Partida Rol por web

En cuanto avanzas unos pocos pasos, observas cómo Francisco golpea fuertemente una puerta y cae al suelo entre quejidos. Laura acude rápidamente a socorrerle mientras JA coge carrerilla y carga contra la puerta con un grito de rabia. Avanzas, sin que se percaten de tu presencia porque están demasiado ocupados como para percatarse de ella, mientras ellos entran en la habitación. Desde tu posición, puedes escuchar con total nitidez los gritos de una flaqueante y ronca voz femenina desconocida para ti, llenos de gallos y empañados por las lágrimas.

"¡SOIS LA GENTE MALA! ¡DEJADME! ¡NO ME HAGÁIS DAÑO! ¡FOOORTACHÓN DEFIÉNDEMEEEEE!"

Mira Laura como abro la puert.. ARGHHH MI RODILLA JODER!! cae al suelo por el golpe agarrándose la rodilla.
Cuando Laura acude en su ayuda la pasa la mano por detrás de la cintura con picardía y la guiña un ojo.
Entra en la habitación detrás de José Antonio, al ver a la vieja mira a Laura y no puede evitar reirse.
Eh.... señora no somos gente mala! hemos venido a ayudarla , no hace falta que llames a tu amigo. Todo ha acabado , ya no volverás a tener miedo. Dime, cómo te llamas?

Ey ey ey... Perico is in da jaus -digo con tono divertido a mis compañeros- ¿Qué me he perdi...? -Mi voz se apaga al ver que mis compañeros están más asustados que antes, quizás como consecuencia del extraño grito que acabamos de escuchar.- Y señores, si no me confundo, esta es Sara, y, Fortachón, creo que es su amigo imaginario, aunque, visto lo visto, yo ya no se lo que es imaginario y lo que no...

J.A. estaba de lo más sorprendido, suponia.. mas o menos lo que pasaba, pero la charla no era su fuerte. Lo suyo era hacer llaves a matones con un par de 'pastis' o chulitos de discoteca, o mindundis que por haber hecho un par de clases de Judo se creen los putos amos.

Hablar con ancianas-niña asustadas no era su fuerte, pero sin embargo... eso de 'Fortachón' le puso en alerta, y mientras alguno hablaba, se mantuvo atento por si habían más amenazas

Al ver cómo Francisco cae al suelo y le guiña como para disimularlo, Laura suspira y menea la cabeza, conteniendo la sonrisa.

Cuando se encuentra a la anciana, se queda paralizado. ¿Y esto qué coño es?

¿Sara? ¿Qué Sara?

Laura intenta acercarse a la anciana tragando la saliva. Alarga las manos temblorosa.

Señora.. ¿Qué hace aquí? Queremos salir de aquí.. ¿Nos puede ayudar?

JA se mantuvo al margen de la conversación, preparado para sacudir al próximo desconocido que apareciera por la habitación. Poco más y atiza al pobre Perico por aparecer tan de sopetón...

- Sí... soy Sarita, ¿cómo sabes mi nombre?-pregunta la anciana a Perico, ignorando por completo a Francisco por su actitud insolente, mientras abraza aún con mayor fuerza su peluche- ¡Fortachón no es ningún amigo imaginario! Es... ¡muy fuerte! ¡Sois la gente mala, me lo dijo Padre!-la mujer agarra la mano que extiende Laura con todas sus fuerzas, sobresaltándola y con el corazón latiendo a toda velocidad mientras deja escapar un grito por el dolor producido por las largas uñas de la anciana- ¡Yo vivo aquí, chiquilla! Te pareces mucho a mí de pequeña, ¿sabes? Y hay gente mala, que quiere hacerme daño... No puedo salir. No, no... Me quieren hacer daño. No puedo salir...-Sara suelta rápidamente a la estudiante de arquitectura y la mira con desconfianza y paranoia- ¡Vosotros podéis ser gente mala! ¡Largo de aquí! ¡FUEEERAAA! ¡SOCOOORROOO!

La ridículamente vestida octogenaria sale de la habitación corriendo con las manos en alto, huyendo de la cuadrilla de amigos, que tendría que reaccionar rápido si pretendía alcanzarla.

Salgo corriendo, pero estoy demasiado colocado como para seguir a Sara, y me pierdo en la primera esquina que la anciana cruza...

Laura pega un grito sorprendida por la reacción de la anciana. Le entra un picor de nerviosismo por todo el cuerpo por el susto.

Cuando la anciana sale corriendo, mira confundida a sus amigos. Pero casi instintivamente, y aún conmocionada sale tras ella.

Sale en pos de la anciana, pese a estar muy oscuro consigue distinguir por donde está huyendo la anciana, sin dejar de seguirla pega un grito a los demás.

Seguidme sé por donde va!!

¿Esta no es la habitación en la que estuve antes con Perico?

Voy andando hasta el centro de la sala, donde miro a mi alrededor.

Si es así vamos a acabar lo que empecé antes...

Voy hacia los trofeo y los examino uno a uno.

Jose Antonio, que llevaba todo el tiempo expectante a que alguien entrara por la puerta, se aparta inconscientemente cuando nota cómo las manos de la decrépita mujer le empujan para poder echar a correr. Sorprendido, observa cómo sus compañeros echan a correr detrás de ella y no duda en hacer lo mismo.

Al poco de empezar tu carrera ya habías perdido a todos tus compañeros irremediablemente. Tantas drogas y subidones de tensión no hacían más que traerte jaquecas, pero al menos tenían sus ventajas: El punzante dolor de tu cabeza hacía que te olvidaras de tu mano, donde la herida del clavo comenzaba a secarse poco a poco, encerrando en tu interior todo lo que había entrado junto con el oxidado metal. Tan pronto te abrasaba el calor como te congelaba el frío, pronto comenzaría la fiebre. Lo único en lo que pensabas era en que necesitabas una buena chuta... de antitetánica.

Corriendo, o más bien andando de una forma ridícula, llegaste a una gran habitación con un enorme boquete en medio al que se asomaban decenas de trozos de madera resquebrajada. Gracias a Dios (si es que lo había y permitía que te sucediera todo lo que te había pasado a lo largo de la noche), pudiste verlo a tiempo y detenerte justo al borde. Devolviste una sonrisa a la fortuna y encendiste el mechero para examinar el agujero... En el piso de abajo, los cascotes y las astillas se amontonaban sobre y alrededor de una sólida mesa de roble, rodeada de las estanterías semivacías de lo que debería ser una especie de biblioteca personal.

El grupo corrió detrás de la anciana todo lo rápido que podían, cruzando el pasillo y siguiéndola al piso de abajo por las estrechas escaleras metálicas de caracol tanteando en la oscuridad por las diferentes estancias hasta que finalmente la alcanzaron en el gran salón, donde también encontraron a Miguel. Habrían vuelto a estar todos juntos de nuevo si no fuera porque Perico había vuelto a desaparecer.

Rodeados por la gran cantidad de ceniza que inundaba la sala y se iba meciendo de un lugar a otro gracias a la única ventana abierta de la casa, cuyo sello de madera había sido roto por JA, la anciana se derrumbó en un mar de lágrimas en mitad de la sala, con su rostro iluminado por la luz de la luna y tapado por sus manos a partes iguales.

- ¡No me hagáis dañooooo! -chilló, entre sollozos, sin levantar la vista del suelo- Yo no hice nada, ¿por qué me queréis arruinar la vida? ¡¿POR QUÉEEEEEE?! -el sufrimiento de la mujer se vuelve dolorosamente real con su última pregunta, gritada con todo su ser y sus menguados pulmones, desafinando al liberar toda la angustia y la impotencia que había ido acumulado durante su vida.

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Mientras la mujer grita y llora sin parar, captando la atención de tus compañeros, escuchas un ruido extraño. Sin que nadie se de cuenta, demasiado afectados por las confesiones a medias de aquella tal Sara, das un par de pasos en busca del origen del sonido. Proviene del espejo, que se está comenzando a rallar con un chirrido lento y espantoso, mientras la luz de la luna llena se refleja en él misteriosamente. Aunque el sonido para ti es lento y doloroso en el espejo el trazado es rápido, muy rápido, cada vez más y más frenético. Es como si algo estuviera allí arañando el espejo con la misma facilidad con la que un pintor dibuja con su pincel en el lienzo, pero allí no había nada, sólo tú y tu mirada atónita.

Te quedaste allí, hipnotizada, viendo cómo lo que en un principio parecía un puñado de líneas aleatorias comenzaba a tomar forma para trazar de manera bastante realista una gran casa. Era todo muy extraño, porque al tiempo que la frenética e invisible mano continuaba con su obra, otra iba borrando y añadiendo cosas, como si compitieran la una con la otra. Todo era tan delirantemente vertiginoso y atropellado que parecía una especie de vídeo cada vez más y más realista. Tus músculos se congelaron y un escalofrío recorrió tu espalda cuando te diste cuenta de qué casa era la que se estaba dibujando en el misterioso espejo de pie. Sí. Era la casa en la que os encontrabais tú y tus amigos. Incluso te podías ver observando el espejo con total claridad desde la ventana abierta por Jose Antonio. Lo peor, es que había un coche que venía a toda velocidad hacia la casa, flotando sobre el suelo. En su interior, un hombre reía desquiciadamente, mientras un espectro de rasgos infantiles y femeninos miraba y señalaba el hogar con sadismo.

- ¡ELLLOOOSSSS ESTÁAAAAN ALLÍIIIII!-todo era demasiado real para ser mentira. Podías escuchar la siseante voz de la mugrienta e infernal chiquilla en el interior de tu cabeza y el ruido del motor sonaba cada vez más y más cerca. Miraste a la ventana, dejando escapar un grito de terror...