Partida Rol por web

¿Dos pasajeros más? Parece que en este negocio van a haber más partes implicadas... no me gusta.

Cuando llega el nuevo pasajero, me aparto a un segundo termino y observo al recién llegado mientras habla con el piloto, fijándome en sus elegantes ropas y modales. Estoy acostumbrado a analizar a la gente antes de entablar cualquier relación.

Caleb sonrió a Gustave con esa sonrisa tan suya que significaba "Que te den, capullo" para decirle a Vanessa con un tono de voz afectado y pedante parecido al de Gustave

"Oh si, querida, por favor, háblenos de su obra, pero por favor, no sea demasiado dura con la mía o se me podría avinagrar mucho más la cara... se lo ruego, téngame piedad"

Caleb la había calado, aquella pelirroja no era una santita y en cuanto bajaran del helicóptero le iba a tener que enseñar la dimensión de "su obra" a aquella gatita que estaba pidiendo marcha.

El piloto sonrió y con ambos brazos extendidos le indicó que la palanca era suya "Tiene que ser muy suave y mover la palanca cuando yo le diga. Preparada?. Muy bien, ahora le vamos a coger un poco el tacto, cuando yo le diga mueva la palanca hacia la izquierda, más o menos hasta la mitad, cuente 3 y déjela en el centro, después lo mismo hacia la derecha, cuente 3 y al centro"

La embarazada cogió el mando con la ilusión de una chiquilla y obedeció, provocando que el helicóptero oscilara hacia ambos lados.

"Y ahora daremos una vuelta en redondo. Gire a la izquierda con la palanca hasta la mitad durante 10 segundos. Ahora!"

La mujer movió la palanca y el helicóptero giró trazando un hermoso giro que la mujer recibió con gran excitación.

"Y ahora si no le importa pilotaré yo" dijo guiñándole un ojo "sino es capaz de quitarme el empleo".

El comandante pulsó unos cuantos botones de la parte de la izquierda del cuadro de mandos mientras retomaba el control. Poner el piloto automático y dejar a los pasajeros pensar que pilotaban un helicóptero era una de las mejores maneras para alegrar el día a alguno de ellos, y bien sabía Dios que esa mujer necesitaba alguna alegría después del día que le estaban dando ese para de matones.

Gustave no perdió la sonrisa cuando empezó a contestar.

Huraño, Irritable, Arisco, Agriado, Malhumorado, Gruñón, Desabrido, Amargado, Áspero, Cascarrabias, Insociable, Intratable...

Después de un breve espacio donde recibió la mirada del bóvido aclaró.

Repites constantemente avinagrado, así que considéralo una ayuda para expandir tu vocabulario y que no tengas que esforzarte tanto también para hablar con adultos.

Caleb miró hacia un lado y otro buscando algo, o alguien pero sin encontrarlo aparentemente

"Adulto?, Yo no veo aquí más que dos adultos y una momia. Ya sabe viejo, anciano, emérito, vejestorio, matusalén, pretérito, vetusto, fósil, dinosaurio, carcamal, antediluviano..... Se los regalo, por si los tiene que utilizar en sus próximas aventuras del capitán cara acelga" dijo guiñando un ojo burlón. Detrás de una barra te enfrentas a todo tipo de clientes, así que si quieres sobrevivir tienes que ser rápido de mente y ese tipo que olía a baron dandy y a naftalina no iba a ser el primero en amedrentarle.

Carl le miró, intentando ver detrás de la fachada de esa persona pero sin poder ver más allá. Eso era muy extraño, Carl estaba acostumbrado a leer en las personas como si fueran libros pero ese tipo, en caso de ser un libro, estaba escrito en un idioma perdido hacía demasiado tiempo. Si quería saber algo más de él tendría que hacer algo que detestaba, hablar con otra persona.

Gustave ríe y suaviza el tono.

No se preocupe, señor Jenkins, ya me ha dado mucho material para el próximo ejemplar del capitán cara acelga. "Cara acelga contra el bóvido esforzado".

A diferencia de los anteriores comentarios, en este se nota un tono de broma más que de burla.

Acercandome al helicoptero veo a otro hombre allí al cual tan solo le hecho una mirada - La futura defunción más proxima - Para luego atender al tipo del helicoptero - Clement Relish, para más señas. Encantado de estar aquí... supongo. Esto es de Dark ¿No? - Dije mirando el helicoptero apenas sin asombro. - ¿Donde puedo dejar esto? - señalo con la cabeza mi maleta

Miró con sorpresa a Caleb,preguntándose por qué ahora la atacaba a ella.Frunció el ceño deseando cada vez más un cigarrillo pero decidió mantenerse en silencio mientras los dos hombres se la medían

El piloto extendió la mano pidiendo un segundo mientras recibía una llamada telefónicaen su auricular inhalámbrico conectado por blueetooth.

"Smith. Sí. Sí. No viene? pero.... el señor Dark dijo.... órdenes suyas?, de acuerdo, el es el jefe. Salimos enseguida. Sí. En 2 horas y 20 minutos estamos allí"

Tras colgar el teléfono el piloto les sonrió mientras les decía

"No se preocupen por las maletas yo me encargo de ubicarlas en el compartimento de cola" dijo mirando su reloj "Si no tienen inconveniente debemos ponernos en marcha ya. Tengo ordenes del señor Dark de partir a la mayor brevedad para que lleguen antes de la hora de comer. Es un viaje largo y tendrán tiempo de sobra de conocerse por el camino y ponerse al día. Están listos para salir?"

Esperé a que el tipo terminara de hablar por telefono y al final solo ibamos a ser dos en el helicoptero - 2 horas... bueno supongo que podremos conocernos un poco mejor. Como ha dicho el piloto, soy Clement Relish, psicologo, encantado de conocrle... ¿Por qué le he llamado a usted el señor Dark? - Ya que teniamos que hacer tiempo...

Tras ello pregunté al piloto con un gesto - ¿Entoces podemos subir ya? Cuanto antes lleguemos mejor.

Subió el último al helicóptero para dejar paso, sobre todo, a Felicity, modales que le habían inculcado desde pequeño de caballerosidad y que ahora seguía a rajatabla sin darse apenas cuenta con una media sonrisa, dándole paso también a Hallard. Se subió de un ligero salto, sujetándose a los salientes y contemplando el interior, igual de sofisticado que la limusina que le había traído, incluso preguntándose si aquí también tendría una de esas cafeteras de no sé cuántas cápsulas.

Se sentó en uno de los asientos pegados a los cristales, abrochándose el cinturón y ajustándolo, como si creyera que el “clic” que emitía les salvaría de una caída y explosión a modo escudo invencible, para después colocarse los cascos, comprobando primero cuál era el derecho y cuál el izquierdo para colocárselos bien, una manía que tenía.

Con las manos en el regazo incapaz de dejarlas quietas por los nervios, levemente notando un sudor frío al sentir que el motor rugía sobre ellos, jugueteó con el sobrante del cinturón y se cruzó de piernas para luego descruzarlas y volver a cruzarlas.

- Lo siento, mi primer vuelo.- Carraspeó la garganta mientras se erguía sobre su asiento para concentrarse en el turismo, observando la estatua de la libertad desde un plano que nunca había visto.- ¿Cuánto tiempo estaremos? En la isla, digo.- Lanzó la pregunta al aire sin mirar a nadie en especial, ya que no sabría quién podría responderle.

-¿No se lo dijo el señor Dark en el mensaje? -inquirió Hallard, observando a Bullocks con una ceja alzada-. Estaremos en la isla por tres días, al parecer. O, al menos, eso es lo que me dijo a mí el señor Dark.

Mientras observaba la Estatua de la Libertad, el británico se sintió intrigado sobre quién sería su compañero. Tenía sentido que una periodista con la trayectoria de Felicity Kramer hubiera recibido aquella invitación pero, ¿quién era el joven caballero que les acompañaba?

-¿A qué se dedica usted, señor Bullocks? -preguntó John, escrutando al joven con la mirada.

Al igual que con la limusina, no era la primera vez que subía en un helicóptero aunque tenía que reconocer que ninguno había sido tan lujoso como en el que estaban ahora, simplemente habían sido el típico helicóptero que usaban las cadenas de televisión. Y aún así, a pesar de estar acostumbrada, Felicity estaba nerviosa, quizás no fuera exactamente por el vuelo sino más bien por saber qué le esperaría una vez aterrizaran en la isla.

Se sentó al lado de la ventanilla para así poder abstraerse durante el viaje con el más que monótono y previsible paisaje del agua. Tenía que meditar en todo lo que estaba sucediendo y en el porqué el señor Dark había invitado a gente tan variada a su isla. ¿Habría aún más gente invitada?

Sabía ya los motivos que había motivado al señor Hallard a aceptar la invitación y, por supuesto, conocía los suyos propios, pero no tenía ni idea de lo que le habría ofrecido su anfitrión al amable joven que la había reconocido. Pero fue precisamente la pregunta que llegó por boca del señor Hallard a sus oídos a través de los auriculares, lo que hizo que prestara atención a sus acompañantes.

—Sí señor Bullocks, cuéntenos qué le ha ofrecido a usted el señor Dark. Y tranquilo, le puedo asegurar que viajar en helicóptero es bastante seguro —esas palabras ni siquiera ella se las creía pero se había fijado en la forma en que el joven se retorcía las manos que no pudo evitar tranquilizarle.
 

- Buenos días, señor Relish. Soy el señor Vincent. - le contesto mientras subo al helicóptero e intento acomodar mi enorme trasero en los estrechos asientos. 

- Las razones por las que me ha convocado el señor Dark solo me atañen a mí. - continúo. Y a continuación, me pongo unas pequeñas gafas que se ven ridículas en mi gran cabeza y extraigo unos documentos de mi portafolio.

¿Un psicólogo? ¿En qué tipo de negocio me estoy embarcando?

Los pasajeros subieron al helicóptero para encontrarse una fila de cuatro asientos forrados, en un cuero lujoso en cuya parte superior reposaban unos auriculares voluminosos. Los auriculares eran modernos, tapaban completamente los oídos para aislarlos del ruido del rotor, y del derecho sobresalía un micrófono para facilitar las comunicaciones.

En cuanto se hubieron acomodado en los asientos, se hubieron puesto los cinturones de seguridad y los auriculares pudieron escuchar la potente voz del piloto en sus audífonos

"Buenos días señoras y caballeros, soy el comandante Timothy Smith y seré el piloto durante el vuelo a Dark Island. La duración aproximada del mismo será de 2 horas y 20 minutos y se espera algo de niebla y viento durante el camino. Les ruego que permanezcan sentados y con el cinturón abrochado durante el trayecto y les recuerdo que todos los micrófonos están interconectados por lo que la privacidad será limitada durante el vuelo. Voy a proceder a pedir permiso a control de vuelo para el despegue. Si tienen alguna pregunta estoy a su disposición para hacerles el viaje lo más ameno y cómodo posible"

Los pasajeros pudieron escuchar como el piloto pedía permiso para despegue al control de vuelo y como tras obtenerlo empezaba a manipular los mandos haciendo que el sonido del rotor penetrara en los oídos de los pasajeros a pesar de la protección.

El aparato se elevó en el cielo de la mañana de Nueva York y puso rumbo hacia el norte, siguiendo el cauce del río Hudson hacia su desembocadura en el océano. La voz del piloto resonó clara en los auriculares diciendo

"Señores pasajeros, si miran a su derecha podrán ver el orgullo de Nueva York, el símbolo de nuestra ciudad, la estatua de la libertad"