Partida Rol por web

A tan intempestivas horas, el Parque de la Independencia, y más aún la zona infantil del mismo, está completamente desierta. Aún así, debido a que el encendido y apagado de luces provoca un excesivo fundido de las múltiples bombillas del carrousel, hace años que se ha decidido dejar el mismo encendido por las noches. Sin que nadie entienda el motivo, el tiovivo es respetado a pesar de todo, no contando ni tan siquiera con vigilancia por las noches. Se dice que el lugar es parte del territorio de una banda, que lo mantiene en perfecto estado y lo protege como un símbolo propio, pero tal afirmación no tiene base objetiva alguna. Es tan sólo uno más de los múltiples rumores que abundan en las oscuras calles de Metro City.

Cerca del carrousel hay también algunos locales de restauración, cerrados a cal y canto por la noche con pesadas y robustas persianas de metal, pero iluminado su exterior con potentes focos. El lugar cuenta también con el ya famoso globo aerostático que años atrás inauguró el propio alcalde Johnson, y que se ha convertido en símbolo del parque.

Cerca del tiovivo hay tan sólo una figura, la de un hombre joven con aspecto serio y formal. Traje, gabardina, bien peinado y afeitado... Es sin duda el inspector de policía Ethan Whedon, el tío de Lis. Parece estar sólo, y claramente nervioso, y sin lugar a dudas estará armado. La cuestión ahora es cómo proceder.

La ruta hasta el lugar de reunión que había concertado Misery resultó silenciosa, más allá incluso de lo que cabía esperar. Desde luego, no es que fuera posible ir hablando mientras conducíamos nuestras motos, pero es que aunque hubiera sido posible tampoco estaba en mi ánimo conversar, no cuando albergaba sospechas que nublaban mi mente y me descentraban de lo verdaderamente importante. Y es que mis oficiales de instrucción insistían demasiado en la importancia de mantener la mente centrada siempre en la misión, únicamente en ella. Y en aquellos momentos, la misión era realizar la entrega con el menor riesgo posible.

Dejé que fuera la mujer quien encabezase la marcha, pues parecía conocer la ciudad y sus calles mejor que yo mismo. No hacía tanto que había regresado a Metro City tras una larga ausencia, y aún tenía el callejero un tanto oxidado. Además, portando a Lis conmigo me parecía más conveniente ir en una posición más atrasada. Por suerte, no tuvimos ningún percance durante el camino, y no tardamos demasiado en alcanzar los aledaños del parque, aparcando las motos en un estacionamiento cercano a una de las entradas, de forma discreta.

Bien, Lis, estamos llegando. -Indiqué a la pequeña, llevándola entre mis brazos aún- Ahora mi amigo Montaraz va a llevarte hasta tu tío, para que él te lleve a casa con tu mami, ¿de acuerdo? -Le expliqué, notando el modo en que se aferraba más a mí como si temiera separarse. Después del miedo que había pasado, al ser yo quien la sacase de aquel infierno parecía temer separarse de mí- Eh, yo andaré cerca, ¿vale? Cuidando de vosotros. La gente mala no volverá a hacerte daño, nosotros nos ocuparemos de eso. Pero tú tienes que ser valiente, ¿sí? Como habíamos hablado, mi pequeña valiente. Tu mamá estará muy preocupada, así que tienes que ir a casa con tu tío, darte un baño caliente y meterte en la cama para que ella se quede tranquila.

La niña terminó por soltarse de mi cuello, asintiendo ante mis palabras. Sin embargo, volvió a abrazarme y me dio un beso en la mejilla antes de aceptar soltarse del todo, extendiendo sus pequeños bracitos hacia el encapuchado para pasar a sus brazos.

Nos mantendremos cerca, en las sombras. -Indiqué al arquero, sacando mi arma y comprobando el estado del cargador antes de devolver la pistola a su funda- Rápido y limpio, no le des palique. -Bromeé, sonriendo al justiciero antes de que se girase para acudir a la cita.

Cojo a la pequeña en el regazo mientras con sus brazos rodea mi cuello. Le sonrío, tan joven y ya ha sufrido demasiado. Escucho los consejos de Armour para evitar que me la líe el policía, no tengo pensado estar demasiado tiempo con él y menos cuando aún tenemos temas pendientes esta noche. Más si cabe porque voy desarmado y seguramente él lleve una pipa como mínimo.

- A sus órdenes mi capitán. - digo haciendo un saludo militar. Luego miro a la pequeña y le digo - Ahora vamos a ver a tu tío y en breve estarás con tu mami. No tienes que tener miedo.

Con la niña en el regazo empiezo a caminar hacia el policía, cuando doy unos pasos alejándome de mis compañeros de aventuras les digo imitando la voz de cierto actor metido a político.

- Volveré. - sonrío y espero que la niña hubiera cogido la referencia pero me parece que no es así. Es normal, es demasiado joven. Mientras camino hacia el tío de la pequeña hablo con Lis para que esté tranquila en este último tramo - Armour estará cuidándote, Misery también y hasta yo les echaré una mano si lo necesitan...así que sonríe al ver a tu tío y dale un abrazo muy grande a tu madre en cuanto la veas. No la sueltes durante unos cuantos minutos... - le digo mientras recuerdo a mi difunta madre - ...puede que ahora no lo entiendas pero algún día recordarás ese abrazo y sonreirás. 

Camino de manera directa hacia el policía, no quiero que me vea aparecer desde las sombras y se vuelva loco. Voy por donde pueda verme y así no temerme, es preferible que piense que tiene todo controlado a evitar que me convierta en un colador. Además aunque aparente estar solo no significa que lo esté.

Me encargué de encabezar la marcha hacia el Parque de la Independencia, siendo mi cabeza en aquellos momentos un verdadero hervidero. Cuando parecíamos ir a dejar atrás aquella infernal noche, las cosas habían vuelto a complicarse, pero al menos lo más importante de todo se solucionaría pronto; mi niña por fin volvería a estar a salvo y en su casa. Deseaba tantísimo poder abrazarla...

A aquellas horas no debía haber nadie en el parque, que tan sólo estaría iluminado por la perenne luz del carrusel y los focos de los negocios ya cerrados, así que pudimos aparcar en un estacionamiento cercano a la entrada con relativa tranquilidad.

Proseguimos a pie, pudiendo presenciar cómo Armour le explicaba a Liss lo que iba a pasar y trataba de tranquilizarla. Mi pequeña estaba asustada, como era natural, pero terminó por acceder a separarse del enmascarado. Tuve que apartar mi rostro un breve instante cuando este mencionó que la gente mala no volvería a hacerle daño, afectándome aquel comentario, pues no estaba segura de que aquello pudiera ser así hasta que abandonáramos aquella maldita ciudad.

Vi cómo el encapuchado tomaba a la niña, tratando también de tranquilizarla tras las breves indicaciones de Armour. Sin duda había tenido suerte en coincidir con aquellos dos justicieros, que además de hábiles en su labor clandestina, parecían ser buenas personas.

Pudimos ver a lo lejos una figura cercana al tiovivo, quien sin duda era Ethan, y hacia allí puso rumbo Montaraz tras despedirse como uno de los protagonistas del que sin duda era un clásico del cine de ciencia ficción. Aquello me sacó una sonrisa, y con ella en mi rostro me giré hacia Armour.

- Te sigo. - le dije aguardando a que se pusiera en marcha, dispuesta a caminar tras él hasta posicionarnos en un lugar discreto desde donde observar cómo el encapuchado dejaba a Liss con su tío.

La niña pasa silenciosa a tus brazos, pero se aferra a tu cuello casi del mismo modo en que antes lo estaba en el del justiciero que se hace llamar Armour. Silenciosa, termina por asentir a tus palabras, además de hacer un gesto con su cabeza, crees que para mirar un momento por encima de tu hombro y ver a la pareja que dejáis atrás.

Tus pasos te llevan fuera de las sombras, dejando que la iluminación del parque delate tu presencia. Es una farola del parque el primer foco que te ilumina, y mientras avanzas el inspector de policía se sobresalta al descubrir tu presencia. Su primer impulso es llevarse una mano a un costado, apartando su chaqueta abierta para alcanzar su arma reglamentaria. Sin embargo, no llega a extraerla de su funda. Tan sólo deja su mano ahí, supones que lista para cualquier sorpresa, aunque sus ojos están clavados en la niña que llevas en tus brazos. Está serio, tenso, con la mandíbula presionada y, seguramente, el pulso demasiado acelerado. Una mala combinación en un hombre armado.

Acérquese despacio, amigo, sin movimientos bruscos. -Te advierte, alzando ante sí la mano libre- ¿Lis? ¿Estás bien? -Pregunta a la niña, que se gira sin soltarte y mira a su tío con ojos llorosos- ¿Te han...? ¿Le han hecho daño? Vamos, démela...

Ambos justicieros permanecen en el lugar observando cómo Montaraz se aleja con Lis en sus brazos. La niña echa un vistazo por encima del hombro del arquero, pero no se despide de ellos. Sencillamente, los observa, grabando en su retina la figura de sus salvadores.

Es cuando se encuentran lo bastante lejos, que los justicieros se mueven. Espoleados por Misery, comienzan a moverse por las zonas más sombrías del parque, en busca de una posición discreta desde donde poder atender tanto al intercambio como a los alrededores. Pasan por la sombra de diversos árboles de la zona más forestal, evitando setos con ágiles saltos, pasando por encima de bancos, hasta encontrar una posición adecuada, precisamente tras unos altos arbustos.

Desde allí, pueden ver cómo Montaraz se acerca a la posición de Ethan, quien se pone tenso casi de inmediato. Con nervios, comprobáis que el inspector se lleva la mano al arma reglamentaria que descansa a un lado de su cinturón, abriendo su chaqueta en el proceso. Por suerte, no desenfunda, pero comienza a intercambiar algunas palabras con Montaraz, aunque la distancia hace que sea imposible comprender la conversación.

En ese momento, el teléfono móvil de Misery comienza a vibrar. No se trata de un mensaje o notificación, sino de una llamada. La justiciera se gira para comprobar la llamada, de espaldas a Armour. Sin embargo, al tomar el teléfono y mirar la pantalla, la tensión se adueña de ella, pues no puede creerse el nombre que aparece en el monitor del celular.

Allan Jefferson-Kennedy

Con mi acento inglés e impostando una voz firme le comento.

- No se preocupe, está perfectamente. No le han hecho nada. - lo miro y le digo - Tampoco haga usted movimientos bruscos, voy a dejarla en el suelo para que camine hacia usted y me iré por donde he venido. No intente seguirme, llévela rápido a un lugar seguro. No puedo saber si volverán a intentar secuestrarla. Deben protegerla. ¿Entendido?

Tras soltarle el sermón e intentando hablar en singular para que no sospeche que hay otros enmascarados cerca. No quiero ponerles en peligro a ellos si hay más policías escondidos.

Con suavidad poso a la niña en el suelo, agachándome para que sus pies toquen el suelo sin necesidad de saltar de mi regazo. Antes de que salga corriendo hacia los brazos de su tío le digo a modo de despedida:

- Ve con tu tío. Espero que no volvamos a vernos nunca pequeña Lis. Has sido una niña muy valiente. - le digo sonriendo. Tras dejarla en el suelo me incorporo lentamente y le digo a su tío - Ahora me iré, así que por favor no intente dispararme por la espalda, no sería digno de un caballero como usted.

Dicho esto doy un par de pasos para atrás alejándome de la pequeña con las manos bien visibles para que no se ponga nervioso el policía. En cuanto la niña comience a andar hacia él, me iré alejando poco a poco y en cuanto esté a unos metros y él este abrazando a su sobrina me esconderé entre las sombras e iré hacia donde están los vehículos con cuidado de que no me sigan.

Cuando Montaraz y mi pequeña se encontraban lo suficientemente alejados, comenzamos a avanzar para buscar el mejor sitio desde donde observar cómo se desarrollaba aquella “entrega”, moviéndonos de manera discreta y teniendo que salvar varios obstáculos.

Nos posicionamos así tras unos altos arbustos, pudiendo apreciar desde allí que mi hermano se ponía tenso ante el acercamiento del encapuchado, algo comprensible dadas las circunstancias. Al menos no llegó a sacar su arma, aunque parecían haber comenzado a hablar.

¿Qué diablos hace charlando con él?

Aquello no me gustaba nada, y para colmo sentí la vibración de mi teléfono móvil, no cesando esta; por lo que debía tratarse de una llamada. Me giré entonces para comprobar de quién se trataba, esperando que aquella llamada no atrasara mis planes, y me quedé estupefacta al ver el nombre del emisor en la pantalla.

Desconcertada, me adelanté para ver qué hacía Armour, queriendo comprobar si era él quien me estaba llamando; al mismo tiempo que cogía la llamada y me acercaba el móvil a la oreja.

Los ojos de aquel inspector te observan con viveza. es la suya una mirada clara, propia de alguien joven y que aún no ha sido engullido por la oscuridad y decadencia de la ciudad. ¿Es posible que sea aún un policía honesto? ¿Queda alguno en todo Metro City? Quizás, pero no es su honestidad en lo que confiáis, sino en la sangre, en que la niña es su sobrina y hará lo necesario para protegerla. Aún así, el inspector no aparta la mano de su arma, haciendo gestos a Lis para que vaya hacia él, como ésta finalmente hace, lentamente al principio, pero pronto lanzándose a sus brazos a la carrera. Ethan Whedon clava una rodilla en el suelo para recibirla, soltando su arma para envolverla en un fuerte abrazo. Sin embargo, antes de que des un paso extiende una mano abierta en tu dirección.

¡Espera! -Te implora, mostrando en su rostro la intensa lucha interior que está librando- Mi hermana me ha dicho que eres una especie de... justiciero. Mira, no me gusta lo que hace la gente como tú, tomaros la justicia por vuestra mano. Sin embargo... gracias. -Te dice con gran dificultad, poniéndose en pie- ¿Lo has hecho sólo? No debe haber sido sencillo... ¿Qué hay de sus secuestradores? ¿Puedes decirme algo que me sirva para dar con ellos?

La llamada hace que debas apartar tu atención del punto de entrega, donde Montaraz parece estar hablando con Ethan mientras le entrega a Lis, tardando más de lo que esperabas. Llevándote el móvil a la oreja para atender la llamada, te adelantas tratando de alcanzar a Armour, que se encuentra apenas un arbusto por delante de ti.

Sin embargo, nadie responde al otro lado del aparato, ni tú eres capaz de decir nada en un principio cuando encuentras a Armour ante ti, de espaldas, con ese enorme escudo de metal con los colores de Estados Unidos cubriéndole en parte. Ves u casco girarse, como anticipo de que el justiciero se de la vuelta y te mire.

Y al hacerlo, ves el teléfono móvil que lleva en la mano, con la pantalla encendida.

Sin apartar la atención de aquel intercambio que no era tal, sino más bien una entrega, aproveché el movimiento a través de las zonas más oscuras del parque, los setos y las zonas arboladas, para extraer mi teléfono móvil de su funda en mi cinturón. Sólo quería hacer una comprobación, que podía servir únicamente para descartar una posibilidad remota. Si resultaba ser descartada, era tan sencillo como informar a Melissa extraoficialmente de la devolución de su hija, aunque estaba seguro de que me traería más de un dolor de cabeza evitar dar explicaciones acerca de cómo me había enterado de ello.

Sin embargo, ¿y si estaba en lo cierto?

No estaba preparado para algo así, no sabía cómo debía reaccionar, ni tampoco cómo reaccionaría ella. Sin embargo, había algo que tenía más o menos claro: que lo más honesto era que el descubrimiento fuera recíproco. Por ello no busqué subterfugios ni trampas con las que ocultarme. Me limité a tomar algo de ventaja y buscar el número en la agenda, pulsando la llamada y aguardando.

Y para mi sorpresa, al oír pasos a mi espalda y girarme, allí estaba. Misery, la justiciera con la que llevaba media noche combatiendo codo con codo, se presentaba ante mí con su teléfono a la oreja, atendiendo una llamada. Terminé de girarme, con el teléfono en la mano casi en la cadera, sin prestar atención a la voz que pudiera oírse al otro lado de la línea telefónica.

Vaya, agente Whedon... -Afirmé con aire divertido- ...eres toda una caja de sorpresas...

Sus preguntas son peligrosas ya que puedo darle demasiada información, intentaré contestarlas sin aportar demasiados datos.

- Los justicieros nunca revelan sus trucos... - digo mientras me alejo - Los que la secuestraron van con máscaras de dos colores, están dirigidos por un mercenario bien entrenado y no son baratos. No están en tu misma liga inspector, ellos pueden ir a por los tuyos si tú vas a por ellos...y más en esta ciudad. Por eso hacemos lo que hacemos...y por eso nos llaman justicieros.

No le he dicho nada que no pudiera saber, aunque lo he avisado para que no se ponga en la línea de fuego. Una cosa es el secuestro de la pequeña, otra diferente que atenten contra su persona. Si los pones contra la espada y la pared es lo que pasará.

- Lleven a la niña lejos de aquí, una guerra se avecina. - le digo a modo de advertencia para que al menos un alma pura se vaya de Metro City.

Sigo alejándome con calma para evitar que me dispare o que se ponga nervioso, aunque por su voz parece no tener miedo de mí lo cual es un alivio ya que ahora le ofrezco un blanco perfecto.

No pude ver de inmediato qué era lo que hacía el justiciero, cubriéndole en parte aquel enorme escudo. Lo que si pude ver era que Montaraz entregaba a mi hija mientras aquella conversación que no debía darse se alargaba cada vez más a pesar de lo que le había pedido a mi hermano.

Estas Navidades no te libras de una horrible corbata...

El rostro de Armour se giró como anticipo del resto de su cuerpo, pudiendo ver entonces que llevaba un móvil en la mano con la pantalla encendida. Si quedaba alguna duda en mí sobre si el justiciero era Allan, terminó de disiparse en aquel momento.

Se dirigió a mi divertido por la situación, permaneciendo yo aún con el teléfono en la oreja.

- No te preocupes, cariño, llegaré en seguida. - dije como si hablara por teléfono, antes de colgar y mirar a Allan con extrañeza. - ¿Qué dices, Armour? - le pregunté, retomando en seguida la palabra. - Era mi novio. Llego tarde, debo irme ya.

Mientras guardaba el teléfono, terminó por escapárseme una sonrisilla.

- Oh, venga, no te lo habrás creído, ¿no? - reí suavemente. - Tengo que llegar a casa antes de que lo hagan Ethan y Liss, he de irme. Nos veremos luego en esa reunión, si puedes ganar tiempo, te lo agradecería. - Se me acumulaban las cosas que debía agradecerle a aquel hombre. - Ahora no hay tiempo... Pero tu y yo hablaremos de todo esto, tenlo por seguro. - concluí con gran seriedad, golpeando su pecho con mi dedo índice un par de veces antes de disponerme a irme de allí.

Esperaba otro tipo de reacción por parte de Melissa, tanto por haberla descubierto como por haber desvelado mi propia identidad en el proceso. Tal vez que se quedase muda por la impresión, o algo así. Pero en lugar de ello trató de hacer ver que su llamada telefónica no tenía nada que ver conmigo, sino que hablaba con otra persona. Enarqué una ceja sin perder la sonrisa, asintiendo lentamente como si de verdad me creyera aquella excusa, como si de verdad fuera posible tal coincidencia prácticamente sincronizada.

Ya, claro...

Por supuesto, aquello no colaba, y por cómo reaccionó se hizo evidente que tampoco era su intención. Más bien parecía tomárselo a broma, asumiendo todo con una naturalidad pasmosa, y más en la situación en que estaba y, sobre todo, había estado durante gran parte de la noche. En el fondo, me extrañaba todo aquello. Al fin y al cabo, hacía apenas horas habían secuestrado a su hija, y ésta había estado en peligro hasta no hacía tanto. ¿De verdad estaba para bromas? ¿De verdad creía buena idea vestirse así y salir a luchar a las calles, con todo lo que tenía que perder? En un primer instante, me planteé que quizás había sido únicamente algo puntual, a pesar incluso de lo bien preparada que parecía ir. Tal vez tenía todo aquello, pero no lo usaba habitualmente, y sólo la necesidad de rescatar a su pequeña la había empujado a intervenir. Sin embargo, para mi sorpresa, afirmó estar dispuesta a acudir a aquella extraña y misteriosa reunión.

Desde luego que tendremos que hablar... -Indiqué cuando me advirtió de ello con tanta seriedad, por primera vez en aquella conversación. Torcí mi rostro y comprobé el estado del intercambio, comprobando que Montaraz estaba ya alejándose de Ethan y regresando lentamente hacia las sombras en las que debíamos reunirnos- ...pero deberías darte prisa, o el príncipe de los ladrones te pedirá explicaciones también. -Indiqué, señalando hacia el arquero que regresaba, con una evidente referencia al Robin Hood interpretado por Kevin Costner, el mejor que nos había dado el cine en mi humilde opinión- Te concederé algo de tiempo, pero si al final decides que tiene más valor el abrazo de esa preciosidad que lo que tengan que ofrecer esos tipos... sería comprensible. -Indiqué encogiéndome de hombros. Al fin y al cabo, eso sí era algo que podía comprender, que tuviera algo por lo que no luchar, por tener algo que perder. Era lo bueno y lo malo de mi situación: no tenía, realmente, nada que perder. Por eso existía Armour. Si mañana el enmascarado caía, y con él Allan Jefferson-Kennedy... nadie perdía nada en absoluto.

Apenas te separas de Allan, sumerguiéndote en las sombras de la parte más frondosa del parque en tu camino hacia el aparcamiento donde tienes la moto aparcada, tu teléfono vuelve a sonar. En esta ocasión, sin embargo, no es el tono de llamada. Es una notificación de mensajería, que lees inmediatamente.

Mensaje de Ethan:
Liss está conmigo. La llevo a tu casa, ya he hablado con Gary. ¿Estás con mamá? Cuéntaselo y ven en cuanto puedas. Y ya me contarás de qué conoces tú a ningún justiciero...

Tomas la moto y conduces a toda velocidad hacia tu casa, aunque ahora tienes un nuevo problema. Gary puede estar en la casa, y Ethan se dirige hacia allí con Lis... y tú llevas puesto un traje táctico con equipamiento de justiciera. Vas a necesitar un plan o una buena excusa, puede que ambas cosas.

Puedes notar en la distancia creciente que te separa de ese policía que la tensión en su gesto aumenta a medida que hablas, así como su enfado. No en vano, estás afirmando con rotundidad que desde su posición de agente de la autoridad, si es que existe ese concepto en Metro City, le es imposible enfrentarse a los maleantes que han causado lo de esta noche. La impotencia se adueña de él, y tienes bien claro que, de no encontrarse la pequeña por en medio, ese inspector no dudaría en sacar su arma y tratar de detenerte o abatirte. Es algo que percibes en su mirada.

Por fortuna, no es la situación propicia, de modo que todo queda en eso, una dura mirada mientras te desvaneces en las sombras del parque, dejando que él se gire con la niña en brazos y se aleje a paso ligero. Tú, por tu parte, caminas hacia el punto en que te separaste de tus compañeros, esperando encontrarlos allí. Sin embargo, no hay nadie en un principio, aunque el soldado del escudo no tarda en aparecer desde detrás de unos arbustos altos.

Aunque ni rastro de Misery.

Regresé al punto de reunión, o lo que creí que lo sería. Al menos, hacia el punto en que nos habíamos separado, asumiendo que Montaraz regresaría por el mismo camino por el que había acudido a la cita. Llevaba el escudo a la espalda, así que caminaba con soltura entre los obstáculos del parque.

¿Todo bien? Parecía empeñado en hablar... -Le pregunté una vez le di alcance- Misery ha tenido que dejarnos por el momento. Tenía algo que hacer, antes de acudir a la cita de los murciélagos esos. -Aunque, sinceramente, esperaba que se lo replantease y no acudiera finalmente. Eso que tenía que hacer era... más importante- Tú vas a ir también, ¿no? Podríamos ir juntos y reconocer el terreno hasta que nos alcance...

- Misery tiene algunas cosas que aclararnos cuando regrese...al menos saldremos de dudas cuando esté porque creo que este cometido era muy personal para ella... - digo mientras asiento ante las palabras de Armour - Quería hablar pero creo que lo que quería de verdad era haberla salvado, cosa poco probable en este caso...

Hago una pausa y medito sobre lo que le dije, fui rotundo pero tiene que ver lo que yo he visto...yo perdí a mi madre y la policía no ha podido hacer nada. No pueden hacer nada en esta situación, sólo cuando la cosa mejore podrán controlar de nuevo las calles. Pero antes de eso habrá una guerra y los Murciélagos pueden ayudarnos en ella.

- Sí, iré contigo a reconocer el terreno contigo. Nos vendrá bien saber donde nos meteremos, no quiero más sorpresas esta noche. Creo que hemos tenido suficientes ¿no? - sonrío aunque en mi sonrisa se puede ver el cansancio de toda una noche combatiendo. Ha sido dura pero hemos salido con vida y sobre todo, he ayudado a salvar una vida. 

Las primeras palabras del arquero me hicieron fruncir el ceño, lleno de extrañeza pero también de preocupación. No tenía forma de saber con exactitud a qué se refería el justiciero, pero algo dentro de mí temía que Ethan Whedon hubiera descubierto la identidad de Misery de alguna manera. Yo mismo la había descubierto hacía bien poco, pero siendo justos le había ofrecido la mía a cambio, aunque tenía la impresión de que era algo que ella ya sospechaba de antes.

No obstante, decidí dejar aquel asunto para más adelante, habida cuenta de que Montaraz parecía tener la intención de tratarlo con ella directamente. De modo que me centré en el policía.

Bueno, hasta donde yo se, en esta ciudad sólo hay dos tipos de policías: aquellos que se han dejado corromper por el sistema y están en manos de los delincuentes, activamente o mirando hacia otro lado, y aquellos que realmente quieren hacer lo correcto... pero no tienen forma de hacerlo. No de forma relevante. -Indiqué, inspirando profundamente con las manos a ambos lados de mi cinturón, terminando por suspirar con fuerza. En efecto, tal como estaban las cosas, la policía no tenía forma de hacer absolutamente nada. Tal vez algún día, si las cosas cambiaban, aunque alcanzar ese día era algo que por el momento no quería plantearme. Aquella era una guerra que se planteaba larga, y muy costosa- Demasiadas sorpresas, no todas desagradables pero sí la mayoría. -Tuve que admitir, mientras comenzábamos a caminar en dirección al aparcamiento donde habíamos dejado las motos. Habían sido muchos problemas, demasiados, pero al menos nos habíamos encontrado. Era reconfortante saber que no estaba sólo en la lucha contra la oscuridad de aquella ciudad, aunque estuviera por verse cómo íbamos a gestionar aquella colaboración- Suficientes por una noche, la verdad. Si fuera por mí, me retiraría ya tras un trabajo bien hecho. Pero me temo que, si tenemos la oportunidad de obtener nuevos aliados... no van a sobrarnos. El enemigo es numeroso.

Me extrañó la forma en la que Allan me respondió a que teníamos que hablar, como si tuviera algo que reclamarme, pero no podía detenerme en eso. Me instó a darme prisa, pudiendo ver entonces cómo Montaraz regresaba, y accedió a darme tiempo; sin embargo, aquel último añadido que hizo no me gustó nada. ¿Es que estaba insinuando algo?

Le miré brevemente con el ceño fruncido y di media vuelta para alejarme de allí, amparándome en las sombras y la frondosidad del parque para llegar hasta donde había dejado la moto. Entonces volvió a sonar mi móvil, pero esta vez se trataba de un mensaje, uno de Ethan que leí con rapidez antes de volver a guardar el teléfono. Se me acumulaban las explicaciones que dar.

Arranqué la moto y puse rumbo a mi edificio, dándome cuenta entonces de que era posible que Gary estuviera ya en casa, y dudaba que fuera a estar dormido con lo que estaba pasando. Para colmo no llevaba conmigo nada que ponerme, pues con la premura de la situación no había preparado nada. Habitualmente llevaba algo de ropa en mi moto, aquella que ahora permanecía en un garaje cercano, y no tenía tiempo de ir allí a cambiarme.

Aparqué la moto cerca de la parte trasera de mi edificio y me interné con cuidado en la callejuela a la que daban las escaleras de incendios de mi piso. Valiéndome de la oscuridad, trataría de ascender por allí con cautela. No era la primera vez que subía por allí, con lo cual tenía ya todo dispuesto para ello, incluido un mecanismo para abrir aquella ventana que daba al cuarto de lavado; pero aún tenía qué decidir qué hacer con el tema de Gary.

Lo mejor que se me ocurrió era entretenerle en algún otro lugar de la casa para alejarle de la entrada principal y darme tiempo a llegar a mi habitación, con lo que una vez arriba haría uso de mi teléfono para encender y apagar de forma remota las luces del salón y poner el televisor a toda pastilla.