Partida Rol por web

Entre el humo y las sombras que las llamas causan consigues ver como un lucero a Alonso cerca tuyo, que corre con las manos en la boca intentando encontrar a alguien. Más lejos ves la familiar presencia de Patricia, la cual está en el segundo piso atorada, notas como el fluir de la Sangre de Alá, la Sagrada Quintesencia, fluye u bulle... está preparando algo. Parece que lo que hace no tiene tanto éxito como espera y sigue subiendo arriba hasta que la pierdes.

Por otra parte escuchas cerca los llantos de una niña pequeña, sin embargo el caos en que se ha convertido el incendio hace que sea difícil de saber exactamente donde viene el llanto.

Nerviosa comienzas a musitar una plegaria entrecortada, esperando derruir una de la ventanas cercanas y asi poder salir. Sin embargo en vez de una furiosa columna de viento como esperabas sale una timida brisa que apenas hace que la atrancada ventana se tambalee un poco.

Pintan bastos.

Empiezas a orar a la querida Virgen de las Angustias esperando que te salve de ahogarte del humo pero parece que no te escucha en estos momentos. Toses repetidas veces.

Con el humo, el crepitar del fuego y el juego de luces y sombras que crean te sientes desorientado. El llanto de la niña se ve distorsionado por toses, parece que esté sucumbiendo al humo.

Enseguida me doy cuenta de que mi plegaria no ha sido suficientemente concisa y decidida, apenas una brisa mueve ligeramente nuestros cabellos mientras tosemos, el mareos e incrementa y todo se vuelve cada vez más sofocante y borroso.
Me vuelvo a preguntar irremediablemente donde estarán Kamal y Luis, temiéndome lo peor puesto que de no estar en algún apuro estarían ayudándome... ¿no?

Empiezo a dudar de todo pero al final me decido por acercarme a la ventana e intentar zarandearla con insistencia, lo cuál no surte demasiado efecto debido a mi escasa fuerza.
Casi puedo sentir la luz al final del túnel, no creo que podamos aguantar mucho más respirando este humo abrasador así que acabo por subir la mirada de nuevo.

-Me temo que habrá que saltar desde el segundo piso- será doloroso pero creo que es la única posibilidad de que al menos sobrevivamos, así que sujeto la mano del anciano nuevamente y le ayudo a subir las escaleras con más lentitud de la que me gustaría hasta una de las ventanas accesibles.

El segundo piso no está tan inundado de humo como la planta baja, sin embargo las vigas parecen crepitar y crujir, como si sintieran el dolor del fuego. Encuentras una ventana ya abierta, seguramente para dejar que se airee la vieja habitación.

Te asomas y ves a la gente, que abajo, rodea el caserío. La mayoría son curiosos que miran con ojos como platos el incendio, sin embargo hay un pequeño grupo que sigue haciendo de las suyas y sigue tirando paja seca y maderos ardiendo a la casa.

Al sentir que Patricia parece estar haciendo algo, quiero confiar en ella y su capacidad, hasta ahora probadamente superior a la mía, algo más aliviado de saber que está viva.

En cualquier caso, la vida de una niña es sagrada y debo buscarla antes de que le ocurra algo. Mirando alrededor, intento saber de dónde viene ese llanto.

-¡Ayúdennos!- exclamo mirando aterrada al exterior, descubriendo que aunque algunos vecinos se limitan a mirar con curiosidad, la turba enloquecida sigue avivando el fuego que ya ha tomado el control de casi todo el piso inferior.
-Lo lamento pero... esto va a ser doloroso- cojo las sábanas y mantas de la cama en la que estaba durmiendo el anciano, en realidad no son muchas, anudándolas entre sí y después a la pata de la propia cama que arrastro hasta la ventana.

-Va a tener que descender por aquí, espero que le reciban abajo- mi tono de voz resulta mucho más dubitativo del que me gustaría, la verdad es que dudo que le cojan en caso de que caiga y aunque no sea así no estoy segura de que la embravecida multitud no se tire sobre él como buitres hambrientos... y aún así no se me ocurre nada mejor.

Los llantos de la niña cada vez son más débiles y se escuchan cada vez menos. Alonso murmura algo mientras lleva una especie de amuleto, de lo que para Kamal debe ser algún tipo de ídolo pagano. Los dos parecen desorientados y buscan alrededor suyo, pero es difícil encontrar algo entre humo y llamas.

Patricia cede ante el peso del anciano y cae de espaldas a la frondosa hierba, haciendose bastante daño. Durante un minuto no puede hacer otra cosa que rodar sobre si misma cogiendose la espalda. Pero por suerte no hay ningún hueso roto.

El anciano parece tambien malherido, quejandose y maldiciendo en su lengua... pero parece vivo.

Varios curiosos se acercan...

Caemos al suelo, lo cuál no resulta sorprendente teniendo en cuenta que el hombre pesa lo suyo y suponía que no podría con él...
Resulta doloroso y casi se me saltan las lágrimas, pero finalmente puedo incorporarme apenas con varias contusiones de poca importancia. Sobreviviré... o eso creo.

Cuando tras unos segundos alcanzo a reaccionar, me acerco al abuelo algo dolorida.
-¿Se encuentra bien?- mi cuerpo es joven y no se ha resentido demasiado, pero no estoy segura de cómo habrán soportado sus huesos el impacto.

Alonso debe toser para poder respirar, no puede apenas actuar mientras lucha por su aliento.

Kamal consigue encontrar a una niña pequeña de pelo negro desmayada en un rincon donde no llegan las llamas. La recoge y la saca en brazos de allí.

Osorio contempla aterrorizado la escena. Peppino sólo habló de su madre y de su hermana. ¿¡De dónde salen estos niños!? Resiste la tentación inmediata de seguir a Kamal hasta el interior de la casa y cierra los ojos mientras musita una plegaria en Hebreo buscando en vano cierta serenidad. Cuando vuelve a abrirlos, fracasado su intento, su rostro muestra una grave determinación. Como una flecha se dirige al pelirrojo y al grupo de exaltados. Su voz suena diferente, más imperiosa, cuando espeta:

-¿Sois ahora asesinos de niños, señores? ¿En eso os ha convertido vuestra demoniaca inclinación? ¡Si no os detenéis ahora mismo y ayudáis a apagar las llamas o a rescatar a esos inocentes, el día de hoy sólo habrá servido para condenar vuestra alma!

Alonso no para de toser, con el juicio un poco ido por el humo, pero alcanza a ver a Kamal regresar con la niña.
- Yo... cof... cubro... cof.

A duras penas logra desenfundar la espada mientras sale delante de Kamal. A pesar de su deterioro y su flaqueza, no duda en mostrarse lo más arrogante y altivo que puede, decidio a luchar con quien quiera interponerse en su camino.
- Llevemosla... cof... lejos... cof... humo.... cof cof ¿Respira?

Se dirige con Kamal lejos del humo para ponerse a salvo ellos y a la niña. Alonso va delante con la espada presta para quien se quiera interponer, ya que Kamal es vulnerable ahora con la niña en brazos.

Una vez a salvo, Alonso trata de ayudar a la niña con sus conocimientos rudimentarios de medicina, a la par que ora a la Virgen de las Angustias (sin magia, tan solo oración vulgar y corriente.)

La voz de Osorio suena poderosa y retumba en toda la escena. Golpeando emocionalmente a la gente que asiste al estropicio.

-¡Tiene razón, nos hemos dejado llevar por el odio! ¡Hemos cometido un error, que Dios Todopoderoso nos perdone! ¡No debian haber pagado ellos por el pecdo de uno de su propia familia!-Grita lastimosamente el batlle, el lider del pueblo que no supo, y al principio no quiso, parar nada de esto.

Y cuando todo el mundo queda callado, aplastados bajo el peso de su propia culpa, se levanta un feroz viento desde Levante, barriendo el humo y avivando las llamas. La gente sorprendida se agacha como si se defendiera de algo, los más torpes incluso caen al suelo.

No hay ni rastro del navarro pelirrojo.