Partida Rol por web

Sala amplia que consta de diversas mesas juntadas formando una U circundando a un podio. El podio se encuentra situado en la parte frontal justo en frente de la puerta. Con capacidad como para unas 15 personas sentadas tiene una decoración más formal, con las banderas de las doce colonias dispuestas a lo largo de las paredes, enfrente de la puerta, a ambos lados del podio y el suelo está protegido por una moqueta azul.

Sharon entró en la sala de reuniones. Cerró la puerta despacio, sin hacer ruido; siempre lo hacía así con las salas vacías de uso común; le daba la impresión de perturbar con su presencia la calma el un lugar que no le pertenecía.

Se acercó rápidamente al teclado del proyector, insertó el CD que todavía guardaba de su encuentro con el raider pesado, lanzador de cabezas nucleares y en la pantalla se empezaron a mostrar las imágenes de lo ocurrido ese día, grabadas por los sensores de su Raptor.

De vez en cuando rebobinaba y volvía a ver una secuencia, a veces a cámara lenta, anotando datos que le parecían de interés. Quería ver la disposición de las naves en el ataque, cómo formaban y cómo avanzaron para dejar línea de tiro al raider pesado. Quería aprenderlo de memoria, y ser capaz de reproducirlo en su mente, viendo los detalles de la disposición. La próxima vez que apareciera una de esas naves quería advertirlo de forma intuitiva, que fuesen sus instintos y no el ordenador de a bordo quienes le avisaran.

Después reprodujo las imágenes de su actuación intentando desviar los misiles. Analizó su maniobra y vio su error: se había acercado totalmente de frente, tras lanzar las contramedidas la dirección de la nave, de ellas y de los misiles era la misma. Un giro a esa velocidad habría sido fatal, la fuerza centrífuga habría sacado toda la sangre de su cerebro, la habría dejado inconsciente y habrían muerto en la explosión. Había cometido un error, y si no había muerto por la explosión había sido más por suerte y reflejos que por un acercamiento adecuado. La próxima vez el ángulo de ataque debe ser sesgado, de forma que con un leve cambio de dirección mi nave se aleje del punto de intersección con las CM en vez de acercarse. Hablaba sola, a veces lo hacía, sobre todo cuando estaba concentrada en el trabajo de análisis. Teniente, teniente, no lo vuelva a hacer. Dijo con retintín, burlándose de las órdenes que le habían dado de no volver a actuar así. Si el Galáctica estaba en un peligro inminente, y por extensión la humanidad, se sacrificaría si era necesario. Como hiciste tú, Helo... dijo en alto, acompañando sus pensamientos. Él se había sacrificado por un médico, ¡cómo se atreven a decirme que no me arriesgue yo en una situación así! Y soltó un bufido.

Tras estudiar esas imágenes sacó otro disco de datos y lo introdujo en la ranura. Era del último contacto con la Olimpic Carrier. Desplegó las lecturas de los DRADIS y las leyó una y otra vez, hasta que se dio cuenta de que no tenía nada. No había datos que confirmaran o contradijeran la idea de si los Cylon estaban detrás de ello o si un fallo en las comunicaciones había impedido a la tripulación recibir el mensaje de parar la nave. Y su mente comenzó a divagar, primero pensando en las personas que podrían haber muerto, en sus sueños, sus deseos... y en esos pensamientos la imagen de "Jefe" apareció en su mente, en sus pensamientos estaban juntos, en alguna colonia, en una línea temporal en la que no había tostadoras, ni problemas, ni guerras, ni ciclos de 33 minutos...

Dejando atrás las bromas y risas sesgadas que acompañaron tu marcha no tardaste más de diez minutos en llegar a la sala de reuniones. La quietud de ésta y su amplitud te hicieron dudar durante unos segundos de que hubiera alguien pero no tardaste en descubrir a Boomer inclinada sobre una consola murmurando consigo misma mientras miraba atentamente la pantalla.

Galen se detiene en la entrada de la sala y dedica unos segundos a contemplar a Boomer mientras ella no se ha percatado aún de su presencia.

Tan pronto como la mujer gira la cabeza y sus miradas se cruzan, Jefe, sin mediar palabra, avanza con paso decidido hacia ella con una expresión de satisfacción y alegría. La chispa del amor, que habitualmente intentaba enmascarar ante los demás con una actitud profesional y circunspecta, se había desatado en sus ojos con el fulgor de mil astros.

Con los brazos ligeramente abiertos, se precipita hacia ella en los últimos metros que los separan esperando poder estrecharla contra su pecho y besarla con el ansia de un amante que ha estado tan cerca y tan lejos de su objeto de deseo durante varios días.

Levantándose de la silla giratoria, Sharon esperó a que Galen se acercase con una sonrisa pintada en los labios. No perdió tiempo en decir nada. Abriendo los brazos rodeó la cintura del hombre y hundió la cabeza en su pecho antes de alzar la cara y besarle con ansia. Llevaban tanto tiempo sin poder estar a solas que durante unos segundos temió haberse olvidado de lo que era estar entre sus brazos.

-Pensé que ya no vendrías...-murmuró con voz cálida mientras sus manos acariciaban sin descanso la espalda y hombros de Jefe. Ahora que lo tenía por fin para ella necesitaba comprobar que de verdad estaba ahi y no era fruto de su imaginación o un sueño.

Galen se mantuvo en silencio mientras permanecían abrazados, sintiendo el pálpito de sus cuerpos en contacto, disfrutando del calor del ser amado, cuanto más apreciado en mitad del frío espacio.

Cita:

- Ni un ejercito de Cylons apostado en los pasillos hubiera evitado que viniera. - respondió "Jefe" suavemente. Después de intensificar un poco más su abrazo preguntó: - ¿Cómo te encuentras?¿Has vuelto a andar en sueños? -

Arropada entre los fuertes y cálidos brazos de Tyrol permanecí en silencio durante unos minutos rehacia a contestar. No me apetecía nada tener que volver a la realidad pero su pregunta, aunque sabía que había sido motivada por el amor que me profesaba, había sido como un jarro de agua fría. Habían ocurrido tantas cosas, había habido tanto estrés los últimos días que casi había olvidado aquel pequeño incidente...aquel...encuentro. Casi. Conteniendo un escalofrío me separé finalmente de él y le miré a la cara aún abrazándole.

-No...sólo fue ese sueño...-negué sacudiendo la cabeza para quitarle importancia-No te preocupes estoy bien...cansada, pero bien-fijando mi mirada ansiosa en él observé sus ojeras y los rastros de las horas sin dormir de la pasada semana en su cara-¿Y tu? ¿Estás bien?

Por la expresión que apareció en el rostro de Galen, la respuesta de Boomer alivió al hombre mucho más de lo que ella hubiera esperado.

- Ahora sí. - fue toda su respuesta y volvió a besar a la mujer. "Jefe", con la mente tranquila, permaneció abrazado a ella en silencio un rato más y finalmente le propuso en un susurro:

- ¿Qué te parece si buscamos un lugar más... privado? -

Los besos de Galen y la calidez de sus brazos fueron alejando poco a poco la tensión de los últimos días. Podría pasarme así media vida...pensé medio atontada por la relajación. Sonriendo sesgadamente ante su propuesta asentí y me separé ligeramente mientras pensaba dónde podríamos ir.

-No tengo turno hasta dentro de unas horas...con todo el mundo jugando y festejando a lo mejor podemos disfrutar de algo de intimidad en mi camarote...-dije al fin. Sabía que nos estábamos arriesgando y más cuando el propio Coronel nos había llamado la atención respecto a nuestra relación. Pero qué demonios...¿acaso no éramos los únicos supervivientes? ¿acaso no podíamos cambiar normas tan absurdas? ¿acaso debíamos poner freno a sentimientos que traían algo de felicidad en momentos tan aciagos? Meneé la cabeza desechando la idea y deshice el abrazo.-Dame dos minutos que guarde lo que estaba haciendo y nos vamos-comenté volviendo a la consola donde teclée rápidamente varias instrucciones para cerrar la aplicación que había estado usando.

Mientras la mujer trabajaba Jefe posó sus manos sobres sus hombros y empezó un suave masaje. Lo suficientemente intenso como para que fuera relajante, pero lo bastante suave como para que no la distrajera de lo que estaba haciendo.

Sus manos trabajaron los bien desarrollados músculos de Boomer. Probablemente, de no contar con la fuerza en las manos que confiere el trabajo duro no hubiera podido hacer que Sharon sintiera algo en aquella musculatura trabajada día tras día en el gimnasio y en el espacio.

Fue tomando nota mental de la posición de los diversos nudos que sus dedos fueron sintiendo. El masaje de más tarde no sería tan suave.

El contacto cálido de la carne hizo que un sordo pinchazo en su ingle empezara a hacerle desear que, fuera lo que fuera lo que estaba haciendo Sharon, no le llevara mucho más. El pinchazo contribuyó a que empezara a darle igual el riesgo al que se iban a exponer en breve.

Había batallas por la supervivencia que no se iban a librar contra las tostadoras. Eran batallas contra su propio sistema, contra un esquema sustentado en que la raza disponía de varios planetas para morar.

- Quizá si nos pillan será como poner... ¿cómo reza el dicho? Ah, si, una pica en Cáprica. -

Su educación religiosa protestó cuanto una asociación de ideas desencadenó una serie de imágenes lascivas relacionadas con poner picas en sitios. Pero la punzada en la ingle le convenció, al menos por el momento, de que eso también era algo perfectamente admisible y una sonrisa pícara se dibujó en el rostro de "Jefe".

Los movientos expertos de los dedos de Jefe sobre sus hombros distrajeron a Sharon durante unos segundos de lo que estaba haciendo al provocar ligeros escalofríos de placer que bajaban por mi espalda conforme mis músculos se relajaban. Sonriendo para sí misma ya que Galen no podía verla, se apresuré a terminar lo que estaba haciendo y apagó el ordenador con un sonoro clic. Echándose hacia atrás en la silla apoyé su cabeza contra el cuerpo del suboficial y alzó la mirada para mirarle esbozando una sonrisa insinuante.

-Ven...vámonos...-susurró al tiempo que se ponía en pie y, entrelazando sus dedos con los suyos, tirar de él para salir de alli, no sin cierta urgencia. Había perdido la cuenta de las horas, los días que habían pasado desde que habían estado por última vez a solas y ya no podía esperar. A paso vivo avanzó en dirección a la puerta no sin dejar de sonreir juguetona a Tyrol.-Espero que hayas descansado lo suficiente...-dijo riéndose