Partida Rol por web

Te separas del camino en cuanto ves un pequeño grupo de arboles a unos cien metros de lo que parece un bosque de tamaño mediano.
Ves que hay pájaros y cierto movimiento entre la maleza, por lo que deduces que hay fauna local y no muy grande.

Preparas una trampa y un cebo con parte de la carne que te ha regalado y esperas pacientemente a que alguno de los animales que has oído mientras te acercabas haga acto de presencia.

Pasas como diez minutos expectante, lo único que se suena son algunos insectos que se acercan a tus orejas y el escaso movimiento de ramas que puede provocar el suave viento que sopla.
Finalmente algo asoma entre unos arbustos. Ves el lomo de un animal y el miedo te embarga al observar que el patrón de su pelaje coincide con el de un tigre pese a estar muy lejos de su hábitat natural. Un par de segundos después el animal sale de su escondite y descubres una sorpresa aún mayor.

Lo que desfila ante ti es un peculiar conejo con un pelaje muy similar al de un tigre. Anatómicamente es un conejo común, pero su camuflaje es sin duda peculiar.

El conejo olisquea la carne pero no parece acercarse a la trampa. Cuando se produce el mínimo ruido el animal se queda quieto y espera unos segundos antes de seguir examinando la carnaza aparecida en su entorno.
No está muy lejos, por tu cabeza pasa la idea de saltar sobre él e intentar atraparlo con tus propias manos. No parece que vaya a permanecer mucho mas por tus proximidades, la carne no es precisamente de su agrado.

¡Jamás había visto nada igual! Conocía a los tigres, y... lo que en un principio parecía uno de ellos, al final acabó siendo una especie evolucionada de conejo con camuflaje de tigre. Era realmente sorprendente. Además, ¿por qué se había acercado a la trampa? No parecía carnívoro... o, al menos, salvo acercarse ligeramente no mostraba un especial interés en la carnaza.

¡Debo atraparlo!

Una vocecilla en mi interior me decía que saltase encima suya y lo cogiera. Otra me advertía que apenas conocía a ese animal y que, probablemente, pudiera llevarme una buena sorpresa. ¿A cuál de las dos hacerle caso? Era difícil, más cuando mi impulso aventurero e investigador me impulsaba a tomar una de las dos decisiones con mayor fuerza.

¡Voy a cazarlo!

Sin pensarlo dos veces, me coloqué de forma cómoda la pistola que había tomado adquirida el día anterior... por si las moscas, y salí de mi escondrijo de un salto. Sin embargo... mi querido pie vio oportuno quedarse enganchado en una de las ramas del arbusto en el que me encontraba escondido, haciéndome caer de bruces contra el suelo. Bendito pie el mío...

En cuanto tomas impulso y el arbusto te retiene el animal sale corriendo. El ruido provocado, aunque leve, ha sido suficiente para que tan peculiar ejemplar haya desaparecido de tu vista.

De repente oyes un zumbido junto a tu oreja, te giras rápidamente y ves un pequeño espectáculo de vuelo.
El movimiento del arbusto ha provocado que algunos insectos que descansaban en él también se alarmen. Parece ser el caso de una enorme luciérnaga que flota sobre tu cara, como observándote.
El insecto, tan rojo que desafía cualquier principio de camuflaje y supervivencia, permanece sobre ti sin variar apenas su ubicación. Curiosamente parece que te observa con el mismo interés con el que tú observas al insecto.

Tras unos segundos comienza a elevarse, parece que se va a unir a los otros insectos mas comunes que ya han emprendido su búsqueda de un nuevo lugar de reposo.

—¡Mierda!

No, el insulto no iba dirigido al punzante dolor que sentía por todo mi cuerpo... ni aunque haber aterrizado con la cabeza en el suelo hubiera sido realmente doloroso... Iba dirigido al hecho de que aquel extraño conejo hubiera escapado de rositas. ¡Si al menos hubiera podido tener una mínima oportunidad de cazarlo...! En fin, de nada valía lamentarse. Debía levantarme y probar suerte más adelante.

Sin embargo, cuando iba a levantarme, algo llamó mi atención: frente a mí tenía a una especie de libélula de un rojo bastante peculiar y llamativo. Algo más alejado de ella, un grupo de aquellos insectos volaban en busca de un nuevo lugar en el que descansar.

—Guau... — susurré —. Eres bien bonita, ¿lo sabías?

Sí, yo soy de esas personas que le hablan a los animales e insectos. Muchos me llamarán loco por hacerlo, pero no puedo evitarlo... Además, notaba como en aquellos dos enormes ojos compuestos llenos de hexágonos un halo de conciencia me observaba con una curiosidad similar a la mía. Por alguna razón, sentí que no debía tratar de cazarlo... Además, aunque lo hubiera querido, ni siquiera tenía material para cazar insectos. Por el contrario, saqué rápidamente mi bloc de notas y un lápiz, y comencé a retratarlo. Aunque no lo pueda parecer, soy un buen dibujante... Sé que no debería ser yo quién lo diga, pero se me da bastante bien hacer rápidos bocetos de cosas cotidianas. Es una habilidad innata, como el que sabe cocinar realmente bien.

Bajo el dibujo, anoté la fecha de hoy y el nombre del lugar en el que lo había encontrado. Finalmente, hice otro dibujo del conejo y, una vez acabado, me dispuse a recoger todo y seguir caminando.

Después del doble encuentro optas por continuar caminando. Los pocos animales que se dejan ver parecen ser bastante comunes, muchos los has visto en tu país y otros no son mas que pequeñas variantes con distinto tamaño o tonalidad.
Tras unas horas infructuosas de viaje divisas y te aproximas a un pequeño pueblo. Es mucho mas pequeño que Memmingen y, por lo que ves, apenas hay dos docenas de casas alineadas con la carretera.

Hacia las afueras ves diversos campos de cultivo perfectamente delimitados con vallas de madera. Te sorprende que los espantapájaros están mejor vestidos que tú, lo cual provoca que te des cuenta de que la moda también cambia en Geld.

Avanzas por la calle y no ves a nadie, los edificios están cuidados y descartas que se trate de un pueblo fantasma. Los primeros ruidos que indican civilización proceden del que seguramente sea el único bar del pueblo. En mitad de una hilera de casas hay un pequeño edificio de dos plantas totalmente pintado de blanco.
En la fachada ni siquiera pone un nombre pero es bastante obvio, se ve a través de las ventanas, que se trata de un bar.
Un par de hombres salen por la puerta con sus vasos en la mano y en cuanto te ven no dejan de mirarte como si fueses una aparición.
En el interior del bar, a juzgar por el ruido y lo que se aprecia, debe haber como mínimo media docena de personas.

Esas miradas extrañadas sí se asemejaban más a lo que esperaba haberme encontrado desde el primer momento en Geld... La diferencia con la otra ciudad bien podría ser que éste era un pueblo algo más apartado y, por tanto, cerrado. Era probable que aquellos pueblerinos no vieran muchas personas de Kaihatsu a lo largo de sus vidas.

—Buenas tardes.

Saludar no me costaba nada. Es más, consideraba todo una falta de respeto no hacerlo. En cualquier caso, me respondieran al saludo o no, pensaba adentrarme al bar del que ellos habían saludo y tomar un ligero tentempié antes de proseguir con la ruta. Quizá allí dentro pudiera enterarme de alguna noticia importante de los alrededores... y, si no, al menos podría llenarme la barriga con una buena comida.

Los hombres de la puerta se limitan a esbozar una leve sonrisa y a asentir brevemente con la cabeza en señal de saludo.
En el interior del bar el recibimiento no es mucho mejor. Todos los ojos se clavan en ti en cuanto pasas por la puerta, desconoces si te miran por ser extranjero, por ser un extraño en su pueblo o por ambas cosas.

Aunque es pronto para comer puedes oler como en la cocina preparan algún tipo de carne estofada. Parece que los demás comensales están esperando a que llegue la hora de comer.
Tras la barra hay un hombre bastante fornido, en cuanto te aproximas a él su gesto serio cambia y se torna en algo mas amable. Te indica que si esperas un poco podrás probar las exquisitas albóndigas que hace su esposa, mientras tanto te servirá la bebida que desees.

Los clientes vuelven poco a poco a sus asuntos y es cuando el camarero aprovecha para darte conversación.

- No solemos tener visitantes. La gente pasa de largo, de hecho si no fuese por los tabaqueros - señala a todos los presentes - ni siquiera ganaría para poder vivir. Por cierto, no está permitido fumar en todo el pueblo. No es que tengamos policía para evitarlo, pero es una ley local y todo el mundo lo respeta.

Repone las bebidas de un par de hombres y regresa a tu lado.

- ¿Y tú a que te dedicas?Es curioso ver a alguien viajar a pie por estas carreteras tan poco transitadas.

—Ajá, ya veo...

Era curioso que un pueblo frecuentado mayormente por tabaqueros tuviera una ley que no permitiera fumar en todo el pueblo. Sí, era realmente curioso... pero lo agradecía. Nunca había fumado y, quizás por eso, el humo del tabaco me resultaba realmente repulsivo. Quizás mi concepción del tabaco cambiara si alguna vez lo probaba, pero no tenía intención de hacerlo.

—Me dedico a estudiar a los animales — hice un gesto a las jaulas y trampas que había dejado cuidadosamente al lado de mi asiento —. Por eso estoy recorriendo estos caminos a pie.

Aunque no quisiera decirle el motivo de mi viaje, era más que evidente teniendo en cuenta todo el armatoste que llevaba conmigo. Si no deducían que estudiaba animales, quizás creyesen que me dedicaba a cazarlos... pero el caso era que, con todas aquellas jaulas, aquel que me viese pensaría una cosa o la otra.

—Por cierto, traígame una de esas bebidas a mí también — esbocé una ligera sonrisa amistosa —. Quisiera probar qué tal es el alcohol aquí en Geld.

El camarero se asoma sobre la barra para mirar tu equipaje y asiente lentamente.

- No veo ningún animal, por un momento pensé que eras uno de esos chatarreros que buscan restos para luego venderlos.

Se da la vuelta y te sirve una cerveza, en cuanto la pruebas notas que su sabor es bastante mas intenso que cualquier cerveza que hayas probado en tu país. Desconoces la marca, así que no sabes si todas son así o es esta en especial.

- ¿Y qué animales estudias? Por aquí no hay nada fuera de los normal, ni siquiera hay bestias. Algunos intentaron dedicarse a la caza, ya sabes, por diversión, pero apenas lograban una presa al día y tuvieron que volver al campo.

Te deja durante unos instantes mientras atiende a un hombre que requiere otra cerveza, pero pronto vuelve contigo.

- Si sigues la carretera llegarás a Jagd, es un pueblucho, como este, pero tiene fama por tener uno de los mejores cotos de caza de la región. Si en algún lugar conocen la fauna local desde luego es allí, apuesto a que los cazadores de Jagd han visto de todo. Eso si, espero que no seas uno de esos defensores de los animales, no serías el primero que tiene que huir de ese pueblo.

Que comparase mi equipo con sucias chatarras dañó gravemente mi orgullo. Nah, es broma... sí que podría parecerlo, al fin y al cabo mis pintas desaliñadas no eran tampoco las de un estudioso. Pese a todo, sonreí y no añadí nada al respecto. Estaba algo cansado del viaje y, lo que menos me apetecía, era entablar una conversación trivial sobre la notable diferencia existente entre chatarras y objetos de caza.

En cualquier caso, parecía que aquel camarero no estaba del todo decidido a dejar por zanjada la conversación... incluso, para mi sorpresa, me regaló una información que me podría servir de utilidad.

—Estudio todo tipo de animales, desde herbívoros hasta carnívoros, pasando también por los insectívoros o los omnívoros, e incluso también a los frugívoros — seguro que después de soltarle aquello dejaría de hacer preguntas. Di un sorbo a mi cerveza con aire triunfal antes de proseguir —. ¿Un coto de caza en Jagd? ¡Interesante! Muchas gracias, me pasaré por allí en cuanto pueda.

En lo respectivo a los defensores de los animales... no, no lo era, aunque tampoco era partidario de la caza violenta o indiscriminada. Siempre y cuando no me topase con algún caso de violencia con animales, no me interpondría jamás entre un cazador y su presa. Al fin y al cabo, era posible que en más de una ocasión el objeto de caza fuera yo, sobretodo si alguna vez me encontraba con algún dragón... ¡Ojala fuera pronto! Uhmm... lo de encontrarme con uno de esos seres, no lo de que intenten cazarme...

Con aire algo despreocupado, saqué mi mapa de la región y comprobé si Jagd estaba de paso entre mi localización actual y mi destino, Volk. Finalmente, di un último sorbo a la cerveza, y pedí algo de comer acompañado de otra de aquellas ricas bebidas.

Tu exposición sobre los tipos de animales termina de despistar al camarero, en cuanto terminas asiente con la cabeza como dando la razón a quien sabe qué y se marcha a charlar con otros clientes.
Comes y bebes en cuanto salen de la cocina los primeros platos. No es el mejor lugar para probar la gastronomía de Geld, pero no es lo peor que has probado.

Mientras comes consultas el mapa y ves que Jagd ni siquiera aparece en el mapa, no obstante la carretera que te ha indicado el camarero es la misma que debes seguir. Terminas de reponer fuerzas y, tras pagar y despedirte, abandonas el bar y después el pueblo.

Una hora y media después llegas a lo que supones es Jagd. Un desvío sube hasta una pequeña colina donde encuentras un par de casas y lo que parece ser un enorme edificio rural que sirve de hostal.
Ves varios coches aparcados junto al hostal y un tipo cambiando la rueda de una vieja camioneta.

Un coche entra en la única calle del pueblo procedente del valle que hay tras las casas, se detiene junto al hostal y se bajan dos hombres. Llevan varias presas colgando de sus hombros, parecen conejos. En sus manos portan escopetas.
Te miran con indiferencia antes de entrar en el hostal con su caza.

Sí, aquella ciudad debía ser Jagd. Ya no solo porque había tomado a la perfección el camino que me había indicado el tabernero, sino porque aquellos cazadores cargando con sus escopetas y sus presas dejaban bastante claro que allí cerca debía haber un coto de caza. 

Con paso firme y decidido, decidí seguirlos y entrar, poco después que ellos, en el hostal.

—Perdonen — los llamé —. Uhmm... ¿es esto Jagd? Oh, disculpen... ni siquiera me he presentado. Soy un simple turista que está de visita por Geld. Me han comentado que en Jagd ha un coto de caza bastante interesante, y quería ir a echarle un vistazo y probar algo suerte.

Sonreí amistosamente y esperé la respuesta, ya fuera de los cazadores lo de hombre/mujer encargado del hostal. Sabía que la respuesta que me darían sería afirmativa... aquel lugar debía ser Jagd. Lo que esperaba era que el coto de caza no estuviera excesivamente lejos del pueblo como para tener que alquilar una camioneta.

Tras tus preguntas los hombres parecen ignorarte, no sabes si es por cansancio o por prisa, pero ni siquiera se giran a mirarte.
Es el recepcionista, que les entrega las llaves de sus habitaciones, quien te escucha y responde asintiendo con la cabeza.

- Si, esto es Jagd. El coto de caza es privado, de modo que para disfrutar de él tendrá que registrarse aquí y pagar en función de su caza. Son veinte monedas por día y cinco o diez en función de la presa.

Los cazadores abandonan la recepción y sale de su mesa para acercarse a ti.

- Ahora mismo está libre, en un par de horas empezará a anochecer y nadie lo va a visitar. Si va a ir solo le recomiendo que no deje que se le haga de noche allí, es fácil perderse.

Te entrega un panfleto donde puedes ver un vago plano de la zona. Básicamente el coto se limita a un par de zonas boscosas a un par de kilómetros del hostal. Puedes ir andando, hoy ya has recorrido mucha mas distancia.
En el papel también aparecen las presas que se pueden encontrar, conejos, algunas aves pequeñas y en menor medida jabalíes.

Me quedé contemplando durante unos segundos cómo los cazadores me daban la espalda y se iban sin decir absolutamente nada. Menuda cortesía... Pese a todo, no quise darle importancia a aquello. Quizás la caza no les hubiera ido muy bien.

—Ajá, muchas gracias — contesté al recepcionista en cuanto me dio la información —. Creo que esperaré mejor a que salgan los primeros rayos de sol. No quisiera perderme...

Y yo era capaz de perderme, sobretodo si encontraba algo que me llamara la atención y me diera por seguirlo casi sin darme cuenta... Ya me había pasado en varias ocasiones, cuando me concentraba en algo me quedaba como ensimismado y mi mente perdía la noción del tiempo y el espacio.

Mi mano cogió el panfleto que me tendía el recepcionista. Justo después, le di un pequeño vistazo.

—¿Éstas son las únicas presas que hay en el coto de caza? — pregunté alzando nuevamente la mirada hacia el recepcionista.

Tu pregunta parece despertar suspicacias en el recepcionista. Te mira como si hubieses mencionado algo secreto o supieras mas de lo que debes.

- En "ese" coto tan solo hay esas presas. El resto de animales son pequeños, insectos, pájaros, cosas a las que no merece la pena disparar.

Su reacción lo ha delatado y parece haberse dado cuenta, se asegura de que el grupo de cazadores se haya marchado y alejado y se aproxima a ti para poder hablar en un volumen mas bajo.

- Hay otros cotos, son mas... privados. No es para este tipo de gente, que viene una vez al mes mata a dos alimañas y se marchan contentos. En esos cotos hay animales mas grandes e incluso hay alguna bestia. Por supuesto es un lugar peligroso, pero los cazadores de verdad buscan algo así. Si está interesado mañana al amanecer partirá un grupo a uno de esos cotos, puede pagar ahora el acceso al mismo. Apenas son cien monedas mas lo que cace, aunque si se le da bien incluso puede ganar dinero con las presas.

Uhmm, parecía haber descubierto algo interesante sin ni siquiera proponérmelo del todo. Así que otros cotos de caza privados, ¿eh? En cualquier caso, mi intención no era cazar y matar animales, sino estudiarlos; pero algo me decía que no debía mencionar nada de aquello al recepcionista si quería realmente entrar en aquel lugar. No me quedaba más que disimular.

—Vaya, era justo lo que estaba buscando — contesté esbozando una taimada sonrisa —. Claro que estoy interesado, pero me gustaría ir por libre más que con un grupo si pudiera ser. ¿Es posible? En cuanto al pago, no tengo problema en hacerlo ya.

El precio me parecía algo caro, pero confiaba en que merecería la pena. Al menos no quería irme de allí sin probar suerte en aquel misterioso coto privado.

El recepcionista se encoge de hombros ante tu propuesta.

- Puede ir solo si quiere, pero como he dicho es un lugar peligroso. No solo por las bestias, si no por los propios cazadores que a veces disparan a todo lo que se mueve. Procure no permanecer cerca de ellos, en caso de accidente nadie se hará responsable.

Vuelve a su mesa y saca de un cajón otro panfleto completamente distinto. Te lo entrega y en él puedes ver algunas fotos de saurios y algunos felinos de tamaño medio. Lógicamente el panfleto solo habla de la caza, pero si cambian tanto los animales sabes que puedes encontrar de todo.

- En el precio está incluido el transporte a ese coto. Si caza algo debe declararlo antes de salir, ya sabe que se paga un plus por presa.

Miré el folleto detenidamente. Había todo tipo de animales, y todos ellos me interesaban en mayor o menor medida. Mi espíritu aventurero e investigador salió a flote a modo de un brillo especial en mis ojos mientras iba pasando las páginas.

—¿Cuánto costaría capturar a este animal? — le dije señalando a uno de los felinos —. Solo soy una persona, y quiero capturarlo vivo... así que con solo uno de estos creo que me daré por satisfecho.

Era una excusa. No quería que el recepcionista notase que no era un cazador... pues estaba seguro de que entrar en un coto privado como aquél necesitaba contar con una serie de requisitos, y que... por supuesto, no dejarían entrar a cualquiera, menos a un zoólogo. En cualquier caso, no quería tener que matar a un animal tan bello como ése...

Examinado el folleto llama poderosamente tu atención la imagen de lo que parece ser un lince de pelaje azul. Su tamaño no es muy grande, si el ejemplar es mediano puede caber en la jaula.

El recepcionista mira rápidamente la foto y hace un gesto de desdén con la mano.

- ¿Un linzul? Fuera de aquí son exóticos pero en la región hay demasiados, se reproducen muy rápido. Casi nos hace un favor si se lo lleva, pero tan solo puede capturar uno y debe ser macho. Si cumple esas condiciones ni siquiera le cobrarán, como ya he dicho su presencia es casi molesta para los que buscan una caza mayor. Si solo quiere eso apenas tendrá que adentrarse en el bosque, esos animales permanecen alejados de las bestias y le propongo hacer lo mismo si va a ir solo.

—Claro, no habrá problema — contesté —. Será solo uno y será macho, no tiene nada de lo que preocuparse.

¿Y qué haría después con el animal? Bueno, eso era algo que no quería pensar ahora. Al fin y al cabo, nada me garantizaba que realmente pudiera capturarlo.

—Por cierto, ¿cuánto sale la noche?

Estaba algo cansado y quería coger la cama cuanto antes. Mañana se planteaba un día interesante y más me valía estar con todos los sentidos bien abierto... ¡Debía sacar el máximo partido a aquel lugar para amortizar el alto precio que iba a tener que pagar!