Partida Rol por web

La doncella cogió la maleta y de forma distraída rozó el muslo del destacado escritor mientras con una sonrisa pícara de falsa disculpa le dijo a Wallace "Oh, discúlpeme Sir Gustave" dijo remarcando la palabra Sir de forma juguetona "si tiene la bondad de seguirme le mostraré su habitación, su suite está en el ala oeste. La comida será de gala y se servirá dentro de una hora y el sonido del gong indicará que está lista"

Y se encaminó hacia la derecha, caminando como si fuera la dueña de aquella mansión y hubiera nacido para ello,  para entrar un pasillo alargado donde las puertas se sucedían hasta llegar a una, a medio pasillo,  que en bellas letras arabescas rezaba como "Innsbruck". Abrió la puerta y dejó la maleta tres pasos más allá de la entrada, lo justo para ser educadamente eficiente y después retrocediendo marcha atrás se despidió desde el umbral de la puerta con un escueto

"Si tiene alguna necesidad, cualquier necesidad, llámeme..... Sir Gustave"

Greg cogió la maleta de Vanessa con una amable sonrisa mientras, para su sorpresa, la elevaba con demasiada facilidad para ser una maleta de una de las invitadas importantes del señor Dark.

"Por favor, señora Townsend, la suite Estambul está en el ala este" y se encaminó hacia la izquierda, para después de pasar de largo alguna puerta encontrarse escrito con bellas letras arabescas el nombre "Estambul" en una a medio pasillo. Greg abrió la puerta y le llevó la maleta junto al armario mientras desde la puerta la señora Hemmens le decía con su severa voz

"La comida , de gala, se servirá dentro de una hora y se anunciará mediante el gong del vestíbulo. El señor Dark supuso que elegiría esta habitación y le ha dejado algunas prendas que creo que encontrará satisfactorias en su armario. Ahora si me disculpa, tengo una comida que organizar... señor Carter.."

Miss Hemmens desapareció de la puerta dejándola abierta, mientras el gigantón tardaba unos segundos en procesar la información antes de sonreír estúpidamente y encaminarse a la puerta.

La pequeña mujer dio tres sonoras palmadas, un gesto extraño pero extremadamente eficaz para llamar al servicio. Se suele decir que las personas que están acostumbradas a mandar no alzan nunca la voz para imponerse, no les hace falta, y la señora Hemmens, visto lo visto, estaba acostumbrada a mandar, y sobre todo a ser obedecida.

La llamada de la señora Hemmens fue respondida por un mayordomo de rostro pálido, maneras estiradas y vestido con un clásico frac que se presentó presto a la llamada de la señora Hemmens. En cambio la doncella se hizo esperar algo más, aunque la espera hubiera merecido la pena a cualquier hombre que tuviera sangre en las venas. La doncella de la mansión era una beldad pelirroja, de profundos y provocadores ojos negros y una vestimenta dos dedos más corta y un botón más abierto de lo que indicaba el decoro, y por su actitud y forma de caminar parecía obvió que conocía su ascendencia sobre los hombres.

"Señor Butler, por favor acompañe al señor Jenkins a la suite Odessa, y usted señorita Simmons" dijo mirando de forma reprobadora a la doncella "por favor, acompañe al señor Relish a la suite Osaka."

Tanto los huéspedes como el servicio subió por las escaleras ,pudiendo disfrutar del tacto mullido de una tupida alfombra granate, obviamente persa, y al llegar al rellano un hermoso reloj suizo ,que ocupaba toda la pared, llamó su atención. El oro, el ebano y el mármol bellamente tallados contrastaban dando una impresión de grandeza a un simple rellano de escalera

Sir Gustave se dejó guiar por la exuberante mujer hasta su habitación.

Caminó distraído y sin fijar la atención en ella en ningún momento por respeto a su compañera de viaje más que por falta de interés.

Cuando al fin llegaron a su habitación, la señorita Simmons dejó sus maletas y se mostró muy solícita. Demasiado solícita. Tanto que la oferta que él hubiera buscado de otro modo, resultó menos tentadora. Aunque menos tentadora no significaba ni mucho menos nada tentadora. Seguía siendo tentadora, tal y como sospechaba que sería todo lo que hiciese aquella mujer.

Es muy amable señorita Simmons. Ciertamente soy un hombre con muchas necesidades. Una de las más fuertes es asumir retos complicados pero no imposibles. Mantienen la mente despierta. Y el cuerpo. Ese también se mantiene a tono. Le agradecería mucho si pudiese conseguirme algún tipo de juego intelectual o de cualquier otro tipo. Algo desafiante. Ya sabe usted: Por dulce y extremadamente apetitosa que resulte la miel, siempre sabe más dulce cuando se recolecta manualmente

El mayordomo carraspeó y sin perder sus estiradas y afectadas maneras dijo

"Señor Vicent, por favor tenga la bondad de seguirme. Su habitación está en el ala este del edificio. La comida será de gala y se servirá dentro de una hora y el sonido del gong indicará que está lista".

Y se encaminó hacia la izquierda para entrar un pasillo alargado donde las puertas se sucedían hasta llegar a la última, hasta llegar a la penúltima habitación donde unas bellas letras arabescas rezaban como "Odessa". Abrió la puerta y dejó la maleta tres pasos más allá de la entrada, lo justo para ser educadamente eficiente y después retrocediendo marcha atrás se despidió con un escueto

"Señor Jenkins...."

La doncella cogió la maleta y de forma distraída rozó el muslo del destacado escritor mientras con una sonrisa pícara de falsa disculpa le dijo a Wallace "Oh, discúlpeme señor Relish" dijo remarcando la palabra Sir de forma juguetona "si tiene la bondad de seguirme le mostraré su habitación, su suite está en el ala oeste. La comida será de gala y se servirá dentro de una hora y el sonido del gong indicará que está lista"

Y se encaminó hacia la derecha, caminando como si fuera la dueña de aquella mansión y hubiera nacido para ello,  para entrar en un pasillo alargado donde las puertas se sucedían hasta llegar a una que en bellas letras arabescas rezaba como "Osaka". Deslizó la puerta, aunque más bien era un panel de papel típico de las casas japonesas, y dejó la maleta tres pasos más allá de la entrada, lo justo para ser educadamente eficiente y después retrocediendo marcha atrás se despidió desde el umbral de la puerta con un escueto

"Si tiene alguna necesidad, llámeme..... Señor Relish"

Pocas palabras, dichas en un tono más que sugerente.

La menuda mujer le miró de arriba a abajo, sin miedo ni rastro de la breve sonrisa que había cruzado sus labios, endureciendo el rostro igualmente que el tono

"Señor Wallace, aquí es usted un civíl, tanto como el señor O'Brien, ambos invitados del señor Dark. A él le puede llegar a disculpar la edad, y a usted?. Si me disculpa tengo mucho que hacer" dijo con voz desapasionada y fría.

Y cerró la puerta. Esperaba que a la señorita Simmons le gustarán los policías porque aquel hombre necesitaba desahogar sus demonios de alguna manera.

La mujer rie con una pequeña risita coqueta e infantil mientras finge mirarlo con mirada arrobada

"Veré que puedo hacer Sir Gustave, algo que desafiante y estimulante mentalmente. Le puedo recomendar nuestra biblioteca o la sala de billar, pero creo que lo que usted necesita es algo que solo yo le puedo dar... espere 5 minutos, enseguida vuelvo"

El increible recibimiento que la casa le hizo al abrirse las puertas la dejó clavada en el propio suelo unos largos minutos, alzando la mirada hacia la gran cantidad de detalles que inundaban cada uno de los rincones de la casa. Desde pequeños detalles y ornamentaciones sumamente delicadas a grandes obras de arte que adornaban cada una de las paredes a la vista. Desde el suelo hasta el techo todo era puro lujo y magnificiencia. Natalie siempre se habia visto rodeada de dinero, pero aquello era otra historia. Superaba con creces todo cuanto habia llegado a conocer nunca, y solamente habia visto el principio. Contenerse le costó mucho, mientras seguia al botones con sus cosas.

No pudo evitar admirar todo cuanto la rodeaba con mas interes del que deberia mostrar para mantener su estatus de mujer adinerada y que no se dejaba sorprender. Eso perjudicaba un poco la imagen que queria dar, pero dificilmente podria contenerse ante tal demostracion de poder y excelencia.
- Es todo magnifico, muchisimas gracias caballero, ha sido muy amable. No es ninguna molestia compartir baño, no se preocupe, sera agradable compartir acicalamiento e ir conociendonos antes de la celebracion.- Esbozó una sonrisa calida una vez las puertas de la habitacion se abrieron y el muchacho dejó sus cosas para luego marcharse. Se quedó en la puerta unos instantes, dejando que el lujo la embriagara antes de entrar y cerrar detrás de si. Tenia mucho que preparar.

Los invitados andaban atareados deshaciendo sus maletas y explorando sus habitaciones cuando un pesado gong resonó desde la parte baja del vestíbulo, a los pies de las escaleras. Era la 12:30 de la mañana, algo más pronto de lo esperado, pero aquella era la señal inequívoca de que la comida de gala iba a comenzar.

Nate siguió a la señora Hemmens a la puerta que se encontraba a unos 20 metros de su posición. En la puerta un empapado Greg se intentaba sacudir el agua de encima como haría un perro callejero, de hecho, su mirada se asemejaba a la de un can al que han apaleado tantas veces que el contacto con el palo le es tan familiar como el aire que respiraba. Greg tenía los ojos bajos y nada más llegar a él la señora Hemmens le gritó

"Donde está? Donde está Irving? Estaba en el helicóptero??, Contesta maldito zoquete!"

Greg cerró los ojos como si temiera que tan diminuta mujer le pudiera pegar y le tendió un sobre con mano temblorosa, quitándose el chubasquero y dejándolo en el pequeño voladizo de la entrada.

"El piloto solo me ha dado este sobre, pone su nombre, Samantha Hemmens, ve? Así que debe ser para usted."

La mujer levantó la mano y puso los ojos en blanco pero ante la presencia de Nate se contentó con arrebatarle la carta de malas maneras. La abrió y de ella extrajo una pequeña llave, del tamaño de las dos primeras falanges de su dedo, y una carta que abrió sin dejársela ver a Nate. La mujer le miró y por una vez lo que pudo ver el policia no era el torbellino de autoridad sino una mujer anciana totalmente desorientada.

"Me pide que reúna el personal en la sala y que le pida a la señorita Stein una caja que lleva con ella y que siga instrucciones a continuación. Por favor, avise al resto de invitados mientras reuno al personal en el comedor señor Wallace.....Supongo que entonces tendremos respuestas."

La señora Hemmens se fue arrastrando los pies en dirección a las cocinas mientras le pedía a Greg que fuera a buscar a la pizpireta doncella.

Cuando Caleb llegó al rellano del piso superior del pasillo vio algo realmente extraño y que le desconcertó. En el reloj había desaparecido el número 1 dejando un hueco donde no lo había antes. Estaba seguro que había visto el reloj completo cuando subió la primera vez, pero si estaba completo, quien se había llevado el número uno?

Sin más contratiempos llegó a su habitación donde aparentemente todo seguía en su lugar.

Natalie y Caleb seguían en sus habitaciones. Una encerrada a cal y canto, el otro despreocupado de todo lo que pasaba cuando escucharon una conversación a mitad de pasillo entre el mayordomo y la señora Hemmens.

Hemmens: "Ha colocado respetuosamente al señor Relish en su habitación señor Butler?"

Butlet: "Sí, señora Hemmens. Me veo en la obligación de informarle que la katana de la suite Osaka ha desaparecido."

H: "Desaparecido? Espero que no la haya cogido alguno de los huéspedes. En su estado serían capaces de matarse entre ellos por nada. Ha visto usted a la señorita Townsend?"

B: "No, señora Hemmens. Al menos yo no la vi"

H: "Bien, señor Butler siga con sus labores. Si ve a la señorita Townsend avíseme con discreción"

Se oyeron pasos bajando la escalera y otros más menudos recorriendo el pasillo de su ala.

El grupo llegó al vestíbulo mirándolo todo e intentando no tocar nada. La sensación más parecida sería la de andar sobre las brasas o en un nido de serpientes dormidas, listas a atacar en caso de que se produjera el menor sonido, la menor molestia. Su cautela en este caso resultó no tener sentido pero al mirar las escaleras y el ascensor un escalofrío les recorrió la espalda. Y si había allí otra trampa? Y si eran los siguientes? Habían subido por esas escaleras y utilizado el ascensor con anterioridad, pero y si todo había cambiado?

Todos se miraban, todos deseaban que el otro tomara la iniciativa mientras risas nerviosas aparecían en el grupo.

Mientras el grupo se preguntaba cual podría ser el mejor camino para subir a las habitaciones sin riesgos Sir Gustave apareció desde la escalera que llevaba desde el vestíbulo al sótano. Para su sorpresa se encontró a tos los que habían estado en la cocina, todos menos la malograda Felicity, a ella ya no se la volverían a encontrar durante una temporada.

No quería quedarse a solas con la sirvienta, era un feroz lobo con la piel de un cordero, cubriendo la lana las partes justa de su cuerpo para no ir desnuda. Sigue siendo un lobo, y quiero a Brooke.- Se mantuvo pegado al grupo intentando no responder a las continuas insinuaciones de la despampanante pelirroja, esperando que con su silencio acabara cansándose de él y buscara otro “juguete” con quien divertirse cuando vio las vías de subida.

No era un hombre dado al ejercicio, su escuálido cuerpo le delataba en ese sentido, pero siempre había mantenido una rutina de subir escaleras antes que estar encerrado en un pequeño habitáculo de cuatro paredes que a saber si iba a detonar otra trampa. Prefería ir escalón por escalón aunque tardara una eternidad en subir por las escaleras.

- Gustave, acompáñenos por favor. Estamos yendo en grupo, así estaremos más seguros.- Su voz era tímida y miraba nervioso alrededor, incapaz de decirle la ausencia de Felicity, la agradable reportera.

Adelantándose al resto, apoyó la mano en la barandilla y subió tranquilamente por la escalera de la izquierda, midiendo cada paso como si fuera el último y girándose para comprobar quién del grupo le seguía y a dónde tenían que ir exactamente.

Hola, señor Bullocks. ¿Seguirles a dónde? Por lo que se me ocurre, deberíamos olvidarnos de ir en grupos grandes. Cuanto más diseminados estemos más fácil será localizar antes al verdadero señor Dark. Grupos de 2 es el número adecuado, 3 a lo sumo. Cuando alguien muera, todos tener vigilado estrechamente a alguien para garantizar que él no ha podido ser. No puede haber preparado trampas para todos, tarde o temprano saldrá de su escondrijo.

Tal y como yo lo veo, si ha poblado de trampas automáticas todo esto, ir en grupo no nos salvará. Y si necesita poder actuar sobre algo para detonar las trampas, ir en grupos grandes nos impide ver qué están haciendo todos los invitados. ¿Alguien sabe dónde está el señor Stewart? Perdón. Quiero decir, ¿el mayordomo? Es un cliché, pero no confío en nadie que oculte su verdadera identidad y la niegue cuando esta se hace evidente.

En silencio, escucho la parrafada del señor Gustave y no puedo evitar estar bastante de acuerdo con todo lo dicho. Pero mi instinto de supervivencia me empuja a querer seguir estando con todo el grupo y no pensar en disgregarlo.

- ¿Grupos de dos, dice? ¿Ha pensado que quien quede emparejado con el asesino o asesina ya habrá firmado su sentencia de muerte? No creo que nadie quiera acceder a eso...

Digo mientras me encamino a la escalera de la izquierda siguiendo los pasos del señor Bullocks...

Nadia no había cogido nada que pudiera parecer un arma. Debido a su gran volumen cualquier objeto punzante podría ser peligroso si tenía un pequeño tropiezo.

- Por favor, tengan cuidado con esos cuchillos - dijo alejandose un poco de aquellos que los llevaran en las manos. Los riñones cada vez clamaban más alto la necesidad de descansar, pero no podía detenerse ahora. Una vez que se cambiara, sobre todo los tacones, el dolor remitiria, o eso esperaba. Además, ahora casi todos querían permanecer juntos, pero dentro de unas horas... ¿quién podía saberlo?

Miró hacia el techo y buscó el tramo de escaleras en el que del techo no colgara nada ni se viera nada extraño. Luego observó los escalones.  Cuando estuvo todo lo segura que podía estar en aquella situación siguió los pasos del señor Bullocks, aunque a cierta distancia.

Nate se impacientó ante tantas ideas de disgregación del grupo. - Señores... no sé si se han dado cuenta, pero este puto perturbado aplica la máxima de "Divide y vencerás". - sentenció el investigador - Debemos permanecer unidos y movernos en bloque. Decidamos nuestro siguiente paso, y como bien dice Nadia, tengamos cuidado con los cuchillos. 

Luego añadió: - Si me preguntan mi opinión, creo que podríamos ir a mirar aquellas barcas o ir al garaje e intentar averiguar si existe algún tipo de linterna de gran potencia. Quizás pudieramos hacer señales de auxilio lumínicas, y con suerte, alguien de los millones de ojos de Nueva York, las vea y llame para que nos auxilien.