Partida Rol por web

Lo tenían complicado. No sólo el ogro les amenazaba con una terrible muerte, sino que a éste se le añadieron nuevos espantos de las profundidades. Las fuerzas ya les flaqueaban a todos los presentes, y aún quedaban demasiados enemigos.

Si querían vivir para luchar otro día no les quedaría otra que...

entonces ocurrió.

Cuando el primer enano entró cargando contra los enemigos, Damien sintió un pellizco en el pecho. Una parte de él no se creía lo que estaba viendo. ¿Alguien venía en su auxilio? ¿Pero quién podía ser tan inconsciente? Pero entonces vio al siguiente enano, y luego al siguiente, y se dio cuenta de que aquel ataque estaba bien coordinado.

Habían tenido suerte, los habían encontrado en el momento justo. No habrían sobrevivido al encuentro si no fuera por la aparición de los desconocidos.

La batalla fue encarnizada, pero con la ayuda de los enanos, los engendros empezaron a caer, convirtiéndose en amasijos de carne maltrecha, mezclada con huesos rotos y sangre negruzca. La batalla seguía y seguía y Damien se sintió a punto de desfallecer. Aunque como siempre trató de forzar su gesto más estoico. Se dedicó a lanzar curaciones a quienes acababan afectados por las armas de los contrarios, siempre maldiciendo su torpeza, pero aliviado de no tener ninguna baja. No sería hasta que por fin terminó la batalla que se dio cuenta de que aquello no era así. Uno no lo había conseguido. 

Evitó el rostro de la chica para no grabárselo en la mente, el hacedor sabía que ya no era necesario. Apretó los puños con un recuerdo muy vivo de la última persona que vio morir, y se echó el cadáver a los hombros, para luego seguir a los enanos y al resto de su grupo.

Sus compañeros hablaban, y él, como de costumbre, trataba de escuchar sin participar mucho de la conversación. Se dedicó a mirar a los enanos, por si viera en ellos algún blasón... o cualquier simbología que pudiera identificarles. No fue más que un reflejo, ya que él poco o nada sabía de heráldica enana. De hecho, no sabía ni que existiera.

-Sí... buscamos a los Aplastarrocas-Negó con la cabeza y miró de reojo a Calíope, que como de costumbre desvariaba-No podemos demorarnos, vamos.

Los enanos se quedaron mirando largamente a Calíope, luego se miraron entre sí.

—¿Qué coño acaba de decir?—preguntó uno.

Los demás se encogieron de hombros en un movimiento totalmente coreográfico. El que había preguntado se barrenó la sien un instante antes de dirigirse a Jarlath que había sido el primero en hablar.

—Pues sí, aunque no hacemos distinciones en lo que a aplastar cosas se refiere. Rocas, cráneos, engendros... lo que se tercie—dijo—. De hecho nos habían dicho que iba a pasarse Guardas por aquí pero como nos estábamos cansando de esperar vinimos a buscaros. ¡Y resulta que estábais montando una fiesta!

Velanna llegó hasta vosotros aún en forma animal, recuperando la suya por el camino y escupiendo a un lado la sangre negra del desdichado engendro que acababa de despedazar (de hecho se tuvo que limpiar la barbilla con el dorso de la mano)

Parecía aliviada por una parte de que estuvieseis bien, pero por otra había un tinte sombrío en el ceño fruncido que enseguida formó, porque no estábais todos bien.

Al escuchar a Enansal, se acercó a donde aún yacía el cuerpo de Aydriss y se cruzó de brazos con gesto pensativo. Tan pensativo que de hecho se quedó en silencio durante más tiempo del estrictamente necesario antes de que éste se volviera incómodo.

—Puedo intentar que su espíritu vuelva—dijo finalmente— ...si quiere.

Os miró de soslayo como si por alguna razón le interesase también lo que vosotros pensárais al respecto.

Jarlath sonrió al ser testigo del eufórico ánimo de los enanos.

—Y vosotros habéis llegado a tiempo de uniros a ella. Me alegro de que nos hayamos encontrado.

En aquel momento, Velanna se aproximó a ellos convertida en un gran felino, del mismo modo que Enansal era capaz, para recobrar su forma élfica cuando solo estaba a unos pocos pasos. La mujer pareció lamentar honestamente la pronta partida de Aydriss, y se quedó observando el cadáver largo rato, sin que nadie pudiese adivinar cuáles eran sus pensamientos. Cuando finalmente los verbalizó, los ojos de Jarlath se abrieron con asombro. ¿Realmente podía hacerlo? ¿Podía traer a Aydriss de vuelta desde el otro lado del Velo? Casi estuvo a punto de preguntar si podría hacer lo mismo con los otros compañeros que habían perdido a lo largo del viaje, pero se dio cuenta de que conocía la respuesta: si fuese capaz, sin duda lo habría hecho, y además, era muy probable que hubiese pasado demasiado tiempo desde su marcha.

Sin embargo, en el caso de Aydriss… Jarlath la miró. Aquella mujer no había experimentado jamás lo que era la libertad, pues había estado condenada a la servidumbre desde el mismo momento que abrió los ojos por primera vez. La muerte, pensó el orlesiano, la había liberado.

—Merece una oportunidad, Velanna —aseveró Jarlath, con gravedad y emoción en la mirada—. Una oportunidad de nacer libre a sus propios ojos.

El hombre se quedó inmóvil, a la expectativa de lo que sucediese a continuación.

Las palabras de la Guarda Senior provocaron un ceño de desconfianza en el enano, poco o nada acostumbrado a la urdimbre del Velo, y mas influenciado por cuentos e inquietantes historias sobre él:

— Hablais en serio??!! — preguntó, con los ojos muy abiertos, girando la cabeza hacia cada uno de sus compañeros — Murió luchando por lo que defendía!! Si no respetamos ni el justo descanso de los muertos en combate, que vamos a respetar??!! — espetó, intentando hacer, tal y como recordaba, una seña para santiguarse que Elain, aquella clérigo de El Hacedor que tanto le había ayudado en sus primeros días en Weisshaupt, solía hacer cuando él, ebrio como una cuba, blasfemaba contra todo lo que se le ponía a tiro — Dejad descansar a la cría... — acabó diciendo, girandose para cubrir el cuerpo ya frío de Aydriss con la manta que llevaba enrrollada en su petate, mas dispuesto a darle sepultura, o realizar el ritual que su gente soliese hacer.

Si solo hubiera una sola posibilidad de lograr aquello que Velanna proponía... Quizá así el dolor que atenazaba el bravo corazón del enano pudiera menguar, por aquellos de sus compañeros que habían caído en tan poco tiempo, pero el desconocimiento, el misterio preñado de folklore del que él bebía, le hicieron hacer oidos sordos a la propuesta de la elfa.

Calíope se sintió de repente muy observada  por los recién llegados, hasta el punto de enrojecerse. No se enteró de lo que le dijo uno de ellos, pero estaba segura de que había sido un tremendo halago en lengua enana. Al fin y al cabo, ¿quién no podía resistirse a los encantos de la mujer de cabellos negros más sensual de la sala?

- Los Aplastacráneos. Eso suena aún más demoledor. ¡Me encanta!

La guardia senior que a su vez recuperaba de grácil forma su aspecto élfico, al observar el cuerpo de la ella caída, pronunció unas palabras que dejaron ojiplática a la maga.

- Espera, ¿qué? ¿Eso se puede hacer? Suena muy, pero que muy interesante. ¡Quiero verlo!- Calíope estaba realmente emocionada. Nunca había visto alguna cosa así y si lo había hecho, no se acordaba. Ni siquiera las palabras de su compañero enano le molestaron.- Pero, ¿cómo la vamos a dejar ahí tirada? Es super adorable, necesita regresar!

— Quien ha hablado de "dejarla ahí tirada"??!! — contestó el enano, de repente malhumorado. En mitad de un combate, rebanando miembros, abriendo torax y abdomenes, y bañandose en sangre, apenas le inmutaban, sin embargo esas situaciones relacionadas con los muertos, con El Velo, le ponían muy nervioso, algo que no soportaba de forma incómoda.

— Le daremos un descanso acorde a sus creencias. Supongo que Velanna o Enansal, las sabran: ellas son elfas.

Y no dijo mas. Solo quedó mirando fijamente el cadaver de su compañera, hosco.

Damien supo que debería estar de acuerdo con el enano. Pero siendo sincero... no lo estaba. Él hubiese dado mucho porque alguien pudiera hacer con muchas personas que había perdido en el pasado, lo mismo que estaba sugiriendo la elfa. 

-Si es la propia elfa la que lo propone... dudo que tú sepas mejor que ella lo que la chica podría querer...-La respuesta, como siempre, directa y tajante. Con el tono serio que le caracterizaba. 

Apretó los labios y los puños.

-Si ella quiere... regresará. Así que... habrá que dejarla decidir a ella-Miró a la guardia Senior. Había cierta duda en sus ojos. No estaba seguro de estar permitiendo que se hiciera lo correcto. O si estaba simplemente proyectando sus deseos imposibles sobre el cadáver que llevaba a los hombros.-Creo que a nadie más le compete esta decisión...

Y sin decir más se la bajó de los hombros y la sostuvo entre los brazos, como a una niña que se había quedado dormida en la cama de sus padres y a la que debía transportar a la suya.

Con algo de suerte, esa niña también despertaría para ver la luz del alba.

No había un atisbo de urgencia en la forma de actuar de los enanos. Puede que no hubiera más engendros en las proximidades que los que habían liquidado, pero Enansal dudaba que fuera así. Sospechaba que los Aplastarrocas, simplemente, no tenían reparos en volver a luchar. Y morir, si era necesario. Y si era necesario, morirían, pero aquel día no lo era.  

¿Quién os lo había dicho? Los habían enviado a buscarlos, y nadie más sabía de su viaje a los Caminos; si podían comunicarse con los Aplastarrocas, no era necesario que les hicieran perder el tiempo con aquella misión.

Entonces habló Velanna, que había estado observando el cadáver de Aydriss en silencio. Cuando los ojos de Enansal se cruzaron con las de la otra elfa, no vio en ellos la resolución que esperaba de la líder de los guardas grises. No estaba segura de lo que iba a hacer.

Si quiere quedarse, no regresará, apuntilló Enansal. A Paexter podía disgustarle, pero la magia era parte de la naturaleza, y no podía dar la vuelta a nada que estuviera destinado a ser definitivo. Aunque ella no era capaz de hacerlo, sabía que algunos magos podían alcanzar un espíritu que había abandonado su envoltura orgánica y guiarlo de vuelta. Guiarlo, no arrastrarlo.

—Uno de los vuestros que estaba a punto de palmarla—el aplastarrocas que había hablado se encogió de hombros—. Ya sabeis, cuando empezais a oir voces, mierdas raras y venis aquí abajo a matar cuanto engendro podáis antes de morir. "La llamada" o algo así creo que le dijo, que queda más elegante.

—Su espíritu—volvió a recalcar Velanna, y aquello dio algo más de sentido a por qué no lo había hecho sin más y se lo había pensado tanto. Luego recalcó también:—. Y si quiere.

Descruzó los brazos y se volvió hacia vosotros.

—No soy Falon'Din, ni vuestro Hacedor. Si se pudiera resucitar sin más a los muertos, ¿no creeis que Andraste seguiría con vida?—explicó—. Lo que yo hago sólo funciona si la muerte es reciente, si el alma aún no ha cruzado al otro lado. Puedo convocar un espíritu, generalmente suelen acudir los de la compasión. Sacrifican parte de su propio poder para crear  un nuevo... recipiente, por así decirlo. No es un regalo precisamente poco valioso. Podeis llamaro una "reencarnacíon".

Señaló con la palma el cadáver de Aydriss.

—Seguirá siendo Aydriss en mente y recuerdos, pero el cuerpo será distinto—añadió—. Y lo digo para que no os desilusioneis si no sucede lo que esperais... pero ciertamente depende de que ella acepte o no la ayuda del espíritu.

Velanna le pidió a Damien que dejara el cuerpo en el suelo y tras unos instantes (pues al parecer el límite de tiempo en el que aquel tipo de magia milagrosa funcionaba se estaba acercando) sujetó el bastón con las dos manos y apoyó la frente en el mientras murmuraba algo con los ojos cerrados en un gesto de concentración.

Sudaba ligeramente, si bien el cansancio por el combate era una cosa, aquel tipo de magia no debía ser algo fácil de llevar a cabo tampoco. Aunque a despecho de aquello, parecía estar buscando al espíritu con toda su capacidad.

Y un espíritu pareció responder a la súplica.

Una luz blanquecina empezó a emanar de la elfa y se desprendió centelleando de tal modo que os tuvisteis que cubrir los ojos. Rodeó el cadáver de Aydriss y se posó junto a ella en el suelo hasta el punto de que no os permitió verla más. Velanna soltó una bocanada de aire en ese instante y se tambaleó sosteniéndose a duras penas antes de caer de hinojos entre resuellos, aun sujetándose al bastón.

—Vuelve con nosotros y sigue luchando... o continúa tu camino y descansa en paz.

La resurrección en el lore de Thedas en en sí un disparate pero hemos tratado de forzar un poco la máquina para que simplemente no estuviérais tan vendidos con el índice de bajas.

Lo que Velanna acaba de lanzar es un Reencarnar . Si bien la tabla especificada en ese link no será la que usemos (porque aparecen cosas que en Thedas no existen, básicamente) Se ha hecho una mucho más pequeña ya que se limita a las razas humanoides que sí existen en Thedas. ¡Pero es secreta!

Así que tú dirás Anexe... un espíritu de la compasión acaba de hacer un sacrificio por tí, en un post privado para el director tira tu d100 para ver en qué renaces. O no...

*DUN DUN DUNNN* D:

Era una sensación extraña. No el no sentir su cuerpo, como sus manos, sus pies, o su rostro; tampoco el no poder ver, oír o respirar, el no percibir siquiera los latidos de su corazón o los pensamientos de su propio cerebro; no, lo que verdaderamente le resultaba incomprensible era el no sentir tristeza ni dolor, el estar más allá del miedo.

¿Paz? Era posible que aquel fuera el nombre de aquello. No podía saberlo, porque nunca la había conocido. Pero parecía ajustarse al sentimiento que la rodeaba en aquel momento. Recordaba la sangre y la agonía de ese último estertor, pero le parecía algo cada vez más lejano e irrelevante, como si hubiera sucedido hacía mucho tiempo y a una persona totalmente diferente.

Si es que, claro, el tiempo y la identidad existían en aquel lugar, más allá del Velo. Los hilos de su consciencia se deshacían sin resistencia en el vacío, como sal disolviéndose en el agua. Era una felicidad postrera, aunque no por ello menos deseada...

...pero había algo que la retenía. Le parecía oír una voz, una llamada, reclamándola desde algún lugar. Era insistente, inquietante y perturbadora. Algo que podía llevarla de vuelta al sufrimiento.

La rechazó. No tenía el poder suficiente para obligarle a obedecerla, nada con lo que amenazarla, nada con lo que convencerla. Estaba más allá de cualquier atadura y cualquier cadena. Sin barreras. Sin límites. Sin amo. Sola.

Sola...

"Vuelve con nosotros y sigue luchando... o continúa tu camino y descansa en paz."

No quería estar sola. No quería desaparecer allí, olvidada y abandonada, como un perro apaleado. No quería marcharse si eso significaba que tenía que dejarle atrás.

Tenía que volver a casa. Quería volver a casa. Quería volver con Casius. Quería a Casius. Casius.

Se aferró a aquella magia cálida que la arrastraba, como una marea compasiva devolviéndola a la costa incluso ahogada. Se aferró a la carne, a la materia, a su identidad.

Identidad. Tenía un nombre...

Aydriss. Aydriss. Se llamaba Aydriss. Y había una razón por la que estaba regresando. Regresaba porque amaba a...

-Casius.- Susurró su voz.

El resplandor se volvió tan cegador que tuvisteis que cubriros los ojos. Especialmente en el momento en que explotó en una especie de destello cegador. Por un momento apenas podíais ver unas manchas negras frente a vuestra visión, como soles negros. Pero pronto comenzasteis a vislumbrar la silueta luminosa en la que se había convertido el cuerpo de Aydris... ¡Y estaba cambiando!

Pareció agrandarse si es que tal cosa tenía sentido, tanto las extremidades como el cuerpo... como algo sobre la cabeza. Y entonces escuchasteis un susurro.

—Casius.

Pero esa voz no era la de Aydriss. Era una voz claramente femenina, sí. Pero no se trataba de su vocecita tímida de elfa, sino de una voz fuerte y sonante.

Cuando el resplandor cesó... ¡la figura en el suelo se movía! De hehco percibisteis como se sentaba, ¿vuestra compañera había decidido volver? Pero, tal y como había advertido Velanna, no sería de nuevo con su antiguo aspecto. De hecho, la Guarda Senior sonrió ligeramente entre jadeos cuando de algún modo identificó lo que había pasado.

—Curiosa elección...

El espíritu de la compasión que había sacrificado su propia esencia para darle una segunda oportunidad le había dado a Aydriss no el cuerpo menudo y frágil de una elfa, sino un cuerpo alto y esbelto pero fibrado, para que cualquiera se lo pensase dos veces antes de intentar volver a intentar pisotear su espíritu. Su piel se había vuelto de un uniforme color grisaceo, su cabello  se había tornado blanco, y lucía un par de cuernos en cabeza que lejos de parecer grotescos se curvaban suavemente hacia atras. ¡Una qunari!

Una qunari que por dentro seguía siendo Aydriss. La misma que vosotros conocíais.

—¡Que me despellejen y me llamen Genlock!—exclamó uno de los aplastarrocas con los ojos como platos. Los demás estaban demasiado boquiabiertos para hablar—. ¡Brujería dalishana! ¡¿Que coño acaba de pasar?!

Velanna hizo rotar los ojos en redondo y emitió un gruñido de agotamiento. Iba a volver a explicar aquello la panadera de Denerim.

No sé si querrás añadir algo con tu nueva forma. Pero si lo haces, no cambies el avatar que como cambies el que tiene Aydriss ahora mismo se cambia en toda la partida y queda fatal.

Te he dado acceso a un nuevo personaje "Aydriss Reencarnada" con avatar de qunari (si en un futuro por lo que sea hay una segunda parte de esto y quieres llevar a este pj pues se le cambia por uno que te guste si no te gusta este xD) Si por lo que sea no puedes postear, posteame en oculto y ya lo arreglo yo

¡Muy chulo el post oculto por cierto! :)

Era un milagro... o quizás el acto más vil que la magia podía perpetrar. Damien supo que debería odiar lo que la dalishana había perpetrado, y aunque una parte de sí mismo que creía olvidada lo hizo. Una segunda, mucho más presente, no pudo sino maravillarse ante lo que acababa de vislumbrar. Aquello que siempre le habían dicho que era imposible.

Apretó los labios, con rabia. Casi no era capaz de mirar a la resucitada a la cara. Sólo supo que era una Qunari por la silueta que pudo percibir por unos instantes, y por la sombra que su nuevo cuerpo proyectaba en el suelo.

Pensó en la explicación de la guarda Senior. Un espíritu de la compasión había venido y se había apiadado de Aydriss. Pero ninguno parecía mover un dedo por otras personas que morían de una forma igualmente injusta.

De nuevo, sintió ira en su interior. Trató de expulsar la imagen de aquella persona que le había sido arrebatada en el pasado. Tal y como se había prometido que haría. Sin embargo, esta vez no fue posible. Le vio, vio sus ojos reflejados en la sombra de Aydriss, vio aquel rostro engreído que creía haber enterrado para siempre, y también vio como la luz de aquellos ojos se apagaba de nuevo, y lo vio desaparecer, dejándole un hueco por dentro al que creía haberse acostumbrado, pero que pesaba más de la cuenta.

La resurrección de los muertos era posible. Pero a Mickel nadie se la había ofrecido. Un odio intenso se hizo con los brazos del Templario. Por suerte, consiguió volver a tomar el control al poco. Miró a la Dalishana, con un gesto escéptico, y volviendo a su habitual tono neutro sólo alcanzó a decir.

-Vamos. No hay tiempo que perder.-Y se acercó a los enanos, sin dirigirle una sola palabra a nadie más.