Partida Rol por web

.

   Tras mirar que no somos seguidos, ni escuchados, que no es cuestión de hablar de según que cosas sin tomar unas pocas precauciones, paso a comentar las dos opciones.

   - Tal como lo veo, primero hemos de decidir un detalle.

   ¿De día o de noche?

   Pues si son gentes habituadas a medrar en la noche, de día estarán durmiendo o menos activos, pero nos puede ver la gente con más facilidad. Y de noche la oscuridad nos tapará, pero igual están más alerta... -

.

─Así como lo veo yo, cuanto antes mejor. Las calles están intranquilas y no sabemos qué le ha pasado exactamente a Floon. Averigüémoslo ─sentenció el arcanista.

Había tantas variables respecto del horario "correcto" para hacer una incursión de ese tipo que, sin disponer de tiempo (o dinero) para indagar y conseguir información, poco iban a conseguir buscando una hora apropiada. La hora apropiada era ese mismo momento. La hora para rescatar a alguien a quien podrían estar torturando era "cuanto antes, mejor".

De haber ido solo su enfoque seguramente hubiera sido distinto, mucho más discreto, probablemente más escalonado y estudiado. Pero contaba con un grupo numeroso del que, en contra de todos los instintos a los que estaba acostumbrado, se fiaba. Confiaba en ellos. Sabía que presentarían batalla juntos. Con semejante amalgama de personalidades, que fueran con cuidado los del almacén del callejón del Cirio...

─Podríamos hablar con aquel tipo de barba blanca, Dock. Brogtah parecía llevarse bien con él ─sugirió Sihq─. Es alguacil o algo similar, ¿no? No es que me amedrente ante la posibilidad entrar a degüello en un almacén más que probablemente infestado de asesinos y trampas, que también. Sólo digo que quizá a la guardia le interese colaborar con la desaparición de un personaje de cierta importancia, y no se encontraba muy lejos de aquí.

—Tanto como llevarme bien... Fue el que me dio el equipo que llevo cuando desperté —comentó el semiorco—. Pero creo que no le haría demasiada gracia saber que pensamos asaltar un almacén. Pero podemos ir a buscarle, estaban investigando unos asesinatos en un callejón por aquí cerca.

Ciertamente, al bruto no le parecía buena idea buscar al guardia, pero era cierto que sin duda no era el más listo de aquel grupo. Tal vez el resto veían matices a esa idea que a él se le escapaban.

.

   - Entonces decidido, vamos ahora y probemos una primera aproximación sigilosa, yo puedo intentarlo ¿alguno más conmigo que pueda ir de forma más o menos sigilosa? El resto nos puede seguir a una distancia prudencial, de forma que llegado el caso si hay jaleo se enteren. Y no estaría de más que podamos cubrirnos el rostro si vamos a entrar sin permiso. -

.

No os lleva mucho avanzar hasta la callejuela del Cirio. Cuando os acercáis a esa pequeña calleja del puerto, los edificios a ambos lados son tan altos y están tan apretujados entre sí que la luz del sol apenas alcanza a iluminar el suelo de la calle. Envuelta en la penumbra, tan oscura como una mazmorra e igualmente hedionda: esa es la callejuela del Cirio.

Casi todas las farolas están destrozadas, y la única luz que se abre paso en la oscuridad es un débil titileo al final del callejón, como si hubiese una vela en la lejanía. 

Con discreción, avanzáis hacia el fondo de la calle. No parece haber nadie atendiendo ni en las ventanas desvencijadas de las viviendas ni en la propia calle: de momento todo está tranquilo como la tumba de un ghoul. Justo cuando llegáis frente a la luz de la farola, veis una verja con una puerta enrejada en medio, que parece entreabierta. Al otro lado de la valla hay un pequeño patio exterior, en el que reposan algunas cajas y barriles abandonados, y al fondo de este veis un viejo almacén de dos plantas de altura.

Que podáis ver, el almacén tiene tres entradas: la puerta principal sobre la que han pintado en grande una serpiente negra alada. Tiene una mirilla para ver desde el interior, una enorme compuerta de carga del almacén justo al lado y una ventana repintada en la pared de enfrente. 

Cualquiera puede ver que todas las entradas están cerradas. Desde la calle resulta imposible saber si hay alguien dentro o no, aunque desde la ventana no se ve ninguna luz.

La compañía, esta vez al completo, volvía a aventurarse en las ominosas callejuelas de Aguasprofundas. Aquel era un barrio peligroso, alejado de la siempre vigilante mirada de la Guardia, un lugar perfecto para cometer tropelías y no ser perseguido por ello. ¿Qué había llevado a aquellos dos a adentrarse en aquel estrecho callejón? Las respuestas a esta y otras preguntas parecían escaparse como el agua entre los dedos, pero esta vez estaban decididos a obtener la información que buscaban. Aún si ello les llevaba a meterse donde nadie les había llamado.

André observa el símbolo grabado en la puerta de aquel almacén olvidado de la mano de los dioses. Puede que su memoria le estuviese jugando una mala pasada, pero juraría que ha visto ese dibujo en alguna otra parte. No sería la primera ni la última vez que le pasa. El estado del patio y la capa de polvo que cubría aquellos arcones y toneles parecía indicar que las actividades que se llevaban a cabo en su interior poco o nada tenían que ver con labores de almacenaje. Algo estaba fuera de lugar, pero no podían detenerse mucho tiempo. No les sobraba, precisamente.

- Nadie apostado en la puerta - comenta con cierta suspicacia - Eso nos facilita el trabajo, sin duda, pero me hace sospechar. Debemos estar atentos e ir con sumo cuidado. Cualquiera podría vernos a través de la mirilla que se encuentra en la puerta o a través de la ventana que se observa en aquel lado.

Se vuelve entonces hacia su congénere y la mediana.

- Darkomin, Oki ¿Creéis que podríais echar un vistazo sin ser vistos? - recordaba que el mancebo tenía un don para escabullirse con doncellas durante su juventud y la trovadora... bueno, digamos que estaba a la altura de las circunstancias - Si la puerta del almacén no está trancada ni asegurada con un cerrojo puede que sea esa nuestra mejor baza. Si tenemos que forzarla, sin embargo, no quisiera atraer la atención de quien sea que se encuentre al otro lado.

El joven noble se ajusta la armadura y asegura la cincha que sujeta su espadón. No sabía qué sorpresas les aguardarían en el interior del almacén, pero debían estar preparados.

- En caso de que la cosa se tuerza quiero deciros que contáis con mi brazo y mi espada - dirige una mirada al resto de aventureros - Aunque mis recuerdos me hayan sido arrebatados siento que no es la primera vez que luchamos juntos y tengo intención de volver a hacerlo llegado el caso.

Oki levantó una ceja con expresión dubitativa, ante la pregunta de André.

─Bueno, no es mi especialidad. A mí me gusta llamar la atención lo más posible. Cuando mides lo que yo mido, tienes que hacer un esfuerzo para que los "pies pesados" se de cuenta de que estás allí y sobre todo que no te pisen. ─se encogió de hombros─. Pero puedo hacer el intento. 

Se rascó la cabeza pensativa.

─También puedo "inspirar" al galán ─agregó mirando a Darkomin─, si él quiere intentarlo.

Crees recordar que ese es uno de los símbolos de la Red Negra, los Zhentarim. 

.

   Observo la ventana, las cajas apiladas y la altura de nuestro buen compadre Brogath y la anchura de sus hombros...

   - Con ayuda de Brogath, subidos a sus hombros (de uno en uno), llegamos a la altura de esa ventana, podría intentar abrirla y entrar dentro, claro que normalmente cuando alguna vez he visitado a alguna dama de esta guisa llevaba una escalera, pero esta vez habrá que improvisar. O si no, podemos ayudarnos de las cajas para improvisar esa escalera, con algo de sigilo. -  Les susurro en voz baja.

   Antes de entrar, preparamos unos trozos de tela, y si no, antes los conseguimos de algún lado (compramos una camisa que rasgar, una manta, unas cortinas horribles, lo que sea)

   Para embozarnos, y así lo comento.

   - Antes de entrar deberiamos ocultar nuestros rasgos, por si alguien nos ve y hay que salir, unos trozos de tela para embozarnos servirán, si se nos han olvidado, aplazemos unos minutos mientras los sacamos de algún lado. -

   Por si nos ve alguien.

.

─Como mago que soy puedo lanzar un truco que hace sonidos o imágenes simples, un cubo de metro y medio hasta a 10 metros de distancia. También tengo un hechizo de primer nivel que puede cambiarme la apariencia. Por desgracia, si no tengo qué imitar, no sirven de nada... ─expuso el arcanista del grupo encogiéndose finalmente de hombros.

Cómo no, un mago hablando de lo que podía hacer y los demás no, ya se sabe cómo son, tan arrogantes y creídos... Pero este en particular tenía unos dejes, una forma de actuar que le hacía menos arrogante, más cercano, más humano. Era como si un mago las hubiera pasado canutas y hubiera recibido una buena ración de humildad.

─Por otro lado, me pasé el aprendizaje tratando de moverme sigilosamente, mi maestro... no tenía buen carácter. Si alguien tiene que adelantarse, puedo ir con él ─se ofreció.

Cuando el resto terminó de decir cómo eran ágiles y podían colarse en sitios sin ser vistos, el bruto añadió—. Mi especialidad no es precisamente pasar desapercibido. Pero sí que puedo ayudaros a que entréis, por las buenas o por las malas. Después, puedo quedarme vigilando.

—Si hubiese algún problema mientras vigilo... ¡Pues peor para los problemas! —sentenció mientras golpeaba la palma de la mano con el puño—. Así que si entráis y hay ruido, es que hay gente con problemas. ¡Venga, entremos de una vez ahí!

Mientras Sihq, André, Brogtah y Amelia esperan vigilando dos a cada lado el callejón, atentos a ver si se acerca alguien, Raynard, Oki y Darkomin avanzan hacia el patio, con paso sigiloso y seguro. El último, embozado para que nadie le reconozca, lidera al grupo hasta la ventana que se encuentra en la pared norte del almacén. 

Sus pasos son cuidadosos y ni siquiera los que estáis cerca podéis oír como el trío se acerca hacia la ventana. Con cuidado, Raynard da unas cortas indicaciones señalando la ventana, mientras Darkomin asiente y saca sus herramientas: parece cerrada desde dentro, pero si mete una fina lamina de metal, puede levantar la clavija. No parece muy complicado, así que con sigilo absoluto, mueve la ventana para poder abrirla y deslizarla en absoluto silencio. 

Quizás para el resto no sea fácil oír nada, pero tu tienes un oído más que educado. Hay pasos dentro, como si hubiese gente rebuscando en el almacén. Te parece que como mínimo habrá tres personas, puede que más. También sabes que no os han oído ni han notado que se ha abierto la ventana: podéis tomarlos por sorpresa, si es lo que queréis.

.

   Una vez arriba nos introducimos con sigilo cuando algo capta mi atención. Con rápidos gestos y en absoluto silencio les pongo al corriente cuando me percato que no saben germanía y me detengo. Tan en sigilo hemos subido que ya pensaba que eramos todos... no importa.

   Alzo la mano y me pongo un dedo en los labios. Levanto tres dedos y señalo hacia al almacen asintiendo, luego levanto cuatro dedos, cinco dedos y me encojo de hombros. Luego me acerco con sigilo hacia ellos y les susurro en voz muy baja.

   - Pasos. Tres, tal vez más. No saben que estamos aún, podemos sorprenderlos. Recordar que puedo leer labios si queréis decirme algo sin palabras. -

   Luego me quedo en silencio, atento tanto a los pasos que he escuchado por si se acercan a nuestra posición, como a posibles ideas de mis compañeros antes de que prosigamos nuestra pequeña incursión.

.

─No hechizos grupo, demasiados. Abrir puerta demás ─susurró el mago escuetamente mientras gesticulaba de forma muy clara para acompañar aquellas palabras que si apenas escapaban de sus labios.

Estaban subequipados (Raynard, por ejemplo, no tenía ni una triste daga, ya ni hablar de una ballesta), no eran guerreros entrenados y no sabían con lo que se iban a encontrar. Bien podrían ser 3 ancianos tenderos, pero era poco probable. Seguramente habría problemas y cuando eso sucediera al arcanista le gustaría contar con los músculos del resto del grupo. Sólo ellos tres era poco probable que salieran bien parados del encuentro con 3 hombres armados.

Oki miró con una ceja levantada y gesto de confusión los gestos que les hacía Darkomin. Hasta que éste se explicó y les dijo que había percibido movimientos adelante y que era capaz de leerles los labios, si necesitaban decirle algo.

Oki movió los labios exageradamente sin emitir sonido. 

"Ahora que he estado agachada detrás de ti, he notado que tienes muy bonito trasero." 

Raynard dijo algo de no hechizos y abrir la puerta de más. ¿Abrir puerta de más? ¿Cómo abres una puerta de más? Ella lo miró y se encogió de hombros. 

—Yo nada para abrir —susurró.  

Aquella mediana loca le iba a volver ídem al cuadriculado mago...

─Yo sí ─susurró vocalizando mucho pero sin emitir apenas ruido.

Y acompañó sus palabras con mostrar un juego de ganzúas colocadas digamos que de manera profesional. Cómo un mago se había hecho con un juego de ganzúas seguro que tenía una historia interesante, pero, desde luego, ese no era el momento de contarla.

Desde el fondo del callejón André apenas puede ver lo que sus compañeros están haciendo. Las sombras que cubren la calle no le permiten distinguir más que unas vagas siluetas en la oscuridad. El silencio es absoluto y nadie parece ir y venir por aquel callejón perdido. El joven heredero se vuelve momentáneamente hacia la avanzadilla. Acaba de recordar dónde había visto aquel símbolo grabado en la puerta.

- No quisiera alarmaros, maese Sihq - musita a su compañero de vigilancia - Pero no son meros trabajadores del puerto con quienes estamos tratando. Estamos a punto de cruzar aceros con miembros de la red negra. Hemos ido a parar a un nido de Zhents.

André se vuelve entonces hacia el patio interior. Le preocupa lo que pueda pasar a sus compañeros de ser detectados y teme no estar lo suficientemente cerca. ¿Qué debería hacer?

Los seis, los que están cerca de la ventana y los que estáis fuera vigilando, os movéis. Primero Darkomin y Raynard avanzan hacia la puerta principal y la abren con las herramientas. Por los gestos de los que allí se encuentran, al abrirlas habrá alguien dentro. Enemigos o no, no lo sabéis pero podéis cogerlos por sorpresa, no parecen haberse dado cuenta de vuestra aproximación. Darkomin hace gesto de tres dedos, como indicando que como mínimo habrá tres enemigos dentro.

La puerta está abierta. Todos estáis listos para cargar dentro del almacén y enfrentaros a lo que quiera que encontréis...