Partida Rol por web

La hogaza con la que limpia el plato cae entre sus dedos. Su rostro es un poema. Una oda a la ingenuidad más bien. André no era ni mucho menos el miembro más espabilado de aquella compañía, pero las palabras de Amelia dejan en entredicho incluso su capacidad para sumar uno y uno. Quizá fuera él y no Adrianne quien se encontrase en paradero desconocido. Quizá fuera ella quien intentaba dar con él. Un sentimiento de culpa vino a anidar en su pecho y, con él, una punzada de dolor.

- Dirigid vuestros pasos hacia el Dragón Ensartado - añade André a las palabras de su compañero. El joven aristócrata se incorpora de golpe, arrastrando el taburete con él - nos encontraremos allí. Yo he de comprobar que lo que me ha sido arrebatado esté realmente perdido. Espero sinceramente que a mi vuelta hayamos podido despejar alguna de las muchas dudas que nos acechan.

André dirige la mirada hacia la barra y realiza una leve inclinación de cabeza cuando la suya se cruza con la del posadero. Ajustándose las cinchas de la coraza se despide de los presentes. Está decidido a buscar respuestas, aún si eso le impide contestar a otras preguntas. Sus pasos se dirigen hacia la puerta del Portal Bostezante y, con un suspiro, cruza el umbral para adentrarse en las bulliciosas calles de Aguasprofundas.

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   En sus raros tratos con semiorcos y similares, siempre a distancia prudencial, siempre le llamó la atención a Darkomin la capacidad proverbial de comer como si hubiera sido una semana la última vez y para romper todos los modales de la mesa simultáneamente, tarea no fácil precisamente. Aunque el tal Brogtah se comportaba decentemente en la mesa, para lo que era habitual, los cubiertos y platos seguían en la mesa y no rompió nada.

   - Así es, - dijo sin más.

   Escuchó Darkomin a Raynard y asintió dando su conformidad.

   - Voy con vos André,  vuestra pérdida es más importante, os acompañaré. -

   - Además, - una sonrisa surcó mi rostro. - Debo ir con vos para asegurarme de que no te quedas con todos los problemas... y la gloria. -

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Oki puso cara de asco, mirando comer a Amelia y Brogtah.

—Ahora sí me acuerdo algo de vosotros dos.

Cogió su plato, se trepó sobre la mesa y caminó sobre ella hasta el otro lado, sentándose junto a Amelia.

—Solía sentarme al lado vuestro, para no veros comer.

En eso André y Darkomin decidieron irse a buscar a la amada de André y Oki pareció alarmada.

—Esperad. Saeres, no me dejéis con estos que nos saben ni comer. ¿Vais a buscar a la amada de André en una gesta romántica? ¿Vais a ver a gente importante y rica? ¡Yo también quiero!

Terminó rápidamente lo que le quedaba de comida, vació su vaso de cerveza y se bajó de un salto de la mesa, siguiendo al dúo de nobles.

Se detuvo un momento y miró a Sihq.

—No hagas nada estúpido mientras yo no estoy.

Caminó unos pasos hacia la salida, volvió a detenerse y miró de nuevo al hombretón, por sobre el hombro.

—Espera a que yo vuelva para hacer las cosas estúpidas.

Luego corrió detrás de André y Darkomin.

André se sonríe ante el ofrecimiento de Darkomin. Y aún más ante el de Oki. Algo le decía que no sería la primera ni la última vez que la mediana haría algo así.

- Bienvenida sois si queréis uniros a nosotros, señorita Fingerskill. Aseguraos, eso sí, de guardar las formas. No tengo claro si soy o no bienvenido en su casa, y los Whitehall se enorgullecen de sus costumbres y buenas maneras.

Se vuelve entonces hacia su compañero. Darkomin era un caso particular. La ambición de aquel joven noble podría haberle llevado a los más altos círculos de la ciudad, más ahí se encontraba. Metido en aquel atolladero.

- Decidme, Darkomin - interpela al mancebo antes de abandonar la posada - ¿Habéis tenido suerte con el mensajero? ¿O debemos pagar una visita a la residencia de los Drummer tras nuestras pesquisas? No creo que se alegren de ver nuevamente mi cara, pero bien valdría la pena informarles sobre vuestra situación.

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   - Ah, el mensajero. Una encantadora dama distrajo mi atención por un momento y con el consiguiente jaleo provocado por otra dama, - señalé con un gesto a la semiorca, - no he podido hablar Bonnie la camarera, que es la dama que lleva los mensajes. -

   Sonreí y añadí, - como ves, amigo mío, las damas las causas de mis dichas y desdichas, pero algo me dice que acaberemos antes presentándonos en persona. -

   Luego añadí.

   - Partamos y alcanzaremos a los demás en el puerto antes de que les haya dado tiempo a tomarse la tercera pinta de cerveza. -

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Sihq hizo un gesto de inseguridad ante la proposición de André.

—¿Estáis seguros? ¿Os marcháis tantos? No es que ansíe volver a mancharme las manos de sangre, pero quizá las cosas se pongan feas allí. Puede que sea más conveniente aguardar a que terminéis con vuestros asuntos. ¿Cuánto os puede llevar? ¿Un rato? ¿Un día?