de que esta serie de cargos serían suficientes para mantenerla a la calurosa sombra de las minas de Inferno de por vida, así que por su bien: no insista en cabrearme. - Dejó que sus palabras calaran mientras exhalaba el pestilente y negro humo del puro.

- ¿De verdad intenta hacerme creer que la hija de un principe del Califato viajaba en esa cafetera ambulante, acompañada de reconocidos mercenarios y contrabandistas con el objeto de un viaje de estudios, especialmente cuando la prensa internacional y su propio padre afirman que se encuentra en la otra punta de la galaxia?. -Terminó negando con la cabeza hastiado. - Es su última oportunidad, hagase un favor y esfuercese un poco más señorita Damji. -

Alkaid: ¿Pero qué se pensaba? ¿que consideraba todo ésto un chiste? no era él quien se encontraba en una cárcel húmeda y mugriente, sino ella. No era él el que se había encontrado en medio de un asalto rocambolesco que alguien había planeado para librarse de ellos mientras robaban su vida. No, claro que no. Y a pesar de todo, ¡el tal Deltoro todavía se pensaba que se tomaba toda ésta situacción a guasa! ¿Y qué era aquello de tráfico de armas? ¿tráfico de personas? no sabía dónde estarían ahora mismo la capitana del Halcón y su tripulación, pero esperaba que hubiesen explotado en sus malditas cápsulas de salvamento, porque si lograba salir de ésta y seguían vivos, iba a pasarme el tiempo que me quedase haciendo que se arrepintieran de habernos traicionado.

Suprimiendo a duras penas un grito de frustración, y con la súbita convicción de que si no defendía mi identidad no lo haría nadie por mí, me tragué todas las dudas mientras decía - ¡¡Sé perfectamente que estamos metidos en un lío!! ¡maldita sea! ¡¡pero le estoy diciendo la verdad!! no tengo la más mínima idea de quién ha planeado ésto, ¡pero le puedo asegurar que no tengo nada que ver en ello! no sé quién es la impostora que sale en ésas fotos junto a mi padre, pero es ella a la que deberían acusar, no a mí... -.

Podía ver en su cara que no me creía, y que todavía esperaba que confesase a todos ésos cargos, como si realmente fuese culpable de ellos, ¡pero no iba a hacerlo! ¡sólo faltaba!
No había hecho nada de éso, pasase lo que pasase, y no iban a conseguir que confesase por mucho que intentasen tirarme encima. Incluso a pesar del miedo, de la incertidumbre y de todos los funestos pensamientos que se me estaban ocurriendo, a cada uno peor que el anterior.

Al cabo de un par de minutos de silencio, mientras apretaba los puños y los dientes intentando evitar que las lágrimas que notaba en el borde de los ojos cayesen, tomé aire antes de volver a hablar:

- Mire, sé que no tiene por qué creérme, pero le juro que le estoy diciendo la verdad. No sé quién ha planeado ésto, no sé con qué fin y no sé qué narices llevaban en la cochambrosa nave en la que viajábamos, pensaba que era únicamente un transporte de pasajeros, no tenía ni idea de que transportasen otra cosa, y como ya le he dicho, junto a Angela, el Profesor y sus tres acompañantes, nos dirigíamos a La Perla. No sé nada del resto de pasajeros, no los conozco y no sé sus motivos del viaje, ¡si es que ni siquiera les entiendo cuando hablan! - dije finalmente, soltando las últimas palabras casi enfadada, ya sin fuerzas para seguir negando unas acusaciones absurdas, incluso aunque mi futuro ahora mismo no augurase nada bueno.

H.Deltoro: El investigador resopló cómo el animal que le daba nombre ante el estallido de frustración de Alkaid.

- Bien, es evidente que no va a cambiar su declaración por mucho que esta contradiga a las pruebas manifiestamente, así que lo mejor será que descanse un tiempo en la celda, hasta que se aclare las ideas. Seguiremos con esto más tarde- comentó mientras se pasaba una mano por su escaso pelo-, pero recuerde que esta es una investigación de interés real, si nuestro trabajo no da frutos, no podré impedir que el ejército recupere su custodia.- Terminó, antes de recojer su tableta, levantarse, y salir con paso cansado de la sala de interrogatorios.

Master: Pasaron unos minutos, o tal vez más, uno nunca sabe en uno de estos sitios, hasta que entrará otra persona. Era uno de los guardias que le había llevado de un lado para otro, el desagradable.

- Salam alaikum, sayyidtak- le dijo, en un perfecto lunar. El hombre se movía diferente, con movimientos precisos y calculados, casi felinos, en contraposición a los andares bravucones que recordaba Alkaid. Además, sus ojos mostraban ahora un escabroso toque implacable y una profundidad antigua e implacable. Ella lo sabía bien, Afsâna, su nodriza y niñera, era una esclava de las lunas de Talab y conocía bien el arte de leer los ojos.

- Sufuciente indulgéncia, suficiente indisciplina- declaró, simplemente.- Ha llegado la hora de que cumplas la misión para la que fuiste creada. Tu deber te espera, te unirás a las filas de los inmortales- sentenció, mientras le quitaba las esposas y, con una mano de hierro, la agarraba del brazo y se la llevaba pasillo abajo antes de que pudiera balbucear nada.

Tras recorrer el largo pasillo de lo que parecía un nuevo modulo, el extraño guardia y su compañero volvieron a encerrarla en lo que, en palabras de Deltoro, serían sus nuevas dependencias. En el lado positivo, estaba de vuelta con sus viejos compañeros a excepción de... Un momento, ¿Donde diablos estaba el Profesor Flint?, ¿y quien era el rubiales que les acompañaba?

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28/05/2013, 01:41
Director

[Celda de confinamiento, modulo 2]

La llegada a la celda de confinamiento del Modulo 2 de Alkaid, una media hora aproximadamente después de la de Angela, fue extrañamente dentro del escrupuloso orden reglamentario.

Los dos guardas la acompañaron en silencio, uno de ellos la quitó las esposas y con la ayuda del carcelero la encerraron junto a sus viejos compañeros. Nada de comentarios hirientes, ni desagradables gestos, ni risas, ni una sola. Era como si, bueno, como si fuera una persona completamente distinta.

Tal y como vinieron, los dos guardias se largaron en silencio hasta perderse de vista al fondo del corredor.

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28/05/2013, 02:07
Señor Smith

[celda de confinamiento, modulo 1]

Alandrian & Señor Smith.

Señor Smith: El viejo tullido se acercó hasta el banco de Alan con paso renqueante y una sonrisilla desagradable en su boca mellada y como si tal cosa, tomó asiento sujetandose la prótesis de su pierna entre sospechosos chirridos y "cracks".
Después se tomó unos minutos para estudiarlo con el descaro propio de los viejos.

- No tienes ni idea de que va todo esto... ¿verdad, hijo?. -Comentó antes de cargar y escupir un nuevo esputo que parecía físicamente imposible que hubiera salido de un cuello de pollo tan enclenque. Lo más escalofriante es que por un segundo, Alan podría haber jurado que aquella cosa tenia ... ¿intención de echar a andar?. Puaj...

Alan: Miré al viejo mientras se acercaba a mí con curiosidad y parte de asco, no porque fuera viejo, sino porque no era una tía buena. Así de sencillo.

-¿A caso tengo aspecto de saber que cojones hago aquí? -dije al viejo mientras miraba esa cosa que había salido de su garganta- Ellos me abordaron, y yo les di una buena a unos cuantos, aunque esa tipa que los dirigía -esbocé una sonrisa- madre mía.

Señor Smith: El viejo dejó escapar una sibilante risita maliciosa. - Ni siquiera parece que supieras porqué os abordaron y apuesto a que tus... -hizo una pequeña pausa, como si tratara de buscar la palabra adecuada. -amigos...-soniró con esa sonrisa suya llena de agujeros -tampoco se han molestado en decirtelo, o mejor, agradecerte que les... defendieras. -terminó antes de sí, volver a apuntar y escupir.

Alan: No les defendía, es solo que si hay pelea yo me meto de cabeza -dije al hombre sonriendo igualmente, pero mostrando que tenía todos los dientes- además, nunca sabré el motivo, solo lo que me digan unos o la versión que cuenten otros, y yo me quedaré con la que más me guste. Sencillo.

Señor Smith: El viejo asintió en señal de comprensión.

- Se lo que quieres decir, hijo,- le apoyó el viejo,- de todos modos ninguno de estos mequetrefes daría ni medio penique por tu pellejo...- aseguró.

- En cambio...- siguió en tono conspiranoico y bajando la voz,- conozco a un tipo que conoce a un tipo... que conoce otro tipo... bueno, el caso es que te puedo prometer todas las peleas que quieras. Es más, peleas, fiesta y mujeres- le aseguró, con un expresivo gesto de la mano,- las que quieras... ¿Has pensado alguna vez en dedicarte a la piratería?- preguntó, cual orientador laboral.

Alan: Miré al viejo mientras hablaba y no pude evitar sonreir- Vamos, ¿me propones ser pirata estando en una cárcel y tu pareciendo ser o un prisionero o alguien que trabaja para la prisión? -le pregunté con los ojos abiertos- Como puedes pensar, parece una trampa para que me caiga otro cargo, aunque tenga muy buena pinta -dije con una sonrisilla. La piratería. Beber, pelear y mujeres... tenía muy buena pinta, pero era demasiado bueno.

Señor Smith: El viejo estalló en un repentino ataque de risa y tos que casi le hace caer del banco. - ¿yo? ¿trabajar en la prisión? - tuvo que secarse una lagrimita amarillenta del ojo digamos, menos malo antes de, poco a poco, ser capaz de volver a respirar con normalidad. - Como quieras hijo...- Repuso tomandose la libertad de darle unas palmaditas condescendientes en el hombro. - pero tienes madera, oh sí, habrías encajado de maravilla en la tripulación de Malamadre...- Terminó con la mayor tranquilidad del mundo, dejando con total impunidad que aquel nombre calara en sus huesos.

Y lo haría, claro que lo haría. No había un solo alma en la galaxia que no conociera el nombre de Malamadre, un nombre cuya sola mención ya evocaba a las mismísimas llamas del infierno y nunca mejor dicho, pues el sanguinario pirata aun ostentaba el título de ser el único recluso fugado de la propia Inferno.

Las malas lenguas cuentan que es hijo de una bruja y un perro salvaje y que ha hecho un trato con la mismísima muerte. Ahora él y su tripulación de amotinados habían irrumpido en la galaxia como un elefante enloquecido en una cacharrería, es decir, era algo grande, imparable y absolutamente destructivo. Saqueaban impunes y sembraban el caos ahí por donde pasaban. No había fuerza militar capaz de detener su terrorífica senda, la cual ganaba adeptos a cada minuto que pasaba, sobretodo entre los presos de las diferentes cárceles de la Unión. Su estandarte era la sangrienta bandera de la libertad...

Alan: Malamadre, ¿eh? -dije mientras pensaba en lo que podría sacar de ahí-  ¿y dónde está lo malo? Venga, si no es tan malo puede que al final me tengas. Además -dije mirando alrededor- seguro que encajo mejor que con el resto de estos compañeros que me han endosado, ¿no?

Señor Smith: El viejo soltó una de esas risotadas cascadas, intercalada por un repentino ataque de productiva tos que acabó en una desagradable carraspera. - Eso puedes tenerlo por seguro. - Añadió satisfecho, dándole unos golpecitos en el hombro sin perder esa sonrisa llena de agujeros.
Tras ello y ante la actitud mucho más abierta del midgardiano, el viejo tullido se inclinó un poco más, en actidud confidencial.

- La cosa va así. - Empezó echando un leve vistazo a su alrededor, comprobando que efectivamente las putas volvían a estar la mar de entretenidas, esta vez con el pintor. - Esa panda de mequetrefes y su profesor chiflado andan detrás de un objeto muy preciado para nuestro amigo Malamadre.- Hizo una pequeña pausa para asegurarse de que entendía lo que intentaba decirle. -y tú, mi querido muchacho, resulta que estás en el lugar apropiado, en el momento preciso. - Su sonrisa se ensanchó aun más, si eso era posible. - El trabajo es sencillo, solo tendrías que pegarte durante un tiempo a esos pobres diablos, ten pon seguro que Malamadre te recompensaría en unos terminos que apuesto que quedarías absolutamente satisfecho. - Concluyó con una sonrisilla sivilante y tentadora, alzando de modo sugerente las cejas, cosa que con el parche quedaba cuanto menos...raro. - Tú ya me entiendes. -

Alan: Me acerqué al anciano para contestarle también en tono confidencial- Entiendo que me estas pidiendo que haga un trabajo para alguien con la promesa de una gratificación, pero ese alguien es una persona que no tendría problemas en matar al que se la ha llevado -miré hacia donde estaban las putas y el pintor- pero ya que estoy allí, tengo mucho que ganar.

Miraba alrededor y pensaba en todas las cosas que podrían pasar mal- pero necesitaré información del objeto, no vaya a confundirme y la liemos gorda, ¿me entiendes? Además, de que no me importaría un pequeño adelanto de esa recompensa -jugar con piratas era malo, jugar con el rey de los piratas era muy malo, pero si me salía bien la partida podía tener muchas cosas a favor.

Señor Smith: El señor Smith sonrió de oreja a oreja mostrando un auténtico atlas de patología bucal en una sola tirada, antes de guiñarle el ojo con aire conspirador. Un gesto que lo hacía parecer aún más chiflado dado que era tuerto. - Sabía que no me había equivocado contigo hijo. - Añadió dándose unas palmaditas en la pierna menos mala (sí, la de la prótesis) muy jactado de sí mismo.

Tras ello, comenzó a trastear entre los engranajes del aparato hasta que por fín consiguió desmontarla. Una vez hecho, metió mano en su interior sacando dos cosas: Una era cláramente una petaca, la otra era algo plateado y tan pequeño que cabía en su huesuda mano cerrada y que aún había decidido mantener a buen recaudo.

- ¿Qué crees que hacían dos ursos, tres arios, una lunar, la finolis de venecti y el mequetrefe del profesor Flint rumbo a la Hydra? - Dejó la pregunta en el aire, con la sonrisa aún bailando en su demacrado rostro. - Hijo, existe una ciudad esmeralda al final del camino de baldosas amarillas...- explicó - o más bien una ciudad de oro... - Hizo una pequeña pausa para estudiar su reacción. -¿Has oído hablar de las Damas de la Trinidad?. -

Alan: Escuché mientras el Viejo me comenzaba a contar un cuento. Iba a bostezar, pero podría ofrecerme un trabajo entretenido o, al menos, productivo, y eso era bueno. Siempre. Y más si conseguía sacarme de aquí- No, no he oído hablar de esas Damas ni de los caminos de baldosas amarillas ni de las ciudades esmeraldas.

Señor Smith: El viejo sonrió de esa forma suya tan desagradable. - Tres anillas muchacho, tres anillas que contienen el mapa que nos conducirá a la madre de todos los tesoros: Toda una ciudad hecha de oro. - Terminó relamiendose solo de pensarlo antes de retirar con un “pop” el tapón de corcho de la petaca y dar un largo trago. - Podrías comprarte todo un harén y retirarte a cuerpo de rey en las Lunas Fiji, o mejor, podrías comprarte las Lunas Fiji... - Añadió de forma tentadora, ofreciendole al tiempo la petaca. - ¿Que me dices, hijo?, ¿trato hecho? -

Alan: Cogí la petaca mientras pensaba- Retirarme en las Lunas Fiji con un harén y peleándo cuando me apeteciera -di un trago a la petaca mientras pensaba- Trato hecho -dije mientras se la devolvía.

A peor podría ir, pero al menos sería divertido.

Señor Smith: El viejo tullido ensanchó aún más la sonrisa satisfecho. - Lo único que tienes que hacer es pegarte al culo de esa panda de señoritingos y esperar tu oportunidad. - Aclaró entusiasmado. - Dejaremos que ellos hagan el trabajo por nosotros y cuando llegue el momento...- Sonrió malévolamente dándole unos golpecitos con el codo en el costado de forma cómplice, antes de enseñarle el objeto que escondía en su mano. Parecía una especie de pila de botón, aparentemente inofensiva. - Rompe esto, será la señal. - Añadió guiñandole el ojo menos malo. - Apareceremos nosotros y empezará la … fiesta. - Terminó dejando caer el transmisor en la palma de la mano de Alan para después volver a sonreir y colocarse la prótesis como si nada.

Alan: Me guardé el objeto que me dio el viejales y sonreí un poco ante los golpes en la herida, pensando en que si me daba un poco más fuerte le metería esa protesis por el culo y se la sacaría por la puta boca arrancándole los pocos dientes que le quedaban- La fiesta empezará cuando esté fuera de aquí, jefe, lo vuestro sea el after más bien -dije mientras seguía sonriendo.

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28/05/2013, 02:16
Director

[Celda de confinamiento, modulo 1]

Su conversación con el viejo había sido provechosa. Bueno, al menos lo parecía, Alan había aprendido a no fiarse de nada hasta que tubiera los créditos en la mano. Y a veces ni aun así. Pero parecía que por fin podría relajarse. Exacto, eso parecía.

De repente oyó el inconfundible sonido de un balazo no demasiado lejos, seguido de varios más, acompañados con gritos y entrechocar de espadas. No podía ser muy lejos de allí, tal vez en ese mismo bloque. Los demás ocupantes de la celda empezaron a cuchichear entre ellos, pero el viejo sólo se lo quedó mirando mientras sonreía de forma cómplice y se atornillaba la pierna falsa.

No pasó mucho tiempo hasta que un guardia con el uniforme del ejército cruzó el pasillo a la carrera para ser tiroteado por la espalda delante de su celda. Le seguían cuatro tipos con mala pinta que no tardaron en abrir la puerta ante una mínima indicación del Señor Smith.

- Bien chaval- comentó este, sacudiéndose el polvo despues de ponerse en pie con parsimonia y escupir a un lado cómo si quisiera dejar un recuerdo.- Si sigues recto hasta el módulo Dos, no tardarás en encontrar a tus "compañeros"- guiño guiño,- pégate a su culo y estate atento, volveremos a vernos.

- Vamonos hijos, la cíatica me esta matando.- añadió, para los cuatro monstrencos que habían venido buscarlo.

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29/05/2013, 19:58
Siegfried Straufenberg

[Celda de confinamiento, modulo 2]

Ahí estaba pasando el tiempo: sin intención de continuar discutiendo con el crío, sin ganas de aprender urso ni socializar con Alpharius, esperando que pasase algo que rompiera la monotonía. Si bien la paciencia nunca había sido abundante tampoco iba a valer de nada expresar frustraciones de viva voz. Enfrascado en esas reflexiones faltó tiempo para que cuando la puerta se cerró dejando a Angela, y a la otra, en la celda tuve a bien levantarme y acercarme con cierta presteza. Todavía me acordaba para quién trabajaba. Eché la mano alrededor de su espalda y la ayudé a levantarse, apartándola a uno de los bordes de la ya abarrotada celda revisando por encima que no tuviera señales de maltrato. Deltoro no parecía ese tipo de gente, pero tampoco tenía por qué ser el único interrogador que se hubiera hecho cargo de todos nosotros. -Y pobre de él si ha sido así...-pensé con cierta sorna, sospechando que mi caso no era precisamente de los más complejos.-¿Qué ha pasado?-pregunté a Angela en voz baja, manteniendo la frialdad que se esperaba de un profesional, pero algo preocupado por si había sido maltratada ya que no tenía buena cara. -Tanta charlita el puñetero crío y mírale ahí quietecito sin mover un dedo-añadí mentalmente para mi con una mirada asesina hacia Meyer, más suavizada para Alpharius, que tampoco se había acercado aún

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29/05/2013, 20:15
Alpharius Tanhausser

[Celda de confinamiento, modulo 2]

Harto de ver que los ursos no me respondían y el solenita tenía más que hacer, me limité a quedarme apoyado en la pared, pensativo. Al menos hasta que llegó Angela. Sigfried avanzó con rapidez a ayudarla, y mis ojos pasearon por los ursos en busca de algún gesto sospechoso. El grandón le había ayudado, pero oído lo oído tras el interrogatorio...

Con un suspiro y pensando mejor que, si no había visto ya ningún gesto no lo vería ahora, avancé hasta donde Straufenberg había movido a Angela, separándole del mundanal ruido presidiario. Bueno, todo lo que permitía la celda. Por el camino me encontré con la mirada inquisidora de Sigfried, que me limité a responder con un leve asentimiento. 

- ¿Os encontráis bien?- fue lo único que pregunté, con voz suave, antes de tomar asiento cerca de Angela. Corríamos el riesgo de atosigarla, pero acostumbrada a ser seguida por tres hombres a cualquier acto social, nuestra presencia sería mas agradable que ingrata.

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30/05/2013, 08:23
Alandrian

[Celda de confinamiento, Modulo 1 - Corredores hacia el Modulo 2]

Asentí al viejo y vi como esos grandullones le iban a hacer la escolta. Tenían pinta de ser duros y mi mente de gladiador solo pensaba en querer combatir contra ellos para ver si eran tan fuertes, pero en mi estado no podía hacer una puta mierda, y aún tenía que fugarme.

Así que, tranquilamente, me levanté y me dirigí a los compañeros de celda- Mariquita -dije refiriéndome al pintor- mujeres -refiriéndome a las putas- creo que querréis largaros de aquí, pero si os quedáis y decías algo sobre mí, os cazaré y os desmembraré.

Tras decir esto, salí de la celda en la dirección que el viejales me había indicado.

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03/06/2013, 23:04
Lev "Leon" Y. Korolev

[Celda de confinamiento, modulo 2]

El tiempo pasa, y al final ya se me quitan las ganas hasta de molestar a los arios charlando en urso con Waltz. Al fin y al cabo, quién sabe si nos están escuchando y traduciendo, y no me apetece en absoluto que vengan a preguntarme por esas cosas que he dicho absurdamente. Y con el tiempo, acaban trayendo incluso a las dos señoritas, Della Nocte y la otra. Y aunque la entrada de esta última es moderadamente llamativa, no hay razón alguna para hacer ningún gesto. ¿Para qué? Lo único que se puede hacer ahora es esperar, tratar de saber qué ha ocurrido con el profesor y saber si ha reventado mi historia y, por derivación, la de Waltz, o no.

Tras un rato en la misma posición, muriéndome de asco apoyado contra una pared y en el suelo, suelto un amplio bostezo mientras estiro los brazos hacia delante y me crujo los nudillos, para luego levantarme con tranquilidad. No es que quiera ir a ninguna parte, más allá de andar un par de pasos de ida y vuelta a donde estaba, pero es que detesto estar encerrado. Demonios, puede parecer lo mismo que estar en una nave, pero no tiene ni punto de comparación...

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04/06/2013, 13:32
Director

[Modulo 2]

Una nueva y violenta sacudida acompañó al enésimo estruendo de la explosión de lo que indudablemente sería un nuevo proyectil impactando en alguna parte de la ya maltrecha estación espacial.

Todo comenzó unos minutos atrás, justo tras la llegada a la celda de la muchacha Lunar. Primero se fue la luz, después, llegaron los gritos, el humo y las explosiones que amenazaban con hacer pedazos el viejo cascarón de la estación cruzada.

Cuando las tétricas luces de emergencia se encendieron, la mortecina tonalidad roja que arojaban las maltrechas bombillas iluminó un fantasmagórico pasillo totalmente desierto. Los carceleros ya no estaban, a juzgar por las órdenes que alguien no paraba de ladrar a través del sistema de megafonía, tratándose de hacerse oir por encima del ensordecedor ruido de las alarmas, todo el personal disponible debía presentarse en los hangares sin excepción. Estaban solos. 

Ni siquiera se habían molestado en abrir la puerta de la mortal ratonera que con toda probabilidad sería su ataud. Con un sonido gutural proviniente de alguna parte de las entrañas metálicas del complejo, cayeron los sistemas de ventilación. El calor empezaba a ser sofocante...

Y así, cuando todo parecía perdido, la puerta de la celda se abrió entre una densa neblina de humo, recortando la sombra de una silueta femenina contra la luz carmesí del corredor. Llevaba un rifle de asalto de la policía cruzada en una mano, y sin apartar el dedo del gatillo les tendió la otra en actitud de ayuda, como un angel salvador emergiendo de entre las llamas del mismo infierno.

- ¡Venid conmigo si quereis vivir! - Su voz sonaba cálida, aunque no como una tarde de verano, si no más bien como una lengua de fuego en el abrasador desierto de Sonora. Y mientras sus palabras hacían eco entre los corredores del modulo 2, las ordenes de los altavoces fueron sustituidas por la melodía de una canción. 

https://www.youtube.com/watch?v=Md7a9ZH1Z0M

- O bueno, podeis no hacerlo, a mí me da igual... - Añadió resueltamente encogiéndose de hombros. Una vez fuera del shock inicial, al menos Pierre fue capaz de reconocer a aquella mujer de curvas de vértigo, que tal y como había prometido, había vuelto en su busca. A decir verdad podían decirse muchas cosas de la detective Solis, pero no que no tuviera sentido de la oportunidad.

- Malamadre ha llegado antes de lo que esperaba- Aclaró sin muchos miramientos, dirigiéndose directamente hacia el solenita. - tenemos que llegar al hangar 16 antes de que también lo hagan saltar por los aires. - Terminó sin entretenerse en dar más explicaciones, dando nuevamente media vuelta dispuesta a largarse con Pierre.

Mientras tanto, Alan recorría los pasillos desiertos de cobardes mientras agradecía a los dioses por poner fin a la atronadora alarma que amenzaba con taladrarle su resacoso cerebro, cuando, de repente, reparó en la imagen de la despampanante morena de culito prieto y rifle en la mano, abriendo la puerta de una de las celdas del modulo 2...

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05/06/2013, 17:57
Angela Gabriella Della Nocte

No tenía sentido. Ninguno. Al menos con lo poco que sabía. Del Toro no había hablado con el profesor Flint, eso seguro. Y sin embargo era quien le interesaba. Sus comentarios y preguntas lo habían dejado claro. Pero si Del Toro no había hablado con el profesor. Me habría sorprendido que hubiera estado en la celda con el resto ¿pero quién diablos se lo había llevado? 

Entré con la barbilla alta y tranquila pese al trato insultante de los guardias. No iba a darles la satisfacción de mostrar miedo, eran ellos quienes deberían avergonzarse.

Me senté intentando organizar mis ideas. Y asentí lentamente a las preguntas sobre mi estado. 

- Considerando las circunstancias y pese a las amenazas veladas de violarme de esos guardias. - respondí con voz suave, deseando saber cómo romper huesos. Eso era algo que tendría que pedirle a Siegfried que me enseñase si tenía ocasión. 

Iba a preguntarles por cómo estaban las cosas y, por un breve instante, reconocí a Pierre junto con el resto. ¿Pero qué diablos hacía Pierre allí? Por un instante recordé que el mecánico había mencionado una conversación con "mi amigo". Entrecerré los ojos. Era él quien me había quitado el novio. Vale, técnicamente no salía con Ewan, pero eso era lo de menos. El caso es que era yo quien tenía motivos para querer vengarse, no él. Y menos así. 

No tuve tiempo para decirle nada, porque cuando iba a hacerlo la nave sufrió una sacudida. Mantuve el equilibrio y busqué la proximidad de Siegfried y Alpharius. Ni que decir que no iba a acercarme a Meyer. El calor empezó a subir y miré con preocupación los conductos de ventilación. Sin la multiherramienta no podría desatornillar la rejilla. Maldije. 

Y en ese momento nos abrieron la puerta. Fuera quien fuese estaba agradecida. No lo pensé mucho y ya estaba de pie. 

- Nos vamos - le dije a Alpharius y Siegfried mientras salía al pasillo - ¿Hacia dónde esta ese hangar? - pregunté a la mujer. En cuanto lo supiera empezaría a correr. 

Notas de juego

Bueno, a ver si poco a poco recupero el ritmo. XD

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06/06/2013, 03:35
Lev "Leon" Y. Korolev

Agitación. Tormentas en la espesura. Espacio de descompresión. Muchos sinónimos pero un solo significado real. Una batalla espacial. La nave deja sentir los impactos, lo que significa que su estructura es un asco. No necesito luz en absoluto para orientarme en la jaula que ya he guardado en la cabeza, pero el principal problema es como la gente se mueva demasiado y se ponga en medio. Aunque las luces de emergencia solucionan eso, revelando que los guardias han huido pasando de todo el mundo, como es habitual. Viendo que nos van a dejar aquí, empiezo a caminar hacia el centro de la sala, haciendo crugir mis nudillos y calentando los hombros. Nunca es agradable tener que hacer algo así delante de un público tan amplio, pero...

Oh, en realidad no importa. El culo impresionante, portado por una mujer de armas tomar -y no tan solo metafóricamente- decide hacer acto de presencia abriendo la puerta que iba a derribar. La mujer parlotea de mala manera, dejando ver que es especial en todos los sentidos y que ha venido por algo, pero no le importa mucho que la gente no le siga. Y luego suelta una bomba más. No me jodas... hijo de puta. Hasta yo, que no quiero tener nada que ver con esos temas, nunca, he oido hablar de Malamadre. Suputamadre, en algunos de los círculos en que me muevo, siempre que nadie te oiga decirlo muy alto o muy claro.

-#Nuestro día de suerte, parece ser. Hangar dieciseis para salir de aquí, dice la mujer. Yo todavía tengo un trabajo aquí.# -Le digo en urso a Waltz, volviéndome de lado hacia él mientras la señorita Dellanocte hace uso la primera de la puerta abierta. Algunos quieren sobrevivir a toda costa, y se nota que la nobleza se cree con ese derecho. No me entretengo demasiado y salgo, pasando cerca de la impresionante mujer. -El prrofesor, ¿ha volado o sigue porr ahí? -Digo, hablando rápido y con un tono aún más cerrado y alto de lo normal, imposible de ignorar como un buen puñetazo.

Y entonces veo al otro pelirrojo venir por detrás. Bueno, si esto va a transformarse en una pelea por salir de aquí, un par de buenas manos nunca vienen de más. Así me ahorraré tener que andar haciendo algunas cosas, si todo va como me gustaría. Una putada que seguramente no sea así, pero por pedir que no falte.

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06/06/2013, 17:55
Siegfried Straufenberg

Asintiendo con mirada cautelosa, me ocupé junto a Alpharius de que Angela tuviera suficiente espacio. Sin embargo, antes de que Meyer viniera a moscardonear, una serie de ruidos y la mujer de la puerta indicaron que todo se había ido al infierno a velocidad de crucero.

-Gracias Malamadre-pensé con gesto torcido, analizando la situación y dejando que fuera el instinto quien guiara en esta tesitura. Paso a paso-Sí, desde luego que nos vamos-coincidí con Angela, era una estupidez quedarse quietos como ovejas en un matadero-Si espera que seamos útiles y podamos salir todos de una pieza vamos a necesitar nuestro equipo-añadí, rápido como una bala a la que nos había abierto la puerta siguiendo sus pasos.

Alpharius iría detrás, cuidando a Angela, y Meyer... que hiciera lo que le viniera en gana. Mientras mi patrona y el cara de chapa salieran de una pieza todo iría bien. Pero si nos íbamos que tener que abrir paso a tortas de la nave más valía que encontráramos nuestras cosas, al menos la parte que permite abrirse camino entre la gente.

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06/06/2013, 18:12
Waltz

Caos, caos y mas caos, eso era lo que había en aquel lugar, la humareda era tremenda y trajo una sorpresa de lo más agradable, aunque como era de esperar, una sorpresa que para mi solo decía bla bla bla. Me levante estirando los musculos después de las horas encerrado y sin moverme demasiado. Y entonces Leon fue lo suficientemente amable para traducir las palabras de la preciosidad rescatadora.

-#Entonces es hora de largarse de aquí, los que se queden no serán bien tratados por los cruzados... ¿alguna idea de donde esta ese hangar?#- Noticias frescas y como un soplo de aire fresco, pero el hangar no era lo mas importante, si lograban escapar seguían desarmados, bueno, algunos mas que otros.

-Bien, Claws, tenemos la forma de salir de aquí y no tengo armas, estate atento si necesito ayuda- susurre de manera baja a mi compañero. me adelante hasta la puerta de la celda y di un paso, intentando mirar algo entre aquella humareda.-#Estamos desarmados, si de camino a esa mierda de lugar encontramos algo mejor, aunque siempre puedes preguntar por ello, Leon, aquí te necesito y tú necesitas una ayuda, creo que es una buena oferta.#

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06/06/2013, 21:00
Alkaid Sireen Damji

Todavía no había podido digerir lo que habían soltado los guardas antes de volver a traerme al calabozo (y de la sorpresa de no ver al profesor pero sí a un tipo nuevo entre mis "compañeros de viaje"), cuando empezaron a oírse ruidos de lo que estaba segura eran explosiones, seguidos de alarmas y gritos enfadados y entrecortados por megafonía, antes de que empezase todo a llenarse de humo.

Reprimiendo la primera maldición que me vino a la cabeza, intenté echar un vistazo más allá de los barrotes cuando de golpe se abrió la puerta de la celda y, a través del humo, aparecía una mujer desconocida que tras alargarnos la mano nos propuso seguirla fuera del módulo.
Ángela, seguida de sus guardaespaldas, salió de la celda y, siguiendo su ejemplo, la seguí. Una decisión que no me llevó demasiado tiempo tomar teniendo en cuenta las circunstancias. Una vez fuera ya me preocuparía de intentar averiguar qué estaba pasando, pero lo principal era salir de ahí.

Con prisa, y prácticamente solapándome con Angela, pregunté a la espera de que nos guiara - ¿En qué dirección queda el hangar? -.

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12/06/2013, 14:03
Pierre Labit

Demasiada información muy rápido. La última invitada a la celda me sonaba de algo, pero no podía recordar de qué. Estaba convencido de que la había visto antes... pero el ataque a la prisión no me dejaba concentrarme. Me eché una mano al bolsillo para asegurarme de que el anillo seguía ahí. Entonces pensé en Malamadre. Seguro que le haría ilusión encontrarme, pero por suerte aún no lo sabía. O eso esperaba.

Sin preocuparme de nada más, seguí a la detective Solis fuera de la habitación. Lo cierto es que la habría seguido a cualquier sitio, con ese culito... pero no era momento para según qué bromas. El miedo conseguía que la sangre bombease por todo el cuerpo, en vez de acumularse. Así que sólo tenía un pensamiento, largarme de aquel lugar.

¿Armas? No era mala idea. Sería agradable volver a sentir el peso de una espada en la mano. O una pistola...