Partida Rol por web

Grace traga saliva mientras entra... Imaginaba cómo sería la charla con el director del campamento... como todas las charlas que había tenido con los directores de su colegio. Pero cuando ve la mesa y los jugadores... no puede evitar soltar un suspiro de alivio y acercarse a ella con una sonrisa.

Hola. Será un placer, si me lo permiten.

Se sienta a la mesa y espera una afirmación por parte del supuesto Señor D.

No es que hubiera jugado mucho a póker, pero... su padre sí la había enseñado. Su padre adoptivo, quería decir... Sobretodo cuando quería tenerla entretenida en casa algún fin de semana que ella no tenía ninguna actividad extra escolar. El señor Kelly había descubierto que mientras la cabeza de Grace estaba ocupada en el juego, en sus cartas, en las posibles cartas que debía tener él en sus manos y, sobretodo, en las paranoias que se montaba para intentar descubrir si su contrincante mentía o no... Grace no hablaba tanto y parecía más tranquila. Aunque su cabeza funcionara a 1000 rpm.

- Vale, vale, vale. - Dijo el hombre de los rizos mientras hacía aparecer un plato lleno de apio junto a su mano. - Tenemos una avispada por aquí, ¿no es así, Quiron? -

El hombre de los rizos, cogió un trozo de apio y se lo llevó a la boca, masticando con tranquilidad pero a la vez, poniendo cara de asco cada vez que masticaba... por no hablar de su cara al tragar un trozo. Automáticamente, su mano se acercó a la jarra de vino que había en la mesa, y esta, se separó de su mano sola hacia dónde tu estabas, arrastrándose por la mesa casi medio metro para quedar lejos de él.

- Si, me había olvidado. - Continuó negando con la cabeza. - Creo que en mi país, se estila saludar y presentarse, sobre todo cuando estás frente a los que te van a cuidar y enseñar como sobrevivir durante un par de años, al menos. ¿Cual es tu nombre, Señorita Maverick? -

Pero en ese momento, la jarra que se había alejado de él hacia ti... ¡también se alejó de tu lado! La jarra cayó al suelo haciendo un estropicio de cristal y vino, el cual también se sintió repelido por el Señor D y por ti, quedando debajo de las patas de cabra del sátiro, el cual casi se cae de la silla para evitar que sus pezuñas se mojen.

El Señor D frunció el ceño y te miró fijamente a los ojos.

- Podría ser... podría ser, sí. -

Quiron, era el único que se mantenía con una sonrisa de oreja a oreja.

En ese momento, una marca luminosa apareció justo delante de tus ojos, era un tirso, una vara larga y cilíndrica, rodeada de plantas que parecían hiedras o algo parecido.

- Bienvenida, hija. - Dijo el Señor D con una sonrisa.

Grace observa cómo la jarra se aparta de la mano del supuesto Señor D, arrastrándose por la mesa y parpadea un par de veces sin comprender... ¿Quién era ese hombre? Levanta la mirada extrañada pero enseguida se ruboriza por sus palabras, aunque no deja de sonreír.

Bueno... en mi país un "Hola" es un saludo... Y ya que quien me ha hecho llamar no se ha presentado, no voy a ser yo la primera. En Nueva York, dar más información de la cuenta te puede traer muchos problemas.

Sonriendo todavía, esta vez más ampliamente, añade su nombre y apellido a las palabras anteriores.

Grace... Grace Kelly Maverick, en realidad.

Bromea de nuevo y se acomoda en la silla cuando la jarra sale disparada apartándose de ella. Sorprendida, pero no asustada, levanta la vista al Señor D de nuevo y pregunta.

¡Juro que yo no he sido! -Era su primera reacción a cualquier accidente que ocurría a su alrededor... aunque la mayoría de veces sí había sido ella sin querer, claro... pero aquel no era el momento para hablar de ello- Perdón, pero... ¿Puede decirme porqué esa jarra me odia tanto? Aunque usted tampoco parece agradarle...

Pero en ese momento, justo cuando está preguntando... algo brillante aparece delante de sus ojos... algo que hace que su mente vuelva a ir a toda velocidad y termina haciendo que las palabras del Señor D no sean una sorpresa tan grande.

Grace se pone en pie bruscamente, volcando la silla y mirando airada a su supuesto padre.

¿Hija? ¿Hi... hija? -Vale, había pasado mucho tiempo pensando en quien sería su padre... en realidad no, había estado sólo una cuarta parte del tiempo que habría estado una persona normal, debido a la velocidad de su pensamiento, pero no había imaginado nunca que iba a conocerlo tan temprano... ¿Qué le iba a decir? No... tenía decidido que antes iba a matarlo por haberla abandonado a su suerte y después le preguntaría muchas cosas... pero ahora que lo tenía delante, prefería preguntar primero y matar si eso después.

Vale... ya me puedes estar contando dónde estuviste los primeros años de mi vida. Sí, esos que no recuerdo... justo los años antes de entrar al horfanato. Sería un buen tema de conversación... después ya vendrán las presentaciones formales, señor D.

- A ver, a ver, más respeto a tu padre, Grease que tampoco es tan fácil así como así recordar lo que ha pasado. Te recuerdo que tenía cosas que hacer, como intentar quitarme una maldición de encima o algunas cosas en el Olimpo. Soy un padre ocupado, no pretenderás que esté allí para ayu... ¡Vamos! Además ni sabía que existías. Hace mucho tiempo, y cuando digo mucho tiempo es mucho tiempo, que no tengo "relaciones" con nadie. Unos doscientos años, claro... - Dijo D mientras parece ser que en ese momento, se dio cuenta de algo.

Te señaló con el dedo índice, moviéndolo de arriba abajo en plan: "Tú, tú, tú", al mejor estilo Robert De Niro, y esbozó una media sonrisa.

- Si te sorprende tanto que sea tu padre, cuando sepas quién es tu madre, la cual, por cierto, me ocultó que existías durante todo este tiempo. Es una lástima que no pueda acercarme a ella, ya que mi madrastra me fulminaría con un hechizo, pero si la veo le diré un par de cosillas... -

Ahora, el Señor D inclinó un poco la cabeza.

- Tú... - Otra vez el dedo. - Tú no sabes quién soy, ¿no? Por que te veo un poco despistada. ¿Qué te han enseñado en la escuela sobre la Mitología? Creo que con todo esto que ha pasado, es simplemente sumar dos más dos, ¿no? -

Grace se cruza de brazos y fulmina a su padre con la mirada.

Vaya, sí... usted perdone, señor D, por no preocuparme por usted mientras yo he pasado los primeros años de mi vida vaya usted a saber donde y con quién. Yo sólo sé que llegué a un orfanato y que hasta los 4 años no supe lo que es una família... ¡Ni siquiera recuerdo nada de lo que ocurrió! Ruego que me disculpe por no preocuparme porque mi PADRE tuviera que librarse de una maldición que, por cierto, no parece haberle dejado sin ningún miembro...

Todavía con el ceño fruncido se muerde la lengua para no añadir "es una pena". Aquello habrían sido palabras demasiado venenosas para alguien como Grace. Por otro lado, golpeando con un pie en el suelo, alterada, todavía sigue con los ojos cruzados mientras añade.

Ni sé quien es mi madre ni sé quien eres tú. Perdone usted también por no poder recordar mis clases de mitología que me parecían completamente inventadas hasta hace apenas un día.

Y cuando parece que va a callarse, suelta una frase más al puro estilo Grace.

Y por cierto, no tienes ni idea de lo difícil que es prestar atención en clase cuando tan solo la lectura te complica tanto la existencia... Y ya que estás, ¿Podrías al menos molestarte en aprender a pronunciar mi nombre? Sería todo un detalle, oiga...

Y estaba claro... Grace no sabe con quién está hablando. O quizá podría hablarle de igual modo al mismísimo Zeus. Siempre había sido así... todo lo contrario a prudente.

El dedo otra vez.

*Tú... tú... tú...*

- Tienes caracter, Greis, mucho caracter. Me gusta que mis hijas tengan el caracter de sus abuelos, eso es tranquilizador. -

Masticó un poco más de un asqueroso ápio mientras no dejaba de sonreir.

El sátiro del lado abrió los ojos grandes cuando veía que desafiabas al que era su jefe. El sátiro anciano, con la barba larga y blanca, se acercó un poco a tú oido y te susurró: - Dionisio. Es Dionisio. -

El Señor D lo miró y asintió.

- Sí, soy Dionisio, o Baco, o como quieras llamarme. Dios del Vino, de la Locura, de la Naturaleza, sobre todo de los vegetales, y también, jefe de toda esta panda de chicos cabras. Y tu madre... bueno, tu madre... no tengo idea de su nombre. Recuerdo que bajé al Inframundo a rescatar a mi amada Ariadne* al Inframundo y allí ví a una pequeña Ninfa que me hacía señas. Estaba atrapada entre unas rocas y algunos demonios por lo que la salvé y me lo recompensó... bueno, ya te imaginas el resto. Así que esa es tu verdadera madre... -

El Señor D levantó el dedo hacia arriba, como para que le prestes atención.

- Pero la muy... estem... hija de una ninfa, ocultó su embarazo... bueno, eso lo hacen muy bien. Pueden estar embarazadas mil años si ellas quieren... hasta hace quince años, donde te dio a luz y supongo que borró tus pensamientos o algo parecido. -

Viendo que la cosa va para largo, Grace recoge la silla que había tirado hace un rato y le da la vuelta, sentándose a horcajadas sobre ella y apoyando los codos en el respaldo. Su ceño fruncido y su mirada acosadora, sin embargo, dejan bien claro que la joven no está para nada en el mismo estado que al entrar.

Aunque al menos, esa mirada desaparece cuando el anciano sátiro se inclina a decirle el nombre de su padre, y una sonrisa vuelve a iluminar su cara cuando mueve los labios para decir "gracias" sin llegar a pronunciar la palabra. Poco dura esa sonrisa, pues al volver a prestarle atención a su padre, desaparece.

Durante su discurso, la morena suelta algún "ajam", mientras su cabeza vuelve a moverse a la velocidad de la luz, buscando información almacenada sobre Dionisio. Y cuando éste pronuncia la palabra "ninfa"...

¡BINGO! -Exclama, apartándose un poco del respaldo y dandose con el puño en la palma de la mano- ¡Te castigaron sin vino por culpa de mi madre! Vaya... Tiene que ser traumático para el Dios del vino...

Piensa en voz alta finalmente, antes de suspirar... Al levantar la mirada, ya no parece enfadada. Tan pronto como viene, desaparece. Al menos había entendido que él no podía haberlo sabido... Ya duraría más el enfado cuando se encontrara con su madre... Si es que algún día lo hacía.

¿Y dónde puedo encontrarla? Es solo curiosidad... ¿Y porqué te castigaron exactamente? Estoy algo verde en mitología... apenas recuerdo un par de detalles y, no te ofendas, papi, pero en clase suelen centrarse más en dioses como Zeus o Poseidón... ¡Dioses! ¿Zeus es mi abuelo? Qué pasada... Y hablando del insti y de la família... ¿Has hablado con mis... padres? Bueno, mis padres humanos, me refiero... me gustaría hablar con ellos para tranquilizarlos y eso... y para decirles que iré a verlos y que cuiden bien a Zeus y Hera...

Dionisio se quedó ojiplático.

La verdad es que no era para menos, la chica que tenía delante, bueno, su hija, no paraba de hablar y por supuesto, de preguntar muchas y muchas cosas. La cuestión es, que Dionisio, o el Señor D como le gusta que lo llamen, no iba a responder a todas esas preguntas. Tal vez a una, o tal vez a ninguna. Nunca se sabía con él. Por algo la locura es su punto más fuerte.

Aún así, siguió con la mirada cada una de las palabras de Grace, le miraba los labios, asentía, ponía cara de estar pensando y escuchando lo que decía.

Aunque cuando la chica terminó de hablar, Dionisio sonrió.

- Vale, sí. Sí, sí, sí. - Dijo desganado.

En ese momento, habló Quiron.

- Ya hemos hablado con tus padres. Están muy contentos de que estés en un retiro espíritual con tus amigas, así que por ellos, no te preocupes. Tal vez en unos días, cuando la cosa se calme, puedas ir a verles. -

Grace muestra una enorme sonrisa a Quirón cuando este le contesta, y con un tono de voz suave y calmado, totalmente agradable, responde.

Oh, eso sería estupendo. Muchas gracias.

Aunque enseguida vuelve a mirar al señor D y aquella mirada dulce y amable vuelve a desaparecer en su ceño fruncido.

No has entendido nada de lo que he dicho, ¿no?

Pregunta finalmente, suspicaz, tratando de comprender la actuación de su padre. ¿Él tampoco iba a poder seguirle el ritmo? Pues estaba apañada... Pensaba que al encontrar a sus padres, encontraría alguien parecido a ella que pudiera entenderla, y va, y se encuentra con... Dionisio.

Después de un minuto de analizar el rostro del señor D, Grace suelta un enorme suspiro.

Bueno... ¿Jugamos o qué?

Pregunta, señalando con la cabeza las cartas de la mesa antes de volver a mirar fijamente a su padre y negar con la cabeza después.

- La verdad, no mucho. Mira que mi mente puede procesar mil cosas a la vez. Tal vez estaba saturada en ese momento, a ver, veamos lo que has dicho... hum... Zeus es tu abuelo, sí, pero no te conviene ir diciendo su nombre así por que si. No le gusta. - Dijo serio Dionisio. - No, no he hablado con tus padres humanos pero uno de mis hijos les hizo una visita hace unas horas para contarle lo del retiro espiritual y están muy convencidos de eso. -

El hombre continuó hablando tranquilamente.

- La voy a desplumar. Tú, medio caballo, reparte. -

Y Quiron, sin decir ni mú, repartió las cartas.

- Ah, me olvidada. Si quieres buscar a tu madre, tendrías que darte un garbeo por el Inframundo, pero no creo que a mi tio le guste que camines por allí, cosas del Señor de los Muertos y... ¿Quién demonios son Zeus y Hera? -

Grace no puede evitar medio sonreír al haber conseguido que su padre suelte tanta información de golpe. No se preocupa en absoluto de la información sobre su madre, simplemente su curiosidad va en aumento.

Vaya... ¿Vive en el Inframundo? No, claro, no creo que sea buena idea pasarme por allí, supongo... -Murmura, aunque en su cabeza, la pregunta ¿porqué no? traviesa fugazmente sus pensamientos- Zeus y Hera son mis mascotas. Dos perritos adorables y muy bien educados. Aunque... cuando les puse el nombre no sabía que sería tan mala idea...

Una gota de sudor frío recorre su nuca al pensar qué diría su abuelo si supiera que le puso su nombre a un perro...

Cuando las cartas están repartidas, Grace coge las suyas y las mira detenidamente.

Ah, y te has dejado una pregunta... ¿Qué fue tan malo de estar con mi madre para que te castigaran por ello?

Pregunta como quien no quiere la cosa, sin dejar de mirar sus cartas.

Grace se encogió en su silla al escuchar el trueno y cerró los ojos esperando que el rayo que lo siguiera cayera justo encima suyo... pero no fue así. Cuando se dió cuenta de que estaba a salvo, levantó la mirada al cielo y susurró un par de palabras.

Lo siento...

Estuvo a punto de añadir que ambos perros eran muy limpios, inteligentes, educados y maravillosos... pero no quiso jugársela... no fuera que su abuelo tuviera ahora el rayo a mano y la fulminara cual pollo asado en menos de lo que se tarda en decir "pío".

Enseguida vuelve a centrar la atención en sus cartas. Las mira, fijamente... de forma seria... y levanta la vista de nuevo de igual forma al resto de jugadores. Finalmente levanta los brazos y deshace la coleta alta que se había hecho para practicar, dejando la goma de pelo sobre la mesa y su largo cabello casi negro en aquel momento, suelto alrededor de su rostro.

Eh, no me miréis así... siempre la llevo encima y fue mi primer regalo... que yo recuerde.

Dice al ver las miradas recelosas de los demás, dejando con cuidado el coletero sobre la mesa. Por un lado, era un coletero normal y corriente, pero en uno de sus extremos llevaba un fino detalle de una rosa decorada con brillantes.

Grace se mantiene con la misma mirada seria e imparcial que había tenido mientras miraba sus cartas... Hasta que no puede aguantar más la tensión y termina sonriendo de oreja a oreja, dejando las cartas sobre la mesa con ambas manos.

Y esto, querido papi, es lo que se llama... escalera de color.

Y sonríendo todavía de oreja a oreja, Grace alarga la mano para coger su coletero y volver a recogerse el pelo, sin apartar la mirada de su padre y manteniendo sonrisa humilde pero triunfal en sus labios.

- Hija de... - Empezó a gritar D mientras golpeaba la mesa con su puño y se levantaba dispuesto a, bueno, supones que a cortarte el cuello.

- ¡Señor D! - Gritó cortándolo Quiron.

La voz de Quiron lo tranquilizó un poco, pero igualmente, el Dios del Vino y de la Locura salió de allí insultando a los Dioses, maldiciendo al Infierno y algún que otro epíteto más que salió de su boca en Arameo, Griego Antiguo y por supuesto, Latin. Salió de esa cabaña refunfuñando, pero sin mirar hacia atrás.

- Menuda jugada, Grace. - Dijo Quiron con una sonrisa. - Aunque haberle ganado al Señor D, bueno, no es muy recomendable. Intentaré tranquilizarle, pero ve con cuidado, sobre todo con los de su casa, que ya sabes como se portan los hermanos entre ellos. -

El hombre de la silla de ruedas comenzó a juntar las cartas con una mano y cuando terminó, se colocó a tu lado en la mesa.

- ¿Qué tal lo llevas? -

Grace frunce el ceño al ver la reacción de su supuesto padre. ¿No debería haberse sentido orgulloso? Eso es lo que ella había pensado... por eso había sonreído tanto. Tenía apego a su coletero, pero perderlo no habría sido peor que decepcionar o hacer enfadar a su verdadero padre. Al padre que acababa de encontrar.

Quirón no necesita ser testigo del suspiro que sale de sus labios para darse cuenta de la decepción de la chica, pues, transparente como es, su mirada azul lo dice todo.

Bueno... bien, supongo...

Sus ojos se nublan cuando se dirigen a la puerta, viendo como se aleja el que volvería a ser para ella, a partir de ahora, señor D. Pero no, tampoco iba a llorar. No iba a darle esa satisfacción... Además, hacía años que había descubierto que llorar no tenía ningún sentido y por ente, hacía años que no lo hacía. No iba a empezar ahora de nuevo por alguien que no lo merecía.

Al levantar la mirada, se pone en pie y se dirige a Quirón de nuevo con una sonrisa radiante. Parece que sus emociones van a la misma velocidad que sus pensamientos.

No hace falta que lo calme, ya tiene dos trabajos. Y por el resto de chicos no se preocupe... Sé apañarme bien con matones.

Además, no podía ser muy diferente al orfanato... Aunque... no recuerda nada de sus días allí, en realidad.

Quiron te puso una mano en el hombro en señal de comprenderte, y después, te habló.

- Por suerte no has tardado mucho en encontrar a tu familia biológica, ¿no crees?. Tú eres hija de uno de los Olímpicos, como la mayoría de los de aquí. Algunos se enteran pronto de quién es su padre otros, simplemente pasan años y años sin saberlo. Algunos no lo saben nunca, sin embargo, bueno, tenemos métodos para saber más o menos por que pie cojea cada uno, ¿sabes? Sentarte junto a tu padre no estaba en nuestros métodos, pero mira, es algo que tendremos en cuenta para otra ocasón. - Dijo Quiron mientras sonreía.

En ese momento, sacó la silla de la mesa y la colocó apuntándo hacia la puerta.

Giró la cabeza para mirarte mejor y con su sonrisa de millón de dólares te guiño un ojo.

- Mejor que te muestre el campamento, así si sientes que quieres saber algo, me lo preguntas. ¿Vale? -

Grace asiente y sonríe. La mano de Quirón en su hombro es reconfortable después del desprecio que ha mostrado su propio padre.

Sí, bueno... para descubrir lo que he descubierto, habría preferido no saber nada y quedarme en la cabaña de Hermes.

Piensa para sí misma sin llegar a pronunciar ni una sola palabra en voz alta, pues imaginaba que alguno de los otros chicos podría llegar a sentirse ofendido.

La morena sigue prestando atención a todas las palabras de Quirón, apuntando mentalmente todas y cada una de las preguntas que iban apareciendo en su mente, para soltarlas una vez él hubiera acabado. Es decir... ahora.

¿Y porqué quien no sabe quién es su padre o madre debe ir a la cabaña de Hermes? ¿Y porqué esas 3 están vacías? ¿De quién son? ¿Hay mucha gente en la cabaña de Dionisio? Si ha dicho que hace 200 años que no se encuentra con mujeres... ¿Puedo ayudarle con la silla de ruedas?

- Si. Sus hijos, bueno, siempre terminaban metidos en cosas más grandes y al final, todos han resultado muertos. Y desde la prohibición de Zeus de "no liarse con mortales" para todos los Dioses, no ha habído nadie que haya habitado esas casas. Por lo pronto, mejor así. Por otro lado, la casa de Hermes, bueno, supongo que por que Hermes mismo lo ha pedido o nos ha dado permiso, los demás Dioses son... más suyos por decirlo de alguna manera y en este momento, tenemos 8 hijos de Dionísio en la lista del Campamento, sin embargo, sólo tres o cuatro paran por aquí. Los demás, digamos que son Egresados del Campamento Mestizo. A veces regresan a visitar. -