Partida Rol por web

-Basta-dice sin elevar la voz, pero con total firmeza, consiguiendo un silencio absoluto. Sus ojos brillan con desaprobación- Las discusiones no os llevarán a ninguna parte, sobre todo si de temas mundanos se trata; dejemos el tema del Bien y el Mal para otros mejor preparados.

-Sodales Remiel, Excelsius, me place saber que cuento con vuestro apoyo...de no ser porque el primero aún alberga dudas y el segundo miente, aunque debo reconocer que lo hace bien. Sobre el resto, lamento que vuestra postura os impida ver más allá y limite vuestras idea y actos. Me habéis llamado egoísta-se gira enfrentándose a Armand-pero ni ni siquiera conocéis mis motivos y ya me juzgáis. Típico de un Quaesitor, aunque no menos decepcionante. Me pregunto como afrotaríais vos los hechos si estuvieras en mi lugar; vuestro poder crece con cada día que pasa, pero el mío hace décadas que se estancó. 

Su rostro se ensombrece y agacha la cabeza, como si el tema lo avergonzara profundamente, mientras recita con voz monótona-Desde que era aprendiz me di cuenta de que apenas podía dominar la magia. Mi Don nunca fue completo. No importaba lo que hiciera ni cuento me esforzase, la magia nunca respondió a mí como debiera. Y no mejoro con los años. ¿Cuán alta es la magnitud de vuestro mejor hechizo, sodalis Armand? ¿Sexta, séptima, quizás octava? Eso es aceptable, incluso destacado. Mis hechizos jamás han superado la segunda.

Hace una breve pausa; juraríais que los dedos que agarran la copa se tensan antes de depositarla de nuevo en la mesa.

-La Orden tal como la conocéis desaparecerá, con vuestra ayuda o sin ella. Quiero ayudarla a que sobreviva, pero no me hundiré con ella solo porque no se plieguen a los cambios y estén consumidos en su arrogancia. Él está dispuesto a ceder las Brumas...siempre que la Orden ceda ante él. Y conociendo sus motivos, es un precio muy bajo por lo que ofrece. No es un demonio; es el ser humano más compasivo que he conocido.

A Armand le emocionaron las palabras de Arcturus. Denotaban un trauma y una gran frustración, pero pese a la compasión que sentía por él, seguia sin compartir sus formas. Por ello dijo en voz queda y calma, como hablando para sí, sin tensión ni rencor:

-Comprendo tu pesar, sodalis Arcturus, pero vuelves a errar en tu visión por egoismo, ya que la fuerza de la Orden está en el conjunto de sus miembros, no en la medida de uno solo de ellos. Yo puedo ser un magus mas poderoso que vos, pero si mi voluntad es la misma que la de la Orden, mi poder será también el tuyo, porque nos unirá una causa común. En cambio si uso mi poder, por pequeño que fuese, para actuar de manera independiente, ajeno a la voluntad de la Orden y sus tribunales, a espaldas de éstos, realizándo engaños a miembros reputados de la misma. ¿Estaré obrando correctamente o quizás me esté atribuyéndo una misión que no me compete a mi solo decidir si es lo mas oportuno?

Tras una breve pausa y sin perder su tono compasivo, le dijo a Arcturus mirándole a los ojos:

Aún estás a tiempo de rectificar tu error, devolver el libro y aceptar la sentencia que la justicia te imponga por tus actos. Piénsa a quién pretendes favorecer con tus planes y de que modo los estás llevando a cabo. ¿No sería mejor informar a la orden y contar con la ayuda de sodales, en lugar de con los seres con los que ahora cuentas bajo tus órdenes?

Remiel estaba confuso; tanto Armand como Excelsius habían expuesto poderosas razones para ponerse al lado de Arcturus y en su contra, respectivamente. 

¿Qué debe primar sobre las elecciones de un Magus? Tal y como bien sabemos todos los aquí presentes, es el Código Hermético la principal guía que debemos usar para regir nuestra conducta. El Código nos dice lo que es correcto y lo que no, lo que está permitido y lo que está prohibido.

Y por ahora, no veo que Arcturus haya contravenido el Código, por lo que me inclino para ponerme de su lado, al menos hasta que no se demuestre lo contrario.

Pero... ¿Quién es Él? La pregunta seguía flotando en la cabeza del Criamon, sin que aún hubiera logrado una respuesta clara y satisfactoria.

-Discrepo -sentencio a las palabras de Remiel-, al contrario que a vosotros, a mí no me educaron con una pila de volúmenes polvorientos y reglas infranqueables, por tanto, no me guío por lo que diga un códice mohoso, sino por lo que me dice mi instinto, que se ha puesto alerta desde que entré en esta habitación -realmente se había puesto alerta desde que uní los cabos sueltos entre Arcturus, el robo y las aberraciones-. Si todos vosotros preferís uniros a él en lugar de cumplir con nuestro cometido, supongo que hasta aquí llega nuestra unión.

No podía dejar de mirar a Barry, ¿no tenía nada que decir? Es un Flambeau, miembro de la casa anfitriona, quien custodiaba el libro. Aunque si lo hacía en secreto no es de mi incumbencia. ¿Realmente estaba tan callado y sereno? Yo no habría reaccionado así en su lugar

-¿Crees que tomaría este camino si se me hubiera presentado otra oportunidad? La Orden no me ha ayudado nunca y no será porque no haya pedido ayuda a magos mas mayores y expertos. He tratado durante años convencer a los Flambeau de que los conocimientos del libro de Magnus se podían aprovechar por el bien de la Orden...y solo he recibido silencio a cambio. No, Armand, te equivocas mucho si crees que ellos pueden ayudarme. Él si. Y por eso ahora mi lealtad es suya.

Se levanta tranquilamente, aunque en su rostro aún quedan rastros de la frustración hace poco demostrada.

-Ya veo que mis palabras no bastan por sí solas para convenceros. -dice mirándoos- Me temo que la conversación ha acabado. Sodalis Remiel, por el momento no puedo fiarme de vos, pues noto que albergáis muchas dudas al respecto...pero se os dará la oportunidad de demostrar vuestra lealtad.

-En cuanto terminen de comer llevadlos a sus habitaciones, permanecerán allí hasta que hayamos descifrado el texto de Magnus. -y con estas últimas palabras a los dos vampiros, abandona la sala.

-¿Y si nos negamos? -preguntó Excelsius inocentemente- ¿Acabarás con nosotros? ¿Acaso no nos querías para colaborar? ¿Volverás a estar solo, de nuevo? Tiene que ser muy duro...

Lanzar sugerencias al vuelo es una buena táctica para ganar tiempo. Las preguntas directas, concretas, centran la mente, un "sí", "no" o "depende" pueden bastar, pero algo que incite a la reflexión detiene el paso, obliga a pensar antes de actuar o abrir la boca. Y en este caso servían para ganar tiempo con el que analizar la situación: ¿debían huir? ¿enfrentarse? ¿agachar la cabeza y dejarse encerrar esperando una mejor ocasión?

La verdad es que Remiel no podía tener queja alguna del trato que hasta aquel momento habían recibido. Al principio había habido cierta tontería mágica sin mucho sentido - le parecía en aquel momento, aunque quizás hubiera habido cierta lógica oculta en todo aquello de la falsa comida y las cadenas - pero les habían alimentado y ahora les iban a conducir a unas habitaciones que, esperaba, no fueran unas vulgares celdas. Tampoco es que aquello fuera a retener a una banda de magi si decidían poner los pies en polvorosa, claro. 

Pero en cualquier caso eran más bien invitados que presos de aquel castillo, y de momento no veía motivo para enojar aún más a su anfitrión - que era lo que Remiel consideraba a Arcturus, al menos de momento.

La verdad es que sí estoy algo cansado, igual que - probablemente - el resto de nosotros. Una noche de reposo nos vendrá bien, y quizás mañana veremos las cosas de otro modo, quién sabe.

Remiel se levanta, dispuesto a que le guíen hasta sus aposentos. Y si termina siendo un camastro en una sala oscura con un jergón de paja, voy a estar bastante decepcionado, la verdad.

Efectivamente, Barry no parecía tener nada que decir.

No sólo era eso, de hecho, ni yo mismo parecía. Ya había pensado antes que de poco serviría, incluso, activar el artefacto en una atmósfera tan controlada por ellos. El propio Arcturus sabía lo que nos habían entregado y lo que hacía y, dado que era la putita de quien quisiera que fuese el que lo mandaba (y no me extrañaría nada que su utilidad hubiera llegado a su fin o estuviera por hacerlo, y se deshiciesen de él), seguro que ya había tomado precauciones con respecto a que activásemos el aparato para llamar a los mejores magos de la Orden.

Así que ahora me centraba en pensar lo mínimo y no decir nada. Sólo escuchaba y asimilaba.

Sin molestarse en responder a la cuestión de Excelsius (varias veces respondida de antemano) cumple con su palabra y abandona el comedor con un gesto algo ceñudo, no sin antes hacer un gesto de asentimiento a ambos vampiros. Orestes se inclina con deferencia. Marius solo asiente.

La sala queda en silencio, con la incomoda presencia de ambos vampiros, que a pesar de permanecer quietos os dan la sensación de que saltarán a por vosotros a la menor oportunidad. Una vez es obvio que no vais a comer más, se acercan para escoltaros.

Han pasado casi dos semanas desde que llegasteis a este lugar y habéis tenido tiempo de observar con detenimiento las estancias. Dormís en estancias separadas, las cuales no son el colmo del lujo, pero tampoco son horribles. Realmente sois como huéspedes, excepto porque estáis vigilados en todo momento; hace tiempo os distéis cuenta de que había hechizos de vigilancia por todas partes. Y luego están los vampiros. 

No duermen. Siempre están alerta y no dan síntoma de aburrirse a pesar de pasar horas en la misma posición. Parece que han dejado toda la tarea de analizar el libro de Magnus al ex-sodalis Arcturus. Desde el día de vuestra llegada apenas habéis vuelto a verlo en un par de ocasiones y su aspecto denota que se está esforzando al máximo para encontrar lo que busca.

Por el contrario los grogs permanecen en las mazmorras, encadenados. No intentan escaparse, pero por su mirada sabéis que están dispuestos a seguiros en cuanto lo ordenéis. Jax ha sido liberado por insistencia de Papagena y se muestra extremadamente irascible, solo ella puede acercarse sin ser objeto de gruñidos y amagos de mordisco.

Ahora Orestes se acerca y se dirige a Remiel:

-Arcturus desea veros en sus aposentos, si aún tenéis deseos de colaborar.

-Por supuesto, faltaría más. Y aunque no quisiera colaborar, sí quiero estirar un poco las piernas y mantener una conversación inteligente con alguien que no sea yo mismo. Ni te imaginas lo complicado que está el tema... -dijo del tirón el crecientemente insoportable Excelsius, cuyo aprisionamiento (porque ni aspecto de jaula de oro tenía la prisión) estaba llevando francamente mal.

Media luna ya, dos semanas. Excelsius había tenido que marcarse el tiempo transcurrido en un rinconcito de su celda, porque los días allí eran todos tan similares los unos a los otros que le resultaba imposible acordarse con seguridad del tiempo transcurrido. A veces le parecía que habían pasado meses enteros, sino lustros, aunque claro, el Jerbiton tenía cierta tendencia a magnificar las cosas...

Cada día allí dentro había supuesto una eternidad. Si odiaba estar dentro de un edificio, estar encerrado sin poder salir de una habitación minúscula para mi tamaño había sido, sin duda, la peor tortura posible. Ni siquiera un maldito ventanal para que entrara el aire limpio, y no el pútrido olor que desprendía la estancia.

Intentaba moverme, pero con sólo dar dos zancadas ya llegaba a la pared de enfrente. La locura se apoderaba de mí con cada hora que pasaba. Tres días me había durado el escaso mobiliario que había en la habitación, ahora un montón de madera rota desperdigada por el suelo. Incluso me planteé echarle la zarpa a uno de esos indeseables en el momento en que pasaran cerca, pero no conseguiría nada aparte de la muerte, aunque llegué a desearla en alguna que otra ocasión. Sólo ver a Ghassân hacía que el pensamiento se apartara de mi cabeza. El pobre muchacho me siguió porque quiso y yo no se lo negué, y ahora está metido en esto hasta el cuello.

Debía mantenerme sereno, esperando el momento oportuno, por él, por mí mismo, por desgarrar la garganta de las aberraciones que hacían de carceleros. Paciencia, respirar, esperar... un reto demasiado difícil, pero mejor tomármelo como el cazador y no como el animal que espera en el corral su muerte.

Aquellas dos semanas le habían servido a Remiel para ordenar un poco sus ideas. Había dedicado largas horas a reflexionar acerca de sus opciones, y había llegado a la conclusión que lo mejor sería, al menos por ahora y si no había mejor opción, ponerse al lado de Arcturus. En el fondo, ¿qué era lo peor que podía pasar? Si encontraba una nueva fuente de poder para la Orden, perfecto. Y si no la encontraba, pues... no habría problema. Si incluso el fracaso de una misión podía considerarse un éxito, no había motivos para no emprenderla.

¿Arcturus quiere verme? Esto significa que quizás ha descubierto lo que buscaba en el diario. Bien por él. ¡Vayamos pues! 

El Criamon se levantó y siguió a Orestes hacia las habitaciones de Arcturus.

Hace un gesto para que Remiel le siga y ,extrañamente, también a Excelsius. Realmente no os hace falta su guía para llegar a la sala donde habéis visto en días anteriores que el ex-sodalis Arcturus desaparecía durante horas y volvía exhausto. Es inevitable sentir algo de curiosidad por lo que oculta ese lugar.

La puerta se hace a un lado con un ligero crujido y al principio no veis nada dentro, pues esta oscuro. Luego las formas se definen, estanterías llenas de libros se aprietan en un espacio reducido y en un scriptorium al fondo el mago está inclinado sobre el volumen de Magnus.

-Acercaos-dice con amabilidad, girándose para miraros-necesito un poco de ayuda con esto. Me alegra ver que dos mentes tan brillantes están dispuestas a colaborar.

Poco después de que vuestros compañeros se hayan marchado aparece Marius, que con gesto ligeramente ceñido (cuesta de distinguir) ocupa su puesto de vigilante. Pero esta vez no se queda inerte como tantas otras, sino que empieza a hablar:

-Siento algo de curiosidad, ¿que haréis cuando la Orden se vea superada por un enemigo superior? ¿Lucharéis? ¿Os rendiréis?

Y se apoya en la pared, esperando vuestras respuestas. 

Observo como el trío se va de la estancia, dos que habían decidido doblar la rodilla en lugar de mantenerse firme, toda una decepción. Aunque sería mayor, la decepción quiero decir, si nos conociéramos de tiempo ha, en este caso es ver como dos de mis compañeros de viaje se iban con el enemigo, nada de lo que no pudiera sobreponerme.

-¿Porqué no vienes aquí y te lo demuestro? -respondo a la pregunta lanzada por Marius, sonriéndole y mostrando los colmillos que, no son nada comparado con los suyos, pero dejaba clara mi posición en este tema-. 

Remiel solía ser bastante reticente a los halagos - al menos a los aún no merecidos; si después se los ganaba, eso ya era otra cosa. Se acercó hacia Arcturus para ver qué era lo que el anciano quería mostrarles. 

Si podemos ser de ayuda, no vamos a negarnos a ello; y abrir nuevas vías de conocimiento nos acerca más al corazón del Enigma y a desvelar su oculto significado.

Mientras andaba hacia la enjuta figura, el Criamon no podía evitar plantearse si estaban cayendo en una trampa. ¿Quizás el libro necesitaba absorber la energía vital de un Magus para revelar sus secretos? ¿Estaban siendo manipulados por Arcturus para que cumplieran su oscura voluntad? En definitiva, ¿eran sus intenciones tan puras como él aseguraba? ¿O realmente creía en la bondad de sus acciones, cuando en realidad no era más que un títere en las manos de su misterioso Amo, de quien no sabían prácticamente nada, aparte de que Arcturus le admiraba profundamente?

Espero por el bien de la Orden que no hayamos tomado el camino erróneo. - se repitió para sí mismo.

Le fastidiaba... aquel vampiro concretamente la fastidiaba mucho... la jodia, no podia verle. Le odiaba. Y ahora encima hablaba.

Papagena salio de entre las sombras, con la piel algo mas palida que de normal y su pelo lacio. En sus ojos brillaba la ira, pero su cara era un espejo del cansancio, pese a dormir lo suficiente un par de ojeras surcaban su rostro. Levanto los brazos con los dedos en un rictus de garra al tiempo que se acercaba al cuello del vampiro. Sabia que era inutil, no lo ahogaria. A medio camino sus manos se crispan y un grito de frustacion surge de su garganta.

Acto seguido se separa y se dirige en dos zancadas junto a la puerta.

- Defendere lo que la casa Mercere diga, maldita rata -se gira y vuelve junto al vampiro moviendose como un perro encerrado, le señala- mi casa es mi familia. Se que esa patata podrida que tienes por corazon no sabe que significa, pero para mi si que significa.

Le mira con ira. Lanza un mordisco al aire antes de separarse nuevamente y sale por la puerta dando un sonoro portazo.