Partida Rol por web

- Música de ambiente -

Hace años estas tierras estaban habitadas, además de por otras criaturas y animales, por vuestros antepasados directos de los múrlocs que hoy vivís aquí. Pero ocurrió que un día comenzaron las disputas con una tribu cercana de nagas, que planeaban extenderse y ocupar todo el territorio para ellos, exterminando a los múrlocs y demás seres vivos que encontraban a su paso y los devoraban sin piedad, capturando a algunos incluso como ganado. Durante dos generaciones, la tribu de múrlocs debía vivir escondida y en continuos enfrentamientos con los naga enemigos, cada vez quedando menos de los suyos...

Hasta que un día, el campeón múrloc Murggle, ¡decidió que ya era suficiente! Guiado por su amor hacia su tribu y aconsejado por la Gran Oráculo Shrla, Murggle guió a los guerreros que quedaban en la tribu en el enfrentamiento contra la tribu naga, expulsándolos para siempre de estas tierras e instaurando al fin la paz para los pocos múrlocs que quedaban. Pidiéndole de corazón a Shrla que fuera su consejera personal a partir de entonces, Murggle se convirtió en el líder de la tribu y, junto a los otros múrlocs que quedaban fundaron Gwhhhajwajj’wajjj (llamémosla Charca Próspera a partir de ahora). Pocos meses después, ya en época de paz y con el poblado al fin prosperando de verdad, nacísteis vosotros, junto a otros jovencitos múrlocs.

De todo esto hace ya 20 años. Cada uno de vosotros ha madurado y ha elegido su camino según os habéis fijado en vuestras habilidades; cazar, recolectar o seguir los pasos de Shrla como oráculos. Y hoy es el gran día. El día en que, tras haber alcanzado la mayoría de edad, la luna llena de la noche anterior indicó que comenzaría el momento en que seríais miembros activos de la tribu...

Amanece el nuevo día. Los brillos de un sol resplandeciente entran en vuestra cabaña o madriguera. Los múrlocs comienzan a salir y a hacer sus tareas diarias; desayunar, ir al bosque a recolectar frutos, cazar, entrenar junto a los demás guerreros, tallar armas y herramientas…

En el centro del poblado os espera Shrla, rodeada de todos los bebés y niños de la tribu, un par de los cuales se agarraban con cuidadito a ella, aun sin saber andar bien. Durante estos años, además de consejera de Murggle, ha obrado como cuidadora y maestra de los más jóvenes de la tribu, educándoles y enseñándoles todo lo que sabe. Todos sois como sus propios hijos, la tribu es su familia, y os ha visto de crecer desde que no erais más que un huevo.

Shrla quiere felicitaros por vuestro gran día, en el que ya no dependeréis más de ella. Sujetando de la manita a otro de los niños, se poyaba en su bastón esperando veros salir de vuestros hogares.

Era otro día más. ¡Otro día con vida! Y por lo que Morg sabía, iba a ser uno grande.

Había estado siendo invadido por sueños curiosos y pesadillas anómalas durante toda la semana, pero había decidido ignorarlas. El murloc se despertó repentinamente de su lujoso catre hecho de hojas blandas y musgo sobre un pedrusco y se desperezó para salir por la boca de una pequeña cueva que le servía de madriguera en la Charca Próspera.

Absorbió los primeros rayos del sol sobre su piel amoratada con algo de timidez, aunque cuando la luz le bañó por completo el murloc pegó una sacudida y empezó a caminar con más soltura. Saludaba vagamente a los otros compañeros de su tribu que se cruzaban por su camino, aunque en su mente solo se hallaba un murloc en específico.

Morg se dirigió pues hacia donde Shrla, la matrona de la tribu. Ansioso de recibir nuevas instrucciones para el día de hoy.

Respiro hondo, exalo profusamente y salgo de la tienda erguido dando lo mejor de mi para causar una buena impresión con una grande sonrisa en mi rostro. Orgulloso de al fin poder llegar a ese punto de mi vida y poder considerarme un miembro mas de la tribu para poder seguir los pasos de "El gran Murggle".

Camino ceremoniosamente hasta el centro del poblado saludando a quien me cruza con alegría y al llegar frente a Shrla apoyo una rodilla en el piso y me inclino reverenciosamente con una mano en mi pecho cerrada.

-Saludos Gran Oráculo. Me inclino ante vos para recibir vuestra bendición, convertirme en Cazador para honrar y proteger nuestra tribu, nuestros antepasados y el legado que iremos a dejar. Siguiendo vuestros pasos y los de "El gran Murggle". Siempre libres en la Chacra prospera, siempre uno con la tribu.

Me vuelvo, le doy un guiño complice a Morg que había llegado dos segundos antes. Tomo mi lugar frente a ella(Shrla) a una distancia respetuosa y me quedo aguardando con digna postura la llegada del resto y observando feliz mi tribu solamente con el movimiento de los ojos. Orgulloso, respiro profundamente, sentindo una sensación de orgullo apoderandose de mi y recorriendo electrificantemente mi cuerpo. Siento un calor delicioso subiendo por mis espinas y exalo sonriendo. El mejor dia de mi vida. El inicio de mi sueño.

Me doy vuelta y le doy un guiño complice a Morg quien habia llegado dos segundos antes 

Wagl se despertó perezoso ese día y apenas salió de su cabaña pensó Un día perfecto para NO pasar desapercibido, genial. El múrloc trataba de evitar al resto de sus compañeros lo máximo posible, saludando con obligada educación a aquellos que le saludaban. No porque no quisiera a su tribu, ni porque estuviera desagradecido con ellos por haberle aceptado, simplemente Wagl era así.

Entonces al múrloc se le iluminó la vista y los ánimos llegaron a él cuando atisbó frente a Shrla a Morg y a Glabstrlgh. Se acercó paso raudo a ellos -Hola Morg, hola Glabstrlgh.- Saludó entusiasmado a sus amigos de la infancia, entonces se dió cuenta de que a lo mejor era descortés no saludar primero a la oráculo de la tribu y trató de compensarlo. 

-Venerable Shrla, un día más me....me alegro de verte. Nunca olvidaré ese día en el que, siendo aún un renacuajo, me acogiste junto a toda la tribu en vuestras vidas...y...y como....ayy..como....como ahora que tú...tú estás cuidando y custodiando de todos los jóvenes de nuestra tribu... te agradezco que me cuidaras y protegieras a mí cuando otros no...no lo hicieron. Demostraré ser de gran utilidad....lo prometo.

Las palabras de Wagl eran sinceras y su agradecimiento profundo, demostraría que no era un múrloc prescindible, conseguiría demostrar al mundo que sus padres se equivocaron al descartarlo de su tribu originaría y le daría a su tribu de acogida la gloria que se merecía.

Morg se encogió un poco ante la llegada de Glabstrlgh, y convino a su guiño con otro un poco menos bien hecho. Además de un receloso siseo. Conocía a Glabstrlgh desde que eran unos renacuajos, y si algo era verdadero en su relación era la aversión que sentía hacia ese murloc. ¡Ay, como odiaba a ese anfibio! Glabstrlgh siempre había sido el preferido de la matriarca Shrla —Al menos desde su envidioso punto de vista—, cosa que se granjeó en poco tiempo la envidia de su compañero.

Aunado a eso, Glabstrlgh era claramente más grande y fuerte, además de lucir en su piel los colores característicos de un murloc cazador en toda regla. Glabstrlgh siempre había sido el más grande y fuerte del grupo, siempre había sido el líder. Y Morg siempre había sido el que se quedaba detrás de él. ¡¿Qué haría cuando tuviesen que plantarle cara al gran Murggle?! ¡Se negaba por completo a quedarse detrás de Glabstrlgh otra vez!

Morg se pasó una mano ensalivada por el ojo todavía mirando a Glabstrlgh con recelo, y luego observó la llegada de Wagl. Oh, Wagl. Ese murloc le caía sin dudas un poco mejor, siempre entusiasmado y siempre curioso. Demasiado curioso. Más de una vez tuvo que echarle a gritos de su agujero por temor a que fisgonease sus cosas, pero era un murloc agradable.

—Hola Wagl... hola Glabstrlgh. Hola Matriarca. ¿A qué estamos esperando?

Shrla escuchó con una leve sonrisa las palabras dirigidas a ella por Glabstrlgh y Wagl. Cerró los ojos y rió entusiasmada.

-¡Jajajaja...! ¡Niños, por favor! Conmigo no tenéis que ser así de serios ni corteses-les decía agitando la cabeza-. Por mucho que hayáis crecido, seguís siendo de mis pequeñines.

Saludó con la cabeza a Morg cuando éste saludó también. Miró con cariño a los tres murloccitos que tenía delante.

-Pues deberíamos esperar también a vuestros amigos Gurggulglr y Mogrlkgall. Estoy aquí para felicitaros y quiero que estéis todos conmigo antes de que marchéis a ver al jefe Murggle... él será quién os reparta las tareas y os entregue vuestras armas.

Uno de los pequeños que estaban agarrados a Shrla, avanzó hacía los múrlocs recien llegados a la adultez que hablaban con la oráculo. Con su piel azul clara y sus ojos brillantes de emoción, sonreía y andaba torpemente hacia ellos, hasta que estando entre ellos y su cuidadora, acabó cayendo de culo al suelo por costarle tanto andar. Sonrió y les miró emocionado.

Conocéis muy bien a éste peque. Garrglgy es el pequeñín de tres añitos que siempre os sigue y os tiene como sus figuras a seguir. Como unos hermanos mayores para él, siempre os pregunta sus dudas y os pide jugar.

-Brururbrubrrubruuuu... ¿Murg, Wugl y Glubstry ya mayures? ¿Ya luchar cun munstrus?-sonreía jugueteando con una espada de madera que llevaba, imaginando como sería ser mayor.

No soporto a los niños, y conforme me acerco al centro del poblado doy un pequeño rodeo con el fin de evitar a Garrglgy. Con algo de suerte se entretendrá lo suficiente con los demás. Pensé en sacrificarlo a las mareas, pero sería inapropiado.

Absorto en mis pensamientos, llego hasta la altura de la oráculo. Shrla y yo nunca nos hemos llevado del todo bien. Puede que sean nuestras diferencias respecto a muchos temas. Uno de ellos, sobre la voz de las mareas. Shrla cree que se trata de las brujas del mar, pero son paranoias de viejas. Luchó contra los nagas hace mucho y parece sufrir de estrés post-traumático por la guerra.

Estoy deseando que llegue el día en que la sustituya como oráculo de la aldea por ser de los pocos jóvenes prometedores. Y no hay duda de que mi poder está bastante por encima que el suyo. Además, estoy seguro de que puedo llevar a este pueblo más allá de una charca apestosa.

- Hola, Shrla. Ya estoy aquí. - dije, sin mucho ánimo. No soy alguien de muchas palabras cuando me encuentro entre gente hostil. Quizás el resto han jugado y vivido juntos. Mis únicos amigos fueron los susurros del océano. Considero esto un mero formalismo para ponernos a trabajar forzadamente para los sesgados intereses de la tribu. En lugar de permitirme avanzar en mis investigaciones y mi magia. Con algo de suerte lograría escurrir el bulto.

-Oh, buenos días Gurggulglr-le saludó Shrla con una leve sonrisa. Ella era consciente de las diferencias entre ambos, pero eso no le impedía mirarlo como al resto de sus niños.

-Bueno retoñitos, deberíais ir ya a visitar a Murggle, no conviene hacerle esperar vuestro primer día como adultos-se acercó despacio a Garrglgy, dándole la mano para ayudarle a levantarse y andar con ella-. Vamos Garrglgy, cariño, a jugar con tus hermanos y hermanas y amiguitos y amiguitas. Deja a los mayores, que ya tienen que hacer sus misiones.

Se fue alejando guiando a los niños, con el peque Garrglgy despidiéndose agitando la mano.

Fuisteis acercándoos hacia el fondo del poblado, viendo pasar y haciendo sus quehaceres a otros múrlocs de la tribu, que os saludaban y algunos incluso os felicitaban también por vuestro gran día. Una vez llegados a la última cabaña, una gran cabaña adornada con los esqueletos de dos naga en los lados su puerta, subisteis unos pequeños escalones de madera y os adentrasteis en ella.

- Música de ambiente -

Dentro visteis a varios guerreros de la tribu junto con varios consejeros. Al fondo de la estancia, se encontraba el jefe Murggle de pie frente a su sillón (hecho con huesos y alguna espina gigante de pescado y adornado con conchas y caparazones), erguido con su espada apoyada en el suelo, apoyando sus manos en la misma.

Era un múrloc de los más grandes, alcanzaba el máximo de altura estando erguido. Tenía piel verde pistacho con rayas atigradas de un verde más oscuro, y unas espinas rojas en su lomo que hacían juego con sus ojos, pies y manos. Podía notarse en su rostro una cicatriz que le llegaba desde la nariz hasta la barbilla, recuerdo de la batalla contra los naga de hace dos décadas. Su cuerpo estaba cubierto por otras cicatrices, resultados de alguna otra batalla o incluso de la caza de algún enorme animal para alimentar a los suyos. Llevaba además una hombrera pinchuda en su hombro derecho, hecha con el caparazón de algún crustáceo bastante grande y cintos en su torso para poder colgarse la espada cuando fuera necesario.

Se os quedó mirando serio al veros entrar, cosa que imitaron los demás múrlocs allí presentes cuando se percataron de vuestra presencia.

Fuisteis acercándoos hacia el fondo del poblado, viendo pasar y haciendo sus quehaceres a otros múrlocs de la tribu, que os saludaban y algunos incluso os felicitaban también por vuestro gran día. Una vez llegados a la última cabaña, una gran cabaña adornada con los esqueletos de dos naga en los lados su puerta, subisteis unos pequeños escalones de madera y os adentrasteis en ella.

Tras pedir la bendición de Shrla mientras caminamos hacia la cabaña de "El gran Muggle" me acerco a cada uno de mis compañeros de infancia para cambiar dos o tres palabras y darles animos, se cuan timidos son algunos y no voy a dejar de intentar que esten preparados para lo que se viene. 

-Y Morg? Listo para el gran dia? Recuerdo cuando de niños nos peleabamos con los de la aldea vecina jajaja. Siempre armabas unas trampas excelentes rodeandolos, muchas veces nos habrian ganado si no fuera por ti. Que buenos tiempos, eh? Seguro ahora se avecinan mejores y seguiremos hombro con hombro. Por cierto hoy estás especialmente nocturno, no si me entendés. Vas a impresionar a varios seguro. Bueno voy a darle un poco de animos a Wagl que anda bieeen nervioso hoy... quien no jajaja? 

Saludo a una de mis vecinas cordialmente mientras dejo que Morg se adelante para situarme al lado de Wagl. Apoyo una mano en su hombro y apreto levemente con cariño.

-Aah hermano, hoy es ÉL dia eeh? Te veo nervioso, pero tranquilo ahí estamos todos para apoyarnos. Como siempre. Respirá hondo y plantate firme frente a los mayores, no dejés que te amedrenten. Recorda siempre la historia de Rgavid y Broliat. No gana por fuerte quien és más inteligente. Las frutas mas dulces están en lo alto del árbol... y quien si no vos sos el que siempre las recoge de las ramas mas finas?

Tras sonreir, guiño un ojo complicemente y me dirijo a mi izquierda para hablar con Gurggulglr.

El sombrio de Gurggul.... sé que no gusta mucho de mi, pero fué bueno las pocas veces que conseguí sacarle una risa. Tiene todo el potencial para ser un gran oráculo si no sigue esa senda que lo aleja tanto de nosotros aveces. Igual tiene un algo que me gusta.(pensamiento)

-Buen dia Gurggulglr. Se te ve decidido hoy. Me alegro que hayas llegado a tiempo. Vamos a dar una buena impresión hoy a los mayores con las habilidades de Wagl, la velocidad de Morg y tus poderes... realmente me impresiona lo que hacés. Mucha suerte y que las aguas te acompañen.

Sonrio para Gurggullgr y apuro el paso para acercarme a Morg de nuevo. En cuanto camino tras de el lo observo y suspiro com pesar, siento el cansancio en mi cara.

Que pasó que estamos tan distantes, eramos tan amigos hace unos años? Siempre juntos y compinches. Ahora siento un muro cada vez que le hablo. No era para ser así, ya no me habla mas que lo justo. Ya no vamos nunca a nuestras rocas favoritas para saltar al mar de lo alto. He notado como me ha evitado en el bosque... en fin. Ahora me tengo que enfocar en lo que se viene. Al menos Wagl sigue tan alegre y amigo como siempre, que haría sin sus ocurrencias tan divertidas. Y me preocupa el resto que aún no llegaron... Respiro hondo y largo las tristezas para afuera tras una ultima mirada melancolica a las espinas de Morg, como siempre admirando sus tonalidades purpureas.

Me adelanto para abrir la cabaña como siempre para mis amigos. Sé que aunque hoy el grupo esté medio desunido y no como 5 años atras que ibamos a todos lados de fanfarria armando problemas y riendo juntos, aunque no siempre me sienta comodo con ello, soy algo así como el lider. Y siempre voy a crer que un lider debe abrir el paso para sus compañeros con humildad para dejarlos pasar primero sin peligro y cubrir la retaguardia. Aprendí eso de los mercaderes del interior, que en la manada el lobo lider va por detras para siempre tener su manada a la vista y poder ir en su ayuda o cubrir las espaldas de quien necesite y no perderlos en el camino... en este caso somos un cardumen jaja

Abro la puerta y dejo que el grupo entre siguiendo sus pasos.

Dentro visteis a varios guerreros de la tribu junto con varios consejeros. Al fondo de la estancia, se encontraba el jefe Murggle de pie frente a su sillón (hecho con huesos y alguna espina gigante de pescado y adornado con conchas y caparazones), erguido con su espada apoyada en el suelo, apoyando sus manos en la misma.

Era un múrloc de los más grandes, alcanzaba el máximo de altura estando erguido. Tenía piel verde pistacho con rayas atigradas de un verde más oscuro, y unas espinas rojas en su lomo que hacían juego con sus ojos, pies y manos. Podía notarse en su rostro una cicatriz que le llegaba desde la nariz hasta la barbilla, recuerdo de la batalla contra los naga de hace dos décadas. Su cuerpo estaba cubierto por otras cicatrices, resultados de alguna otra batalla o incluso de la caza de algún enorme animal para alimentar a los suyos. Llevaba además una hombrera pinchuda en su hombro derecho, hecha con el caparazón de algún crustáceo bastante grande y cintos en su torso para poder colgarse la espada cuando fuera necesario.

Se os quedó mirando serio al veros entrar, cosa que imitaron los demás múrlocs allí presentes cuando se percataron de vuestra presencia.

Respiro hondo antes de entrar, dejo mis problemas afuera de la casa y me preparo rapidamente para enfrentar a los mayores.

Tras una ultima bocanada de aire fresco me choco con el calor y olor a pescado sudado que hay en la cabaña. Olor de valientes y bravos. Veo la cantidad de guerreros reunidos todos ahí como en un consejo y por primera vez nosotros haciendo parte de él... Siempre espiabamos de niños y ahora estamos acá... al fin.

La sala se sume en silencio y la algarabia que se escuchaba de fuera ahora enmudece en segundos hasta los susurros desaparecer y apenas quedar el siseo de las respiraciones y el latir de mi sangre acelerada.

Y ahí está "El gran Murggle". Realmente es admirable, imponente. Como no querer seguir sus pasos. Hoy inicia esa senda para nosotros... para mi...

Carraspeo para pedir permiso para mis compañeros y avanzo directo para "el peligro" del día. Erguido y fomal, dando el ejemplo a mis amigos mesuro mis zancadas para no parecer ni exagerado, ni amedrentado, hasta "El gran Murggle" y me arrodillo igual que había hecho minutos antes frente a Shrla.

Hinco mi rodilla en el piso y con una mano cerrada en el pecho cumplo con la tradición.

-Saludos. Oh, Gran Murggle. Me inclino ante vos para recibir vuestra bendición, convertirme en Cazador para honrar y proteger nuestra tribu, nuestros antepasados y el legado que iremos a dejar. Siguiendo vuestros pasos y los de nuestra amada oráculo "Shrla". Siempre libres en la Chacra prospera, siempre uno con la tribu.

Tras eso me ergo de nuevo y me posiciono a una distancia formal y educada. Hoy es todo protocolo, no puedo fallar. Me siento responsable en parte por mis amigos y quiero que esten orgullosos de mi como yo ya lo estoy de ellos.

Cuando el grupo se alejó de la matrona Shrla y se dispuso a avanzar hacia la cabaña del héroe Morggle, Morg se apresuró en ir de los primeros en el grupo con un par de zancadas, a partir de ahí simplemente avanzaba con cautela observando a los que les saludaban y felicitaban por llegar a la adultez. La visión de las nuevas responsabilidades a llevar a cabo colmaba al murloc de ilusión, pero también hacían palpitar un atisbo de miedo y duda muy en su interior.

Ya podían ver la cabaña del gran Morggle, cuando de repente Morg es arrancado de su ensimismamiento por el todavía enérgico Glabstrlgh. ¡Ay, malditas sean sus aletas! Si algo detestaba más del exagerado ímpetu de Glabstrlgh era el hecho de que al parecer se mostraba totalmente ignorante de él. Siempre intentando entrometerse en los pensamientos de los demás, siempre al tanto de querer dar un consejo o decir cualquier tontería solo para pensar que está siendo de ayuda. Aunque la verdad, no podía culparle. Hace años cuando era poco más que una cría la compañía de Glabstrlgh era la única con la que Morg siempre había contado, solían disfrutar de su juventud entre juegos, retos y risas. Incluso una vez se alejaron de los territorios de la tribu en un acto de valentía y rebelión... pero esos eran tiempos pasados.

Ahora le resultaba desagradable su presencia, y cada vez que parecía volver a agradarle a Morg algo hacia para arruinarlo todo. Todo desde que lo vieron como Glabstrlgh el líder, Glabstrlgh el murloc amigo de todo el mundo. Y mientras él gozaba de la compañía del resto, Morg se fue alejando más y más. Encogiéndose solitario en su madriguera esperando a que algún día las miradas recaigan sobre él. Y ese día estaba próximo. Le demostraría a todos de que estaba hecho; les demostraría que estaba a la altura de cualquier reto que le propusiesen.

Infló el pecho, simulando una caminata erguida mientras que le contestaba a Glabstrlgh.

—Morg es bueno con la estrategia. Sí —Le dijo a Glabstrlgh mientras que se pasó una mano humeda en el ojo, para limpiarlo con un movimiento algo brusco. ¡Ni siquiera lo cerró!—. Le demostraré al gran Morggle que soy tan útil para la tribu como cualquier otro adulto. Incluso más. Recuerda que ya no somos niños, Glabstrlgh, y que de ahora en adelante lo que hagamos lo haremos por nuestra tribu y nuestros propios méritos.

El desafío de Morg le sirvió de ayuda a él mismo para ponerse un poco más seguro. Le sonrió a su compañero y asintió con la cabeza, mientras que las ascuas del orgullo empezaban a arder en su interior. Cuando le vio alejarse, simplemente siguió caminando. Aunque seguía con la mirada al murloc cuando iba a hablar con los demás, para reforzar sus palabras hacia asentimientos con la cabeza a Wagl y le dedicó una mirada sospechosa a Gurggulgr.

Finalmente estaban ahí, en la cabaña donde el gran Morggle y sus guerreros, los demás adultos varones de la tribu discutían acerca de sus siguientes movidas. El murloc siempre se preguntó que cosas se cocían ahí dentro en realidad. Y finalmente lo iba a ver todo con lujo de detalles.

Al entrar, su orgullo flanqueó con la mirada de los guerreros adultos, curtidos por las batallas contra los enemigos del exterior. Y en el centro de la estancia, estaba él. Morggle. Un hito entre su tribu y el máximo exponente del poder entre ellos. La simple visión de él le obligó a agachar la cabeza, no llegó al punto de arrodillarse. Aunque sus rodillas temblorosas clamaban por hacerlo.

—Mo... Morg también desea ser un cazador. Ha alcanzado su madurez y está li... listo para servir a la tribu y a usted. Claro, si Morggle le deja...

-Aah hermano, hoy es ÉL dia eeh? Te veo nervioso, pero tranquilo ahí estamos todos para apoyarnos. Como siempre. Respirá hondo y plantate firme frente a los mayores, no dejés que te amedrenten. Recorda siempre la historia de Rgavid y Broliat. No gana por fuerte quien és más inteligente. Las frutas mas dulces están en lo alto del árbol... y quien si no vos sos el que siempre las recoge de las ramas mas finas?

- Jé, ¿Cuándo no he estado nervioso, hermano? Aprecio tus palabras pero todos sabemos que yo soy el que menos puede conseguir en una pelea solo....por eso juntos somos imparables. Me alegra verte tan jovial y contento como siempre Glabstrlgh. Confío en tu buen juicio para llevarnos a todos a la gloria.- El buen líder del grupo seguía como siempre, eso aliviaba a Wagl. El múrloc sabía que las cosas en el grupo no andaban bien, muchos distanciamientos y rivalidades... Wagl quería ignorarlo, él no sentía aversión por ninguno de sus amigos, al fin y al cabo era su familia. Pero le entristecía bastante que el grupo estuviese tan separado.

Una vez entraron en la cabaña del gran Murggle el pequeño múrloc se amedrentó y dejó que la enormidad del lugar le afectara, pero recordó las palabras de Glabstrlgh y entonces decidió controlar sus impulsos de buscar un sitio en el que no fuese percibido. Andó con sus compañeros, pegado a la espalda de Glabstrlgh e imitó sus acciones siempre a la sombra de lo que podía encontrar.-Ho...hola g...g...g...gran Murggle. Yo....yo...- El múrloc enmudeció y acto seguido dijo gritando -¡YO Y MIS COMPAÑEROS HAREMOS DE ESTA CHARCA ALGO QUE HASTA LOS HOMBRES TORO TEMAN!- Malditos sean los makluba, esto de socializar no se me da nada bien. Pensó y entonces bajó la cabeza avergonzado por su reacción tan oportuna.

Finalmente había llegado el día, de ahora en adelante sería reconocido como un adulto y un engrane mas para la tribu. Desde muy temprano Mogrlkgall se despidió de su abuela en la oscuridad de su cueva, la anciana le despidió con una sonrisa y palmeando el rostro de su pequeño, a pesar de que era completamente ciega podía imaginarse perfectamente el rostro de su nieto, ya no era mas su pequeño, de ahora en adelante sería un Múrloc hecho y derecho.

Con la ilusión que lo caracterizaba, Morglkgall abandonó la humeda cueva y alzó sus ojos al cielo, caminó animadamente hacia el poblado esperando ser de los primeros en llegar, al menos así lo había planeado hasta que se detuvo súbitamente a orillas del estanque observando las tranquilas aguas. -Madre, Padre...-  Divagaba hasta que casi sin darse cuenta se había sumergido por completo, con rapidez empezó a nadar hasta lo más profundo de la charca a la vez que la pequeña luz en su cabeza empezaba a parpadear iluminando levemente las oscuras profundidades. Sus pies se posaron en el fondo y empezó a caminar lentamente hasta el montículo de rocas que allí se amontonaban. 

-Madrre.... Padrre... Ju - jurro que me convertirré en el mejorr, le-les harré pagarr a esos ma-malditos Nagas- Allí yacían algunas pertenencias de sus padres, quienes habían muerto cuando el era aún un pequeño renacuajo, no se habían podido recuperar los cuerpos, así que su abuela había hecho de aquel montón de rocas un símbolo de su tumba. Lentamente tomó la lanza que se encontraba incrustada al lado del montícula, una de las lanzas de su padre que de ahora en adelante portaría con orgullo, alrededor de su cuello colgó un viejo collar de conchas marinas que había pertenecido a su madre y que desde entonces llevaría siempre con él. -Le- les pido que me acompañen en e-esta nueva etapa- Inclinó su cabeza en señal de reverencia y se sentó con las piernas cruzadas un largo tiempo.

Levantó la mirada y vio como los rayos de sol penetraban desde la superficie del agua... -MIERDA! SE ME HACE TARDEEEE!- Rápidamente nadó hasta la superficie y empezó a correr hacia el centro de la ciudad, efectivamente ahí ya no estaba Shrla. Sacudió su cabeza mirando de lado a lado y apresuró sus pasos adentrándose más y más a la aldea, se detuvo a preguntar a loss Murlocs que se paseaban por allí hasta que le indicaron que todos estaban de camino hacia la residencia de Murggle.

Finalmente llegó hasta la casa del lider de la Tribu, se detuvo un momento para recuperar al aliento entre jadeo y jadeo y finalmente portando la lanza de su padre ingresó al recinto, donde pudo ver a sus compañeros en frente del gran líder.

El jefe Murggle inclinó la cabeza orgulloso a modo de saludo, dibujando una sonrisa en sus labios. Sonrió ante todos y cada uno de los saludos y explicaciones de los jóvenes adultos que habían venido a recibir su primera misión como miembros de la tribu. Extendiendo su mano, les indicó que se calmaran.

-Chicos, relajaos-les decía con tranquilidad-. Ya sois un orgullo para la tribu, desde el mismo día de vuestro nacimiento. No tenéis que demostrar nada.

Dejó su espada apoyada en su sillón y avanzó hasta los muchachos dándoles una palmadita en el hombro a cada uno de ellos. El resto de guerreros y consejeros charlaban de sus cosas, mirando de reojo de vez en cuando como el jefe Murggle trataba a sus nuevos “efectivos”. Murggle se acercó a una mesa y cogió unos cuencos con huevas, bayas y pescado seco.

-No habéis desayunado, ¿verdad? Comed cuanto queráis, necesitáis fuerzas. Mientras os contaré en qué consistirá vuestra misión de hoy.

Les entregó los cuencos y les ofreció sitio en unos cojines que había frente al sillón del jefe de la tribu para que se sentaran. Fue hacia el mismo y se sentó, esperando unos segundos a que los jóvenes se sentaran y desayunaran. Jugueteando con sus dedos en el reposabrazos del sillón, miró hacia el poblado por la ventana que había cerca.

-Ahora que sois adultos y tenéis toda nuestra confianza depositada en vosotros, también os merecéis sinceridad absoluta-decía cerrando los ojos, tras lo cual volvió la cabeza hacia el grupo-. Se acabó el esconderos la realidad, ya no sois niños. La verdad es que Charca Próspera… cada vez es menos próspera.

Dicho lo cual, se levantó del sofá y avanzó hacia la ventana. Cruzando sus manos en su espalda, observaba la tribu que tanto amaba, con el rostro ensombrecido.

-Cada vez escasean más los peces, tanto en el lago como en el mar. Las criaturas del bosque están desapareciendo, resulta una ardua tarea cazar un ciervo, un conejo… ¡ni siquiera un oso, con cuya carne nos conformaríamos! Las plantas dejan de crecer, se marchitan o pudren, dejando de dar sus frutos… ¿y sabéis que es lo peor de todo? Que desconocemos el motivo.

Las palabras de Murggle resonaron en toda la habitación. Guerreros y consejeros, adultos y ancianos, todos dejaron de lado sus conversaciones para atender a su líder. Era evidente que ese era el tema que llevaban hablando varios días en secreto, incluso justo cuando entrasteis en la tienda. El líder se dio la vuelta y os miró con el mismo rostro entristecido con el que miró por la ventana momentos antes.

-De momento es soportable, aunque apenas podemos encontrar alimento para el poblado. Pero si la cosa va a peor… quizá tengamos que marcharnos a otro lugar. Cosa que ahora mismo evitaremos, aun podemos aguantar.

Miró serio hacia un par de guerreros al fondo de la sala. Les asintió con la cabeza, y ellos, devolviéndole el gesto a su líder, arrastraron un baúl lleno de musgo y lo colocaron frente al grupo de recién nombrados adultos. Lo abrieron y dentro se podía observar una gran colección de armas.

-Ahí tenéis. Elegid el arma con el que os sintáis más cómodos-se fijó en ese momento en la lanza que portaba Mogrlkgall. Sonrió conmovido y le miró a los ojos-. Veo que tú ya portas el arma que perteneció a tu padre… no será necesario que cojas ninguna, jovencito. Respeto que quieras usar esa, un arma con un sentimiento noble.

Avanzó hacia su sillón y se sentó con tranquilidad.

-Vuestra primera misión será bastante sencilla. Basta con que viajéis a la playa al norte del poblado y cacéis algunos Cangrejos Azules para la cena de hoy. ¿Os veis capaces?

Wagl se acercó tímido al cofre para observar el interior y al múrloc se le iluminó la mirada conforme vió el contenido y tragó saliba. Sin esperar mucho, se lanzó a coger la daga, sin duda era su estilo y perfecta para la clase de maniobras a las que él estaba acostumbrado a hacer. Otro arma como la lanza o la espada supondría una molestia para él y tal vez un peor uso del que le podrían dar sus compañeros.

Acepto con un escalofrio de emoción que recorre mis espinas la comida que "El gran Murggle" me ofrece tomando un par de huevos, algunas bayas y tres pedazos depescado seco. Lo suficiente para darme energia y no parecer glotón o acaparador. Estoy muy preocupado de la imagen que pueda dar tanto por mi como por mis compañeros. 

Aunque todo el mundo me conoce y sabe de mis correrias a lo largo de la vida, creo que ni "El gran Murggle" se ha escapado de ellas... no, cierto que con 8 años agarramos sus gallinas y las pintamos con sangre... jajaja que susto se había llevado ese día. Me atraganto con una baya al ercordar y reir levemente. Toso y recupero la compostura. Pero esos dias quedaron atrás.

Escucho asombrado que nuestro hogar, siempre abundante y generoso, está con escasez. Algo por atrás tiene que estar pasando... y si "El gran Murggle" no tiene idea estamos en aprietos. Y vamos a tener que apretarnos el cinturón.

Me acercó al baul y tomo a ejemplo de "El gran Murggle" una espada. Con ella abriré el camino y guiare a mis compañeros, mis amigos, mis hermanos. Los protejeré de cualquier peligro y daré la vida por ellos si hace falta. Y hasta unir las tribus y forjar un territorio murloc poderoso e unficado no descansaré. Luego de hacer este juramento personal en mis pensamientos

-Prometo llevar con honra esta espada para vencer a cualquier enemigo de la Chacra Próspera y engrandecer nuestro nombre. Para alimentar a nuestros niños y proteger a mis amigos de cualquier mal que los aceche. Gracias, oh Gran Murggle. Me doy vuelta mirando al resto de guerreros allí reunidos. Gracias, bravos guerreros de Chacra Próspera. Me vulevo a "El Gran Murggle" e hinco una rodilla en tierra y apoyo mi cabeza en el pomo de la espada en señal de reverencia. Luego me pongo de pie

-Si no teneis nada mas a decirnos partimos en busca de victoria a cazar cangrejos azules.

Aguardo un instante por si nos quiere decir alguna cosa más y tras eso me dirijo hacia la puerta a paso firme con un sonoro

-Os veo fuera. Vamos!

A mis compañeros.

Cuando paso frente a Wagl lanzo uno de mis eterno guiños y muevo la cabeza con una sonrisa como diciendo "Vení, a por ellos". Se que a Wagl le motiva mucho que alguien lo convide a ir juntos, aunque nisiquiera precise de invitación.

Morg escuchó atentamente a las palabras de Morggle mientras comía, no tanto como para parecer irrespetuoso pero lo suficiente como para que su tripa estuviese satisfecha. De hecho, parecía que lo primero era en lo que menos se preocupaba mientras que agarraba la comida manotazo a manotazo. Se detuvo cuando mencionaron la escasez de comida y su semblante palideció un poco de la vergüenza, finalmente se alejó de los alimentos y agachó la cabeza como pidiendo perdón.

Fue escuchando sin interrupciones la conversación hasta que finalmente se mencionó de que se trataba su primera misión. ¡¿Estaban de broma?! Siempre pudieron ir a cazar cangrejos, incluso antes de ser adultos. Le hallaba el sentido a la cosa; dejarles a los más verdes las tareas que nadie quería hacer —como cazar cangrejos— mientras que los más viejos disfrutaban de la verdadera acción. Morg estuvo a punto de abrir la boca, pero se esforzó para no hacerlo.

Finalmente les presentaron el baúl, la cosa se ponía un poco más interesante. Y tras dejar que Glabstrlgh y Wagl cogieran lo suyo él se acercó. No hallaba nada que de verdad le interesase entre el montón. ¿Un palo? ¡Pero si de esos ya hay muchos afuera! ¿Y que era esa cosa con una cuerda? No tenía ni idea, pero seguramente era algo que él no sabría manejar. Finalmente decidió irse a por lo más común. La espada, le gustaba la espada. Aunque la sentía un poco pesada... prefirió cambiar a la daga y... ¡Demasiado pequeña, con esto no iba ni a pelar un pescado! Finalmente incomodo terminaría cogiendo la espada...

—No os decepcionaremos... —Dijo Morg, con un poco más de mala gana de lo esperado mientras que se dirigía a la salida con el resto.