Partida Rol por web

Dejo a la niña enseguida, para entrar de nuevo en la casa y buscar las escaleras al piso de arriba donde estaba Patricia, siguiendo la estela de su presencia, con prisas antes de que esa casa se venga por completo abajo.

¡Patricia! ¿Dónde estás? -grito, alfanje en mano.

Alonso sin dejar de toser, preocupado por la niña, presencia un tanto ajeno la desaparición del pelirrojo. De hecho, tardará un rato en darse cuenta, pues su atención recae casi por completo en la niña y en que nadie se acerque a ellos tres para causarles problemas.

Kamal deja a la niña en sus brazos, para lo que Alonso debe enfundar rápidamente la espada. El árabe se vuelve corriendo a la casa.

- Kamal... cof cof... conseguirás... cof cof - el andaluz calla ante la dificultad de hablar y la inutilidad de sus palabras, sabe que nada hará cambiar de idea a un hombre tan decidido.

Se aleja dando tumbos con la niña hasta lejos de la casa y el humo. Por el camino llama a gritos a Regina, con la esperanza de que esté cerca y pueda ayudar a socorrer a la niña, consciente de sus escasos conocimientos de medicina.

- ¡Regina! - intensa tos - ¡Regina! - más tos.

No parece haber tiempo para esperar. Deja a la niña en el primer lugar que le parece a salvo, y trata de comprobar si la niña está bien (resumidamente: si respira), y de realizar los cuidados que se le ocurran para ayudarla.

Antes de que Kamal pueda entrar el techo se derrumba, haciendo imposible fisicamente entrar por la puerta.

Alonso practica un pequeño truco que aprendió en sus viajes para ayudar a los ahogados, insufla un poco de su aliento en la niña por la boca y empuja su torax. Es algo brutal pero efctivo, y la niña vuelve a la consciencia entre toses y sollozos.

El techo se derrumba, la casa cae delante de mí, y Patricia está dentro. He vuelto a faltar a mi honor, y Patricia... ¿está muerta? ¿Ha sido aplastada por esos maderos en llamas? Mis ojos se abren de par en par, atónitos ante lo que acaba de ocurrir y mi piel palidece de pronto. Aprieto el alfanje en mis manos como si la vida me fuera en ello.

¡¡PATRICIA!! -grito, de pronto llevado por una mezcla entra la ira y el miedo, para enseguida darle la vuelta hacia Osorio-. Estaba dentro... Luis, estaba dentro...

Miro entonces al Batlle y a la comitiva que tan dispuesta estaba a arrasar esa casa y a quienes estuviesen dentro con ella, apuntándoles con el alfanje: ¿Es ésta la fuerza de vuestra fe? ¿La que os da permiso para matar a toda una familia e incluso a una joven que estuvo dispuesta a salvar las vidas de los inocentes? ¿Qué clase de fieles sois? -mi tono de voz va subiendo, mientras mi mirada se hace cada vez más llena de odio, pues la rabia que va creciendo dentro de mí me hace preguntarme si seré capaz de controlarme durante mucho tiempo-. Si vuestro Dios os vigila, seguramente tenga asco de asesinos como los que ahora dicen arrepentirse. Sea quien sea quien espere después de vuestra muerte, sabed que no hace falta que os maldiga nadie, pues vuestra alma está más que condenada -acabo, arrastrando las palabras, restregándoselas, escupiendo al aire de rabia, sin importarme lo que quieran hacer con un sarraceno hereje ya a estas alturas.

El anciano no parece muy propenso a reaccionar y sin embargo ya tengo a un grupo de curiosos acercándose a nuestro alrededor, al parecer dubitativos y reacios a hacer algo al respecto después de ver cómo casi nos matan.
¿Acaso todo el pueblo está ciego? Les dirijo una mirada fulminante, incluso desdeñosa, pero no preciso decir nada, me centro en el estado del abuelo e intento hacerle reaccionar hasta que un grito me hace estremecer levemente.

¿Alguien acaba de gritar mi nombre...? Miro alrededor aturdida e intento distinguir a alguno de mis apreciados compañeros entre la muchedumbre, esperanzada.

Al menos el anciano no tiene nada roto, o eso crees, lo incorporas y lo dejas reposando cuando escuchas el grito de Kamal.

Dejo al anciano sentado y apoyado, suspirando con alivio al percatarme de que no parece tener nada realmente grave, aunque debido a su edad no estoy segura de lo que puede considerarse "grave" para con él.
-Que alguien se encargue de atenderle, por favor...- miro a la multitud de curiosos que nos ha rodeado esperando que entre ellos haya alguna alma caritativa, pues no distingo a la mujer ni a los niños que vi dentro de la casa.

Después me levanto y empiezo a abrirme paso entre la gente, empujándoles algo más de lo que me gustaría o sería correcto hasta dar con mis compañeros.
No es el reencuentro que esperaba, lo cierto es que deseaba abrazarlos fuertemente a ambos pero la escena con la que me topo me sorprende y desconcierta momentáneamente.
-¡Kamal...!- exclamo alarmada, acercándome para apoyar la mano en la suya y hacer que baje el arma con la que está amenazando al batlle y otras personalidades de la ciudad.

-¿Quieres que te maten? Porque yo no- le reprendo con el ceño fruncido, esperando que recobre un poco el juicio antes de buscar a Luis. No puede estar demasiado lejos si Kamal está aquí.

El judío no puede evitar una mirada de profundo alivio cuando entre la gente aparece Patricia, indemne y sana. Con suavidad empuja a Kamal lejos del Batlle y sus amigos, esperando que éstos se encuentren demasiado aturdidos por las filípicas que les acaban de lanzar como para poder reaccionar a tiempo.

-Disculpadnos, hemos dejado a nuestra hermana encargada de hacer la comida y con su juventud y su cabeza seguro que ni siquiera se ha acordado de ponerla al fuego. Aunque quizá el incendio se lo haya recordado. Sugestión, llaman a eso, ¿no es un invento maravilloso? -Compone una sonrisa forzada dirigida al gentío, para luego musitar a Kamal.

-Mutis, amigo, mutis. ¿Lo veis? Ella está bien. Sana, fuerte como un roble. Quizá los ojos un poco enrojecidos del humo, y el hollín tizna su vestido, pero diablos, está mejor que nunca. ¿No es así, muchacha? ¿Lo veis? Así me gusta. Ahora vayamos a patear a Alonso o a patear al pelirrojo, por todos los diablos, pues este episodio me ha dado unas ganas tremendas de patear.

Alonso respira con más alivio, aunque aún con algo de tos, al ver que la niña vuelve a respirar. Mira alrededor suya, buscando a alguna mujer que tenga el rostro apesadumbrado por las palabras del judío. Al localizarla le dice tanjantemente, y dándole en brazos a la niña.
- Hagase cargo de la salud de esta criatura inocente si quiere hacer algo por redimir sus actos.

No le da tiempo a reaccionar a las palabras iracundas de Kamal antes de que Patricia y Osorio intervengan, pero se siente más aliviado al ver que no debe preocuparse más por la reacción del árabe.

Tras esto vuelve a desaparecer entre la gente, para reaparecer (para quien lo busque activamente) al poco de pie apoyada la espalda contra un árbol cercano a los hechos. De alguna forma ha conseguido encontrar un lugar bastante bueno desde donde seguir observando la escena, descansar un poco y pasar más desapercibido.
Por fortuna, no llega a oír el último comentario de Osorio a Kamal.

Al ver a Patricia, me le quedo mirando, sin entender. ¿Cómo salió? Sin duda me sorprende cada día más con su habilidad. Me dejo llevar, algo aturdido, a un lado por Luis, y luego miro a Patricia, que me reprende, lo cual, una vez más, me hace sentir mucho menos que ella, como un niño pequeño. Cuando salí de Granada tenía algo más de fuerza de voluntad, pero desde que no estoy solo, me descubro creando lazos de afecto con quienes me rodean y asustado de lo que les pueda pasar, ya no tanto por mi palabra de honor como por la cercanía que siento hacia Luis y Patricia, con los que comparto no sólo el espacio y la Iluminación, sino las circunstancias como perseguidos por la Inquisición.

Suspiro y bajo la cabeza, así como el alfanje, negando, apesadumbrado y avergonzado.

Perdonadme... supongo que me dejé llevar por la rabia -digo, intentando recobrar la compostura, el semblante digno de un hombre y más de un guerrero-. Ahora, vamos...

Lanzo una última mirada a los villanos liderados por el batlle con auténtico desprecio antes de empezar a alejarme, buscando a Alonso. No quiero patearle, como dice Osorio.

Ese tal de Luna me ayudó a protegerme del fuego orando a esa virgen suya. Por lo que veo, vuestra Tradición es más que abundante en estas tierras.

Camino por la arena hasta llegar al árbol donde localizo al andaluz. Ato el alfanje a la cuerda que llevo como cinturón y acelero un poco el paso, pisando con más fuerza con mis sandalias. Cuando llego a unos pocos pasos de él, lo miro a los ojos.

Vos posiblemente salvásteis mi vida. ¿Por qué?

Los ojos del cómico muestran estupefacción ante las palabras de Kamal.

-Mmm. ¿Os salvó? ¿Y pertenece al Coro? Vaya, vaya. Entonces no podemos patear a alguien del Coro, naturalmente. Eso no le gustaría a mi padre, me temo. Quizá le haya juzgado mal... aunque sigue teniendo muchas cosas que explicar...

Y se dispone a seguir a Kamal en su intento de hablar con el andaluz.

Alonso está apoyado en el árbol en una actitud que quiere decir claramente “yo he estado aquí todo el rato viendo el espectáculo tan tranquilamente”, a pesar de que su aspecto lo desmienta por el olor a humo de sus ropas, el tizne de su rostro y manos, y una leve tos ocasional aún.

Sostiene la mirada de Kamal con altiveza y gallardía, y habla con tono seguro, serio y sin asomo de ironía ni de sorna.

- Me temo caballero que no entiendo a que os referís. Quien salvó a la criatura inocente fuisteis vos. Me descubriría el sombrero ante vos por la hazaña, mas no llevo. Sin embargo, me gustaría poder invitarle a un vaso de leche, o la bebida que os guste más, aunque descartando el alcohol, es bien cierto, que hay más bien poco donde elegir.

Se vuelve a Osorio ya que interviene. A él le dedica una media sonrisa, un tanto cansada e irónica.

- Nuestro señor no me bendijo con una voz apropiada para cantar sus alabanzas, mas si para que no me pateeis he de ser corista, lo seré por vuestras mercedes. Me gustaría explicarles cuanto ustedes gusten, más me temo que comparte la inoportunidad de su amigo. Estoy seguro de que esta noche en la tasca de Regina habrá ocasión de que charlemos antes del sueño. – tose levemente – Si me lo permiten, me gustaría encomendarles a descansar un poco ahora, pues su amigo debe estar agotado después de la valentía demostrada en el rescate. Tengo entendido que el humo agota mucho.

Por último, se gira a Patricia (espero que venga con ellos dos XD), con una sonrisa sincera.

- Me alegro de verla sana y a salvo, señorita. Por la reacción de su amigo, temí lo peor. – mira hacia el pelo de ella, cerca de la oreja, con cara de un poco asombrado – Oh, ¿qué es esto? Por favor, permitidme, tenéis algo en el pelo.

 Acerca despacio la mano izquierda al pelo de ella, donde estaba mirando, dejando ver su mano derecha abierta a la altura de su cintura, para que Kamal no se ponga nervioso por el movimiento que él realiza.

Aparentemente del pelo de Patricia parece sacar Alonso una margarita en perfectas condiciones, como si la hubieran cortado en ese mismo instante y no supiera la flor nada del fuego cercano que ha habido. La muestra a Patricia con una media sonrisa galante.

- Oh, mirad lo que teníais, mi buena señorita. Por favor, aceptadla y guardadla en recuerdo de mi alegría por encontraros en tan buen estado después de la huracán que ha sacudido nuestro día.

-¿Rabia?, ¿Patear? Os dejo a solas cinco minutos y os descontroláis totalmente...- suspiro pacientemente aunque de todos modos sonrío feliz por verles sanos y salvos.
Cuando Osorio hace mención a mi aspecto empiezo a pasarme la manga del vestido por la cara con cierta insistencia, esperando haberla dejado libre de hollín no demasiado convencida de ello.

Al final sigo los pasos de mis compañeros hasta la posición de Alonso, después de haber quedado claro que al parecer nadie va a "patear" a nadie e incluso Kamal tiene que agradecer la intervención de de Luna en el interior de la casa.
-¿El extraño navarro no estaba entre la multitud...?- pregunto cuando creo que la conversación ha llegado a su fin, bastante impresionada por la labia de Alonso cuando se lo propone.

-Lo cierto es que por un instante yo también lo temí, tuve que ser más timorata de lo que me hubiera gustado- admito arrugando un poco la nariz, dejando que se acerque a mi cabello esperando que retire de él algún resto desafortunado de la casa incendiada.
-¿Cómo habéis hecho eso?- pregunto con curiosidad aceptando la flor, recordando los trucos de manos de algunos artistas que tanto me fascinaban cuando era pequeña... aunque creo que continúan haciéndolo.
Después me percato de que la situación es demasiado seria para distendirse tanto e intento componer una expresión más neutra sin demasiado éxito.

Alonso sonríe pícaro ante el asombro de Patricia.

- Tan solo tuve que recogerla de su cabello. No tiene ciencia, ni misterio. – se vuelve serio – No como la desaparición de ese navarro de pelo de fuego. ¿Saben qué dicen que aquellos con el pelo rojo son servidores del averno? – se encoge de hombros – Hasta la noche de hoy no quise creerlo, pero tras ver esto – mira a su alrededor – creo que tendré que replanteármelo. Mas si esto fuera cierto, ¿cómo podríamos estar seguros de que se marchó de verdad?

 Termina la frase con mirada significativa a Kamal, como si quisiera decirle algo a él o esperar algo de él.

Osorio mira con gesto cansino la casa reducida a cenizas y luego vuelve sus ojos a Kamal y a Alonso.

-¡Vaya! ¿No hay flor para nosotros? -dice, fingiendo desilusión con una mueca- Ya es lástima, las margaritas me dan suerte. Creo que margarita significa perla en latín. Las perlas también me dan suerte. Si pudierais sacar una o dos docenas de los cabellos de Patricia, no me importaría nada. Tampoco me importaría nada patear (ya que no a vos) a cierto navarro, pero no puedo negarme a las suaves (si bien firmes) reconvenciones de mi joven amiga. Como ya habéis visto, ella es el cerebro de nuestra pequeña compañía. Kamal, por supuesto, el brazo fuerte y valiente. En cuanto a mí, asusto a los viejos. Parece inútil, lo sé, pero os sorprendería saber la cantidad de ancianos que pueden representar, más tarde o más temprano, una amenaza para nosotros. -Hace una pausa para aclararse la garganta, antes de dar por finalizada su verborrea- Entonces, así sea; será un placer encontrarnos en la tasca esta noche. Tenemos mucho de qué hablar.

Me quedo mirando al hombre, sin entender su mirada, ignorando toda la parafernalia de la margarita. No obstante, espero a que Luis desahogue la cantidad de palabras que suelen apelotonársele en la punta de la lengua, lo cual, en mi actual estado, nervioso y aún algo asustado aunque intente no dejarlo ver, no me causa sino impaciencia.

Al mal puede servir cualquiera, sea cual sea el color de su pelo. Si hiciérais caso de esas cosas, ¿por qué no matar a un sarraceno sin preguntar antes cuáles son sus intenciones? —enarco una ceja, obviamente contrariado por su rauda inclinación a asociar sin dar espacio a la meditación—. Mas no es ése el tema que preocupa. Justamente ése hombre de pelo rojo parece ser culpable de todo esto, y bien es posible que esta vez su pelo sí sea resultado de algún pacto demoniaco; ya dijo Roser que antes su pelo no era así, y dudo mucho que haya especia o tintura, ni en Granada ni en Bagdad, que cause un efecto así.

Doy un paso hacia un lado y vuelvo hacia atrás, pensando.

Podría intentar encontrarlo, después de todo, no importa lo lejos que vaya, eso es sólo una mera ilusión, está en el mismo lugar que nosotros, aunque el sentido construya la ilusión de que está lejos... —repito las palabras de mi primer mentor, mientras me apoyo en alguna roca cercana y miro a los tres.

No puedo evitar reír por lo bajo tras las palabras de Osorio, negando ligeramente con la cabeza mientras no cesa de mezclar humor y realidad en cada una de sus frases. Siempre es así, por eso es un hombre tan fabulosamente único, capaz de animar en los momentos más impensables.
-Quizá esto sí traiga suerte- beso cariñosamente una de sus mejillas antes de hablar -No le toméis demasiado en serio, en realidad Luis es mucho más inteligente de lo que jamás admitiría su humildad- explico a Alonso.
De hecho, ni mucho menos podría considerarme jamás el "cerebro" del grupo, aunque quizá sí la voz de la razón y la consciencia de vez en cuando, cuando los hombres se dejan llevar demasiado por la ira u otras emociones poco recomendables.

Después presto atención a las palabras y movimientos de Kamal con una sonrisa de complicidad que sé que en realidad no necesita, hasta que termina su explicación y propuesta.
-Cierto es, Kamal es extraordinariamente bueno en encontrar personas con su brújula, así dimos con Peppino...- me cruzo de brazos alzando la vista al cielo un segundo antes de profesar un hondo suspiro -Me gustaría descansar, no lo negaré, pero creo que es importante que encontremos a ése hombre cuánto antes si no queremos que más vidas corran peligro- para ser realistas, todavía no estamos seguros de que sea él el culpable de todo, sin embargo es la única "pista" viable que tenemos por ahora así que tendremos que seguirla.
Después de todo sabemos sobradamente de lo que es capaz un hombre a solas.

Alonso sonríe divertido mientras escucha el discurso de Osorio, al finalizar tan solo le responde.
- Lamento que la fortuna no haya querido dejaros una margarita en vuestro pelo también, mas es comprensible dado que el vuestro es corto y el de ella largo.

Vuelve su atención a Kamal, dejando que durante la primera parte de su intervención, sus ojos miren al infinito negando levemente con la cabeza en clara expresión de "me siento incomprendido, dame paciencia oh dios", aunque parece volver a su expresión se torna en "ahora soy yo el que no te comprende", con cara de estupefacción, hacia el final de la intervención de Kamal.
- Eh... sí, claro... Desde luego que en mis viajes no oí de nadie que volviera el pelo rojo con tintes... y si podéis encontrarlo, daré gracias por vuestra brujula, mas no he entendido ni una palabra de lo último que habeis dicho...

Por último, se centra en Patricia, con expresión de "tú eres la única que me comprende, ¿verdad", pero con un poco de fastidio cuando ella propone ir en ese momento tras el pelirrojo.
- Él también necesitará descansar, ¿no creeís? Además, sin descanso las fuerzas os pueden flaquear al luchar contra el mal. No obstante, imagino que lo más sensato ahora sería averiguar porque ese hombre está interesado en la muerte del pepino, o que tiene el pepino que quiera él y tenga que matarlo para conseguirlo. Aunque personalmente, me inclinaría más a pensar que tan solo quería llevar a estas gentes a condenar sus almas cometiendo actos malvados.

La que era la casa de los Del Piero acaba por consumirse, quedando solo rescoldos entre las ruinas de una pared de piedra tiznada. La turba que la rodeaba se disuelve consternada, muchos no tienen ganas de hablar y han dejado de lado sus obligaciones del día. Ahora solo queda enterrar cristianamente a los muertos, cosa que debe esperar a que envíen a un párroco nuevo al pueblo.

Volvéis al mesón de Regina, en parte porque no tenéis otro lugar para ir y sobretodo porque las ultimas peripecias os han dejado cansados, sucios y hambrientos. Cruzáis la puerta principal y os sorprendéis al ver a parte de la tripulación del Santa Mónica, la carraca con la que habéis venido aquí, que parece que no ha zarpado aun del puerto. Juegan a dados mientras apuran sus bebidas y lanzan maldiciones y otros tipos de imprecaciones. Alonso no puede evitar una sonrisa al ver la escena.

Al ver que la multitud se despeja sin ánimos de hablar, Alonso desiste en su intención de sonsacar algo de información antes de volver a la taberna. Mira a Patricia, un poco de reojo a Kamal, parece algo indeciso… pero no es un hombre que se amilane fácilmente.

- ¿Me permite el honor de ofrecerle mi brazo para la vuelta, señorita?

 Hace la pregunta galantemente a Patricia, aunque de reojo mira a Kamal como si en cierto modo buscara la aprobación de él también.

(Sea sí o no, por el camino creo que podremos hablar).

Ya andando, el andaluz comienza a hablar.

- Habéis dicho que el navarro antes no tenía el pelo rojo… ¿lo conocían ya aquí? Parece que habéis sacado buen provecho del tiempo mientras yo me he dedicado a dar vueltas de acá para allá.

Cuando lleguemos a la taberna, Alonso, efectivamente, mostrará una gran sonrisa al contemplar tan dichosa escena. Parece olvidar todas las penurias del día y revitalizarse.