Partida Rol por web

El grog habia desaparecido sin que ninguno os dierais cuenta. Al cabo de dos minutos como un huracan entra Papagena por la puerta.

- No deberias menospreciar la mano que te ayuda, sodales.

Con dos zancadas se situa frente a la bola de luz, se arrodilla hasta tenerla a la altura de los ojos.

- Pequeño ser ¿De donde vienes?

-¡No luciérnaga, no luciérnaga, yo hada, yo Pix! -comenta enfada por el comentario de Oskari, revoloteando alrededor suyo- Yo ayudar, yo sacaros de aquí a todos, eso pedir a mí.

Se acerca a Barry y se posa sobre su pelo, es muy liviana y su tacto te hace unas pocas cosquillas. Notas que te palpa, como si tuviese curiosidad por tu textura y luego se desliza hacia tu oreja y la oyes decir:

-¿Que es una "lucernega"?

Avalon...-susurra- bien podría tratarse de ese lugar. Interesante. Sigamos leyendo.

La idea parece resultarle atractiva, pero no esta ni de lejos tan contento o emocionado como vosotros dos. Os deja ojear a placer el resto de páginas; las pruebas son muy diversas y en muchas ocasiones letales para un mortal cualquiera. El propio Magnus insiste varias veces en que las pruebas pueden dar una idea del poder del Laberinto, pero no son ninguna guía fiel. Cuenta su paso por una aldea donde las cosas inofensivas se vuelven agresivas y justo lo contrario con las peligrosas; el paso por un lago donde hay partes de agua donde se puede respirar y otras que se convierten en ácido; encontrar la combinación precisa de golpes de un muro que no se rompe para poder pasar a través y el enfrentamiento con un elfo perdido en el Laberinto y con su cuerpo y cordura totalmente alterados.

Por lo que parece, solo hizo una visita, pues la pruebas lo agotaron física y mentalmente. Pero como dato útil, reseña una montaña que siempre permanece inalterada dentro del retorcido mundo del Laberinto, gracias a su propia experiencia y la información cedida por la Reina. Al leer estas ultimas palabras, la cara de Arcturus se ilumina.

-Eso es...¡eso es! Las Brumas han de estar ahí, seguro -agotado, se desploma sobre una silla sin perder una ápice de su sonrisa.

Veo la escena desarrollarse y cómo el hadita termina "ofendida" con su voz chillona, "lanzándose" sobre mí. Al principio alzo la cabeza un poco pensando en si irá a hacerme algo, pero como tampoco tengo reflejos como para anticiparme a su velocidad, cuando me doy cuenta está sentada en mi pelo y tocándome una y otra vez la piel.

Sonrío suavemente por las cosquillas, mis negros pensamientos desvanecidos por el momento por el curioso e inocente actuar de "Pix". Llevo la mano con la palma hacia arriba al hombro en el que está, despacio para no asustarla, y le musito:

- Luciérnaga es un insecto volador que brilla. -le digo en voz baja- Encantado de conocerte, Pix, soy Barry. -le digo al hadita.

Por cierto, sr. Máster, al principio de su post el hada dice Luciérnaga bien un par de veces jeje

A eso solo puedo responder....lo hizo un mago xD.

-Ahí, ¿dónde? -dijo el Jerbiton enarcando las cejas. Odiaba cuando no sabía de qué iba algo, era superior a sus fuerzas. En este caso resultaba evidente que Arcturus disponía de más información que la que revelaba el libro y ésto, dada la naturaleza del libro y en lo que él se narraba, le dejaba un sabor de boca curioso, ansia de más y mejores conocimientos, de entenderlo todo en su conjunto, de hacer que todas piezas encajasen en aquel singular rompecabezas.

Nop, también puedes responder... para un cerebro de ese tamaño no nos podíamos costear un lóbulo de lenguaje ni la memoria a corto plazo xDDDD

Armand da un suspiro

- Me alegra ver tu regreso, sodal Papagena - tras esas palabras se acerca al ser faérico- Saludos, Pix, de las hadas. Te agradecemos que nos vayas a sacar de aquí, ¿cómo has pensado hacerlo?  - luego se queda un momento pensativo y mira a Oskari- No creo que Excelsius y Remiel nos hayan traicionado. Más bien... están intentando obtener información en otro lugar. ¿Sería posible rescatarlos también a ellos? - pregunta con curiosidad 

Entrecierro los ojos y ladeo la cabeza, evitando la luz, mientras revolotea alrededor de mi cabeza. Si que tiene genio para ser tan pequeña pero, ¿qué podía hacerme? Aparte de que se metiera en mi ojo. Quién la había mandado era todo un misterio, el porqué estaba muy claro, pero la gran pregunta rondaba en mi cabeza. 

-¿Y como piensas sacarnos de aquí? -me mordí la lengua para no continuar esa frase. Estar encerrado sacaba lo peor de mí y ya era hora de que empezara a pensar lo qué decía y cómo lo decía-.

El comentario de Armand... mejor no responderle, pero su forma de pensar me daba pena. Si realmente tenía razón, pues muy bien, pero uno aprende a no confiar en las personas que cambian de opinión con mucha facilidad.

El enfado de Excelsius pareció contagiar a Remiel; ellos dos le habían ayudado a traducir el libro, pero parecía que Arcturus se había guardado parte de la información para él. Aquello no parecía muy justo, la verdad.

¿Sabes a qué montaña se refiere el texto? ¿Vas a contárnoslo? Ahora que estamos tan cerca no podemos desfallecer - dijo el mago alzando un poco la voz y dejándose llevar por los nervios.

Arcturus, nosotros os hemos ayudado a descifrar el diario; ahora es vuestro turno. Ayudadnos a encontrar esta montaña y poder proseguir con la investigación.

Además - añadió con algo de duda en su voz - si supiéramos la localización concreta del Regio es posible que nuestros compañeros magos también se apuntaran a la misión de investigación. Al fin y al cabo, vamos a necesitar toda la ayuda que podamos reunir si las pruebas son tan arduas como apunta el diario.

Ni siquiera Remiel estaba seguro de que aquello fuera una buena idea, pero de lo que sí estaba convencido era de que la unión hacía la fuerza. Un solo mago no habría podido descifrar el diario, pero tres magos... ah, aquello era algo muy distinto.

Os mira como si pensase que estáis bromeando, pero cuando se da cuenta de que no es así, abre mucho los ojos- Sodalis, o no hemos leído el mismo texto o el cansancio os ha afectado. Mas os lo explicaré de nuevo. No tengo pruebas que lo aseguren, pero apostaría mi mano derecha a que las Brumas han de hallarse en la montaña mencionada. En cuanto a la localización exacta del Laberinto, ya veis que ni el propio Magnus la sabía, de modo que no veo como esperáis ese conocimiento de mí.

Se atusa la barba y contempla de nuevo el texto, como si en su mente acariciase las palabras- Pero de algo si estoy seguro, sé donde se encuentra la Reina de los Shide. Con solo una pequeña indicación, Orestes seguro que podrá abrir el portal sin más problemas, ¿no es así?

Desde el fondo de la sala la figura encapuchada, la cual ya habíais olvidado en vuestro entusiasmo, asiente silenciosamente.

Excelsius estuvo a punto de protestar vehementemente, pero se mordió la lengua en el último momento. No sería muy inteligente el mostrarse como adversario, aunque fuera dialéctico, en aquellos momentos. Se olía a aventura y cosas maravillosas y terribles, algo digno de ser recordado, de ser plasmado, de merecer su arte, su bello arte, no su arte mágico. Y él, a diferencia de otros, valoraba más el primero que el segundo, incluso podría decirse que desarrollaba el segundo para servir al primero...

-Disculpad si os hemos malinterpretado. Ahora, lo que hemos leído ha despertado mi curiosidad, ha exaltado mis sentidos y pide satisfacción. Quisiera participar de esa expedición, si no para llevar a buen puerto la empresa, sí al menos para narrarla, para plasmarla para la posteridad.

Las palabras de Excelsius fueron comedidas y en cierta forma ominosas, pero sin duda sinceras, fruto de los sentimientos profundos del Jerbiton.

Remiel no se muestra tan comedido en su alegría como Excelsius. Su impaciencia se hace evidente para todos.

¡Partamos cuanto antes, por Hermes! No retrasemos esta gran aventura, a mayor gloria y honor de la Orden de Hermes! Pero sigo pensando - insiste - que quizás deberíamos tratar de sondear al resto de magus para que nos acompañen; ahora que sabemos dónde ir y de qué trata en realidad el asunto, quizás sería más sencillo que se unieran a nuestra causa, pues nada malo puede salir de esta expedición.

Remiel no las tenía todas consigo, pero sentía que si no intentaba convencer a sus antiguos camaradas les estaría traicionando. Además, como bien habían demostrado los fundadores de las Casas, la unión hacía la fuerza, y cuantos más fueran, más posibilidades tenían de superar los retos que a buen seguro aún les esperaban.

-Bien, así será, he de ultimar los preparativos y partiremos mañana al ocaso. Orestes, informa a Marius. Después crea un par de monturas, los sodalis Remiel y Excelsius vendrán con nosotros. En cuanto al resto...tengo mis dudas de que se unan a nuestra empresa, pero si vos estáis seguros de que podéis convencerlos...idos, hablad con ellos e informadme de su respuesta.

Queda un débil eco tras sus ultimas palabras, reafirmando su autoritaria voz. Con una inclinación, Orestes asiente y abandona la sala con paso firme. No alcanzáis a tocar el picaporte cuando Arcturus habla de nuevo.

-Habéis demostrado vuestra lealtad, pero todavía debe ser puesta a prueba. Si esta misión termina con éxito, tendréis el privilegio de una audiencia privada con mi superior. Él se encargará de daros una buena recompensa por vuestra fidelidad. Y recordad: ahora vuestra lealtad se debe a "Él", todo lo demás es secundario.

-¡Yo ya saber vuestros nombres! -ríe para si misma y recita con orgullo- Barry, Papagena, Aigor y Armand. Los dos que faltar ser Remiel y Excesius, ¿verdad? Magnus decir, Magnus pedirme que os telep...telep...que os llevase con él. Pix contenta de ayudarle, mago muy bueno, siempre bueno con Pix.

Al parecer la pequeña hada no puede permanecer quieta mucho tiempo, pues pronto abandona a Barry y se posa sobre las respectivas narices de cada uno de los presentes. 

-Así que no estoy invitado a la fiesta... -respondo cruzándome de brazos cuando el hada recita todos los nombres, olvidando el mío- si que sois rencorosas las hadas.

Espera un momento, ¿te manda Magnus? ¿el mismo Magnus dueño del diario robado que ha desencadenado todo esto? -ahora mismo no estaba seguro de si quería que esto fuese alguna broma de nuestros carceleros o que estuviera pasando de verdad-. Pues si que le interesamos... ha tardado dos semanas en enviarnos una pequeña ayudita -aquellos diminutivos sonaban ridículos hasta en mí-.

Antes de volver a reunirnos con el resto, el Jerbiton no puede contener su lengua más tiempo y exclama:

-¡Qué misterioso ese "Él"! ¿Quién te parece que pueda ser? ¿Y si fuera un demonio?

Curiosamente su tono no es de temor, sino de curiosidad. Al menos la curiosidad, en sí, no era un pecado, no estaba condenando su alma inmortal por ella. De otra manera tendría un lugar reservadísimo en el Infierno...

Escucho con sorpresa la revelación de Pix, pero Oskari se me adelanta y realiza la pregunta que todos pensábamos, ¿ESE Magnus? Aunque su último comentario me hace suspirar.

Si quieres quedarte encerrado dilo, genio. Pienso. Seguro que te haces "superamigo" de ese par de engendros.

En cualquier caso, no lo digo, porque no me servía de mucho añadir más tensión al grupo.

Tan rápidamente como se lo permiten sus flacas piernas , Remiel acude a reunirse con sus compañeros.

¡Sodales! ¡Sodales! ¡Traigo excelentes nuevas para todos nosotros!

Al llegar a su lado, Remiel trata de recuperar el aliento, mientras una irreprimible sonrisa cruza su cara.

¡Lo hemos encontrado! ¡Sabemos dónde está el lugar de inmenso poder que, según Arcturus, puede otorgar una fuerza aún mayor a nuestra Orden! Mañana por la mañana partiremos en su búsqueda, y tanto Excelsius como yo mismo participaremos en la expedición.

Poco a poco, Remiel va recuperando el aliento.

He hablado con Arcturus y le he dicho que quizás podría convenceros de que os unierais a nosotros en este viaje de Descubrimiento, a mayor gloria del Saber. Decidme, ¿vendréis con nosotros? Arduas tareas nos aguardan, y vuestra ayuda sería de veras inestimable.

Con esperanza en los ojos, Remiel espera la respuesta de sus compañeros. Ansía que se apunten a la misión, aunque sabe que no será fácil que logren vencer sus propias reticencias.