Partida Rol por web

Simon primer toque de atención en serio...  se que estas liado con tu partida... pero si han de esperarte las chicas a que tu decidas, podrias agilizar un poco el ritmo

Estoy esperando por Carmen, que lleva un tiempo sin postear. o.o

Miro a Martina y le hago un gesto para que pague mi parte, mostrándole que no he sacado mi dinero del barco.

Sin más, vuelvo a centrarme en el posadero, no sin antes dedicarle una furtiva mirada a la extraña mujer que era Carmen.

¿Qué hay que recupegar? ¿Quién es su amigo? ¿Y de cuánto estamos hablando?

Mis preguntas son pausadas, jugarme la vida no era un problema, pero sí los detalles que concernían a mis hombres o a la dudosa moralidad de mis acciones.

Es decir, no me gustagía llamarlo paga nada, si usted tiene algunos de essos datos nos segía más sencillo.

Me llevo la manos a la cabeza, rascándome la cabeza, le dedico una mirada penetrante que sólo mi capitán puede llegar a entender lo que pienso.

Saco nuevamente el dinero y le doy al posadero la parte de mi capitán. Me incorporo un poco hacia adelante de la mesa para alcanzar el oído de mi capitán y le susurro.

- Esto lo anoto en tu cuenta de deudas. Ya me las pagarás y sabes muy bien como... - me vuelvo hacia atrás y tomo nuevamente mi silla y le dedico una sonrisa picara mientras me coloco la capucha para taparme.

Escucho con atención lo que mi capitán le preguntaba al posadero sobre el "negocio" que nos estaba ofreciendo.

- Si, como dice el caballero denos más información y nos pondremos en ese "asunto", ya que no tememos por nuestras vidas...nos gusta vivir aventuras. Jajaja. -

Después del brindis del capitán Simón Carmen se quedó muy callada; seguía sonriendo y hablaba con todos de temas sin importancia y no le pasaron desapercibidas algunas miradas que el capitán lanzaba a sus encantos. También sintió la mirada sobreprotectora  de su primo pero no le dio mayor importancia. Siempre le pasaba lo mismo; le gustaba coquetear  con  hombres guapos como el capitán Simón y sentirse admirada, pero cuando un hombre mostraba el mínimo interés ella se retraía… no es que le diera miedo, era simplemente que no se atrevía a seguir con el juego.

Cenó despacio disfrutando de cada bocado, le encantaba comer y la comida al sur de castilla era muy buena. No comió demasiado pues su ceñido vestido pronto comenzó a incomodarla.  Pero si bebió y brindo con el resto. Pagó al camarero su cena y la de Ricardo. Y escucho en silencio mientras el camarero le proponía al capitán y a su tripulación un negocio. Sentía curiosidad por saber de qué se trataba y quien quería encargar esa búsqueda. “nunca se sabe…” pensó y esperó a ver si el posadero soltaba algo más de información.  Sintió curiosidad por como Martina se acercaba a susurrar algo al capitán, pero no logro captar sus palabras y supuso que estaba aconsejándole o algo parecido.

- Mucho me temo que yo soy solo un posadero y, de los temas del señor Angelo no se más que lo que habla la mayoría. Al parecer quiere recuperar un barco cargado de tesoros... o eso es lo que se rumorea por ahñi, pero ya saben que el populacho dice muchas cosas y no todas son verdad.

El hombre comienza a recoger un poco los platos y copas ya vacíos y os sonríe mientras recoge el dinero que le pagais.

- Como les dije, si les interesa, él estará esta mañana en la taberna, al parecer ha quedado con alguien más que también estaba interesado. Espero que pasen una buena noche señores y señoritas.- Dice mientras os deja a solas.

Escuchó con mucha atención a las palabras del posadero, mientras dirijo nuevamente mi mirada a mi Capitán y digo mirándole a él.

- Deberíamos venir aquí mañana como dice el caballero, y hablar cara a cara con él Capitán. ¿Qué te parece?, y por cierto dónde dormimos...en el barco...o aquí... -

Asiento con la cabeza y le dedico una última mirada de soslayo a Carmen.

Al amanecer estagemos aquí. Tenemos que hablar de cossas.

Una sonrisa amable y me giro para salir de la zona, ofreciéndole amablemente mi brazo a Martina.

Aún tengo que... ¿pagarte?

Susurro con media sonrisa a mi acompañante mientras le guiño el ojo al protector de la castellana y hago una señal a Pierre para que salga con nosotros.

Tras decidir el Capitán y de invitarme a tomar su brazo. Me levanto de mi asiento, me despido de Carmen y su primo.

- Un placer el cenar con ustedes, espero que haya sido agradable nuestra presencia y espero verlos en otra ocasión. Mucha suerte en sus bailes, y música. Si nos disculpan nos marchamos. -

Agarre el brazo de mi Capitán y con una sonrisa pícara le susurro.

- No se haga el loco...sabe que me las pagarás...todo tiene su precio por invitar a cenar al Capitán... - le guiñe un ojo y le saqué la lengua.

Se despidió sonriendo del capitán y su tripulación.

-Seguramente nos veremos mañana a la hora del desayuno, así podremos despedirnos y podre desearos un buen viaje. – levanto la copa para despedirse y apuro el último trago de vino que le quedaba. Estaba delicioso.

Vio las muestras de complicidad que se dedicaban Martina y el Capitán, y se alegró de no haber seguido coqueteando con él.  Quizás fueran pareja y a Carmen le había caído muy bien la chica, no le habría gustado tener algún problema con ella.

-Te imaginas Ricardo. Ser un…. Pirata!!- susurró la última palabra inclinándose hacia él- acaso puede haber algo más emocionante- dijo riendo enseñando todos los dientes- Y quién lo diría… has perdido facultades, has dejado escapar a la chica- Rio entre dientes pinchando a su primo con un dedo para molestarlo un poco.

Se puso de pie y agradeció al camarero por la excelente comida.

-Me retirare a mi habitación. Lamento que la noche de baile no haya quedado del todo bien – sonrió tristemente.- Buenas noches. Buenas noches Ricardo.- dijo y se dirigió a su habitación en la segunda planta.

Con un gesto cortés me despido de la bella dama y parto con mi compañera hacia el barco, una ligera sonrisa baila en mis labios y parto, pese a todo, alerta de lo que pudiese suceder.

Mientras Pierre acompaña a su capitán y Ricardo parece algo confuso con lo sucedido, todos vais a descansar una placentera noche. La cual pasa sin mayores cambios, plácida y lejos de la sombra que pudiera cernirse alrededor vuestra. El día se alza con igual exactitud, mientras unos rayos de sol van acariciando vuestros rostros y aportando nuevas fuerzas a vuestros cuerpos. Desde vuestras estancias ya sean las del camarote o bien las de la posada, podeis observar como en el exterior, el puerto de PuertoSur parece cobrar vida y la gente comienza a llenar sus calles en una avalancha de caos donde cada uno vuelve a su trabajo habitual después de una noche de tedio.

Mas con el llegar de la mañana no es solo el sol lo que acaricia vuestros cuerpos, esperanzas y nuevos rumbos que se unen en un único destino. Quizás un rumbo que haya estado marcado desde antes que lo supierais, un nudo que os ata hacia una meta inesperada, incluso un viaje que os hace replantearos vuestras creencias. Las costas de Puertosur son bañadas por los mares de Castilla, que no son menos hostiles que los de otros lares, cuya espuma cubre los miedos y cuyas agua esconde a los mismos demonios, ya sean monstruos o marineros de carne y hueso, pero son mares donde viven las leyendas y se cumplen los sueños. Los rumores de bajeles cargados de tesoros han traído a sus costas a muchos aventureros, así pues no es la primera vez que alguien pide a gente con agallas que enfrenten a la misma muerte, que la miren a la cara y se rían de ella, pues solo esos locos insensatos serán capaces de desafiarla y vencerla en sus propias reglas.

Hoy, os habéis acercado a la taberna de la sirena del mar donde os esperan seguramente vuestros sueños, o vuestras esperanzas, algunos de volver al mar, otros de hallar aliados, otros de descubrir la verdad... y algunos incluso de poder amar al ser deseado. Con estas ideas en la cabeza atravesáis las puertas del viejo garito, donde vacío apenas hayais solo a dos personas. El posadero a quien ya conocéis, con cara de adormilado y algo aburrido mientras prepara sus enseres y limpia sus jarras. Y al fondo ya de mañana con el fuego a medio encender de la chimenea, os espera sentado en la mesa de al lado a un hombre engalanado con ropas elegantes, de seda y colores apagados, de pelo castaño claro cayendo por sus hombros y con una gran botella de vino con varias copas a su alrededor, al veros llegar Angelo uno de los conocidos mercaderes de la zona os sonríe de forma sibilina y con un gesto os indica que toméis asiento.

- Bienvenidos caballeros y Damas, espero que podamos ponernos acuerdo, urjo en necesidad de contratar los servicios de valientes, que no le teman ni a Theus ni a la muerte.

Iñigo es un hombre no muy alto, 1.70 a lo sumo, un pelo oscuro que le llega a los hombros y una mirada profunda que refleja años de experiencia y tiene una barba corta de color oscuro que le hace parecer un poco más viejo de lo que es. Su piel es bronceada y refleja el trabajo que lleva a sus espaldas. Sus ropas son de lo más normales, tirando a bastas, camisa de lino gastada por el uso y la sal, unos pantalones negros muy gastados también, carga con un petate donde guarda el resto de sus pertenencias...

Miro a Don Angelo seriamente, después miro al resto de los presente curioso...

Buenos días tenga usted don Angelo, con gusto aceptaré una copa de vuestro vino, si la ofrecéis claro, y así podemos hablar de ese trabajo que nos ofrece... 

Tomo asiento entonces y dejo mis cosas a un lado.

Decís que os urge la necesidad de contratar hombres valerosos, pero ¿cuál sería el menester a realizar? Entended de dependiendo del trabajo, el coste de los servicios será distinto...

Un poco después de la presentación inicial entra al recinto un hombre joven de aparente 20 y pocos,vistiendo unas elegantes ropas por debajo de su abrigo de cuero no destaca demasiado físicamente mas que por su expresión sonriente y despreocupada, sin embargo si destaca por el arco que lleva a la espalda, aparato poco común en esta época y región, al entrar se retira la capucha que le cubría la cabeza enseñando sus rasgos y sonríe con estado animado observando el lugar y reconoce al contratista acercándose en cuanto le hace la señal.

-Muy buenas compañeros-  Dice al acercarse esbozando una sonrisa -A ti no te conozco- Dice a Iñigo antes de dejar su arco a un lado para sentarse y servirse una copa antes de que le digan nada con total confianza como si fuera de la familia.

-Bueno. ¿Cual es la paga y que tal cansado es el trabajo?

Un hombre que apenas alcanza la veintena, altura media, aspecto fornido aunque no excesivamente musculoso, más bien fibrado, del lado de una bella dama. Sus ropas son sencillas, aunque destacan su aspecto aventurero. Cabellos oscuros, ojos aceituna, gestos confiados y tranquilos. Poco o nada destaca en él, salvo su propia aura de confianza.

Atento a todo lo que le rodea, se cruza de brazos y observa a aquellos que hablan del trabajo, se acerca con sencillez y una única palabra.

Simon.

Inclina su cabeza con cortesía y sin aguardar respuesta, se sienta en una silla junto a ellos y escucha con interés todo lo que se dice.

Los rayos de sol pasaban por la ventanilla pequeña de camarote, yo me tapaba con las sábanas la cara. Tras un noche larga bebiendo lo que menos me apetecía era levantarme temprano para ir a hablar de negocios.

Me levanté de la cama tras unos segundos más en la cama, me tome una ducha rápida y me puse la ropa. Salí del barco acompañada de mi Capitán. El que al menos parecía tener una cara más despejado y más alegre, como si la bebida de anoche le hubiera pasado factura...

Era sorprendente ya que no era de la tierra y le sentó bien, no como a mi que hacia tiempo que no bebía vino del bueno de mi tierra.

Pasé justo al lado de mi Capitán a la taberna. 

Martina era una mujer de 1,66 cm de piel blanca que siempre o casi siempre ocultaba su rostro. Esos ojos tan bonitos que tenía de color azul, con ese pelo moreno. Acompañado de una larga trenza hacia un lado. Una mujer de armas tomar.

Tomé asiento junto a mi Capitán.

- Buenos días caballeros, soy Martina. -

-Buenos días Martina, a mi pueden llamarme Jeremy, espero que nos llevemos bien.- Aprovechó el momento para presentarse, no lo había echo antes pero ya que habían tomado la iniciativa se sentía en la obligación de devolver el gesto.

Miro a todo el mundo cuando veo que empiezan las presentaciones...

Mi nombre es Iñigo Sandoval, un placer...