Partida Rol por web

El Pinnacle se alzaba en el puerto como una ciudad flotante, blanca y reluciente bajo el sol del Caribe. Con más de una docena de cubiertas, parecía más un rascacielos tendido sobre el mar que un barco. Sus ventanales espejados devolvían destellos azules y dorados, y los balcones privados se alineaban como colmenas abiertas al horizonte.

Dentro, el lujo se desplegaba en cada pasillo: alfombras gruesas, lámparas de cristal, restaurantes temáticos con cocinas del mundo, bares de diseño y un casino que rivalizaba con los de Las Vegas. El corazón del barco era el gran salón de baile, un espacio de varios niveles con balcones, orquestas en vivo y espectáculos de variedades. Allí se mezclaban familias emocionadas, parejas en luna de miel, jubilados buscando su última gran aventura y trabajadores uniformados que se movían como un engranaje preciso.

Las cubiertas superiores ofrecían piscinas infinitas, toboganes acuáticos y zonas de descanso con hamacas y cócteles coloridos. Más abajo, los gimnasios, spas y un teatro con capacidad para cientos prometían entretenimiento constante.

Bajo la superficie de tanto brillo, sin embargo, se adivinaba una tensión sorda: un navío que costó demasiado construir, un dueño endeudado y una tripulación demasiado consciente de que cualquier fallo en alta mar podía convertir aquel palacio flotante en una trampa mortal.

Esa noche, con el Pinnacle ya rumbo a las Bahamas, la fiesta inaugural iluminaba el océano. Música, risas y copas alzadas celebraban el viaje de sus vidas.