Partida Rol por web

YERMO

ELORA

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16/02/2018, 22:39
Director

Lejos de sentirse ofendido a John parece divertirle tu ataque tras demostrar, aparentemente, que provienes de un refugio y que de hecho llevas poco tiempo en el yermo.

- ¿Llevas un pip-boy en el tobillo? ¿Cómo haces para usarlo?

Su pregunta no requiere respuesta, sabe perfectamente que hace ahí puesto uno de los objetos más cotizados del yermo.
Repasa tu cuerpo manteniéndose a unos metros de ti y asiente, no sabes si satisfecho por lo que está viendo o dando la razón a tus palabras.

- Tu piel es demasiado blanca, posees un pip-boy y no tienes pinta de que la supervivencia en el yermo sea tu fuerte. Puede que hayas salido de un refugio o puede que pertenezcas a la Hermandad del Acero, de hecho hasta ahora creía que eras una de esas escribas y me intentabas engañar mientras terminabas tu misión de reconocimiento. Pero hay una cosa que la Hermandad no tiene y los refugios cerrados sí.

Se acerca a ti y tira ligeramente de tu top para sentirlo entre los dedos. No sabes si a propósito o no pero ni siquiera toca tu piel pese a lo ajustado de la prenda.

- Ropa interior limpia. Poca gente lleva ropa interior, pero nadie posee algo tan limpio si no lo acaba de sacar de un refugio. La piel se consigue viviendo en una cueva, ese trasto puede ser robado, pero esto - señala al centro de tu pecho - solo se puede conseguir una manera.

Se gira brevemente para comprobar que no hay nadie cerca y señala el camino del que os habéis desviado con el pulgar.

- ¿Nos vamos? ¿O hay algo más que quieras enseñarme?

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18/02/2018, 19:56
Elora Rowell

- Lo tenía escondido ya sé que aquí es un objeto codiciado. -  expresa con cierta sorna. - Bueno, ya has recreado dos veces la vistas, incluso has sido capaz de comprobar que mi ropa interior está limpia. Creo que con esto es suficiente, no he intentado seducirte... Aunque podría. 

Tras decir aquellas palabras en un tono que puede interpretarse como una broma o no, comienza a vestirse sin preocuparse demasiado en que la esté observando en ese preciso instante. El plan de Elora es justamente ganarse la confianza de John, ahora solo espera que al certificar sus palabras, ya comience a creer en sus palabras. 

- Nos vamos, he cumplido con mi propósito y era mostrarte mis curvas. -  replica sonriendo. 

Ya vestida completamente, sigue los pasos de su compañero mientras la incertidumbre de no saber hacia donde ir, hace mella en la joven. 

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19/02/2018, 23:39
Director

Mientras te vistes John se da la vuelta, al principio puede parecer algún tipo de pudor repentino pero realmente lo hace para vigilar el camino antes de volver a él.
Te devuelve la sonrisa ante tu último comentario aunque en su caso está claro que irónica.

Seguís caminando por algo que hace más de un siglo era una carretera, aunque no estaba asfaltada aún se puede ver la ausencia de vegetación formando una linea demasiado recta para ser un capricho de la naturaleza. De todas formas las plantas y los árboles no abundan precisamente, todo está quemado o mas muerto que vivo gracias al invierno nuclear que prosiguió a las bombas.

Mientras camináis y habláis no puedes evitar detectar un patrón en los viejos caminos, calculas que cada kilómetro y medio otro camino se cruza formando un angulo de noventa grados. Al tercer cruce deduces que la zona debe ser una cuadricula que separa los maltrechos campos de cultivo. Cientos de hectáreas generando comida para alimentar a millones de personas, ese fue el gran mal de la humanidad, el consumo desmedido y el posterior fin de los recursos.
Tus pensamientos vuelven al presente cuando John te habla.

- ¿Sabes usarlo? - dice señalando al pip-boy - Me refiero aquí fuera, esas cosas tienen mapas y coordenadas. Bueno, algunos lo tienen, a lo mejor en tu caso solo tenía los planos del refugio.

Tu refugio no tenía intención de abrirse, si alguien tenía planos del exterior era el Supervisor y nunca los compartió contigo.
Aún así activaste la opción de automapa, al menos para saber volver a casa.

En uno de los cruces encontráis a un hombre apoyado en un árbol calcinado, parece que os está esperando. John examina los alrededores buscando a más personas pero no veis a nadie.
Os acercáis a él y a falta de unos pasos se incorpora y se sitúa en medio del camino, debe rondar los dos metros de altura y seguramente pese el triple que tú.
Viste una armadura fabricada con metal de diversa procedencia, la mitad de una señal de tráfico protege su cintura y un trozo que algún día fue tejado de chapa sirve ahora de coraza.
Todo está pintado de negro a excepción de sus pantalones, que son de camuflaje pero simplemente están muy sucios.
El aspecto de tipo peligroso se completa con un enorme cuchillo colgando de su cinturón y una ametralladora tan pesada que dudas que tú puedas sostenerla y usarla al mismo tiempo.

- Eh, amigo, llevo mucho tiempo solo. ¿Cuanto por la mujer? - dice señalándote con la barbilla.

John te mira de arriba a abajo mientras entrecierra los ojos.

- ¿Cuanto me das? - responde John interesado.

- Cien chapas, veinte chapas más si ha comido esta semana.

- Te doy yo a ti las cien chapas si la quitas de mi vista. Y no acepto devoluciones, un trato es un trato.

El gigante asiente y ambos se acercan, en lugar de hacer entrega de esas chapas estrechan sus manos a la altura del antebrazo con efusividad.

- ¡John Doe! ¿Como te trata el yermo? ¿Cuanta gente has matado hoy? - pregunta alegre el tipo enorme.

- Barkley, cuanto tiempo. - John se gira rápidamente hacia ti mientras su mano os señala alternativamente - Elora, este es Barkley. Bark, esta es Elora. Su nombre significa pensamiento impaciente.

- Un placer Elora. - el tono cordial de Barkley dista tanto del de hace unos segundos que te sorprende que sea la misma persona - Espero que no ofenda nuestra pequeña broma, estamos totalmente en contra de la esclavitud De hecho este señor posiblemente tenga el record del yermo de esclavistas eliminados.

John se limita a sonreír incomodo después de ese último comentario.

- Bueno ¿Qué hacéis aquí en mitad de la nada? ¿Vais a Lincoln? A mi no me dejan volver, tomad algo a mi salud si vais al bar.

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21/02/2018, 19:10
Elora Rowell

- Claro, no es difícil de usar. -  responde enseguida. - Sólo tengo el automapa, para tanto no he llegado. 

Los caminos siempre son parecidos, aunque llevan consigo el desarraigo de lo que una fue y jamás será. Esa mera imagen de alguna forma hace mella en Elora que poco a poco se va acostumbrando a lo que es vivir en el Yermo. No sólo se necesita una atención extrema al entorno, sino el saber lidiar con las situaciones que vayan surgiendo en el camino, algo que lentamente la morena va captando. 

El trayecto no fue tan largo, pero sí demasiado austero, hasta que de repente la figura de un hombre llama la atención. Una vez que John comienza a hablar sobre ella, como si fuera una esclava para vender, frunce el ceño mientras va lanzando improperios mentales a su compañero al haber confiado en él. 

- Valgo más que cien chapas. -  replica a John mientras saluda a Bark. - Un gusto, no sé preocupe que su amigo antes de venderme piensa quitarse las ganas de acostarse conmigo. - afirma provocando. 

Luego cuando pregunta sobre el lugar hacia donde se dirigen, Elora se encoge de hombros y hace un gesto indicando a John que responda. No tiene ni idea de momento. 

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21/02/2018, 23:18
Director

Barkley lanza una sonora risotada al oír tú última frase, pone su mano sobre tu hombro y sientes como si se te hubiese sentado encima alguien.

- No creo que John quiera acostarse contigo. Oh, no me malinterpretes, - junta las manos pidiendo perdón - eres una joven atractiva y parece que tienes sentido del humor, pero nunca le he visto el menor interés en las mujeres. Creo que piensa más en los francotiradores que en las mujeres, puede que por eso siga vivo.

John se encarga de responder a su amigo sobre vuestro destino, realmente habla para ambos ya que se ha dado cuenta de que no lo había compartido contigo.

- Sí, de momento vamos a Lincoln. Tengo que cobrar un trabajo y quiero que Elora conozca a alguien.

Por su gesto Barkley, al igual que tú, no parece saber de quién habla. Asiente con la cabeza y se aparta del camino mientras os invita a proseguir con una de sus enormes manos.

- Como he dicho, tomaos un trago a mi salud. Yo me quedaré aquí, estoy esperando a alguien que ha comprado unos cuantos gramos de plomo.

Se vuelve a apoyar en el árbol y te guiña un ojo.

- Encantado de conocerte Elora, no te creas todo lo que cuenta este mentiroso, tiende a exagerar sus hazañas.

Notas de juego

Como siempre, te dejo seguir hablando, si quieres, antes de marchar hacia Lincoln.

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24/02/2018, 00:15
Elora Rowell

Sonríe ante las palabras de Bark mientras niega con la cabeza, en parte se ha imaginado esa actitud por parte de John, considerando el sitio y ver una mujer desnuda con todo lo que implica, sin que se le mueva un pelo es muy significativo. En parte es gratificante porque Elora sabe que no se aprovecha de ella como cualquier otro que pueda cruzarse en el camino. 

- Ya me ha visto desnuda dos veces y aquí está... Creo que dudo de su gusto sexual. -  sigue con la broma y prosigue. - Así es, lo que dijo... Allí iremos. 

No tiene la más pálida idea, pero piensa seguir los pasos de John a donde sea. De momento ha sido el único que le ha salvado la vida y pese a mostrarse como un tipo duro, genera cierta confianza que parece inquebrantable. 

- Eso haremos, pero no deseo emborrachar demasiado a mi guía turístico. -  responde sonriendo. - Gracias, igualmente Bark. Es mejor marchar ya... 

Una vez que se despide de aquel hombre tan amable, le dedica una mirada a su compañero y espera emprender la marcha. 

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26/02/2018, 12:31
Director

Barkley se queda en el cruce de caminos esperando a alguien que posiblemente no conocerá su lado simpático, vosotros tomáis dirección norte.
Cruzas tres intersecciones más comprobando que el dibujo de la zona sigue estando formado por cuadrículas. Es difícil imaginar que cada una de esas celdas era un campo de cultivo viendo que ahora no es más que tierra yerma o malas hierbas más propias de lugares más áridos.

Cruzáis un pequeño riachuelo, viendo el tamaño del puente seguramente el río era mucho mayor antes. Antes siquiera de que lo pienses John te advierte de que el agua turbia que avanza lentamente bajo vosotros puede ser más letal que una bala.

Y finalmente llegáis a Lincoln, otro pueblo derruido y abandonado por casi doscientos años. La mayoría de casas son ruinas y han sido desmontadas para reforzar aquellas que sí se usan. No hay muros ni vigilantes, de hecho recorreis tres manzanas hasta llegar a los primeros signos de vida.
En la esquina de un cruce han reciclado un viejo supermercado para convertirlo en una cantina más propia del salvaje oeste que en un bar de antes de las bombas.

Al entrar la puerta emite un sonoro chirrido que llama la atención de los clientes, las miradas se posan en vosotros. Los ojos pasan rápido por John para posarse más en ti, puede ser porque nadie quiere mirar fijamente a un tipo duro o puede ser simplemente porque la mayoría allí son hombres y tú eres una mujer.

Sigues a tu compañero hasta el final de la barra. Las mesas de la sala son cada una de un tipo, igual ocurre con las sillas que es evidente se han ido recolectando de las casas del pueblo.
Cuentas nueve personas, cuatro hombres comparten mesa y parecen que están apostando a un juego de cartas que desconoces. En otro mesa un hombre y una mujer, ambos rondando la cincuentena, están dando buena cuenta de una botella tan sucia cuyo contenido no puedes distinguir.
La última mesa ocupada alberga dos hombres, por sus armas y aspecto no parecen locales y al igual que vosotros están allí de paso. Son los que menos atención os han prestado, parece que están discutiendo algo importante a juzgar por su bajo volumen.
Por último hay un tipo con una larga melena y una gabardina tan rota como sucia en el otro extremo de la barra, ni siquiera se ha girado y parece absorto en el fondo de su vaso.

John se sienta en un taburete, en un sutil movimiento deja una pistola sobre su muslo y después apoya los codos sobre la barra.
Es entonces cuando aparece la camarera, o al menos la persona que hay detrás de la barra.
El local está oscuro pero la luz es suficiente para comprobar que la camarera no es una persona normal, o casi se podría decir que no es una persona.
Pese a que viste de una forma ligeramente provocativa y se aprecian curvas femeninas es su piel y sobretodo su rostro lo que más llama la atención.
Su piel está quemada, pero no recientemente ni a causa del contacto con el fuego. Su estado parece más propio de una exposición a la radiación, lo que más te extraña es que siga vida.
Su nariz prácticamente ha desaparecido al igual que sus párpados y su cabello apenas consiste en algunos mechones mal repartidos por una cabeza despellejada.

Su voz áspera indica que su estado no solo afecta al exterior.

- Buenos días pareja, tenemos Nuka-Cola, cerveza, vino o whisky. Se paga por adelantado, ya me he cansado de perseguir a caraduras.

John suelta un puñado de monedas sobre la barra, te fijas que no es dinero lo que ha dejado si no que son chapas, chapas de botella.
La camarera las recoge y se las guarda mientras sonríe, o eso crees ya que prácticamente carece de labios.

- Whisky. - ordena John.

- Muy bien. ¿Y tú, encanto? - pregunta la camarera posando sus ojos prácticamente blancos en ti.

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02/03/2018, 03:55
Elora Rowell

El entrar en aquel lugar se convierte en una experiencia visual desde varios sentidos, no sólo porque le sorprenda el hecho de encontrar tanta gente reunida en un lugar, sino la apariencia en general y el Bar en sí. No obstante, camina junto a John sin detenerse en mirar a alguien, prefiere obviar a los presentes por si surge algún instante puramente conflictivo, aunque en definitiva llama la atención por más que no quiera. 

- Una cerveza. -  afirma segura. 

Obviamente un tanto impactada por la imagen de aquella mujer y como el efecto de la radiación ha consumido gran parte de su belleza. Su rostro es tan decrépito que le sorprende demasiado mientras cae en la cuenta de lo bien que ha vivido dentro del Bunker, incluso al punto de sentir que es bastante injusto que algunos sobrevivan a duras penas mientras que el resto pasan una gran vida alejado de esta realidad. 

- Lindo ambiente. ¿Siempre traes a tus citas aquí? -  bromea a John. 

Le gusta picarlo con el tema, más allá de que no le pasa por alto el arma sobre el muslo y lo intimidante que parece el entorno por momentos. 

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04/03/2018, 00:36
Director

La camarera deja sobre la barra una sucia jarra llena de un líquido que podría ser cerveza o podría ser su propia orina, y pensabas que la autodestilería del refugio producía cerveza de baja calidad.

- No, solo te he traído a ti. Puedes considerarte especial. - bromea él también.

Levanta su vaso simulando brindar a tu salud y bebe la mitad del contenido de un trago largo y lento.
En cuanto deja el vaso sobre la barra se gira hacia ti, mantiene la mano sobre su muslo para sujetar la pistola y apoya el otro codo en la barra para poder vigilar mejor el local.

- Esperaba otra reacción, - señala disimuladamente con la barbilla a la camarera - para alguien que viene de donde tú vienes no debe ser fácil ver a alguien así. ¿O el tuyo fue uno de esos refugios donde falló el aislamiento y entró la radiación?

Notas como evita decir en voz alta la palabra refugio, te imaginas cual puede ser el motivo.

- ¿Qué edad crees que tiene? - pregunta sobre la camarera pero tu respuesta no parece acercarse a la realidad - Debe rondar los ochenta años. Los beneficios de la radiación, entre otras muchas cosas.

La camarera permanece al final de la barra, ajena a vuestra conversación. Limpia sin éxito unos vasos, cada uno de un tipo, que seguramente provienen de las casas saqueadas que forman el inhóspito pueblo de Lincoln.

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13/03/2018, 03:21
Elora Rowell

- Entonces... ¿Significa que tendremos sexo al final de la noche? - pregunta mordaz. 

Le agrada bromear con John, más aún considerando que vive para y por el Yermo, dando la impresión de que aquel hombre tiene un nivel de sexualidad cero. Algo que en definitiva le resulta atractivo y en parte, es una forma de jugar con esa situación al considerar que no le tocará un pelo. 

Luego cuando pregunta sobre la mujer, enarca una ceja mientras se acerca un poco más hacia el rostro de su compañero, de esta forma las miradas se encuentran ligeramente sin explorar más de lo debido. 

- No gano nada si pongo cara de horror, en el poco tiempo que llevo aquí, aprendí que una mala cara puede llevarme a la muerte. No tenía idea alguna de que puede existir un ser humano así y no... No imagino que edad puede tener. - responde sincera. 

Ya cogiendo el vaso y tras imitar la acción de John, siente como la bebida le quema la garganta además de ser asquerosamente horrible. 

- Puff... ¿Que es esto? - pregunta asqueada.

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13/03/2018, 23:41
Director

Tu reacción ante la cerveza del yermo provoca en John una breve sonrisa, parece divertirle e interesarle tus encuentros con la realidad del nuevo mundo exterior.

- No es la peor cerveza que existe, aunque apuesto a que no tiene nada que ver con el líquido refinado que bebías allí. - hace un gesto remarcando el "allí" para evitar decir refugio en alto.

La puerta se abre detrás de vosotros y tu compañero vigila la entrada con una mirada de soslayo. Un silencio se hace en el bar mientras un tipo orondo y sudoroso se abre paso torpemente hasta la barra. A su espalda le acompaña un hombre alto y delgado vestido con un traje elegante al que es imposible disimular los doscientos años de la pieza.
Ambos llevan un pistola en el cinturón, aunque la reacción de los presentes no es por una simple arma si no por sus portadores.

Se sientan a vuestro lado y el gordo golpea la barra para llamar a la camarera.

- Eh, irradiada, una botella de whisky. ¡Ahora!

Ves como la mitad de los clientes comienza a irse disimuladamente pero con cierta y repentina prisa.
La camarera, no sin resignación, les sirve una botella y dos vasos. El gordo paga tirando un puñado de chapas sobre la barra, alguna caen al suelo para frustración de la empleada.
Ambos se llenan el vaso casi hasta rebosar y dan un largo trago. En el caso del obeso parte del whisky acaba en su camisa aunque no parece que sea la primera vez a juzgar por las manchas.
En cuanto deja el vaso sobre la barra, golpeándolo cómo no, se gira hacia ti y te dedica una mirada que en su cabeza es seductora pero que en la realidad es vomitiva.

- Cincuenta chapas, cariño. Sesenta si me la chupas, no vas a ganar más dinero en tu vida.

Te das cuenta de que John se ha girado dándote la espalda, es como si no quisiese que sepan que vais juntos.
Mientras el gordo espera tu respuesta, o contraoferta, sobre él asoma la cabeza de su compañero mostrando una sonrisa perversa.

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18/03/2018, 23:50
Elora Rowell

- Da la sensación de que deberé llevarte de visita allí, quizás cuando te presente con mis padres en plan: oh, mami y Papi, aquí tengo a mi futuro esposo. - bromea esbozando una media sonrisa. 

Hasta que aparece el gorila con su afán de depredador vitalicio del Yermo. Algo que no le agrada a Elora y ante el comentario dirigido a ella, enarca una ceja mientras observa como John se hace el distraído. 

- Hm, lo siento cariño. Me gustan las mujeres, estoy abstemia de la carne y me cuesta degustar ese tipo dd manjares a esta hora del día. Quizás alguna otra puede hacerte ver el paraíso, yo temo morderte en el proceso. 

Tras decir aquello de forma decorosa y amable, se incorpora del asiento con toda la intención de marcharse. Teme que esto termine como en las películas del lejano oeste en donde comienzan los disparos, los botellazos en la cabeza y las peleas a lo bruto. 

Ni siquiera la sonrisa perversa del otro, entusiasma a Elora, si fuera por ella estarían los dos bajo tierra siendo degustados por los gusanos. Pero ante la poca experiencia en disparos, tendrá que conformarse con la actitud y rezar a un dios primigenio para salvarse.

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19/03/2018, 16:12
Director

Para cuando te levantas el local se ha vaciado, solo quedáis vosotros cuatro y la camarera que observa la escena sospechosamente cerca de la puerta que lleva a la cocina.
El orondo no se toma nada bien tu elegante negativa pese a que sus palabras sonaban como una oferta. Estira su rechoncho brazo y te agarra de la muñeca, aprieta con fuerza más por intentar hacer daño que por necesidad.

- Has perdido la oportunidad de ganar sesenta chapas, para estar sentada en un bar no parece que valores el dinero fácil.

Al girarte puedes ver a través de la puerta a cuatro hombres armados, están de píe frentea la entrada y a juzgar por su aspecto ligeramente uniformado parecen trabajar para el hombre que te está aplastando la mano.
Era de esperar que el temor que infunden viniese por algo más allá de su aspecto desagradable, ni siquiera se ven capaces pese a portar armas como casi todo el mundo en el yermo.

- Así que como no quieres dinero deduzco que prefieres hacerlo gratis, lo cual significa que valoras tu vida.

La risa de su secuaz se oye por encima de la grasienta cara de tu recién adquirido admirador. El cual no se limita a sujetarte si no que empieza a tirar de ti para que te acerques a él.
Mientras tanto John sigue pasando desapercibido, los dos hombres están completamente pendientes de su botín.

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22/03/2018, 20:42
Elora Rowell

Y como no, todo vuelve a complicarse aunque esta vez con más peso encima. La cuestión es que Elora no piensa hacerle una mamada a ese humano apestoso y más aún cuando se cree el rey de la selva con todos los monos a su alrededor. 

- Creo que tienes un dilema con el "no", pero descuida de esta forma vas a entenderlo. - afirma en un tono serio. 

Ya sacando su arma de la cintura con la intención de apuntar a sus pelotas, así como se hace el macho alfa, ella también sabe cómo defenderse o terminar siendo la puta de todos sus lacayos. 

La cuestión es que la regla es básica, te defiendes o haces lo que estos quieren. La segunda opción no es válida, así que toca la primera con todo lo que ello implica. No va a ceder, aún con John aparentando estar en otra, aunque posiblemente debe esperar a que la situación se ponga chunga. 

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26/03/2018, 11:39
Director

Apenas has sacado la pistola cuando notas el frío metal de un arma en tu sien. No necesitas girar la cabeza para saber que se trata de John.

- Creía que iba a ser más obediente, - dice el gordo dirigiéndose a tu compañero - se nota que es tú primera vez en el negocio. Te pagaré la mitad, me va a llevar tiempo domar a esta fiera. No anulo el trato porque es mejor que la escoria que hay por el yermo, pero si quieres dedicarte a esto será mejor que aprendas a controlar la mercancía.

Viendo que aparecen armas en escena los hombres del exterior se pegan a la puerta preparados para entrar, el gordo levanta la mano para detenerlos en una clara demostración de poder y arrogancia.

- Doscientas chapas entonces, la próxima vez me encargaré de que la mercancía no dé problemas.

Con otro gesto el gordo hace que el hombre que lo acompaña saque un pequeño paquete de esas chapas de refresco que usan como moneda. Lo deja sobre la barra y ambos se levantan preparados para marcharse.

John, que sigue apuntandote, sujeta con su otra mano el brazo con el que sostienes la pistola dificultado que puedas levantar el arma.
El gordo se gira brevemente hacia vosotros y sonríe.

- Ya que la has cagado te encargarás de llevarla a mi casa. Y más vale que esté desarmada y preparada para esta noche.

El gordo te guiña un ojo mientras se aleja hacia la salida. John hace que te gires hacia la barra mientras él se mantiene a tu espada.

- Coge las chapas y no intentes nada, ya me has costado demasiado.

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29/03/2018, 19:25
Elora Rowell

Las palabras de aquel sujeto aborrecen plenamente a Elora y más aún cuando John detiene su intención de frenar aquello. Está claro que no es una mercancía, que no se vende para nadie y esta situación al margen de superarla con creces, la fuerza a mantener una actitud de total desacuerdo con todos los presentes. 

Pero no dijo nada, simplemente calla y asiente, como si fuese una esclava. No obstante, una vez que ese energúmeno se retira, ella aún manteniendo esa posición sentada con su compañero, murmura entre dientes, visiblemente ofuscada y con todas las ganas de cortar el pene de ese gordo insufrible. 

- Gracias, pensé que estabas conmigo. - comenta mordaz. - No pienso ir con esa pestilencia de ser, así que mejor me explicas como salvarme de esta sin que se me pudra la boca en el proceso por realizarle una mamada. 

 Tras decir aquello aguarda paciente la respuesta de John. 

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30/03/2018, 22:43
Director

Haciendo algo más de fuerza para sujetar tus muñecas John te empuja para que comiences a caminar siguiendo al gordo.

- Sí que irás, no tendré otra oportunidad como esta.

El compañero del orondo sonríe al oír a John, se ajusta su traje antes de sostener la puerta para que salga tu presunto nuevo dueño y, quieras o no, pronto estáis fuera del bar.
La gente os mira desde las ventanas, te recuerda a las viejas holocintas del refugio que trataban sobre la vida en el Oeste. El gordo y su grupo son como los matones que atemorizaban los pueblos, nadie se atreve a intervenir y muchos se ocultan en cuanto les miran.

Camináis durante unos minutos dejando atrás las casas, John se mantiene en silencio y no deja de sujetarte asegurándose de que no escapas o te quedas atrás.
Finalmente llegáis a una destartalada cabaña en mitad de ninguna parte, antes de entrar todo el mundo se detiene. Todas las armas os apuntan y el gordo se cruza de brazos para dar ordenes.

- Quitadle ese maloliente abrigo y desarmadla, tú - señala con la barbilla a John - encargate, es lo menos que puedes hacer si quieres que te pague.

El que creias tu nuevo compañero asiente y te quita la pistola para entregarla al hombre alto. Después hace lo mismo con tu abrigo negro y comienza a cachearte. Todos miran como palpa tu cuerpo pero ninguno se percata de que omite el pip-boy y tampoco se dan cuenta de que introduce disimuladamente algo entre tu pantalón y el final de tu espalda.

Se abre la puerta de la cabaña para mostrar un interior mucho más cuidado que el exterior, aunque apenas hay una mesa con sillas y un sofá de tres plazas.
El hombre alto entrega las chapas a John y dos de los esbirros te conducen al interior y te sientan a la mesa. Al otro extremo toma asiento su jefe con una desagradable sonrisa en el rostro.
Todos salen y os quedáis a solas, es entonces cuando el gordo pone su mano sobre la mesa y ésta se ilumina. Reconoces un sistema de identificación por huella y otro a través de la voz cuando tu captor habla a la nada.

- Ardet nec consumitur.

En apenas unos segundos el interior de la cabaña comienza a descender dejando las paredes de madera donde estaban, todo el interior resulta ser un ascensor. Tras unos segundos se detiene y tu nuevo entorno es claramente un búnker militar.
No se trata de un refugio como el tuyo, parece más sencillo y mucho más pequeño.

Sonriente y orgulloso de su demostración el gordo se levanta y señala un largo y oscuro pasillo, el único lugar por el que puedes ir.

- Bienvenida a tu nuevo hogar, espero que te guste porque no saldrás de aquí.

Acompaña sus palabras levantando una pistola y señalando el pasillo con ella a modo de invitación a recorrerlo.

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04/04/2018, 03:53
Elora Rowell

La suerte parece estar echada y al parecer por unas chapas puedes someterte a los martirios de cualquier energúmeno mientras cedes por mera necesidad o dominio. Aquella idea, la situación en sí, exaspera en demasía a Elora pero ante la actitud de John, no es mucho lo que puede hacer. 

Posiblemente en el interior de su mente lo ha matado trescientas veces, de las peores maneras y con toda la necesidad de volver a repetirlo. Pero no, es una inútil en potencia y al abrir esa bocaza que tiene, ahora mismo debe obedecer como una prostituta barata a su "dueño". 

Así que tras avanzar siendo sujetada con fuerza del brazo, llegan a un sector y ante el cacheo, percibe que John obvia su aparato y le coloca algo, no quiere tocarlo porque sería revelar lo obvio. Así que avanza cual sumisa a un lugar en donde su amo le hará lo que anhele. 

Una vez allí toma asiento y al descubrir que está en el interior de un búnker, no esboza palabra alguna mientras aguarda atenta. Prefiere callar y obedecer de momento, ya le tocará patear pelotas. 

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05/04/2018, 15:44
Director

Avanzas por el pasillo, un lugar oscuro que no invita a la esperanza precisamente. Las luces, eléctricas, parpadean y varían su intensidad aleatoriamente aumentando el aspecto lúgubre del lugar.

A tu espalda te sigue el gordo, su pistola te sigue mirando supliendo al grupo de matones que le hacen poderoso en otras ocasiones.
Tras unos metros el pasillo gira noventa grados a la derecha y allí ves varias puertas metálicas que a simple vista se te antojan celdas. Una pequeña rendija sirve de ventana, tan reducida que apenas caben las manos. En cada puerta hay un número, cuatro en total.
Os deteneis frente a la número dos y usando su arma te "invita" a abrir la puerta. El interior mejora drásticamente con respecto al resto del bunker. Si bien no es una estancia precisamente grande está decorado con un mobiliario más propio de un refugio o incluso de la época previa a las bombas.
Una litera, un par de armarios y un escritorio conforman el mobiliario. Incluso hay una ventana con un falso fondo que simula una pradera y una iluminación acorde a ese espejismo.

Señala el interior para que entres, pronto descubres por qué intenta no hacer ruido. De repente la puerta número cuatro empieza a ser golpeada, una voz femenina notablemente enojada grita a través del metal.

- ¡Hijo de puta, sácame de aquí! Si tienes huevos entra y da la cara, voy a pintar esta lugar con tu sangre.

El gordo está a punto de responder cuando hay un fallo en el suministro eléctrico y el búnker entero se suma en la oscuridad. En un segundo no se ve nada y solo se oyen los golpes en la puerta, de algún lugar en la superficie se oyen lejanos ecos de disparos.

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11/04/2018, 04:17
Elora Rowell

Todo iba demasiado bien, pero al descubrir que aquel cerdo apestoso secuestra mujeres para su propio placer personal, genera en Elora una bronca sobrehumana, como si hubiera despertado a la bestia de aquel letargo en el que se encontraba. No puede creer que aún existan hombres tan desquiciados, así que tras aquella mirada de indignación pura que porta la ingeniera, avanza por el pasillo hasta dar con el habitáculo. 

Absorta suspira y al descubrir que cortan el suministro de energía eléctrica, seguido de unos disparos, está claro de que esto se trata de una emboscada. Así que tras buscar lo que John le ha escondido, se pone nerviosa y las manos comienzan a temblarle mal. Inútil como nadie y completamente a oscuras, putea por lo bajo mientras sigue con la intensa necesidad de atacar a ese gordo. 

Aunque la oscuridad es odiosa, más para alguien que siempre ha vivido entre demasiadas comodidades.

- Tiradas (1)

Motivo: Ataco con arma

Tirada: 1d100

Resultado: 92

Notas de juego

Intento atacarlo con lo que me dio John, como no he superado la tirada, te dejo a merced máster! 

Por cierto, estuve de viaje. Ya estoy de nuevo!