Partida Rol por web

Gruñó en la penumbra del lugar, haciendo que el sonido fuera más que suficiente, incluso sin su silueta recortada contra las luces de los insectos, para saber dónde se encontraba. No le gustaba aquél lugar, no le gustaba el interior de la tierra. Su mundo era abierto, bajo la luz del cielo nocturno, bajo las estrellas. Había sido así cuando era una simple elfa, y lo era aún cuando había perdido sus ojos para aprender a ver con claridad.

Además, Lessi tenía razón. Aquello no estaba bien, algo fallaba, algo se les pasaba por alto. Les estaban dejando entrar, hacia una trampa, hacia la misma muerte, hasta que no quedara escapatoria alguna ni posibilidad de victoria. Volvió a gruñir, se obligó a calmar sus nervios, y apretó con fuerza sus espadas.

– Espero que sea verdad que sepas dónde vamos – dijo con un suspiro, más un lamento que una afirmación.

-No os preocupéis, queridas. Dijo el goblin mientras intentaba guiarse, buscando muescas o marcas que hubiera hecho otro material  que no fuera quitina. -Si algo falla los machacaremos a golpes o reventamos la colmena desde dentro de algún modo. Seguimos siendo la seguridad privada de Alextrasza. Si nos quejamos nos quedamos sin el jornal. Añadió para animar a los demás. A su modo.

Avanzó por los sinuosos pasillos, viendo que los instintos de Alessia y Kwilyx apuntaban al mismo camino, así que pensaba que iban por el buen camino. Si se perdían, ya le echaría la culpa a la maga, sin contemplaciones.

El grupo se adentra en el Aguijón del Infierno y aquél lugar estaba demasiado tranquilo asíq ue mantenía a todos alerta en caso de cualquier ataque por los silítidos. El camino interior era oscuro pero con ayuda de unos pequeños insectos luminiscentes se podía ver dentro de aquella oscuridad.

Garroom empezó a pensar que daban círulos pro que parecía que no avanzaban, las intersecciones cada vez eran más irregulares e idénticas entre ellas, pero había algo bueno de todo ello que los silítidos les dejaban en paz. Alessia parecía conocer el camino así que todos decidieron seguirla. 

Parecía que a Garroom se le había ocurrido una nueva estrategia para no pasar dos veces por el mismo túnel. Dejasteis atrás la frustración de sentiros perdidos y os concentrasteis en el camino, los túneles, las similitudes entre las paredes, los pequeños detalles. El haberos organizado de manera que comenzarais de cero os ayudó bastante, teníais la esperanza de que lograríais salir de allí.

Fue entonces cuando descubristeis una nueva cámara, era bastante satisfactorio saber que era la primera vez que estabais allí, sin embargo a simple vista no tenía absolutamente nada en especial, estaba completamente vacía...

Había un detalle a tener en cuenta: no parecía del todo silenciosa. Alessia tras afinar su oído pudo detectar que existía un leve sonido, quizás era un murmullo o similar, sin embargo era algo que no procedía de vuestra situación actual.

Si dedicabais algunos segundos a prestar más atención, podíais notar que el sonido provenía de una de las paredes de la sala donde estabais, sin embargo habría que acercarse a ella para escuchar con claridad qué percibís...

Habían llegado o, al menos, habían alcanzado un nuevo lugar, una nueva sala. Su destino, tal vez. Pero allí dónde habían ido a parar estaba vacío, abandonado, carecía de vida. Ni siquiera los silítidos parecían habitar aquella cámara. De nuevo, parecía una trampa. 

Así que preparó sus armas y aguzó el oído. Alessia les pidió que escucharan, y ella escuchó, exactamente como debía. Allí, bajo el tenso silencio de quien sabe que no hay nada, se escuchaba un rumor, un sonido tenue, lejano, opaco. Lo siguió, con las gujas gemelas en las manos, atenta, hasta alcanzar la pared. Y una vez allí, miró a sus compañeros y se encogió de hombros...

Los tuneles exactamente identicos, bajo las astutas indicaciones de Garroom, eran cada vez un poco mas faciles de diferenciar, y mis esperanzas de no morir despedazada por insectos gigantes malignos ganaban fuerza. Durante todo el rato permaneci en silencio, seria, y procurando mantener la imagen de lider eficaz y hermosa que me caracterizaba.

Finalmente llegamos a una camara, un sitio mas grande y donde era de esperar mas actividad, pero sorprendentemente estaba vacia. Sin embargo, noto con mi agudo oido unos susurros, como alguien hablando en la distancia.- Todos callados! estoy oyendo a alguien. O algo que habla, al menos.- Susurro a los demas, poniendo la punta del baston en los labios de Kwilyx para metersela en la boca si era necesario. Todos los malditos goblins hablan a gritos con voces profundamente irritantes, y no era lo que ahora mismo necesitabamos.

Caminando de puntillas, sigo el sonido hasta una pared, tras la que parece provenir.- Es aqui!- susurro, y me acerco a la pared a oir mejor, aunque procurando no tocarla ni con un pelo. 

Garroom consiguió centrar-se en el camino que tenían delante y gracias a ello el resto de sus compañeros le siguieron e hicieron caso. Al cabo de unos instantes alcanzaron la entrada de una nueva cámara, no se veía mucho su interior puesto que las esporas luminiscentes respondían al movimiento y el grupo se había detenido.

Una voz, o el rumor de una voz, les llegaba des de un extremo de la cámara, Garroom observó como Alessia pedía silencio y afinaba el oído. Por lo que dice parece que proviene del otro lado de la pared. Garroom se arrodilló en la entrada de la cueva y tocó el suelo, estaba pegajoso, una membrana quitinosa recubría el suelo pero no producía calor, así que era extraño. Garroom concentró su voluntad y proyectó un impulso buscando aquello que emitía el sonido, tal y como había hecho con Arksea.

Sintió el impulso de toser cuando casi la elfa le metió en la boca, pero pudo contenerse de hacer cualquier ruido.

Se acercó a la pared y, para no pegarla en un sitio tan viscoso, cogió uno de los vidrios que usaba para mezclar sus mejunjes y pegó la oreja contra la pared, usando el vidrio para amplificar su oído.

Lo que no esperaba es que tanto el cristal, de no haber sido limpiado adecuadamente, como la pared, estaban tan viscosos que se le resbaló el cristal y se cayó al suelo, rompiéndose en decenas de pedazos y rompiendo el silencio de la sala.

Miró a los demás con una expresión clamante de piedad, como si os dijera que no era culpa suya en absoluto

A pesar de las precauciones que se tomaron para percibir el entorno más allá de la pared, Kwilyx se acercó a ella lo suficiente para palparla y comprobar como de repente ésta se desmoronó como si se tratara de una masa totalmente moldeable. La sensación de comprobar como aquella estancia se había desintegrado por completo era bastante confusa. El goblin estuvo a punto de perder el equilibrio y caer al suelo en el momento que la pared se deshizo. De pronto escuchasteis el sonido de alguien aplaudiendo...

Cuando os fijasteis con atención, visteis a un elfo de sangre de cabellos dorados, portaba una armadura completa que brillaba al igual que su pelo, a la vez llevaba un colgante bastante exuberante y una maza que lucía atada a su cinturón. Parecía un tipo bastante glamuroso, e inexplicablemente poco sorprendido de vuestra presencia.

 - Vaya, vaya, vaya... al fin puedo ponerle cara a los intrusos -  la cámara donde estabais era el doble de grande que la anterior, el techo estaba repleto de huevos y lo peor de todo es que no parecía haber una salida alternativa.

Los intentos de Garroom por identificar el origen de la voz se ven frustrados por la ineptitud de Kwilyx al chocar-se con una pared y activar una trampa. El chamán le propina una patada en el culo al goblin y este da un brinco y cae justo frente a un elfo de sangre brillante. Justo en ese momento Garroom se pone en guardia y sus ojos se iluminan con magia chamanística y en sus manos aparecen dos bolas de fuego:-Quién eres?.-preguntó con decisión el chaman, en ese momento se da cuenta del techo y que no parece haber una salida. 

Pero... seras idiota!- Reprocho en voz baja al goblin, mientras le doy un capon con el baston.- Que parte de tener cuidado no entra en ese cabezon verde!?

Era evidente que si los habitantes de la colmena aun no se habian dado cuenta de nuestra presencia, ahora sin duda lo harian, por lo que me preparo para la inevitable pelea, lista para lanzar suficientes hechizos igneos como para hacer arder aquel estercolero. Sin embargo, lo ultimo que me espero es encontrar otro elfo, y ademas uno atractivo. Con una sonrisa encantadora, doy un paso adelante al recien llegado que nos aplaude y le digo.- Por el sol, un compatriota! un poco de ayuda decente se agra...

No puedo evitar fruncir el ceño cuando nos llama intrusos, eso era mala señal. Rapidamente alzo el basto, apuntando hacia el, y digo, con tono gradilocuente.- Quien eres y que tramas! te advierto que soy la gran Alessia Firegazer, pupila favorita del gran magestrix de Quel`Thalas! Puedo carbonizarte antes siquiera de que parpadees.

Después del maltrato recibido por el orco y la hechicera, algo que se imaginaba que ocurriría, pasó algo que si estaba fuera de las posibilidades que se le habían pasado por la cabeza. Cuando se levantó tras la tunda de sus compañeros, escuchó al elfo aplaudiendo y sus palabras. Parecía demasiado confiado en esa situación como para que no pusiera nervioso al pequeño hombre verde. Cuando respondió Allessia, caminó hacia atrás lentamente mientras respondió-

-Vaya, un compatriota de ojos verdes. Seguro que sobro en esta reunión tan emotiva, ya que os gustaría poneros al día y presentaros.

Acto seguido, palpó las paredes en busca de una salida a esa nueva habitación tan siniestra.

Mientras el goblin intentaba encontrar una salida sin éxito (de hecho, su intento provocó que un pequeño insecto que rondaba los alredores le picase la mano en un par de ocasiones), el elfo desconocido siguió hablando con tranquilidad mientras esbozaba una sonrisa.

- Yo si fuera ustedes intentaría calmarme y bajar las armas, de lo contrario no saldréis de aquí con vida - después se sujetó el colgante durante unos segundos

- ¿Qué habéis venido a buscar a mi refugio?¿queréis uniros a mi glorioso ejército tal vez? - cambió su gesto en el rostro, como si se hubiera olvidado de algo

- Perdonad mis modales, se me olvidó presentarme, podéis llamarme Acron - después se quedó pensativo y comenzó a reír.

- ¿Buscaréis información sobre lo que pasa aquí, verdad? - con elegancia desenganchó un saco de cuero que tenía en el cinturón y vertió su contenido sobre la palma de su mano. Pudisteis ver que la bolsa estaba repleta de pequeños cristales, bastante irregulares en forma y tamaño

- Supongo que si habéis sido capaces de llegar hasta aquí de una pieza merecéis que os diga que los Silithidos son fáciles de controlar empleando solo una pequeña cantidad de este cristal, pero todo esto no termina aquí, si os diera una de estas piedras a ustedes os uniríais a nuestra causa sin tener que llegar a las armas ¿os apetece? - dijo extendiendo la mano como el que ofrece un caramelo. No sabíais en qué consistían aquellas piedras, pero probablemente tuvieran un enorme poder y podría estar relacionada con la locura temporal de Arksea, su presentimiento de "corrupción" en la tierra y sobre todo con vuestra misión.

No he venido a vivir en un repugnante agujero, rodeada de aun mas repugnantes insectos!- Digo dando un golpe seco en el suelo con el baston, enfadada. La mera idea de ponerme al servicio de aquel cretino me irritaba profundamente.- Venimos a por respuestas, y tu nos las vas a dar, o acabaras convertido en una bonita pila de cenizas!

El rubi que corona mi baston comienza a iluminarse con un tono entre rojizo y amarillento, como si ardiese por dentro, y mis propios ojos ganan un brillo verdoso intenso mientras comienzo a acumular mana para lanzar uno de mis hechizos mas potentes. Ya habia soportando suficientes penurias y tonterias durante estas ultimas semanas, y el elfo tenia todas las papeletas de que iba pagar los platos rotos.

Se sacudió la mano, dolorido por la picadura, y miró cabreado a ese elfo engreído. Se chupó la picadura y luego habló.

-Podríamos coger un par de piedras... después de derrotarte. Estás corrompiendo la tierra y a los bichos con ellas ¿Verdad? Estás jugando con fuego. O fuego vil, sería más apropiado de decir. Te superamos en número de todos modos. Ríndete o cae.

No necesitaba más. En realidad, no necesitaba nada en absoluto. Desde que la pared se había venido abajo dejando al descubierto la nueva sala y al elfo que la custodiaba, había sacado las gujas y se había dedicado a rodear, sigilosamente¹, la estancia,a provechando que eran los otros quienes copaban la atención del extraño personaje que tenían frente a ellos. No dudaba, sin embargo, que su presencia era advertida, pero aquél confiado necio parecía importarle poco que le fueran flanqueando. Eso, pronto, tendría solución, una en forma de sangre y dolor. Y la señal fue la amenaza del goblin.

Como ya sabía, no necesitaba más.

Como un resorte, enarbolando sus espadas gemelas, se lanzó² sobre el elfo de sangre mientras este les ofrecía los cristales. Sus cuchillas, afiladas y sedientas de sangre, tampoco necesitaban más.

El discursito del elfo llenó de furia a Garroom que no pudo reprimirse y, mientras Lyareth se lanzaba de cabeza a por él, lanzó las dos bolas de fuego que tenía en las manos contra el enemigo:-Tu eres el complice del causante de la corrupción, te derrotaremos y nos contarás quién está detrás de esto!!!- gritó el chamán lleno de furia .

El elfo se movió de una manera exquisita, certera, con la precisión de un aguijón soltando su aguijón. Pero fue demasiado lento. De las manos del hombre surgió una ráfaga ardiente que prendió su brazo dejando unas feas quemaduras que la hicieron rechinar los dientes. Y aún así, no era suficiente. Lento y débil, eran pecados que no se perdonaban frente a una Cazadora de Demonios. Y Lyareth no lo hizo. 

Sus afiladas hojas cortaron el aire y sajaron carne y piel hasta llegar al hueso. Una danza de acero rieló alrededor del hechicero, infligiendo media docena de finas heridas que comenzaron a sangran casi al instante. Al final, tras él, se detuvo, parando el mortífero baile, y clavó sus espadas como si fueran una sola por la espalda de su enemigo, atravesándole pero sin matarle, consciente de los puntos vitales que debía evitar.

Casi al instante, sintió a través de sus empuñaduras las embestidas de la magia del chamán orco, y sonrió oculta, cubierta, ante tal poder.