Partida Rol por web

El barón, con el rostro sudado, miraba a unos y a otros. Sus ojos permanecían bien abiertos.

- Pero qué decís, sois muy jóvenes para vencer a un vampiro. ¡Sed sensatos! No sé dónde estará escondida, pero ella sabe que no puede permanecer aquí eternamente. Se acabará marchando. Iros de aquí a buscar ayuda, id a la capital, dad aviso. Y si es necesario, llevaos a todos.

Miró a los ojos a Andyctor.

- Llevaos a todos, si corren peligro. Pero si yo me voy de aquí, entonces morirán por decenas, si no ocurre una masacre mayor. Es mi culpa todo lo que ha pasado, dejadme pagar por ello. ¿Me oís?

Incapaces de evitar que Elona siguiera sus pasos, llegó hasta la celda y su joven rostro se distorsionó, mostrando un espanto acuciante. Inmediatamente las lágrimas manaron y ella se acercó para abrazarle.

- Padre que estáis diciendo.

El barón se debatió, haciendo rechinar las cadenas que le mantenían presa.

- ¡Elona! ¡Maldita sea, acaso no te dije que os quedárais en el pueblo!

La adolescente, con el rostro lloroso, asintió.

- Venceremos a esa vampiresa del demonio. Pagará por esto, padre.

Agryval volvió a dirigiros la mirada, manteniéndola sólo fugazmente en cada uno de los presentes.

- ¡Os ordeno que os marchéis, que os marchéis todos, llevaos a todo el pueblo! ¡Buscad la ayuda de magos y clérigos!

Su piel fue enrojeciéndose con cada gritos, tratando con todas sus fuerzas de instaros a obedecer.

Ninguno podía imaginar lo que acontecería en los segundos posteriores de aquella conversación. La figura difusa y espectral de la pequeña fantasma atravesó la pared. Su rostro enojado, desencajado.

- ¡Ella no es Elona, no es Elona!

Abalanzándose sobre ella, tocó a la jovencita, la cual tembló, pues la temperatura de su cuerpo descendió súbitamente hasta una más cercana a la de una difunta. Elona cayó al suelo al momento y la fantasma quedó allí de nuevo, en mitad del grupo. Estaba ahora dispuesta a dirigir su rabia contra todos vosotros.

El barón estaba en un estado terrible, ¡Sin brazos! Y temeroso de la vampira (o de los vampiros), pero nosotros no respondíamos ante él, y volver a la ciudad solo significaría que los colmilludos atacarían cuando quisieran, la noche era su aliada. Tad comentó a tararear una melodia en verso, animando a sus compañeros y al noble herido.  

—No mi señor, ¡no! No hay lugar
para la retirada, pues con valor
hoy tenemos vis de acabar
¡agua bendita y estacas y honor!
con los vampiros de vuestro hogar
para seguir nuestro camino de amor
 

Yo ya había dicho en el bosque que vencer a un vampiro no era sencillo, pero vamos, me parecía un poco triste salir corriendo con el rabo entre las piernas. Puede que fuéramos jóvenes, sí, pero por el momento nos habíamos desenvuelto bastante bien y quizás fuéramos suficientes para vender a un vampiro ¿no?

- Podemos mandar a algunos de vuestros hombres a la capital a buscar ayuda, pero nosotros no nos vamos. - Algo me decía que el resto de mis compañeros pensaría exactamente igual que yo. Ya estábamos allí y todos habíamos visto lo que le había hecho, no nos íbamos a quedar de brazos cruzados. Por suerte, no usé la expresión en alto, sería de mal gusto.

- Ya tenemos un mago, un clérigo, un bardo, guerreros... - Y como alguno no sabía exactamente lo que era lo dejé ahí, esperando no faltarle el respeto así a ninguno de mis compañeros.

La niña fantasma apareció diciendo que la mujer que había venido con nosotros no era Elona, pero si decía la verdad, ¿quién era?

De todas formas, ya la había avisado que si hacía de las suyas la volvería a espantar y eso mismo pensaba hacer.

Metí la mano bajo el peto de mi armadura y saqué el medallón mientras comenzaba a murmurar unas palabras a la divinidad que necesitaba que hiciera un poco de luz dentro de aquellas tinieblas. Le pedía que alejara de nosotros a los fantasmas y a todo lo que hubiera cerca que ya no estuviera vivo, aunque claro, esto no serviría para algo tan poderoso como un vampiro. Esperaba que con la fantasma sirviera.

Respirando aún agitada, pero más tranquila, escuché las tranquilizadoras palabras de Dante y permanecí un rato más abrazada a él. Me sentía segura entre sus brazos.

- Gracias, mi amor, no te separes de mi - sabía que eso no sería del todo posible, pero me daba valor para afrontar lo que nos aguardaba.

Volví ligeramente el rostro cuando Elona habló con su padre. El corazón se me partía ante la escena, pero no había gran cosa que pudiera hacer. Pero si el noble quería magos y clérigos allí ya había algunos que podrían ayudar a matar a la vampiresa. 

Justo entonces volvió la niña fantasma y atacó a Elona. Alarmada, metí la mano en mis saquitos de ingredientes. Pero me detuve un momento. Allí había cosas muy extrañas, ¿porqué la vampiresa quería retener allí al barón? Aquella circunstancia hacía creer que tenía algo que ver con la mujer del barón, y el porqué la niña fantasma atacaba con tamaña rabia a Elona.

Con gesto serio me acerqué a la fantasma, mientras escuchaba a Elisabeth murmurar las palabras de una plegaria.

- Y dime pequeña, si ella no es Elona, ¿quien es Elona? ¿Acaso lo eres tu? - empezaba a formarme una idea de lo que podía estar pasando, aunque esperaba equivocarme. 

Escuché las palabras del barón y sacudí la cabeza de un lado a otro.

-Lo lamento, mi señor, mas afirmáis que mientras estéis en el castillo la vampiresa no atacará vuestro pueblo, ¿no?- lo que iba a decir podría no ser del agrado de muchos, sobretodo de lady Elona -Pues bien, iremos a por la chupasangres y vos aguardaréis en las celdas. Si no regresamos a por vos, es que habremos fracasado.

Pudiera parecer fría en aquel momento, mas el barón era un salvoconducto para sus aldeanos. Dejarlo allí y encargarnos de la "ama" era mejor que liberarlo e ir a por la vampiresa. De seguro, alguno me tacharía de cruel, mas me preocupaba más las vidas inconcentes que la de un único hombre, por mucha posición y poder que tuviera.

Entonces, la niña espectral se apareció de nuevo ante nosotros, mas esta vez su objetivo era lady Elona. Fruncí el ceño ante sus palabras y miré a Katarin.

-Bien podría ser una argucia, lady L'Brianne- dije, aferrando con firmeza el mango de mi espada, antes de mirar al fantasma -. Ya nos has atacado antes, pequeña, ¿por qué habríamos de dar crédito a tus palabras?

Dante susurró una cosa más a su prometida a medida que se separaba un poco de ella, una sonrisa confiada, vestida para tranquilizarla, fue la afloró en su rostro mientras escuchaban a continuación las palabras del barón. El caballero arrugó la nariz disconforme.

Nos supere o no.. tenemos un deber, mi señor. respondió alerta de los peligros. Dar la espalda al desvalido.. renunciar a nuestro deber como caballeros.. no es una opción. parecía que todo el grupo estaba conforme en seguir adelante, y Dante estaba decidido a continuar adelante. No iba a negar que saber enfrentarse a vampiros o espectros le inquietaba, pero amilanarse iba en contra de sus principios temerarios.

Entonces apareció el fantasma gritando aquello, a Dante lo dejó desconcertado. Cuando se abalanzó contra lady Elona, el instinto lo llevó a anteponerse entre la niña fantasmal y Katarin, pero al ver como caía la mujer y ver el rostro desencajado del fantasma dispuesto a atacar al grupo.. el caballero no veía otras opciones. La diplomacia había terminado, y aunque Elisabeth se preparaba de nuevo para espantar al fantasma, Dante estaba presto para atacar de ser necesario.

La fantasmagórica niña expresó su propio pavor ante la imagen del símbolo del dios Arturo, pero esta vez tan sólo se apartó un metro, levitando sin causar sonido alguno.

- ¡Sí, Elona soy yo, no ella!

Exclamó para responder a la pregunta de Katarin.

- ¡Marchaos de aquí!

El fantasma se había determinado a echaros. En ese momento, Dante se aproximó, impulsando hacia delante las espadas. Ambas estaban provistas de sus propios encantamientos mágicos, y al atravesar la figura incorpórea esta gritó y fluctuó, siendo herida. Ella supo entonces a quién tenía que destruir. Ese hombre de cabello rizado tenía sus días contados.

Abalanzándose sobre él, agarró el cuello del caballero. Dante pudo sentir el inmenso frío que emitía la criatura, pues su esencia no dejaba de ser la ausencia de vida. El cuello del caballero quedó azulado y su cuerpo temblaba. Se apartó para poder tomar un respiro. La pequeña seguía mostrando una posesiva rabia en su rostro.

El conde tiró de las cadenas, instintivamente, pero sin lograr nada efectivo.

La niña fantasmal era un muerto viviente, producto de la no muerte, una tragedia horrible. Aunque se llamara Elona, no debía serlo... pero no había tiempo para dudar, porque atacó a Dante causándole un daño bestial.

—Vamos, compañeros, la única manera de solucionar esto es lograr dar reposo a aquellos afectados por la maldición de la no-muerte...

Y diciendo eso, volvió a susurrar el ensalmo sanador y tocó a Dante por la espalda, tratando de calmar un poco el frío de la no-muerte que afectaba al caballero. 

Esta vez lo de echar al fantasma no coló y pude ver como en respuesta, lo que hizo fue atacar a Dante de manera que lo dejó en bastante mal estado.

- Pues sí que estamos apañados.

De todas maneras ahora no nos íbamos a ir a ninguna parte, como ya habíamos quedado momentos antes y si para ello teníamos que enfrentarnos a una niña fantasma lo haríamos.

Tad se acercó a curar a Dante, al menos en parte, y yo, decidí hacerlo todo a la vez. Curaría un poco más a Dante y ya que estaba, trataría de golpear con el mandoble a la fantasma.

- No mejor no...

Imaginaba que a un fastasma golpeándolo con mi arma no le iba a hacer demasiado daño, así que me decanté mejor por otro conjuro.

" Que la niña fantasma era Elona y la que estaba con nosotros no? Menuda locura. " Pensé mientras desenvainaba mi estoque. Esa fantasma habia atacado a dante dejanolo bastante malherido pero Tad y su prometida se ayudaron para sanarlo. Asi que yo me concentré en intentar acabar con la niña fantasma. Muy a mi pesar. Intenté colocarme donde no pudiera esquivarme y tal vez hacerle una herida fatal con mi magico estoque. 

Intenté evitar que Dante atacara para poder hablar con la fantasma, pero desgraciadamente no me moví lo suficientemente rápido y los dos intercambiaron golpes fatales.

- ¡Noo! - alarmada al ver como cogía a mi prometido por el cuello y este se ponía azul.

Me acerqué corriendo a Dante y lo abracé para que dejara de temblar dejando que Tad lo curaba. ¿Porqué siempre tenía que ser mi prometido? Mientras tanto, mi mirada se concentró en la fantasma, enfadada pero resuelta a aclarar lo que estaba pasando.

- Y dime niña, ¿quien te ha dicho que eres Elona? ¿Esa ama a la que sirves? ¿Quien es ella? Dinos su nombre, porque no es más que una mentirosa - le dije intentando provocarla para que hablara.

Las palabras de la niña espectral me hicieron dudar. ¿Y si fuera cierto? De soslayo, miré a lady Elona. Desde el principio, había algo en aquella mujer que no me convencía, llamémoslo presentimiento o corazonada. Fruncí el ceño.

-¿Cómo saber si lo que dices es cierto, niña?- pregunté, mas el temerario Dante, para variar, atacó a la cría antes de pensar y, por tanto de darnos respuestas. Suerte he tenido de que no fuera mi prometido, pensé, o ya le habría soltado un guantazo con el guantelete...

No había opció de parlamentar, al parecer, así que con un resoplido de resignación, me dispuse a ayudar en la confrontación. 

La mortaja de muerte cayó sobre el cuerpo de Dante, aunque había logrado.. ¿herir? al fantasma, su respuesta había sido demoledora. Su tez palideció de la terrible sensación, aunque pronto sus compañeros se esforzaron con devolver el rubor a sus mejillas.

Apretó los dientes, miró a su prometida con una sonrisa con la que buscó dar tranquilidad. Pero estaba enojado por dentro, le importaba un cuerno quién era o dejaba de ser esa aparición. Todos insistían en hablar con ese espectro, pero mientras ellos tiraban de sospechas, él veía una amenaza muy real.

Estoy bien... murmuró sintiendo aun los escalofríos. El tiempo de hablar ha terminado.. ese fantasma es una amenaza.. se le encendieron los ojos, esgrimió sus dos espadas y atacó de nuevo junto a Adeline.

Algunos de los miembros parecían determinados  a combatir, mientras otros trataban de parlamentar, pero la niña fantasma ya no parecía por la labor de aportar nada nuevo.

La criatura no era lo suficientemente diestra como para esquivar tantos ataques. La atravesó la espada de Adeline, las dos armas de Dante e incluso la llamarada de Elisabeth. Ella, enrabietada, volvió a centrar su odio en el cuerpo de Dante, tocándolo de nuevo y entumeciendo todo su ser. El caballero, finalmente, cayó al suelo, acompañando a la noble Elona.

El barón pareció reaccionar en ese momento. La situación era compleja, pero ya estaban en el suelo los cuerpos de la jovencita y del caballero.

- ¡Ella es una sirviente de la vampiresa, le ha metido toda esa historia en la cabeza! ¡Salvad a mi hija!

Lo único que podía hacer el barón era empujar futilmente la cadena, pero aquello no tenía ningún efecto real sobre la situación. 

- Por todo lo sagrado, esto es terrible.

Se quejó, pero Agryval ya no tenía ningún control sobre su destino.

Otro ataque del fantasma hizo caer a Dante. Tad le sujetó horrorizado pero pudo ver que el caballero todavía vívía. Si no le hubiéramos curado, quizás... este sitio es muy peligroso...

El bardo volvió a conjurar el truco que sanaría al caballero, aunque sólo fuera un poco. Mientras tanto escuchó al Barón diciendo cosas sobre la fantasma. Me parece que creo que se quién era antes la baronesa...

- ¡Mierda! - No esperaba que volviera a atacar a Dante, pero no creía que lo hubiera matado. Al menos, al fijarme un poco en él parecía que seguía respirando. - Jodida niña fantasma y aún querían seguir hablando con ella... - Por suerte cada vez que tenía que jugar, o al menos la mayoría de las veces, lo hacía dentro de mi cabeza, sino, era probable que mi futuro marido saliera corriendo antes si quiera de plantearse de verdad que tendría que casarse conmigo.

Por si acaso intentaba rematarle decidí ser yo la que se pusiera delante, aunque viendo cómo se las gastaba quizás aquello no fuera lo más sensato del mundo.

Levanté el arma y ni corta ni perezosa traté de golpearla con ella, pero la verdad es que no conseguí hacer demasiado. De todas maneras, si se centraba en mí y dejaba a Dante en paz ya era algo.