Partida Rol por web

Mientras conversabais entró un tipo de aspecto algo fuera de lugar, desde luego no tenía la pinta de un ricachón del hotel, pero bien podría ser uno de esos ricos de internet a lo Zuckerberg. Parecía algo desubicado mientras miraba a todos lados buscando algo o alguien.

Empezaba a arrepentirse de haber venido. ¿Qué se suponía que estaba haciendo allí? Había aceptado la proposición de Brad de venir, pero no se había parado a pensar lo que ello implicaba. ¿Es que estaba dispuesto a trabajar para el gobierno? ¿Cuál era la diferencia entre Endron y ellos, monstruos mutantes aparte? Sí, le habían salvado de Paul y todo eso, ¿pero acaso no pagaba sus impuestos? Negó con la cabeza. Si el grupito con el que jugaba a rol en mesa se enteraba, estaba acabado. Podía ir despidiéndose de su tecnosamurai de nivel 30. 

En cualquier caso, ya no tenía otra opción más que seguir adelante. Lo hizo de la manera habitual: sin dejar de quejarse. ¿Qué clase de aerolínea incluía ¡Viven! en el catálogo de películas de primera clase? A la azafata no le interesó su opinión, y él fue incapaz de resistirse a la ironía de verla en pleno vuelo. Para cuando hubieron aterrizado, estaba seguro de que sería capaz de comerse al hombre de negocios que se sentaba delante suyo si acababan estrellándose en la Virginia rural. 

Ya en el hotel, tan solo se molestó en sacar un único objeto de su equipaje: su ordenador portátil. Con cada minuto que pasaba la curiosidad era cada vez mayor, y temía que no iba a ser capaz de esperar a su cita para aprender algo más. Sabía que el departamento era el de Asuntos Especiales. ¿Qué más necesitaba? 

No era más que un chaval, de unos veintipocos años y aspecto simpático, desaliñado y un tanto excéntrico. Llevaba una sudadera negra con la portada de Dark side of the moon en el pecho (un prisma descomponiendo la luz en los diferentes colores del espectro), y unos vaqueros azul oscuro con ese desgaste amañado de los que llevaba ahora todo el mundo. Bajo el brazo llevaba un ordenador portátil forrado de pegatinas, y aunque miró al grupo un instante, enseguida apartó la mirada. Parecía que fuera incapaz de mantener su atención en algo por un solo instante. Se sentó en el extremo de la barra, y mientras abría el ordenador, se acercó el camarero a tomarle nota. 

—Un zumo de piña, natural, por favor. Sucio, no le quites la pulpa. Y añade una de esas sombrillas pequeñitas de papel, de las que se usan en los cócteles. 

Mientras esperaba la respuesta del señor Hanzo, vi por el rabillo del ojo cómo entraba un hombre joven con una sudadera y un portátil bajo el brazo. Enarqué una ceja. Desentonaba tanto allí como nosotros, a pesar de mi cambio de atuendo, puesto que llevaba la misma chupa negra de cuero que al principio. Simplemente, había sustituido los vaqueros por una falda negra y me había soltado el cabello. ¿Será posible que también lo haya reclutado Evans?, pensé. Nah... sería demasiada coincidencia que todos los que "diéramos el cante" en el Hotel, fueran sus fichajes para el SAD.

Observé al joven disimuladamente, y sonreí para mí. Me recordaba a Smithy, uno de los "ratoncitos" de mi laboratorio, algo excéntrico y friki, pero muy simpático. 

De nuevo me centré en Akamatsu, ladeando la cabeza a espera de su respuesta.

Unos problemas en el aeropuerto de Roanoke retrasaron tu vuelo y llegaste con bastante retraso a la terminal, luego el típico lío de las maletas que lograste capear con una habilidad digna de.. bueno.. de alguien que sabe capear esas cosas. Tomaste un taxi para ir directo al Hotel Kingstone, tal como indicaba en la documentación del sobre que te había entregado el agente Evans. Unos veinte minutos de trayecto desde que pudiste contemplar la ciudad de origen colonial, aún quedaban ecos de eses pasado en los edificios históricos de madera.

En el hotel un botones te ayudó a descargar, te registraste en la recepción y te dieron una habitación en el octavo piso al que te dirigiste para dejar tus cosas. En ese momento quisiste comprobar si tu única petición se había cumplido, por lo que bajaste al bar dispuesto a dar ese lingotazo indecentemente caro. Joder.. era un hotel de lujo, ¿no? Había que aprovechar..

Poco después de que entrase Ryan, otro muchacho que parecía haber llegado casi a la vez que el último. Este tenía un aspecto despreocupado, pero de movimientos cautos.

Entro el bar con aire despreocupado y me dirijo hacia la barra, mirando de soslayo el ambiente, la decoración... Llevo una camisa blanca con una corbata knitted azul oscuro, a juego con mis vaqueros, y zapatos negros, al igual que mi chupa.

- ¿Qué desea el señor? - Me dice el barman con una agradable sonrisa.

- Creo que me decantaré por un buen trago... vodka, a poder ser, ¿cuál es el más caro del que disponen? Espero que esté a la altura del hotel.

Mientras que Alessa le preguntaba a Akamatzu acerca de él ella vio de reojo como un par de hombres ingresaron al lugar, entonces les recordó y se aseguró buscando en los registros de información que le había entregado el agente Evans, así que sonrió y se disculpó un momento con el resto para acercarse a cada uno de ellos por separado para decirles:

" Buen día caballero, me llamo Mei Chang y vengo de parte del agente Evans para darle la bienvenida al SAD y pedirle que se reuna con nosotros después de registrarse en el hotel, dejar las maletas en su habitación y regresar mas cómodo en caso de ser necesario, para platicar, conocernos y esperarle un momento mas para que se reuna con nosotros y nos explique con mayor detalle su propuesta "

Si existiera el paraíso, sin duda estaría dentro de esta botella. Cada trago se convierte en un placer casi orgásmico, en el que se contraponen el frío fugaz y un ardor intenso, salpicado de pequeños matices solo perceptibles para un paladar experto. De repente, observo que una de las mujeres del extraño grupo del fondo se acerca hacia otro hombre que ha entrado a la par que yo y luego viene hacia mí.

- ¡Saludos Mei! - respondo con tono cortés - me temo que la primera parte ya esta hecha, y cuanto a la segunda... bueno, si esto es lo que Evans pretende, carece de sentido hacerlo. Espero que me dispenses, pero este vodka requiere toda mi atención - termino con una expresión jovial, intentando limar la aspereza de mis palabras.

 - Soy médico, señorita Harker. - Dijo tranquilamente a la joven que le preguntó por su dedicación.

 Y la verdad sea dicha, la miraba, a ella y a Enma, y no podía imaginarselas como agentes de policía. Hanzo pensó que, siempre, las apariencias engañan. Y seguramente eso sea una baza de las jóvenes para hacer bien sus trabajos. Pasar desapercibidas y en cuanto te quieres dar cuenta tienes sus rodillas en la nuca, un cañón en la cabeza y las manos esposadas a la espalda.

 Saludó con un cabeceo a los dos recién llegados, un joven con un ordenador lleno de pegatinas - ¿Un hacker? - Daba esa impresión, pero de nuevo Hanzo se reprendió y se recordó que las apariencias engañaban. El segundo joven parecía sacado de una revista de esas que harían suspirar a más de una quinceañera. - ¿Camisa y corbata con vaqueros? ¿Dónde han enseñado a vestir a este hombre? - Pensó Hanzo, suspirando al recordar lo diferente que es la sociedad hoy en día. En Japón no es raro ver a chicos vestidos de chica, chicas vestidas de muñecas de porcelana, y ejecutivos que gracias al maquillaje y las prótesis de plástico pasan la noche en la piel de modelos de revista. ¿Culpa del progreso? Ese no es su campo, si fuera psicólogo o antropólogo, o incluso sociólogo, habría hecho un estudio al respecto. Pero no era su campo.

-Una buena profesión, sin duda. Espero que salvar vidas humanas le llene tanto como a mí hacer justicia a las víctimas- sonrío con complicidad y añado -. Le preguntaría su especialidad, pero no quiero incomodarle. 

Médico. Sin duda me gustaría comentar algunas cosas con él,  pero no aquí. No me fío de algunas personas. Pensé, sin mirar a nadie en concreto. Apuré mi copa y vi que otro chico entraba en el local, joven también. Me siento vieja... Me reí de mí misma, quizá para desconcierto de algunos. Entonces Mei abordó a los recién llegados y enarqué una ceja. ¿Qué ocurre? ¿Todo el que entra en el bar tiene que ser un aspirante al SAD? Sacudí la cabeza en señal de desaprobación.

" Adelante guapo, toma tu vodka y platicamos después .. "

Dijo Mei despidiendose de Samuel y regresando con el resto, para escuchar que Akamatsu era un médico, lo que hizo sonreir a la mujer oriental antes de decir:

" No solo es una profesión loable señor Hanzo, sino muy útil para la organización SAD, supongo que como para otras similares "

- No me incomoda, señorita Harker. Estudio los virus, las enfermedades, para encontrar curas, realizar tareas de contención... y evitar que pase lo que pasa en las películas, cuando un grupo de chalados toma posesión de una bomba vírica. - Hanzo hizo una pausa para dar un trago a su bourbon, asintiendo al cumplido de la señorita Chang. - Aunque seguro que sería capaz de sacaros una bala o remendaros un corte en cualquier momento. Ya sabéis, si la cosa se pone chunga... siempre se puede amputar. - Bromeó Hanzo con su peculiar estilo, cosa que hace difícil entender las bromas del japonés. Como médico puede ser un buen médico, pero no se ganaría la vida como cómico.