Partida Rol por web

- Tu no ir a casa. Tu no tener miedo. Morkai defender. – Aseguró el semiogro agarrando a Firfin para que no volviese hacia atrás.

Su impulso le decía que debían saber que había pasado allí. Marcharse ahora era poco más que no haber venido.

- Morkai acercarse y despejar peligro. Luego contar cuantos muertos y cuantos vivos. Luego saber dónde venir y donde ir vencedor.

Un campo de batalla solía dejar muchísima información sobre los contendientes, y Morkai lo sabía muy bien, aunque no fuese muy bueno captando irionías.

Analizó por donde convendría acercarse al derruido fuerte con menos posibilidades de ser visto y se dispuso a seguir esa ruta.

— Pobre gente— se lamentó al ver el desolador panorama. 

— Mujer... — Oten se giró para dirigirse a la mercenaria. — ¿Reconoces los ropajes de los humanos? ¿Son de algun ejercito? ¿Guardias de Gäelnor? — el sacerdote no ocultaba su extrañeza al ver un fuerte allí. Evidentemente era un extranjero en aquellas tierras pero por lo que habia escuchado de la propia mercenaria, de Ronald y del erudito de la ciudad, le parecía que una construcción así no encajaba allí. 

Stella asintió.

—La Guardia del Camino. Se encargan de vigilar la zona cercana al valle. Ocasionalmente montan fortines como éste, sobre todo cuando hay alguna expedición a la periferia. He oido que algunas de estas colinas albergan minas de minerales preciosos. Si un mercader lo suficientemente poderoso organiza una expedición de minería la Guardia del Camino monta un puesto avanzado para asegurar la protección. Aunque estos parece que ya no protegerán a nadie.

Mientras hablaba observaba como Morkai se movía con cuidado entre los árboles, aproximándose a la estructura.

Quienes pudieran pensar que Morkai no era más que un saco de músculos no iban muy desencaminados. Pero para que un guerrero semiogro alcanzase una edad adulta y pudiera vencer tantos combates en la arena tenía que existir una combinación entre la violencia un innato sentido común de supervivencia y lucha. El gladiador sabía que para enfrentarse a un desafío tenía primero que observar los posibles puntos débiles y organizar las defensas. Eso mismo estaba haciendo ahora mientras se aproximaba a los restos del fortín.

Por desgracia no resultaba igual de fácil para él analizar los puntos débiles de un enemigo en un combate cuerpo a cuerpo como sacar conclusiones de una atalaya defendida. La entrada más evidente sería a través de la parte que se había colapsado¹.
 

- Yo también voy... - dijo Noren después de que Morkai se dirigiera hacia los restos aún humeantes.

Comenzó a caminar intentando hacer el menor ruido posible por si hubiera algún enemigo aún en la zona y se dispuso a inspeccionar los alrededores de la construcción. Luego examinó los cuerpos de los fallecidos, tanto humanos como reptiloides intentando obtener algo de información sobre lo allí ocurrido...

— Pero... ¿Qué haces? — dijo al ver como Noren seguía a Morkai. ¡Insensato! pensó y es que aunque el espectáculo que se podía ver desde allí le encogía le corazón, no estaban allí para arreglar los asuntos de comerciantes y la guardia de los humanos y, mucho menos, para verse involucrados en una refriega con esos seres reptiloides. 

Morkai asintió complacido al ver que Noren le seguía y avanzó sacando silenciosamente su espada. A pesar de que avanzaba por el lugar más evidente, marchaba ligeramente encorvado y procurando no perder de vista las fortaleza por su veía algún movimiento en el lugar.

La sorpresa había paralizado a Aren durante un momento, solo un momento, para fue suficiente como para que tanto el semiogro como el guerrero enano se adelantasen al explorador. Sin embargo, pese a que el enano ardía de deseos de seguirlos optó por permanecer en el sitio, tratando de asegurarse que la destrucción, no fuera en realidad una emboscada. Casi sin darse cuenta extrajo su arco y empulgó una de sus flechas mientras observaba no tanto los restos del fuerte, sino los alrededores

— Está bien. Acaso prefieres seguir avanzando y que lo que sea que haya atacado a esos humanos haga lo mismo con nosotros — le preguntó a su compañero — Con suerte averiguamos que se fueron en otra dirección y podemos olvidarnos del problema... Bueno, olvidarnos, es un decir — se corrigió — Pero si van en nuestra misma dirección, no es mejor saberlo? —

— ¿Te has vuelto loco? Este lugar esta lleno de peligros. Cada vez que veamos una bestia o monstruo ¿Te vas a girar para abatirla aun cuando puedes evitarla? Dime ¿Que pretendes? ¿Eh? !Eliminar todos los peligros del Valle por miedo a que nos ataquen!  ¡Es ridículo Aren! !Ridículo!— dijo Oten sin disimular su enojo. 

Pese a las quejas de Oten parecía que aquel grupo estaba dispuesto a encarar cualquier peligro que se les cruzase. O incluso a ir a por él si no estaba dentro de la ruta. Stella, por su parte, desenfudó su arma y se encogió de hombros cuando la mirada del enano se cruzó con la suya. 'Tú sabrás como son' venía a decir ese gesto.

Noren calibraba la situación. Estaba claro que había sucedido una batalla y era evidente que los hombres lagarto habían asaltado la empalizada¹ pero ¿qué motivo los llevaría a atacar un puesto defendido por soldados de forma directa? Estaba claro que si había algo de valor o importancia en el interior del fuerte se lo habrían llevado los asaltantes² ya que ese sería el motivo del ataque. Mientras se ubicaba tras uno de los árboles, examinando la parte de la empalizada caída, se fijó en la forma que habían caído los troncos: como si algo enorme los hubiera derribado. No sólo había hombres lagarto durante el ataque. Sin dud tenía que haber algún tipo de bestia mucho más grande que pudiera abrir ese boquete en las defensas³.

Aren también avanzó, ignorando el enfado de Oten, para intentar sacar alguna pista del escenario en el que se encontraban. Escuchaba el canto de algunos pájaros y el movimiento de animales. El humo empezaba a disiparse. Los atacantes ya no estaban presentes: lo que estaban viendo había sucedido hacía unas horas⁴.

Mientras observaba a su alrededor y decidía que, por el momento, no había peligro inmediato, el explorador le contestó a Oten — Loco?, No. En lo más mínimo. Pero dime si no estás más tranquilo sabiendo que, por lo menos por ahora, no estamos en peligro? —

Tras menear la cabeza, volvió a donde lo aguardaba su compañero y le explicó — Llevo mucho tiempo en el exterior. Quizás no en este valle, pero si en las montañas. Y nunca está de mas verificar que uno no deje peligros a su espalda. A la larga es más seguro eso que evitar los sitios que parecen peligrosos —

— Sin embargo, sabiendo que lo que sea que haya atacado ya no está por aquí, coincido contigo en que debemos volver a donde dejamos las mulas. espero que nuestros nuevos porteadores hayan comenzado a preparar el campamento. Debemos comer algo y descansar si queremos salir temprano —

— No. No me quedo más tranquilo. —

— Habeis expuesto la expedición a un peligro innecesario ¿Que hubiera pasado si los asaltantes estuvieran cerca acechando? ¿O ocultos en le fuerte? Nos hubiéramos tenido que enfrentar a ellos o huir y todo ¿Para qué? Que esos reptiles no estén cerca no cambia para nada el hecho de que tendremos que seguir el camino con la misma cautela que antes. ¿O vas a dormir esta noche sin montar guardia? —

— Es como si una liebre se acerca a un bulto en mitad de la noche para asegurarse de que no es un lobo lo que ve. —

— Pero bueno— dijo resignado —Parece que soy el único que piensa así. Parece que será Morkai el que tomará las decisiones aqui y nosotros le seguiremos— dijo recordando que había sido el semiogro el que se había acercado al campamento por su propia iniciativa y sin consultar a los demás. 

— Volvamos con las mulas y los porteadores— Oten se giró y comenzó a andar sin esperar respuesta. Había tenido bastante por aquel día

Sorprendido por sus hallazgos, Noren volvió junto a sus compañeros justo a tiempo para escuchar como Aren y Oten discutían acerca de la expedición.

- Estoy de acuerdo en que debemos volver junto a las mulas y reagruparnos. Aunque únicamente hay cuerpos de atacantes reptilianos, he encontrado señales de una gran bestia durante el ataque. Seguramente los atacantes azuzaron a la bestia contra la empalizada y la echó abajo sin dificultad. Si esa bestia sigue por la zona... hay que proteger a las mulas.

Ajeno a la conversación que se desarrollaba a sus espaldas, y visto que no parecía haber ninguna amenaza cercana, Morkai se acercó hasta el campamento a examinar el lugar. Lo primero que comprobó es si había algún superviviente. Comprobaba los cadáveres con indiferencia, zarandeándolos con el pie sin demasiado respeto. Tras comprobar que no había nadie mucho interés en el fuerte examinó las huellas esperando saber de donde habían venido los enemigos y, sobretodo, hacia donde se dirigían después. Cuando acabó de investigar la zona volvió con el resto del grupo.

El semiogro atravesó la empalizada para ver como estaba aquello. No había superviventes: sólo cadáveres. Seis humanos y cuatro hombres lagarto, teniendo en cuenta los que ya habían visto desde fuera. Morkai movió los cadáveres sin ceremonia alguna, comprobando que allí no quedaban supervivientes.

Miro alrededor y comprobó las marcas que había en la empalizada y en el propio fuerte. Algo muy grande las había hecho. ¿Quizás en el pasado el semiogro se habría enfrentado a algún tipo de criatura que pudiera ser domada por los hombres lagarto?¹. El fuerte era muy básico: unas tiendas de campaña en el interior y una caseta que servía de almacén. En su búsqueda de supervivientes revisó la caseta y lo que encontró fue carne y pescado en salazón². Cogió los paquetes mientras deshacía el camino para reunirse con los demás, no sin antes echar un vistazo para saber por donde se habían ido los atacantes. Y era fácil porque lo que fuera que atacó el fuerte se había abierto camino a través de la espesura dejando un rastro evidente hacia el sur. Aquella senda parecía ascender por las colinas hacia las montañas³.

Los demás, sin embargo, ya se alejaban del fuerte para ir al encuentro de las mulas y los porteadores. Los encontraron donde los habían dejado. Ronald parecía haber encontrado un buen lugar para acampar allí mismo, protegidos por la ladera más empinada de una de las colinas. La noche estaba a punto de caer sobre la entrada del valle, así que parecía un buen momento para descansar⁴.

Tras escuchar a Oten, Aren no pudo menos que menear la cabeza mientras mascullaba, casi para sus adentros, aunque consciente que su oso si lo estaba escuchando "No se porque me sorprendo, si ya lo sabía de la ultima vez. Lo puedo guiar, le puedo salvar la vida, pero siempre va a ser un cascarrabias"·

Pese a todo intentó tranquilizarlo aunque sospechó que probablemente no serviría de nada — Pierde cuidado yo, por lo menos, no pienso seguirlos, solo queríamos asegurarnos que no estuvieran en nuestro camino —

Tras llegar al campamento y observar la disposición del mismo asintió secamente, moviendo su cabeza arriba y abajo mientras comentaba a los porteadores — Parece un buen lugar. Creo que hemos tomado una buena decisión al traernos con nosotros —

— Necesitamos alguien que se ocupe de administrar las provisiones — comenta Aren que ya ha participado en más de una expedición — Oten, crees que tu experiencia en el templo te ayudará con esa tarea? Necesitamos a alguien serio y responsable — el explorador intenta aflojar la tensión que causa su compañero con su actitud discutidora.

— Y también organizar las guardias. Exceptuando a Harold y Tempest, que no se han enrolado para esa tarea quedamos seis. Quizás podamos hacerlas de a pares — comenta tranquilo — Siempre es mejor ser dos los que están despiertos para evitar que alguno se duerma — aclara sin querer reconocer que, además, esa será una buena alternativa para siempre haya un enano despierto.

— Yo no tengo problemas en tomar ninguno de los tres turnos. Alguno de Uds tiene alguna preferencia en particular? — le pregunta al resto de los presentes, incluyendo en la conversación tanto al semi-ogro como a los dos humanos.

Volvía Morkai tratando de saber qué tipo de criatura podía haber causado este atropello. Se había enfrentado a hombres lagarto hace tiempo pero no recordaba bien los combates. Había visto tantas batallas, había peleado tantas criaturas, que a veces le resultaba difícil distinguirlas unas de otras. Tras mucho devanarse los sesos recordó una imagen de un cacique hombre lagarto. Llevaba una corona con plumas rojas que lo destaban del resto. Y también destacaba por ir a lomos de un enorme sapo con una verrugas venenosas en el lomo.¹

El semiogro dejó pesadamente los suministros del campamento donde se encontraba el resto de la expedición, orgulloso de mostrar su valentía y que era útil al grupo. Mientras se preparaban para acampar y organizarse para pasar la noche, se ofreció desinteresádamente a compartir turno con la mercenaria.

- Morkai guardia chica. – Dijo el semiogro con sonrisa bobalicona poniendo ojitos a la mercenaria.

— Yo me encargaré de las provisiones. — dijo mirando de reojo a Aren. Sus intentos de calmar la situación eran poco sutiles pero, en el fondo, el sacerdote lo agradecía. Las tensiones no les ayudarían a cumplir la misión. Lo cual no quitaba en que estuviera convencido de que la maniobra del fuerte de la guardia de los humanos había sido un riesgo absurdo e innecesario. 

Oten comenzó a abrir las alforjas de las mulas y hacer un recuento. No solo cuantitativo, también donde estaban guardadas. Se aseguró bien de que estuvieran repartidas y que no todas estuvieran en las alforjas de una misma mula. Iba apuntando todo. Minuciosamente. Luego sacó las que consumirían ese día y las tachó de la lista.