Partida Rol por web

Escena para reuniones y mensajes on-rol de vuestros personajes

La comitiva de enanos cruza la ciudad de Finsternis. Cien guardias cuyo vello facial se encuentra incandescente en sus extremos. Sus armaduras son gruesas y sus armas pesadas. Cethra encabeza la marcha hasta las puertas del palacio. Toda la guardia de Finsternis se encuentra activada frente al inusual evento y a la aparición de Damakos, de un palanquín desciende un enano con una gran corona de oro y una barba completa y absolutamente hecha de fuego.

Cethra se interpone a un lado entre Damakos y el enano para decir - Éste es el rey enano, quien ahora es nuestro vasallo. Aún no entiendo bien su idioma señor, pero viene dispuesto a mostrar su rostro y sus intenciones de defender este tratado con nosotros, a quienes ven como la más fuerte de las naciones de Wyrd

El Rey enano hinca una de sus rodillas entonces, entregando la corona de mano a mano a Damakos. En las manos del enano adquiere una peligrosa incandescencia y observa de soslayo y con cierta resignación como acepta vuestra soberanía a cambio de la supervivencia

La reaccion de Damakos no es de superioridad como suelen ser de aquellos con poder, es de sorpresa y de felicidad.

Despues de todo Cethra logro su primer objetivo, que era demostrar que no estaba en ese cargo por ser amigo de la infancia de damakos, si no que tenia bien merecido el puesto, de que forma si no mereciera el puesto lograria comunicarse tan rapidamente con Huss Ororrojo logrando convencerlo tan rapidamente, otra de las cosas que alegraban a Damakos, era el no tener que utilizar la fuerza bruta.

Rapidamente Damakos se voltea hacia Cethra, "Mi buen Cethra sera que me puedes hacer el favor de traducirle a nuestros invitados las palabras que estoy a punto de dedicarles, ya que por lo que puedo ver aun no nos entienden del todo".

"Queridos invitados, me complace tenerlos este dia en nuestra hermosa tierra, con gusto acepto vuestra corona, levantaos, aqui ninguno esta a mayor escala, ambos estamos en el mismo nivel, y aunque nos vean como una de las naciones mas poderosas de Wyrd, con vuestro apoyo ambos llegaremos a un mayor nivel, me gustaria que nuestras razas se unan, y espero que ambos podamos concordar y mantener una sana convivencia que perdure por varios siglos y que sea tan fuerte como esta obra maestra que es vuestra corona."

La luna estaba en lo más alto y era una noche sin brisa, una sola nube cruzaba el cielo de estrellas en Wyrd cuando en los aposentos de la reina Leonnette apareció una figura oscura. La reina se despertó al sentir el frío y distinguió la figura rápidamente entre las sombras. Su piel era blanca y carente de vida y sus ojos refulgían como el fuego

Me llamo Wulf VonZugg, y vengo a conocerr a la Señora de Eresand. Llévame de inmediato frente a ella

Leonette pensó en llamar a la guardia, pero lo desestimó por el momento, a sabiendas que montaban guardia frente a su puerta y tardarían menos de un segundo en aparecer en caso de necesitarles. Se levantó dignamente y se colocó su corona. Los ojos del vampiro refulgieron con mayor intensidad provocando un doloroso rictus en la reina que cayó como una rama seca sobre el suelo, recuperándose poco a poco de la horrible parálisis

De inmediato, mortal

La caída de la reina provocó que dos guardias entraran armas en ristre, para ver a su reina alzarse del suelo poco a poco

El primer instinto de Leonette fue plantarse y decir algo así como "estás ante la Señora de Eresand", pero cuando recibió el primer golpe, se le acabaron las ganas de defender a Nwala. ¿No había sido Nwala la que había prometido gloria eterna a Eresand? ¿Y qué habían conseguido? Muerte, miseria y horror.

Esas formas ni son necesarias ni son aceptables, señor VonZugg.

Leonette mantuvo una cortesía gélida. Se limitó a ponerse en pie haciendo un gesto a los guardias para que se detuvieran y condujo al extraño hacia el Lago donde Elric había aceptado el Pacto con la Dama. Mientras, cavilaba, ¿y si el vampiro asesinaba a la Dama? ¿Y si la convertía? ¿Y si creaban un nuevo Pacto de sombras que hiciera a Eresand resurgir?

La Reina ordenó a los guardias que aguardaran en las lindes del lago y pronunció las palabras secretas que sólo conocía el soberano de Eresand. Las palabras que convocaban a la Dama de los Fata.

En las Oscuras Profundidades, La Que No Nació espera, soñando.

Puso la mano en el agua y pronunció la última palabra en la lengua oculta de los Fata.

¡Soñando!

La superficie del Lago comenzó a agitarse como si la Reina hubiera tirado una piedra; olas de agua dulce y nenúfares comenzaron a golpear la orilla cada vez con mayor violencia. En el cielo, las nubes se abrieron y dieron paso a un rayo de luna que iluminó el lugar exacto por el que emergió Nwala, la Dama.

^{Perturbas mi Sueño, Muerto. Habla.}

— No tengas duda de que nuestra gente se opondrá siempre a las fuerzas de la Bree’Tumsa, lo que ustedes llaman Myra — aseguró con prontitud —  pues su influencia afecta también a lo que consideramos nuestro objetivo como sociedad, e incluso si no fuera así, solo por apoyar a una cultura tan interesante y bienintencionada como la de los hijos de Uth valdría la pena… — no falto de solemnidad, a pesar de su extraña condición, Monarhs enunció poco después.

— En cualquier caso, me resultan inquietantes esas leyendas sobre asentamientos de seres sin alma ¿es algún simbolismo o realmente existe algo así? — ahora dejándose llevar por la curiosidad y cierta preocupación preguntó — los Milzis valoramos mucho la base de las cosas, cada gramo y centímetro de su formación; solo pensar que existan por ahí seres vacíos que puedan moverse y actuar es… — por un momento guardó total silencio — terrible… —

-Bueno... de momento son historias que han quedado en el pasado. Nuestro conocimiento de estas leyendas se traslada de generación en generación gracias a los Árboles del Conocimiento, que registran todas nuestra historia. No obstante, y a pesar de que estas fuerzas oscuras hace mucho que no amenazan el mundo conocido por los eonios, no es bueno confiarse. Siempre están ahí, acechando, aguardando para saltar de sus guaridas envenenadas y atacar a las criaturas ingenuas que viven bajo el sol.

Cildur hizo una pausa reflexiva, para luego devolverle una mirada preocupada al gigante.

-Cierto es que recientemente nos hemos encontrado con unas criaturas malvadas, violentas y brutales. Lograron masacrar a varios buenos eonios, que perecieron defendiendose. La propia Guardia de los Caminentes les está buscando, son ágiles y silenciosos, y provienen del bosque más profundo. Solo espero que este sea un problema temporal, unas bestias contadas que deben ser erradicadas del mundo como tantas otras. Las alimañas no tienen lugar en la casa de nadie.

Tras esta reafirmación, Cildur respiró profundo, cerrando los ojos mientras encaraba los rayos del sol vespertino.

-¿Y tú, gran Kalnas'Monarhs, te has encontrado con criaturas nefastas?

Luego de escuchar atentamente al Eonio, el titán contestó:

— Sucedió durante una expedición de exploradores Milzis con motivo de obtener minerales y otros recursos; resulta que el capitán se encontró cara a cara con lo que parecen ser seres oscuros y deformes que reptan en la oscuridad, dentro de cuevas o pasajes bajo algunas de estas tierras; a pesar de que no llegamos a descubrir mayores detalles, sabemos que son peligrosos…e inteligentes — Kalnas’Monarhs  hizo el amago de suspirar.

— Allá en Zvaigzne nunca vimos algo similar, pero es obvio que si queremos perdurar en este mundo debemos tener muy en cuenta los peligros desconocidos que este ofrece: por eso me alegra haber contactado con los hijos de Uth, que por el contrario alimentan mis esperanzas de que aquí no todo es barbarie — reconoció — espero que puedan detener a la amenaza que acecha en el bosque… —

Al ver a la Reina Fata, el vampiro se da cuenta de su error, pues frente a sí tiene una criatura capaz de pulverizarlo solo con su deseo. Avanza un pie, y hace una gran reverencia - Señora y Reina de Eresand, por favor, disculpadme, pero temía que vuestra marioneta fuera un incordio para dirigirme a usted

Provengo de las islas, soy yo, quien ha liderado el ataque contra vuestros vasallos en la cosa oeste

Desde que llegáramos a este lugar, pensábamos que éramos los únicos. Hasta que vimos luces en la costa. Deseamos no os tomeis el ataque como algo personal, y que nos permitais seguir viviendo en las costas.- Hace una breve pausa para seguir en aquel tono de respetuoso vasallaje y temor- Si hay algo que podamos hacer para ganarnos vuestro favor, por favor decídmelo, pues reconocemos que sois fuertes y poderosos y no deseamos perecer en una guerra contra vuestros vasallos

 Kuriiri acude a la carrera, apurado como siempre tropezando con la alfombra y rodando por la cámara real, intenta recomponerse con poca dignidad para hacer una reverencia previa a su mensaje- El mercenario al que pagasteis para espiar Dol-Uthlane volvió, pero no entendí nada de lo que nos informó mi reina.

Zwei está convencido que se encuentra en la aldea de Cómola, pero no hemos podido dar con él.

^{Los muertos, muertos están.}

Incluso Leonette asintió con solemnidad ante aquellas palabras.

^{Pero los muertos no sueñan, ni sangran, Muerto. Sueño y sangre.}

La reina mortal de Eresand intervino:

Los Fata nos guardan y nos bendicen. ¿Estáis dispuesto a sellar un Pacto, señor vampiro? Eresand alimenta a sus protectores, y siempre está dispuesta a aceptar bendiciones de Sueño o de Sangre.

El vampiro se mostró temeroso ante la reina Fata, esperando a que desapareciera para dar unos pasos hacia atrás y mirar con hambre a la reina Leonette, disolviéndose en las nieblas de aquel cenagal, desaparecer y esfumarse en medio de una noche que se mantuvo especialmente fría hasta horas después del alba. Aquel gobernante del oeste se había alzado en el juego de gobernar Wyrd, y había que tenerle vigilado, o entretenido.

Luego de recibir y dar su correspondiente bienvenida al pueblo Bambali, que a diferencia de los humanos eran bien vistos por los Tinen al no haber luchado contra ellos, el Kalnas'Monarhs se movilizó para que Megara pudiese volver a disparar su Šviesą hacia una nueva locación, la oriental ciudad "sin nombre", allí Raudona tenía la consigna de reclamar un territorio como pocos para la la IV, pero mientras ello sucedía la regente tenía que poner su atención a otras cosas.

Una de ellas fue la "respuesta" del foráneo mercenario, que como no, dibujó clara mueca de molestia en la rubia cuando el lastimero Kuriiri se la comunicó.

— ¿¡Pero cómo rayos fue que no entendiste!? Está bien que no sea Taikuus pero su idioma tampoco es que sea la cima de la complejidad... — seria refunfuñó — habrá que seguirle el rastro entonces, no desperdicié recursos valiosos solo para que se ría en mi cara...avisa a Zwei. —

 Gran Sabio - Fenris acude al consejo de sabios acompañado de Aleena quien muestra una cara de horrible preocupación. Prácticamente todos los sabios se encuentran adormecidos, pero Cildur, el Gran Sabio es sacado de su corto letargo por el Capitán de exploradores - La batalla al norte de Merr'claw, hemos sido derrotados, todos nuestros generales se encuentran desaparecidos y los heridos no paran de llegar a Merr'claw, me temo que no tenemos medios para atenderles a todos.

 En una de las salas de Kalnas'Nervu aguardaban los más leales y fieles servidores de la Reina Megara IV, aquellos en quienes había depositado su confianza y quienes habían entrado por palacio como si fuera el suyo propio, quienes habían osado llamar a la reina en una reunión excepcional.*

 Rahua es la primera en hablar - Mi reina, el pueblo teme la guerra. La diplomacia ha tenido resultados inmejorables en Bambali y los Vanara y sus costumbres son estudiados con curiosidad. Debemos sentarnos a hablar con los reinos vecinos. Wyrd os necesita para ser gobernado, pero la guerra sin sentido ni dirección solo nos traerá desgracia.

 Raudona sonríe, confiada de sí misma - La ciudad de GurrukGhar ha repelido nuestro ataque una vez. No podrá una segunda. No con nuestro enorme ejército. Mi reina, esos vanara se encuentran armados y listos, pero no desean luchar mientras su líder SunWukong siga siendo un recuerdo de los tiempos en los que vivían en paz. Ellos asesinaron sin duda a Tairú, deben compensarnos sirviendo a vuestra majestad

 Zwei parece meditabundo en sus propios asuntos, y el muy descarado ha traído a su milzis a la reunión de Tinen, que permanece en un rincón de la sala pretendiendo estar agazapado aún con su enorme e intimidante estatura - Mi reina MegaraIV, tal vez podría sugeriros popularizar nuestro imperio, necesitamos un símbolo que nos represente. Un lema que haga que las razas que luchen por usted se sientan una sola**

Kuririi entra entonces a la carrera, afanado como siempre, con una bandeja con bebidas que salta por los aires cuando se tropieza con un hilo inexistente y se cae de bruces creando una pausa tensa y dramática en la difícil reunión que tiene lugar en Kalnas'Nervu, y dejando que en el silencio creado por las docenas de sirvientes y guardias cotillas resuenen las copas tintineando sobre el suelo

Garrfang se acerca hasta Grimgorr*, quien se encuentra atribulado por la precaria y difícil situación de su pueblo. Su llegada a Wyrd había estado llena de dudas, y se habían visto involucrados en una guerra precoz. Pese a que las innumerables victorias habían convertido la guerra en algo popular, el amor del pueblo podía ser igual de volátil

- Grimgorr, deberías dialogar - Su tono es afable, paciente, fraternal - Estoy convencido que romperemos la brecha en el sur, pero Wyrd es grande - Saca entonces el mapa que el viajero Grerrmel dejó en una posada del distrito gremial - Los imperios se expanden, y seguirán expandiéndose. Tal vez si hablamos con sus líderes consigamos conocer hacia donde se dirige su expansión y negociarla. De lo contrario tendremos que aguantar una guerra con demasiados frentes.

Garrfang deja el mapa en manos de Grimgorr - Consideradlo

Observa a uno de los guardias del salón - Necesitaremos un escudo de armas, una imagen y un lema con la que el pueblo nos identifique y que nos de algo que enseñar al resto de líderes. Pensadlo.**

Un profundo suspiro se esparció por las inmediaciones del Nervu, específicamente allí donde una reducida pero intensa comitiva de pequeños seres se reunía. El suspiro llegó de parte de la monarca, “niña” de blondos caireles que con el fino entrecejo fruncido observaba al resto, ¿pero cómo era que nadie lo notificó antes de la junta? Sin duda Kuriiri tendría que ser reprendido luego, pero en el presente había asuntos más importantes que debían ser tratados…

— Incluso si la guerra provoca miedo entre los Tinen, Rauha, debemos tener en cuenta que los Vanara aceptaron unirse a nuestro esfuerzo no solo por tu elocuencia sin par, sino debido a que son seres racionales y de gran sabiduría, ¿qué nos garantiza que estamos rodeados de diplomáticos y no de bestias hambrientas? — primeramente respondió a la embajadora, la portadora de “la voz”.  

— Bestias como las que masacraron a todo el primer batallón de la Raudonoji’Armija, ni más ni menos, o como las que emboscaron a los dorados en Cómola… — sin embargo la atención de “Mega” pronto cambió a Raudona, dedicándole serio gesto pues todavía le hacía escozor la derrota de la pelirroja en GurrukGhar — Por lo que apoyo más la propuesta de Raudona — aclaró — sin embargo debo señalar que si los Vanara han estado reacios en luchar no es ni por asomo “culpa” de su líder, ahora noble miembro honorario de Kalnas, sino porque los guerreros de Bambali, al ser naturalmente gigantes y no poseer compatibilidad con nuestros Milzis (o derechos para conocer sus secretos), deben buscar por sí mismos su propio poder; el grueso de la población de Vanara, pues, se ha retirado de nueva cuenta a su aldea natal pero no porque se hayan desligado de nuestra sociedad, sino porque con tal de volverse un ejército usable primero deben pasar por ascéticos períodos de meditación… — explicó.

El último en llamar la atención de la reina con sus palabras fue Zwei, el espía, quien no menos imprudente que otras veces fue sin embargo capaz de provocar una sonrisa sincera en la hasta entonces seria “Mega” — Parece que aunque no hablen demasiado con el tiempo vas aprendiendo de Ismintis ¿verdad? — cual puya lanzó aquel comentario al piloto del Skugga — pues él ya lleva un tiempo confeccionando una bandera que representará al naciente imperio de Kalnas en este mundo, y que si logramos nuestro objetivo aquí izaremos hasta más allá de las estrellas, cuando la vean, entenderán porqué confié en él para esa tarea… — orgullosa de sí misma manifestó, para nada modesta; —  el lema será a su vez traído por Këstutis que puede ser muy elocuente cuando quiere ¿por qué creen que no están aquí hoy, conspirando? — “bromeó”, pero entonces la intromisión de Kuriiri le mereció al lastimero mensajero ser fulminado por la mirada zafírea de la majestad Tinen casi en la misma medida que causó un “silencio” incómodo.

— La guerra es inminente — retomó Megara luego de unos instantes, ignorando lo que acababa de pasar — ya sea que decidamos participar en ella o no, y según lo que cuentan del incidente con “cierto viajero indiscreto” dudo que los Eonios mantengan su palabra de alianza una vez las cosas se pongan difíciles, no… — la rubia se quedó pensativa por un momento — más bien, no debemos depender de ellos, no de quienes creen tener un deber sagrado — pero pronto su mirada solo reflejaba resolución tan limpia como el eco de sus pasos en el Nervu — si queremos “subir al cielo” primero debemos construir una rampa sólida aquí, en este lugar caótico, y solo cuando logremos alinear los planetas con nuestra propia fuerza el camino de vuelta a Zvaigzne será revelado; tú, portadora del “terrible” — miró a Raudona — queda en ti y en tus tropas adiestrar a los esclavos humanos para que al igual que los Vanara se sumen al esfuerzo bélico, pues otro fracaso como el que sufrimos en el frente oriental no será tolerado ni aunque te respalden décadas de éxito, lo aseguro en nombre de Megara la cuarta, monarca de Kalnas — sentenció — mientras que ustedes, “voz” y “sombra”, deberán seguir usando más y mejor su labia y mañas en un futuro próximo, a fin de conseguir aliados que puedan resultar valiosos…o descubrir los puntos débiles de los que no — miró a Rauha y a Zwei, respectivamente.

— No olviden que no solo mi honor, sino el de todos los que viajaron como parte de la comitiva fue puesto en entredicho, y como tal la venganza no es un capricho ni un deseo ciego, es algo que ha quedado grabado con Bree’Gaisma en nuestras vidas; si nos achicamos ahora, significará que los de la madre patria tenían razón…y prefiero desencadenar un exterminio antes de dejar que eso pase — tan irracional como podría sonar, “Mega” sin embargo estaba abogando de forma explícita por la supervivencia no solo propia sino de su raza en Wyrd, algo extremista, si se quiere, pero nada que alguien responsable de toda una comunidad no llegaría a pensar en tiempos de crisis…

Para respaldar su polémico discurso, como por “arte de magia” de pronto aparecieron tras ella un par de cegadores luces cuya pertenencia residía en una efigie que sin esfuerzo alguno empequeñecía al Skugga, imponente silueta de piel pétrea, que a pesar de no poseer vida propia incluso en su estado de postración respondía al capricho de la reina gracias su peculiar vínculo.

No por nada el Kalnas’Monarhs era sinónimo del único reinado Tinen fuera de Zvaigzne…

El enorme felino observaba pensativo la interminable alfombra verde que se extendía en todas direcciones. El "Bosque de los Susurros", como lo habían denominado a su llegada, alcanzaba tan lejos como llegaba la vista. Y solo los días más despejados podía adivinarse su frontera Sur, delimitada por unas suaves colinas cubiertas de nieve. Algunos de aquellos árboles eran enormes, y se necesitaba de una buena escalada para llegar a las ramas más altas. Sin embargo, parecían meros arbustos ante la imponente majestuosidad de Gurruk Garr.

"Roble Alto" habían llamado en su lengua los g´narrl al enorme árbol que crecía en medio de la fronda. Aunque bastaba un simple vistazo para confirmar que aquello no era precisamente un roble. Al menos, de la variedad que los extranjeros habían conocido en sus tierras natales.

En rigor de verdad, tan tremenda estructura no se parecía a nada de lo que hubieran visto jamás... en ningún lado.

De todos modos, GRIMGORR lo había dejado estar. Pues el nombre parecía haber quedado arraigado en su gente. Y a pesar de su juventud, el inexperto jefe de los g´narrl había comprendido de inmediato la necesidad que tenía aquel triste despojo de refugiados de aferrarse a algo familiar en aquellas tierras extrañas.

Así, desde el primer día en que lo habían divisado, su colosal estructura había servido para cobijar las dependencias más importantes de la nación. Allí estaban la Sala de los Ancestros, la armería, la Cámara de las Historias, y varias de las habitaciones donde se decía el destino de la nación. Incluido, por supuesto, el rudimentario Salón del Trono que oficiaba de improvisado centro administrativo, donde se discutía absolutamente todo, desde la disposición de las tropas, hasta la conveniencia de cosechar alguna cosa u otra.

En general, Grimgorr pasaba casi todo su tiempo en el Salón, construido a mediana altura en una de las paredes del colosal tronco. Estaba lo bastante alto para tener una buena vista de las inmediaciones, y dirigir una defensa del lugar, de ser necesario. Pero también lo suficientemente cercana al suelo como para resultar accesible para casi todos. Los g´narrl eran ahora un pueblo pequeño, reducido casi a su mínima expresión. Y sus líderes no concebían siquiera la posibilidad de cumplir sus funciones alejados del contacto de los suyos.

Sin embargo, en aquella noche clara, el taciturno guerrero había abandonado sus aposentos para recorrer la zona más alta del gran roble. Donde las ramas se abrían para conformar una especie de gran recinto abovedado, de enormes proporciones, que casi parecía un gigantesco patio central... pero ubicado a más de un centenar de varas de altura.

Allí los vigías escrutaban sin descanso hasta los últimos rincones del bosque. Y aunque solían celebrarse también las asambleas y las fiestas populares de la nación, ello no ocurría muy a menudo. De modo que, normalmente, era un lugar tranquilo y solitario. Recientemente un grupo de chamanes habían trabado contacto con un gran poder en aquel lugar. Quizás el propio espíritu del roble. Y se habían instalado allí para profundizar sus estudios. Pero aquello no había modificado demasiado la silenciosa calma del lugar.

Precisamente por eso, era quizás uno de los lugares preferidos de Grimgorr. Pues le permitía escuchar sus propios pensamientos... y también los de aquellos que respetaba.

- Por supuesto que lo he pensado. - respondió por fin a las palabras de su viejo consejero - Todo este tiempo en que nos mantuvimos recluidos del mundo que hay más allá de este bosque.

- Y hubiera preferido que todo continuara así. Pero ya no tiene sentido...

- El caso es que... ¿crees que podemos confiar en otros? ¿En nuestros vecinos? ¿Que nos atacaron antes siquiera de presentarse? No estoy seguro...

- Incluso si llegáramos a un acuerdo. Y establecemos una paz con alguno de ellos. ¿Podríamos acaso darles la espalda? ¿Bajar la guardia?

- No lo se... De todas formas, si llegáramos a recibir algún enviado, házmelo saber. No soy un necio, después de todo. Y quizás nuestros amables vecinos tengan algo interesante para decir.

Mm'lhmth espera a Tenoxolotl a las afueras del gran templo. El resto de sacerdotes opina que sería un enorme sacrilegio que un pagano entrara. Mm'lhmth sacude su corona cubriendo a Tenoxolotl con aquellas incómodas pero extraordinarias esporas que permitían escuchar los pensamientos del micónido.

Estamos muy felices de nuestros hogares en Ichtlalal, y que permitas que nuestros adoradores sigan entorno a la gran Mmm'mm

Tenoxolotl, vuestro imperio se alarga hacia el este donde parece que los mayores imperios pelean por la escasa tierra que tienen

¿Es prudente seguir hacia el este sin dialogar?

Se señala entonces la corona y su dedo se cubre de esporas - Nuestras esporas, crean imágenes y palabras en vuestra mente Tenoxolotl. Necesitas una imagen que crear. Un escudo de armas o estandarte que represente a tu imperio y anuncie tu llegada. Un símbolo y un lema que agrupe los ejércitos de diferentes razas que ahora lideran vuestros capitanes.

Tenoxonotl se entregó a los efectos alucinógenos de las esporas, y en su trance, salió a recorrer la ciudad.

Guiado por su intuición en aquel mundo distorsionado, se adentró en partes aún deshabitadas de Itchlalal y revolvió ruinas aún no exploradas. Cuando volvió, traía una loza de piedra de forma hexagonal de unos 40cm por lado y un tapiz viejo y ajado, castigado por el tiempo, con colores lavados pero aún reconocibles. Esas serían sus insignias y sus banderas

Desde el Oeste una criatura de aspecto reptiliano llega a tus tierras, trayendo un regalo y un mensaje.

Una vasija de bronce y oro sellada revela en su interior un líquido espeso y negruzco, que lanza un fuerte aroma alcohólico.

Un sobre de papel viejo revela una carta con las siguientes palabras.

Nuestras fronteras están prontas a chocar, pero no ansiamos guerra. JH y CI están bajo nuestro control. Desconocemos la situación de CN.

De ser necesario, permitiremos traslados a través de nuestras fronteras, pero toda invasión no autorizada será una ofensa y los trasgresores alimentarán a la Gran Serpiente Emplumada.

Que el Ojo de La Serpiente vigile por la salud de sus tierras.

—Tenoxonotl, Sumo Sacerdote de la Serpiente Emplumada.