Partida Rol por web

Vigilancia, victoria, sacrificio

3. La Tumba de la Novia Roja... de nuevo

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06/03/2016, 20:50
Selene

Las palabras de Lynariel, hablando de cómo su clan la había educado en la entrega absoluta por defender a lo que parecía ser como una gran familia, reafirmaron la creencia de Selene de que los humanos habían perdido mucho cuando rechazaron a los elfos como iguales. Pero era difícil luchar contra aquello que se había inculcado durante la más tierna infancia, como ella sabía demasiado bien.

-Lo cierto es que no sé apenas nada de la cultura dalishana.- Admitió la maga, un tanto turbada por su ignorancia -Tevinter no es... bueno, sus prácticas esclavistas son bien conocidas.- Indicó, sin creer necesario dar más detalles -Pero parece que tienen costumbres de las que todos podríamos aprender. Si alguna vez quieres hablar de ello, para mí sería un honor escucharte.- Terminó, con algo de timidez, pero lo cierto es que realmente quería descubrir si existían formas de pensar fuera de la aparente dualidad entre su tierra natal y el sur. Para ella, conocer nuevas formas de pensar siempre era algo que valía la pena tanto o más como aprender conjuros.

Sin embargo, sus palabras respecto a la oscuridad que se había instalado en su interior por culpa del demonio, la entristecieron  nuevamente. -He estudiado el Velo, pero no estoy versada en demonología como para poder decir de qué manera os ha arrebatado la memoria. Quiero creer que si le derrotamos, vuestros recuerdos volverán, pero en caso contrario, haré lo posible por recuperarlos con mi magia.

Cuando Jarlath la alabó, enrojeció levemente mientras negaba con la cabeza, en parte por instinto, y en parte porque sus motivos para ingresar en la Orden no habían sido, ni por un momento, tan nobles como los que él había asumido. Sin embargo, no se sentía con fuerzas como para sacarle del error, ya que para ello tendría que explicar toda la historia de su vida, y ni le gustaba hablar de aquello, ni aquel era el lugar adecuado para las confesiones.

Aun así, musitó un sincero "gracias", valorando su intención mucho más que sus palabras. En respuesta a la pregunta de la elfa, respondió con un leve temblor en la voz. -Me he visto... forzada- enfatizó mucho la palabra, casi en contra de su voluntad -a usar mis habilidades de forma ofensiva en otras ocasiones, pero yo no lo denominaría "batallas".- Al pensar en algunas de las carnicerías que había visto bajo la dominación de Dante, se estremeció -Sé que luchar es necesario en ocasiones, pero prefiero evitarlo en la medida de lo posible. Supongo que soy un poco lo que se conoce como...- tuvo que hacer un esfuerzo para recordar la expresión, que no tenía un sinónimo en su lengua natal -un "ratón de biblioteca", ¿no es así?

El que la dalishana la elogiara a su vez, aunque no fuera mas que por mera cortesía, hizo que la joven terminara de ruborizarse por completo, y comenzó a girar un mechón de pelo entre sus dedos, a causa del nerviosismo, por lo que la curiosidad del bardo acerca de Tevinter le resultó la excusa perfecta para cambiar de tema. Sin embargo, en cuanto trató de indagar en su pasado, a su vez, se dio cuenta de que había cometido un error.

El rostro desencajado y la angustiosa brusquedad del hasta entonces sereno y calmado compañero le demostraron que probablemente ocultaba una vida que tampoco debía de haberle resultado nada fácil. Sus nerviosas preguntas, que no parecían buscar realmente una respuesta, demostraban un dolor profundo, que Selene no podía denominar únicamente soledad, sino algo peor, ya que era la soledad del que cuenta con personas a su alrededor pero no tiene ninguna con la que comunicarse.

Habría podido contestarle que tal vez se debía a que había nacido con magia rodeado de personas comunes, o que sabía lo difícil que podía ser estar estigmatizado frente a las personas con las que tenía que convivir, pero sin embargo, prefirió callar, dejando que se desahogase. Las palabras de Lynariel a su vez, reflejaron tan bien sus pensamientos que cualquier cosa que pudiera añadir solo desmerecería su aportación.

Por ello, una vez que el orlesiano agradeció su gesto, la tevinterana se contentó con colocar brevemente una mano sobre su hombro, haciendo una breve presión para mostrarle su apoyo.

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07/03/2016, 16:16
Jarlath

Jarlath apretó los labios en un intento de sonrisa, y apoyó su mano sobre la de Selene un instante, tal vez para sentir con más fuerza su peso, al tiempo que murmuraba una única palabra inaudible. A continuación, se dispuso a proseguir con la preparación del campamento. Se dijo a sí mismo que lo mejor sería no montar las tiendas, pues así sería más difícil sorprenderlos mientras dormían. No obstante, en tal caso sería imprescindible encender un fuego. Según sus cálculos no faltaba demasiado para el anochecer, y las noches en Anderfels podían ser mortalmente frías. Entonces, se le ocurrió reunir retazos de los jirones de ropa que aún conservaran los esqueletos y los muertos que aún no estaban completamente descompuestos para formar una pila que luego encender con fuego, después de haberla rodeado debidamente con piedras de pequeño tamaño. Así que eso es lo que haría.

Jarlath se bajó de un salto del promontorio rocoso sobre el que habían dispuesto sus petates, y empezó a revisar los cadáveres en busca de retales de ropa. Incluso desenvainó una de sus dagas para cortar pedazos de carne reseca de aquellos que aún la conservaban, a fin de emplearla como material combustible para la fogata. Mientras regresaba al campamento con su cuestionable carga, Hroldar le llamó la atención. El estoico hombre se había mantenido en silencio la mayor parte del tiempo, dando un poco la sensación de ser tan solo una sombra vigilante, y el trovador se preguntó qué debía de pensar, cómo debía de sentirse. Se dio cuenta de que le costaba atribuir al pétreo avvarita una cualidad humana, en parte debido a que jamás había visto su rostro, que estaba oculto tras una máscara, lo que reforzaba esta impresión de irrealidad. Jarlath soltó lo que llevaba en las manos en el centro del círculo formado por los sacos de dormir, se sacudió las manos y se acercó al augur.

Hola, Hroldar —saludó amablemente al imponente hombre. Luego reparó en el espíritu con forma de cabra, que siempre estaba donde estaba su amigo humano. Sonrió—. Hola, Yadda. ¿Qué tal? —Su atención volvió a fijarse en el hombre—. ¿Cómo estás? Poco has dicho desde hace un rato. ¿Te encuentras bien?

Jarlath trató de no atosigar al avvarita con sus preguntas. Había algo en ese hombre que lo intimidaba, pero al mismo tiempo le causaba una gran curiosidad y no poca admiración. Quería averiguar de una vez cuánto había de persona tras la máscara, dejar de ver a Hroldar como una ayuda valiosa aunque fría y distante, y poder empezar a considerarlo, en su mente, un compañero real.

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09/03/2016, 10:39
Paexter RockHead

El enano paró de sacar tierra reseca del agujero en el que enterrarían a Elietta, tomandose unos segundos para secarse el sudor de la frente con el dorso embarrado de la mano, con lo que solo consiguió emborronarse la frente. Pero eso le daba igual, eran cosas sin importancia cuando habia otras importantes delante. Rumió la respuesta unos instantes, y se giró hacia la elfa, con una cara de franca curiosidad. Sabía que los de su raza, al igual que él, veneraban a la Naturaleza, como a un Ente, pero es mas que probable que no a la tierra, aunque, al parecer, su raza apostaba por "volver" a la tierra una vez el alma partía de Thedas:

- En efecto. La Roca está viva, en constante cambio, y nos da la vida y nos acoge al acabarse esta..., le dijo, torpemente, a modo de explicación, encogiendose de hombros. Despues, reanudando el trabajo que daría el merecido descanso a su compañera Guarda Gris, volvió a hablar:

- Tienes razón, algunos de nosotros necesitan descansar. Entonces seremos mas efectivos. Esos traidores caeran en nuestras redes a no mucho tardar. Y espero que nos den una respuesta satisfactoria. Si no, pagarán por la muerte de Elietta, pues ellos la han ocasionado, acabó, obtuso, con el ceño fruncido. En su rudimentaria mente lo tenía claro, no podía ser de otra forma.

Poco a poco, el agujero fue ganando profundidad, hasta que el enano asintió satisfecho, aunque encharcado en sudor. Junto a Enansal, depositaron el cuerpo de la elfa caida, y, con un respetuoso silencio, comenzó a lanzar paladas de tierra sobre el cuerpo frio, rogando a la Roca que cuidara de su compañera.

Cuando acabaron, dio varias bocanadas para recuperar el resuello y le dijo a la elfa: - Bien, acabemos con esto... Estaba inquieto, y se notaba, pero habría de volver, como si de un trofeo de caza del enorme ave de presa se tratara.

Notas de juego

Perdon por el silencio de estos dias, pero ayer tuvo un dia duro de curro tras el fin de semana y lunes fuera, y apenas pude llegar al final del dia!! :(

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10/03/2016, 19:28
Lynariel

Sonrió y asintió a la última intervención del bardo. Después mantuvo el gesto sonriente cuando Selene manifestó curiosidad por saber más sobre los suyos.

- Claro, preguntad cuanto queráis y trataré de explicaroslo todo como mejor pueda. Nosotros somos un pueblo nómada. Viajamos de un lugar a otro para establecernos en diferentes lugares, aunque ello no significa que mantengamos relaciones con otros pueblos, al menos mi clan. Habré viajado por muchos lugares, visitando bosques, montañas, desiertos y yermos apartados, pero siempre he permanecido junto a los míos, cumpliendo mi papel.

Pero no todo era quedarse vigilando y permanecer junto a la Custodia pensó la dalishana. Alguna que otra vez había protagonizado alguna huida fuera de los límites establecidos para satisfacer esa curiosidad que fue mermando cada año que pasaba junto a su clan.

- En contadas ocasiones, he visitado asentamientos o ciudades, como soléis llamarlas. Sin embargo, no fueron siempre experiencias del todo bonitas.- soltó un suspiro al recordar alguno de sus viajes por los pueblos humanos. Levantó la mirada- ¿Cómo hacéis para no agobiaros con esas construcciones artificiales?

La elfa se quedó callada tras intervenir y escuchó atentamente las palabras de Selene. El temblor en su voz no paso desapercibido para Lyna y decidió callarse para no incomodar a la maga.

- No os preocupéis, con nosotros, nadie os forzará a hacer algo que no queráis.- le dijo en un tono tranquilizador.

Cuando dejaron de intercambiarse palabras, Jarlath prosiguió con los preparativos para el campamento improvisado. Lynariel se quedó cerca del camino de bajada observando cada paso que daba, al mismo tiempo que vigilaba la entrada y cualquier otro punto del cual podían salir arácnidos hambrientos. De tanto en tanto, miraba tanto a Selene como Hroldar, los cuales se habían quedado arriba junto a ella.

Cada vez que miraba a la maga de pelo rojizo, no podía evitar acordarse de Kiara, cuyos cabellos eran muy parecidos a los de Selene. Por otro lado, Hroldar, poco después de acabar la batalla contra los esqueletos, había quedado en completo silencio. Su aspecto estaba rodeado por un aura de misterio de difícil descripción. Nunca había visto a un hombre así. Cuando el bardo regresó, se le acercó. Ante la pregunta de Jarlath al augur avvarita, la dalishana se quedó en silencio, sin perderlos de vista y atenta a su alrededor.

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11/03/2016, 11:36
Hroldar Torvaksen

Hroldar estaba tan quieto que parecía una estatua, con las manos velludas puestas en el extremo del fémur de gigante tallado y la mirada pétrea fija en las cuevas. El augur salió de su ataque de ensimismamiento, te miró por encima del hombro y se giró sobre sus talones.

—Hay mucho dolor en esas cuevas. Mucha gente murió luchando contra los engendros tenebrosos. ¿Quiénes eran? ¿Qué hacían aquí? —dijo Hroldar, meneando la cabeza—. Ahora sólo quedan dioses enfadados y terribles. Quizá por esta razón los engendros tenebrosos evitan este lugar.  

Volvió a mirar las cuevas.

—Me pregunto por qué los reclutas se adentrarían en un lugar tan peligroso. No a buscar bandidos, desde luego —susurró entre dientes para si—. Empiezo a pensar que no quedará nadie con vida para responder a esta pregunta. 

Pareció caer en la cuenta de que no había respondido aún a tu pregunta.

—Estoy bien —dijo al fin—. Sólo preocupado por lo que podamos encontrarnos más adelante. Espero que haya una manera de... recuperar nuestros recuerdos. ¿Y tú? ¿Cómo estás ? ¿Cómo llevas todo esto?

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11/03/2016, 13:18
Enansal

Enansal levantó un terrón de tierra y lo deshizo entre sus dedos. El suelo de esa región de las Anderfels era tan árido que ni siquiera era morada de lombrices. Nada más que arenisca, seca y gris.

Calló cualquier respuesta que hubiera podido dar al enano. La Roca de la que él hablaba no era la que ella conocía. Discurrían sus experiencias por senderos tan lejanos que nunca alcanzaban a tocarse, ni siquiera a verse.

Trabajaron en silencio unos minutos. Él hizo la mayor parte del trabajo. Estaba acostumbrado a romper la piedra y apartar la tierra. Ella solo sabía romper costillas y apartar la carne para alcanzar el corazón.

Paexter volvió a hablar. Poco le importaba la elfa urbana, solos las emociones que su muerte le provocaba, como al trovador. Uno los había bañado en su dolor mórbido. El otro ansiaba derramarlo sobre enemigos imaginarios.

No, replicó. Ella es la responsable. Aceptó una muerte temprana cuando se inició. Todos lo hicimos.

Enansal se preguntaba si hubiera reaccionado de modo similar a esos dos, de haber sentido algo por la muerta. Si lo había hecho en el pasado.

Colocaron el cadáver en el agujero y lo cubrieron con la tierra. Enansal tomó la forma de una gran rapaz y sobrevoló la zona durante un minuto, hasta grabar la posición de las rocas peladas y los matojos secos en su mente.

Cuando volvió al suelo, Paexter estaba preparado, al borde de la grieta. Cayó sobre él, cerró sus garras alrededor de sus hombros y descendió con cuidado hasta la caverna.

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11/03/2016, 13:32
Yadda

Yadda estaba olfateando el suelo en busca de algún matojo, sin éxito. Levantó la cabeza del terreno para mirarte y su respuesta fue mucho más simple:

—Tras el festival de huesos ambulantes: de una pieza. Que ya es bastante.

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11/03/2016, 18:22
Jarlath

Jarlath asintió ante la respuesta de Hroldar, y sus ojos miraron a lo lejos. Ciertamente, él también podía sentir el sufrimiento que se aglutinaba entre aquellas paredes de roca, latiendo como un corazón enfermo y permeando lo invisible hasta tocarlo. ¿Cuánto tiempo haría que existía aquel lugar? ¿Cuántas personas habrían muerto tratando de desenterrar sus secretos? La Tumba de la Novia Roja existía desde mucho antes de que los reclutas a los que habían ido a buscar se adentraran en ellas por motivos que aún desconocían, y ciertamente, permanecerían allí hasta mucho después de que los encontrasen, de que regresaran con las manos vacías… o de que murieran en el intento.

La mente de Jarlath empezó a formularse preguntas que eran un eco de las que el propio Hroldar se hacía en voz alta, sumiéndose en el fosco entramado de las sendas de todo aquello que era posible. La oscuridad de aquel lugar pesaba en su alma, y no sabía cómo poner en palabras sus presentimientos. Era como si los dioses le hablasen, pero su mente fuera demasiado primitiva como para entenderlos.

Y entonces, Jarlath se percató de que el inmenso avvarita le había hecho una pregunta directa, lo que le lo sorprendió. Por algún motivo, tenía la sensación de que Hroldar era una persona que estaba muy por encima de explicaciones triviales o de pensamientos irracionales. Era un augur, una suerte de chamán que estaba en contacto con el lado más intangible de las cosas. Tal vez su don le revelase las cosas como realmente eran, lo que, paradójicamente, podría haber hecho de él alguien férreamente pragmático, si bien era cierto que no lo conocía. Sintió extrañeza ante el hecho de que Hroldar confesase la pérdida de sus propios recuerdos. Jarlath hubiese dicho que alguien como él parecía más preparado para enfrentarse a esa clase de contingencias. De algún modo, ese detalle lo acercó.

Sobrevivo —contestó Jarlath sobriamente. Entonces se dio cuenta de que algo lo impulsaba a fingir ser más duro o más fuerte de lo que era frente al avvarita, como si el hombre fuese a juzgar su sensibilidad. Por ello, se esforzó por derribar ese muro y llegar a hacerse entender—. Es un error pensar que dependemos solo de una única cosa, sin la cual estamos perdidos. Sé que lo que he olvidado es de suma importancia para mí, pero sigo respirando. Después de haberlo perdido, aquí sigo, hablando contigo y escuchando mi propia voz y la tuya. Por eso sé que este sueño aún no ha terminado. —El orlesiano trató de sonreír, pero el gesto se quedó a medio camino. Miró directamente a las oquedades de la máscara de Hroldar, a través de las cuales veía unos ojos humanos—. Pero duele, Hroldar. Duele mucho. Y no sé por qué, pero sé que me duele desde hace mucho tiempo. No serviría de nada mentir. Pero el dolor es una parte más de la vida, una parte más de lo que hemos de agradecer infinitamente, o eso es lo que quiero creer. Si no, no podría soportarlo. —A pesar de sus crudas palabras, el hombre hablaba con serenidad, con calma, casi como si estuviera en un mundo diferente donde nada de eso pudiese afectarlo—. Creo que por eso trato de encontrar solaz aliviando el pesar de los demás, de elevar sus espíritus y enseñarles lo que veo… Que hay algo detrás, algo mayor que nosotros que funciona como debería, y eso me da esperanza. Temo no poder explicarlo con la precisión que me gustaría, y sé que a veces digo cosas difíciles de entender. A veces no las entiendo ni yo mismo. Tal vez sea porque trato de no contaminar mis palabras con demasiado razonamiento. —Jarlath rio. Fue la primera risa sincera en mucho tiempo, y sus ojos brillaron—. Puede llegar a ser venenoso… Pero dime, ¿qué hay de ti? ¿Cómo es ser un augur, hablar con dioses que nadie puede ver? Me pregunto cómo te hace sentir eso, y qué pensarían tus hermanos.

Quizá se estuviera extralimitando con sus preguntas, pero si topaba con una pared, sería el primero en saberlo. A Jarlath le gustaba que Hroldar hubiese expresado interés por cómo se sentía, a lo que no pudo sino corresponder del mismo modo.

Notas de juego

En principio, marco solo para mí porque veo que con Hroldar y Yadda lo habéis hecho, aunque Lynariel y Selene anden cerca. Ya lo corregimos si lo veis mejor de otro modo.

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13/03/2016, 15:44
Selene

Oír a Lynariel hablar de cómo su pueblo tenía que trasladarse constantemente de un lugar a otro, lleno a la maga de un cierto desasosiego. Por su tono de voz, parecía que todo aquello no solo le resultaba natural, sino incluso deseable o, al menos, no abiertamente negativo. Durante un instante, estuvo tentada a preguntarle si acaso no había ningún lugar al que considerara su hogar porque allí se encontraran sus raíces, pero finalmente desechó la idea, temiendo que le resultara ofensivo.

Por el contrario, prefirió decir -Cuando te expresas así, parece que el Clan es una gran familia. Pero, ¿cómo hacéis para trasladaros todos juntos? ¿Cómo decidís cuándo ha llegado el momento de partir, y hacia dónde? Alguien debe de estar al mando, imagino.

A su vez, la pregunta de la dalishana la dejó totalmente desconcertada, y tuvo que reflexionar unos instantes antes de encontrar una respuesta para darle. -Yo... la verdad es que me cuesta comprender a lo que te refieres. He nacido y me he criado entre paredes, y para mí eso es lo que resulta natural. Estar al aire libre me hace sentir desprotegida, mientras que los muros de piedra ofrecen seguridad e intimidad. No sé si eso resuelve o no tus dudas...- Se retiró un mechón de pelo tras la oreja, con un cierto nerviosismo -Además, no todas las ciudades son iguales: hay algunas que son verdaderamente hermosas, ya que todos los edificios han sido trazados cuidadosamente por los mejores arquitectos.- Durante unos instantes, se acordó de Minrathous, y de sus elegantes palacios y avenidas, pero eso le hizo acordarse también del precio en sangre que se había pagado para levantarla -Aunque supongo que es bueno que haya diferentes maneras de ver el mundo.

Las palabras tranquilizadoras de la elfa, que agradeció con una débil sonrisa, y la calidez del breve apretón de manos que intercambió con el bardo, le sosegaron en parte el espíritu y, por un momento, pareció que la posibilidad de salir de allí con vida ya no era tan remota. Exhausta, se sentó sobre uno de los sacos, dejando que su bastón reposara en el suelo junto a ella, y observó como sus compañeros se acercaban al avvarita. Movida por la curiosidad, prestó atención a sus palabras, aunque se sentía demasiado cansada y, especialmente, demasiado intimidada para intervenir personalmente en la conversación.

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16/03/2016, 12:01
Hroldar Torvaksen

Hroldar asintió como un convidado de piedra a tu discurso. Era difícil discernir si estaba de acuerdo con lo que decías o no.

—Los escaldos cumplen una función parecida en los clanes avvaritas —respondió Hroldar—. La función de un augur es, sobre todo, la de actuar de intermediario entre los hombres y los Dioses. Que los Dioses sepan la voluntad del Clan, y el Clan, la voluntad de los Dioses. También preparan a los moribundos para que las aves lleven su alma a la Dama de los Cielos, aconsejan al Thane, y tutelan a los otros magos que haya en la Marca.

Palmeó a Yadda en el lomo.

—Así como de cuidar de las necesidades de la Bestia de la Marca que nos unen con los Dioses, ¿no es así, vieja amiga?

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16/03/2016, 17:08
Yadda

Cierto como que de agua salada se compone el mar—baló la cabra—. Los avvaritas son un pueblo sabio y espiritual.

Pateó suavemente el suelo con las pezuñas delanteras y dirigió su atención a Jarlath.

De regodearse en la desdicha y lo perdido, sólo el demonio que mora aquí sale favorecido—dijo—. Honremos a los muertos pero dejémolos descansar, debemos continuar. Y terminar aquello para lo que hemos venido.

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19/03/2016, 10:49
Jarlath

Jarlath asintió. La respuesta de Hroldar no había sido exactamente como él había esperado. De sus palabras podía extraerse que, en su sociedad, los que eran como él eran vistos únicamente como un eslabón más, una clave más para la supervivencia de todo el grupo. A Jarlath le vino a la mente la imagen de una manada de lobos, trabajando en conjunción por el bien común. Supuso que, en las culturas que le eran más próximas, el avvarita enmascarado también entraría dentro del saco de lo que la gente llamaba «magos», sin detenerse a intentar diferenciar. Imaginó que en la mente de aquella gente, solo habría lugar para dos clases de personas: los «normales», los que encajaban dentro de lo que se consideraba normal, y los que no. Hroldar era un hombre afortunado, se dijo. Allí de donde venía, no habría tenido que enfrentarse a la discriminación por ser diferente, por ser extraño. O al menos, eso pensó Jarlath. Luego, escuchó las palabras de Yadda, que a pesar de su curioso hábito de hablar en verso, encerraba más sabiduría y sensatez en su mollera de cabra que la que muchos podrían presumir de tener.

Gracias a los dos por la breve conversación —concedió el trovador—. Ayuda a ver las cosas más claras y a mantener la mente ocupada. Seguiremos hablando en otro momento.

Despidiéndose con una cordial inclinación de cabeza, Jarlath volvió al círculo de sacos de dormir y se sentó en el suyo.

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19/03/2016, 10:57
Jarlath

Tras una breve conversación con Hroldar y Yadda, Jarlath se despidió con una cordial inclinación de cabeza, volviendo al círculo de sacos de dormir, y se sentó en el suyo. Abrió su mochila y buscó unos segundos hasta que sacó un poco de queso, carne fría, un trozo de pan muy compacto y frutos secos. Se llevó un puñado de estos últimos a la boca, y empezó a masticar, con la mirada perdida. Luego, echó un vistazo en dirección a sus compañeros y sonrió.

¿Queréis un poco? —preguntó, al tiempo que tendía la mano en dirección a los demás, ofreciendo su comida.

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