Partida Rol por web

El Sargento Sheriff sacudió su cabeza para despejarse, y corrió rápidamente para colocarse tras unas rocas, a la distancia perfecta para empezar a masacrar gatitos.

Akira notó varios impactos que atravesaban la armadura, y por un instante el mundo se volvió rojo a su alrededor. Apretó los dientes, y dejó que los mecanismos supresores de dolor de la MandelBrite hicieran su trabajo, hasta que pudo volver a ponerse en pie. Los indicadores de la armadura pasaron del poco habitual verde al ya acostumbrado naranja, y vio que el informe de estado de la armadura indicaba ya múltiples heridas. 

Por lo que había visto, aquellos gatos eran muy eficaces en la lucha a larga distancia, pero en cuerpo a cuerpo ella tendría la ventaja. Localizó a un grupo de gatos que se habían atrincherado en una pequeña hondonada, cubriendo las filas de los félidos que disparaban con los cohetes. Rápidamente alzó el rifle de energía, lo puso en modo automático, y oyó el satisfactorio sonido de la batería láser cargándose a plena potencia. Pulsó el gatillo, y un infierno láser se abatió sobre la posición de los félidos, disparando un centenar de descargas en unos pocos segundos, que atravesaron a los alienígenas mientras el aire se llenaba del aroma a pelo quemado. La posición quedó despejada, y, aprovechando la conmoción, Akira corrió, saltó a la hondonada, remató de un disparo rápido en la cabeza a uno de los aliens que se revolvía aún, y guardó el rifle. Ahora estaba ya a la distancia suficiente como para saltar sobre ellos, y la kurohime emitió un pequeño chasquido al liberar su cierre magnético, aunque Akira no la desenvainó aún. 

Los félidos reaccionan rápido a los movimientos de las tropas y comienzan un repliegue ordenado sin dejar de disparar, a la vez que aislan tropas enemigas de sus compañeros.

Esas malditas criaturas parece que sepan por anticipación donde me moveré para disparar hacía allí sus cohetes. No en este planeta nada me esta saliendo bien, nada.

Cada vez mas zonas de la armadura están en rojo comenzando a desactivarse los servomotores que nos ayudan a podernos mover con facilidad con la cantidad de kilos que pesa. Debido a ese fallo en una de las piernas caigo para atrás en lugar de volverme a impulsar al apoyarse el pie en la parte que sobresale de la raíz de uno de los arboles. Caigo dando vueltas unos metros añadiendo mas fracturas a mis costillas.

Cuando logro reactivar los servomotores y subir no veo al resto de mis compañeros y comienzo a buscarlos en el scaner.

Espero que sigan con vida, no les he podido apoyar en nada desde que iniciamos la campaña.

Las criaturas finalmente me abatieron, cayendo al suelo y retorciéndome. Otra vez no podía estar pasando... y esta vez sería la definitiva. Intenté ponerme de pie pero los pies no me respondían, la fuerza se me iba yendo poco a poco... no podía hacer nada, y mi situación empeoraba cada segundo. Tenía una herida muy grave en el pecho.

El teniente comienza a lanzar órdenes pero su voz se entrecorta por los disparos félidos y el esfuerzo de correr de una cobertura a otra. Al final queda rezagado del grupo y viendo la situación ordena: Sargento Sheriff, soldado Filofrío ¡Regresen!

Los alienígenas se retiraron, pero Akira corrió con ellos. Perdió de vista a Pedraforca y a Katty, pero al parecer Sheriff seguía ahí. Estaba segura de que no tardaría en carbonizarles con su cañón de energía, así que atacó por el otro flanco, desenvainando la kurohime con un susurro de metal. Saltó sobre dos de los félidos, que habían quedado aislados del resto, y el arma perforó las protecciones del primero en el pecho mientras el corazón era atravesado por la hoja. El otro, armado con sus lanzamisiles de larga distancia, poco pudo hacer contra ella cuando se le puso a tan cerca, y, sin más, la hoja de la kurohime le rebanó el pescuezo, cayendo inmediatamente a tierra casi decapitado. Akira se cubrió tras una pequeña hondonada y esperó a su oportunidad para volver a atacar. 

Ahora sí - pensó Sheriff. Miró desde su posición como decenas de félidos se alejaban, quizá para atacar a traición más tarde. Pero eso no iba a ocurrir. Ajustó la posición de su cadera para equilibrar el peso y retroceso del cañón de energía, afianzó su pies sobre el embarrado suelo, y accionó el gatillo. El repartidor de dolor empezó a girar y aullar, trayendo muerte y destrucción al entorno. Cuando se disipó el humo, unos 50 o 60 gatitos yacían destrozados. Era una hermosa imagen, la imagen de la libertad y la civilización imponiéndose al salvajismo alienígena.

La masacre causada por un solo arma pilló desprevenidos a los félidos, quizás esperando poder acabar fácilmente con los enemigos aislados se vieron superados por la potencia de fuego del sargento. Sobreponiéndose a las bajas siguieron replegándose.

Esta vez si les funcionó la táctica a los félidos que dejaron aislada a Filofrío y sin poder usar su poderosa katana. Desde la distancia atacaron con sus armas de energía y consiguieron herirla de gravedad.