Partida Rol por web

Cuando los guardias divisan a lo lejos la pequeña comitiva de hombres, destacando por el color bermellón de su ropa, se pone en marcha los preparativos pare recibir al heredero de la Casa Moonligt. En el patio se reúnen caballerizos y mozos dispuestos a atender en primera instancia a los invitados. Lo propio, pero a otro nivel, hace Lady Violaine, señora de la Casa Flaghan, y tres de sus hijos esperando en la escalinata del edificio principal junto a su hermano ser Jolan y su hija.

- La última vez que lo vi fue en el "festín de la cosecha" de hace dos años, ¿te acuerdas, Alessa? -Asiente casi distraídamente la joven pelirroja a su prima-. Vino con su hermano, Barristan. Seguro que te acuerdas, prima, de él seguro... -dice aquello último en voz baja al tiempo que sonríe de manera casi cómplice recibiendo una mirada acusadora de su prima, con lo que Marjorie "disimula" con elegante discreción una risita con el dorso de su mano.

La distancia se acorta y los primeros soldados de la comitiva traspasan el portón casi deseosos de llegar a un cobijo seguro después de unas cuantas noches durmiendo a raso y en constante vigilancia, pero por fortuna el viaje resulta seguro, hasta aquí al menos. La promesa de un buen descanso y comida casera parece avivar el rostro de alguno a medida que desmontan.

- Tío... con diez de sus soldados más los nuestros el viaje a Invernalia será seguro -prosigue la muchacha que ahora se encuentra más habladora que en la mañana, pero que calla al escuchar un suave carraspeo de su madre.

Los caballos son conducidos a las caballerizas mientras que dos escoltas del joven heredero se aproximan junto a él varios pasos atrás; el resto de los soldados de la Casa vecina esperan instrucciones casi en el mismo lugar donde fueron recibidos. La señora de la Casa se adelanta a recibir a su invitado y aliado excepcional, sabedora que en un futuro deberá tratarlo como Lord por derecho propio. Lady Violaine parece cansada, con la piel algo pálida y el semblante decaído, y aún así su saber estar es perfecto.

- Bienvenido, Brandon Moonlight -Saluda con una cortés reverencia de cabeza-. Como siempre es un honor y placer teneros como huésped, a vos y a vuestra familia. Espero que el viaje haya estado falto de contratiempos, bien sabemos de los riesgos en estos días...

—Bienvenido, lord Brandon —saludo con una sonrisa afectuosa, al tiempo que estrecho vigorosamente la mano del joven señor—. Me alegro mucho de veros. Y ya sabéis que no soy muy amigo de la falsa cortesía.

Contemplo al chico Moonlight. Desde luego, ha cambiado mucho desde la última vez que lo vi. A pesar de su juventud, ya es casi tan alto como yo, a lo sumo uno o dos dedos más bajo. Sus hombros son anchos, y se conduce con un regio señorío, cosas que denotan que no ha vivido rodeado de algodones, y que probablemente sea ducho en el manejo de la espada. Su mirada es franca y directa, y su sonrisa genuina. Da la impresión de que el noble joven sigue siendo un joven noble, algo que alegra mi corazón en tiempos tan inclementes como los que vivimos.

Polvo, sudor, caballos... Fue aquello la realidad que durante un par de días transcurrió la escolta de Luz de Plata.

Al fin...

Una sonrisa se mostró sincera en mis labios cuando los primeros soldados ingresaron en el patio, en el cual un contingente de mozos de cuadras se encargaron de asistir a sus hombres y a él.

Recordaba las jóvenes damas del "Festival de la cosecha" de años anteriores. También recordaba lo que él y Barristan habían comentado acerca de la belleza de las mismas.

En especial una...

-Un placer veros, Lady Violaine-Exclamé con cortesía, devolviendo el saludo con la cabeza. Lady Violaine me parecía una mujer que actuaba como la dama que era. Se comportaba con la diplomacia y elegancia propia de una reina. Pero lo mas importante era que poseía cierta... fuerza femenina... difícil de encontrar.

-El honor es todo mío, de ser recibido por tan noble familia-Contesté con un sincera sonrisa en mis labios. Con los tiempos que corrían cada vez menos personas eran de confianza y, aunque mi confianza no fuese ciega, o tal vez por el hecho de que no lo fuese, es que me era posible observar con agrado la sincera amistad en nuestra alianza.

-El viaje no ha tenido mayores contratiempos. Gracias por preguntar-Dije amable respondiendo a su inquisición.

Mis ojos observan a una hombre para mi conocido, y del que no tenía mas que cosas apremiantes que decir.

- El sentimiento es mutuo, Ser Jollan-Repliqué con alegría en la voz, al tiempo que devolvía el vigoroso saludo de la fuerte mano del caballero.

No pude ignorar las bellas damiselas de las cuales, no voy a negar, me encontré recordando mientras atravesaba la barbacana.

-Señoritas-Exclame con un cortés gesto de la cabeza, saludándolas a todas, y a ninguna en particular.

Bueno... quizá...

-Me alegra ser capaz de confirmar que vuestra belleza no solo se mantuvo, sino que creció en el tiempo que llevamos sin vernos-Sonreí, casi instintivamente, intentando suavizar mi comentario. No quería ser grosero.

Contemple por cualquier respuesta por unos segundos, antes de volver la vista a Lady Violaine, a la espera de sus palabras.

Tras el cruce de palabras inicial lady Violaine conduce al joven Moonlight al interior, manteniéndose a su paso y seguidos por sus hijos gemelos, Darron y Marjorie, de unos catorce años, y el más pequeño de diez, Brannan. Dado que se muestra como anfitriona principal se podría deducir que Lord Evan y su heredero, Ioanar, no se encuentran en el castillo.

- Los viajes son tediosos, tal vez no tanto para los jóvenes que lo ven casi como una aventura. Las noches a la intemperie, el polvo del camino, largas jornadas a caballo... -comenta sabedora-. Nos complace hacer de vuestro viaje más cómodo.

Marjorie aún mantiene la sonrisa y un tinte sonrojado en sus mejillas ante el elogio de Brandon, algo menos Alessa, posiblemente menos impresionable a los cumplidos. La joven, casi una mujer a sus diecisiete, parece poseer toda la apariencia de una norteña, sobretodo la determinación de su mirada.

Al llegar a las escaleras, que conducen a las habitaciones, lady Violaine hace un alto.

- Una de las cosas que se echan en falta durante los largos viajes es la buena comida, y no seríamos buenos anfitriones si no os ofreciéramos una. Pero tal vez quieras descansar antes -Elige un diálogo menos formal-. En tal caso mi hermano te guiará. Estoy segura que hay mucho de que hablar.

Violine mira a Jolan y sonríe, sabedores que los asuntos castrenses no son su fuerte.

Mientras acompaño a nuestro huésped a sus aposentos, no puedo evitar sentir que se me revuelve algo en el estómago. No puedo seguir fingiendo que no ocurre nada.

—Mi señor Brandon, espero sinceramente que disfrutéis de vuestra estancia aquí, en Garra del Grifo. No sabéis cuánto me agradaría poder acompañaros y que nos pusiésemos al corriente de nuestras respectivas vidas, pero por desgracia, muy pronto habré de partir hacia Invernalia. Y los motivos de dicho viaje no son amables. Lamento importunaros con mi indiscreción, pero una gran preocupación me aflige, y ya sabéis que nunca he sido muy adepto en el arte de ocultar lo que mi corazón siente —Hago una pausa y miro a Brandon con una expresión lúgubre—. Desconozco hasta qué punto estáis al corriente, o si lo estáis siquiera, pero hoy hemos recibido una carta. Ionar Flaghan, el heredero... mi sobrino... cabalgó hace dos semanas hacia Invernalia, dispuesto a ayudar a esclarecer el origen de los ataques que estaban teniendo lugar en las tierras vecinas. Fue a investigar junto a Jon Umber, y sabemos que encontraron oposición. Salvajes, lo más seguro.

Me detengo un momento, sabiendo lo desconcertante que debe de estar siendo para mi invitado esta súbita revelación.

—Desde entonces, ambos están desaparecidos. Hoy lo hemos sabido. No se encontraron sus cuerpos, ni tampoco ninguna pista que apunte hacia cuál puede haber sido su destino. Comprenderéis mi... —«Miedo»—... turbación. Ruego que disculpéis que os moleste con mis tribulaciones, pero espero que entendáis por qué no puedo quedarme aquí con vos. He de ir a Invernalia cuanto antes para saber dónde está Ionar, y traerlo a casa sano y salvo.

Lady Violaine me ofreció con gracia y amabilidad tomar alguna comida, cosa que ritualizaría la ley de protección para con el huésped y viceversa, sin embargo el "refrescarme" antes de la comida es una oferta tentadora. 

-Sinceramente, Mi Lady Violaine, a pesar de que pocas cosas se me antojan más que una buena comida, me sentiría fuera de lugar ocupando vuestra generosa mesa con tal aspecto. Si no hay problema me gustaría adecentarme antes de que esto ocurra-No sería educado llevar el polvo y sudor de los caminos a la mesa de nuestros anfitriones, creo que un baño sería lo más adecuado.

En un descuido mis cabellos se erizaron, cuando ante la idea de un baño caliente y reparador un escalofrío recorrió mi espalda. Que placer...

La dama asintió señalando a su hermano, Ser Jolan, conocido por mí desde hacía tiempo. Era un hombre de esos que escasean, sabía que podría contar con su ayuda para mi viaje a Invernalia.

Grande fue mi sorpresa cuando me transmitió lo sucedido. ¿¡¿Ionar Flaghan y Jon Umber desaparecidos?!?

 No se trataban de mensajeros comunes y corrientes, eran personas importantes, hijos de grandes señores, y se encontraban desaparecidos.

Terminé de escucharle con suma atención.

-Nuestros destinos son los mismos, y la misión de su sobrino es también la mía-Le confié sin titubeos.

-Una noche- Le afirmé- Buena comida y descanso para mis caballos, y un techo y bebida para mis hombres. Podemos partir al amanecer. Nuestras comitivas serán más débiles juntas, pero un convoy que combine hombres de los Flaghan con hombres de los Moonlight debería ser capaz de disuadir a cualquier salvaje.

Era posible que mi propuesta estuviese lanzada antes del momento debido, pero por lo que me contaba, el camino hacia Invernalia era cada vez más peligroso, y de nada nos serviría a ninguno el ser atacado por salvajes.

Mis ojos miraron al caballero con la seriedad con la que había sido instruido desde hacía tiempo.

-Una noche- Y el viento pareció aullar en el fresco aire exterior.

Sonríe otorgando cierta suavidad a su cansado rostro al mismo tiempo que pretende restar importancia al decoro del joven con un ligero ademán de su mano.

- Si mandara a mi esposo a "adecentarse" cada vez que viniera de cazar, entrenar con sus hombres o cabalgar por las tierras que protege sólo comeríamos una vez al día.

Aún así asiente y deja que Jolan se encargue del invitado por ella. 

La reacción del joven Moonlight me sorprende gratamente. Aunque siempre ha sido alguien honorable y dispuesto a ayudar, temía que los años lo hubiesen cambiado. Me alegra comprobar que no es así. Su inmediata disposición a partir conmigo me llena de alegría, aunque también me parece algo embarazoso; tal vez no debería haberle dicho nada para no involucrarlo. Ahora me siento culpable y egoísta. Es cierto, los Moonlight son amigos de los Flaghan desde hace generaciones, pero Brandon no tiene ninguna obligación de exponerse al peligro por nosotros. Al menos, eso es lo que pienso durante unos instantes. Luego, en mi mente, le doy la vuelta a la situación. ¿Acaso no sentiría yo la obligación moral de ayudarlo si, pongamos, su hermano desapareciera? Por supuesto que sí. Somos amigos, no aliados por conveniencia, y no pienso insultar su generosidad cuestionándolo. Así, me limito a hacer una leve inclinación de cabeza.

—Gracias, mi señor. Es bueno ver que el muchacho valiente que fuisteis se ha convertido en un hombre recto y justo. Que los Siete os tengan en su gloria. No os molestaré más. Id a descansar. Mañana empezará un duro viaje, y necesitaremos todas nuestras fuerzas.

Sin más, me despido con otra reverencia y me retiro. A continuación, voy a buscar al mayordomo. Hay muchos preparativos que hacer para mañana, y quiero que le diga a los sirvientes que todo debe estar listo al alba.

Las palabras del caballero me llenaron de orgullo, por lo que el rostro de mi padre se apareció ante mí, como si se encontrase allí mismo.

-No tiene nada que agradecer, Ser-Mi voz sonó formal y cortés- Tus palabras me halagan ciertamente-Dije con un tono mucho más cercano.

Nos despedimos al tiempo que ingresaba en mis aposentos. Acabábamos de llegar, y ya teníamos horario de salida.

Sin dudas tomaré un baño caliente...

Ser Jolan era un buen hombre. Noble y justo, todo lo que debería ser un caballero.

Un leve cosquilleo atravesó mi espalda cuando nos separamos ¿Realmente lo ayudaba de forma altruista?

Desgraciadamente tenía respuesta para esa pregunta...

No...

Mi padre me había ordenado ir a Invernalia. El tiempo de abandonar la residencia de los Flaghan llegaría de uno a otro momento. 

Pero la oportunidad de ser escoltado por mas guardias partía al amanecer...

"He de ir a Invernalia cuanto antes para saber dónde está Ionar, y traerlo a casa sano y salvo"

                                                                                   ...

"Nuestros destinos son los mismos, y la misión de su sobrino es también la mía"

Jamás faltaría a la verdad a un amigo. Nuestro destino era el mismo, Invernalia. Y la misión de su sobrino realmente era la mía propia. Pero la misión de Jolan no era la mía, y aunque, sin dudar, le asistiré en la búsqueda de su sobrino, deberé de cumplir con mi misión primero.

Después de todo, una escolta de Flaghan´s y Moonlight´s nos grajearía a ambos más chances de llegar a salvo a destino...

Aunque los días están despejados el frío norteño obliga a reyes y campesinos abrigarse por el igual, unos mejor que otros, pero abrigados al fin y al cabo. No hay excepciones en Garra del Grifo, y a medida que el Sol cae el fuego se esparce de chimenea en chimenea, desde las habitaciones de los nobles a las cocinas que preparan los abundantes platos que satisfarán a todos por igual.

El desayuno resulta casi tan extraño como la cena, pero no es de extrañar que las sonrisas no sean plenas y los silencios se empeñen en aferrarse a los muros que ahora albergan a un aliado. Un gran pesar asola la Casa Flaghan, uno que puede ser más profundo si los Antiguos Dioses y los Siete así lo deciden, pues por encima del hombre está lo divino.

- Jolan, ¿puedo hacer que recapacites? En estos tiempos inseguros me hundiría que mi sobrina sufriera. ¿De verdad crees que es conveniente llevarla contigo? -Aprovecha las distintas conversaciones aquí y allá para formular su inquietud, enlazándola con otra más pragmática-. ¿Está todo preparado para partir? Sabes que me ocuparía yo misma de que nada faltara, pero ahora... Mi mente está tan lejos, y a la vez debe estar cerca -dice mirando a sus tres hijos.

Por otro lado...

La atención creada sobre la figura del joven heredero es notable, tanto que las dos jóvenes no paran de mirar de reojo y cuchichear entre ellas, aunque las actitudes son claramente distintas. Lady Marjorie parece más risueña y más dada a ruborizarse cuando es la destinataria de las afables sonrisas del joven noble, mientras que lady Alessa opta por ser más cortés que dada a caer rendida por cada ademán de Brandon. Cuando se dirige al invitado se podría percibir en su voz un toque de decisión con una pizca de curiosidad.

- ¿Ha viajado mucho? No paran de llegar noticias de lo inseguro que son los caminos ahora -pregunta Alessa- ¿Es cierto que los bandidos se atreven a atacar las comitivas? Deberían reunir un ejército y aplastarlos de una vez por todas -dice aquello último tan bajo que nadie juraría que lo dijo-. Apenas recuerdo la última vez que estuve de viaje. Espero haber pensado en todo lo necesario, padre dijo que debíamos viajar ligero. 

Las palabras de mi hermana me sacan de mi ensimismamiento. Sabía que el ruego llegaría tarde o temprano. Contemplo a Violaine con rostro sombrío; antes de que empiece a hablar, ya queda claro cuál va a ser mi respuesta.

—Comprendo y agradezco tu preocupación, hermana. Yo mismo he meditado mucho mi decisión, pues sabes mejor que nadie que lo que más temo en el mundo es que a Alessa le suceda algo malo. En otros tiempos, hubiese preferido que estuviera contigo, alejada del peligro y de cosas terribles... —Suspiro—. En otros tiempos. Hoy, sin embargo, tanto tú como yo sabemos que el peligro se oculta en cualquier parte. Lo aprendimos de la más espantosa de las formas. Seguro que aún te acuerdas de Keenan... Mi hijo. Tu sobrino —Echo un vistazo soslayado a mi hija Alessa, y bajo el tono de mi voz—. No podría perdonarme perder también a Alessa. Y la única manera que tengo de asegurarme de su bienestar es llevarla conmigo y no separarme de ella en ningún momento. Si algo amenaza su seguridad, al menos podré defenderla, ya tenga éxito o fracase. Pero si no está conmigo, no podré hacer absolutamente nada. Estaré impotente, a merced de los dioses. Y la voluntad de los dioses es inescrutable, porque bien sabes que no suelen ser misericordiosos—Carraspeo, sintiendo un sabor amargo en la garganta—. No lo fueron con Keenan. Y tal vez tampoco lo serían con ella.

Apoyo una mano en el hombro de Violaine, tratando de apaciguar su inquietud.

—Me conoces. Sabes quién soy y lo que haría por nuestra familia. Por eso confías en mí, por eso voy a Invernalia para traer a nuestro Ionar de vuelta. Y ese es precisamente el motivo por el que, muy a mi pesar, debo llevarme a Alessa conmigo. Espero que me comprendas, como yo te comprendo a ti.

No digo más. La mirada de mis ojos desvela que nada en el mundo podría hacerme cambiar de opinión.

La necesidad obliga a los mejores a centrarse incluso cuando el dolor parte en mil pedazos el alma. Violaine asiente, aunque no parece satisfecha con la decisión que sabe no podrá quitar de la cabeza a su hermano.

- Recuerda los peligros que acechan en el Norte, y si tienes que retirarte para ponerla a salvo hazlo. Olvida si es necesario la partida para buscar a Ionar, no podría perdonarme si... -Agarró con mano trémula el apoyo mostrado-. Alessa parece entusiasmada, ¿no te parece? -Sonrió levemente, permitiéndose así un breve respiro antes de que el desconsuelo volviera a inundar su ser.

Por otro lado, la inmediata partida parece haber animado a los comensales que degustan del contundente desayuno norteño: leche o vino especiado, panceta, huevos revueltos, pan de centeno, mermeladas varias...Terminado el desayuno parte de los presentes se dirigen a sus tareas, pero otros, como el Maestre o los más allegados a la familia, se disponen a seguiros al patio principal para despediros.

La aprensión se refleja en el estado de ánimo de la familia, desde la tristeza hasta la frustración de Darron por no dejar que vaya, pero finalmente logra entender que en aquel aciago momento debe permanecer en el castillo en ausencia de su padre.

- Que los Siete y los Antiguos guíen vuestro camino y luchen a vuestro lado cuando se requiera -os despide solemne Violaine.

Las dos comitivas parten hacia Invernalia, con un total de veinte hombres con carga ligera. El tiempo es crucial como para permitirse comodidades.

Un pequeño grupo parece husmear en el interior de la caballeriza de donde una voz inconfundible pugna por tirar las paredes abajo. El poseedor de tan atronadora y característica voz parece enfadado, y los soldados que se acercan a investigar dan media vuelta en cuanto descubren de quien se trata. Pronto un fornido norteño, posiblemente capaz de tumbar a un caballo de un puñetazo, sale del interior con cara de pocos amigos. Con paso firme se dirige hacia los que pronto estarán al mando de la expedición.

- Mi Lord... -dice secamente al joven Brandon, pero lo justo para ser educado. El hombre es sin duda una mole comparado con él, no tanto en altura pero su corpulencia es notable hasta en los rasgos de su cara. Sin embargo, al ver el suave gris verdoso en sus ojos parece que su estado habitual no es estar a punto de arrancar de un bocado la cabeza de algún pobre desgraciado-. Si me permite la sugerencia Sigmund no puede venir -Propone sin miramientos mientras mira a Jolan y señala con el pulgar hacia la caballeriza-. Llevo observándolo un tiempo y apostaría mi barba que será un problema si... -Parece observar nuevamente a Brandon y una mirada de reconocimiento hace florecer una enorme sonrisa- Pero si es el joven Lord Brandon. Que los Ancianos miren al hombre en que se ha convertido, sin barba pero todo un hombre.

Tan atronadora como parecía sus gritos en la caballeriza resulta serlo ahora su risa. Para Jolan incluso la voz de su amigo es reconocible a distancia, pero es la característica sonrisa y afable semblante el que concuerda con Navid, uno gran amigo de ser Jolan.

Buenas. En vista de mi reciente, y nula participación, debo pedir con gran pesar mi baja de la partida. Siento que no me es posible contribuir activamente en este momento, La demanda que requieren los jugadores de mi partida es bastante elevada, y no puedo fallarles, como tampoco deseo fallarte a ti.Y es por esto mismo que debo decir adiós. Dios sabe lo mucho que esperé para conseguir un buen director para esta partida, y encontré dos. Por eso te pido disculpas, y me voy con tristeza, esperando que alguna vez nuestros caminos vuelvan a cruzarse, y que no te quede un mal sabor de boca hacia mi, porque yo los recordaré con todo el amor y la dulzura que me generaron.

Los quiero, y los voy a extrañar, pero no puedo fallarle a mis jugadores, tu mas que nadie se que entiendes.

Adiós, y los quiero ♥