Partida Rol por web

El viaje en carruaje ha sido largo e incomodo, el estar confinado en un lugar tan estrecho es algo a lo que no está acostumbrado Belasko. Con todo hay que reconocer que han recorrido mucha distancia en poco tiempo, quizás debido a la ayuda de los ensalmos del propio Arnau, el mago Hermético que acompaña a Belasko.

-No te preocupes, llegaremos pronto.- Repetía Arnau levantando la vista del libro que estaba leyendo al ver a Belasko nervioso.

Sin embargo las murallas de la Ciudad Condal empezaron a asomar tras los campos que parecían interminables y las pequeñas islas de gruesas casas de piedra. Tras la ciudad, el azul del inmenso mar.

Para sorpresa de Belasko no fueron directos a la ciudad, sino que el carruaje se desvió por un sendero que serpenteaba subiendo un promontorio al sur de las murallas. Sobre la colina hay escasas construcciones, y puedes ver como salpicando el camino hay diversas lapidas, algunas partidas por la mitad o tiradas sobre la hierba o enredadas entre las raíces de los pinos.

El carruaje se detiene delante de una pequeña y vieja abadía románica. Se ve gris y deteriorada, asediada por las grietas y cubierta de hiedra. Los frisos cristianos casi no se ven debido a la erosión de los elementos. Bajáis del carruaje y Arnau pica en la puerta de metal varias veces, como siguiendo una melodía propia, posiblemente un código secreto. Tras esto la puerta se abre, asomando la cara de un pálido criado tras esta, que guia después a los dos visitantes por la construcción.

La Alianza Hermética parece más espaciosa por dentro que por fuera, quizá debido al aprovechamiento del espacio... o debido a la aplicación de la magia. Tenuemente iluminada por braseros, las paredes y columnas muestran símbolos menos cristianos: serpientes enrolladas, mordiéndose su propia cola o en parejas abrazadas en una especie de coito; ojos y pentaculos, acompañados círculos, triángulos y otras figuras geométricas de las que Belasko nunca ha oído hablar; también hay animales mitologicos extintos o que nunca han existido en diversos mosaicos, que parecen también tan antiguos como la abadía en si.

El criado os hace ir por corredores, bajando escaleras y cruzando salones vacíos. Al final entráis en una sala redonda abovedada y el pálido criado se retira sin decir una palabra, las paredes de la sala están cubiertas de estanterías y archivos, rebosantes de libros que también se apilan en torres sobre el suelo. Pergaminos yacen ordenados en un orden solo comprensible para los Herméticos. Moviendose nerviosamente por la sala hay dos jóvenes con túnica con las manos ocupadas por papiros enrollados o libros con las cubiertas gastadas.

Y en el centro de la sala hay un parsimonioso anciano, rodeado por más libros, pergaminos, un espejo y una bola del mundo. El anciano sigue inmiscuido en lo que quiere que lleva haciendo, anotando a mano en un pergamino sujeto en un atril de madera.

Sintiéndose cual pez fuera del agua, Belasko no hace sino mirar con curiosidad, guardándose las manos bajo los sobacos para no tirar y romper algo. Al darse cuenta de que se habían detenido, mira con expectación a Arnau y luego al anciano. Un anciano mago, sin duda. Alguien a quien mostrar respeto.

Espero que no haya malentendidos -pensó para sí- podría ser muy poco conveniente. Demonios. ¡Errainu!(1) ¡No sé cómo comportarme o qué decir!

Su mirada lo decía todo: la expresión "agónica" de Belasko decía a todas luces que debía ser Arnau el que hablara para no meter la pata hasta el fondo. Además, seguramente no hablaría la vieja lengua de Euskal Herria...

Arnau carraspea para atraer la atención del abstraído anciano. El hombre levanta la mirada y gira la cabeza y es entonces cuando Belasko se da cuenta de que estaba sorbiendo de un tubo de lo que parece una pipa de agua.

-Salve Sodalis, Magister Pau bani Flambeau. He vuelto de mi largo viaje por el norte ejerciendo como Heraldo y ahora me encuentro ante vos. Os quiero presentar a Belasko, un discípulo de los Verbenas del País Vasco que quiere ver mundo y ayudarnos en nuestra lucha.-

El anciano asiente y seguidamente se remoja el gaznate con el contenido de una jarra cercana.
-Yo también os saludo Adeptus. Esperaba vuestra visita y veo que os encontráis bien y a salvo. Ya me contareis más detalles después, no querramos aburrir a nuestro joven invitado- Dirige la mirada al joven vasco -Os saludo seguidor de los Verbena, os veo fuerte y decidido, como yo lo era hace mucho tiempo, cuando acompañaba a ejercitos y obraba magia de batalla, ahora soy viejo y más sabio, por lo que sirvo mejor a la Orden de Hermes como cronista de las batallas presentes y pasadas, enseñando táctica y estrategia a las nuevas generaciones. La guerra ha cambiado mucho y sigue cambiando. ¿Como piensas luchar a nuestro lado?-

- La verdad es que desconozco la naturaleza de esta lucha y mis conocimientos sobre vuestras capacidades y enemigos me resultan lejanos. Sólo sé lo que me ha contado el Basajaun y las brujas y no parecían muy a gusto con vosotros. Sé que su opinión era parcial y me decanto por aprender antes que juzgar. Eso es lo que quiero hacer, sí, aprender. Y no lucharé contra algo de lo que desconozco naturaleza e intenciones -añade en un último momento, dándose cuenta en el último momento de su error al ser tan franco y poco respetuoso, empieza a arrepentirse de las palabras pronunciadas ante el venerable mago.

- Tal vez podríais instruirme sobre el problema para ver si puedo aportar algo útil -dice tratando ahora de arreglar el entuerto, sin demasiado tacto.

El maestro escapa una breve y campechana risa y continua, no sin antes dar otra bocanada a su pipa de agua.
-Es sabio no ir de cabeza hacia el peligro. La Guerra de Ascensión toma derroteros cada vez más extraños, como si los campos de batalla y la magia destructiva de otros tiempos fueran cosa del pasado dando paso a debates en Universidades, intrigas cortesanas y acuerdos comerciales. Y por desgracia en esto los Dedalianos parecen partir con ventaja.. ¡No podría ser de otro modo pues el Código Hermético nos prohibe inmiscuirnos en asuntos mortales! Para complicarlo todo los Durmientes parecen cada vez más recelosos de lo sobrenatural, la Inquisición es cada vez más peligrosa y muchos de los nuestros están en grave peligro.-

- Guerra de la Ascensión, Universidades, Dedalianos, Código Hermético y Durmientes son todos conceptos que no alcanzo a entender, así que me temo que me espera un gran aporte de conocimientos y paciencia por vuestra parte si he de seros de ayuda. ¡Y cuanto antes empecemos antes os ayudaré! -de nuevo una frase demasiado vivaracha y activa del joven mago le delató como un adolescente excesivamente impetuoso, pues de otra manera sus palabras habrían podido pasar por las de un sabio verbena...

Arnau media un poco en la exposición.
-El Cogido Hermético no te atañe Belasko, son las leyes que rigen nuestra antigua Orden. Sin embargo deberías estar prevenido contra los Dédalianos. Como su patrón, Dédalo, son ingeniosos. Buscan catalogarlo todo y extender su conocimiento sobre el mundo, porque saben como nosotros que el conocimiento es poder.-
Un ligera pausa de Arnau, que continua.
-Son peligrosos por su soberbia y ambición, construyen endiabladas maquinas y piensan en ellas como algo que deberían tener todos los mortales. Han atacado varias veces a nuestra Orden, obligandonos a aliarnos con otras Tradiciones para hacerles frente... y lo peor de todo es que en su estulticia siquiera se creen magos. Son la ceguera encarnada, niños con poder jugando a ser adultos.-

- Apartarse de las viejas vías y tratar de ignorarlas me parece una aberración. ¿Son esos "dedalianos" los enemigos por los que buscáis aliaros con las verbena? -pregunta el muchacho con curiosidad.

-Exacto joven, son los que nos obligaron a unirnos con vuestra Tradición. Pero parte de su éxito es porque saben como combatir en esta época moderna. No serviría de nada que fuera a una de sus ocultas Logias y le prendieras fuego, es más, posiblemente eso les permitiría poner el ojo vigilante de la Inquisición sobre nosotros y no sobre ellos... ¡Ellos aunque esconden su Arte detras de maquinas y teorias absurdas también tienen el problema de ser declarados herejes y ajusticiados por ello!-

- ¿Entonces qué debemos hacer Magister Pau? ¿En qué puedo ayudaros? -preguntó el jovenzuelo, no acabando de entender cómo si alguien tan claramente poderoso y sabio no podía hacer frente a la amenaza sí podría hacerlo él, que había venido aquí a aprender?

-¿Que puedes hacer? Lo mejor que puedes hacer ahora es descansar de tu viaje, comer algo y luego te daremos un cometido si así lo deseas.-

Seguidamente, como accionado por un resorte el criado pálido surge de la oscuridad tras la entrada. Como esperando a que lo siga Belasko parece encaminarse hacía el pasillo.

- Pau, Arnau... -dice Belasko acompañando las palabras con un leve asentimiento a modo de despedida. Acto seguido se gira y comienza a seguir al criado.

El criado, que sigue sin soltar un sola palabra, se encamina por el mismo pasillo pero está vez escoge otros camino. Las zonas que recorréis parecen un poco mejor iluminadas, aunque más espartanas y menos decoradas que las anteriores. Supones que sigues bajo tierra y te recorre un escalofrío al pensar que quizás esto forma parte de esas tumbas cristianas subterráneas, por lo poco que has visto del cristianismo te parece una religión verdaderamente pavorosa por su propensión a la necrofilia.

En cuando piensas eso el criado llega a una zona amueblada, la zona huele un poco más a hogar que el resto de la Alianza. El pálido criado se encuentra con una mujer recia y algo contrahecha, pero de mirada dulce y maternal. El criado resulta ser efectivamente mudo, cuando para comunicarse con la otra mujer del servicio hace exagerados gestos y de su garganta solo salen gañidos. La mujer sonríe y dice:
-Pobre niño, debe estar hambriento, ahora mismo le hago una menestra.-
Está se retira un poco cojitranca y el criado mudo le abre un puerta y por la mirada parece que espera que Belasko entre. Al otro lado parece haber un cuarto con una mullida cama y poco más.

Con algo de indecisión, Belasko se aproxima a la puerta y lanza una mirada curiosa al interior de la sala de la cama, como si no fuera para él -pues está acostumbrado a dormir, en el mejor de los caso, en jergones- y sigue con la mirada a la mujer.

- Saludos, señora, soy Belasko... -dice esperando que la señora se presente a si misma.

-Todos aquí me llaman Tieta Laiona. Ahora voy a prepararte algo para que llenes la panza, solo espera un poco.-

Y se retira cojeando levemente hacia lo que debe de ser la despensa. Del que sale un olor de comida y especias.

- Se lo agradezco Tieta Laiona. ¿Hay algún otro mago por aquí o soy el único nuevo? -dice Belasko en un nuevo arrebato de curiosidad no acallable mientras la sirvienta se retiraba a la cocina. Como no, el muchacho fue tras de ella para continuar la conversación, a pesar de que ahora se sintiera incómodo por haber hecho la pregunta tan abiertamente, y se adentró en la cocina, mirándolo todo con interés. Sin darse cuenta fisgoneó un poco y al poco, dándose cuenta de que la señora no contestaba ni decía nada, se retiró hasta la puerta de la cocina e hizo como si acabara de llegar, retirando lentamente su habilidad de Arcano.

La cocina parece bien surtida, aunque puede ser debido a que no es muy grande y dé esa impresión. Muchos ingredientes, metidos en pequeñas jarras de cerámica, se apilan en estantes, a veces tan juntos que uno acaba encima de otro. Colgados de ganchos hay diversos embutidos, ristras de ajos, tiras de hierbas y raíces puesta a secar. En un pequeño hueco puedes ver diversos quesos y tirados por parte del suelo hay sacos de rábanos, pepinos o calabacines. La mezcla de olores es desorientante.

La mujer da un pequeño respingo al hablar Belasko -¡Uish, que susto! ¡No te había escuchado entrar!- Le tienes que repetir la pregunta - Bueno, aquí veo entrar y salir mucha gente y muchas veces están de viaje. Está Aleix, que es un joven apuesto y aventurero, ese hace tiempo que no lo veo. Al que tampoco hace tiempo que no veo es a un tipo de Flandes malhumorado y impertinente, aunque a este no lo echo precisamente de menos, también esta el viejo maestro que siempre está absorto en lo suyo y ...-

La vieja continua su perorata mientras hace la comida, mezclando su discurso con anécdotas y demás, haciendo muy difícil seguir el hilo de lo que dice.

Como siempre sucedía en estas ocasiones, llega un momento en la conversación en el que Belasko, aburrido, simplemente se levanta. Para entonces la cocinera ya había puesto cara de "¿qué hago aquí sentada?" pues Belasko se había retirado de nuevo del mundo. Aunque esta vez un poco más. Volviendo a la cocina se hizo con algunas provisiones (algún embutido, un trozo de queso, algo de pan), nada demasiado llamativo ni en gran cantidad, cosas que sabía que le serían de utilidad para él o para el trato con los animales. Introdujo las viandas en su zurrón y se dirigió a la habitación que parecían haberle asignado para descansar del largo trayecto.

Pasó un tiempo indeterminado que Belasko pasó dormido, a pesar de no estar acostumbrado a dormir sobre un colchón relleno de plumas de ganso. Cuando alguien picó a su puerta Belasko se levantó presto a abrir, en el alféizar estaba el Hermético Arnau, con una sonrisa en la boca y las manos cruzadas entre si en una especie de parodia del rezo.

-Vaya, veo que no has ido a comer... de hecho la criada ha olvidado incluso que tenemos un joven invitado. No te preocupes he hecho servirte la cena, sigueme.-

Para sorpresa de Belasko, Arnau abandonó el ala donde estaba la cocina y el espartano dormitorio. Cogió el mismo pasillo, girando a un dirección que antes no habían tomado. Llegaron a un despacho, con estantes libros y una mesa con útiles de escritura. Comparado con el del Magister este resultaba ordenado y escaso en erudición, aparte de los diagramas de cuerpos humanos que parecían adornar las paredes. Sobre parte del mobiliario había una fina capa de polvo.

Sobre un atril habian dispuesto un mantel con la cena, parecía una especie de estofado de verduras. Aunque parecía haberse enfriado.

-Este es mi despacho, bueno él que uso cuando no hago de Heraldo. Por eso se ve tan sucio. Creo que tengo algo interesante, una misión para vos. Primero decidme... ¿Sabéis leer?.-