Partida Rol por web

Howard barajó un momento la posibilidad de disparle al caballo con la ballesta... pero tendría que cargarla.

Así que salió corriendo.

Se consideraba a si mismo una persona rápida y se le daba bien correr por el desierto, en una ciudad asfaltada no podría resultar muy complicado.

Ethan acababa de salir corriendo también, quizá hubiese sido mejor dejarle las cosas a él pero para cuando penso eso Howard ya estaba en carrera.

 Corro a toda velocidad tras la carreta junto a mis compañeros.

Alan salió corriendo junto con sus compañeros.

Tenía un plan. Sería complicado, pero podría funcionar...

Se concentró un momento, y...

El muchacho siguió con la mirada al conductor de la carreta.

Quizá no le alcanzarían corriendo, pero intentaría distraerle.

Dejó de seguir las psiques de aquellas dos personas. Al fin y al cabo, les veía, y si salían de su rango de escaneo, no podría hacer nada.

En su lugar, decidió alterar los sentidos de aquel hombre.

En el camino del conductor, se cruzaron cuatro caballos, salidos de no se sabe donde, que le cortaban el camino de manera directa y le impedían maniobrar.

Los caballos se asustaron, e intentaron recular, sin embargo, les fue imposible hacerlo a tiempo.

Ambos hombres van escapando en la carreta sin problemas, nuestros valerosos heroes corren detrás de ellos pero no son rivales para poder seguir el paso del caballo. La victoria de aquellos malhechores era cantada, hasta que sucede algo inesperado.
Misteriosamente el conductor parece perder el control del carruaje, empieza a mover las riendas haciendo maniobra extremas sin sentido alguno en medio de la calle, como si estuviera tratando de evadir algo. El carro el cual no esta tan preparado para un viaje tan movido se mueve peligrosamente de un lado a otro hasta que una de las ruedas se sale de lugar y el carro cae inclinado al suelo.

El cuerpo de ambas chicas caen al suelo por el golpe aunque por suerte no parece ser un golpe muy fuerte y solo ruedan por el suelo aun inconciente. Por otro lado los otros dos hombres logran saltar del carro antes de que este se caiga y empiezan a discutir entre ellos con confucion y furia.
Desesperados al ver como se acercan, ambos parecen ponerse de acuerdo y uno de ellos se pone frente a ustedes esperando hasta que llegen mientras el otro agarra a una de las hermanas caidas, la alza al hombro y se dirige apresuradamente hacia el caballo

Ethan había estado acumulando su Ki interior mientras corria. Estaba verdaderamente enfadado con esos tipos. No porque les hubieran atacado, sino por la forma vil y rastrera de hacerlo. Y sobretodo por llevarse a unas chicas inocentes.
Por suerte a la carreta le pasó algo y se volcó. Pero los bandidos eran rápidos y uno de ellos había cogido a una de las chicas y tenía intención de subir al caballo mientras el otro los entretenía.

Pero no contaban con Ethan.
A la distancia de 10 metros del bandido, el joven descargó todo el ki que había acumulado. La imagen de un dragón envuelto en llamas surgió de su brazo extendido ientras se escuchaba un rugido.

 Continuo mi loca carrera, y mientras mi amigo se encarga de quien intenta huir con la joven yo continuo la carrera para derribar al otro sujeto.

Alan sonrió para sus adentros al ver que la carreta volcaba. Su plan había salido a pedir de boca, ahora, lo único que tenían que hacer era capturar a los dos bandidos.

Sin embargo, ocurrió algo que le desconcentró por completo.

Aquel chico, Ethan, acababa de hacer algo que Alan no había visto en la vida. Aquello era muy diferente a sus poderes, y parecía mucho mas peligroso.

Profirió un grito ahogado y saltó hacia un lado, observando en todo momento a su compañero. Inconscientemente, bajó su ritmo de carrera, por la impresión que le había producido aquel dragón.

No podía ser...el chico no había visto nunca nada parecido, obviando sus propias habilidades. Eso le desconcertó mas de lo que se podría haber permitido, y dejó de fijarse en los bandidos, hipnotizado por la danza macabra de aquel ser, al cual observaba con una mezcla de temor y fascinación.

Aquellos hombres eran peligrosos...muy peligrosos...

Un dedo helado recorrió la columna vertebral de Alan.

¿Y si se dedicaran a cazar a gente con "Habilidades especiales"? Eso supondría que su vida se encontraba en peligro, en grave peligro.

¿Que debía hacer ahora el muchacho? ¿Continuar como si nada? ¿O pensar en algo para librarse de ellos?

Continuó corriendo, aunque su cabeza trabajaba sin descanso, buscando un plan con el que poder salir vivo de aquella.

Oh Dios mio, ayudanos.

Howard no podia decir que aquel ser de fuego le sorprendiera pero en algun modo le seguia inquietando verlo. ¿De verdad todo el mundo era capaz de una cosa así? Puede que el lo creyese pero seguramente la gente de alli no. Y lo que era peor, el era Kushistaní y temia por la imagen de su pueblo. Aunque fuera catolico no creía que fueran a parar a preguntarle.

Howard paro de correr, aturdido. Nyphel seguia corriendo, no debia haberlo visto. Aunque era un tipo misterioso, excepto quiza para Ethan, asi que bien podria haberle dado igual.

Miro alrededor, incomodo, esperando que con el vuelvo de la carreta aquello hubiera pasado desapercibido.

Alan le adelantó.

Sin duda Alan se habia dado cuenta y ahora observaba con a Ethan a cierta distancia.

Todos sus compañeros eran veloces y el ya se habia quedado atras al detenerse asi que decidio por cubrirle las espaldas a Nyphel. Necesitaria ayuda para explicar lo que acababa de ocurrir.

Sacó la ballesta y cargó una saeta.

El dragón de Ethan avanza hacia su objetivo serpenteando en el aire y abriendo su boca al final como si intentara engullir a el maleante en el momento de impactar.
El sujeto parece ser sorprendido por semejante ataque y el dragón de fuego estalla justo delante de el dejando una leve nube de humo y hollín… un impacto directo

Mientras tanto, el otro maleante pone a una de las hermanas sobre el caballo y sube rápidamente sin mirar atrás en ningun momento, pero Nyphel no se detuvo en ningun momento y ahora esta cerca de el, y tiene una oportunidad de detenerlo. Una sonrisa se dibuja en el rostro del novel al ver como su oportunidad de brillar se hace presente, pero el hombre que habia sido golpeado por el dragón sale de la nube de humo y polvo y se pone justo delante de la carrera de Nyphel, cortanto asi su heroica carrera, pero esta vez con dos tonfas en sus manos y en posición de combate

¡Sal de aquí de una vez!

Cuando escuchan la peculiar voz del bandido se dan cuenta de su femenina figura, la cual nunca habia prestado atención con tanto alboroto.
El otro hombre al ver que se encuentra seguro por su compañera le da un golpe al caballo para emprender su huida

Ethan se sorprendió cuando vio aparecer al bandidoque creía haber derribado. Habría sonreido ante la idea si no estuviese tan preocupado por la situación de las chicas.
En cambio no le extrañó ni le pareció raro que en realidad fuese una mujer. Despues de todo uno de sus maestros, Lince Veloz, era capaz de enfrentarse sin titubear a un grupo de guardias bien entrenados.
Lamentablemente para el caso de las chicas, no había muchas cosas que pudieran hacer.

Nyphel, yo me encargo de esta, tú sigue y rescata a la chica. En cuanto acabe aquí te seguiré, si es que no la has rescatado antes claro.

El joven se interpuso entre Nyphel y la ladrona para que esta no pudiera atacarle sin tener que pasar por encima de él.

 Es el caballero quien rescata a la dama, no el escudero- murmuro a Ethan al pasar a su lado, cargando contra el caballo.

NO hay tiempo que perder, el jinete esta solo a un espoleo de su montura para escapar a sabe dios donde, acelero la marcha y estiro mi cuerpo al saltar para sujetarme de sus ropas y su cuerpo para derribarle.

No podia dejar que se salieran con la suya, hubiera preferido disparar al caballo pero ahora era demasiado peligroso ya que la gemela iba montada. Bueno solo se trataria de un disparo algo más dificil. Esperaba lograrlo.

 Ladeo un poco el torso y levanto la ballesta a la altura de sus ojos, cerró uno de ellos y apunto a la espalda del bandido que huía. Y disparó.

La saeta salió zumbando de la ballesta.

Frio. Sólo sentía eso. ¿Cuanto tiempo llevaba sin comer? No lo recordaba, no podía recordarlo.

Tenía los miembros entumecidos, cerca de la congelación total. Pronto quedarían inutilizados, pero eso poco le importaba.

Frio. ¿Algo se movía fuera? ¿O solo era una alucinación de su mente, demasiado cansada como para procesar bien la información? Todo se había torcido. Nada era como antes. Aunque daba igual, pronto acabaría su sufrimiento.

Crujió una rama, y algo se abalanzó sobre él. Algo peludo y enorme. Se asustó, intentó apartarse, pero sus extremidades se negaron a moverse. Gritó. Un grito que resumía toda la angustia, todo el sufrimiento, todo el dolor. Y entonces, ocurrió.

Alan se tropezó y se tambaleó, aunque a duras penas, consiguió recobrar el equilibrio. Notaba una fuerte presión en el pecho. Aquellos recuerdos...

Se reprochó a sí mismo que, en una ocasión como aquella, le viniesen a la cabeza esos sucesos. La vida de dos personas corría peligro, y no podían permitirse ni un sólo fallo.

El chico necesitaba parar la carrera del bandido, pero, ¿Cómo? Sus compañeros ya le estaban atacando, pero él no dejaba de correr. Tendría que hacer algo, aunque la carrera le estaba agotando físicamente. Debían darse prisa.

Entrecerró los ojos y se concentró, como tantas otras veces.

El chico pretendía atacar al bandido, pero no podía ponerse en evidencia. ¿Cómo hacerlo entonces?

Una bombillita hizo clic en su cabeza. Sus ilusiones servían para algo mas que para distraer.

Recordó como, en una ocasión, cazó un pequeño oso sólo con el poder de su mente. Le sorprendió no encontrar heridas físicas en su pelaje, cuando el había visto (O creía haber visto, pues no controlaba del todo sus habilidades) cómo una flecha se hundía dentro de él. Mas tarde descubrió, mas confuso que impresionado, que aquel oso no estaba muerto, sino inconsciente. Después llegó la tarea mas desagradable.

Si, eso haría.

Se concentró un momento, entrecerrando los ojos, y situó un ficticio arquero en la fachada de un edificio elegido al azar, aunque asegurándose de que el bandido que llevaba a la gemela a cuestas no lo viese. Le hizo atacar, deseando con todas sus fuerzas que aquello, o bien frenase su carrera, o por lo menos le retrasase considerablemente.

Cuando el caballo empieza a dar carrera se escucha como la ballesta de Howard deja liberar el mortifero proyectil el cual vuela como un ave en busca de su presa. Para la suerte del bandido el pequeño avance que dio le sirvio lo suficiente para salvarle la vida, pero no del dolor, ya que el virote termina clavandose de lado a lado en su pantorrilla. Aun asi este ignora el dolor y todo lo demas para seguir escapando del lugar cabalgando en linea recta a toda velocidad.
Antes de que este pueda alejarse, Nyphel acelera el paso para intentar agarrar al jinete que se escapa mientras Ethan tenia custodiada a la misteriosa mujer para que no haga nada raro