Partida Rol por web

John coge la maza con ambas manos y pega una patada a la puerta, que es arrancada de cuajo. Aun así, por un instante parece que el zombie aguanta la embestida, ya que John se queda con la pierna en alto sujetando la puerta con el zombie empujando por el otro lado.

Finalmente, y al grito de ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAA! John da un nuevo empujón que deja al zombie bajo la puerta, arañándola como un poseso.

Levanto la maza, y como si de una espada se tratase, la dejo caer con fuerza por la ventanita, intentando aplastar la cabeza del policía maniaco homicida. O él o yo. Y parece que lleva bastante muerto, así que no creo que se pierda mucho...

Cuando te colocas encima de la puerta y adoptas posición de guerrero medieval a punto de dar la última estocada con su espadón a su malvado enemigo adviertes algo. Desde el cementerio se acercan cuatro figuras más. No las habías visto desde la caseta, por lo que ya están bastante cerca. Una de ellas, la que más corre, parece otro policía. Las otras dos van algo más lentas, y parecen bastante más descompuestas que el primero.

Aun con la cercanía de las criaturas decides que lo primero es lo primero y descargas tu golpe de gracia sobre la cabeza del zombie que tienes atrapado bajo la puerta. El cristal es lo primero en ceder, y tras él la cabeza del zombie, casi con igual fragilidad. La puerta sobre la que estas deja de moverse y la mano que intentaba agarrarte los tobillos también.

Desde los cuatros lados de la puerta aparece entonces una especie de luz etérea y verde. La luz se arremolina en torno a ti. Miras a los lados, pero todo lo que ves es esa especie de humo verde.

Finalmente el humo se va cerrando más y más en torno a ti, hasta que se introduce en tu cuerpo. Casi puedes sentir el libro palpitar en tu mochila. Es como si ahora fueses uno con él.

Cuando finalmente eres capaz de volver a ver a tu alrededor los trez zombies han llegado junto a ti. Pero no te atacan. Se han detenido a pocos metros y te miran con curiosidad. Casi con miedo.

Abro los ojos, y miro a los zombies. Es extraño, me siento... poderoso. Puedo sentir el libro en mi mochila. Es extraño, es como si estuviese vivo, como si palpitase. Pero hay algo que me llama mucho más la atención. Los zombies están como ¿cohibidos? Parece que me tienen miedo... ¿Obedecerán mis ordenes?

!Vosotras infectas criaturas! -digo, chillando a los zombies. Si te obedecen, mándales algo fácil- Levantad esa puerta del suelo... -La sonrisa en mi rostro es evidente. Si los controlase, la ciudad podría ser mía. Empezando por la hamburguesería...

Los tres zombies dudan un momento... pero finalmente parecen dispuestos a hacer lo que les dices.

Entre los tres cogen la puerta y comienzan a levantarla. Pero teniendo en cuenta que tu estás encima... les cuesta un poco. De hecho a uno de ellos se le cae un brazo del esfuerzo. Finalmente la levantan, tirándote al suelo de culo.

Serás el señor de los zombies, pero te has llenado de barro.

Desde el suelo ves a los tres zombies, que han levantado la puerta, se han quedado mirándote, esperando.

Excelente excelente... Al menos algo sale bien... bueno, por lo menos casi bien -digo mientras me levanto, tocandome el dolorido trasero- Veamos... ¡Ah si!, la puerta. Lanzadla en aquella dirección -señalo a un lugar de la obra en el que no hay nada, y que no me puedan dar con la puerta al lanzarla.

Cuando la lanzan, les digo, sin esperar mucha respuesta- Bueno. ¿Y ahora qué? No habléis mucho no... ¡Ya se! vamos al cementerio. ¿Sabéis? Seguro que me vendréis bien. ¡Ahora todo el mundo empezará a saber de una vez por todas quien es John MacNutten! MUHAJAJAJAJAJAJAJA. ¡Vamos, seguidme!

Pongo rumbo al cementerio, seguido de mi séquito de zombies... Excelente. Parece que el libro es bastante útil. Fué una buena idea cogerle...

Entre los tres lanzan la puerta sin mayor dificultad ni más contratiempos.

Después escuchan tu discurso, sin demasiado interes, y se ponen a seguirte hacia el cementerio. Allí siguen tu moto y el coche de policía con la luz de la sirena todavía encendida.

Entras en el cementerio y puedes ver que la mayoría de las tumbas recientes se encuentran destrozadas, como si los muertos hubieran salido de las mismas. Aun así no parece haber más zombies a la vista. Además oyes un sonido bastante tétrico proviniente de algunos nichos cercanos. Se trata de un chirrio de lo más desagradable, parecido al que hacen las uñas de una profesora al pasar por una pizarra.

Lleno de curiosidad, me acerco a uno de los nichos de los que proviene el sonido, a ver que sucede...

Cuando te acercas los arañazos se hacen más intensos en todos los nichos, como si sintieran tu presencia. O la del libro...

Lo que escuchas son sin duda decenas de uñas vueltas de la muerte intentando salir de sus nichos cerrados con cemento.

Me acerco a uno de los zombies, le sonrio, y le digo- toma, libera a los demás -diciendo esto, le entrego el martillo, para que empiece a trabajar- destroza los nichos con el martillo para que puedan salir de su tumba.

¡Vosotros! -digo, señalando a los otros dos- Id a la obra y traed más herramientas. ¡Vamos!

Uno de los zombies coge la maza y cogiéndola como si fuera un ariete empieza a chocarse contra los nichos con todo su cuerpo intentando seguir tus órdenes. No parece dar mucho resultado, aunque si que rompe una de las losas, de la que sale una mujer zombie que te mira con interés, como si fueras un enorme pollo asado. Aun así no hace nada.

Los otros dos escuchan tus órdenes y te miran algo desconcertados. Parece que sus podridos cerebros no dan para mucho...

Maldición... ¿Tengo que hacerlo todo yo? Menudos sub-alternos me he buscado. -cojo la maza, y empiezo a romper nichos y demás tumbas. Cuantos más zombies libere, mejor...

Vosotros -digo al grupo de zombies- podéis ir a buscar comida, o lo que hagáis los zombies...

No puedo tener un ejercito de zombies si no se alimentan como Dios manda...

Los cuatro zombies, unos en mejores condiciones que otros, se marchan por las puertas del cementerio en busca de cerebros... o lo que sea que comen los zombies.

Mientras tu liberas a unos cuantos más. En total consigues sacar a seis. Rompes algunos nichos más, pero no hay zombies en ellos. Algunas tumbas son muy viejas y en otras simplemente no hay cadaver. La incineración está bastante de moda.

Cuando terminas tienes seis apestosos zombies junto a ti, y un perro zombie ha llegado desde algún lugar, probablemente atraido por el poder del libro.

Vaya... ¿Qué tenemos aquí? -digo mirando al perrito zombie- Te llamaré... ¡Baldomero!

Inspecciono a los nuevos zombies que he sacado- Bien, no está mal. Ahora, tenemos cosas que hacer. Lo primero es lo primero, y es algo personal.  Vamos a la hamburguesería. Quemémosla, y mientras, podéis alimentaros de la gente que os crucéis por el camino...

¡Vamos! -grito a los infectos zombies- sigueme Baldomero...