Partida Rol por web

Respire visiblemente aliviada cuando el enano se relajo y adopto una actitud mas amistosa, por el momento se habia evitado la violencia a pesar de la sed de sangre de la estupida cazadora. No podia evitar preguntarme que habia visto Alexstrasza de util en aquella psicopata tan agresiva y malencarada.

Tras un breve paseo, cuando por fin llegamos al campamentos, no puede evitar murmurar.- oh, cielos...-. A punto estuve de morderme la lengua literalmente para evitar decir algo que muy seguramente hubiese ofendido al enano, pero es que aquel sitio era horrible! incluso para un maldito enano! Cuando veo la tienda de campaña no puedo evitar que la angustia se refleje en mi rostro. Como podia alguien vivir asi!? Y al estupido goblin le gustaba!!! Salvajes...

Con mucho cuidado de no tocar nada, entro en la tienda la ultima y busco un lugar donde sentarme que implique el menor contacto posible con con cualquiera de los presentes o la tela de la dichosa tienda de campaña, algo que logro a duras penas.

Mientras me pellizco la nariz intentando bloquear la nauseabunda mezcla de hedores que se estaba formando alli dentro, lanza una mirada de profunda irritacion a Lyraeth y le contesto.- Como vuelvas a llamarme una sola vez mas "Lessi", juro que te convertire en una cobaya y te dare al goblin para que experimente contigo.

Por algún motivo que todavía desconocía Garroom, el enano conocido como Theldurin, rompe a reír ante nuestras acciones, lo que propicia que nadie ataque y tras la indicaciones todos bajamos las armas, aunque Lyareth todavía se mantiene alerta. Gracias a la intervención de Lady Alessia, Theldurin entra en razón y nos invita a su campamento para dialogar sobre la misión encomendada por la Reina de Dragones.

Tras unos minutos nos encontramos en el campamento. Más parecido a un refugio de un peregrino que un campamento, Aquello hizo sentir a Garroom como en casa, la austeridad y la comunión con los elementos era a lo que estaba habituado el chamán. Contadas veces iba a las ciudades por voluntad propia y cuando lo hacía se sentía incómodo. Mientras el resto entraban en la improvisada tienda de Theldurin, Garroom se mantuvo en el exterior, en su habitad natural. 

El brillo característico de una invocación de chamán hizo acto de presencia en los ojos de Garroom, cuando invoco a los elementos de la Tierra y el Fuego para elevar un trozo de tierra y prender la pequeña hoguera del enano:-Gratitud maese enano, es como estar en casa.-comentó Garroom mientras el resto estaban en la tienda.

Un par de minutos más tarde apareció de nuevo el enano, con una habilidad increíble consiguió sujetar con una mano 5 jarras y con la otra una gran pieza de queso. Parecía satisfecho con lo que llevaba entre manos.

No dudó en pararse unos segundos al observar la diferencia de tamaño entre él y la mayoría de "huéspedes" (a excepción de Kwilix, claro)

- Mmmmm veo que tenemos un problema de proporciones gigantescas - comentó dándose cuenta un poco tarde de que había muy poco espacio.

En un gesto casi burlón, asomó la cabeza dentro de la tienda

- Me temo que traspasaremos la reunión al aire libre, no es cortés dejar a nadie incómodo en la estructura jojo, además, hay cerveza y una buena cerveza se disfruta estando agusto, no a disgusto - dijo mientras agitaba las jarras y le daba una palmada en la espalda a Garroom el cual ya había previsto que en el exterior se estaría mejor.

Esperó pacientemente antes de sentarse en el suelo y repartir la comida y la bebida.

- Como veis, uno debe tomar precauciones iniciales cuando es un refugiado de esa panda de lunáticos, pero contadme, me decís que venís por parte de Alexstrasza ¿qué es lo que queréis de mi exactamente? -

Pese a sus recelos, hasta ella comenzaba a darse cuenta de que si aquello era una trampa, empezaba a ser elaborada hasta un punto absurdo: una cosa era darles la espalda para que bajaran la guardia, o incluso llevarlos a su campamento dónde podrían ser emboscados con facilidad, pero ya empezaba a ser ridículo el haberles sacado de la tienda – cuando ahí dentro estaban en clara desventaja – y llevarles comida y bebida cuando pretendía matarles. No, a regañadientes tuvo que aceptar que aquél enano era quien decía ser, y por tanto a quien buscaban. Y no se quejaba de su suerte, sino simplemente de lo oportuno y fácil que estaba pareciendo todo.

Aún así, tardó un buen rato en siquiera acercarse la jarra de cerveza a los labios, no muy segura aún de que no estuviera envenenada, pero en cuanto vio que algún otro lo hacía, bebió sin temor; al fin y al cabo, si iba a morir, al menos lo haría acompañada, y si en algo era buena aquella raza de tapones, era en hacer aquella bebida que, con desgana, tuvo que aceptar que le gustó. 

Al fin, tras un rato de silencio, alguien rompió la calma respondiendo a Theldurin, aunque no fue ella, por supuesto, que se limitó a estar atenta a su alrededor sólo por si acaso. 

Al cabo de unos minutos, el enano Theldurin volvía con jarras de cerveza y un trozo de queso. Observó que Garroom se había sentado en el exterior y el resto, apretados, en el interior de la tienda. Lo resolvió sacando a Alessia, Lyareth y Kwilyx de la tienda y haciendo los sentar alrededor de la hoguera.

Garroom se dio cuenta de que había esperado a que el resto se sentarán antes de hacerlo él y empezar a servir. Aquél hecho le resultó extraño, aunque puede que fueran las costumbres de los enanos, por que él actuaba de la misma forma con sus invitados. Pero aún así se mantuvo alerta. Una vez todos tenían las jarras de cerveza y empezaban a comer, Theldurin rompió el silencio, preguntando qué requería que la Reina de Dragones de él.

Garroom empezó a hablar:-La Reina de Dragones puede que esté en peligro. Están robando los fragmentos del Alma de Dragón y nos ha encargado encontrar a los culpables. Ella conoce tu pasado entre las filas del Martillo Crepuscular y por ese motivo nos envía por tus conocimientos.-dejó que Theldurin asimilara las palabras de Garroom y acto seguido formuló su pregunta:-Conocías la existencia de algún plan para tales actos o de alguien a quién se le pudiese ocurrir?

El enano se mesó la barba y esbozó una sonrisa algo infantil

- Uno se siente importante cuando la mismísima reina de los dragones te recomienda ante un grupo tan variopinto como vosotros - comentó algo orgulloso

- Lástima que no estén mis buenos compañeros de Forjaz cerca para alardear un poco de ello - poco después se dio cuenta de que estaba bromeando demasiado ante una situación que realmente era seria, ustedes habían realizado un gran viaje para llegar hasta ahí y perder el tiempo escuchando las palabras de un enano cegado por la gloria daba bastante que desear

- Si hay algo de lo que sabemos los enanos es de la tierra, y ésta ha estado agitada últimamente. No me extrañaría nada que ese suceso esté ligado al problema que comentáis. Alextrasza siempre me dijo que yo les llevaba ventaja por haber investigado en el pasado sobre unos cristales arcanos que usaba el Culto Crepuscular, si os ha mandado conmigo es que está conectando todas las ideas de alguna manera, probablemente considere que esos cristales sean algún tipo de foco de poder diabólico o quizás parte de un gran ritual que repercute a los dragones o involucra a las reliquias, sin embargo ¿quién puede saber más de la tierra que la propia tierra? - comentó con algo de filosofía barata

- Creo que sé porqué Alexstrasza os ha enviado ante mi, no es realmente por mi sabiduría, si no por mis contactos... - se quedó pensativo

- Arksea - pronunció con una entonación algo extraña

- Es a él a quien debéis visitar... se trata de un elemental anciano de tierra, me he comunicado en bastantes situaciones con Arksea, es algo tosco aunque no se puede esperar menos de una roca. Si alguno de vosotros es capaz de entrar en comunión con los elementos será fácil que os haga caso, contadle lo mismo que a mi, posiblemente os de información de gran ayuda - os dejó unos minutos para que siguierais degustando la comida y comenzó a buscar algo dentro de la cabaña.

A los pocos segundos regresó con un pequeño saco.

- Tomad, es sal, esparcidla en la zona noroeste, a un par de kilómetros de aquí. El lugar es fácil de reconocer, encontrareis un gran número de piedras formando una espiral, esparcid la sal y os aseguro que Arksea vendrá - 

Escuchó con atención, mientras léntamente iba acabando la cerveza y probaba el queso. Dejó que el enano hablara, con tranquilidad, y a medida que sus palabras cobraban sentido para ella se iba relajando, confiando cada vez más en que era verdaderamente a quien habían ido a buscar. 

Cuando Theldurin se fue, volvió, y les dio el saco de sal con las especificaciones sobre que hacer, ella se levantó, al fin convencida. Aunque seguía alerta – pues era su estado natural –, no había agresividad en su postura ni en su voz cuando se dirigió a su anfitrión. 

– Muchas gracias, maese enano – asintió, fortaleciendo con ello su intención –. Y siento haber sido tan agresiva contigo. En mi defensa, diré que tu trampa casi me mata, pero desconfié demasiado. Espero que te vaya bien. 

Dicho eso, estiró sus agarrotados músculos e hizo crujir su cuello con un giro completo de la cabeza. Miró a los demás, y sonrió de medio lado. 

– Chamán, Lessi, goblin. ¿Nos movemos? 

No prestó demasiada atención a todo lo que había dicho el enano. Perdió el tiempo bebiendo cerveza mientras se relajaba y roía el queso como podía. Era un queso muy duro. Demasiado duro. Si le hubiesen dicho que obtuvo la leche de la piedra se lo creería.

Solo escuchó sobre algo de que el culto utilizaban cristales que ponían nerviosos a los demás y que hablaran con un elemental de piedra, o algo así.

Al menos eso sonaba como si fuera un plan, así que le pareció bien. Sus labios esbozaban una pequeña sonrisa que ocultaban unas encías ligeramente inflamadas.

-Bueno, ya hemos dado nuestro primer paso, algo es algo. ¿Por qué no nos acompaña a hablar con ese tal... Arksea? Así rompemos el hielo, presentamos a amigos en común y así duda un poco en matarnos si le caemos mal.

Cuando la psicópata preguntó si se iban a mover, se levantó y tomó un último trago de cerveza. 

-Gracias por la cerveza, ha estado deliciosa. 

El queso por otro lado...

Agradeci profundamente que el enano dicidiera tener la reunion en el exterior, en un sitio mas espacioso y ligeramente menos sucio, aunque procure limpiar lo maximo posible el rincon del suelo en el que me sente. Al menos podria haber traido unas sillas, salvaje...

Mientras dejaba aparte la cerveza sin ni siquiera probarla, y daba solo un pequeño mordisco al queso, mas por curiosidad que por hambre, escuche atenta las palabras del enano. Cuando este nos indico que tendriamos que ver a un elemental, no pude evitar entornar los ojos disimuladamente, los elementales no eran criaturas de trato facil y cordial, precisamente...

Tras hacer una breve reverencia para dar las gracias por su ayuda al enano, me giro a mis compañeros y digo.- Si, pongamonos en marcha y larguemo... vayamos a ver a ese elemental lo antes posible.- Mientras ignoro a la otra elfa, que aparentemente estaba deseando convertirse en una antorcha viviente. Y cada vez estaba mas cerca de lograrlo...

Garroom escuchó atentamente el monólogo de Theldurin, le cogió por sorpresa que un antiguo miembro del Martillo Crepuscular tuviese contacto con los elementos. Pero al nombrar al Arksea, entendió el motivo por el cuál estaba allí y en ese preciso momento: Garroom era el único de los cuatro que podía entrar en comunión con él y encontrar la información necesaria para el éxito de su misión:-Ese es mi trabajo, yo invocaré a Arksea.-dijo sin que nadie le preguntara.

Aceptó de buen grado el pequeño saco de sal, con una pequeña reverencia. Tras incorporar-se de nuevo le transmitió unas breves palabras al enano en agradecimiento por su consejo, indicaciones y su hospitalidad, al tiempo en que esbozaba una sonrisa, que dejaba ver todos sus dientes. Acto seguido y siguiendo lo que dicen el resto, Garroom les hace una señal con la cabeza de que está preparado y extrae el Cayado de Caminante de su espalda y cuelga de él el pequeño saco de sal. 

Ahora había que dirigir-se hacia el noroeste para encontrar a Arksea y pedir-le consejo.

El enano tras entregaros la sal siguió comiendo.

- ¿Sabéis? mis tiempos de aventurero han pasado ya - comentó respondiendo a la petición del Goblin.

- Soy una vieja gloria, aunque no os lo creáis... he servido mucho tanto a mi raza como a los dragones. Ahora tan solo busco vivir tranquilo, a mi aire, en mi territorio. Si un viejo amigo me pide ayuda, yo le doy la información que necesita, pero mi hacha ya no está de alquiler, porque aunque sea capaz de cortaros en dos a cada uno, mis fuerzas no son las de antaño - parecía que todo aquello lo decía con algo de pena.

- Si alguien os puede ayudar a averiguar más sobre este asunto tan extraño es ese trozo de roca, si Alextrasza os ha mandado hasta mi, es porque conoce cual es mi utilidad, y precisamente no es la de ir dando vueltas por el mundo, eso os lo dejo a vosotros, que seguro que sois más jóvenes... o al menos eso creo - rió.

Tras despedirse Theldurin de vosotros, era hora de ponerse en marcha rumbo al lugar indicado para llamar a Arksea, el elemental de tierra.

Conforme iba caminando junto al grupo, notó cómo iba mareándose y el mareo iba en aumento.

-¿Qué tenía esha... sherveza? Se rió de forma escalofriante, de la forma que solo lo haría un goblin, ni más ni menos.

-Ha shido la primera vez que hemosh vishto a la máquina de matar conteniéndoshe para no lanzar... ¿Gujazosh? A todo el mundo con esa trampa. Ha shido divertido ver una bolita vil jijijijijiiji. Caminaba haciendo eses, apoyándose en todo lo que podía.

Notó algo duro en la boca y lo escupió. Era un diente, una de sus muelas. -Maldito quesho enano. Volvió a reír y se la guardó en un bolsillo.

-Tengo que admitir que, cuando no amenazaish mi vida, podéis ser simpáticos ¡hic! Las dos elfash luchando por ser la másh importante mientras Garrum intenta ashimilar cómo le ha tocado tres tiposh como noshotros. Puede que muramosh como inútiles, pero nosh iremos entre risash.

Levantó la mano para añadir algo, peor en vez de ello vomitó en el suelo. Cuando terminar de soltar todos los tropezones de queso a medio fundir, cogió la falda de la elfa y se limpió la boca. -Graciash, encanto. Deberías trabajar en Trinquete. En el dishtrito de la luz roja, te llevash un quince por cierto de los beneficios. ¡Una ganga! 

Intentó guiñar el ojo a Alessia, pero se confundió y miró en dirección a Lyareth. Luego se acercó al orco.

-Siempre he querido tener a mi propio primo de dosh metros. ¿Me llevash a caballito?

     Tras despedirse del enano y no dar más vueltas al asunto, comenzó a andar junto a sus compañeros, dejando que el alcohol de la cerveza enana, lentamente, se disipara. Podía acostumbrarse a aquello, a la tranquilidad, pero por supuesto para eso hacía falta silencio y tiempo...

... y el goblin rompió el primero y se quedó sin el segundo demasiado rápido. 

     Tardó casi un minuto de incredulidad total en darse cuenta de que el pequeñajo estaba borracho como una cuba, pero ni con esa revelación se calmó ni un poco. Sus ojos empezaron a entrecerrarse cuando empezó a hablar de ella, convirtiéndolos en dos rendijas tras las cuales apenas eran visibles sus pupilas, pero si el odio que destilaba. Quiso dejarlo pasar, pero entonces empezó a soltar tonterías sobre un posible trabajo, y la guiñó un ojo. Si se lo hubiera hecho a Lessi, se habría reído incluso, tal vez hasta le habría protegido de la consiguiente bola de fuego que iba a llegar sin duda alguna. Pero no fue a la hechicera, fue a ella.

– No tendrás continente ni mundo al que escapar de esto – siseó, cerrando los puños hasta dejar blancos los nudillos –. Ni se te ocurra correr o será peor. 

Y no guardó un solo segundo más, se lanzó contra la pequeña criatura dispuesta a meter una paliza a ese bicho con sus propias manos si nadie la paraba.

Dejamos por fin al peculiar enano atras, y nos dirigimos al punto de invocacion del elemental. Era una suerte que tuvieramos a un chaman entre nosotros, su estilo de magia me parecia ridiculo pero para esta situacion podia ser bastante util. Ademas la otra elfa parecia que por fin iba a estar callada un rato, lo cual haria el viaje mas agradable... al menos hasta que el maldito goblin empezo a desvariar.

No habia que ser muy listo para saber que el imbecil estaba borracho por culpa del brebaje inmundo que el enano llamaba "cerveza", lo cual parecia que lo volvia aun mas molesto, pero supuse que con ignorarle estaria bien. Fue entonces cuando el bastardo vomita y se limpia en mi falda.

Aaaaaah!!!!- Grito horrorizada a la vez que doy un salto para alejarme de el repugnante piel verde. Apartando con dos dedos la parte de la falda, mientras intento invocar agua con la que limpiarlo mientras apenas puedo contener las arcadas.- T-te voy a-U-uugh!... 

Tras despedir-se de Theldurin, los cuatro partieron hacia el noroeste, hacia el lugar de invocación de Arksea. Al poco de emprender el camino, a Kwilyx le había subido más de lo normal la cerveza de Theldurin. Por parte de Garroom, que no toleraba bien la cerveza se abstuvo de beber, aunque sí acepto la jarra en su momento, por simple cortesía. Ver cómo el pequeño goblin hacer el idiota borracho era una leve distracción de la tarea encomendada.

Hasta que el pequeño ser verde se pasó de la raya: se había limpiado la boca con el vestido de Alessia después de vomitar, además de insinuar-le que fuese a Trinquete a trabajar como dama de compañía. Se estaba riendo todavía de Lyareth por caerse en la trampa de Theldurin y encima le había guiñado un ojo. Pero ahí no acababa la cosa, quería que el mismo Garroom le llevara a caballito, como si tratara de un niño.  

Lyareth se había lanzado a la carrera para reventarle la cara a Kwilyx, sin necesidad de usar las gujas. Alessia estaba incrédula ante lo que había hecho el goblin e intentaba quitar-se el vómito entre arcadas. Y Garroom tenía que decidir si parar a Lyareth o dejar que matara a Kwilyx. 

Tras un segundo de pensamiento, decidió intervenir e parar a Lyareth. Como Kwilyx estaba en sus pies, Garroom lo cogió por el cogote y lo lanzó hacia un lado. Cogió impulso y se lanzó a detener a Lyareth. Con unos movimientos rápidos, bajó su cuerpo, hasta alcanzar una posición más baja que la cintura de Lyareth y realizó un placaje a sus piernas.

     No necesitaba que la otra elfa la azuzara contra el goblin, pues de ningún modo ese enano verde iba a sobrevivir. Ni siquiera el orco lo iba a lograr proteger, por mucho que se esforzara. Ni siquiera parpadeó cuando éste apartó a Kwilyx de su trayectoria, ni tampoco cuando intentó placarla para detenerla; aquella masa de músculos no suponía para ella más que un ligero inconveniente, uno que esquivó con suma facilidad driblando con sencillez y elegancia. El único rastro que quedó de ella fue el cachete que propinó al chamán en la nuca, con la mano abierta, al pasar a su lado con una sonrisa maliciosa en el rostro, que volvió a desaparecer cuando su siguiente paso la puso mirando, de nuevo, al alquimista. Sus ojos volvieron a entornarse con furia bajo la tela que los cubría, limitando el fulgor verde a dos rendijas que se clavaron en su presa.

     – Maldita escoria – gruñó con voz grave cuando pilló a Kwilyx, cogiéndole por la pechera y alzándolo ligeramente –. ¿Tus últimas palabras? – preguntó, siseando, enfadada, mientras levantaba el puño.

-¡Espera! Dijo intentando taparse la cara torpemente con las manos para que no se la hundiera de un puñetazo. -N-no iba por ti la proposición. Nadie pagaría por ti en un bur.... digo... eres hermosa, pero tu compromiso es más grande que el de cualquier idiota, incluido yo. Te daré lo que quieras. Tengo oro, pociones y soy un gran alquimista. Nos necesitamos mutuamente, y no creo que a la reina de dragones le guste saber que mataste a tu compañero por una juerga que fue a más. El estupor etílico que sufría hace mucho parecía disiparse en forma de sudor frío. Por el cuerpo le recorría un escalofrío y notaba como el alma se le caía hacia los pies, aterrado.

-Tengo oro y se cómo sanaros en combate, y no tenéis a ningún tirador. Soy tan necesario como vosotros para salir adelante. Detén tu mano por tu amigo de Trinquete. Te daré asilo siempre que quieras en mi casa. No me mates, por favor. 

     El goblin pidió que esperara, y ella esperó. Escuchó lo que tenía que decir, y poco a poco, con lentitud, empezó a bajar el puño; no hacia la cara de Kwilyx, como había deseado en un primer momento, sino hacia el suelo, dejando el brazo, finalmente, laxo junto a ella. Con un gruñido de frustración acabó por soltarle también de la pequeña, y se irguió de nuevo, haciéndose crujir el cuello con un movimiento lento que fue relajándola con cada vértebra que chascaba durante la rotación. Aquello duró casi hasta un minuto después de que el pequeño piel verde ofreciera sus excusas, explicaciones e incluso sobornos, y cuando acabó suspiró. No le importaba ni el oro, ni las pociones ni lo buen alquimista que fuera, mucho menos que ofreciera un sitio donde quedarse en Trinquete, aquella apestosa ciudad que podía explotar en cualquier momento. No. Lo que la hizo detenerse fueron dos cosas mucho más sencillas y a la vez importantes: 

     Primero, Alexstraza. No es que tuviera miedo de las repercusiones de matar a un compañero, sino simplemente que, si les había unido, sería por algo. Empezaba a ver un plan en todo aquello, al menos desde que se había dado cuenta de que Garroom, por ejemplo, había sido elegido sin duda para este primer paso que iban a dar. Tal vez el ingeniero sería útil en algún otro momento, y eso le daba una oportunidad, una que le había salvado la vida. 

     En segundo lugar, es que aquella ridícula criatura no se merecía la atención que estaba recibiendo por su parte. Matar a un ser semejante no la supondría ningún esfuerzo, pero tampoco ninguna gratificación. Y a decir verdad, era hasta divertido, a veces. Si el guiño de ojos tras decir todo aquello no hubiera sido contra ella, sino hacia Lessi, ahora mismo se estaría riendo mientras la hechicera le perseguía intentando hacerle estallar en llamas. Las tornas cambiaban con facilidad, y aún podía pasar de aquí en adelante.

     – Tienes suerte, por hoy – dijo al cabo del rato –. Pero guárdate los comentarios a partir de ahora – volvió a agacharse, hasta quedar a escasos centímetros del rostro aguileño de su compañero y entorno los ojos. A la vez, algo parecido a una sonrisa afloró a sus labios –. Al menos los que se refieran a mi – terminó, en voz baja y sólo para él, o para alguien con un gran oído.

     Dicho esto, no dio más vueltas al asunto y volvió a echar a andar hacia dónde iban. Tenían cosas que hacer y no podían seguir perdiendo el tiempo.