Partida Rol por web

El orco se encara con el mago y lo mira muy fijamente, tanto que éste teme por un momento que le vaya a atacar. El bullicio de la taberna disminuye por un momento, mientras algunos aventureros veteranos se plantean si intervenir y reducir a picadillo a aquel orco que no debiera estar allí.

El orco mantiene un momento más aquella mirada para luego cerrar los ojos y apretarlos con fuerza. Al tiempo, su cuerpo cambia de posición, el culo se retrasa como si estuviese a punto de soltar un pedo y los puños se cierran haciendo fuerza.

Una sensación de poder emana del orco, invisible pero claramente perceptible.

El silencio aumenta en la taberna, y todo el mundo mira ya al orco que parece que va a defecar con los ojos cerrados y la cara contraída como si sufriese un dolor, quizás tras varios días de no comer nada de fibra.

La postura se mantiene durante casi un minuto, y la taberna ya está completamente silenciosa, mirando espectante al orco.

De su nariz sale una pequeña llama como la de una vela, acompañada eso sí de una buena cantidad de humo. La llama apenas si se mantiene durante tres o cuatro segundos, tras los cuales, el orco abandona su pose y abre los ojos sonriente.

- Soy un dragón -insiste por cuarta vez, en idioma común, al parecer enormemente satisfecho de su demostración.

- ¿Habéis visto?- es un dragón.

El patrón tuvo que levantar la mano hacia el posadero, Durnan, para indicarle que todo iba bien y que no había problema alguno, pero las miradas de mucha gente en la taberna estaban posadas ahora en el orco que felizmente sonreía orgulloso de su proeza.
- Muy bonito, dragón. Pero no nos has dicho todavía cómo deberíamos dirigirnos a ti- comentó recordando que había preguntado por sus nombres-. Y a decir verdad, no es de buena educación no presentarse cuando se habla con un desconocido.

El elfo sonríe y da una palmada en la espalda al orco/dragón. Vamos camarada, no es para que eches humo por la nariz, si tan solo se trata de una broma para romper el hielo, después de todo si bajamos por ese agujero de los demonios voy a necesitar quien cuide mi trasero y nadie mejor para el trabajo que un orco/dragón. El elfo sigue la chanza pero algo mas discreta.

Aquí el patrón tiene razón, sin ningún problema puedo servir de guía advirtiéndoles de los peligros por venir, pueden hacer de cuenta que soy una especie de adivino, aun que no debo mi conocimiento del futuro de la magia o los dioses, sino de mi discreción...

Un dragon , un orco que mas da , si Lazhánder lo ha puesto en mi camino es que quiere que me acompañe en mi busqueda , pensó Mangred observando la demostración del orco y sin entender nada de lo que han estado diciendo en el idioma ese extraño .

El joven miró a todos los sentados en al mesa ,una mezcla de curiosidad y respeto se reflejaba en su juvenil rostro .

Como dudando intervenir en la conversación dijo : Bien desde luego vamos a ser uno de los mas extraños grupos que han bajado , por lo menos de los que he podido ver en el tiempo que llevo sentado aquí. Sin duda Lazhánder ha reunido un grupo de lo mas diverso , yo confio en el y si él ha dispuesto que sea así así a de ser .

El orco pareció ignorar al patrón, aunque más que una falta de respeto era más bien que otra idea parecía bullir en su cabeza y no parecía haber sitio para dos ideas diferentes.

Por un momento miró al clérigo con una mirada inteligente, fue solo un momento y difícilmente se volvería a repetir.

- ¿A qué dios sirves? ¿Es un dios bueno?

¡Ja! ¡Alguien la había llamado "útil! Amara sintió cómo una leve oleada de orgullo la embargaba; aquello no era algo que le sucediera a menudo.

Por otra parte, aquel hombre la había llamado "Amara de todos los Ritz". La elfa creyó detectar un leve deje de sarcasmo en aquel comentario. Pero parecía que por fin alguien empezaba a creer en sus capacidades mágicas. Y Amara no iba a rendirse a las primeras de cambio.

Ya le habéis oído, chicos: yo puedo seros útil. Así que, ¿vamos a descender, sí o no? Espero que no os estéis rajando ahora.

Amara esperaba que aquella pequeña pulla empujaría a sus compañeros a empezar el descenso. Además, había dicho "rajar", je je. Anda que si ahora pudieran oirla sus tutores...

Daaron, que de cada cinco segundos gastaba cuatro en mirar las piernas de la elfa, levantó la mirada y habló arrastrando las palabras, haciendose el interesante.

-Eh claro monada. Contigo bajo al corazón de esta montaña, se lo arranco y te lo entrego para tu goce y disfrute. Venga vamos, que se enfría.

Terminó diciendo el inconsciente, a la vez que se dirigía al mecanismo de bajada.

Mangred mira al orco y dice con cara de sorpresa : ¿ No conoces a Lazhánder ? ¿ el Señor del Alba ? . Luego sin esperar la respuesta continua
¿Bueno ? sin duda , exclama casi ofendido , es el azote de los muertos no muertos , el destructor de la oscuridad , es la luz en las tinieblas ... es el Sol que alumbra cada mañana . Dice mostrando orgulloso su símbolo . Los que caminan bajo su protección jamas temen a las sombras y ningun no muerto es capaz de penetrar en su luz . Ese es Lazhánder , como puedes ver , la luz jamas es el mal .

Zhar puso varias caras diferentes ante el discurso del clérigo, completamente incapaz de entender las metáforas, consiguió sin embargo quedarse con lo básico, el díos es enemigo de no-muertos y de los buenos. Todo lo demás es cháchara de clérigos.

El orco sonríó cuando, medio minuto después de que Mangred terminó de hablar, había sacado por fin sus consecuencias.

- Entonces te protegeré como pueda, mi señor me dijo que ayudase a los clérigos de dioses buenos. Y que me presentase a ellos... Toma -finalizó, entregando un pergamino al clérigo.

El pergamino, como Mangreb pudo apreciar, era un pergamino donde lo que resaltaba antes de nada era una runa personal, muy conocida: la runa personal de Galadaeros, un viejo, famoso y muy poderoso dragón de Cobre que habitaba en El Norte, un dragón bueno y famoso por esa bondad. El pergamino decía, para resumir, que consideraba a aquel orco uno de sus aprendices y siervos, y rogaba que se ayudase al muchacho en sus misiones puesto que actuaba de buena fe y en su nombre, aunque dado que era más bien corto de entendederas, necesitaría ayuda de las gentes bondadosas y más inteligentes que Zhar (prácticamente cualquier humanoide). A cambio, Zhar podía ofrecer su fuerza y algún poder dracónico que él le había enseñado y que tras arduo esfuerzo el orco había sido capaz de aprender.

Cuando Mangreb acabó de leerla, Zhar volvió a guardar la carta, era sin duda su posesión más valiosa.

- Soy un dragón -dijo una vez más, inútilmente- y te ayudaré en lo que me pidas, y ayudaré a los que tú me digas también.

Aunque no estaba seguro de que el grupo encajase como tenía que encajar, los aventureros se habían puesto de acuerdo para descender, aunque cada uno tenía su porqué. Y ésto era algo que al patrón le venía de perlas:
- Entonces,- dijo mientras extraía unas monedas de su saquillo-. ¿Estáis dispuestos a bajar?

-Sí -dijo Daaron solícito, acercándose al buen hombre (desde que sacó el saquillo de monedas había pasado de ser un viejo charlatán a un buen hombre) y colocándose al lado de la bolsa-. Claro que vamos a bajar. Yo ya casi estaba bajando.

El elfo observa codicioso las monedas, si bien sabia que el dinero no compraba la felicidad también era cierto que estaba consciente de lo mucho que ayudaba. Pero claro mi señor, solo queda saber entonces si tenéis algún aliciente y si podemos ayudarle en algo mas, por lo menos para probar nuestra valía...

Mangred mira al orco y se da cuenta que su convicción y determinación es sincera . Para mi y para Lazhánder será un honor que me acompañes y me protejas. Sin duda ser protegido por un dragon es algo que pocos pueden decir , algún día algún bardo cantara una bonita oda sobre el dragón ... por cierto ¿como debemos llamarte? . Termina preguntando Mangred mientras tiende la mano hacia su inesperado protector .

- Zhar, mi nombre es Zhar.

- ¿Probar vuestra valía? Todo aquel que es capaz de sobrevivir a una expedición de éste tipo tiene su valía más que probada- alegó Volkaran quien ya estaba depositando las cinco piezas de oro en la mano de Durnan.

- ¿Sus nombres?- preguntó una voz al grupo que se acercaba. El joven se trataba de un clérigo de aproximadamente un par de años más que Mangred quien pese a estar bien ataviado no dejaba de ser un novicio.
Apoyado en una diminuta mesa portátil, se afanaba en rellenar lo que parecía el registro de aquellos que descendían hacia o ascendían de Bajomontaña. Ninguno de los exploradores de hoy parecía haber vuelto, aunque apenas hacía unas horas de las primeras anotaciones.

-Daaron Thucke. ¿No me conoces? Tranquilo, pronto me conocerá todo el mundo desde aquí a la costa de la espada y más allá.

- Zhar -respondió el orco, y por unos instantes su cara volvió a quedarse embobada pensando en por qué no tenía apellido. No recordaba si como orco había tenido apellido, de hecho no estaba muy seguro de si los orcos usaban apellidos, y desde luego no tenía ni idea de quien había sido su padre, ni estaba muy seguro de quien había sido su madre. Usar el apellido de su maestro era excesivo, él era el sirviente del dragón, no su hijo...

Manged , sirviente del gran Lazhánder .Dijo el joven clerigo sin añadir nada mas .

Antherion de Aternion... Se limita a responder el elfo quien ya se alistaba para la aventura...