Partida Rol por web

Lo que me dijo el guardia sobre poder salir "del solitario" (¿Qué coño era eso?) Me animó bastante. Estaba claro que ahí lo mejor que se podía hacer era obedecer y sobre todo si no te tocaban la carita: Hacía un instante que pensaba que me la iban a dejar como un mapa y ahora en cambio, estaba acariciando la posibilidad de salir de aquello más o menos intacto.

- Buenas tardes, ¿señor Ethan? ¿Tiene algún apellido además del nombre que le dijo a la policía cuando lo trajo?

- Emmm... ¿Tardes? ¿Son tardes? ...Ah, vale. Buenas tardes -tenía que reconocer que la perspectiva, me había puesto un poco nervioso- Eeeehh... Si. Si: Murmand. Ethan Murmand. Así me llamo.

Me quedé esperando la siguiente pregunta mirando las paredes del consultorio por si había algo mencionable que me diera alguna pista sobre donde estaba o lo que se pretendía hacer conmigo y con los demás, como George... ¿Sería cierto lo de las palizas? Al fin y al cabo, creo que no tendría motivos para mentirme, ¿no?

El hombre se te queda mirando, y su mirada era como aquella que te trata de ver por dentro, un silencio incomodo se dió mientras el anotaba el apellido en ese formulario.

-Señor Murmand,¿sabe usted porqué está aquí?, ¿recuerda algo?

- ¿Se supone que debería saberlo? Si he de ser sincero, no me acuerdo de nada de los últimos dos días (supongo que son dos días: Es lo que me suele durar habitualmente el período borrachera/resaca) hasta que he despertado aquí... Que por cierto ¿Podría decirme dónde estoy? Si esto no es una cárcel, no creo que haya ningún problema en decírmelo... Bueno, ni siquiera si estuviera sería un problema ¿no cree? Porque además con sus amigos que me han traído aquí, no creo que pudiera huir ni cien metros... Y yo le estaría muy agradecido de empezar a llenar de nuevo mi cerebro de contenido.

Me sorprendí a mí mismo: A aquellas dos preguntas tenía pensado responder con dos secos e inmediatos "No", pero en cambio me salió una perorata acojonante e incluso debí reunir el valor suficiente (sacado de no sé dónde) para  pedirle algo de información. Mi esperanza era que estuviera más interesado en recetarme unas píldoras y largarme a mi celda si era uno de tantos matasanos chupatintas, que en hacerme recuperar mi memoria o sacarme toda la información de vaya usted a saber qué parida.

En todo caso, me mostraba correcto y razonable para establecer una cierta empatía con aquel tipo que, si decía que era médico, era porque entonces al menos había estudiado una carrera y se le suponía un cierto nivel de buena educación.

Me alegra señor que se preocupe por saber donde esta y que ha hecho, realmente son preguntas de rutina, soy Dr Swans, Jefe de rehabilitación del centro de detención Nueva Esperanza, usted esta acá porque cometió un crimen en estado de alicoramiento, posible no lo recuerde pero, esas dos personas a las que atropelló con ese auto robado no piensen igual.

Te mira esperando tu reacción y continua

Afortunadamente no mató a nadie, aunque su tercera victima una mujer a la cual golpeo llamó a la policia, y la policia lo trajo aquí...

Te mira fijamente

Entonces señor, usted tiene dos opciones o va a la carcel por diez años, o participa voluntariamente de un proceso de rehabilitación dirigido por mi... -te mira-  el juez ordenó remitirlo, pero tiene esas dos opciones, le conviene más la segunda, a menos claro que desee ir a la carcel departamental, seguro que ahí no tendran ciertas consideraciones.

Lo que el médico me estaba diciendo, me sonaba a chino. No recordaba haber robado ningún coche, no recordaba haber estado conduciendo y mucho menos recordaba haber atropellado a nadie. Y aunque así fuera... ¿Dónde cuadraba lo que me había dicho mi vecino de celda? Las palizas y demás...

- ...No recuerdo nada de todo eso... -dije dubitativo- ¿Sabe con que coche ocurrió?

Las dos opciones que me planteaba el médico, estaba claro que no eran si no una: Entrar en mis circunstancias en la cárcel ahora, sería despedirme de la vida... Y lo pensaba literalmente. Dicen que la cárcel es para rehabilitar. Yo no conozco a nadie que se haya rehabilitado allí. Y si conozco a muchos cuya vida se ha echado a perder.

- Está bien, doctor: Acepto entrar en ese programa de rehabilitación. La cárcel no es opción para mí.

En aquel momento, pensaba en que ya no podía caer más bajo. Y soñé sinceramente con la rehabilitación completa. Quizás hasta incluso fuera posible ahora que había cambiado de aires.

Quizás lo que me había pasado esos días, al fin y al cabo, igual sería para bien.

El hombre sonrie mientras te mira. Es usted un hombre sensato señor Murmad, le iba a preguntar que usted puede decidir si quedarse en solitario unos dias, o vivir en comunidad, pero dado que siento que acepta los terminos ingresará a rehabilitación, solo recuerde que mi paciencia tiene limite -dice amablemente pero firme- podre mandarlo a la prisión si no evoluciona bien..

Dice de manera practica.

Le mandaré unos antidepresivos que le ayuden a manejar el sindrome de abstinencia...uno de los guardias se lo dará... tenga un buen día.

Algo dentro de tí te hizo darte cuenta que posiblemente decir que sí fue lo mejor que pudiste hacer porque no regresaste a esa celda solitaria. Supones que los que ahí estan encerrados se negaron, aunque en parte ciertos procedimientos te parecen extraños. Las paredes altas, blancas y con eco, las habitaciones con puertas de seguridad y la protección que encuentras en los pasillos te hace pensar en la ironía de estar en un centro de rehabilitación que en realidad, aunque dijeran lo contrario era una carcel.

El hecho que te dijera que cometiste no sé cuantos crimenes te hace sentir inseguro, porque realmente nada de eso recuerdas, nada..

Entras entonces a un lugar donde hay un médico y una enfermera, el médico te hace una evaluación médica de entrada, se te hace desnudar, bañarte y ponerte un uniforme gris.

Una vez con eso, entras a una puerta reforzada donde un grupo de hombres de no muy buenas caras te miran en silencio. Algunos estaban sentados, otros parados murmurando en las esquinas. Todos con sus uniformes grises en silencio.

Posiblemente la opción que había escogido era la adecuada... Pero la perspectiva no resultaba mucho más halagüeña que mi circunstancia anterior. Antes al menos, estaba solo y no parecía correr un peligro inminente, pero todos aquellos hombres uniformados como yo, de gris, no parecían tener ganas precisamente de hacer nuevos amigos. Y quizás incluso eso fuera lo mejor. Mientras no me importunaran...

Avancé por aquel lugar sin rumbo fijo. No tenía donde ir y tampoco parecía haber un sitio donde quedarse. Así que lo mejor parecía ser andar y no quedarse en un sitio fijo donde alguien pudiera fijarse en mí.

Si alguien me miraba, bajaba los ojos y seguía mi camino errático por aquel lugar buscando donde meterme. Donde esconderme e intentar desaparecer. Deseaba que la tierra me tragara... Pero eso no iba a ocurrir, así que seguí buscando un lugar discreto y apartado donde me dejaran pensar tranquilo. No sé ni en qué pensaría, pero quería hacerme invisible de una vez.

Un hombre tatuado se te presenta, Bienvenido al infierno...soy George, y te sugiero que tengas cuidado, aquí tienen ojos por todas partes.

Resultaba curioso como era la mente humana: Cuando estuve hablando con George a través del agujero de la habitación, no sé por qué, lo imaginé como un hombre pequeño, menudo y acobardado.

Pero ante mí estaba aquel hombre de estatura normal, flaco y cubierto de tatuajes y con una cara de pocos amigos que echaba para atrás solo con verle.

Resultó para mí un alivio reconocer su nombre y su voz por mucho que mi imagen no casara con la realidad de aquella figura.

- Encantado de conocerte. Soy Ethan.

Le tendí la mano con cordialidad. Estaba claro que si algo me hacía falta allí dentro, era un amigo. Y George era lo más parecido a un amigo que por ahora creo que encontraría entre toda esa gente.

- ¿Qué sabes de todo esto George? ¿Sabes dónde estamos? ¿Sabes qué es esto y para qué nos quieren tener aquí?

Mis ansias por saber algo de mi nueva situación. De saber ALGO, lo que fuera de aquel sitio, creo que se reflejaba en la cara de ansiedad que sin duda debía tener.

George me miraba con esa cara de ojos achinados de medio lado y levantando una ceja con cara de escepticismo mientras me escuchaba.

El hombre dice con miedo. La verdad no sé amigo, lo único que sé es que esos guardias no parecen ser del estado, estuve en la carcel varias veces y nunca vi uniformes como esos, nos tienen aquí encerrados por problemas con drogas y alcohol, eso es lo único que tenemos en común, pero es horrendo,  el maldito sindrome de abstinencia...

Dice el hombre mientras ve que se acercan unos guardias...

Ten cuidado...- te murmura

El hombre se asoma a una gran baranda por encima de ustedes y les dice.

Se acabó el regreo mariquitas- los trata de manera despectiva- hora de hacer ejercicio, aquí no queremos vagos- se abre una puerta   siendo visible un lugar amplio pero todo bajo techo, parecia como si estuvieran dentro de una caja de fosforos, no se veía la luz en ningún momento. A correr ahora, quince vueltas, quien no lo haga, no come.

Las paredes altas de concreto del complejo estaban custodiadas en las alturas por guardias armados, se ven cámaras de seguridad y  barreras de vigilancia.

Lo extraño es que se miran unos a otros, dudan por un instante, pero a regañadientes  al ver a un grupo de hombres con otro uniforme comienzan a dar las vueltas al salón.

¡¡¡Uuuufffff!!! Hacía años que no corría. Aquella iba a ser una prueba dura para mí... ¡¡Y quince vueltas nada menos!! ¡¡Me iban a descojonar!! Claro que la otra opción era peor: Había sido nombrar la comida y empezar a rugirme el estómago, sintiéndolo realmente vacío.

Me había inquietado el comentario de mi compañero sobre los uniformes de los guardias... ¿Dónde coño estábamos? Por un momento pensé que nos habían secuestrado para servir de cobayas en algún experimento ultrasecreto del Estado. Al fin y al cabo ¿Quién se iba a preocupar de encontrarnos? Aquel pensamiento me azoró bastante y me hizo mirar buscando algún tipo de vía de escape de allí... Aunque realmente enseguida llegué a la conclusión que había elegido la peor habitación de aquella especie de cárcel-hospital para buscar algún agujero, pues allí a duras penas se distinguían en la altura unos ventanucos por donde entraba la luz.

Casi sin saber como, me vi arrastrado por los demás reclusos a correr dando vueltas a aquella especie de patio cubierto.

Creo que no había acabado de dar ni tres vueltas, cuando empezaron a dolerme las rodillas lo indecible y me empezó a faltar el resuello, haciendo que me ardieran los pulmones y me raspara la garganta: Mi estado físico era realmente lamentable y tanto mi forma física como mi tensión muscular, auténticas piltrafas.

Pronto me quedé casi de los últimos y aún así, sentí que tenía que seguir por mi vida y por la comida, así que cerré un momento los ojos y seguí echando las piernas hacia delante mientras notaba como mi frente empezaba a perlarse de sudor.

Puedes decir que ese corto espacio corriendo fue uno de los peores momentos de tu vida, uno de los que iba  ahi se cayó y recibió una patada de un guardia y luego de eso todo parecía más angustiante, y más porque veias que al lado tuyo había hombres duros, hombres que seguro habian estando en la carcel pero que  realmente parecian completamente dominados.

Terminaste cansado y sin aire, tu corazón iba a mil, el alcoholismo y el ejercicio físico no convinaban muy bien. Agotado y sintiendo que ibas a morir concluye la tortura en la cafeteria donde comieron en silencio, nadie hablaba,  y los guardias todo lo observaban.

Terminas encerrado en una celda con tres personas más, una de ellas, la persona que te habló al inicio.

No sé si pueda soportar esto más- murmura un chico de color que sudaba y se veía terrible- ¿qué es este sitio?

Baja la voz- dice un negro enorme que estaba  mirando por las rejas de la celda- ya sabes lo que pasa si nos escuchan hablar más de la cuenta, calmate si no quieren que vengan a sacarte...

Matt tiene razón- dice mientras se nota derrotado- si van hablar esperen a que se apaguen las luces... mumuren bajo.

Aún sentía como los pulmones me ardían por el esfuerzo realizado: Apenas tenía aliento para hablar pero me interesaba saber lo que fuera respecto a aquel sitio.

- ¿Qué es... eso de "lo que... pasa si nos oyen habblando de más? ¿Qué mierbda... de sitio eseste? ¿Qué sabéis de aquí?

Les miré absolutamente agotado, apoyado en la barra de la litera y a punto de desmayarme por el esfuerzo. La verdad es que eran una gente de la que hubiera huído de estar en la calle, pero ahí dentro, eran mi única conexiòn humana Y la única manera de no volverme loco en aquel encierro.

Esa es la pregunta que todos nos hacemos - dice el hombre angustiado- esto es peor que una carcel, algunos compañeros desaparecen y nunca los volvemos a ver, y realmente no sabemos que hacer... es tremendo... todavia no se nada de Thomas, y eso fue hace dos semanas... no me gusta este sitio.

Se llevaron a Thomas por responder mal a uno de los guardias y no sabemos sada de él- murmura como explicandote todo.