Partida Rol por web

Garlukan observó con actitud defensiva como el ogro había apresado a Nora y como después este había reaccionado a la imperativa orden de la paladin desplazando su agresividad hacía ella.

En cuánto el ogro se situó frente al carro, donde se encontraban la radiante paladin y el corpulento barbaro, este último desenvaino lentamente su ancho espadón a dos manos para empuñarlo con rostro furioso.

- ¡¡¡¡ Ogro !!!! ¿¿Osas desafiar iluminada y bella Valeria?? ¡¡¡Si la tocas partir en dos a tí!!!!! -  dijo interponiendose entre la sierva de Pinxopa y el grotesco ogroide haciendo gala de una valentía guerrera encomiable. ¡Pareciera que el galisio era inmune al miedo!

Entonces Garlukan se abalanzó sobre el ogro asiendo su gran espada con ánimo de clavarla en su enemigo...

Rob había observado cómo Valeria era súbitamente alzada por los aires por un brazo enorme. Su primer instinto había sido gritarle al ogro que la soltase, pero esos brutos tienen la mala costumbre de tomarse las sugerencias de forma demasiado literal y, viendo el desfiladero en el que estaban, una vocecilla en su interior le había dicho que no era una buena idea. Enseguida pensó coger su arco para dispararle al brazo y obligarle a soltar a la exploradora asaetando sus tendones, mas nuevamente Nora parecía estar abocada a una caida al vacío de optar por esa alternativa.

Pero la enorme bestia decidió saltar a nuestra cornisa desafiando las órdenes de Valeria y su dios, dándole al mediano una solución: Siempre que escuchaba el nombre de Pinxopa inevitablemente lo relacionaba con el verbo pinchar. Por supuesto era algo que jamás confesaría a la paladina, pues sabía que podría sentirse ofendida por semejante comparación, pero en este caso sirvió para inspirarle: desenvainando su espada ropera, que junto al enorme ogro casi parecería un alfiler, se acercó por la espalda aprovechando que había caido cerca del carromato.

Garlukan se acercaba con su inmenso espadón, que podría desequilibrar al bruto que había agarrado a Nora, así que, agachándose para apuntar al talón de Aquiles del ogro, lanzó una estocada que habría dejado pasmado al mismísimo Rogers.

Luna se acercó a su ama y con el hocico le acarició la cara. Nora le sonrió con esfuerzo y se levantó despacio, con el cuerpo todavía magullado. Hincó una rodilla en el barro y cogió el arco. Apuntó al ogro con una flecha. Cerró un ojo, aguantó la repiración y se concentró para no herir al bárbaro. La flecha salió silbando el aire a toda velocidad y acertó de lleno a la bestia.

- ¡Bien! - se dijo para sus adentros y ya más animada, se levantó y corrió hacia el carromato para tener una mejor posición para volver a disparar. Luna la siguió de cerca.

Un experto comandante llamado Chunzú escribió un memorable tratado sobre la guerra. Decía en él cosas como 'el terreno es un contendiente más' o 'conócete a ti mismo y la mitad de la batalla estará a tu favor'. Se dice que luego su mariscal de campo había añadido algunas anotaciones al libro tales como 'si te superan en número no te piques y mantén la distancia, no seas gilipollas'. Mientras que la obra de Chunzú era venerada por cualquier general que moviera ejércitos enormes las notas del mariscal eran el pan de cada día de los aventureros marrulleros. El ogro, al lanzarse a por Valeria, había desechado una ventaja estratégica completa para meterse en la boca del lobo. Y aquellos viajeros no iban a darle una oportunidad para lamentarlo.

El enorme espadón de Garlukan se abrió camino a través de carne, músculos y huesos, casi cercenando por completo un lateral del monstruo mientras la sangre salpicaba todo como un torrente de magma rojo. Y casi de forma simultánea el pequeño Rob salió de saben los dioses donde para apuñalar de forma rápida y certera la zona donde estaba el hígado del ogro. Tambaleándose el enorme bruto se giró sorprendido pero el ladrón ya no estaba allí. Fue una flecha vengativa de Nora la que impactó en su ojo izquierdo. Aquella batalla no podía ser cantada por ningún bardo porque no daba tiempo.

- Por los abismos de Karadaviel... ¡ha sido lo más increíble que he visto nunca!

Herman tenía la boca abierta intentando asimilar lo que acababa de ver. ¡Aquellos individuos no eran buenos! ¡Eran mortalmente buenos! Por un momento empezó a pensar que saldría vivo y un poco más rico de aquella aventura.

La idea de sobrevivir le duró justo lo que tardó en aparecer el otro ogro por entre la lluvia y el viento justo detrás de Garlukan. Quizás tan impresionado como el propio mercader el nuevo contendiente no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de aplastar la cabeza del bárbaro antes de que pudiera usar su espada contra él. 

Tras el tremendo y brutal desmembramiento del bárbaro hacía el ogro, Garlukan se giró hacia Valeria cubierto de la sangre de la batalla, tal vez buscando su aprobación por tan heroico gesto.

- ¡¡¡ Nadie toca a Valeria !!! - exclamó con tono varonil y aspecto de auténtico guerrero. Sin embargo poco más pudo añadir cuando de su retaguardia apareció otro de aquellos enormes ogros dispuesto a vengar la muerte de su paisano. 

Sin posible escapatoria debido al estrecho espacio y con el corazón de un valiente que no permitiría que el ogro dañará a la paladín a la parecía admirar (aunque esta se pudiera valer por si sola) el barbaro se posicionó con el espadón cruzado y en alto tratando de contener el inminente ataque.

Garlukan se giró para detener la maza con su espadón pero la intensidad del golpe del ogro a la carrera fue tal que incluso el poderoso bárbaro se vio aplastado contra el suelo por la fuerza de la maza. Los demás, pese al viento, escucharon aterrados como crujían todos los huesos de su compañero. Cualquier otro que no fuera un bárbaro curtido en el combate habría muerto por pura necesidad bajo aquel brutal impacto.

Pero Garlukan era uno de los mejores guerreros de su tribu.

Aunque estaba aturdido, a los pies del monstruo, seguía vivo. ¡Vivo y furioso! 

El ogro por su parte levantaba de nuevo la maza con la clara intención de rematarlo.

Nora subió ágil y silenciosamente con el arco preparado encima del carromato, aprovechando el ruido del aguacero para no ser descubierta, mientras veía con impotencia como el ogro agredía salvajemente a Garlukan. Le costó no chillar de espanto. Respiró profundamente y se serenó. Cuando la bestia volvió a levantar la maza ella también se puso en pie y le disparó en el brazo con la intención de desarmarlo mientras Luna se abalanzaba con fiereza sobre él.

Valeria asintió aprobadora frente a las acciones de Garlukan. Aquel, aunque bárbaro, era un hombre de verdad, dedicado a luchar y defender a las mujeres. No como esos raritos de la Hermandad del Solar que creían que las mujeres debían aprender a defenderse por si mismas y ganarse el pan tal como lo habían hecho ellos por siglos. No señor, aquel bárbaro entendía muy bien cual era su función.

Por ello fue que la paladín dejó que se defendiera solo del segundo ogro. Hasta que comprendió que aquello había sido un error. El enemigo estaba muy furioso y había pillado desprevenido a su compañero. Por más que creyera que le quitaría honor si intervenía, Valeria no iba a permitir que lo mataran. La flecha que vio clavarse en el brazo del ogro le demostró que Nora opinaba igual.

-Maldita criatura infiel, has elegido mal a tus enemigos!

Con arrojo, la mujer desenfundó su espada y se interpuso entre el bárbaro y el ogro, dispuesta a parar el siguiente golpe del enemigo y derrotarlo en combate singular, como correspondía a los devotos como ella.

La flecha de Nora se clavó en el brazo del ogro, que rugió enfurecido. En ese mismo momento Luna se abalanzó sobre él mordiendo la misma extremidad. El ataque combinado hizo que la enorme maza se cayera al suelo y rodase por la pendiente. Por su parte Valeria se interpuso entre el maltrecho bárbaro y el monstruo, intentando con ello evitar que otra descarga brutal acabase con su compañero. 

El ogro estaba levantando en vilo a la pantera que tenía ahora aferrada en su brazo derecho y al moverse golpeó con el costado del animal a Valeria, quien salió despedida hacia atrás cayendo sobre Garlukan.

Tras haber visto a un ogro morir rápidamente y al otro aparecer entre la niebla dándole un sopapo a Garlukan que hubiera puesto en órbita a una criatura más pequeña, Rob se entretuvo pensando un momento cómo sería salir volando proyectado por la maza de un ogro de hielo. Alguien con más visión comercial se habría dado la vuelta inmediatamente para ir a la oficina de patentes de la ciudad más próxima y registrar el invento, que seguro que no tardaría en sustituir a ese aburrido deporte en el que golpean piedras con un palo.

Pero, por mucho que cualquiera que leyese su mente en estos momentos sin duda pensaría que estaba desvariando, en realidad el pesamiento lateral del joven mediano le estaba guiando para trazar un plan: Un viajero sepultado por piedras, una maza bien grande que seguramente podría provocar un desprendimiento y una caida de un desfiladero a centenares de metros... ¿Qué podía salir mal?

- ¡Garlukan! ¡Intenta tirarle montaña abajo! - le gritó al bárbaro, preguntándose por qué se estaba alternando con Valeria para recibir sopapos de un ogro. Tal vez los humanos habían inventado otro deporte igual que él y no le habían avisado.

Pero su plan se fue al traste de repente en cuanto vió cómo el bruto agarraba a Luna. Fue en ese momento cuando Rob decidió hacer aquello por lo que su famoso tío Saltatrampas se había hecho mundialmente conocido: improvisar.

- ¡Eh! ¡Tú, Grandullón! ¡Deja a mi montura, caraculo! - Técnicamente aún no había llegado a cabalgar nunca en la grupa de la pantera, pero Nora ya le había prometido que no tardaría mucho en hacerlo. Sí, él lo había escuchado con esas orejas tan grandes, al menos en comparación a las de los humanos. - ¿Por qué no te enfrentas a alguien de tu tamaño? - Miró a Garlukan, que era el único que podía aproximarse a la altura del ogro, pero le dió pena y rectificó. - ¿... de mi tamaño?

Mientras gritaba haciendo aspavientos para llamar su atención, se separó del carro, pensando que cuando salieran de esta iría mucho más cómodo subido en él que caminando y era probable que el ogro de las nieves no respetase la propiedad del pobra Gangas. Claro, Valeria no había tenido una charla con él para explicarle lo importante que era para los humanos el sentido de propiedad. En todo caso, si lograba cabrearle lo suficiente, tendría que dejar a Luna y lanzarse a por él, así que se colocó cerca del borde del desfiladero, mientras sacaba una cuerda de su equipo. Porque, después de todo, el mediano era temerario, pero no completamente estúpido

- UAAAAARRARGHHHHH - rugió el ogro como toda respuesta.

De un brutal manotazo se libró de la pantera, que salió despedida por suerte contra la pared y se abalanzó corriendo hacia el enano gritón. 

- MATARENANODEMIERDAAAAAAAA...- dijo en un común brusco pero bastante efectivo.

¡Eh! ¡El plan estaba funcionando! Lo que no tenía demasiado claro Rob es, viendo como el puño del monstruo se alzaba para intentar derribarlo, si era un buen plan. Pero al menos el gigantón estaba ahora al borde del abismo.

Rob sonrió al ver que el ogro se deshace de Luna lanzándola hacia el interior. Debería saber que los gatos siempre caen bien, y eso también aplica a uno tan grande como mi futura montura. Cuando se volvió hacia él hinchó el pecho con orgullo, pensando que seguramente Pincho-pan estará también contento con él por su comportamiento, dado que, al igual que Valeria, también él puede atraer a esos seres estúpidos.

Sin embargo, en el momento en el que el ogro empezó a correr hacia él, el aire se le escapó de los pulmones con un suspiro. - ¡Ups! - Muchos creen que los medianos de su aldea son inmunes al miedo. A rasgos generales no están muy desencaminados, pero también es cierto que ningún Zumbapié que Rob haya conocido, y su familia es bastante extensa, se ha encontrado nunca delante de un ogro de hielo cargando hacia él en un desfiladero.

Pero, asustado o no, lo que no parecía muy sensato era quedarse quieto. Rápidamente, aprovechando que al bruto le separaban varios pasos de su posición, se ató un extremo de la cuerda a la mano, agarrando el resto del rollo. "Nunca salgas de casa sin una buena cuerda", le había dicho una vez su abuelo, aunque era probable que él la fuera a usar para sujetar las plantas de tomates a sus guías. Pese a todo, si las cosas iban mal, era posible que le fuese de utilidad.

El ogro estaba ya a una de sus enormes zancadas cuando Rob echó a correr hacia él. Todos sus instintos le decían que escapase en dirección contraria, pero en vez de eso se lanzó al suelo, deslizándose mientras esperaba colarse entre las piernas del enorme bruto.

Garlukan se incorporó tras el duro golpe recibido por parte del ogro justo después de que Valeria fuera también arrojada hacía aquel extremo de la cornisa víctima del enfurecido enemigo. Con el rostro lleno de furia y ardor guerrero, el bárbaro arrancó a correr en dirección al ogro al mismo tiempo que el mediano había hecho acopio de una gran valentía (o locura) deslizándose por debajo.

- ¡¡¡ MUEREEEEEEE!!!!! - grito encolerizado Garlukan arrastrando el enorme espadón por la nieve mientras embestía al ogro con todas sus fuerzas con el ánimo de hacerlo trastabillar y que cayese por la colina. 

Hay un viejo proverbio de la costa del sur que dice 'nunca enfades a un bárbaro si aprecias tu vida'. El proverbio de las tierras de los mercaderes para el mismo caso es 'mejor quema toda tu mercancía antes que enfadar a un bárbaro'. Los bárbaros, cuando se refieren a ese tema dicen simplemente 'morirás varias veces'.

El mediano intentaba atar aquella cuerda lo más rápidamente que podía mientras pensaba en si moriría aplastado contra el fondo del barranco o por el simple impacto del puñetazo del ogro. De hecho veía la sombra del puño acercarse a través del viento y la lluvia. La veía tan cerca que casi sentía el dolor.

Pero Garlukan hizo lo que mejor se le daba a los bárbaros: barbaridades. Con un grito que resonó a través del viento con la fuerza de un aullido de dragón embistió contra el ogro brutalmente. El monstruo se vio volando por los aires y su rostro reflejó la sorpresa de aquel que sabe que está muerto aunque su corazón todavía late.

Luego todos vieron como iba cayendo por el despeñadero golpeándose con cada roca afilada del camino. Muriendo, como prometían los bárbaros, varias veces.

Por un momento la imagen del ogro pateando al kender y mandándole montaña abajo se cruzó por la cabeza de Rob. Sin duda eso también se podría convertir en otro deporte de éxito, pero el joven mediano no tenía mucha intención de servir de conejillo de indias para una prueba piloto. Afortunadamente, el bárbaro llegó en el momento apropiado y fue el ogro quien acabó cayendo por el desfiladero.

Con gesto tranquilo, se levantó del suelo y se acercó tranquilamente al borde del abismo. Lamentando no poder preguntarle qué se siente al volar, Rob se encogió de hombros. - Te advertí que no te metieras con alguien de su tamaño - le dijo al ogro que hacía tiempo que se había perdido entre la ventisca que azotaba la montaña.

- ¡Bien hecho, Garlukan! ¡Nunca había visto una carga semejante! - dijo, olvidando que había pensado exactamente lo mismo unos segundos atrás mientras el ogro se precipitaba hacia él. - ¡Me tienes que enseñar ese movimiento! - dijo doblando el brazo y lanzándose con el hombro contra las piernas del bárbaro.

Tras salir rebotado por el impacto, aprovechó el movimiento para volver junto a Valeria, Nora y Luna.

- ¿Estáis bien? - les preguntó a las mujeres algo preocupado, balanceándose sobre un solo pie. - Vosotras no tenéis la cabeza tan dura como Garlukan... - añadió recordando el mazazo que había recibido el bárbaro. - ¡Luna! - exclamó acercándose a la pantera lentamente. - No te preocupes, te pondrás buena enseguida - dijo acariciándola con cuidado, dispuesto a quitar la mano en cuanto el felino intentase darle un mordisco. - Esperaré a que te encuentres mejor para que me lleves a caballito, ¿vale?

Tras tan heroica carga, el bárbaro hinchó el pecho de orgullo y satsifacción asomado al nevado acantilado al tiempo que volvía a enfundar su gran espada a dos manos en el cinto de su espalda desnuda.

Entonces, Garlukan se giró hacía los suyos después de que el mediano saliera rebotado por su curiosa imitación de carga y se acercó hacía la paladin a la cual le ofreció la mano para que se levantara. 

- ¿Estás bien? - preguntó con bondad y afabilidad aquel que hacía unos minutos vociferaba con una ira sin par. 

Nora suspiró aliviada al ver que todos se encontraban vivos: Luna estaba en el suelo relamiéndose las heridas y los demás se recomponían del susto. Vio a Herman saliendo de detrás del carro con sudor en la frente. Los miró de uno en uno haciendo un gesto serio con la cabeza en señal de aprobación. Era la más joven del grupo y no quería que la vieran como la más débil aunque estaba temblando por dentro. La tempestad estaba amainando y ya se podían ver claros de luz entre las nubes. Era una señal de tregua. Esta vez habían tenido mucha suerte pero no se podían permitir otro encuentro como este.

Oteó el horizonte desde la cubierta del carromato en busca de pistas que pudieran delatar alguna otra criatura más. - Debemos seguir adelante, no podemos quedarnos aquí ni un segundo más. -Dijo finalmente la exploradora. -Yo iré delante junto a Valeria para seguir el rastro del último ogro y asegurarnos de que el camino está despejado-.

El grupo se iba recomponiendo de la emboscada para continuar su camino. Había sido una buena pelea y la victoria les resultaba reconfortante. Sobre todo porque se había debido más al trabajo en equipo que a la pura suerte. 

Nora se adelantó ligeramente para rastrear los pasos del ogro mientras los demás reemprendían el camino escoltando a Hernan, que no dejaba de parlotear admirándose de la fiereza del grupo. El rastro del ogro era muy claro en el barro del camino y no entrañaba ninguna dificultad seguirlo. En un punto determinado del camino las huellas se dirigían hacia una de las paredes verticales, donde varios salientes se podrían usar fácilmente para trepar. El monstruo probablemente ni los habría necesitado, porque podría alcanzar de un salto la cornisa por la que evidentemente había descendido. En dicha cornisa se abría la entrada a una caverna.

Luna se detuvo al lado de su ama y olfateó el aire. Había dejado de llover pero el viento seguía arreciando. La pantera se mantenía tranquila así que la exploradora descartó que hubiese ogros emboscados en la entrada. Otra historia distinta sería saber la profundidad de la misma y si había más de los de su raza acechando en su interior.