Partida Rol por web

Antes de que Nabo consiguiese salir del callejón se dió de frente con un par de campesinos harapientos, uno de ellos especialmente grande. Al mirar al otro, sin dudar, no le hizo falta más para reconocer a Caralombriz. El rastreador parecía llevar lo que llamaban "ropa de civil". Sin embarbo, Cerebro, parecía más el hijo bobo y fuerte de algún granjero borrachín.

Caralombriz comprobó para su asombro como finalmente Nabo conseguía marcharse del callejón con el carro, no sabía como lo había hecho pero tampoco le importaba. Ante las miradas que les dirigía Nabo estaba claro que le había costado reconocerlos ,eso era bueno.

-¿Pues llevanos a un sitio paisano? Venimos siguiendo a un fulano y tenemos los pies ardiendo. Haz sitio ahi'rriba que nos largamos de aquí. -Caralombriz sonrió a su compañero y se aupó al pescante.- Si en vez el calvo feo hubiera sido na moza alcanzábasla antes. Tira pal muelle que allí esperánnos. -Le dió una pequeña palmada en la espalda felicitándole por su trabajo y luego cogió lo que le quedaba de capa.- Que pena lo de tu capa, ya apañarás otras ¿No?

Caralombriz tenía una extraña sonrisa, supuso que aquel no era el momento de decirle a Nabo que aquel carro podía seguirlo hasta un ciego y que había desperdiciado su capa.

Nabo esperó pacientemente a que esa pandilla de gusanos se subiesen en el carro.
- ¿Al muelle? Joder, si lo sé no me llevo el carro, me lo ha prestado un tipo a cambio de un favorcillo... pero ya me ocuparé de eso más tarde- dijo misteriosamente mientras se encaminaba otra vez de nuevo en dirección al muelle.
- Abrid las putas orejas, este sitio es un hervidero de corrupción. Me han ofrecido trabajo a cambio de alojamiento, comida y putas... quizás debamos pensárnoslo, aunque el cabo dirá... por cierto ¿dónde coño están el cabo y Ojete? ¡Ese imbécil se equivocó!, ¡vio armas cuando eran bidones de metal llenos de alcohol! Todo el puto día andando detrás de litros de whisky... - Nabo siguió despotricando contra la madre de Ojete y su maldita vista a la hora de identificar cargamentos.
Empujó el carro en dirección al muelle, como Caralombriz le había dicho, mientras seguía observando de reojo a todos los habitantes de esa ciudad.
- Mira que culito tiene esa...- dijo en voz baja distraido por un momento, observando a la que parecía una de las muchas hijas de algún pobre infeliz de aquel lugar, que tendría que aguantar a un bastardo gracias a la buena puntería de Nabo.

-Haz la mierda esa pero no jodas la misión. ¿El calvo ese no tendrá hijas o mujer? Seguro que el favor no le sale gratis. -A Caralombriz le daba igual lo que hiciera Nabo con su tiempo libre mientras no metiera en problemas al resto, lo malo es que los problemas solían perseguirlo, sobre todo en forma de mujeres deshonrada o embarazadas y de padres o maridos en demanda de justicia.- ¡Tu si que tienes las orejas cerrás! En el muelle dije, allí tan, tienes la mollera más dura que Cerebro. El Ojete nos busca pa dormir y Grajo espera por el carro. -No pudo evitar reírse por lo bajo con la confusión de Ojete de Sireno.- Jijiji... Raro para Ojete confundir licor con armas, si lo llega a saber va él detrás del carro por si caía algún barril.

Caralombriz observaba las calles de la ciudad y el ir y venir continuo de gente, llevaba poco tiempo y ya estaba deseando marcharse, las ciudades no le gustaban, ni siquiera aunque pudiera ofrecer "culitos" como el que señalaba su amigo, que para su gusto era demasiado pequeño, ya de elegir prefería algo con más carne.

-Pa echar mierda, como todos. Mira pa lante a ver si nos chocamos.

Cuando llegaron al callejón y escucharon la conversación, miró a Caralombriz sin pillar mucho el chiste que había intentado hacer, y dijo en silencio y secamente:

- No - y si el comebichos esperaba que añadiera algo más, se quedaría esperando.

No obstante, el semblante del guerrero se animó en cuanto escuchó la frase "traeme sus dientes", no pensaba intervenir, el paleto tenía razón, pero pensaba preguntarle algo a Nabo sobre ese trabajillo, hacía tiempo que no atizaba a nadie y lo empezaba a necesitar.

Tras esperar que la conversación acabara y ver como Nabo se acercaba con el carro, Cerebro volvió a escuchar en silencio tanta palabrería, aunque rió quedamente ante la equivocación de Ojete, pero seguía con la mirada perdida mientras sus compañeros se ponían al día. Por fortuna, el resto del grupo compensaba con creces su silencio natural y eso tenía la ventaja de que no tenía que explicar mucho en situaciones así, "En el fondo casi merece la pena tener a estos cabrones por compañeros" pensaba admitiendo para sí que en el fondo sabían hacer las cosas.

Mientras iban de camino, el gigantón le dijo a Nabo sin venir mucho a cuento:

-¿A quién hay que palizar? -dijo con un tono aparentemente sin emoción, pero denotando que estaba interesado.

Y se quedó mirando a éste mientras se perdía a la "señorita" que señalaba el ninfómano, no obstante tampoco le interesaba mucho aquel tema, cuando necesitaba a una mujer, la tomaba, tanto si ella quería como si no y no le preocupaba mucho el asunto a decir verdad.

Tras las órdenes de Grajo, Ojete se acercó al viejo y en lo que aparentemente era un abrazo, deslizó su cuchillo por detrás de la cabeza clavando el frío acero justo en la base.

Después llevó el cuerpo a la parte trasera de la casa y junto a unos matorrales enterró el cuerpo.

Desgraciado de Ojete, siempre nos tocan los peores trabajos, los que mas complicaciones conllevan. Y si alguien, se presentara ahora... Mierda, todo es un fastidio, maldito cabo...

De todas formas, echaré un vista a la casa. Eso de que saliese humo sin estar la chimenea encendida... Algo esconden, además no había puerta o escaleras que condujesen a un sótano. Y es típico de estas casas. Si conozco a Nabo como lo conozco, seguro que tardarán un tiempo hasta que rebusquen en cada casa de putas o taberna, así que tengo tiempo.

Una vez enterrado el cadáver, revisó el salón en pos de una puerta oculta o trampilla que llevase a una habitación escondida.

Al menos, si me equivoco podré llevarme la recaudación del viejo. Seguro que hay mas plata que la que le dió ese gordo.

Después de registrar la casa y el cuerpo, Sireno puso rumbo a Juniper. Directo fué al puerto y en su camino, preguntó por la taberna más barata, sucia y cochambrosa, que hubiese en esa ciudad.

Seguro que mis compañeros me dan problemas con la elección, pero si queremos pasar inadvertidos, debemos mezclarnos con los pordioseros y borrachos arruinados, fuera de ojos y oídos ávidos de preguntas.

Una vez hubo recogido la información pertinente, se dirigió al punto de encuentro, en el puerto.

En la casa del anciano descubres unas treinta monedas de plata. No hay nada más que ver.

Al cabo de treinta ta minutos de búsqueda unos marineros te hablan de una posada llamada "El lirio de Hierro" que está dirigida por un tal Chozo de Castañas. Dicen que el dueño es un cobarde, el alojamiento barato y poca gente va allí.

Al cabo de unos minutos llegáis al muelle. Apenas hay barcos atracados allí. Los marineros están más entretenidos en las rameras, abundantes, que en vosotros.

Grajo esta allí hablando con un tipo alto, que tiene pinta de mendigo, Ojetes aparece andando por una calle paralela a donde resuena un carro cargado con el resto del grupo.

- Vente conmigo y me ayudas, Cerebro, es una deuda de dinero, pero a unas malas también podemos llevar la cabeza del tio, quien sabe, quizás así nos manden trabajos más interesantes...
Según se iba acercando al muelle, dejo de hablar. Vio al cabo Grajo a lo lejos y se dirigió allí con el carro.
¿Bonito eh, señor? Es nuestro por tiempo limitado, espero que aún haga falta- dijo ligeramente molesto mientras miraba a Ojete.
En cuanto el quinto del grupo se hubo unido a ellos, Nabo comenzó a protestar.
Maldito retrasado, ¡era whisky! ¿no distingues alcohol de armas? ¡joder, Ojete! La próxima vez te meteré una espada por el culto para que aprendas a distinguirlas bien- Nabo seguía enfadado mirando los restos de su capa, así que poniendo una mano en el hombro de su compañero, le habló en voz baja.
- Por cierto, me debes una capa nueva

Una vez en el muelle no fue difícil localizar al Cabo Grajo hablando con uno de los lugareños, parecía un mendigo por su aspecto, y Ojete de Sireno apareció por otra calle. No hizo ningún comentario sobre los trabajitos de Nabo, eso no era asunto suyo y de Cerebro si se dejaba convencer para que lo ayudara, por lo que a él respectaba tenían mucho que hacer en Júniper y cuanto antes terminaran antes podrían largarse.

-Aquí ta el carro y el Nabo, todos de una pieza. -Se volvió hacia sus compañeros divertido por la discusión que estaban teniendo a causa de la mercancía que transportaban sobre el carro.- Seguro que miró con el ojete. Jijiji. Sireno, ¿Ya ties sitio pa que durmamos?

Esperaba que fuera más eficiente buscando alojamiento que mirando carros, si no se veía durmiendo en cualquier cuchitril de mala muerte, claro que tampoco es que aspirara a mucho más vista la pinta que tenía casi todo por allí.

Al llegar al puerto por una de las calles, observó que el resto del grupo ya se encontraba allí y no portaban buenas caras. A excepción de Caralombriz que hizo algún chascarrilllo a cuenta de Ojete.

MIerda, mierda... Maldita sea mi estampa, anda que confundir armas con whiski... Joder, cuando vean que les he alojado en la que seguro es la pero taberna de Juniper me van a despellejar vivo.

Shnich!! Pero qué diantres dices Nabo??!! Yo lo ví claro, eran armas y armaduras... Aunque quizás el reflejo de la luz del ocaso en las botellas... le dieran un tono metálico por el que confundirla... Pero vamos, que tu estabas allí podrías haber dicho algo, si es que lo habías visto en ese entonces. Seguro que estabas mirando a cualquier lado antes que al carro en busca de alguna moza a la que percutir.

Ojete sabía que la había jodido bien pero no podía mostrar vergüenza ante sus compañeros o se lo recordarían cada día. El cabo era otro cantar, ni si quiera se atrevió a mirarle a los ojos.

Shnich... Bueno dejaros de mingadas y cuéntame donde has estado y que coño es eso de cobrar una deuda.

Sireno quería por todos los medios cambiar de tema y que se olvidara su equivocación lo antes posible. No había sido la mejor manera de comenzar la misión.

El Animal ante el ofrecimiento de Nabo, cambió para sorpresa de todos su expresión y esbozó una sonrisa maliciosa, era visible que no estaba acostumbrado a sonreír y aquello le daba a su rostro una expresión más macabra aún, y con la media sonrisa le dijo al salido:

- Hecho jeje -dijo un tanto animado ante la futura pelea, parecía que partir bocas era lo único que hacía sonreír al gigantón.

Tras ello escuchó como increpaban al inepto de Ojete pero le daba un tanto igual, tampoco le importaba mucho, y estaba seguro de que el Cabo y Nabo se encargarían de que aprendiera. Por ello se quedó esperando a que el Sireno les mostrara la posada y quizás allí el ninfómano le contara algo más, aunque no parecía muy predispuesto tras la jodida que sufrió y a él tampoco le hacía gracia compartir la pelea, cuanto más fueran, menos enemigos tendría para él y eso no le gustaba. De todas formas, le correspondía al salido decidir si contar con Ojete o no que para eso sabe todos los detalles.

Nabo hinchó su pecho, orgulloso de su hallazgo, para empezar a contarle a Sireno lo que había averiguado.
- Hay un tío que busca hombres para contratarlos como chusma que le solucione los asuntos. Parece ser que el tipo es generoso, a mi me ha dejado el carro... nos dará alojamiento, comida y todas las damas que podamos desear... y lo más importante, amigo mío, nos dará una coartada para estar aquí.- esperó que el cabo estuviese escuchando su discurso, aunque realmente estaba hablando con Ojete.
- Parece que es conocido, a pesar de ser un hijo de puta, así que nadie se preguntará que hacemos en esta ciudad tanto tiempo si nos ven que trabajamos para él.- Nabo sonrió aun más abiertamente - además nos juntaremos con la peor calaña de este sitio, quizás averigüemos algo más así
Nabo negó con la cabeza ante las acusaciones de Sireno.
- Tío, la última vez que me fio de ti sin mirar bien- agachó las orejas, el fallo también había sido de él, pero si se comía todo Ojete mejor que mejor.
- Cabo, pido permiso para solucionar un asunto... es una deuda del dueño del carro, recuperar un dinero discretamente y poco más, ¿podría acompañarme Cerebro, señor? - imaginó que si el cabo había permanecido en silencio tanto tiempo era porque no veía ninguna pega a su plan.

Escuchó pacientemente la sarta de tonterías que salían de vuestros hocicos. Al cabo de un rato habló.

Bien, Nabo, llevate a Cerebro y miras a ver que podéis sacar luego miro a Ojete y Caralombriz dispersaos por tabernas y tugurios, haceos pasar por tratantes de grano... quizás eso atraiga a los rebeldes

El cabo cogio el carro y se marchó.

A Caralombriz la oferta con la que venía Nabo le parecía buena y además les proporcionaba una buena excusa para campar por la ciudad sin levantar demasiadas sospechas, además el Cabo parecía de acuerdo así que no había más que decir por su parte. Cuando su jefe les dejó allí con misiones asignadas a cada uno Caralombriz miró a Ojete de Sireno.

-¿Sabes algo de vender grano? ¿Quies que vayamos juntos? Andaremos menos tabernas pero podremos cubrirnos las espaldas si hay jaleo, ¿que te paez? -Mientras Ojete de Sireno respondía, miró a los otros dos.- No partáis demasiadas caras sin nosotros, semos unos suertudos al habernos topao con el calvo, buen trabajo Nabo.

Parece que el despiste no fué todo en vano, pues Nabo supo aprovechar bien el tiempo. Pero una vez mas las órdenes del cabo hacían que la escuadra se dividiese.

_ Shnich... A caso tengo pinta de paleto, Paleto? Será mejor que vayamos juntos y mejor que te refieras a mi por mi nombre y no por Ojete de Sireno o nuestra tapadera se irá directa al cagadero.

Puta mierda, ahora tengo que ir con el carabicho por ahí haciéndome pasar por un puto granjero. Y no podré llevar mi arco, llamaría la atención y toda nuestra farsa se iría al garete... No me gusta, sigue sin gustarme nada de esto... Muchos problemas, siempre problemas... un fastidio gordo.

_ Cabo, toda esa buena suerte que ha tenido Nabo siendo reclutados con lo peor de la ciudad me huele mal. Alguien de los bajos fondos no añadiría a sus filas a desconocidos así como así. Creo que deberíamos andarnos con ojo e investigar un poco ese asunto. Shnich!!

_ Bueno, Carapolla a qué estás esperando? ¿quieres una invitación al baile de primavera? Pongámonos en marcha!!

Sireno usó su característico carisma para conseguir las indicaciones hasta el distrito de comerciantes. Allí podrían ir preguntando a panaderos y posaderos e ir formando la tapadera que les había ordenado el cabo.

Los diferentes rumores hablan de que hay tipos que están acumulando gran cantidad de grano. La mayoría de los panaderos hacen pan de centeno o de almorta, debido a la escasez de trigo en los mercados y los precios prohibitivos. Si tuvieseis grano real os forrábais. Hay dos tipos que son los que acumulan grano; Un tal Krage que vive en el Coturno (barrio pobre) y otro tipo al que llaman Tulm, que tiene una casa grande frente al recinto. En las tabernas nadie se os acerca, pero algunos hombres hablan de lo bueno que sería que alguien importase grano de calidad a la ciudad.

Caralombriz gruñó algo por lo bajo y escupió al suelo, después de tenerlos siguiendo un carro lleno de armas que no resultó tal ahora encima se ponía exigente. Ojete de Sireno había mencionado su nombre alguna que otra vez, como todos, aunque finalmente acababan resignándose a ser conocidos y llamados por sus motes, podía ser que alguno menos avispado como Cerebro hubiera olvidado el suyo propio. A pesar de todo le gustaba hacerse el tonto de vez en cuando si con ello podía hacer rabiar a sus compañeros.

-¿Y como quiere que llame al "señorito"? ¿Acaso ties algún titúlo que no se? A mi pues llamarme Señor a secas jijiji.

Caralombriz pensó que las palabras de Ojete al Cabo no eran mala cosa, al fin y al cabo era mejor ser prudentes en aquella ciudad desconocida, no quería levantarse un día con un cuchillo en la garganta o que lo apuñalaran en un sucio callejón lleno de mierda, que por lo que había visto equivalía a cualquier calle de esa ciudad.

-Yo te sigo, seguro que te moverás mejor que yo entre estos tugurios de puerto. Busca cualquier sitio que pueda interesarles comprar grano. Haremonos pasar por gente de Oar o Wine, allí hay buenos campos.

Las dos poblaciones estaban más al sur que Juniper y al norte de donde se había criado Caralombriz, nunca había ido ni a una ni a otra, aunque si había estado alguna vez cerca de Oar y conocía bastante las zonas al conocer gente de allí, siempre cuando la curiosidad de sus interlocutores no fuera demasiada.
Al parecer la ciudad tenía escasez de grano de trigo, alguien parecía estar acumulando todo el grano de ese cereal y el precio estaba desorbitado, un mercader real podría hacerse de oro, pero ellos tan solo eran de pega y no les interesaba ese negocio. Obtuvieron dos nombres de posibles compradores, era algo por donde empezar.

-Vamos ver al tal Krage, Ojete. El Cabo dijonos que no fuésemos pal recinto ese.

Además el Coturno quedaba más cerca y Caralombriz no quería adentrarse más en la cuidad.

Nabo agarró a Cerebro y dándole unas palmadas en la espalda se encaminó por medio de las callejuelas en busca de algo de información.
- Escúchame, tenemos que buscar a un tal Assa... en cuanto lo encontremos, que suelte la pasta, ¿lo has entendido?- Nabo sabía que Cerebro lo había entendido a la perfección. - Venga, andando

Tras preguntar por las calles, encuentras a un tipo que te dice que el sujeto que buscas vive en una casita junto al muelle.