Partida Rol por web

Sólo los cobardes o los que tenían algo que ocultar echarían a correr de aquella forma. Estaba claro que Knut formaba parte de aquel segundo grupo y que, creyendo haber sido descubierto, prefería poner tierra por medio antes de enfrentarse a nosotros.

Por mi parte no iba a hacer el esfuerzo de echar a correr tras aquel desgraciado, viendo la facilidad y velocidad que iba adquiriendo, sería una tontería que yo lo intentara tan siquiera, mi tobillo no estaba para esos esfuerzos y, aunque no me resintiera de él, sabía que sería incapaz de alcanzarle. Correr no era lo mío.

—Yo me quedo por aquí... por si acaso.

Miré con el ceño fruncido al resto de esclavos, aunque estos no parecían mostrar intención alguna de largarse o de actuar contra nosotros.

-¡Odi! grito en cuanto le veo las intenciones a Knut y salto tas él para atraparlo con la red. Sin duda alguna tiene muchas cosas que contarnos y espero que la dama Frigg no nos ponga trabas.

Espero que el resto de Thraell no nos lo ponga complicado, no deberían desde luego, si Knut acaba mal, cualquiera de ellos podría ascender de puesto ante los ojos del resto.

Me lanzo hacia adelante, persiguiendo a Knut mientras ladro improperios y maldiciones contra los thraell que no hacen nada

- ¡Eunucos insolentes! ¡Cortadle el paso, perros, u os acordaréis de Oddi Valisson! ¡Juro por todos los dioses de Asgard que esta noche os daré de cenar vuestros propios huevos si no obedecéis!

Knut no tuvo la menor oportunidad, al poco de salir corriendo se le echaron Hálfan y Oddi como dos perros de presa encima, envolviéndole en la red que hace apenas unas horas el propio Knut les había dado. Los otros thraellar, atemorizados por las palabras de Oddi y sin saber muy bien que ocurría, rodearon a Knut. Mientras tanto, Úlf, sabiendo que su tobillo le solía fallar en el momento menos oportuno, decidió confiar en la rapidez de sus compañeros. Knut se revolvía dentro de la red como jabalí herido, pero era incapaz de escaparse y maldecía por esa bocaza suya. ¡Soltadme!¿A que viene esto?¡Veréis cuando Frigg se entere de esto!

Llegué junto a mis dos amigos que habían sido mucho más rápidos que Knut, el resto parecía querer defender a su jefe.

—Por vuestro bien será mejor que no os metáis en esto. Con vosotros no va la cosa. —No creía que el resto de esclavos tuviera idea alguna de lo que estaba pasando.

Y una vez más, escuchando a Knut, se hizo patente que su relación con la dama Frigg era mucho más estrecha que la debida entre esclavo y señora, sobre todo viendo lo seguro que estaba de la reacción de la mujer cuando se enterara.

—Deberías saber muy bien a qué viene esto. Nos has mentido, desde el principio, y a mí no me gusta que me mientan y mucho menos un thraell apestoso como tú. Así que... por tu propio bien será mejor que empieces a contar la verdad de una puñetera vez, ¿entendido?

Zarandeo al esclavo violentamente en cuanto mi hermano de leche acaba de dirigirse hacia él, exigiéndole explicaciones.

- ¿No le has oído? ¡Habla de una vez! No creo que a la dama Frigg le importes mucho si empezamos a cortar trozos de ti - descolgué mi hacha del cinto y la clavé en el suelo, justo en frente de sus narices, para apoyar mis palabras - ¿Tú qué crees, Hálfan? ¿Cuánto puede durar un esclavo sin manos?

-No mucho Oddi-le digo con una sonrisa amenazadora hacia Knut.

Me pongo a la altura de su cara para que no se pierda mi expresión de superioridad y para que vea que voy en serio.

-Verás Knut, si no nos cuentas la verdad, mis compañeros y yo no tendremos problemas en leerla en tus entrañas. Sabemos que no hay un lobo gigante, así que será mejor que nos cuentes qué es lo que ha ocurrido. Tal vez estés protegiendo a otro Thraellar por algo que hizo, eso me importa poco, hemos encontrado esto- le señalo el amuleto-tal vez lo reconozcas.

Me encuentro tranquilo aun sabiendo que nos podemos meter en un lío, pero soy joven y por supuesto creo que voy a salir bien parado en este tema.

-Y no te preocupes por tu dama Frigg, podemos cortarte las manos, la lengua y sacarte los ojos y ¿qué va hacer?, nos puede expulsar por mero enfado, pero no va a enemistarse con mi familia ni a hacernos nada por un thraellar  mutilado ¿qué crees que dirían los hombres a su regreso si hiciera algo así?.Knut, como mucho, nos tocará pagar tu precio y te garantizo que lo haremos encantados por darte de comer a los cuervos.

No me había gustado nada lo que había pasado en su aldea ni la superioridad que mostraba este hombre. Tal vez nos estamos pasando un poco, pero uno no se hace un nombre trabajando la tierra ni dejándose humillar.

Los thraellar ante las palabras de Úlf dieron un paso atrás y se quedaron mirando, no sabían de qué iba la cosa, pero daban gracias por no estar en el pellejo de Knut.

El esclavo estaba visiblemente atemorizado. Empezó a hablar con ojos desencajados y moviendo mucho las manos.¡Yo no he mentido! ¡Sé lo que ví, un lobo gigantesco. No fuí el único, preguntar por las granjas, a los otros Thraellar, a quien sea y os dirán que hay un lobo gigante!

Todo aquel asunto cada vez me resultaba más molesto. Sabía que Knut nos estaba mintiendo, lo presentía, y lo que no podía soportar era que se riera de nosotros. Harto de que nos hiciera perder el tiempo, no iba a aguantar ni un segundo más que un esclavo nos mintiera de aquella forma tan descarada. Me acerqué a él y, agarrándolo con fuerza del brazo, comencé a retorcérselo mientras en mi cara lucía una aviesa sonrisa.

—Un lobo gigante ¿eh? Repite de nuevo la historia, pero esta vez procura contar la verdad si no quieres quedarte sin brazo o algo mucho peor.

En ningún momento solté el fuerte agarre que ejercía sobre el brazo del esclavo.

El Thraell se revolvía de dolor ante la palanca perfecta que le estába aplicando Úlf, y no tardó en empezar a hablar ante la atónita mirada de los otros esclavos. ¡AAAAAAGH! ¡está bien hablaré!¡ No fué un lobo gigante, fueron los úlfhédnar. Tres bastardos duros de pelar. Robarían el ganado y cuando Hjálmar fuese a por ellos le darían caza, pero el muy bastardo se rompió el maldito tobillo, je¿podéis creéroslo?. Lo de Ásfrid fueron ellos también, pero yo no se lo mandé. Están haciendo lo que les viene en gana, soltadme, soltadme aaagh!

Ante los gritos del esclavo, no tarda en venir la gente del langhus. Entre ellas la dama Frigg, varios criados y el mismo Hjálmar Úlfsson.

¿Qué ocurre aquí? ¡Se suponía que debíais estar cazando una manada de lobos, no torturando a mis esclavos! Está visiblemente enfadada. Knut clava una mirada suplicante en ella. Y esta clava una mirada de reproche en vosotros. El resto de la gente se queda mirando expectante. Menos Hjálmar que mira como un lobo a una presa al propio Knut.

Asiento satisfecho ante la revelación del esclavo, sin poder evitar reír entre dientes. Le doy unas palmaditas en el hombro a Knut antes de dirigirme a él.

- ¿Ves? No ha sido tan difícil, ¿verdad?

Cuando veo venir a las gentes del langhus, con la Dama Frigg a la cabeza, no cambio mi postura ni mi actitud en absoluto. Aguanto la actitud de la mujer, no sin cierta sorna, y cuando acaba, tiro del pelo a Knut, obligándole a alzar la cabeza y mirar a la cara a su ama.

- Repítele lo que nos has dicho a nosotros. O la próxima vez, Úlf no se contendrá tanto. Espero que aprecies lo suficiente tu brazo como para no cometer una estupidez.

Hice caso omiso a la mirada de reproche que nos lanzaba la dama, por mí podía irse al infierno con toda su falsedad y sus argucias, mientras seguía sujetando el brazo de Knut aunque había aflojado un poco la presión que ejercía sobre él.

—Lobos... —Escupí en el suelo al igual que había escupido la palabra—. Lobos de dos patas. —En esos momentos sí que clavé la mirada en la dama, harto de todo aquel juego sin sentido alguno—. Creo mujer que va siendo hora de que nos contéis toda la verdad de lo que está sucediendo aquí... 

Está mintiendo respecto a lo de Asfrid.

Respecto a que el no los mandó.

Haber aflojado la presión que ejercía en su brazo sólo había sido un pequeño respiro ya que, sin importarme la presencia de la dama ni del resto, volví a retorcérselo sin compasión alguna.

—Repítelo ante ella. Vuelve a contar lo que pretendías, pero esta vez ni una sola mentira. —Un brillo peligroso apareció en mis ojos, dando a entender que de buena gana le rompería allí mismo el brazo como nos volviera a mentir una vez más—. Explica el porqué queríais dar caza a Hjálmar y porqué mandaste que cogieran a la chica. —La presión en el brazo aumentó—. Sí muchacho, sé que nos has mentido y que tú ordenaste que fueran a por la tal Asfrid. Habla de una puta vez si no quieres que te arranque algo más que el brazo.

La dama Frigg podía prostestar todo lo que quisiera, pero ella había sido la que nos había mandado llamar y, por mi parte, ya se me habían hinchado lo suficiente las pelotas para seguir aguantando tantas mentiras y estupideces.

Escupo al suelo ante las palabras de Knut. Sin duda alguna este Thraellar ha estado actuando porque sabía que Frigg le protegía, pero al ser descubierto...

-Prefería una manada de lobos a unos úlfhédnar-pienso mientras le doy unas palmadas a Ulf-buen trabajo amigo.

-Tenemos que cazar a alguien que no teme morir, que conoce su terreno y encima no tenemos superioridad numérica...

-Ya hemos cazado el primer lobo dama Frigg-la digo esquivando su fiera mirada al tiempo que cojo mi hacha y me dirijo a los alli presentes.

-Ya habéis oído lo que este Thraellar ha dicho, os ha estado engañando a todos y nos ha engañado a mi y con sus malas artes pretendía que Hjalmar cayera en una trampa.

Me vuelvo hacia Knut y le apunto con la cabeza de mi arma.

-En nuestra aldea, después de que nos cuente otra vez su historia para que todos seamos testigos de su vergüenza, lo castigaríamos por habérnsos engañado de esa forma, pero aquí hay alguien que ha sufrido una afrenta mayor-me acerco hacia Hjálmar y le ofrezco mi arma por el mango, pues debe ser quien ejecute un justo castigo restaurando la fuerza que un hombre como él debe tener entre los suyos.

-Hjálmar, deja que cuente cómo podemos encontrar a esos úlfhédnar y luego...-hago una pausa para mirar a la dama Frigg-no creo que queráis dejar este asunto para cuando regresen los hombres ¿verdad?.

Atrayendo a más gente para que escuche lo sucedido, nos aseguramos de que sea imposible ocultar los hechos para que Knut quede libre. 

Al dejar el hacha en las manos de Hjálmar me sitúo junto a mis compañeros para observar, con una sonrisa en los labios y esperando su aprobación. Se que ambos deseaban desquitarse con Knut, pero creo que así podemos  mejorar nuestra posición en esta aldea y conseguir ayuda para la tarea que se nos presenta, mucho más complicada, pero de cumplirla, no seremos simples cazadores de lobos...