Partida Rol por web

Al principio tenéis que llevar a Xose entre Gaspar y Leo, le cuesta caminar por sí mismo, pero poco a poco va reaccionando y se hace cargo. Su antorcha está a punto de apagarse. El bosque es muy amplio, al igual que los cultivos, y debéis andar con cuidado, pues hay más zombis acechando, y narcos buscándoos.

Aceleráis al paso cuando creéis que veis algo, peor no es más que un pequeño grupo de podridos, y conseguís evitarlos. El cielo os guía hacia el norte, pero no hacia las chicas. Deberéis esforzaros un poco más para encontrarlas.

Esos primero pasos son los más difíciles. Luego, notar a Gaspar al lado y el alivio que me da su presencia me ayuda a recuperarme. Al menos esta vez no estoy solo. 

Miro al cielo, y veo claramente dónde está nuestro camino, el norte. Pero en un rápido destello, veo que antes hay que encontrar a Nara y Sunhee, y ralentizo el paso. 

-Venga, tenemos que encontrar su rastro. Aproximadamente salieron hacia esta dirección, pero... ¿y si giraron en algún momento? Busquemos pistas. Y evitemos a grupos como el de antes, y como ese que acabamos de ver. Sólo perderíamos tiempo. - Murmuro con cuidado. Se que la antorcha se me está apagando, pero por suerte la noche es clara... 

Haciendo caso de mis propias palabras, busco por el suelo rastros en la tierra de pasos firmes aunque ligeros, no de podridos, y casi que de alguien que corriera, o hierba doblada y ramas partidas. Eso nos daría la pista de que alguien iba por allí... y ojalá fuesen ellas. 

No pensé que mis hermanas estarían muy lejos. Al no encontrar pistas de ellas se me hace un nudo en la garganta. – Leo, ¿Podrías guiarnos hasta las granjas? Nara iba muy decidida hacia allí, creo que las encontraremos si llegamos. – Es lo mejor que se me ocurre, buscar a las chicas en el lugar al que se dirigían.

Xose tiene razón, hay que evitar a los podridos, y sobre todo a los narcos. Un nuevo enfrentamiento nos podría alejar más de nuestras amigas. Por otro lado, Nara llevaba una antorcha, tal vez pudiéramos ver el fuego más adelante. Voy atento a eso.

Al poco de caminar alcanzáis a ver lo que parece la luz de una antorcha, en el suelo, a lo lejos. Os acercáis con cuidado, y caminando hacia vosotros reconocéis las siluetas a contraluz de Nara y Sunhee. Caminan... mal, parecen heridas, hay algo raro en sus movimientos, pero sin duda son ellas.

Os acercáis un poco más y ya cuando las tenéis a pocos metros os dais cuenta de que sí, son ellas, o lo eran. Xose las ilumina con su antorcha justo cuando se apaga: sus pasos son erráticos, sus movimientos espasmódicos, y sus miradas están perdidas en la oscuridad. Sunhee está cubierta de sangre, ha sido mordida en el hombro y ha debido morder a alguien más por la sangre que bordea sus labios. Nara tiene el cuello destrozado, y la cabeza de lado. Mientras se acercan gimen, ansiosas por devorar vuestros cuerpos, mostrando sus feroces dientes.

Sunhee y Nara

-¡Carallo! Maldita sea, maldita sea, no jodas, no, ¿ellas también? No, no, dime qué no son ellas... -​​​​​​-Digo a Gaspar, empuñando a la par la pistola, mirando hacia Nara y Sunhee... O lo que quedaba de ellas. Ya eran zombis, si es que eran ellas. No quería creerlo. No podían ser. ¿Como podían haber perdido su humanidad?¿No sería un efecto secundario de la droga? Ojalá lo fuera...

-Sunhee, Nara, decíd algo, venga, decíd que esto es una visión y que estáis bien. -Digo, mientras me quedo a una distancia prudencial para que no me ataquen...-​​​​​​--Y, ¿quien os ha atacado? ¡Hay que tener cuidado! Hay algo más por ahí...

Allí están… pero. ¿Qué pasa? – Sunhee, Nara… - Alcanzo a decir antes de que Xose las ilumine. El cuerpo se me afloja, la hachuela se me cae de las manos. No doy crédito a mis ojos. – Sunhee – Murmuro. Estoy estático.

Leo se queda atrás, preparada para reaccionar si hiciese falta, pero dándoos espacio a vosotros para acabar con ellas. Es lo menos que puede hacer. Las chicas, o lo que queda de ellas, se mueven como podridos. Caminan sin alma en su mirada. Son podridos. Sus ojos no dejan lugar a dudas, sus manos, sus rostros, y esos brutales mordiscos en el hombro y el cuello. No es un efecto de la droga, eso no lo hace una droga, eso sólo lo hace un podrido...

No siento el cuerpo y no creo poder decidir qué hace. Miro a Sunhee, realmente es ella, no hay dudas, pero los ojos… Los ojos no son los de ella, no tienen la ternura, la inocencia, el amor por todas las cosas. No veo a Sunhee en la rabia de esos dientes. Me odio, me odio profundamente por dejarla ir sola tras Nara. Me odio por no haber estado ahí, yo la hubiera salvado. – Sunhee… - Vuelvo a murmurar mientras cae una primera lágrima. Quiero dar un paso hacia adelante, con la mano extendida tratando de alcanzar su piel lisa, perfecta, quiero abrazarla y que me devore si eso es lo que ella quiere. Quiero quedarme allí con ella para siempre. Quiero muchas cosas pero no puedo moverme. – Sunhee… -

Mi voz tiembla. Es débil. Pero consigo que Gaspar me oiga, mientras le toco el hombro para que vuelva en si, y agarrándoselo por si necesita que tire de él para atrás. 

-Ya no... ya no son ellas... Ellas... ellas no querrían que esto pasase, y que... nosotros... no nos salvásemos. Vuelve, y haremos que descansen... Pero tienes que... estar de acuerdo. No querrían... ser parte de las Granxas... 

De todos modos, miro hacia Leo, y deseo confiar en ella. Aunque todavía me da reparo. Ya no me queda nadie más a quien acudir. - Leo. Díselo... O las hacemos descansar... o huimos ya... -Trago saliva. No quiero disparar, se que Gaspar tampoco quiere dañarlas. Pero no son ellas. Y hay que decidir ya. Tiro de él hacia atrás unos pasos, y empujo la hachuela con nosotros, para ganar margen. 

Ojalá reaccione. 

Hay un animal que habita en mí. La primera vez que sentí su presencia fue en el monasterio de los fráteres. Sólo existe para sobrevivir, no me deja entregarme. Ahora lo siento de nuevo. Mueve mi cuerpo, me devuelve el pensamiento.

Con las rodillas temblando levanto la hachuela.

-Ya no... ya no son ellas...

Dice Xose. Tiene razón. Nara odia con todas sus fuerzas a estos seres. Sé perfectamente qué quiere ella. Ellas odiarían estar así, ser utilizadas en las granjas. No sé en qué momento se me humedeció toda la cara con lágrimas. Respiro muy profunda para conseguir hablar con un nudo en la garganta y un hilo de voz.  Miro a Xose y Leo – Ayúdenme, por favor. –

Doy unos pasos con el cuerpo temblando. Camino hacia Nara convencido de que este es el mayor acto de amor que puedo tener con ella ahora. No tengo estómago para hacer el otro trabajo, prefiero ni mirar. Me concentro en Nara. Esta es mi despedida de la guerrera más arrojada de Pedroso. Quien la haya visto sola trepada a alguna torre en silencio, seguramente no comprendió que lo hacía por nosotros. Que no era egoísta, al contrario, velaba por todos. Pocos se habrán dado cuenta de que era tan grande su amor por nosotros que podía volverse asesina. En realidad no pensaba nunca en ella, en cómo la podían afectar sus actos, pensaba en cómo nos podía afectar si no actuaba. – Te quiero, hermana - No recuerdo si se lo dije antes.

Decido hacer como Gaspar. No hacer ruido. El momento que la duda de Gaspar me ha dado me ha hecho pensar en el ruido que hizo la pistola con Elica. Mi antorcha está casi apagada. La dejo caer mientras tomo el machete. Veo como Gaspar toma la hachuela y se decide. 

Veo la lucha en sus ojos. El dolor. 

-Estoy a tu lado, no flaquees. 

Una cosa es matar podridos, o incluso enemigos humanos que te atacan, pero, ¿tus amigos que ya no son ellos? Eso deja marca. Le entiendo. Es la primera vez que hace eso.

Yo... no me gusta endurecerme, pero este es un mundo asqueroso, con traiciones y la muerte que campa a sus anchas. Por ellas, deberemos sobrevivir. No digo cambiar el mundo. Vivir para otro día. 

- Sunhee, lo lamento. Espero que estés en un lugar mejor. 

La situación era muy difícil, entendía que debía ser durísimo acabar con lo que quedaba de sus "hermanas". Intentaba estar y con mi silencio mostrar el respeto que la situación requería. 

- No te preocupes, Gaspar, estaré aquí para lo que necesites- traté de aliviar en lo que podía, la responsabilidad que ellos habían adquirido. Xose parecía llevar la situación con decisión, pero Gaspar necesitaba más ayuda, era normal eran su única familia.

Los dos golpes acaban con el sufrimiento. Los cuerpos de Nara y Sunhee yacen en el suelo, ya en paz. Sus ropas están empapadas en sangre y en infección, pero podéis ver algunas cosas que por un lado os podrían servir, y por otro os recordarían a ellas para siempre. Entre unos árboles, donde al parecer todo ha sucedido podéis encontrar, en un gran charco de sangre, la daga de Sunhee, clavada en el ojo de un podrido, y la pala que Nara cogió de las granxas.

A vuestro alrededor todo está en calma, pero a lo lejos aún hay conatos de rebelión, disparos y caos. No tenéis demasiado tiempo...

-Descansad en paz. - Apenas puedo decir nada más. Es muy doloroso lo que he hecho, y han sido otra vez dos, dos personas que me importan en apenas unos minutos. Entiendo la angustia de Gaspar, y como se puede quedar después de tener que ejecutar esa decisión. Me acerco a los cadáveres, despidiéndome. 

Por eso miro a Leo, por primera vez teniendo algo de fe en ella. Ha sido considerada en este momento final y eso me hace no desconfiar tanto, empezar a tener cercanía. Además, creo que ahora estará mas despejada de mente que nosotros dos. Luego miro al cielo, y de nuevo a ella. 

-El norte, el norte... está allí, ¿no? Tenemos que irnos ya... Yo ayudo a Gaspar, y tú guías. -Atiendo al entorno, buscando de dónde vienen los ruidos, para ver si hay peligro inmediato. 

Está hecho. Todavía no lo puedo creer y ya tenemos que avanzar. Me arrodillo junto a Sunhee  en llanto. Los otros me hablan pero no me llega del todo el sonido. Todo zumba. Miro a la chica, este mundo no merecía a Sunhee. La única luz de bondad verdadera que he visto. Mi faro de optimismo. Nunca pude decirle cómo me salvó en el momento que más lo necesité. Su imagen me mantuvo vivo cuando parecía que se terminaba mi mundo. Ahora se terminó realmente y sigo aquí.

Tomo la mochila que llevaba a la espalda. La observo un momento y puedo verla delante mío por los caminos de Hoke. Como el sombrero de Vikingo y la brújula de Rut, será un recuerdo de las personas importantes que he perdido. Acerco a Nara hasta nuestra hermana, de ella me llevo el cordón de una de las botas que me ato a la muñeca. Las dejo recostadas abrazadas. Se amaban tanto, ni la muerte las pudo separar y se me fueron juntas.

Sin hablar, sigo al grupo.

En completo silencio, aunque no por ello despacio, Leo os guía a través de bosques y campos, bordeando las granxas, donde veis altas llamas levantándose hacia el cielo, y desde donde os llega un fuerte olor a carne putrefacta quemada. La chica parece conocer bien el terreno, y eso sumado a la capacidad de orientación de Xose, os permite avanzar en paralelo a la playa del oeste de la península, lejos de los podridos y los narcos. Hacia el norte, hacia donde la gran península se une al continente.

Amanece, y notáis cómo el efecto de las drogas que consumisteis anoche se desvanece. Con los primeros rayos de sol empezáis a ser realmente conscientes de lo que ha pasado desde entonces. En unas pocas horas todo vuestro mundo ha cambiado de un modo radical e irrevocable.

Los últimos coletazos de la droga me dejan ver qué, pese a toda mi desconfianza, Leo va en la dirección correcta, el norte, nuestra tierra. O lo que queda de ella tras la destrucción de los ferrolistas. Durante lo que resta de noche esos últimos restos de droga me permiten correr, andar, saltar y ayudar a Gaspar cuando lo ha necesitado, pero mientras se desvanecen me empiezo a encontrar cansado. No demasiado, pero si lo suficiente. Y además, los últimos destellos de aquellas alucinaciones se apagan. 

Y veo las botas en mis pies. 

La pistola en mi pantalón. 

Y veo que somos tres. 

Levanto la cabeza, y el sol saliendo por la derecha me termina de despertar. Miro a Leo. A Gaspar. Y de pronto, me rompo. Me planto. 

-Leo, necesito unos minutos. Respirar, parar, asumir lo que ha pasado. Por favor... - me daba igual parecer débil en aquel momento. Teníamos que detenernos, pensar a donde ir, que comer, pensar en descansar... Pero pensé más en todo lo que pasó anoche. - Y... Pensemos a donde ir...

-Gaspar, ¿ha pasado de verdad?- Dije, desde mi sitio. 

-Vale, descansemos un poco. Ya queda poco para llegar a la frontera y no nos vendría mal pararnos y decidir cómo vamos a hacerlo- respondí a Xose mientras miraba alrededor intentando ver que no teníamos podridos cerca -En la frontera hay una garita de guardia, normalmente son dos. Puede que vayan a cambiar de turno ahora, si no lo han hecho ya. Intentemos ir preparados, yo tengo mi bate, tú tienes un hacha y tú además de tu machete, tienes la pistola, ¡genial!- les dije a los chicos repasando nuestras armas.

- Ehhh, si, el camino... - Digo como ligeramente despistado, costándome centrar la situación. Lo de los dos guardias... es cuanto menos preocupante. Si que lo es. - Dos guardias, una garita. La frontera. Si, somos tres, podríamos con ellos, ¿qué vigilan? ¿Lo que viene de fuera? ¿Cómo es la frontera, la has visto? - Digo, poniendo dos preguntas bastante importantes para desarrollar la huida. - ¿Hay algún lugar de narcos cerca? Para no alertarlos usando la pistola...