Partida Rol por web

A Sangre y Fuego (Conan RPG)

Desierto Oriental

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01/12/2011, 22:20
Thristan Deneathor

Ante las primeras palabras de aquel hombre, Thristan suspiraba ya que el estaba seguro que lo que dijo había quedado mas que claro, el lugar estaba demasiado tranquilo y su compañera callada como para que se distrajera. Pero muchos empezaban de esa forma para luego, buscar alguna excusa que les permitiera quedarse con sus armas, algo que no tardo en venir...

Es original.

Fue lo primero que dijo cuando vio la forma en que tenia su arma, una que la hacia un objeto difícil de acceder si se deseaba, pero con la experiencia de Thristan, a veces las herramientas no se necesitaban sacar rápido para ser usadas. Ahora venia la parte en que debía intentar hacer que entrara en razón, pero el tenia poca paciencia para argumentar y sabia que mas de una vez, terminaba sacándolos o convenciéndolos a la fuerza.

Esta zona esta protegida por nosotros y hay reglas que deben cumplirse, si lo dejo pasar mas de uno buscara una excusa parecida para hacer lo mismo y tarde o temprano, alguien lo lamentara...

Thristan se armaba de paciencia o mas bien, empezaba a endurecer sus músculos mientras le decía aquellas palabras, intentando mantener un tono amable a pesar de que su voz se tornaba mas firme. Las Ordenes eran claras y se debían cumplir al pie de la letra, por algo estaba allí para evitar que sus hombres reciban soborno alguno.

Debe dejar su arma con nosotros, podrá retirarla cuando termine sus asuntos... De lo contrario, no podrá pasar.

Le terminaba diciendo mientras que aquella mano seguía sobre la empuñadura de su espada y la otra, se levantaba unos momentos para así, llamar la atención a los hombres que estaban cerca. Aquello era mas una medida preventiva, porque dudaba que aquel hombre o esa mujer intentaran algo para entrar a la fuerza al distrito comercial.

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04/12/2011, 11:23
Abdel Khafir

Sí, había demasiada diferencia entre los dos flotando. Como que para uno de ellos aquello, más que ser original, era una idea rutinaria. Tener un arma a mano está muy bien hasta que te arriesgas más que menos a que te arranquen un brazo por ello, que por algo inventaron los dioses los cuchillosm, para ocasiones como esa. El tipo que les estaba parando era... extraño. Grande, y fuerte, y evidentemente hecho a una vida jodida, pero a la vez sin tener ninguna idea del trabajo que estaba haciendo. ¿Un noble descastado? No, imposible. Un guardaespaldas o matón de profesión, tampoco. Hummm, ¿qué sería? Para empezar, con un tipo tan raro no se iba a molestar en sacar una gema, quizás y todo fuese un hombre que no necesitaba complementos en su soldada y se lo tomase a malas. Muy malas.

-... -dirigió una mirada fugaz hacia la muchacha, para comprobar si estaba de acuerdo- Entendido.

En cualquier otro caso, siempre podría comprar algo parecido a una espada en la herrería. Pero le inquietaba dejar allí la oja... el acero es caro, es bueno, y no todo el mundo estaba como para poder comprarse una en cualquier momento. Dejaría el arco que llevaba en el equipaje, pero para qué. Eso no contaba como arma, no en una ciudad al menos; ahora mismo el único arma que podía llevar era eso, un buen objeto de decoración en crin de caballo, hueso y madera de palma. Le tendió la espada.

 

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05/12/2011, 13:19
Tjumin Nogai

- ¿Comprar? ¿Has dicho comprar? Supongo que ese dinero no tendra que salir de nuestras vacias bolsas. Estos últimos botines no han sido exáctamente el tesoro de emperador de Kithai. Además, ¿que sabemos de esos mercenarios? Puede que lo que les ofrezcamos no se pueda comparar con lo que les paga el Sultán.

Notas de juego

No entiendo el post de Bors. En la conversación sobre reclutar a los mercenarios en Daevara ¿estamos presentes?. Si no es así no tomes en cuenta las palabra de mi PJ.

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05/12/2011, 14:03
Aelar

No tengo ni idea...

Aelar se detiene junto a la entrada, apoyado en la roca, para aclarar sus palabras.

Si conseguís dinero, hacedlo. El botín ya está repartido, y dudo mucho que ninguno de esos perros quiera gastárselo en sobornos. Apañároslas, ya sois mayorcitos...

Contesta Aelar a Tjumin justo antes de desaparecer de vuestro campo de visión.

Notas de juego

Aclaración:

Estabais solos con Aelar. Él os hablaba a vosotros todo el tiemo. Ahora estáis vosotros dos solos, pero podéis hacer lo que os de la gana.

Bors leyó uno de los posts que había hecho otro pj en esta misma escena, pero con los destinatarios equivocados.

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05/12/2011, 23:51
Bors

Bors se rascó la cabeza sin saber muy bien que hacer, vale que le sabía mal que la banda se estuviese desmembrando, pero enviar a dos de los suyos a preparar la conquista de una ciudad y comprar la guardia mercenaria con las bolsas vacías... parecía una locura, pero de todas maneras, hiciese lo que hiciese estaría mejor lejos de todos aquellos perros cuando todo se fuese a la mierda. Al parecer le había tocado con ese tal Nogai. Un Hyrkanio amante de los caballos como todos los de su raza...

Bueno, podía oler peor se dijo mientras se desperezaba y miraba la respuesta de Aelar que parecía el de un hombre rendido. Respetaba a su jefe y no lo iba a delatar pero suponía que sería la última vez que volvería a verle. Muy bien Aelar, nos ocuparemos.

Necesitamos un par de caballos y provisiones... Dijo mientras se Aelar se apartaba y le dejaba con las palabras muriendo sin sentido. Se encogió de hombros y miró a Nogai. Un vistazo rápido le informó que no había nadie cerca que metiese el hocico. Vale... ¿Nogai... no? Tienes jodida idea de como coño vamos a hacer eso?

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07/12/2011, 16:25
Thristan Deneathor

Los dedos de Thristan empezaban a acomodarse mejor en la empuñadura de aquella espada, parecia ser alguien que sabia usar muy bien las palabras, pero las apariencias siempre engañaban. Aun asi, la fuerza bruta no se tuvo que usar ya que pronto, ese hombre le tendia aquella espada, la cual el acepto sin desperdiciar el tiempo.

Veo que nos empezamos a entender... Pero si por alguna razon, cualquiera de los guardias descubren que es causante de algun incidente armado, nos quedaremos con esto como compensacion.

Un arma con tantos cuidados para poder mantenerla con el, debia ser un arma importante para ese hombre y ante la posibilidad de que hubiera algun truco, no habia nada mejor que una advertencia para desalentar cualquier complicacion. Pero con una leve sonrisa, Thristan se hacia a un lado para dejarlos pasar al interior del distrito, aunque antes de dejarlos ir del todo, no dudo en recordarles algo mas.

Cuando terminen sus asuntos, pueden buscarme aqui, aunque seria bueno que me dieran un nombre por si no estoy.

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08/12/2011, 01:17
Abdel Khafir

Si usar las palabras equivalía a "decir lo que haga falta para que no te maten"... sí. No había mucho a lo que Abdel se agarrase en la vida, excepto sus propios principios y el hecho de que aparte de esa pequeña columna que componía su fibra personal estaba dispuesto a hacer lo que fuese para sobrevivir. Había oído hablar mucho de la dignidad esto y la dignidad lo otro, pero esa ya la había vendido un par de veces, que él recordase. Su concepto de dignidad tenía que ver con otras cosas, y era reciclable. Bastaba con marcharse del lugar y darse un tiempo.

-¿Qué? -los ojos se entrecerraron por un momento- Eso no es lo que dijo.

La mandíbula se volvió tiesa por un momento. No es que fuese una espada que adorase, pero era un buen acero y eso no sólo era caro, sino que por los alrededores era raro. A menos que se lo arrebatases a alguien, y sinceramente, en una competición a la carga entre alguien con un alfanjón y otro con una daga, mi dinero estaría con el primero. Seguramente de forma literal, tras que este saquee los despiojos de mi cuerpo. El resumen de todo esto es que no quiero que un grupo de mercenarios sarnosos me estafen una hoja buena con una excusa que pueden inventarse en cualquier momento, por mucho que el capitán parezca hablar en serio (¿de dónde ha salido, qué, lo destetaron ayer o le gusta hacerse el gracioso?).

-Alí. Y preferiría que ninguno de sus guardias descubriese casualmenten nada sobre mí, sobre todo teniendo en cuenta que voy desarmado.

 

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10/12/2011, 17:50
Thristan Deneathor

Esa sonrisa se mantenía en el rostro de Thristan  mientras escuchaba como ese hombre, le decía aquello entrecerrando los ojos luego de haberle entregado aquella arma. El Capitán lo había dicho con esa intención, se aseguraría que ninguna norma se quebrara mientras el estuviera en servicio.

La única forma de que yo crea algo asi, es si con esa supuesta arma, viene acompañada con sangre y una pelea armada que no debió haber pasado... Ademas, nosotros somos una Compañía seria y no simples mercenarios saqueadores...

Le respondía para luego endurecer nuevamente su expresión como también su tono de voz, los hombres que Dulcea había elegido para formar aquel grupo debían ser confiables y decir algo así, era lo mismo que poner en duda el honor de aquella mujer. Pero el no hizo nada luego de decir esas palabras, el sabia bien que ese mundo estaba lleno de personas despreciables, como esos malditos esclavistas y eso, hacia normal que se desconfiara de todo.

Cuanto antes termine sus asuntos, antes recuperara esto.

Lo alentaba dejándolos pasar, ese calor ya lo estaba afectando nuevamente y deseaba tomar algo luego de encargarse de ellos, sin mencionar que siempre habían mas personas queriendo entrar al distrito. 

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11/12/2011, 16:01
Abdel Khafir

¿Como te fías de un hombre que se ha pasado todo el día aguantando el calor del sol y no sólo no está cabreado y deja de pagarlo contigo sino que además te sonríe? Respuesta rápida, no lo haces. Actúas como dice porque tiene el respaldo pero archivas su cara para no olvidarla jamás por la cuenta que te trae.

-Ya -dijo- Bueno, lo celebro.

No quería discutir más, porque hacerlo con guardias armados era una estupidez, no importaba lo demenciales que fuesen las normas que parecían poner. Se iban a hacer de oro con un par de chanchullos los guardias locales... y yo podría ser uno de ellos si las cosas salen mal. Un jefe que te da capas de terciopelo rojo para guardar en el desierto es uno que no sabe de la zona más que lo que ha visto alrededor de su palacio. ¡Un patrón muy conveniente!

-Entonces ya está. Pasamos.

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13/12/2011, 01:31
Thristan Deneathor

No iba a haber mas argumentaciones y eso era algo que le gustaba a Thristan, al menos no tuvo que usar palabras mas duras o amenazantes, ni siquiera sacarlos de allí. Pero estaba seguro que la próxima vez que lo vería, sería solamente para devolverle aquella espada o al menos, eso esperaba ya que de lo contrario, Dulcea seguramente le encontraría un buen precio.

Recuerden, no causen problemas.

Se despedía Thristan de ellos y aguardo hasta que entraran en el distrito para luego girarse hacia donde debería estar el hombre que había remplazado por un momento. Thristan ya hizo lo que deseaba y no había mas motivos que lo ataran a ese puesto, sin mencionar que tenia que pedirle la revancha a su otro compañero...

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13/12/2011, 21:29
Hamrya

Daevara, enorme en un desierto inmenso. Tanto, tan inmenso, que la enormidad de la ciudad quedaba en nada. Callejuelas como zarzillos a su alrededor, las grandes avenidas centrales, arterias que latían al paso de las gentes importantes, no interesaban. No para Hamrya y sus hombres, con su carga de oro, con los sacos de su pequeña gran fortuna.

Así que se habían ido metiendo en las intrincadas vénulas de la ciudad, buscando la intimidad y el anonimato de las sombras, bien presentes sus hojas y aceros, por si acaso.

¡Qué pantomima la del Obahaarad y el boato de palacio! Sedas y joyas, cojines de plumas, elegantes cortinajes. ¡Bah! Todo para ocultar una realidad calada en cada fibra de cada hombre allí presente: la mujer era sólo alguien de segunda, no merecía lo mismo que los demás. Había tenido que discutir con saña, y más de una vez había reprimido su naturaleza, y había conseguido evitar sacar su cuchillo sagrado y rebanar las papadas de esos cuellos grasientos. Si ella hubiera sido un varón, habría sido distinto. No le habrían escatimado la paga a sus hombres, habían regateado como hienas. ¡Maldita sea!

Pero era así. Ella había acabado por voluntad de los dioses como líder de esos hombres. De nuevo, al frente de una Compañía, guerreros de Koth, aunque desarraigados, duros como la roca. Y, cuando convenía, sutiles como la arena que la erosionaba. Así había debido ser, puesto que sobrevivieron, aunque cargaron con el estigma. Traición. Ya a nadie le importaba, y sólo había pasado una semana...
Seguía con los labios apretados, y los ojos entornados. En el breve espacio que dejaba la estrecha rendija las pupilas se movían a un lado y a otro, rápidas, controlando. Frías. Que pensara, que recordara, no significara que dejara de estar alerta. También eso debía ser así, si uno quería seguir sobreviviendo.

Con la pesada carga del futuro y los sacos, llegaron a las Murallas. Las siguieron, hasta vislumbrar las tiendas, arracimadas en desorden, agarradas a los sillares de piedra y confundiéndose con ella, doradas unas y otros. Los que estaban de guardia levantaron los brazos, viéndoles. Y gritaron a otros hombres, que se acercaron corriendo para ayudarles.

Hamrya les vio llegar, les vio con el ansia pintada en la mirada. Las preguntas. ¿Tenían trabajo? ¿se quedaban? No eran sin embargo necesarias, los sacos hablaron por sí mismos. Magros, por Crom, demasiado magros...

No sonrió por fuera, aunque lo hizo en su interior. No, no se consideraba una general, ni una madre tampoco, como algunos de los untuosos nobles que adulaban al Sultán y su dinero parecían pensar. Era una líder. La líder de aquel puñado de hombres que tenían su fe puesta en ella, y la seguían. Que la habían seguido no por la riqueza, que ansiaban, pero que nunca les había prometido; no por la gloria, que no sabían si alcanzarían, aunque también era la meta de la mujer. No. La habían seguido por su silencio cauto, por la pasión de su paso, por la tozudez de su barbilla alzada, siempre adelante. Por su Gran Hoja, el enorme bardiche que llevaba a su espalda con la gracia con que otro llevaría un carcaj. Y por su Cuchillo traicionero, aquel que hacía justicia a través de su mano. Habían seguido a Hamrya, la guerrera que ya era leyenda, aún sin serlo.

Mientras daba órdenes precisas acerca del oro, y de cómo se organizarían a partir de entonces, les miró uno a uno, de frente, quedándose con sus pequeñas arrugas de cansancio, con su sudor terroso, con las manos sucias. Quedándose con las sonrisas fugaces, torcidas. Esperanzadas. Amargas.

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13/12/2011, 21:47
Director

El tintineo de las monedas aun te retumbaba en los oídos, como un insecto molesto que no quiere marcharse y zumbaba en tu oído. No era lo único, también estaban los reproches, las quejas y los insultos. Aquella paga miserable no había dejado contento a nadie, y el trabajo era penoso, aburrido y cansado, pero habías logrado mantener la disciplina en tu campamento, primero con palabras amables, luego con amenazas y finalmente con algún castigo sangriento. No mucho, pero suficiente.

La linea que separa un mercenario de un bandido es muy delgada, y las bolsas y estómagos vacíos la estrechan aún más. No podías permitirte que tus hombres se desmotivaran antes de empezar y empezaran a hacer lo que les diera la gana, así que te esforzaste en que el reparto de las tareas y los horarios. No todos quedaron conformes, pero si la mayoría y como acto de buena fe, te adjudicaste a ti misma el turno de aquella tarde, en el control entre "las dos ciudades", pero no fue hasta que empezaste en tu nuevo puesto, supervisando a cinco de los tuyos, que comprendiste el nombre de aquella puerta. Por lo visto, no todas las puertas eran exteriores.

A un lado, la colina este se extendía como la tinta al volcar un tintero. Las casas de adobe y paja se apretujaban y esparcían si orden aparente, tratando de encontrarse un espacio, a veces, unas sobre las otras, solo reprimidas por las desdeñosas murallas que apenas se mantenían en pie tras el paso de los siglos. Todo era humilde y sin pretensiones. La gente era pobre, pero nada les impedía continuar con sus vidas tan bien como pudieran. En las terrazas las mujeres recogían la colada ya seca tras el sol del medio día, y los colores vivos de los tejidos daban paso al marrón y al gris de la piedra y al negro del hollín. Muchas casas habían ardido hasta los cimientos o se había derrumbado el tejado durante el asalto pero aun no habían sido reconstruídas.

Al otro, en la colina oeste, una segunda fortificación se alzaba orgullosa rodeando templos exuberantes y palacios lujoso. Bóvedas y cúpulas de oro y cristal sobresalían de las murallas mientras algunos obreros se afanaban en arreglar los desperfectos que el último asalto había dejado en las almenas. Las calles de la colina oeste eran limpias, rectas y bien empedradas. Las casas tenían las fachadas encaladas, o adornadas con mosaicos, había fuentes públicas elegantes y palmeras de dátiles y juncos crecían en los pequeños jardines a los márgenes del camino. La gente allí era estirada, elegante, cordial y apestaban a dinero desde varias leguas de distancia. Las mujeres iban vestidas con preciosos encajes y velos de seda con joyas engarzadas, dejando ver solo los ojos maquillados. Los hombres iban armados, normalmente nada más largo que un puñal y usaban tanto perfume como las mujeres o más aun.

Las órdenes eran sencillas y claras, pero oscuras y podridas como un cenagal. Los residentes del Este no podría entrar en el Oeste, y a aquellos que quisieran hacerlo en sentido contrario, deberían de ser advertidos de lo peligrosa que era la colina Este, y si era necesario, prestarles escolta.

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13/12/2011, 21:48
Director

Apenas había empezado el turno de tarde, pero el calor sofocante de la mañana ya se estaba disipando rápidamente, dejando paso a la brisa fresca que llegaba desde mas allá del Vilayet. Aquella noche haría frío, podíais notarlo en los huesos.

La guardia era aburrida, y no podías evitar pensar en como vivía aquella gente en esa ciudad. Un par de niños se acercaron a las puertas, iban vestidos con harapos sucios y rotos y pretendían venderos una araña muy venenosa que aseguraban habían atrapado en un tarro de barro. Mientras mirabas su lamentable intento de estafa, uno de los tuyos se afanó en espantarlos con un par de vocéos y luego volvió a su charla con su compañero.

Cuando apenas se habían alejado unos metros, te percataste que un jinete se aproximaba a las puertas a paso tranquilo. Tenía el rostro cubierto por un turbante, llevaba un arco cruzado a la espalda y montaba un caballo feo, color canela con manchas del color del barro, pero aun así, parecía un caballo rápido y fuerte.

El jinete se plantó ante los cinco guardias y la mujer, algo desconcertado, mirando repetidamente de uno a otro. Los guardias de aquella puerta eran extranjeros, seguramente de Koth por el estilo de sus yelmos. Sus ropas eran sucias y sus armaduras remendadas, cubiertas de parches y agregados de otras armaduras. No parecían muy fieros ni valientes guerreros consagrados, pero si lo suficiente duros como para no dejar que nadie les tocara los huevos.

-Qué hacemos con ese perro, jefa? ¿Lo echamos? Dijo uno de ellos a la mujer que estaba recostada junto el muro, una mujer alta y fibrosa, posiblemente mas fuerte que muchos hombres, pero sin desperdiciar volumen en músculos innecesarios. Su tez era cetrina y sus ojos algo almendrados, pero no parecía proceder del desierto, ni de la lejana Kithay.

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13/12/2011, 21:56
Binner Shakir

El jinete, se detiene frente a la guardia que custodia la puerta, y mantiene la vista fija en la mujer...ignorando a los soldados.
De un salto, desciende y se acerca lentamente, de forma amistosa pero imponente...como si se tratara de un lider acostumbrado a mandar.

Primero diga a sus hombres que antes de insultar a un desconocido, conviene saber de quien se trata...Comienza diciendo.
Mi nombre es Binner Shakir, enviado desde la lejana Shadizar en una mision en parte diplomatica...y en parte en busca de justicia.
Mi señor, el Duque de Cerronegro, posee intima relación con Hivad de Daevara. Relaciones tanto de amistad como comerciales ocasionalmente. De más está decir, que el duque está encantado con los dátiles de Hivad

Lo que necesito, es la ayuda de la guardia de la ciudad, en aras de hallar y atrapar a una esclava y ladrona fugitiva.
Es la esclava de cama de mi señor, y debe ser atrapada en perfectas condiciones.

Dice Bit, tras lo cual describe a la joven.

Debe tener unos 15 años, cabello moreno y piel algo oscura. Viaja con otra persona, pero sigue siendo un misterio quién es. Se llama Silvanna, pero puede estar usando algún nombre falso. Otra pista, es que robó unas cuantas baratijas de mi señor, unas gemas azules de éste tamaño, de poco valor pero fáciles de rastrear...

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15/12/2011, 13:17
Hamrya

De un respingo teatral la mujer ataviada con pieles y pellejos bien anudados se puso en pie, con los brazos aún cruzados y puso una mano sobre Ihtir, el hombre que había hablado, mal afeitado y con un pelo greñoso que se escapaba uniforme como una comadreja muerta bajo su casco. Ihtir miró a Hamrya esperando que las palabras del recién llegado, que efectivamente no parecía un nómada, hicieran recaer en él alguna clase de reprimenda, pero no había nada que castigar, el comentario de su mercenario estaba en buen lugar, y Hamrya no le corregiría, omitiendo este aspecto, la muchacha, pues apenas debía llegar a los veinte años, habló al extraño con la misma naturalidad y diplomacia que él había utilizado, casi parecía que le estuviera burlando en una perfecta y gesticularmente exagerada imitación.

Mucho me temo, señor Shakir, que la guardia de Daevara está más ocupada de lo habitual, y yo frente a esta puerta, tengo orden expresa de no dejar pasar a nadie.

Hay muchos bandidos nómadas sueltos por aquí - Dijo mirando con la mirada burlona a Binner-  y no querríamos dar quebraderos de cabeza a nuestro "bien-amado" Hivad, de Daevara.

El extraño arrugó los morros, en un leve gesto de amenaza y enfado frente a los mercenarios que aguantaban la risa frente a él, pero parece que no iba a ser del todo infructuoso - Sin embargo, no dejaría al Mensajero de un duque, a las puertas de la ciudad, pero tampoco te puedo dejar pasar... uuhhh qué dilema, Ihtir, ve al cuartel y al palacete, busca al capitán de la guardia, dile que un mensajero del duque de Cerronegro está a las puertas.

El mercenario se echó la lanza al hombro y echó a caminar, la muchacha le dió una fuerte palmada en el culo apremiandole - ¡Aprisa guapo! - el hombre marchó esta vez a paso ligero por la calle empinada.

Me llamo Hamrya-Se presentó finalmente la maleducada mercenaria-Comprenderás que no te dejemos pasar por las buenas-dijo señalando el muro frente al que estaban, en el que, en una zona no muy apartada, unos obreros trabajaban para repararlo, parecía grave que alguien hubiera penetrado las murallas exteriores hasta aquí - Veo que llevas un arco a tu espalda ¿No te interesaría unirte a una compañía de sangrientos mercenarios?

Binner Shakir dejó ver entonces una mueca de auténtico asco ante la proposición, y Hamrya dejó escapar una carcajada que intentó cubrir con el dorso de su mano mientras se daba media vuelta y se agachaba para recoger un platito que había en el suelo - Imaginaba que no - Tendió el plato al extraño que aguardaría hasta que se le pudiera escoltar al interior de la parte oeste, el sencillo plato de madera tenía algunos huesos de dátiles masticados y otro puñado de los jugosos frutos y con voz de nuevo burlona la mercenaria le convidó a probarlos - ¿Le apetecen dátiles?

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15/12/2011, 16:07
Binner Shakir

Bit siguio sosteniendo las riendas con la mano izquierda mientras se acercaba a aceptar la invitacion de la mercenaria.
Tras tomar tres datiles de los más gordos con la diestra, los arrojó uno tras otro al aire mientras decia.

De acuerdo...no perdamos el tiempo. Si tan ocupados están me tendré que hacer cargo yo mismo de mi encomienda. Buscaré a la muchacha sin vuestra ayuda...pffst.

El primer datil cayo, y fue atrapado por una dentellada del nomada, asi tambien el segundo.
Bit mantuvo los ojos en alto, viendo llegar al tercero, y dio un paso al costado para calibrar su caida.

Cuanto debo pagar, ya que de mercenarios se trata, para pasar...
El tercer datil fue atrapado tambien...y Bit bajo la mirada, mascando y sonriendo a la mujer...

Bastaran con la fortuna de tres platas para ti, y una para cada uno de éstos hombres?....
Guino el ojo...claro que, ninguno para el que se ha marchado, haha!

- Tiradas (2)

Motivo: atrapar datil...destreza

Tirada: 1d20

Resultado: 17

Motivo: atrapar datil...destreza

Tirada: 1d20

Resultado: 9

Notas de juego

17 en la tirada...+mi destreza :D...
ahora posteo...

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15/12/2011, 23:17
Hamrya

Hamrya aflojó los brazos cruzados, pareció que moviera la nariz, olisqueando las monedas, aquellas argénteas amantes secretas que eran el motivo por el que se movían las espadas. Sus hombres cambiaron la sonrisa por la contemplación, alguno hizo cuentas con los dedos, aquél hombre disponía de al menos siete monedas de plata para malgastar en el portón de la ciudad, Shazan, uno de los mercenarios a las espaldas de Hamrya, entrado en años y de hirsuto rostro se quejó a sus compañeros por lo bajo, al parecer desconforme de que Hamrya fuera a tener dos piezas más de plata que ellos.

La mano de Hamrya se deslizó palma arriba - Aceptaré tus monedas - Binner alargó su mano sobre la de Hamrya - Pero no pasarás por la puerta - Con desagrado y gesto contrariado Binner volvió a retirarla- Han pagado por mis servicios, y nadie pasará por esta puerta hacia el palacio, tal vez, un emisario de un ducado pueda ser una excepción, pero no pasarás sin escolta, así que esperaremos por Ihtir.

Hamrya recogió un dátil del plato para llevárselo a la boca y desgastarlo rápidamente para poder juguetear con el hueso en su boca mientras contemplaba el buen caballo que Binner traía con él - Magnífico animal, parece duro, ¿Qué noticias traeis de shadizar que puedan interesar a nuestros oídos de plebeyos?

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16/12/2011, 16:10
Tjumin Nogai

- Podremos intentarlo al menos. Creo que cuanto antes nos pongamos en marcha antes lo averiugaremos.

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23/12/2011, 02:43
Bors

Si -respondió con fingida arrogancia- ya estoy harto de bábaros borrachos e inútiles. Vamos a encontrarnos con esos guardas borrachos e inútiles. ¿Prepárame un caballo quieres? Tengo que arreglar unos temas con Aelar antes de partir. En un rato me reuno contigo.

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23/12/2011, 15:45
Aelar

Aelar estaba montando a una de las cautivas. Ya había dejado de resistirse, y miraba con la vista perdida hacia el enfinito mientras el nórdico la sacudía una y otra vez desde atrás.

Al verte acercar, Aelar apresuró su tarea, sacudiendo y embistiendo con mas fuerza, con los ojos cerrados y los dientes apretados hasta que le esparció su semilla en el interior de su vientre. Con indiferencia, se apartó de ella, todavía desnudo y se ajustó de nuevo su cimitarra al la cintura y se ataba el taparrabo sin mirarte.

-Y bien?