Partida Rol por web

Tras una copiosa comida, los invitados se separan en dos salas, dependiendo su sexo, los hombres deliberan en el salón principal haciendo negocios, mientras las mujeres cuchichean en una sala parte no menos espaciosa. Es otra de las largas y aburridas fiestas que tanto gustan a los poderosos de Barcelona. No solo sirven para mostrar la magnanimidad del prohombre y su familia, sirven para cerrar negocios, cruzar rumores y hacer alianzas.

Las damas se reunen en corrillos, dependiendo de su edad: las más ancianas se reunen conversando ceremoniosamente en occitano, la lengua de los trobadores de los que aun se consideran elegante sus composiciones, o en toscano, la lengua de moda. Las jovenes se reunen en torno a Neus, cuchicheando en un catalán rápido y agudo sobre su proximo noviazgo con el hijo de una poderosa familia de Florencia, del que no saben su nombre u aspecto, solo el renombre de su familia, el no saber quien es les permite fantasear entre agudas risitas quien podría ser o si es apuesto.

Aparte de los corrillos estan unas pocas doncellas, prestas a cumplir las ordenes de sus amas. También las viudas están un poco aparte, como si su desgracia o su negro atuendo fuera de mal aguero. Entre ellas destaca una, por su juventud, un poco aparte mirando con ojos desdeñosos el resto. Es una tal Castellbó, viuda desde hace poco de un Conseller del Ayuntamiento de la Ciudad Condal.

Los rumores corren mucho, y es sabido en la alta sociedad que la adoptada ahijada de los Fontana es un poco rara, de ideas alocadas y extraños desvelos místicos, cosa que ha hecho huir a no pocos pretendientes para gran enfado de su tio Enric Fontana. En esta fiesta Patricia también un poco dada de lado.

Patrícia disimula todo lo posible su aburrimiento y astío ante la cena, de la cuál lo único que le agrada es la comida pero de todas formas sigue siendo demasiado ostentosa y abundante cuando en realidad la mitad podría estar haciendo mucho más bien siendo repartida por las calles de los menos agraciados... Niega con la cabeza intentando no pensar en ello ahora, pues sabe los rumores que ya circulan sobre ella y no quiere dar más motivos para ser criticada y sobretodo vigilada, así que se limita a mantenerse silenciosa mientras come con educado control, en cantidades pequeñas.

Tras la cena lo de siempre, cuchicheos y habladurías, las causantes de sus propias críticas que provocan que ahora mismo esté de lado así que bueno... Ya no importa un poco más, y será mejor intentar "distraerse" un poco.
Se acerca a la dama Castellbó ejecutando una pequeña reverencia al llegar junto a ella. Después de probar las cómoda y ligeras ropas de algodón, a pesar de ser sencillas, puede afirmar que el vestido que se ve obligada a lucir es tremendamente incómodo.

-Buenos días señora, me preguntaba si me permitiría el honor de compartir asiento con usted- pide en el tono más educado que se puede permitir.

La joven de luto la mira a los ojos como examinandola y asiente levemente:
-No tengo inconveniente, creo que las dos estamos igual de solitarias, huerfanas de buena conversación...- y como si recordará algo añade - ¿Sois Patricia Fontana por casualidad?-

Patrícia entrelaza las manos y le devuelve la mirada esperando pacientemente a que le "dé permiso", hasta que la dama asiente y entonces toma asiento junto a ella alisando y colocando bien los pliegues de su amplio vestido, ningún detalle debe quedar fuera de lugar si se quiere ser una dama educada.

-Me temo que es así... ¿también han llegado habladurías sobre mí a sus oídos? Supongo que en gran parte son exageraciones aunque no estoy convencida de lo que deben decir...- vuelve a entrelazar sus pequeñas manos sobre el regazo mientras mira alrededor y los distintos grupos formados en ella.
-Quizá lo prefiera así, no me veo obligada a mantener conversaciones demasiado impertinentes sobre otras personas porque se supone que no soy una buena compañía- comenta mientras la mira de reojo.

Miriam parece sonreír, tan levemente que más parece un gesto de suficiencia.
-Cuando era algo más joven me consideraban... tozuda y demasiado curiosa, tenía ya entonces las ideas muy claras, demasiado para lo que es educado en una dama y siempre me interesaron más las conversaciones que suelen tener los hombres que las reservadas a las damas.- Dice en un cuasi murmullo para que solo Patricia se entere -La mayoría de mujeres se conforman con hablar de vestidos, de como decorar la casa de su marido y de cotilleos sobre otras familias. Las conversaciones de los hombres, de las que solemos estar excluidas, tratan de temas muchisimo más trascendentes. Dime que no eres así y podremos mantener una conversación interesante.-

Patrícia escucha con respetuoso silencio y atención a la sra. Castellbó, sonriéndole cuando ésta concluye pues al fin y al cabo parte de lo primero comentado por ella la hace sentirse identificada.
-Lo cierto es que no suelo hablar mucho con las mujeres así que figúrese con los hombres... Me encantaría saber qué temas transcendentales son ésos, ¿podría darme un ejemplo?- le pregunta interesada y, porque negarlo, muerta de curiosidad también aunque lo disimula lo suficientemente bien mostrándose tranquila y sosegada, tan sólo aumenta un poco más la presión sus pequeñas manos entrelazadas. Apenas perceptible.

Miriam se tapa la boca con un par de dedos, no sabes si por algo que ha dicho o es por un gesto propio de ella. Aunque lo primero te parece poco probable ya que parece una persona con un dominio increíble de si misma.

-Bueno... digamos que llevar una familia es algo mucho más complejo e interesante que elegir el color de las cortinas, al menos si quieres que tu familia prospere. Se necesita conocimiento, no solo el de los libros, sino el que te da la vida.
Para desgracia mía marido murió y estoy fuera del negocio... no hay mucho que pueda hacer yo sola.-

Su tono no es de la tristeza por perder un ser querido, sino más bien el de alguien que ha encontrado un bache insalvable y pasa sus noches en vela meditando como superarlo.

-Normalmente... y no es que me considere muy dicha en conocimientos, sin embargo parece obvio que ellos son los encargados de manejar todo a su antojo mientras nosotras nos limitamos a...las cortinas- se encoge de hombros con un pequeño suspiro, en realidad no es que le importen en exceso ésos asuntos, sólo desea salir de ése palacete que cada vez más le resulta una prisión a pesar de sus ricos muebles y grandes habitaciones.

-¿Y qué haría usted si se le permitiera sin ser duramente criticada o incluso castigada?- pregunta volviendo la vista hacia ella con curiosidad.

-Si encuentras al hombre adecuado no es tan difícil "guiarle" en el camino adecuado, ayudandole a decidir que es lo mejor para su familia y patrimonio. Si es más inteligente que orgulloso aceptará tus sabios consejos.
Por desgracia ya sabrá que soy viuda, aunque el asesinato de mi marido no ha sido aún esclarecido. Cosa que me molesta profundamente, ya que quiero que se haga justicia.- Ves que aprieta los puños aunque mantiene las manos bajas. Hay verdadera rabia en su mirada.

-Si le encuentras... -comenta repitiendo las primeras palabras de la dama antes de proseguir -Pero normalmente no se nos permite el lujo de escoger- admite recordando las bodas acordadas con sus hermanas años atrás con nostalgia que enseguida se esfuerza en disimular, aunque en realidad nunca se le ha dado demasiado bien mentir, quizá por eso sea el blanco de tantas habladurías, si supiera hacerlo la mayoría no sabrían de sus escapadas sin consentimiento pero en realidad no se sentiría bien consigo misma haciéndolo.

-¿Asesinado? No tenía noticia de ello, lo lamento de veras- dice ésto en un susurro perceptible sólo para Míriam mientras la observa compasivamente.
-¿Por qué iba alguien a hacer algo tan terrible? ¿Tenía su marido enemigos tan crueles?- pregunta empezando a pecar de curiosa.

Miriam le coge de la mano como si esperara que se acercará un poco más.
- El porqué es fácil de suponer... era uno de los cinco Consellers de la Ciutat y sin él el Consell de Cent está obligado a elegir a otro entre sus miembros... y no es difícil ver a quien interesa más esta desgracia.
Sin embargo, lo complicado no es saber la razón y a quien beneficia, sino el como se pudo hacer y como lo pudo hacer...-

Patrícia se sorprende por el contacto de la dama, pero deja que la sujeta y se inclina un poco más hacia ella para escucharla hablar en susurros puesto que el tema es algo delicado.
-Resulta horrible darse cuenta de lo que puede llegar a hacer un ser humano por conseguir más poder...- suspira con aprensión y su expresión de torna enseguida más seria -Supongo que sería muy difícil encontrar alguna prueba para incriminarle, además a bien seguro se encargó de que otro lo hiciera por él y por tanto ...-deja la frase en el aire, pero está claro que sería una investigación bastante infructuosa de llevarse a cabo.
-De todos modos, si consiguiera averiguar algo en alguno de mis... "paseos" por la ciudad, tenga por seguro que la informaré- concluye sonriéndole amablemente.

-Os estaré muy agradecida, aunque no tenéis necesidad de ello.-Responde cortésmente.

En esos momentos aparece por la puerta una cara conocida, pero poco querida, tu tío Enric. Pasea su mirada por la sala, en busca de alguien, y ese alguien pareces tú.

Patrícia se limita a sonreirle afablemente y se dispone a decir algo, pero es silenciada con la sola presencia de su tío.
Su cuerpo se tensa aunque apenas es perceptible excepto para la dama Castellbó apostada junto a ella. Cierra los puños un instante y enseguida vuelve a aflojar la presión con un largo suspiro.
-Si me disculpa...- se levanta del banco haciendo una pequeña reverencia respetuosa y se acerca hasta Enric.

-¿Puedo ayudarle en algo...?- le pregunta con el tono más cortés que es capaz de utilizar mientras sus manos se entrelazan sobre su regazo confiriéndole una imagen más calmada.

Su tío Enric entrecierra los ojos al verla, como suele hacer. Parece estar calculando lo que cuesta la manutención y rarezas de su tan poco querida sobrina a cada mirada. Abre la boca para hablar en el tono severo y engolado que frecuenta. A poca distancia de él hay un hombre de unos cuarenta años, rechoncho y con un bigote oscuro que parece aceitoso, fruto de los acicalamientos del caballero.

-Querida sobrina, te presento al honorable Pere Gimferro. Es un hombre honrado que posee muchas hectáreas con naranjos y limones, casi toda su comarca trabaja para ellos como jornaleros. Mi buen amigo Pere tiene un apuesto hijo, más o menos de tu edad...-

Patricia no necesita oír más par saber que es lo que pretende su tío con tal perorata.

-Es un placer conocerle- efectúa una reverencia sujetando su extensa falda con una tímida sonrisa que en realidad dura poco, pues anda de lo que está contando su tío suena interesante o alentador para ella.
Una expresión de miedo surca su semblante por un instante mientras mira a Pere de reojo, pero disimula enseguida serenándose mientras la presión de sus manos entrelazadas se acentúa. Tarde o temprano tenía que llegar el momento y... al fin y al cabo ya ha espantado a unos cuántos.

-¿Y no hemos podio gozar del honor de su asistencia?- pregunta ladeando un poco la cabeza con sonrisa inocente, a pesar de que la pregunta puede resultar algo irritante según la intencionalidad que lleve.

El hombre saluda con un gesto de la cabeza y dice:
-Es tan bella como me dijisteis señor Fontana. La verdad es que no veo la hora para ver casado a mi primogenito... que ya va siendo hora que siente cabeza.- Sonrie como para si. Quizás lo más molesto del asunto es que parece que tratan a Patricia como si fuera un mero florero ignorando la pregunta de esta, una mercancia más para comprar o vender.

El ceño de Patrícia se frunce arrugando su hasta entonces lisa frente mientras mira a ambos hombres negociar con ella cómo si de un saco de harina se tratara, pero en realidad es lo habitual así que tampoco se sorprende por la actitud a pesar de que no le guste en absoluto. Está claro que su opinión no va a cambiar nada aunque el comentario de Pere despierta un poco su curiosidad.

-¿Y cuál es el nombre de dicho primogénito? Me gustaría saber más de él si se me permite el atrevimiento...- pregunta en un tono de voz algo más bajo que el de ellos, dispuesta a ser ignorada de nuevo pero de todas formas sigue intentándolo.

El terrateniente valenciano hace un gesto de sorpresa, tal como si dijera "oh, si sabe hablar". Tu tio por contra hace un gesto de desagrado, temiendo que lo que digas eche al garete toda su negociación.

-Se llama Antón.. y la verdad es que creo que os gustará señorita, tiene mucho éxito con las feminas...-A continuación realiza una estupida sonrisa, como celebrando su propio chiste.

-¿Debo entender que debería agradarme el hecho de que pueda gozar de la compañía de otras mujeres?- pregunta inevitablemente mientras arquea una de sus pequeñas cejas aunque enseguida carraspea e un intento infructuosa de disimular la grosería y atrevimiento que acaba de preguntar.
-Ardo en deseos de conocerle- acaba admitiendo sin ningún tipo de entusiasmo. En realidad mejor así, quizá entonces la deje tranquila, al fin y al cabo nunca se ha considerado una dama muy excepcional.