Partida Rol por web

Louis te miraba con ojo clínico, escuchando tus palabras como si les diera un valor sobrenatural a cada una de ellas. Juntó las manos sobre la mesa, su gesto adusto y serio no cambiaba, y cuando habló fue extrañamente amable dada la actitud que transmitía.

Puedo añadir una cláusula de un año. comentó con naturalidad. Un año en el que no va a atraer ninguna clase de atención no deseada, salvo que sea usted la que los perturbe directamente. En el contrato de sus mentores no había ninguna cláusula de seguridad, ellos creyeron que podrían estar ocultos.. de los.. otros. habló con desdén de ellos, casi como quien se refiere a una molesta hormiga. Pero debido a su desconocimiento del mundo en el que se está adentrando, en el verdadero mundo que subyace bajo el que cree real, estoy dispuesto a ser así de.. generoso.

Ante la explosión de carácter de Dianna, el señor Cyphre no cambió en ningún momento de actitud, mirándola con total tranquilidad, casi comprensión. Alzó una mano exigiendo calma con ella.

Su bien más preciado. dijo lentamente, como si lo saboreara como lo hubiera hecho con el huevo. Su alma, señorita Dobson. y las palabras de Louis Cyphre tronaron oscuras y malignas al decirlo, el frío se apoderó de la cafetería, como si el propio tiempo se hubiera congelado. Su alma.

Fue una sensación extraña. Al pronunciar esas palabras siento frío, miedo, inseguridad de nuevo. ¿Realmente iba a creerme lo que decía? Sabía a ciencia cierta de la existencia de seres que no eran de este mundo, a pesar de llevar buena parte de mi vida intentando decirme a mí misma que aquello no sucedió de verdad. Pero, aunque así fuese, ¿de verdad ese mito del alma era cierto? Y sí lo era, ¿un año era suficiente? ¿Y después, qué?

- Sus supuestas aclaraciones no hacen más que suscitar más preguntas... En caso de aceptar, ¿qué sería exactamente lo que yo tendría a cambio? ¿Sólo un "año" de seguridad a cambio de mi alma? Siendo mi bien más preciado, me parece poco... ¿Y cómo se supone que se hace vigente ese contrato, para saber que cumplirá su parte? Sigo sin ver qué saco yo de todo esto...

Había decidido creerle, ¿por qué no? Si después resultaba ser una mentira y todo ese rollo del alma no existía, no tenía nada que perder, así que algo más tranquila miro a los ojos del hombre, aún intimidatorios pero tentadores, mientras me echo hacia atrás en la silla dispuesta a escucharle.

El señor Cyphre negó suavemente con la cabeza, dejó descansar sus manos sobre la mesa mientras dejaba pasar unos segundos de asimilación para Dianna.

Los profesores Prior y King entregaron sus almas a cambio de la capacidad de comprender cierto.. libro. explicó con sencillez, la miraba a los ojos con una intensidad salvaje, casi podías ver reflejados en sus iris la mismísima intensidad del infierno. Vuestro contrato será distinto, señorita Dobson. No quiero vuestra alma. casi sentiste que se caía el peso de encima, pero claro.. si no quería tu alma.. ¿qué quería?

De niña vio algo, ¿verdad? En el bosque. Muertos alzándose de sus tumbas. Los sonidos de las siete trompetas en la lejanía. No.. vuestra alma debe quedarse con usted. aseguró sin asomar la más mínima ironía. Mi oferta es.. el conocimiento para comprender aquello que sus profesores estudiaban y mi protección durante un año del asesino de sus profesores. A cambio.. usted continuará su trabajo. Y créame.. en este juego yo y los que son como yo no somos los.. malos. de algún modo se había cambiado la careta, la mascarada que ocultaba al ¿verdadero? Louis Cyphre. Era una figura tenebrosa, retorcida, a la par que hermosa y brillante, sentías en él una infinita angustia e ira que te harían enloquecer, pero también un arrepentimiento tan intenso como para conducirte al suicidio. Todas esas emociones fueron retenidas de nuevo por ese.. ser. La Humanidad se aboca a su prueba final, señorita Dobson. Las trompetas ya están sonando.

Son tantas las emociones que creo sentir mientras Cyphre habla, que me da la sensación de haberme vuelto loca por un momento. Desde el más alto deseo de conseguir algo, o a alguien, hasta la más profunda tristeza y ganas de dejarlo todo y acabar con el sufrimiento absurdo que es la vida.

Recordar aquellas imágenes, que por mucho que había luchado jamás se borraban, me cerraban el estómago y la garganta. Apenas podía respirar. Podía olvidar lo que había comido ayer, podía olvidar dónde estuve hace un año, pero aquello... Era como una película grabada a fuego, y Cyphre lo sabía. 

Yo no entendía muy bien si estaba usando todo aquello contra mí, para convencerme o para meterme miedo, pero funcionaba. Cambio de postura un par de veces en la silla, cada vez encogiéndome más, como si tuviera frío, o como si aquel local fuese más pequeño de lo que era, y moverme mucho podría hacer que me diera un golpe contra sus paredes. No soy capaz de mirarle directamente, pero siento perfectamente sus ojos como si estuvieran posados en los míos. Esa sensación y el hecho de que supiera lo que yo había visto me impulsan a creerle. Algo me dice, o mejor dicho, algo me empuja a ayudarle. Como si toda la vida hubiera estado esperando aquello. Mi existencia parecía cobrar sentido.

Las trompetas de las que habla resuenan en mis oídos, y tardan unos segundos en callar después de que la voz de Cyphre desapareciera en el tiempo. Levanto entonces mi mirada hacia él, aún hecha un ovillo en aquella silla, intentando protegerme con los brazos de una amenaza invisible, y parece que es lo único familiar que hay a mi alrededor es aquel hombre, al que prácticamente acababa de conocer.. Lo único real. No somos los malos.

- Dígame, - mi voz suena tenue, pero segura, - qué debo hacer.

El señor Cyphre dejó que asimilaras sus palabras como si dispusiera de toda la eternidad, ya no veías esa mezcla de intensas emociones en su semblante, volvía a ser el inquietante jurista que habías conocido apenas hacía unas horas. Pero desde luego, ahora lo contemplabas de un modo totalmente distinto. Cuando preguntaste acerca de los pasos a seguir, habló lenta y claramente.

El libro que tenían en posesión los profesores King y Prior está fuera de tu alcance. dijo con sencillez, dejó descansar la mano sobre la mesa. Pero el profesor Prior hizo copias del libro, pasajes. Yo os daré la capacidad de comprender su lenguaje, pero lo que descifréis deberás usarlo de acuerdo con tus capacidades. No puedo intervenir directamente sin atraer atenciones.. innecesarias. hablaba de un modo tan natural que asustaba, te estabas metiendo de lleno en un mundo tan horriblemente real que aún te costaba creer que todas esas fantasías que habías estado defendiendo de las risas de tus compañeros universitarios empezaban a volverse realidad.

Evitad los lugares apartados durante la noche, señorita Dobson. Es allí donde ellas tienen el poder. sacó un pequeña campana de latón que dejó sobre la mesa, con la punta del índice y el corazón te lo acercó. Cuando te veas amenazada.. usa esa campanilla. Después de usarla quedará inservible. Será efectiva durante un año.

La mirada interrogante de Dianna persistía, el jurista no sonrió cuando dijo lo que venía a continuación. Desde luego no se lo tomaba a broma.

Si los demonios existen, ¿por qué no los vampiros, señorita Dobson? Si quiere un culpable de lo ocurrido a sus profesores.. debe encontrarlo entre los de su clase. la revelación te heló la sangre, Cyphre parecía dispuesto a dejar los acertijos y no sabías si aquello era mejor, ¿qué sería lo siguiente en revelarte?

Tiene sentido. Ahora todo lo tiene. Y no sé si lo prefiero o era más feliz en mi ignorancia.

Miro aquella campanilla con casi exagerada atención, como si contuviera todos los secretos del mundo.

- Entonces, lo de mantenerme a salvo durante un año... ¿Funciona sólo una vez? ¿Un solo uso y estaré desprotegida el resto del tiempo?

¿Cuántas veces pretendes meterte en líos a lo largo de un año, Dianna?

- ¿Qué ha ocurrido con el libro? ¿No es peligroso que ande por ahí? ¿Los pasajes a los que se refiere eran los escritos de la casa de Prior? Porque como él me ordenó destruirlos... - ¿De verdad vas a intentar mentirle? - Lo de los vampiros... La verdad, tiene sentido. Los profesores me advertían de los peligros de salir de noche sola. Pensaba que era un gesto paternal, que se referían al tema de los delincuentes, los chicos, y demás. Pero es cierto que su tono siempre era sombrío cuando lo hacían. Demasiado. - Recordar el cariño con el que los profesores me trataban me humedece los ojos. Intento apartar el pensamiento de mi cabeza. - ¿A qué se refiere con "ellas"?

El jurista te observó en silencio, a pesar de la reciente revelación mantenía la misma actitud anterior, aunque tampoco es que fuera la de un hombre abierto y distendido. Todo en él era corrección, parecía ser esa clase de hombre que mantendría la calma hasta en el mismísimo infierno, si me permites el chiste privado.

Un año. aseveró Cyphre. Hacer más sería intervenir.. en exceso, hay reglas que han de respertarse, señorita Dobson. Incluso para los de mi clase. cuando volvió a referirse a los suyos su alma se heló de nuevo. A medida que os adentréis en este mundo, aprenderéis a defenderos, estoy completamente seguro de ello. profirió una sonrisa sinuosa.

Cuando preguntaste directamente por el libro, Cyphre enmudeció. Parecía realmente encadenado a unas normas de inviolable trascendencia, pero una mirada lobuna asomó en sus ojos, hija de aquel dicho que el diablo sabía más por viejo que por diablo.

Es libro.. es para los vampiros lo que la Biblia para los cristianos, y, como en la misma, repleta de incontables errores de traslación. hizo una pausa, como si aquel último comentario le hubiera hecho especial gracia. Por el bien de todos, desde luego. Prior actuó con buen juicio pidiendo que destruyerais los pasajes copiados, pero no era consciente de tu papel.. del tuyo y el de otros.. en el gran orden de las cosas. El mundo está cambiando, ha cambiado, señorita Dobson. Y solo Él sabe como terminará todo, el resto somos las comparsas que nos debatimos en decantar ese Final hacia nuestro lado de la balanza.

Hizo una leve pausa, mirándote con los ojos ávidos de respuestas, sonrió por primera vez de una forma casi encantadora y te ofreció la mano.

Entonces.. ¿cerramos el trato, señorita Dobson? El conocimiento por vuestro destino.

¿Había dicho aquello de los papeles porque sabía que no los había destruido?¿Debería haberlo hecho? ¿Debería peguntarle a él?

Aún demasiadas peguntas, y al mismo tiempo la sensación de que el tiempo para hacerlas se agotaba.

- Sí, cerramos el trato.

No sabía qué otra cosa hacer. De nuevo todo mi ser, mi voluntad, mi instinto, me hacían querer aceptar ese trato, ayudar a aquel hombre, darle un sentido a todo lo ocurrido.

Le tiendo la mano, por costumbre, y durante un momento me siento ridícula.

¿Este tipo de tratos, con este tipo de... seres, se cierran sólo dando la mano?

Con un gesto que imprimía seriedad, Cyphre tendió su mano para estrecharla con la de Dianna. Apenas se inclinó sobre la silla, sin abandonar su cómoda postura.

Entonces, el trato está cerrado. el tacto con la mano de Cyphre te imprimió una sorprendente calidez. Toda la inquietud que te evocaba esa figura se desvaneció en ese momento, era una sensación familiar, de alguien que da cobijo y seguridad. Algo muy íntimo en ti, tu alma, supo que había cerrado un trato con la luz más pura de Dios que había caído en desgracia.

Todas esas sensaciones se sumergieron en tu corazón, dando a nacer conocimientos que antes no estaban en tu mente. De no saber, sabías. Tu cabeza casi estalló del torrente de conocimiento que te dispensó su trato, un dolor de cabeza punzante de dejó inconsciente y mientras lo hacías escuchaste las palabras del jurista.

Tened cuidado, señorita Dobson. El mundo se está volviendo un lugar cada vez más peligroso..

Cuando abriste los ojos estabas tumbada en una cama, la de habitación de invitados de la casa del profesor Prior. La cabeza te dolía horrores, pero poco a poco fue remitiendo. Un vistazo furtivo a un reloj junto a ti te indicaba que eran las nueve de la mañana del 19 de septiembre, habían pasado dos días.

No recuerdo cómo he llegado hasta aquí, y tardo unos instantes en reconocer el lugar tras abrir los ojos, los cuales tengo que volver a cerrar rápidamente debido al dolor de cabeza y esperar a que pase un poco. 

Dos días... Dios mío, estoy muerta de hambre... y necesito una ducha con cierta urgencia.

Me atrevo a incorporarme poco a poco, por si el dolor de cabeza volvía o la debilidad me jugaba una mala pasada. Comienzo a recordar fragmentos de lo que pasó en la cafetería.

- ¿Cyphre?

Pruebo a ponerme en pie, a comprobar que nada me duele, no hay nada roto. Todo parece estar bien.

- ¿Señor Cyphre?

Quizás me ha traído él. Quizás sigue aquí.

Camino por el pequeño apartamento, buscándole, pero con la prioridad de ir a la cocina y coger algo que aún sea comestible, y beber agua.

Tu llamada se queda huérfana, nadie responde el eco de tu propia voz. La casa está tal y como la dejaste, no parece que nadie haya estado removiendo cosas.

En la cocina encuentras la necesitada agua y algo de comer, no hay demasiado donde elegir. El profesor Prior es una persona de gustos frugales. Cuando te convences que estás sola, el dolor de cabeza remite, pero tienes una fea sensación de mareo que en ocasiones te asalta.

Estoy sola.

Tanto mejor, no sabría qué hacer o decir si Cyphre andaba por ahí, esperando algo más de mí. Ni siquiera estaba segura de si me arrepentía. ¿Era todo real? ¿Había pasado de verdad?

Tras beber algo de agua y comer un poco, me siento algo mejor, pero necesito reposar.

Tiene que ser verdad. Siento que sé cosas... que antes no sabía. ¿Pero cómo? ¿Qué debo hacer?

Cuando creo que no me caeré por el camino, me dirijo al cuarto de Prior, aquel en el que estaban aquellos papeles. Todo parece igual. Comienzo a buscar información, algo que me diga en qué consistía lo que los profesores estudiaban.

Pero los papeles que eran importantes, los que me pidió que destruyera, me los llevé a casa. Puede que no haya nada más...

Tu investigación en la habitación de Prior no te revela nada especialmente llamativo, pero a medida que repites la rutina vas trazando ciertos paralelismos. Acumulados por mesas auxiliares hay toda clase de volúmenes que hablan de historia de la antigua Mesopotamia o Egipto, también hay un gran peso de documentación religiosa, la Cábala y, en igual medida, varios tratados sobre vampiros.

En ese caos literario hay detalles que resaltan sobre otros, el más preponderante es el dedicado a una casi obsesión por el período mesopotámico y los pasajes bíblicos del libro del Génesis. Parece que Prior investigaba algo enmarcado en ese período histórico, y la figura de los vampiros parecía una sombra cada vez más presente en esas cavilaciones. Palabras como "Caín, Abel, Lilith o Enoch" aparecían de forma sistemática en una desquiciada búsqueda de algo que parecía que se ocultaba a simple vista.

Repaso cada papel varias veces, intentando que aquello cobre sentido. A mi mente acuden constantemente el libro que tan celosamente guardaban los profesores y los papeles que me había llevado a mi apartamento.

Cuanto más parece que leo, más confundida estoy. No por no entender la lectura sino por todo lo contrario. No tenía recuerdos de haber leído jamás algo sobre algunas de las referencias encontradas, y sin embargo me eran familiares, o al menos no eran totalmente ajenas.

Tengo constantemente una desagradable sensación de deja'vu que me marea y debilita. Quizás debería darme una ducha y despejarme. Quizás debería dormir un poco más.

Aun confundida por la situación, esa casa te parecía fría y amenazadora. A medida que te sumergías en los documentos crecía tu inquietud, algo extraño vibraba en esas investigaciones como si un sexto sentido te advirtiera que te adentrabas en una realidad oscura. Creías que para continuar esa investigación necesitarías los documentos que habías prometido destruir y no lo habías hecho.

Al cabo de unos minutos decidiste irte a dar una ducha, quizá con la mente despejada pensarías mejor. Al fin y al cabo llevabas varios días sin cambiarte y.. ¿durmiendo? Sabías que había algo de ropa tuya en el apartamento, por las veces que te habías quedado a dormir durante alguna investigación. La verdad es que Prior se comportaba como un abuelo para ti, rara vez hablaba de su familia y dudabas que tuviera contacto con ninguno de ellos o, al menos, jamás te había hablado de nadie.

El calor del agua fue agradecido por tu cuerpo, la placentera sensación que te anunciaba que necesitabas aquello. Te hundiste en pensamientos, ideas, o puede que dejaras la mente en blanco. Fue de esa guisa cuando alguien abrió la puerta..

Un muchacho de unos veintipocos entró en el baño con el ceño fruncido, escuchando entonces el sonido de la ducha.

¿Hola? ¿Quién hay aquí? preguntó con voz que mezclaba la cautela y el enojo. ¿Qué están haciendo aquí?

El sonido de la puerta abriéndose me pilla desprevenida y emito un grito que casi me hace resbalarme en la ducha.

¿Pero quién coño...?

- ¿Hola?

Me atrevo a asomarme por la cortina de la ducha, dejando ver sólo la cabeza, para ver al chico que ha entrado.

- ¿Acaso no es evidente? Me estoy duchando. ¿Y quién eres tú?

La expresión de muchacho era de desconcierto total, un amenazador rubor asomó por sus mejillas, pero parecía que le podía más el enfado.

No esperaba esto del abuelo... murmuró mientras miraba sin demasiado pudor la silueta que se perfilaba tras la cortina. Soy Jeremy Prior, nieto de Edward Prior. Dime qué haces aquí o llamo a la policía.. no bromeo. no tenía pinta de bromear, debatiéndose entre contemplar de más o permanecer serio ante esas circunstancias tan.. extraordinarias.

- ¿Eres familiar del profesor?

Una expresión de total desconcierto se apodera de mi cara. Habría esperado que el chico fuese un policía novato, un periodista, otro alumno del profesor o un curioso cualquiera, pero ¿su nieto?

- Espera.

Desaparezco detrás de a cortina un momento para cerrar el grifo, y alcanzar la toalla preparada con la cual envuelvo mi cuerpo de pecho a rodillas más o menos, y mientras la sujeto con una mano, con la otra me apoyo en la pared para salir con cuidado de la ducha.  

- No, por favor, no llames a nadie, puedo explicarlo. Soy... bueno, era, alumna del profesor Prior. Tengo llave porque a veces le hacía recados mientras él estaba concentrado investigando. Le ayudaba a menudo, y pasaba mucho tiempo aquí, por eso tenía un par de cosas que quería recoger, y vine... pero al llegar no me encontraba muy bien. Estaba algo mareada. Me daba miedo volver conduciendo así a mi apartamento y me metí en la ducha para despejarme un poco. No esperaba que apareciera nadie más. Pensaba que el profesor estaba solo...

Agacho la cabeza. Recordar a ambos profesores fallecidos aún me resulta triste. Cuando vuelvo a levantarla, miro a los ojos al chico, y sujetando la toalla con la mano izquierda le tiendo la derecha.

- Mi nombre es Dianna. Yo... siento mucho lo de tu abuelo. Le tenía cariño.

A pesar de que el muchacho me había parecido bastante desagradable en un principio, fue quizás el recuerdo del profesor lo que me hizo empatizar con él. Si me fijaba bien, había algo en Jeremy que le traía a mi mente. Un gesto, o quizás cierto brillo en los ojos. Ese brillo que te dice que hay algo más detrás de lo que se ve.

La mirada de alarma de joven se fue relajando según explicabas, se mostraba escéptico ante la historia que le contaste, pero con ella residía la fuerza de la verdad y al final terminó por asentir lentamente.

No te conozco. declaró sin dudar. Claro que el abuelo no nos hablaba de sus cosas, ¿eres una de las suyas? ¿Creyendo en fantasmas, OVNIs y esas historias..? a pesar de que te habías pasado buena parte de tu vida recibiendo de las burlas ajenas, en el tono de Jeremy no había especialmente hostilidad, simplemente alguien que no parecía compartir lo mismo que su abuelo. Ya sería alguien quien le tuviera cariño. respondió con dureza, pero había una pátina de rabia e impotencia en las palabras del joven.

Eh.. oye.. suavizó el tono de la voz. No quería parecer desagradable. Yo y mi madre éramos lo único que mi abuelo tenía.. y apenas nos tratábamos. explicó apretando los labios. No "éramos su campo de estudio", pero.. joder.. perdona.. se volvió de espaldas. Perdona.. tampoco era mi intención pillarte en la ducha, ¿sabes? Cámbiate tranquila. aunque el cabrito se había asegurado un ángulo de espejo para verte en el reflejo. 

Venia para ver cómo organizar sus cosas, ver si había algo del hijo de puta que atacó a mi abuelo. dijo con convicción. No sé si tu sabrás algo...