Partida Rol por web

Todavía con lágrimas en los ojos, Lyria llegó a la altura de Kendra y el resto. Aunque su rostro seguía compungido por el dolor, quién habló fue su parte lógica y pragmática:

- Tenemos que proseguir .... - comenzó con la voz un tanto quebrada - ...., debemos liberar la prisión del maleficio con el último preso ilustre, ..., es posible que el alma de Sic quede prisionera de estos muros sino deshacemos la maldición que pesa en este lugar .... - y secándose las lágrimas prosiguió - ...., ahora debemos hacerlo no sólo por las pobres gentes de Ravengro, sino también por velar por el alma de nuestro hermano ....

Su hermano en el suelo... ya no se levantaría... una pena como solo había sentido otra vez se instaló en su pecho, apretando y  succionando la poca energía que le quedaba. Estaba de pié sin moverse. La cara seria como siempre. Sicarius  estaba en el suelo sin moverse. En la cara una mueca de mofa como siempre. 

Ya no se pelearían más. Ya no se reirían más. Ya no lloraían juntos más. 

Mientra recargaba los últimos cartuchos en pimentera , una idea le cruzó la mente. La vida era muy parecida a un revolver. Tenía diversos cartuchos, como los que estaba sacando ahora. Cuando se disparaban  ya no se recuperaban más. Sicarius había sido un  cartucho de adamantium, duro y penetrante. Pero ya había salido...

Las lagrimas querían salir. Y de hecho no pudo contenerlas todas...

Tras la lucha y caída de Sicarius sólo había un posible camino... Continuar... Continuar por la estrecha senda que Pharasma marcaba en ese maldito y tenebroso lugar llamado Harrowstone. Las fuerzas remozadas gracias a la varita de Lyria, habían sufrido un duro varapalo con la muerte del guerrero fanfarrón... y eso... ¡¡Eso pesaba!!

Hicieron acopio de lo poco que quedaba, para afrontar los últimos peligros de la ruinosa prisión. Debían dar el todo por el todo, como Sicarius había hecho por bien del grupo. Habían sido despojados del escudo, pero aún poseían armas para combatir el mal de aquel lugar. Ravengro lo merecía, el profesor Lorrimor lo merecía, Sicarius lo merecía, y la decena de almas atormentadas de aquel lugar infernal, tenían derecho a reencontrar la paz frente a los ojos de la Dama del Destino...

No cejarían en la lucha. Combatirían hasta el fin...

Loada sea Pharasma.

Caminaron hacia el este de la prisión, pero sólo hallaron un bloque de celdas completamente vacío, donde los huesos de sus reos se amontonan en el centro de las mismas. Ni tan siquiera Desther era capaz de detectar mal en dicho osario.

Este no era el camino.

Los sentimientos florecían y pugnaban por salir, incluso en el impertérrito Jarik. Pero la prisión no iba a cejar en su empeño de matarlos a todos, ..., y eso no lo podían permitir, ya que si ellos fenecían, los siguientes serían las pobres gentes de Ravengro. Lyria se acercó a kendra y posó una mano sobre su hermana. Las dos se miraron con ojos llorosos.

Pero en el fondo eran conscientes de que la misión tenía que continuar. Lyria aceptó los dos viales de agua bendita y el fuego de alquimista que le tendió su hermana. Giró sobre sus talones y tendió uno de los viales de agua bendita a Ishaya, en un nuevo cruce de miradas llorosas. Debían de continuar ....

La desazon, el hastío y la deseperanza se convirtieron en prisa, y aun rabia por encontrar al ultimo espiritu embrujado de Harrowstone. La muerte de Sicarius había cambiado eso. Y muchas otras cosas de las que aun seguramente no eran conscientes. El bloque de celdas sudeste de la planta no tuvo más consecuencia que la perdida de tiempo. Así pues se dirigieron a la parte sur a inspeccionar las puertas alli cerradas. Erzsen se concentró en posibles mecanismos virulentos con saña, con el entrecejo forzado en una mueca de ansia y rabia. La pena por la muerte de Sic se tornaba cada vez mas en una fuerza de odio y furia contra los seres antinatura que alli pululaban. Ahora, mas que nunca, los allí reunidos eran los Vengadores, por Sic, sobre todas las cosas. Erzsen fantaseaba de repente con inenarrables sufrimientos para con el ultimo espiritu, edades enteras repletas de dolor y tortura para aquella alma maldita. Y sus ojos de jade brillaban como carbones fantasmales reflejando el brillo que ahora emitia Ira de Pharasma, debido a la luz sacra que Desther le había imbuido. Los dientes apretados casi rechinaban, y el pelo de fuego parecía arder con las llamas de los Siete Infiernos. La Venganza estaba preparada...

Con sumo cuidado los Vengadores llegaron hasta un punto donde quizás la guardia se apostara para custodiar a los presos más conflictivos de esta planta, pues una estructura semicircular de barrotes, conformaba una barrera natural cuyo acceso lo hacía verdaderamente complicado. Por suerte, una parte de dicha barrera se hallaba lo suficientemente dañada para permitir el paso del grupo a través de sus oxidados y retorcidos trazos de metal.

Erzsen comenzó a explorar las robustas puertas metálicas de ambas cámaras, pero no halló indicios que le hicieran pensar en trampas o mecanismos letales... y así lo hizo saber.

Tras esto, Desther abrió una de las puertas y no encontró nada relevante en su interior. Fue a la siguiente y repitió la acción. Tampoco halló nada.

Dos simples celdas...

Las palabras de Lyria hicieron que el desolado enano se levantara del suelo. La muerte de Sic suponía un golpe tremendo. Ishaya tenía la sensación de haber fracasado en su cometido de hermano mayor y protector de los jóvenes atormentados que llegaron a su vida para darle un sentido. Aún así tenían que continuar y acabar con el mal de Harrowstone, sino lo muerte de Sic sería en vano.

No le salieron las palabras. Se limitó a seguir su camino arrastrando su pena y preparándose para la confrontación final. Los hermanos que aún le quedaban merecían el esfuerzo. Lo que no estaba seguro de soportar era otra pérdida más....por ello le pidió a la Dama de las Tumbas que si el tributo a pagar por vencer definitivamente a aquella maldita prisión era otra vida se llevara la suya. Él estaba preparado.

El grupo fue hasta la puerta que Ishaya indicaba con su dedo. La noción del tiempo era algo que ya no existía en la prisión encantada y fatal. Parecía que llevaban años vagando por entre sus paredes y combatiendo su mal, sufriendo sus insidias, y padeciendo la tristeza de haber perdido a un hermano. Ni tan siquiera la magia divina era capaz de extirpar el profundo cansancio que se aferraba al alma de cada uno de ellos...

La puerta se abrió dejando entrever una estancia bastante amplia aunque sin excesivas florituras ni mobiliario. Todo estaba lleno de polvo, y contra cada una de las paredes, la mas alejada de la puerta, se acurrucaba el esqueleto de un cadáver, envuelto en restos raídos y que portaba multitud de cadenas oxidadas. Pero sin duda lo que llama más la atención, son los pesos que cuelgan de dichos eslabones sobre los que se diferencian los símbolos de varios dioses del panteón de Golarion.

¡¿El Padre Charlatán?!...

El tenebroso y lejano sonido del entrechocar de unas cadenas llama vuestros acuzados sentidos. Durante unos instantes miráis a un lado y a otro, pero no descubrís nada. Algo malo está a punto de suceder...

De repente, algo parece afectar súbitamente al joven conde, perdiendo la verticalidad. Ya en el suelo, el muchacho se debate agónicamente por hinchar sus pulmones y poder respirar, pero una lacerante y repentina fatiga, hace que su respiración se vuelva demasiado trabajosa. Intenta hablar, pero ni tan siquiera puede hacerlo... Sus ojos cada vez más obnuvilados y perdidos comienzan a perderse con la mirada puesta más allá... ¡¡No puede ser!! ¡¡Otro más no!! 

La cara del niño se llena de pena, pues sabe que su final se encuentra cerca, y su muerte es cruel. Quiere llorar, la mueca de su cara así lo expresa, pero ni tan solo puede hacerlo.

Finalmente, lo que había de suceder sucede... Erzsen Bathory, conde de Anactoria había muerto.

Lyria le volvió a dar un vuelco el corazón. Ahora le tocaba a Erzsen, el joven muchacho, atormentado como cualquiera de ellos, que se había convertido en el miembro más joven de la extraña hermandad entorno a Pharasma. A pesar de esto, y del peculiar sentimiento cauto, y poco propenso a fiarse de los demás, que caracterizaba a Lyria, lo consideraba como uno más de sus hermanos de toda la vida, con lo que la angustia y la rabia de una nueva pérdida comenzó a inundarla.

Pero algo raro pasaba. El hecho había ocurrido en la sala, ..., con el supuesto esqueleto que aparentemente era del último preso ilustre de la prisión, ..., y Desther no había detectado ningún mal?

Sus dedos comenzaron a tantear y asir con fuerza el frasco con el último cazaembrujos. Tragó su pena y su rabia, y le susurró a Desther:

- Mira en todas las direcciones. El espíritu estará en otra parte de la habitación ....

Lyria se puso alerta. Estaba decidida a ganar al último escollo de aquella maldita prisión. No permitiría que se llevase a otro hermano suyo ...