Partida Rol por web

Bueno el aterrizaje ha sido como en los simuladores y de momento no parecemos tener problemas.

El que el sargento nos informe de la misión me gusta. Si sabemos que tenemos que hacer menos posibilidades de meter la mata accidentalmente.

Akira me saca de mis pensamientos al alargarme la placa de datos del sargento. La acepto con una leve inclinación de cabeza. – Gracias.

Me levanto la visera para leer mejor los datos buscando a ver si encuentro porque los clasifican de exóticos o algún ejemplo de la diversidad de las formas de vida.

Hay alguna cosa que no cuadra, sin vida inteligente oponiéndose, ¿como se ha perdido el contacto con una escuadra completa?

Una vez examinada se la paso al soldado Benito Jimenez.

Benito seguía sentado y con un nudo de emoción en el estómago; esa sensación que se tiene cuando te acaban de asegurar el arnés en una montaña rusa y el carro empieza a moverse.

Ni siquiera se enteró de que el sargento había pasado la placa de datos, y fue el momento en que Hug se la cedió cuando volvió a la realidad. Benito se queda extrañado, mira a Hug, mira a la tabla, vuelve a mirar a Hug y lentamente deja de acariciar su ametralladora para agarrar la placa.

Un segundo, dos, tres… diez segundos se queda mirándola, como petrificado. —¡¡¡NOOOO ME JODAS!!! ¿NOS TOCA HACER DE NIÑERAS DE UNOS INÚTILES QUE SE HAN PERDIDO?  ¡¡TIENE QUE SER UNA PUTA COÑA!! SI NO SE MUEREN ANTES DE QUE LES ENCUENTRE LES REVENTARÉ LAS PELOTAS A TIROS… ¡¡¡JODER!!! ¡¡¡JODER JODER COÑO JODER!!! ¡¡YO QUIERO MATAR ALIENS!! ¡¡¡AAAAAHHH!!! — Por fortuna para el resto de soldados, el sistema de comunicación de Benito seguía desactivado, por lo que apenas podéis oír el leve sonido que logra salir de su traje. Además, por sus movimientos y pataleo deducís fácilmente que no está muy contento.

Mira al cabo con una mirada asesina que por suerte queda escondida por su casco, y le entrega la placa. A continuación vuelve a su posición, pero ahora Benito se encuentra totalmente tenso, como una estatua: ya no está feliz. Se puede observar que ahora en vez de acariciar la ametralladora, la sujeta fuertemente, demasiado, tanto que da la sensación de que está intentando estrangularla.

Genial, ahora el niño se ha enfadado. 

Akira miró al frente con resignación, mientras escuchaba los susurros provenientes del interior de la armadura de Jiménez. Para que se oyeran incluso con el sistema de comunicaciones desactivado, debía de estar gritando como un poseso. Esperaba sinceramente que aquel soldado fuese lo suficientemente bueno en combate como para compensar su personalidad, y que sus rabietas no interfirieran en la misión. 

Daba la impresión de que iba a romper la ametralladora si seguía apretándola así. Y, mientras tanto, el vehículo ni se movía. ¿Se puede saber a qué esperan antes de lanzarnos? 

Revisó por quinta vez que los sistemas de su armadura estuvieran en orden y funcionando, y sacó la fuente de alimentación del rifle de energía para limpiar los conectores, tras lo cual la volvió a colocar en su sitio. 

A ver qué sale de todo esto.

++++++++ 17:24 horas +++++++

En una mesa apartada, un menudo y tembloroso soldado bebía tragos de zumizoft de naranja acompañados de pastillas rojas, verdes y azules. A su lado, un corpulento enfermero le susurraba palabras de ánimo mientras le daba palmaditas en el hombro:

-Muy bien, Elías, ahora las de trapizol... adentro, muy bien. Todo va a ir bien, Elías. Piensa en lo que decía el doctor Morales: todas esas voces son cosa de tu imaginación, aquí todo el mundo es tu amigo y nadie quiere hacerte daño...

El soldado hizo una mueca.

Han pasado un mes desde Goya y aunque se desarrolló alguna escaramuza más en el planeta al final sometió rápidamente. Al parecer la idea es emplazar un centro de mando y usarlo como cabeza de puente contra el resto de los planetas de los sectores adyacentes.

Tras su heroica y alocada hazaña, el soldado Jiménez fue recluido para nuevas evaluaciones psiquiátricas por lo que el pelotón quedó mermado. Se esperaban soldados de reemplazo en breve y lo normal es que asignaran algunos para rellenar los huecos.

El teniente Ring no se había dignado a dirigirte la palabra más allá de los saludos formales y las peticiones de evaluación e informe. Por eso te resultó raro cuando te llamó a su despacho hacía diez minutos; un soldado había llegado a la galería de tiro para solicitar que te presentaras mientras probadas tu nueva arma, la pistola que todo sargento llevaba. No era tan potente como tu cañón, y menos ahora que habías conseguido que le cambiaran la célula de energía auxiliar, pero sería más efectiva en cuerpo a cuerpo que un cuchillo.

Guardo las armas en mi taquilla, y me dirijo al despacho del Tte. Ring. Allí, me cuadro y le saludo.

"Susórdenesmiteniente, se presenta el Sargento McIntosh"

- Sargento, ha llegado el momento de volver a la acción - dice sin rodeos mientras te pasa una placa de datos. Visto desde el espacio el planeta Rembrant aparece envuelto en una gruesa cubierta de nubes, a menudo con entramados y colores caleidoscópicos. La superficie, si es que la hay, está bañada por la luz fantasmal de su estrella, que brilla a través de múltiples capas de nubes estratificadas. 

Observas la imagen del planeta en la placa y sientes que no va a ser un paseo.

- Se han detectado signos de tecnología avanzada por lo que es posible que los habitantes del planeta vivan en ciudades flotantes en las nubes o en fortalezas en la superficie, atrincherados bajo el cielo nublado por lo que en lugar de lanzarlos en cápsulas deberán moverse en lanzaderas de transporte, cada pelotón se moverá en una para cubrir el mayor espacio posible ¿Alguna pregunta?

Sheriff piensa "joder, vaya marrón, no sabemos si vamos a necesitar alas". Carraspea y se prepara para consultar algo al teniente Ring.

"Mi teniente, con permiso, no es que me considere precisamente experto en astronomía, pero por lo que me ha indicado....lo mismo necesitamos jetpacks o algo, porque eso es un planeta gaseoso, ¿no? Es decir, somos infantería, y quizá esto es más para aviación"

Te mira fijamente antes de responder: Sargento, puede que haya tormentas o que los alienígenas tengan naves defendiendo sus casas ¿realmente quiere ir protegido solo por la armadura cuando le caiga un rayo? Habrá patrullas de cazas escoltando a las lanzaderas si eso es lo que le preocupa.

Akira salió disgustada del almacén. Había ido a pedir una de las espadas que llevaban los oficiales, esas de hojas monomoleculares con motores de plasma, pero no había habido manera. Daba igual que Goya estuviera sembrado de cadáveres de dinosaurios muertos por su espada, el hombre que atendía el almacén no quiso ni oír hablar de darle el arma. 

Por suerte, su compañero había sido más amable, y le había permitido instalar una mejora en su espada que acababa de llegar desde Terra. Era un filo de neoacero templado que podía calentarse hasta el rojo blanco en un instante con solo pulsar un botón. Ahora su espada debería ser capaz de atravesar con mucha más facilidad cualquier coraza. 

No era lo que Filofrío habría querido, pero le dio las gracias sinceramente. Con su espada mejorada al hombro, salió del almacén y se dirigió a la cantina. No le costó mucho localizar a Pedraforca, y solo con verle vio que había tenido más suerte que ella. Una nueva y flamante Power Garra adornaba ahora su equipo. Por lo menos a alguien le han dado lo que quería, Pensó. Se alegró de tener tan bien armado al soldado que le cubriría las espaldas. 

Se acercó a él, y se sentó en un taburete a su lado. 

-Dijiste que beberías conmigo si salíamos de Goya con vida. ¿Sigue en pie la oferta de invitarme?

"Sólo era un comentario, mi teniente" - responde el sargento Sheriff -"Por supuesto que tanto mi pelotón como yo estaremos encantados de ir a ese pedo gigante a matar a todo bicho viviente. ¿Cuándo partimos?"

El soldado engulló las ultimas tres pastillas con un largo trago de zumizoft y se encogió de hombros presa de un repentino temblor. Guiado por el enfermero, se acercó hasta la mesa del cabo Pedraforca:

-Cabo Pedraforca, soldado Filofrío-el tono de voz del enfermero era educado pero contrastaba con la feroz presa que aplicaba sobre los hombros del soldado-Soy de la Unidad Medica 31-C. Este es el soldado Piñeiro: ha sido asignado a su unidad en calidad de refuerzos.

La Unidad Medica 31-C era conocida colectivamente como El Pelotón de los Chiflados, La Casa de Locos, El Manicomio y lindezas similares. Nadie que hubiera pasado la unidad estaba en buenas condiciones. Nunca.

Cuidadosamente, el enfermero ayudó a Piñeiro a sentarse en la mesa. A continuación sacó de su bolsa un enorme archivador lleno de papeles. Lo dejó caer sobre la mesa con gran estruendo.

-Este es su archivo psicológico por si quieren leerlo. Es un buen chico y ya se ha tomado la medicación. El alto mando le considera apto para el servicio-apretó el hombro del tembloroso soldado con gesto casi paternal antes de hablarle-Aquí nos separamos, Elías. Pórtate bien, £eh? Y obedece siempre a tus superiores. Cuidate, tío. Cabo, soldado...

Y el enfermero salió de la cantina. El soldado miró tímidamente primero al cabo y luego a la soldado:

-Desde que tomo las pastillas... estoy mucho mejor-dijo con un hilo de voz mirando de reojo el voluminoso archivo.

Estoy contento de mi nueva graduación aunque no considero que los de personal acertaran. Fui el mas ineficiente de todos y el ascenso fue por la muerte de nuestro anterior sargento y su sustitución por el cabo Sheriff.

Akira o Benito habrían sido las opciones mas lógicas.

Benito desato toda su furia contra aquel dinosaurio gigantesco cuando estaba a punto de acabar con todos nosotros y como pago ahora lo han clasificado de demasiado peligroso.

En aquel momento aparece Akira arrancándome de mi melancolía logrando que sonría.

– Desde luego, y aparte de la bebida si quieres algo de comer de mas calidad que el rancho adelante. Os merecíais mas vosotros los galones de cabo y ya que de momento no puedo compensar a Benito sólo puedo invitarte a ti. Pero antes una orden, nada de cabo ni señor, Hug o Pedraforca lo que prefieras cuando no estemos en combate o delante de los superiores.

Justo después de llamar al camarero para que pidiera Akira se presenta un sanitario con el que parece que sera uno de nuestros dos remplazos.

Me quedo un poco desconcertado y no me da tiempo preguntar por si puede beber o no.

Bueno si puede aplicarse los medipacks y las drogas de combate lo que sirven aquí le parecerá agua.

Miro el voluminoso informe pero decido dejarlo para después primero debo cumplir mi palabra con Akira.

Girándome al recién llegado. – Relájese, si quiere tomar alguna cosa pídala ahora cuando llege el camarero.

Akira sonrió ampliamente, cosa que rara vez hacía, y agradeció sinceramente tanto las palabras de Hug como la invitación. 

-Así lo haré, Pedraforca. En realidad, no deseo el puesto de cabo, estoy bien como soldado. Aunque, maldita sea, eso signifique que no me den las armas que solicito...

Akira se interrumpió al ver llegar al enfermero. Su sonrisa se desvaneció inmediatamente y quedó sustituida por la habitual expresión fría y neutra, con los ojos vacíos. 

Escuchó la presentación del enfermero y frunció un poco el ceño. 

Genial. No nos acabamos de despedir de un loco y ya nos mandan otro. 

-Soy el soldado Akira-dijo con voz neutra-él es el Cabo Pedraforca. ¿Te han dicho si puedes consumir alcohol con tus tratamientos?

Akira alargó la mano hacia el expediente y lo cogió. Empezó a pasar páginas y páginas que detallaban sus diagnósticos, aquel hombre parecía tener más problemas incluso que Benito. Espero que sea la mitad de bueno en el combate. Llegó a la página de los medicamentos que le habían administrado, o mejor dicho, páginas. Aquel soldado era una farmacia ambulante. Con un suspiro, dejó el expediente sobre la mesa.

Que sea lo que tenga que ser. Este es uno de esos momentos en los que desearía poder emborracharme. 

- Tiene tres horas para reunir a su pelotón e ir al hangar para familiarizarse con la lanzadera C-LZ-386, en la placa tiene la autorización que deberá enseñar.

Parece que ha terminado cuando vas a salir por la puerta comenta en tono casual: Por cierto, tiene dos nuevos soldados, Lanza es un fanático del combate que se pinta la cara y toda esa parafernalia y Piñeiro es un zumbado, sé que no se sentiría cómodo tras la baja de Jiménez.

Piñeiro sorbió un poco más de zumizoft por una pajita muy mordida. Negó lentamente con la cabeza.

-Yo... me llamo... Piñeiro.

Se interrumpió y tragó saliva.

-Sois los de... sois los de Goya, ¿verdad? -dijo esforzándose por alzar la voz-Habéis estado en Goya.

Su mano derecha empezó a temblar visiblemente. Incómodo, la ocultó bajo la mesa.

Se le había asignado un nuevo pelotón luego de que el suyo haya sido aniquilado en una misión fallida de la que él fue el único sobreviviente. "Encontrará al sargento Sheriff o al cabo Pedraforca en la cantina, repórtese con ellos y entréguele ésta *carta a uno de los superiores que le mencioné, ahí se detalla todo". Le había dicho el oficial que le asignó su nuevo pelotón, así que siguiendo las órdenes que le dieron Lancel entró a la cantina. había bastante gente y no tenía ninguna descripción de las personas a las que debía encontrar. Estuvo varios minutos caminando de un lado a otro, sin saber bien por donde empezar a buscar para luego quedarse parado totalmente frustrado.Buff... una foto no habría venido mal. Esos oficiales piensan que todos es demasiado obvio, pero no se dan cuenta que los simples mortales no podemos adivinar quien es quien. Renegó en sus pensamientos. 

Por un instante consideró que le sería imposible encontrarlos en medio de tanta gente, cuando de repente cerca de él logró escuchar una conversación. Refuerzo, Pedraforca, Goya. ¡Bien maldita sea, los encontré! Emocionado por haber dado con su objetivo finalmente se acercó al grupo. Se cuadró frente al cabo y comenzó a hablar.- Disculpe que lo interrumpa señor. Esperó la aprobación de su superior para continuar.-Se me ha asignado como refuerzo a su unidad señor. Extendiéndole la carta a Pedraforca finalizó diciendo.-En esa carta se detalla todo. 

Piñeiro dedicó un breve saludo militar al recién llegado sin levantarse de la mesa.

-Hola-añadió mordiéndose el labio inferior.